18 dic 2013

Circulo

Un circulo: La muerte es la quietud. La quietud es el aburrimiento. El aburrimiento es la rutina. La rutina es la constancia. La constancia es la estupidez. La estupidez es el temor. El temor es la conformidad. La conformidad es la muerte.

Alegoria del ritmo

Siempre estuve obsesionado con el tema del ritmo. La vida es, fundamentalmente, musica.  Un problema largo y aun latente, que me arroja a todo tipo de contradicciones y estados animicos indeseables es el combate ritmico entre la rutina y la casualidad. Creo que ambos tienen un efecto determinante y estructurador sobre el cerebro humano. Los cerebros piensan al ritmo del cuerpo en el que estan, y por eso basta un dolor de estomago o un dedo hinchado para que el proceso opere a un ritmo diferente, y se formen entonces cadenas de ideas completamente nuevas.
Esto no es nada raro, pues a menos que uno sea un genio (no es mi caso) el cerebro suele estar dominado por un principio de economia, por un ahorro energetico que lo lleva a usar las ideas de una primera experiencia cuando la estamos viviendo por segunda vez. Este principio de economia o de simplicidad es el factor clave en la tendencia mecanizante que adquiere el cerebro humano, y que es correctamente denominado como "rutina". Claro esta que esta rutina no existe de modo alguno en el mundo exterior, en "la naturaleza", por decirlo de algun modo, sino que existe, como una pista de audio o un manuscrito, grabado a fuerza neuronal, a puros surcos nerviosos o  oscuras y adictivas relaciones neuronales, dentro del espiritu humano. Una buena palabra para describirlo seria "inercia". En efecto, al igual que los cuerpos fisicos, nuestro espiritu tiende a resistirse a todo cambio de direccion o ritmo, y de ahi que sea tan dificil y casi imposible no tener un ritmo uniforme y rutinario en nuestra manera de conducirnos. Incluso los psicologos (toda una manga de canallas) pretenden hacernos creer que es de estas rutinas, respuestas y cadenas de pensamiento programadas (precocinadas) es de donde nace toda salud psiquica y unidad de la conciencia, toda nocion de "yo", "persona" o "individuo". Nada mas lejos de la verdad. Es justamente lo inesperado, lo inusual, aquello que provoca la risa. ¿y no es acaso la risa el combustible mismo de la felicidad? ¿como es posible que alguie sea feliz si no se rie, al menos, una vez por hora? Hay que desconfiar siempre de todos esos defensores de la felicidad que no obstante nos ofrecen, como maximo, una timida sonrisita adornada de mil seguridades. El hombre feliz es un paladin de la risa. Y ojo, no de la risa forzada o timida, sino de la risa verdadera, genuina, no forzada. ¿Como es posible que surja esta risa cuando uno vive comodamente adormilado en las dos o tres rutinas que llama su vida? Todo eso de la rutina y la infelicidad es culpa de un ritmo inadecuado para la vida, de un ritmo que termina reduciendo el cerebro a un mecanismo de relojeria carente de toda chispa, de toda originalidad y, finalmente y como no puede ser de otro modo, de toda felicidad.
Imaginense ustedes, hablando de ritmo, una pista de baile. La pista de baile estaria hecha de concreto o de asfalto, y no tendria nada de particular. En esa pista de baile, la cual abarca hasta donde llega la vista, sin paredes o columnnas que la entorpezcan, se baila siempre la misma musica o, mejor dicho, el mismo sonido. Si uno mirara hacia arriba, podria ver, como si fuese una catedral gotica, un techo abovedado en clave, del cual brota uniformemente una luz tenue y palida. Esto es lo unico que logra verse en cualquier direccion. La pista y la boveda son, naturalmente, infinitas. La musica no sale de ningun parlante. No hay al parecer equipo o punto alguno del cual pueda asegurarse que la musica emana. Se la escuche uniformemente en todos lados, del mismo modo en cualquier sitio especifico. Dentro de esa pista hay, como es comun, hombres y mujeres. Los hombres visten todos de saco sport, y las mujeres de traje sastre. Todas llevan el pelo discretamente atado. Tanto los hombres como las mujeres bailan como automatas el ritmo monocorde que suena en la pista de baile infinita. No hay comunicacion entre ellos, pues son perfectos automatas. No hay, salvo por particularidades de cara, peso y estatura, distintivo alguno entre los miles de millones de hombres y mujeres que estan en la pista. Todos realizan al unisono y constantemente, cual agujas de un mismo reloj, el mismo paso de baile, que consta en dar dos saltos adelante y uno atras, para dar luego dos saltos atras y uno adelante. Este paso se repite una y otra vez, de modo que al finalizar cada paso, todo recomienza exactamente (milimetricamente igual). Con el paso del tiempo, el tiempo se aniquila a si mismo en cuanto a ser conciencia del movimiento. La conciencia misma se morderia aqui la cola, y sin conciencia del tiempo no puede haber tiempo ni tampoco movimiento. La rutina se parece muchisimo a la inmovilidad, en cuanto a actividad neuronal se refiere. Un articulo habia demostrado que, en cuanto a actividad neuronal se refiere, y segun precisas mediciones, es lo mismo para el cerebro mirar la television que mirar una pared en blanco. Este resultado es suficiente para que cualquier mente despierta se ponga a reflexionar acerca de la realidad mental en la que nos coloca nuestra rutina. No me extrañaria que no dentro de mucho se descubra que el viaje en auto o colectivo (siempre por la misma ruta, a la misma velocidad, doblando en las mismas esquinas, viendo los mismos negocios) que realizamos para ir y volver del trabajo nos coloque en un estado mental analogo al de chuparnos un dedo o sacarnos un moco de la nariz. Hacer colas, llenar formularios y realizar tramites seria entonces lo mismo que silbar. Aunque esto es quizas demasiado decir, pues actividades supuestamente simples como silbar, soñar o hurgar en los bolsillos de una campera requieren un grado de creatividad tan alto que es casi inconciente, por lo que toda actividad rutinaria seria una actividad casi fisiologica, es decir, que termina realizandose casi sin intervencion del cerebro, mecanicamente.
La diferencia entre un ser humano y un miserable automata es una diferencia de ritmo. El ritmo de un ser humano es inconstante, va a los saltos, se acelera y desacelera, es libre, improvisado, rebelde, progresivo, casi como el jazz. El ritmo de los genios tiene un cariz constructivo y arquitectonico, aspira a las grandes obras y a las sintesis monumentales. Ellos van mas para el lado de la musica clasica, las grandes sinfonias del periodo barroco y las operas wagnerianas. Cosas asi hacen que uno se ponga a pensar sobre absolutamente todo lo que puede influir en el propio ritmo, desde la musica que escucha hasta las cuadras por las que camina, los bares en los que se entra y las personas con las que se comparte esos bares, los colectivos, las charlas, las paredes y la cama.

13 dic 2013

Conversacion con una Señora

El cajero escupio su pedacito de papel obligatorio, y luego de transformarlo en un hermoso bollito, lo arroje con desprecio en el cesto ya rebasajo de otros papelitos y bollitos similares. Es increible lo sucios que son los cajeros automaticos: son lo mas parecido a un baño publico. Debe ser precisamente por ser publicos que adquieren ese estado caotico, con un piso lleno de tierra y un aura postindustrial de total abandono de vida animal y vegetal.
Siempre trato de que mis incursiones en los cajeros automaticos sean lo mas rapidas posibles. Estar encerrado en esa pecera es realmente insoportable. En verano es un verdadero sauna, y en invierno una gelida tundra. Detesto ademas las largas colas de moribundos economicos que se forman en las siempre incomodas escaleras. ¿Como es que hay gente que se pasa cinco o seis minutos delante de la pantallita? Intolerable, verdaderos maleducados o simples viciosos. No señor. Lo mio son verdaderas incursiones vikingas a base de pasar tarjetas y marcar codigos. Creo fervientemente que los bancos deberian proporcionar una cajita de guantes de latex a la hora de usar las pantallas tactiles. En efecto, ¿quien sabe que tipo de degenerado, sucio o avaro abogado ha estado antes pidiendo resumenes de cuenta?
Lo que les cuento succedio el otro dia. No se que dia era, pero era un hermoso y radiante dia de sol, lo se porque eso me puso de buen humor y decidi entonces, como siempre que me pongo de buen humor, salir a caminar. Las cosas horribles son como las hermosas: siempre succeden asi, en medio de una caminata aleatoria, dentro de algun parque o en la periferia de los cafes viejos y casi deshabitados. Por eso me extraño mucho que a la salida de un cajero, ¡precisamente de un cajero!, hubiese una peculiar señora baldeando (manguereando en realidad) la vereda. Eso es raro por dos motivos. Primeramente, la periferia de los cajeros suele estar caracterizada por la total falta de actividad humana, incluyendo señoras y demas vetustes de la tercera edad. Aunque si uno lo piensa con detenimiento, los viejos son los seres mas decrepitos dentro de la escala humana. Nadie esta, como ellos, tan cerca de la muerte (la gran mayoria  no vale gran cosa, pues estan ya muertos o medio muertos desde hace mucho, y hay que agradecerle a la inercia y a los centros de jubilados y demas horrorosas mutuales por la existencia de la tercera edad) y de cosas peores como el Alzeimer o los pañales para adultos. Creo que solo un anciano toleraria la cercania constante con un cajero automatico. Es sabido ademas que los viejos son, casi sin exepcion, maniaticos de la limpieza. Mi idea sobre esta mania es mas bien freudiana. Tras una vida entera de canalladas, pifies, hijodeputeadas y cobardias, estos infelices (como casi todo el genero humano) sienten, al modo de Dorian Grey, que su alma es algo menos que un tacho de basura. Claro que a esta edad no estan capacitados para comprender esta simple verdad, y tampoco estarian dispuestos a hacerlo (debido a otro incurable mal de la humanidad pero sobre todo de la vejez: la terquedad). Su psique irritada por la television y confundida por la extraña manera de vestir y de actuar de "la juventud" (gran nemesis de la gerontidad) proyecta la porqueria de toda una vida en una insoportable obsesion contra el polvo y los manteles arrugados. Si esta obsesion por la limpieza fuese otra cosa y no eso, es decir, una absurda locura manitatica digna de un asilo, no se comprenderia como es que uno puede ver viejas y viejos barriendo la vereda a casi cualquier hora y en la situaciones mas discimiles e inapropiadas para hacerlo, como en visperas de una tormenta o en una tormenta misma. La segunda razon era el horario. No estoy exactamente seguro sobre este, pero era innegablemente el lapso caotico que se halla entre las doce del mediodia y la una de la tarde. Esa hora es, aun en una zona no comercial (pero si plagada de colegio y emprendimientos pequeños) sin duda de las mas caoticas del dia, en lo que a transito y peatoneidad (o ismo) se refiere. En esa oscura ventana espacio - temporal, hasta el mas agradable de los barrios se transforma en una peligrosa selva plagada de todo tipo de depredadores:  los nenes y nenas que salen o entran de jardines y escelas primarias, seres caoticos y chillones, sucios y alborotadores faunos que se arremolinan, todo guardapolvo y mochila, en verdaderas turbas y pandillas, capaces de tumbar hasta a un luchador profesional. Tambien estan las susodichas "madres" (un epiteto demasiado homerico para aplicar a esas bestias rinoceronticas) de aquellos "nenes", verdaderas arpias, siempre apuradas y de un tragicomico malhumor. Otro elemento inolvidable de esta hora pico son las infames hordas de obreros, mecanicos, ofinicistas, abogados despreciables y todo el ramo de esclavos administrativos y comerciales, seres todos hambrientos y fantasmales, verdaderas pesadillas vivientes salidas de la peor imaginacion fordiana - Taylorista o de alguna secta budista. La ciudad misma se vuelve entonces una inmensa competencia, de caracter darwiniano, por la supervivencia del mas apto. Comida y transito son los dos objetivos mas buscados. Claro esta que tambien se busca la oportunidad para la venganza (contra un particular o sencillamente contra el universo entero), para la superioridad fisica o moral, pero esto es secundario y sospecho que en la mayoria de los casos, inconciente. Es claro entonces que, siendo los viejos casi en su totalidad misantropos y hermitaños, evitan por todos los medios salir a la calle en las horas pico. Sospecho que esto ultimo es una inteligentisima mecanismo de supervivencia, a la vez que una muestra de lo que tal vez se el unico rasgo de buen gusto de los viejos: su exlcusion social. No es necesario dar muchas explicaciones para entender que luego de una vida de intentar kafkianamente ingresar o mantenerse dentro de una sociedad violenta y sin sentido, estos pseudocadaveres obtienen, ademas de una miserable suma (sin duda un ultimo detalle cinico - ironico de la sociedad que ahora odian) una sabiduria silenica que los hace apartarse, muy acertadamente creo yo, de toda preocupacion social. Es mas, es gracias a este instinto basico (si bien tristemente adquirido demasiado tarde) que se vuelven hermitaños y esquivos a los grandes grupos de personas, verdaderos agorafobicos.
Contra toda las contras entonces, esta anciana se hallaba baldeando la vereda en una vereda que quedaba al lado de un cajero automatico y sobre una avenida. Al pasar junto a ella, levanto la vista. Ella me vio y yo la vi, pero creo que ella ademas supo (o tal vez imagino, asi de paranoica esta la gente hoy) que yo la venia observando (maravillado) desde antes.
- Buenos dias, señora - Le dije alegremente.La señora llevaba un vestido blanco, floreado con ceibos. Era, naturalmente, de baja estatura, y un poco pachoncha (es decir, petacona). La señora tal vez no me oyo, o quizas, en su tarea de mojar tozuda y maquinalmente una baldoza completamente limpia, prefirio ignorar mi saludo. Segui caminando algo de un metro. ¿Porque me habia ignorado la señora? Las razones podian ser muchas y compuestas: Sordera, desinteres, desprecio por la juventud o genero humano en general, desprecio por los hombres, desprecio por la gente que entra a los bancos (este lo comparto), mutismo, mala educacion, falta de atencion o pobre tiempo de respuesta, meditacion metafisica, misantropia, respeto a la ley o a las buenas costumbres o a Dios. Me detuve y sopese mi estado general: Hermoso dia de sol, tiempo por delante, innegable buen estado de animo, fruto de una exelente noche y de un fresco desayuno compuesto de seriales con leche. Era la oportunidad perfecta para iniciar un dialogo con quien de todos modos era ya un ejemplar interesante. Me di vuelta y me acerque nuevamente a la vieja.
- Señora - Exclamente con un poco mas de tono - ¡buenos dias! . - La anciana esta vez levanto la vista y me miro, entre hosca y extrañada.
- Buen dia... - dijo parcamente.
- ¿como le va? Acabo de pasar recien y ya la habia saludado. ¿no me oyo? - Mi tono sonaba, para mi deleite, sospechosamente amigable.
- ¿Que quiere? - Pregunto la señora, seguramente recelosa por la simpatia (sospecho no muy frecuente) de un desconocido.
- Nada. Simplemente me dieron ganas de saludarla. Hace un lindo dia de sol, ¿no le parece?
- Hum - dijo la señora - Si, bastante calor.- dicho esto, volvio a bajar la mirada y continuo mojando indiscriminadamente las baldosas. Era un desperdicio de agua imperdonable. Las naciones unidas y demas organizaciones inutiles deberian, ya que dilapidan dia a dia cuantiosas fortunas donadas por los ineptos y cobradas a los paises en forma de impuestos encubiertos, tener un protocolo de accion contra las señoras, los lavadores de coches y perros, y todo aquel que desperdiciase el agua de formas poco creativas. Observando con detenimiento a la señora, no parecia en definitiva tan interesante como me imagine en un principio. Estaba bastante encorvada, y con la manera de mirar para abajo y de costado, parecia una mezcla de topo chicato y cafetera destartalada. Pero tal vez no debia dejarme engañar por las apariencias, tal vez fuese una Socrates urbana. Tal vez, con esa indiferencia estoica, me estaba probando.
- ¿Siempre se le da por baldear la vereda a esta hora? - pregunte como al descuido, mientras fingia admirar un Rosal en el jardin aledaño. La anciana, que sin dudas esperaba que me marchase de un momento a otro, aparto la manguera a un lado, y me miro entonces despacio, larga y desconfiadamente, como quien esta resolviendo un acertijo.
- ¿Usted quien es? - su voz dejaba translucir un resentimiento de animal acorralado. Yo me divertia enormemente. - ¿Quien es, eh? Nunca lo vi por el barrio.
- Mi nombre es Federico, Federico Splaglitti - Menti - Vivo varias cuadras mas arriba. - Los ojitos de la vieja, dos miserables pasas de uva, brillaban con desconfianza.
- Mentira - dijo. - yo nunca lo habia visto antes por aqui. ¿Que le importa a usted cuando riego o cuando estoy aqui?
- No es que me interese especialmente - respondi - fue solo una pregunta casual, si bien con cierto interes por sus habitos.
- Que le importa, metase en sus cosas. - el tono era nuevamente hosco. La vieja estaba en esa casa sola, era obvio. La avaricia o la inseguridad cosmica en la que se hallan tantas personas en la ciudad hace que la gente sea ridiculamente paranoica.
- Bueno, pues sepa que no le voy a decir nada. Ahora mandese a mudar.- dijo la señora, al tiempo que comenzaba a rociar furiosamente el cordon de la vereda, peligrosamente cerca de donde yo estaba. Si mi objetivo era mantenerme seco, seguir incomodando a la señora era de un riesgo enorme. No obstante, el dia era (creo que ya lo dije) hermosamente soleado, y me parecio que la situacion bien valia el riesgo. La señora no solo era extraña: era una maravilla neurotica de la beligerancia y la paranoia. Seres asi - pense - solo deben hallarse en uno de cada cien en el mundo real, exeptuando los loqueros, claro esta, puesto que los loqueros y casas "de rehabilitacion" son sin duda los oasis y tesoros de nuestra ciudad, lugares que acumulan, tal vez en un espacio de 20 metros cuadrados, a toda una tropilla de los seres mas inusuales y creativos que puede hallarse. Si bien es una crueldad encerrar a estos seres misticos e incomprendidos, puesto que, salvo a los enfermeros (brutos cavernicolas sin un apice de sprit) y psiquiatras (pervesos y oscuros degenerados con licencia para administrar todo tipo de psicofarmacos) se priva al resto de la humandidad de aprender de ellos. Yo tenia a una demente (tal vez una psicotica o una neurotica senil incurable) ante mis propias narices. Realmente estaba siendo un dia esplendido, pletorico de posibilidades.
- No me gusta mandarme ni tampoco mandar, señora. Lo mio es la irreverencia, la desobediencia, incluso hasta la indolencia. Jamas la impaciencia - declame en un tono felizmente poetico. Siempre me gusto mi innata capacidad de improvisacion, de una belleza casi inconciente, a la hora de realizar frases pomposas que muchas veces terminaban el rima. A la señora, no obstante, no le parecio divertido o ingenioso, pues practicamente se puso a graznar como una cotorra o un loro.
- ¿no le dije que se valla? ¡vayase, vago! ¿que quiere, molestando a una jubilada? ¡sinverguenza! Vallase, vallase o llamo a la policia. - Genial, indeciblemente hermoso, casi absurdo. Me senti dentro de un sainete criollo. Mire hacia los costados y, seguro de la total ausencia de gente (cosa rara a esa hora), realize un imperceptible guiño hacia un publico imaginario. Habia que actuar bien, pues habia gente en la Tertulia e incluso en el paraiso de a pie.
- Señora, no se ponga asi. Yo simplemente queria saludar y cruzar unas palabras con una persona tan interesante como usted.
- Callese - dijo rabiosamente la señora - no se crea que me va a tomar por estupida. Siempre empiezan asi y cuando una se descuida le roban una planta de geranios o le pegan a una un golpe y se meten a la cocina a llevarse las cosas. - Tuve que reprimir una carcajada.
- Señora, lamento decirle que las plantas de geranio han sufrido un importante deterioro economico en las ultimas decada. Hoy dia ya no son una inversion segura -. La señora me miro extrañada. Realmente le habia afectado la noticia de los geranios. Dios sabra, si es que lo sabe, el juicio de valor de aquel esperpento.
- Callese la boca, degenerado - me dijo furiosa - Usted lo que quiere es robarme. Quiere los geranios y el malvon del patio, no crea que no me doy cuenta.
- Señora, no creo que pueda convencerla en este punto, asi que digamos que sus geranios son extremadamente valiosos.
- ¡ja! ¡ahi esta! - Exclamo la anciana psicotica, llena de indignacion, pero tambien de felicidad - ¡y lo reconoce tan campante!
- No me malinterprete. Yo no tengo interes en llevarme sus geranios. ¿que haria con ellos, de todos modos?-. Creo que fue algo cruel de mi parte introducir todo el ambito de los fines y las causas en aquella discusion. Estoy seguro que pese a su obtuso entendimiento,  aquel costal de piel y huesos pudo notar mi falta de sentido estico - dialectico, pues al al instante dijo secamente: - Vayase. Vayase o ya mismo llamo a la policia-.
La situacion se estaba tornando ridiculamente insostenible. La anciana habia dejado de baldear y me miraba entre furiosa e incredula. Era evidente que de un momento a otro podia reaccionar del modo mas violento e inusitado. Pense en posibles reacciones: mojarme con la manguera. Ponerse a gritar barbaridades (como el tero), azotarme con la manguera, que peligrosamente tenia un pico rociador de metal. La ultima opcion era que realmente se encerrase en su casa y llamase a la policia. Cualquiera de todas ellas echaria por tierra la impagable diversion de aquel dialogo surrealista, y me devolveria de un modo brusco a las conocidos y demarcados senderos de la rutina. Senti que tenia que hacer algo por intentar salvar mi vision magica del mundo, y me decidi entonces a intentar algo desconcertante y arriesgado.
- Señora - dije amigablemente - ¿usted cree que yo quiero robarle?-. La pregunta era retorica, y en el instante en que comenzaba a decir algo, la interrumpi: - Nada hay mas lejos de la verdad, e incluso es ridiculo que usted piense asi de mi, por mas que sea un desconocido algo pregunton. Es mas, recien acabo de salir del banco. Vea usted - dije, y abriendo mi billetera, saque un fajo con diez billetes de cien pesos. Mostrandole el fajo extendido en abanico, como un vanidoso jugador de poker un un anuncio del casino de Palermo, le dije: - ¿Ve? yo tengo bastante dinero, lo suficiente para cubrir mis necesidades basicas, e incluso para cubrir las complejas excentricidades. ¿Usted cree que yo quiero robarle? Todo lo contrario: Agarre un billete.
Era demasiado. Mi ostentacion, terriblemente insegura a los ojos de una anciana paranoica que seguramente deberia esconder sus billetes uno a uno en todos los cajones y tarros de mermelada vacios de la casa, sumada a mi absurda generosidad (mas bien un altruismo idiota, pues realmente podria aceptar el dinero, y esos eran mis ultimos mil pesos) seguramente estaban detonando la cosmovision de la anciana. Sentia las explosiones y contradicciones insuperables que se producian dentro de la cafetera, que visiblemente levantaba temperatura. Las manos como garras apretaban la mangera como si estrangularan una serpiente de cascabel, y los ojos refulgian como dos teas.
- Con confianza, agarre uno o dos, los que quiera - insisti. El abanico de billetes se mantenia inmovil frente al rostro azorado de la anciana. Tal vez fuese mi imaginacion, pero me parecio ver que le temblaba lentamente la mandibula, cosa que solo podia ser producto de un ataque de furia, de una de epilepsia o de uno de hipotermia, todos posibles para la anciana a esa edad y en esa situacion.
- ¿y? - dije triunfalmente - ¿va a agarrar alguno, o todavia cree que quiero robarle?
- Vallase -. la respuesta era de nuevo hosca.
- Debe admitir - prosegui en tono burlon - que los ladrones como yo, aunque seamos ladrones de malvones y demas plantas que necesitan ser regadas diariamente para sobrellevar una existencia inutil, somos una maravilla para esta sociedad, pues no estamos carentes de amor y preocupacion por la tercera edad, como tampoco extentos de la verdadera generosidad y caridad cristiana.
- Vallase. - dijo nuevamente la anciana.Al parecer, habia entrado en un mutismo - autismo forzado,  estratagema defensiva por demas muy eficaz y a menudo elegida por niños y mujeres celosas o equivocadas pero orgullosas. "Empacada", esa era palabara. La anciana estaba empacada, y eso era preocupante, puesto que a la natural capacidad femenina para la indiferencia se le sumaba el don divino (segun Platon) de la locura, asi como tambien el nigromantico estado de la vejez senil. Era que la señora no volviese a decir nada en toda la tarde. Pese a esto, decidi continuar.
- Vamos, tome un billete. No sea tan orgullosa. Eso. Ademas, no sea maleducada, ¿no ve que es un gesto, algo espiritual, casi monastico, lo que hago? Si no lo necesita, tomelo al menos por el gesto. No todos los dias se halla a un buen samaritano que luego de ser acusado de degenerado y ladron, ofrece dinero a sus detractores. Yo soy como un jesus resucitado, un anti - judas, señora.
- ¡vallase de aca, degenerado! - Estallo la señora. Con el puño levantado al nivel de mi rostro, como en la mejor de las novelas de dostoievksy, la señora de deshacia un una marea de gruñidos, pataleos, desvarios e insultos hacia mi persona.
- ¡¿quien se cree que es, papanatas?! ¡yo no necesito ninguno de esos billetes de mierda! ¡yo tengo mi casa y mis malvones y cosas que a usted no le interesan y que de ningun modo pienso contarle! ¡andar molestando a una señora mayor, a una jubilada! ¡Verguenza, verguenza deberia darle! ¡Vallase a trabajar, sinverguenza! ¡En mis tiempos el General y Evita no hubiesen permitido tanta insolencia por parte de los vagos como usted!-. Ahi estaba. Mientras oia la catarata de improperios, amenazas y juramentos de la anciana, pensaba que ahi estaba nuevamente la reaccion conservadora de las generaciones a punto de morir. El insulto al presente y la apologia del pasado eran practicamente la misma cosa. Por lo demas, la señora se hallaba en un estado ya bastante alterado, y cuando crei que me iba a revolear la manguera o una pantufla, dio media vuelta y entro, aun bufando por lo bajo con el cuento de llamar a la policia, en la casa.
Hubiese sido cosa ridicula y bastante grotesca decirle que era inutil, que seguramente la policia no iba a hacerle caso, que ahora los tiempos no eran como cuando Peron o cuando Jose Maria Guido, que los tiempos eran otros, y que en el extraño caso de que la policia se dignara a mandar un patrullero, este llegaria no antes de unos quince o veinte minutos, tiempo sobrado para que un criminal medio la borrase de la faz de la tierra y se fuese de la casa con los valores minimos. A mi, en cambio, el tiempo me alcanzaba aun mas holgadamente. Lo primero era buscar una piedrita: ni tan pequeña para que el viento la vuele, ni tan grande para dar una impresion grotesca. Tarde, inspeccionando la vereda, unos treinta segundos. Lo siguiente era aun mas rapido: abriendo nuevamente la billetera, saque, nuevo y como planchado, un billete de cien pesos. Me acerque entonces a la reja que marcaba el final del jardin. De esta salia un pequeño pasillo de losas rojas en el que remataba la puerta de entrada por donde la señora habia entrado hacia unos instantes. Verificando la ausencia de perros, me agache y meti la mano, casi al nivel del piso, estirando el brazo lo mas lejos posible de la reja, con el motivo de proteger el billete que deposite entonces sobre las losas. Coloque entonces la piedrita sobre el billete, y sigilosamente me aleje caminando, como quien roba una carta o planta una bomba.

8 dic 2013

Es de nuevo esa vieja sensacion de que algo se viene, de que el devenir trae algo. Pero tal vez solo sea un viejo reflujo del pasado, de algun caso en que esa sensacion tenia alguna causa real y comprobable, algo asi como soñar con una invocacion. Los instantes se parasitan unos a otros, y que lindo cuando esas lineas de cal que determinan el campo de juego de la conciencia comienzan a embarrarse, y el tan defendido Ego comienza a morderse a la cola, a preguntarse entre deja vu y deja vu si tener un deja vu no es presisamente como volver a pasar por una casa del barrio de la infancia, o como volver a saltar la misma soga que viene nuevamente hacia  nuestros tobillos, como acordarse de cosas dichas que quedaron precisamente en eso y en un monton de aproximaciones de la imaginacion pero nada mas.
Y es que hay como un monton de fragmentos aleatorios de nuestra propia existencia que nos siguen como la cola de un cometa sigue al cuerpo rocoso. Uno no les presta atencion pero ahi estan, como piernas y zapatos y cosas que se arrojan a nuestro paso para provocarnos el tropiezo acostumbrado de la rutina, verdaderos celadores de lo que uno cree ser.
Creo que en ultima instancia es no tener tanto miedo a que las cosas puedan estar encajando de un modo distinto a lo que dice el manual de instrucciones. Si. Aunque ese modo sea oculto y terrible y nos exija el hospital psiquiatrico de Jena o la torre o irse a Africa a comerciar con armas y esclavos.
Porque de todas formas, todo lo que no encastra con el modelo de la conciencia occidental va formando como esa tira de latas atada a un auto de recien casados, forma toda esa banda de arpias y lechuzas con las que Goya llenaba sus horribles grabados.
Calculo que tal vez es la mania de no querer matar, de no querer sepultar o, como dicen los jovenes que se desean exitos entre si cada viernes y cada coffee talk, "superar" una etapa cualquiera.
¿que tendra que ver todo esto con los hecho externos? No me imagino la vida sin pisar cada tanto estas cascaras de banana existenciales, algo asi como un humor dentro de la mas gris seriedad de pasillo o de fila para cobrar una jubilacion.
No entiendo que se podria superar cuando solo soy algo ligeramente mas estratificado que la pura asocacion libre, realizada por un cumulo de estados que en realidad no es nunca mas ni menos que este instante presente, si bien es cierto que con memoria de miles de supuestos instantes pasados, que me gritan o me gritarian, pues dudo a menudo de ellos, que yo soy Sebastian Martin Papotto, y asi y asa.
Por supuesto que esto no es del todo seguro. Nadie puede saber con certeza la distancia que hay entre una definicion y su significado real, entre la palabra y la realidad, y ni siquiera se les ocurra preguntarse por la cuestion De Iure acerca de la existencia de la palabra para cercar en una unidad dudosa lo que no es otra cosa que un rio o, mejor dicho, una lluvia.

1 dic 2013

La Fiesta

R. se hallaba comodamente instalado en un sillon bajo, con las piernas descaradamente extendidas sobre una mesita ratona llena de vasos a medio vaciar y algunas botellas de cerveza. La fiesta estaba en su momento de algarabia descendente, pues es sabido que las fiestas son como las montañas rusas. Los demas sillones del living estaban parcialmente ocupados, uno por una pareja en aparente trance amoroso, y los otros dos por chicos que aprovechaban para descansar un poco del baile y tomarse un gin tonic o un speed con vodka. El grueso de la gente, junto con toda la marea de sus voces, gritos y pasos, se hallaba en la habitacion contigua, que oficiaba a un tiempo de comedor y salon de baile.
La musica llegaba agradablemente lejana. R. pensaba, con los ojos cerrados y la cabeza hacia atras, encastrada perfectamente en el mullido respaldo del silloncito, que las paredes del living eran una maravilla de aislamiento acustico.
- ¿che, quien es ese que esta en el sillon? - Pregunto J.
- R., un amigo de la secundaria. - Respondio T. con desinteres.
J. miro nuevamente hacia el silloncito. En ese instante, R. parecia leer un librito azul.
- Parece que se aburre -  Dijo J. , todavia mirando a R.
- Si, el es un poco asi - Respondio rapidamente T. , y al instante agrego,- ¿Salimos un rato afuera che?
- No, hace frio - respondio J., que habia captado las intenciones de T. con perfeccion aracnida. -¿no le gustan las fiestas a tu amigo?
- No, te digo que el siempre fue un poco asi, antisocial. - Respondio T, entre resignado y aburrido por la carga de J., que estaba nuevamente distraida mirando hacia el silloncito y hacia R., objeto aparentemente desinteresado de la fiesta. J. era verdaderamente linda. Alta y muy rubia, tenia e un aspecto de Walkiria con tintes felinos que era casi demasiado para la fiesta. T. noto entonces que la mirada de J. cambiaba de interesada a una expresion que bailoteaba entre cinica y burlona, y sintio entonces una incomodidad fisica que podia traducirse intelectualmente como la certeza de haber perdido la oportunidad de llevarse a J. a la cama, unica razon por la cual la habia invitado a su fiesta.
- ¿hace mucho que lo conoces? - volvio a preguntar J.
- Desde que ibamos a la facultad. Parece que te interesa che.
- ¿Por que lo decis? - dijo J., visiblemente conciente de la situacion.
- Y, estas dele preguntar..
- ¿te molesta? - dijo J., manteniendo el mismo tono jugueton.
- No, que me va a molestar. Me parece raro nada mas - Dijo T, fingiendo una orgullosa indiferencia.
- ¿Raro? ¿por que raro? Bueno, no importa. Si, si me interesa. Y mucho. Es raro, ¿no? No, espera. Raro no. Miralo. Es un completo misterio, leyendo ese librito azul, ajeno a todo. Parece que no tomo mucho, ¿no?.
J. guardo silencio abruptamente. Mirando fijamente a R., se llevo una mano a la oreja, y comenzo a juguetear con el aro de delfin. T. supo entonces que J., dentro de ese cuerpo sedoso y de esos ojos celestes estaba relfexionando, calculando, maquinando algo.
- ¿queres jugar a algo? - pregunto J, rompiendo ese pequeño silencio.
- ¿que?
Mirando a R. con una confianza infantil, propia de un chico que esta a punto de realizar una proeza física o intelectual frente a sus amigos, J dijo: Te apuesto a que puedo llevármelo a la cama esta misma noche.

- Hola - Dijo J.
- Buenas - respondio R., visiblemente aburrido y sin levantar la mirada del librito azul.
- ¿me puedo sentar?
- No creo che. Fijate que no hay sillones libres - dijo con R., con un poco de maldad, al momento que levantaba la cabeza y, no sin sorpresa, se encontraba con una rubia preciosa que lo miraba con la espontaneidad de un pajaro. J. se sento entonces en el respaldo del silloncito, a la vez que se cruzaba de piernas.
- ¿que estas leyendo? ¿la biblia? ¿sos una especie de pastor religioso, que te sentas aca solo en vez de estar divirtiendote?
R. dio vuelta rapidamente la portada del librito azul, cuya identidad quedo entonces oculta bajo la tranquila mano de su dueño.
- Este es un pais catolico, apostolico y romano che. Pero ademas hay libertad de culto.- dijo R. con una sonrisa algo forzada. - Pero no, no es la biblia. ¿no vez que es demasiado finito para tanto quilombo, genesis, tipos que se mueren y reviven, apocalipsis?.- R. se detuvo. La ofensa estaba casi hecha. Lo penso: "¿acaso nunca abristes una biblia, rubia? ¿nunca la sostuvistes con ambas manos y sobre esos muslos enfundados una pollerita como la que llevas ahora?". R. lo volvio a pensar, mientras la miraba a los ojos en un esfuerzo (casi inutil) por apartarse del escote y de las pantorrillas. No, seguramente no. Podia el ya hacerse un rapido inventario mental de todas las cosas que esas manos blancas y como de cisne habian sostenido delicadamente, y una biblia (¡precisamente una biblia!, se rio para si) no era una de ellas.
- Bueno, sea o no sea, no te debe parecer muy divertido todo esto, para que estes leyendo.. - Dijo a tiempo J.
- En realidad no leia - la interrumpio R. con otra sonrisa - Pretendia leer. Lo que hacia era quedarme dormido. Iba bien hasta que llegastes vos, linda.- Listo, penso R. Ya estaba hecho, la espada de doble filo levantada, el desafio lanzado, el texto listo para la hermeneutica. Ahora ella podia interpretar, podia ejercer ese arte tan propio de las mujeres y de los escritores resentidos devenidos criticos, como pensaba Arlt. Las opciones eran dos: Irse o quedarse, la frase invitaba a ambas. Si se quedaba, habria aceptado implicitamente una intencion, era imposible no demostrarla, no salir del anonimato patologico, no demostrar una volicion.
J. comprendio, tal vez instintivamente, tal vez con la cabeza, que R. habia jugado bien, y que no quedaba ya mas que sonreir, haciendo uso de sus ojos y del resto de los musculos de su cara, y seguir adente con un
- Te interrumpi justo entonces. Pero ahora no pareces tan tan tan aburrido como hace un rato. Puedo irme a buscar algo para tomar y charlamos mas tarde si queres.
Pelota devuelta al campo propio, exelente revez, señorita blonda, quince iguales.
- No hace falta. Sobran vasos limpios y aca hay casi media botella de cerveza - Dijo R., al tiempo que con disgusto notaba algo en la botella, y entonces
-.Pero espera, esperame un cachito - dijo R. fingiendo indignacion. Se levanto entonces, y decidido entro en el cuarto propio de la fiesta, para volver a los dos minutos con una botella de cerveza aun sin abrir. Destapo la botella con una velocidad propia de un ilusionista, tanto que J. no pudo alcanzar a ver con que artefacto removio la chapita. R. lleno un vaso entero para J., y al tiempi que se servia dijo:
Una cosa es estar tomando solo, como por aburrimiento y para matar a este tiempo horrible y a esta musica de mil demonios. Entonces uno no se va a poner a medir cuestiones esteticas. Otra cosa es estar con Alicia en el pais de las Maravillas, porque no me vas negar que con esa pollerita y sentada ahi, no sos alicia y yo el sombrerero loco.  ¿si o no?. J. solto entonces las primeras carcajadas reales de la fiesta.
- Ponele que si - dijo J.
- Claro que si. Y si esta es mi fiestita del Te, no es aceptable que yo te sirva un chopp de una cerveza tan de mierda como la Budweiser. Pura mierda, creeme. De hecho, ni siquiera es cerveza cerveza. Es 50 por ciento agua, un asco. Y si le agregamos el hecho de que estaba ya casi tibia, era como decirte que te vallas. - R. le dio un enorme trago a su vaso, y continuo:
- En cambio, la Warsteiner es lo mejor actualmente, a nivel nacional. Es tan buena que parece Europea. Igual que vos.
- ¿como es eso? - lo interrogo J., entre interesada y divertida. Era cierto que la cerveza era buena.
- Filogermanismo, nena. o Filoeuropeismo, si existe la palabra. Estar siempre mirando al oceano atlantico, el eterno mal de los sudamericanos, pero mas precisamente de los argentinos. Esa vieja falta de identidad o de esclavitud en los paradigmas. Llega incluso al plano estetico, y es, no te ofendas, lo que hace que vos me parescas mucho mas linda que una salteña o que una guarani de pura cepa. - R. miro a su interlocutora, que lo miraba con la misma expresion divertida de jilguero, como una maestra experimentada miraria a un chico mitomano, con una mezcla de cinismo y admiracion profesional. Supo entonces que no habia entendido una palabra de lo que el queria decirle, salvo tal vez la parte en donde le decia que era hermosa. Al modo de un inquisidor o de un psicologo experto en criminalistica, ella escuchaba en clave, buscaba datos precisos dentro de el discurso hilado.
- Yo tambien estaba algo aburrida. Vine para ver a dos amigas que no veo hace un buen tiempo. Las boludas no vinieron. Me canse de esperarlas y estaba por irme cuando te vi aca, tirado como un vago o como un padre en una sala de espera.
- ¿intrigante, no?
- Raro.
R. volvio a mirarla, apenas por un segundo. No, era obvio que no se cansaba. Palabras como "filogermanismo" hubieran auyentado a la aburrida o a la calentona comun, atentas a evitar toda conversacion real o que exigiera la puesta en marcha del engranaje cerebral. Esta no lo habia puesto en marcha ni siquiera por un instante, pero no obstante seguia ahi, sentada y mirandolo y sonriente y cruzada maravillosamente de piernas y tan cerca, casi pegada a R., que entonces pensaba porque no y era como recuperar algo completamente perdido, y como si ir a la fiesta no hubiese sido un acto desesperado e inútil, un fracaso ya desde el principio, Dostoievskianamente destinado al fracaso.

30 nov 2013

Trabajo Y Nihilismo.

Hoy en dia somos una sociedad que tiene al trabajo como una de sus premisas fundamentales. El hombre es, de un modo preeminente, un hombre trabajador. En una sociedad que esta estructurada sobre el sistema capitalista-financiero, y cuyos principales engranajes giran impulsados por el consumo constante y la necesaria reinvencion de los parametros de suficiencia y normalidad, el elemento minimo, es decir el individuo, es (se quiere, se espera que sea) un consumidor. El papel de consumidor es el rol que se nos asigna dentro de la sociedad. “El consumidor” es, de un modo primario e indubitable, nuestro rol social por exelencia.

El trabajo, por su parte, es la condicion necesaria que la mayoria debe realizar para poder cumplir con ese rol social que pesa sobre nosotros gracias a la constante influencia, coerción directa e indirecta, que se lleva a cabo por todos los medios imaginables al alcanze de la sociedad. Nuestra educacion es la del perfecto consumidor y la del perfecto obrero.

El trabajo, entendido según las exigencias de la industria y la conveniencia de los industriales y demas empresarios, es en su mayoria una tarea mecanica que tiende a igualar al hombre con los automatas. El ser del hombre, pasa a ser considerado en terminos de un mero hacer. Se efectua un recorte, una sangria ontologica del hombre, desde su status primigenio y total de ser humano, de un ser humano con una condicion total, unica e interior, con todo un potencial subjetivo y una realidad subjetiva, dueño de una unicidad inimitable, a un ser exterior, grosero, casi vulgar, a una existencia objetiva y objetivizante.

El enfoque constante y sostenido de la atencion en tareas completamente objetivas y exteriores al ser mismo de cada uno, tareas que en ningun aspecto requieren una expresion de la mismidad, y para las cuales solo es necesario un saber tan objetivo y frio como la tarea misma, una sabiduria exterior que en ningun momento suscita u obliga a una evolucion interior, sino a una mera polimathia, a un mero acumular conocimientos como quien junta cosas en un estante, manuales objetivos y externos al ser mismo, inutiles para todo desarrollo propiamente humano, es decir, propiamente individual, tiene como resultado la objetivacion del sujeto mismo o, dicho de otro modo, la deshumanizacion del hombre, la cosificacion de la personalidad, la cual queda progresivamente disgregada en un monton de meras "funciones".

Estas "funciones", en las cuales se disgrega o se organiza la antaño personalidad potencialmente subjetiva y creativa, originariamente unitaria, son solo la aplicacion practica de estos conocimientos alejandrinos y desligados, superficiales y ridiculamente practicos, no fundamentados, al campo de la experiencia. No es de extrañar que los grandes profesionales y tecnicos, cazadores de polillas, especialistas en medias izquierdas, desarrolladores de esmaltes para uñas de nuestros tiempos modernos, sean posibles al alto costo de todo lo subjetivo y propiamente personal.

Estas funciones, propiamente hablando, carencen de un sentido teorico, y su sentido nunca puede ir mas alla del la accion que persiguen o del producto que buscan. Es natural entonces que las funciones del hombre consumidor sean lo mas estrechas y limitadas posibles, y tambien es no solo logico, sino mas bien necesario, que mientras mas corto sea el movimiento, mas rapido se repita, creando asi un ciclo que termina siendo una voragine en donde se aniquila todo vestigio de personalidad en el hombre.
Luego de esta autentica "perdida del alma", solo queda la inercia de la perversa competitividad dentro de un circuito que no posee un sentido, que no posee ya un fundamento humano, y cuyo unico resultado posible para el trabajador es su constante idiotizacion y una posterior dependencia, propia de los automatas, seguida por una perdida de la sensibilidad y del sentido de orientacion, de una perdida del punto cardinal, y finalmente, un olvido del olvido, y una vida que se parece muchisimo a un desierto.
Al no tener otra cosa que funciones, los sentidos de nuestra vida son establecidos por los sentidos propios de las funciones. Asi, nuestros sentidos son limitados, materiales, impuestos por una autoridad exterior, completamente objetivos, completamente ajenos a nuestra personalidad o a nuestra completa falta de ella, cambiantes y contradictorios entre si.
La disociacion que sentimos en nuestra destruida humanidad es el resultado de la fragmentacion y posterior escicion de el orden unificado y cardinal de nuestra personalidad en un monton de funciones especializadas hacia lo externo, pero sin ningun fundamento, sin ninguna causa final de accion. Asi, nos encontramos con que hoy dia sabemos actuar muchisimo mejor que nuestros abuelos, pero que paradojicamente no sabemos cual puede llegar a ser el sentido ultimo y uno de todos nuestros aspectos o funciones. Ya no logramos darle sentido a nuestra vida en un todo coherente y direccionado, sino que mas bien oscilamos en un multiple y alocado perfeccionismo en todos los ambitos, completamente independientes uno de otro. Somos el campo de batalla de una lucha de ambiciones. Ambiciones antes internas, ahora exteriorizadas, disecadas, colocadas como objetos de lo que antes era el ser-sujeto, y ahora es una pura nada, un vacio horrible, un desierto que crece y crece. Tenemos un hambre mortal de lo subjetivo, y pretendemos saciar nuestra ser mordiendo las piedras de los objetos desalmados que la industria desarrolla precisamente a modo de placebo. La religion, el sexo y las drogas son tambien simples placebos, simples sustitutos, ridiculos y personales, de nuestra fallecida subjetividad, potencia creadora, del sentido-fundamento.
Somos un gran basurero de tareas aprendidas de memoria, de deberes establecidos con exactitud, cronometrados segun precisos relojes atomicos y protocolos de maxima efectividad y minimo esfuerzo, de chatarras de chistes faciles y sentidos de carton y papel mache, que salen a todo color por la television y las radios, parodia total y tenebrosa de Bradbury y Huxley.
No podemos ya imaginarnos como siendo nuestro propio sentido. No podemos ya imaginar al mundo segun nuestra existencia. No podemos ya volcar, como antes, nuestra subjetividad sobre la esterilidad de lo que ahora es la tan respetada realidad. Hemos perdido el poder de recrear el mundo, y lo hemos perdido por que hemos perdido la capacidad de re-crearnos, de re-inventarnos a nosotros mismos.
¿y como ibamos a hacerlo, si ya no nos miramos ni siquiera el ombligo? ¿como lo hariamos, si hemos aprendido a vernos, a ver a nuestro cuerpo como una maquina, a nuestra inteligencia como un recurso, a nuestra belleza como una cosa, si hemos aprendido a pensar como funciones incluso hasta a nuestros componentes mas materiales? Componentes que estan ahora tambien en fila, tambien en el basurero, orientados hacia fines que son por naturaleza medios (me refiero al dinero, claro esta). ¿Quien es ese sujeto que quiere sacar ventaja utilizando todas sus funciones? Y ademas, ¿que ventaja, que verdadera y real ventaja podria sacar cuando no hay un fundamento, es decir, un sentido unico, uno y unificante que coordine y diriga nuestra vida, sino que lo que hay son multiples aspectos que actuan de modo mecanico, segun convenciones establecidas y necesidades basicas? Una ventaja es algo que puede obtenerse cuandos se tiene una meta. Ventaja es, justamente, un ponerse por delante con respecto a otros. Pero en tanto y en cuanto somos seres subjetivos, debemos tener una meta unica y propia que coincide con nuestra personalidad. ¿a quien podriamos aventajar en esto ultimo y con que objeto?
El constante y cada vez menos interrumpido ritmo en que nos coloca la ejecucion de tareas puramente formales, tecnicas y mecanicas, nos llevan a entrar en un tiempo-cronometro, en un tiempo regresivo o en un tiempo creciente, en un tiempo-carrera. En este ritmo, estamos siempre en actividad, siempre en un movimiento meramente fisico, nemesis de la reflexion y de la pausa, en donde un implicito "keep moving foward", "keep running", "do anything but do something" nos acostumbra a un pathos en donde comenzamos a sentirnos tambien como algo externo, como algo vacio, como algo que responde de modo inmediato y predeterminado a estimulos y ordenes tambien predeterminadas. La falta de libertad en la perspectiva, la imposibilidad de un real cambio de perspectiva, y no de un cambio dentro de la perspectiva, es el comienzo de la objetivizacion de la fluidez subjetiva. La paralisis, la cristalizacion se lleva a cabo primeramente desde una sequia en las perspectivas. Al cortar la linea de la energia subjetiva mediante una repetición de actos rutinarios y sin sentido propio, se seca y detiene todo crecimiento personal, todo cambio y toda mutacion, toda fluidez y vida del carácter. Al obligarnos a gestos, reacciones, y pensamientos repetidos, forzados por acciones repetidas que no requieren reflexion, se arruina la personalidad, se pierden todos los aspectos que deberian hacer a la nocion completa y redonda de personalidad, y queda un mero “carácter”. E incluso este “carácter”, ultimo reducto bruto de la subjetivdad, aunque ya de una subjetividad animal, organica (mal carácter, buen carácter, ect) busca ser matizado, integrado, aprovechado o reprimido según convenga a la organización; Es decir, se busca canalizar y objetivar todo lo subjetivo, quitandole su soberana indiferencia respecto de toda meta ajena al sujeto y orientando este carácter en relacion a cierto fin externo. Es decir, se busca “funcionalizar” el carácter, hacerlo funcional a un fin externo, a un fin objetivo, hacerlo ya no subjetivo, no propio, sino externo y objetivo. Toda parcela de personalidad que este orientada a un fin concreto y objetivo no es ya personalidad sino funcion y herramienta de la personaliad, pues la personalidad es lo subjetivo por excelencia y el sujeto no tiene nunca otro fin que si mismo. Por eso mismo subsiste a la obtención o perdida de los fines externos, por eso mismo es sujeto.
Ya no podemos concebirnos como el "por que", como el "para que", de las cosas. Los porques y los paraques son siempre exteriores a nuestro desierto, son falsas banderas hacia las cuales corremos avidos de un sentido, de una plenificacion o una redencion, dependiendo de la tonalidad de caracter, que jamas podremos obtener en las ridiculas bagatelas producidas en serie por una maquina producida en serie por otra maquina. La humanidad es ya solo un recurso dentro de una maquinaria que no busca absolutamente nada. Hemos entrado en una inercia-tirabuzon, en una gran dispersion, en un movimiento centripeto. Nos hemos olvidado de nosotros mismos hasta el extremo de no reconocernos mas que en las cosas. Lo que hoy en dia se comprende por personalidad no es otra cosa que un maniqui inerte y mudo, una suerte de prote hyle Aristotelica cubierta y adornada por las mas estrafalarias prendas-objeto, decorada por los muchos discursos prefabricados, un constante vestir y desvestir esqueletos.
El Trabajo no es otra cosa que la negacion de los fundamentos. El trabajo es la praxis misma del nihilismo, es el proceso por el cual se esta dando, dia tras dia y todos los dias, la nihilizacion como una deshumanizacion, como una desintegracion de la subjetividad en aras del principio de especializacion. El hombre ha pasado a ser engranaje, se ha deconstruido en tornillo y arandela. Ahora, sobre el desierto, el hombre tornillo busca armarse juntandose con piezas industriales, llendo sin saberlo no en pos del hombre unidad, sino de la maquina compuesta, del sistema, de la gran piñata de papeles de colores.
El trabajo es el triunfo del principio de especializacion, de las causas inmediatas, de las causas-medio, la negacion de las causas-fin, de los fundamentos, la negacion de la metafisica, de la unidad de sentido, del estilo. Es la negacion de la personalidad en aras de la faceta, del perfil, del fraccionamiento insuficiente. Es la negacion de la simpleza y el comienzo del drama y de la histeria. Es el movimiento por el cual se llega a la dicotomia del ser y el hacer, por el cual se llega a distinguir, con una solidez pasmosa y con una diferencia tajante y cristalina, lo que uno es de lo que uno hace.
El trabajo es la corrupcion de la sensacion de la autosuficiencia en aras de la constante necesidad, de la exaltacion de la tranquilidad subjetiva a la histeria circense del desdoblamiento, de la fragmentacion de un uno suficiente y subjetivo a un monton de todos esteriles, imbeciles y nulos.
El trabajo es el triunfo del tiempo lineal y fragmentado hasta el hartazgo por sobre el tiempo circular y su inigualable y libre sensacion de eternidad. Es la fragmentacion, la aplicacion de la forma logica sobre el transcurrir del ser, es decir el tiempo, concebido como un mezquino hilo segmentado, con una tarea y un deber para cada segmento, dividido en un absurdo por la razon humana hasta el minimo perceptible por la mecanica. La destruccion del fluir indeterminado del tiempo circular, la libertad del instante eterno, es decir la eternidad misma, tiene como resultado algo como la destruccion del ser: Su reduccion ontologica a un particular concreto y ordenado en la historia, la cual desemboca sin dudas y via el proceso historico que ya postulara Bakunin, en el materialismo Brutal y en el mas esceptico y mortal de los nihilismos.
Tal encarcelamiento del instante, rebajado a un mero segundo, no uno y unico, sino carente de importancia dada su efimera condicion dentro de una infinidad de iguales efimeros, es una parodia de la degradacion de la humanidad en un mero individuo-cosa, en una unidad con codigo de barras, en una unidad numerica en vez de una unidad de sentido, de una reduccion ontologica que nos coloca como un cascaron vacio en el mejor de los casos, y como un cascaron adicto a los cascarones vacios, a los idolos industriales y lleno de mierda y de un hambre conciente por la mierda, hambre inconciente del antiguo sentido, desesperacion por el fundamento.
Solo superando todas las facetas de nuestro dinamitado ser, comprendiendolas como facetas, quitandole toda seriedad, burlandonos de ellas, cambiando sus causas, ridiculizando las causas de las facetas. No es mediante el rejunte que se puede volver al Apeiron original, no mediante un orden esquematico y jerarquizado de esas funciones, mero intento de una maquina o de un sistema filosofico finalista, sino que via la gran locura, a una metarazon, a una metalocura, a esa razon que, como dijo Oliveira, no posee como falencia a la perdida de la razon.

La imaginacion que supera el temor y el temor que supera a la imaginacion, un terror que encierra una risa y una risa que encierra terror . La mascarada dionisiaca, donde cada salto es una caida y cada triunfo es tragedia, donde cada paso es un descenso, y en donde lo que ahora se llama trabajo no sea mas que un borde en extremo accesorio y en donde el mismisimo centro de la subjetividad sea un ocio. Un nuevo ocio, una nueva libertad para reinventarse, para desconocerse, para re-conocer el mundo, un mundo sin parametros fijos.

Ensayo: Teologia y Metafisica: un posible destino para esta epoca.

En la teologia, Dios esta al principio. Es la causa de la cual parten todos los absurdos. Al ser el mismo un absurdo, justifica, resuelve, absuelve (“perdona”) cualquier absurdo material o conceptual que podamos hallar en la realidad toda. Aceptar a Dios es rechazar toda explicación posible sobre este mundo; Incluso es negar todos los aspectos problematicos, contradictorios de este. Dios mismo es un absurdo. Es un absurdo porque, como bien dicen los teólogos, es conceptualmente ininteligible, absolutamente incomprensible para la razón. Es la excusa perfecta para ahorrarse hallar cualquier explicación demostrable, la “razón” perfecta para negarse a cualquier demostración de una causa o principio. Ni siquiera podríamos decir que Dios es una respuesta para los espiritus fatigados de tanto buscar respuestas, algo asi como un descanso en la escalera del conocimiento, pues colocando a Dios como el principio, uno queda salvado incluso de la visión problemática del mundo. Dios no supone ningún problema, pues es incomprensible y esta, como dijo San Anselmo, mas alla de aquello que ya no puede pensarse; Consecuentemente, el mundo como creatura, el mundo de dios, no supone tampoco ningún problema, pues esta creado por un ser perfecto, y aun suponiendo que nuestra idiotez o nuestra hipocresía no sean lo suficientemente elevadas para no ver el mundo como un problema (o dicho de otro modo, aun cuando nuestra santidad y nuestra Fe sean débiles), todo problema encontrado en este mundo manufacturado por el dios alfarero deberá ser lógicamente escalado al creador mismo, con lo cual caemos en un circulo vicioso que deja al mundo en un estado inexplicable o por lo menos eternamente inexplicado.
En la Metafisica, ciencia occidental posterior a la religión y, en relación con esta,  sin dudas un paso dado hacia delante en el campo del pensamiento humano, Dios no se halla al principio sino al final. Plotino, Agustin y Anselmo fueron todavía Teologos. Sus incursiones metafísicas eran sin duda no el centro de su pensamiento, sino catedrales lógicas y conceptuales que en el fondo eran apologías y explicaciones del principio divino. Descartes fue el primer metafísico occidental, en el sentido propio de la palabra. Quizas también, mucho antes, lo halla sido el gran Platon. Y en el mismo sentido, también Aristoteles. En la Metafisica dios no aparece ya como principio, sino como causa final. El verdadero metafísico (no el Teologo, por cierto), no llega a Dios (o a lo Uno, al Noumeno, a la Idea) mas que como un resultado. Dios no es ya un supuesto: Es una explicación en todo el sentido de la palabra: Responde a un problema. Para ser una respuesta es preciso que halla sido precedida por una visión problemática de algún aspecto. La metafísica no supone el principio: Es su búsqueda. La teología sencillamente supone el principio y, sin preocuparse de ningún modo por clarificarlo o justificarlo, “explica” el mundo según ese principio. Su explicación no es otra cosa que una descripción, sea histórica o religiosa, del mundo real según el principio, acorde al principio, por adecuación o contraste con el principio. Quien quiera ver la manera opuesta de proceder no tiene mas que leer una obra de teología, como por ejemplo la Teogonia o el Viejo Testamento, para tomar las dos grandes religiones antiguas que sin duda conforman los cimientos espirituales de occidente, y luego compararlas con la lectura de una obra verdaderamente metafísica, como algunos Dialogos de Platon, el libro séptimo de la metafísica de Aristoteles o sencillamente las Meditaciones Metafisicas de Descartes. En las obras teologicas, la explicación, la enunciación del principio es siempre lo primero. “Antes que todas las cosas fue el caos” o “en el principio creo dios el cielo y la tierra” es sencillamente la formula de enunciación del principio como causa de todo lo demás. Dios creando al mundo es la supocision de una causa trascendente como explicación. Lo interesante de una obra teologica esta en el desenvolvimiento, no en el principio; Esta en lo justificado, no en la justificación. Se llega al principio directamente, sin reflexión, por “revelación divina”, por pura invención, delirio o arrebato poetico. No se tiene piedad alguna con el resto de la humanidad, que no es profeta, y quiere llegar a comprender por la razón lo que algunos pocos “elegidos” dicen comprender por gracia divina. Una vez supuesto el principio, el resto de la teología es una mera descripción, una lectura histórica mas o menos tendenciosa y en algunos casos, pura fabulación. En una cosmovisión en donde el principio es trascendente y revelado no hay critica posible: Se acepta o no se acepta, se “cree” o “no se cree”. No es ninguna coincidencia que todas las causas que la teología atribuye a los efectos visibles (es decir a este mundo como efecto de uno o varios dioses o motores invisibles mas o menos personales) sean siempre absolutamente indemostrables, incomprobables e impalpalpables. No importa cuan infinitas, omnipotentes, sabias, eternas o amorosamente benevolentes sean esas causas: Jamas las hallaremos en sitio alguno, y es mucho mas seguro pasarse una vida tropezando con sus molestos efectos que hallar al menos un hilo de esa causa que los teólogos defienden.
Las causas de la teología son siempre consecuentemente mas grandes, bellas y justas que sus efectos. Pero, de un modo increíblemente repulsivo a toda lógica, estas causas no se hallan jamás en la realidad y, pese a todos sus atributos divinos, parecen desvanecerse apenas cerramos el libro o salimos del templo, tanto en calidad de principios éticos como metafísicos.
De hecho, cualquier idiota con un sentido del habito, de la cultura o de la costumbre lo suficientemente acentuados, sumado a una facilidad poetica o a algún desorden mental puede hacer teología: Basta con suponer un principio cualquiera y luego tener la inventiva suficiente para hacerlo ver como coincidente con algunos hechos mas o menos comprobados. Si logramos esto, podemos decirnos teólogos, profetas, “elegidos”. La religión no es otra cosa que las acciones reales que se derivan de la aceptación de los dogmas teologicos. La religión ha sido siempre la respuesta hecha a medida para los que no pueden, no quieren o no necesitan una respuesta al problema del mundo: Les brinda una forma de manejarse sin darles ninguna respuesta. Suponen la respuesta ultima antes de que la pregunta nazca. Matan la investigación y el desarrollo antes de que este se manifieste.
La metafísica en cambio comienza con la visión y el planteamiento de un problema. De hecho, la metafísica es la respuesta nacida de la incapacidad de la razón pura, del pensamiento especulativo, para hallar respuesta a tal o cual quiestion. La Metafisica es el refugio o la vuelta al absurdo, la abdicación de la razón realizado racionalmente. Toda la metafísica pende de un hilo, pero llegamos a este hilo buscando la solución de un problema real, utilizando razonamientos mas o menos ciertos, pero todos comprensibles, en su gran mayoría demostrables (y por lo tanto, refutables), todos comprensibles para el ser humano común, siempre  y cuando haga uso de su razón y su sentido común. La religión supone un absurdo eternamente absurdo como solución a este absurdo de aquí. La metafísica en cambio, explica un absurdo por otro. El progreso de una a otra esta en que la Metafisica tiene, por primera vez en la historia del pensamiento, conciencia clara de la carencia de los supuestos teologicos; Deja de suponer un principio e intenta, toscamente al principio, sutilmente después, llegar a un principio tan o mas explicativo que el teologico, partiendo esta vez no de lo anipotheton, de lo no hipotético, sino de lo problemático mismo, de este mundo, para llegar asi via el pensamiento a un principio que no pueda contradecir la realidad. Esto se nos hace patente principalmente en Aristoteles o en los primeros libros de las Meditaciones Metafisicas: Primero problematizo, luego pienso, y luego, mucho después, muestro los principios que explican y exponen la solución del problema. En la teología el mundo no es problema alguno: Dios creo, y punto. En la metafísica, Dios es la respuesta a una visión problemática del mundo. Esa es la causa de que la metafísica sea cien veces mas estricta y puntillosa, mas honesta, con sus miles de incongruencias y deslices (sobre todo en esos hibridos medievales) que la teología pura.
La metafísica es un intento fallido pero real para dar una respuesta y, como tal, es el inicio del “problema del mundo” en si mismo. Antes de la metafísica, se había visto el mundo como algo dado, como un milagro, como una constante teofanía, pero nunca como un problema, nunca como algo a resolver, nunca como algo que requiriese una explicación en el sentido fuerte de la palabra, una justificación. En los tiempos de la teología el sentido no necesitaba ser descubierto o explicado, sino que solamente necesitaba ser descrito, narrado, contado.
Esta claro que al dar como respuesta aquel viejo absurdo de Dios, la metafísica falla en su intento. Platon, Aristoteles y también Descartes son intentos fallidos, intentos al fin. Son intentos, los primeros intentos reales y serios por explicar los numerosos problemas del mundo, intentos por dar un conocimiento lo mas integral y sistematico posible acerca del mundo.
Sea por fatiga intelectual, por contaminación del pensamiento teologico, por impotencia natural o por un error en el método, la metafísica yerra en su respuesta. La metafísica yerra en la respuesta pero es la primera que acierta en la actitud y en la pregunta, la primera que problematiza la realidad, que pone en duda la actitud dogmatica y basada en supuestos de la teología. En la metafísica, la realidad queda deficiente o incorrectamente explicada, inexplicada en el peor de los casos, pero nunca inexplicable, pues como la metafísica es como método accesible a la humanidad toda, siempre esta la opción de que nuevos pensadores vengan a corregir y a enderezar los errores de sus predecesores. La metafísica es la superación de la teología y la madre del pensamiento científico, asi como la ciencia es la superación de la metafísica. Como dadora de respuestas acerca del problema del mundo asi como hoy se lo concibe, no cabe dudas que la ciencia también será algún dia superada. Como la metafísica llega al absurdo divino solo al final de sus argumentaciones, solo yerra al final. la religión, al suponer el absurdo divino al comienzo de sus elucubraciones descriptivas, yerra de cabo a rabo, pues como dice Aristoteles, “un error pequeño se vuelve grande al final”. Y, peor aun, como la teología no acepta discusión alguna tanto acerca de la naturaleza del supuesto como del hecho mismo, fundamental a la teología misma, de establecer un principio de modo apriorístico y dogmatico, no es factible de mejorar en algún aspecto. Por esto mismo todo intento de valorar el pensamiento religioso dogmatico queda siempre trunca, pues por mas inteligentes y practicas que sean las verdades intermedias a las que llegan los doctores y sacerdotes de cualquier dogma, estas estarán siempre basadas en supuestos mas amplios y difusos, todos ellos altamente improbables en su realidad, mas improbables mientras mas difusos. Cuando el sistema todo se basa en un absurdo que por naturaleza es imposible de refutar, e incluso inmaculado ante cualquier intento de refutación o problematización, entonces las conclusiones de dicho sistema serán no solo poco fiables y poco dignas de considerar, sino que por su naturaleza estacionaria y esteril a todo cambio merecen ser dejadas completamente de lado, tanto ellas como sus explicaciones intermedias y por supuesto, con muchísima mas razón aun, los principios en que se basan aquellas. Pero, mas alla de estos supuestos, lo que se debe repudiar es el hecho mismo de suponer, de dar por supuesto, de “creer”. Con la metafísica y aun mas con la ciencia se deja de lado a la fe como actitud de conocimiento, como postura Gnoseologica.
Como la metafísica intenta llegar a sus principios elevándose desde lo que problematiza, es consecuente que los principios éticos y estéticos que se derivan de sus argumentaciones tengan mucho mas sentido, tanto practica como conceptualmente. No es casualidad que la mayoría de las éticas del renunciamiento hallan sido producida por valores idealistas que siempre comienzan apoyándose en un dogma religioso que se expresa siempre en la misma forma lógica: Explicar algo desconocido-ahora por algo Eternamente-desconocido, por algo que ni siquiera puede ser progresivamente aprendido en un tiempo infinito, de algo que es eternamente igual de infinitamente alejado, de infinitamente distinto en esencia, de infinitamente oscuro respecto de nosotros. Las relaciones entre este Dios y el mundo que vemos todos los días están siempre, dado la contaminación que produce relacionarse con un ser eternamente alejado (de hecho, lógicamente tal relación es imposible, pues no hay línea que pueda llegar a lo que esta infinitamente alejado), viciadas y tampoco son dignas de tener en consideración. Y, por mero sentido común, si ni la naturaleza divina ni las relaciones de causa efecto respecto al mundo pueden ser tenidas en consideración, no debe asombrarnos que las máximas y reglas para dirigir al mundo de aquí resulten no solo incomprensibles y contradictorias desde el espectro teórico, sino también aberrantes, ridículas y hasta impracticables en la práctica. Por el contrario, las éticas que nacen de valores materialistas o “realistas” (no en el incorrecto uso de la palabra “realista”, que se le a aplicado tanto a Aristoteles como a Platon como a Parmenides como a Hume), los cuales son el producto de una metafísica o de una ciencia que comienza siempre por el mundo real (y acaba en el error de la causa divina y del idealismo o bien en el paso delante de la ciencia o de corrientes filosóficas como la critica, el escepticismo moderado o la fenomenología), son siempre mucho mas aplicables y comprensibles. Esto es asi por que al partir de un problema real en el mundo real, no pueden, por mas que yerren estrepitosamente en la solución, dejar de contemplar los aspectos mismos de la realidad que problematizan. Esto será asi siempre y cuando la peste teologica no vicie tanto al metafísico como para falsear la problematización misma o el mundo sobre el cual se problematiza. Este es el caso de todo el pensamiento medieval al menos hasta Guillermo de Occam. La metafísica Medieval, al contrario de la griega, estaba demasiado penetrada de la visión religiosa del mundo. No tenían esa fuerza que tenían verdaderos metafísicos como Heraclito , Platon y Aristoteles, los cuales a pesar de tener una ferviente visión religiosa de la realidad, podían pensar un problema haciendo aparte el fetiche divino, tanto por amor a la verdad como por conveniencia al problema mismo. Esa separación de la razón y la pasión o “fe” es el comienzo del pensamiento. Al no poder separar los su herencia cultural, llena de prejuicios religiosos y dogmas inútiles, del planteamiento de un problema o de la concepción teoríca del mundo, todos los “metafísicos” medievales no han sido mas que metafísicos en sus medios, en sus métodos, en sus caminos. Solo sus caminos eran metafísicos. Su punto de partida era teologico, y entonces no era de extrañar que su punto de llegada fuese teologico también. La cosmovisión era falsa, y de una visión falsa y dogmatica no pueden obtenenerse, según enseña la lógica, principios falsos y sistemas dogmaticos. No importa cuan brillantes sean en lógica esos caminos: La lógica, como bien enseño Aristoteles, es la ciencia de trasladar la verdad, no de hallarla. De supuestos errados no se llega sino a conclusiones erradas. Saquese de aquí las obvias conclusiones que ya están enunciadas arriba. El Medioevo es una época ya demasiado contaminada de idealismo, de parasitismo entre escuelas ya en decadencia, de un elitismo y una escolástica esteril,y de una infección religiosa de fe e idiotismo como pocas veces se ha visto (infección solo comparable a la que se da en nuestra época actual, con toda su filotecnia y su industrialización y hipertrofia en la comunicación y la expresión). No ha habido en esa época ni un solo metafísico: Fue el tiempo de los teólogos híbridos que, sin saberlo, incubaban en su celo por justificar el dogma la semilla de lo que seria la negación radical del dogma misma. No puede hacerse metafísica cuando el problema no se plantea en claros términos de realidad, y la teología medieval basa sus problematicas en palabras e ideas que están como el Socrates de Aristofanes: en las nubes. Y si bien es cierto que de entre los medievales, muchos espiritus sabios y no menos rigidos que los mejores de entre los paganos tenían una recta voluntad de ofrecer una solución a los problemas del mundo, lo uniforme de su visión en lo que respecta a los dos puntos principales de la teología (la existencia de un dios con ciertas características y el hecho de que este conocimiento es a priori e independiente de los resultados de un razonamiento) nos demuestra que los cimientos de su pensamientos estaban igualmente viciados por la fe.
Solo perseverando en la actitud problemática y tenaz de la metafísica es que podremos desintoxicarnos de ese largo periodo de “creer”. La ciencia es apenas el primer vástago que esa actitud a engendrado junto a la perseverancia humana en el arte de explicar esta realidad. La ciencia ha sido, tomada objetivamente, la primera forma de pensamiento que ha dado solo métodos asequibles a la humanidad (pues esto ya lo hacia la metafísica también) sino también soluciones reales a problemas concretos, con productos que son asequibles a una gran parte de la población, teniendo además la enorme ventaja de trabajar hipotéticamente.
Esperamos maravillas de este pensamiento en el campo de los valores, la economía y la ética, siempre y cuando no sea esta, la mas poderosa y efectiva de las armas, poseída por ideales arcaicos y superados (pues esto, la posesión de la metafísica por la teología, fue lo que sucedió en el Medioevo). Esta época es aun la de la posesión de la ciencia por la metafísica y por idealismo o, peor aun, de su posesión por la falta total de este idealismo, por su agonia, por el ultimo suspiro del idealismo, por el ultimo de los ideales, el cual no puede ser otro que la completa falta de ideales como un ideal. Este ideal vacio no es otro que el materialismo vas feroz y mas despiadado, y entonces no debe sorprendernos que actualmente veamos la sumisión del pensamiento científico y critico a las ordenes del materialismo despiadado, con consecuencias que no hacen sino multiplicar ese materialismo.
Vivimos un nuevo Medioevo, en donde lo superado sigue dirigiendo a lo superador. Fueron necesarios al menos mil años de Medioevo para que la metafísica y la razón se liberaran del yugo de la teología. ¿Cuánto mas será necesario para que la nueva razón, la razón critica, atea, limpia  y científica se libere del pérfido idealismo? No lo sabemos con certeza, pero esperamos ese movimiento, movimiento que culminara con una solución no solo real y asequible a una parte de la población, sino asequible a todos y cada uno de los seres pensantes, respuesta que estará libre de todo idealismo y por ende de toda residuo de religión (y por consiguiente, libre al fin de cualquier tipo de “elegidos”, de “elite”, de privilegios).

Pensamos que en este nuevo renacimiento el hombre podrá al fin darse una respuesta a si mismo, podrá justificar la existencia en este mundo sin apelación alguna a un absurdo o a una dudosa promesa, podrá vivir esa existencia sin esclavizar a otros en el proceso. La meta es el nuevo renacimiento, y el único medio de llegar a el es solucionando los aspectos mas problematicos de la realidad… y solo de la realidad.

LAS BASES HEDONISTAS DE LA ETICA

LAS BASES HEDONISTAS DE LA ETICA

“¿Estamos obligados a ser fieles a nuestros errores, aún sabiendo que con esta fidelidad
Dañamos nuestro yo superior? No, no hay tal ley, no hay tal obligación; debemos ser
Traidores, abandonar siempre nuestro ideal”[1]

El objetivo, o más bien la tarea, en esta vida, es ser feliz. Hedonismo, si se quiere. O, mas bien, para ser realistas, cosa de porcentajes. De ahí la creencia en que para la llegar a la felicidad son necesarios sacrificios. Pero, ¿qué quiere decir llegar a la felicidad? ¿Quiere decir, acaso, que podemos llegar a ella de una vez y para siempre, para no volver a salir? Por supuesto que no. La felicidad no es, entonces, propiamente un objetivo. Los objetivos se alcanzan o se logran, y una vez alcanzados, quedan superados precisamente porque adquirimos sobre ellos una propiedad inviolable. Ganar una guerra o un campeonato, esos son objetivos. Requieren sacrificios, pero una vez logrados, somos campeones de ese campeonato o victoriosos de esa guerra, para siempre. Aleo Jacta Est, porque nadie puede cambiar un hecho, ni siquiera el mismo dios, como defendían algunos teólogos medievales.
La felicidad, en cambio, es un hacer. Así lo entendía Aristóteles, aquel filosofo pagano eminentemente ético. La felicidad entendida no como un objetivo, sino como acción, como una acción inseparable de la vida y del movimiento. Nunca se llega a ser feliz de una vez y para siempre, sino que se es feliz solo cuando se actúa y, más precisamente, solo cuando se actúa de cierto modo.
¿Qué papel juegan aquí, entonces, esos sacrificios de los que hablábamos al comienzo? Los sacrificios son sin duda acciones. La vida misma puede definirse como un ininterrumpido obrar, como un incesante devenir de acciones que se suceden una detrás de la otra de modo imparable. Hacer, pensar y actuar son todos modos de acción, de movimiento.
Por sacrificio se entiende o soportar un dolor presente para procurarse un placer futuro, o renunciar a un placer presente para conseguir un placer futuro aun mayor. Una tercera variante sería la de soportar un dolor o privarse de un placer, ambas para evitar un dolor futuro mayor, pero estas son solamente los reversos pesimistas o extremos del sacrificio, y aquí se trata mas bien de los sacrificios en aras de la felicidad, comprendiendo que si bien la felicidad consta de evadir los dolores, consta esencialmente de obtener objetivos placenteros.
Lo importante es que, sea en el caso que sea, el sacrificio es siempre la renuncia al placer. Un sacrificio, pensado como acción, es sin duda definible como una acción no placentera. Un sacrificio es una acción no placentera orientada teleológicamente (es decir, en miras a un fin futuro). El fin del sacrificio nunca está en el sacrificio mismo, sino en los resultados que pensamos nos dará en el tiempo. ¿De dónde adquiere entonces su validez y su sentido el sacrificio? De ninguna parte más que de su efectividad. Los sacrificios inefectivos son sacrificios inútiles, pues producen solo dolor o displacer.
Si dejásemos de lado el planteamiento teleológico de la felicidad, el sacrificio seria solamente una acción displacentera o dolorosa, y seria precisamente la acción a evitar. ¿No seria en ese caso, si pensamos la vida como la suma de la totalidad de momentos vividos, lo cual es idéntico a decir la suma de la totalidad de acciones realizadas, mas lógico creer que la felicidad se logra realizando la menor cantidad de sacrificios posibles? Esta postura es la de hedonismo simple, carente de todo idealismo.
Creer que la felicidad consta de cumplimiento de objetivos, para los cuales pueden ser necesarios sacrificios, es la postura del hedonismo idealista.
La cuestión es la siguiente: ¿es realmente efectivo el hedonismo idealista? o, dicho de otro modo, ¿podemos ser felices en una vida plagada de sacrificios, en una vida sacrificada? Si aceptamos la tesis que dice que la felicidad es una acción, entonces el hedonismo simple choca con el idealista. La pregunta, expresada con más profundidad, podría resumirse en: ¿es el objetivo un contrapeso suficiente para todo el displacer y el dolor del sacrificio? ¿Está justificado?
La solución es, según mi opinión, cosa de porcentaje. Grandes sacrificios solamente quedan justificados por grandes objetivos. De ahí que los objetivos pequeño burgueses o los de la más básica subsistencia no acepten, si se busca la felicidad, grandes sacrificios. Si fuese así, el estado de supervivencia o el de pobreza podrían tomarse por felicidad.
La respuesta a esta pregunta, que coincide con el concepto mismo de realización, se responde en el estado de ánimo del inquisidor.
Los sacrificios y las renuncias tienen sentido solamente en una vida humana, ordenada según fines e ideales, es decir, dentro de un esquema teleológico - ético.
En el resto de la naturaleza, deseo y placer son el norte que inmediatamente guían las acciones de los seres. El hedonismo simple antecede entonces al hedonismo idealista. La vida, librada a sí misma, no está sujeta a ningún sistema moral y, por ende, no está de ningún modo orientada a fines. Los sacrificios son entonces todos artificiales, no fundados en la naturaleza humana, sino en la sumisión a ciertas ideas como principios morales.
¿Cuál es el criterio que valide el uso de tal o cual principio moral? No puede ser otro que este: Que nos acerque, lo más posible, a la felicidad, no entendida esta como la sumisión al mismo principio (pues esto es absurdo) sino según los cánones del hedonismo simple, a saber: como un actuar placentero en primer lugar, y como un actuar no doloroso en el segundo.
La ética idealista debe tener, si quiere conducirnos a una verdadera felicidad, una base hedonista simple. Este hedonismo debe ser la base solida que nos permita cambiar de ideales con la frecuencia que haga falta para conservar nuestra felicidad.
Mas, ¿Qué es esta felicidad puramente hedonista, sino un suplir constantemente nuestras necesidades subjetivas? Una obvia dificultad de todo objetivo a largo plazo es el compromiso al que uno se somete al proponérselo. Dicho compromiso supone una responsabilidad por y ante uno mismo, en primer lugar, y ante los demás en segundo. No obstante, ¿de dónde, de que fuerza podría surgir y mantenerse el cumplimiento de este compromiso, si no es de nuestro deseo de placer?  La coherencia y la felicidad pueden coexistir solamente cuando nuestros ideales o principios éticos, en base a los cuales elaboramos nuestros objetivos, emanan natural y honestamente de nuestros deseos.
Con esto no quiere decirse que debamos renunciar a los ideales para abandonarnos a los deseos meramente fisiológicos. Ante cualquier acusación de Epicureísmo mal comprendido, responderemos con las respuestas que el mismo Epicuro tenia para quien  comparase a su sequito con los cerdos.  Lo que se le reprocha a la ética idealista, fundamentada sea en la noción de deber, sea en la de buen sentido, sea en bases biológicas deterministas, es que los principios éticos no pueden de ninguna manera ser fijos, y mucho menos a priori.
Estos éticas idealistas tienen su fundamento en la creencia de que en la vida interior o universo de hechos internos, existe un núcleo o substancia, conocido como yo o mente , que tiene una facultad activa llamada voluntad, y una forma que lo define de un modo subsistente. Esta forma es, según la postura específica de cada idealismo, o bien a priori, o bien determinada biológicamente, o bien propia de cada sujeto en particular, pero subsistente en ésta. Según esta postura, los principios éticos emanan de la forma de este núcleo o yo, y la ética o lo moral suele definirse como la facultad activa aplicada correctamente, es decir según la forma del yo.
Nosotros estamos en oposición a la concepción de un “Yo” fijo y determinado. Las únicas determinaciones o  “formas” del yo que aceptamos son las biológicamente necesarias, pues negar que hechos como las necesidades de alimentarse y preservarse no deriven en principios éticos de carácter universal, es atentar a un tiempo contra la experiencia y  contra el sentido común.
Los principios que emanan de estas necesidades son, por decirlo de algún modo, el sine qua non (condición necesaria, más no suficiente) de la felicidad, así como el non plus ultra de la pretendida universalidad en la forma del yo.
Aceptar  que existe una forma ya determinada del yo, es ceder peligrosamente la autonomía. Pues de aquí estamos muy cercanos a aceptar que hay principios moralmente universales, con validez objetiva. Este hecho, que los idealistas suelen aceptar en mayor o menor medida, suele contrastar con el hecho de la diversidad de principios éticos aun vigentes, y con las consecuencias que esa variedad produce. Los idealistas, en vez de derivar la infelicidad y los hechos inmorales de la acatación de principios caducos o sin validez subjetiva, derivan estos hechos de un incorrecto uso de la voluntad o de la no acatación a principios con validez objetiva.
El yo no es para nada algo cristalizado, algo estratificado, algo estático de lo que pueda decirse que tiene una forma , sino que es un cumulo de deseos que cambia constantemente, es más bien un conjunto dinámico en perpetuo cambio, del cual no podemos estar del todo ciertos[2].
Es necesario postular la autonomía psicológica si no queremos caer en un absolutismo ético y en una concepción “oficial” de la felicidad, definida por ideales que se supone objetivos.
La sumisión a principios éticos debe emanar de nuestro estado actual, comprendiendo este como la suma de deseos y necesidades psicológicas. Este estado, que bien podemos llamar situación, para enfatizar su carácter dinámico[3], está causado (aunque de modo contingente) por un estado anterior, a la vez que determina (también contingentemente, es decir, que puede hacerlo con cierta libertad creadora) el estado que lo sucederá.  Esta es la verdadera base psicológica, que podríamos llamar de carácter Heracliteo, que existe efectivamente por debajo e inherentemente  a ese yo uno y eleáticamente Semper eadem. Los principios éticos y los objetivos que, a partir de aquellos, nos dictamos, deben estar vitalmente sujetos al cambio de esta base psicológica o, dicho de otro modo, estamos obligados, si de ser felices se trata, a cambiar nuestros principios (y entonces nuestros objetivos y sobre todo nuestras acciones) tantas veces como sea necesario, con tal de que estos se adecuen lo más posible a nuestra situación.
Según lo anterior, entendemos por Vital todo principio que cumpla esta adecuación a la situación. Tomamos prestado el concepto “decadente”[4] para expresar todo principio que no se adecue a la situación, siendo más decadente cuan más alejado esta de nuestra situación actual, tanto en el tiempo como en distancia. Del mismo modo, son morales o vitales los objetivos que surjan de principios vitales, y morales todas las acciones que se realicen por hedonismo simple o teleológicamente según principios vitales. Inmorales, decadentes y putrefactos son los objetivos que emanen de principios decadentes, e inmorales todas las acciones que se realicen en sumisión a una autoridad o a un principio heterogéneo a la voluntad, así como también aquellas orientadas teleológicamente a principios decadentes.
Por autonomía (en el sentido moral) entendemos la capacidad plástica y valerosa de re – estructurar y cambiar constantemente nuestros principios de acuerdo a nuestra situación o estado actual.  Autonomía es la constante revitalización de nuestros principios morales. La decadencia es lo  opuesto a la autonomía, es decir, regirse por principios que, al no emanar de nuestra disposición interna,  no puede decirse realmente nuestra ni obediente a nuestros intereses reales o a nuestra real felicidad. La decadencia o estado de esclavitud nos hace permeables a regirnos por principios “ortodoxos” a la vez que caducos para con nuestras necesidades vitales y, por lo tanto, inútiles. Por lo anterior, se puede decir sin miedo a errar que libertad es sinónimo de autonomía. La única libertad posible es la que emana de nuestra necesidad y nuestro deseo de placer, que entendido correctamente es nuestro deseo de felicidad, tanto a un nivel meramente hedonista (el cual compartimos con todos los animales) como a un nivel mas profundo y complejo, que puede ser catalogada de “espiritual”. No obstante,  es  la dimensión meramente hedonista la más universal y la menos sujeta a cambios, mientras que la espiritual-psicológica es la más cambiante; De las variaciones de estados patológicos y psicológicos se compone la serie de estados actuales (o serie situacional).  Valor es la fuerza propia de la libertad , mediante el cual refundamos constantemente nuestras nociones morales clásicas (justo-injusto, bueno-malo, útil – inconveniente)  según nuestro estado actual. Puede entenderse libertad y autonomía como el valor de seguir nuestra obligación vitalista, es decir, nuestra obligación para con nosotros mismos.
Obligación o “deber” puede entenderse, espejadamente, en su sentido decadente, como la impotencia para valorar el mundo según nuestro estado, que tiene como resultado una adhesión a principios inmorales y una producción de acciones igualmente inmorales y decadentes. La mayoría de los “sacrificios”, en cuanto persigan objetivos caducos y vitalmente decadentes (cuando no muertos), deben entenderse en estos términos  decadentes de la noción de obligación o deber. Por otro lado, cuando los objetivos son vitales, no corresponde usar la palabra sacrificio, pues esta es comúnmente entendida como sacrificio de uno mismo. Las acciones vitalistas pueden distinguirse por el siguiente criterio: una acción vitalista pone siempre al sujeto actuante, en cuanto ser humano, siempre como fin. Nunca coloca a este como un medio para obtener otro fin o un objetivo. Poco importa si este objetivo es auto – impuesto o impuesto por una voluntad ajena.
Una ética honesta, que renuncie a pretensiones de objetividad científica, solamente puede desarrollarse como una introspección psicológica que, pese a quizás pecar de anárquica (o mas bien, de autárquica en cada individuo) esta sin embargo mas cerca de lograr el viejo objetivo eudaimonologico que, según se postula desde tiempos de Aristóteles, es el fin de la ética toda como ciencia practica. Es necesario renunciar a una felicidad universal según principios universales de validez objetiva, para lograr lo único que, como individuos espiritualmente separados, únicos e irrepetibles, está a nuestro alcance: una felicidad individual según la situación propia de cada cual.





[1] Friedrich Nietzsche, “Humano, demasiado Humano”, parág. 628
[2] a lo sumo, podría hablarse de un yo lógico, referencial, sobre el cual estructurar el lenguaje, pero esta noción no tendría referencia a objeto alguno en la realidad, y su utilidad debería demarcarse dentro de los límites del lenguaje y la comunicación.
[3] Respecto de la razón y forma de la serie en la cual podrían entenderse los cambios del yo, comprendiendo a este como una mera sucesión de situaciones psicológicas, mucho se puede hallar en la psicológica desde la revolución psicoanalítica y los posteriores aportes de la psicología analítica. No obstante, la psicológica toda nunca podrá ofrecer algo más que esquemas para una hermenéutica de este devenir de situaciones. Todo intento por determinar, de forma universal y necesaria, la forma de la serie, seria idéntico al intento idealista por determinar a priori la forma del juicio. Una postura vitalista como la nuestra se opone precisamente a este tipo de cierre,  que con la excusa de la objetividad científica termina concluyendo en absolutismos morales de desastrosas consecuencias para los individuos particulares, únicos seres existentes y sin necesidad alguna de tal objetividad, pues “la naturaleza nos lleva a representarnos la realidad de la misma manera que nos hace respirar” (Hume, Tratado sobre la Naturaleza humana, T141, SB 185, D 315)
[4] Usamos este vocablo entendido en el sentido Nietzscheano, sobre todo en Anticristo y Genealogía de la moral