3 ago 2014

Madurar

Madurar es nihilismo, es mandar todo a la mierda, es un fuego frio, un quiebre, una carcajada a altas horas de la noche.
Madurar es entender que todo, absolutamente todo, importa o vale un carajo. Que todo es el mismisimo carajo, el sinsentido, el absurdo. Lo digo con una cerveza en la mano y la otra en el corazon.
Algunos pueden decirles otras cosas, cosas asperas y lisas, con aspecto sospechosamente asceptico y perfumado, simetrico, tan simetrico y en tonos pastel que parece de hospital o de parada de colectivos. Madurar no es subsumirse a las responsabilidades, sino entenderlas. Entenderlas significa pasar por encima de ellas, como en una escalera o en la mancha saltado. Y eso, la superacion mediante el entendimiento, superar el miedo al fracaso o al desencaje como se supera el impacto de un cuento o el amor de una persona, eso se acerca tanto pero tanto al nihilismo, al fiero quietismo, al adormecimiento frente al abismo y a la vida, que hay que tener un cuidado de abuela en dias de frio, tener lista siempre lista la carcajada y los amigos bien pero bien a mano, inmediatamente. Porque a la nada se la enfrenta mejor acompañada. Esto (ya se sabe) y no otra cosa es la fraternidad de los revolucionarios, la muerte por los camaradas, el aislamiento de la fraternidad tras ilusorios castillos de sectas y principios. Odiar o amar al mundo de una manera desabelladamente original, como los locos o los poetas, intentando decir algo que en realidad no es mas que la mera expresion de ese mismo intento, superaccion y proyeccion de si mismo en la falacia conceptual.
Reirse, madurar es reirse de todo. De todas las tragedias, las reales y las del teatro, ¿no, Zaratustra?
Madurar es dejar de manosear el tiempo. Es vivir con la muerte, es querer morir con vida, Madurar es el olvido.
Es, en pocas palabras, vivir con las paradojas y las contradicciones de la vida misma. El ida y vuelta levanta tierra y con ella costumbres y personas. La madurez es crearse un campo libre y limpio, y esto requiere originalidad y dotes artisticos. Los mediocres, los aburridos, las maquinas y las piedras nunca maduran: Mueren verdes, viven bajo principios ajenos, no sufren, no se enamoran nunca, no sienten miedo de la muerte. Tienen ojos pero nunca los abren, tienen anima pero jamas dan vuelta la cabeza en una calle oscura, los ruidos de casas viejas no los inquieta, solo poseen lenguaje para lo util y lo concreto, nunca se sienten superados por la existencia, creen fervientemente en el dios de los evangelios.
Hay que repetirlo: Madurar es cagarse en todo, subirse al caballo de la relatividad, reirse apriori. Mandar los aprioris al carajo, forjar las propias responsabilidades, superar el mito del yo, de la unidad, de las hojas que caen del arbol, de la igualdad del mundo de objetos, Ser soberano. Entender que la libertad es libertad para hacer y deshacer responsabilidades, comprender la gratuidad del tiempo y del espacio, la irresponsabilidad ante uno mismo y los demas, desprenderse del horror al egoismo, tener el valor para creer en los demas y en uno pese al aburso que se abraza en cada respiracion (es decir, tener la fuerza vital para mentir, para inventar, para ser artista, crear valores, vivir, en fin...).
Madurar es comprender que estar vivo es estar muerto dentro de un rato, y no obstante tener el tupe de amar y sufrir, de buscar y crear, de destuir (sobre todo de destruir), de estar ya protegido contra las falsas banderas consi e insti tu - cio - nales, contra todo tipo de males y de nales, de ades y ismos, y de todas esas pelotudeces que quieren decirnos quienes somos y que tenemos que hacer.
Madurar es cagarse sobre el deber, desintegrarlo, entender que el unico deber es ante uno mismo, y que uno mismo no es siquiera una unidad, sino una multiplicidad de falsedades, de posibilidades indeterminables, y que entonces no tenemos que ser nada, ni siquiera seres vivos.
No es nada facil madurar, es algo muy cierto. Es mucho mas facil nunca despertar, sumergirse en la rutina sin repetir y sin chistar, sin quejarse y pòniendo cara grave. Mas facil entregarse al comodo mal humor y al mal llamado cinismo, ese cinismo de la gente que no ha leido a los clasicos.
Madurez es la claridad para una sostenida irresponsabilidad, para el cuestionamiento de los limites de lo correcto y de lo incorrecto, para el ateismo o al menos la duda general.
Madurar es dejar de sentirse coaccionado.

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