7 sept 2016

Sordina Hamon.

La sombra de S. paseaba descuidadamente por la casa. Las notas de un disco de Miles llenaban el aire de acero, acariciando cada mueble, casi como una mano que con un dedo trazara una linea en el polvo de la biblioteca, o bien del escritorio, o bien del secreter.
El silencio de la noche se abrazaba con la soledad de la casa. Solamente el ruido de la pavita borbotando en la hornalla rompia el hechizo. El agua para el Te habia hervido hacia ya un rato, pero a S. aquel detalle lo tenia sin cuidado. No esperaba a nadie. Nadie estaba llegando apurado de algun sitio. Nadie estaba pensando en su puerta de entrada, en su escalera, en sus cuadros de Boguereau o de Monet, ni en su mesita enana de madera de cedro, ni mucho menos en su pavita borboteando con agua hirviendo, pequeño geiser, locomotora a escala. Tampoco nadie lo esperaba en ningun sitio.
Y S. se alegraba de que asi fuera. Asi podia dejar hervir a la pavita, dejarla disolver el agua con tiempo y con desgano, casi como un juego, de la misma manera que el dejaba hervir y desvanecerse muchas otras cosas en su vida, muchas otras cosas que no eran el agua de la pavita. El tiempo, por ejemplo. El tiempo se evaporaba en otras capsulas, en otros recipientes mas sutiles y menos cloclocleadores. Y era hermoso dejarlo irse asi, dejarlo disolverse, evaporarse, escurrirse entre las rejas-dia y entre las horas-alcantarilla, y entre todas esas viles jaulas conceptuales que inutilmente inutilmente inutilmente, ectcetera y amen, todas las blablablas posibles.
En esos dias, cuando nadie iba o venia y las notas de la trompeta de Miles llenaban todo como de sepia y de pesado humo negroazulado, el tiempo perdia densidad y se diluia hasta ser una mera nada, hasta ser solo un nombre, solo el objeto directo del verbo desgrana o del verbo deconstruye, un negativo por el cual Plotino apuntaba a su Uno y por el cual S. aludia al vacio que siempre buscaba habitar pero que solo en muy raras ocasiones habitaba realmente, porque uno no entra en la eternidad tanto como sale del tiempo, y S. pensaba mientras apagaba la hornalla que si bien los genios como Plotino entran en la eternidad por la puerta principal, a el le bastaba con salir del tiempo por la puerta de servicio.