23 nov 2021

las cosas que nadie quiere

Una banda elastica

un par de pinzas

saquitos de cafe duros en las tazas

se acumulan las cosas que nadie quiere


basura como inmensas manos

sobre el cuello de las alcantarillas

y uno teme por los dias de tormenta.

Uno puede limpiarlas (yo lo hago)

ordenarlas, vanamente luchar contra el caos

pero la entropia es fuerte

y las fuerzas humanas pateticamente debil

hace falta casi un milagro para juntarlas

y otro para tomar la determinacion

y un tercero para pasar a la accion

al final el caos reina.

y el desastre subsiste y se incrementa

Pero no los objetos

los que me preocupan,

sino mas bien sus sombras

es decir, no tanto ellas como sus fantasmas

los negativos de las cosas inutiles

las impresiones oscuras

los enormes nubarrones que quedan en el ojo

que miro al sol directamente


las cosas que no deberian existir

Se van ensamblando

construyendo un monstruoso tejido

el basural de lo postergado

alguna vez "inmediatamente"

alguna vez  "urgente"

alguna vez "impostergable"

precisamente porque quiere paso

es que ha quedado en el tintero

que uso para dibujar en mi enormes ciudades

o mas bien ruinas, es decir ruinas

o sea la organizacion de la muerte

o sus fantasmas


lotes vacios

parques de diversiones

estructuras de hierro 

charcos de aceite

maleza que crece y crece

sordida


5 sept 2021

Reorganizacion

En el quinto piso, donde antes solia estar el departamento de sistemas informaticos, ha ocurrido una reorganización. Esto, por supuesto, es un eufemismo para decir que han dejado en la calle a un monton de gente. Cosas de la pandemia. Un dia uno cree que la gente de su departamento es necesaria para ejecutar un monton de tareas importantes, y por eso se les paga. Luego, cierta catastrofe, llamesela como quiera, imposibilita que esos empleados tan necesarios vayan a la oficina. Luego sus tareas no se cumplen. Ahi es cuando uno se da cuenta cuan cierto es aquello de "en la cancha de ven los pingos", porque resulta que entonces se hace patente lo que antes estaba oculto: que aunque todas las tareas son muy importantes hay algunas que son mas importantes que otras. Asi, la chica de anteojos, tan simpatica y amante de los animales, que se encargaba de llevar los calendarios de eventos pasa automaticamente a no ser tan simpatica. Lo mismo ocurre con el repartidor interno de correo o el muchacho que vende cafe a la entrada del piso. Caen las ventas cae la produccion y entonces damas y caballeros ha sido un gusto es momento de nuevos horizontes nuevas oportunidades think out of the box o lo que ustedes quieran pero por favor pasen por las oficinas de rrhh que hay que ir liberando campamento. 

Resultado: el quinto piso, salvo dos o tres oficinas - yo estoy en una de ellas - es un piso fantasma. Donde antes trajinaba el pequeño ecosistema de 250 o 300 economistas silvestres ahora hay un yermo de escritorios pelados: computadoras apagadas, archiveros sin archivos o con archivos, tazas secas o con restos de cafe solidificadas, fotos donde se ve a los ex empleados felices, cosas asi. 
Mi oficina esta casi al final del piso, lo mas alejada posible del asensor. Por lo cual, cada mañana debo atravesar ese pequeño desierto para sentarme en mi puesto. Lo cierto es que tampoco yo tengo mucho trabajo. No me sorprenderia que alguno de estos dias me inviten a mi tambien a pensar por afuera de la caja. 

Como tengo tanto tiempo libre, los primeros dias me dedique a explorar el piso. Y no solo el quinto piso. El cuarto y el tercero han sufrido la misma extincion masiva. Solo sobreviven aqui y alla pequeñas colonias, minusculas tribus sectoriales que, por ser consideradas esenciales o por un ferro instinto de supervivencia, siguen concurriendo al edificio. He barrido estos pisos y conozco el territorio de las tribus del tercero y del cuarto, asi como ellos conocen nuestra ubicacion al final del quinto. Dado que conozco los pisos, puedo decir que el quinto es el unico que podria considerarse casi desierto.

La planta baja y el primer piso son para atencion al publico. Estan habitados o mejor dicho concurridos, de forma constante pero siempre restringida por los constantes aunque cambiantes protocolos. El segundo piso sera dejado de lado en este relato, dado que es el piso de la gerencia y la presidencia, y constituye desde siempre un todo aparte, regido por reglas y leyes ajenas al del comun de los mortales. 

Nunca me ha gustado mucho la gente, asi que no puedo decir que este cambio me haya dejado descontento. Me da, por supuesto, un poco de lastim que tantos compañeros y conocidos hayan perdido su empleo de buenas a primeras. A veces me pregunto habra sido de ellos. Muchos tenian decadas aqui adentro y supongo que habran cobrado su buena indemnizacion. Para mi propio confort me los imagino viviendo comodamente de este dinero o de rentas varias. Dios sea con ellos. En lo que a mi respecta, los pisos vacios son mucho mas interesantes. Y es que, a riesgo de que se me malentienda, tengo que aclarar que, aunque el quinto piso este vacio de gente, no esta vacio en absoluto. Son cientos y cientos los muebles y objetos que han quedado dispuestos como en un museo. El estado del piso me recuerda a Pompeya o a Carhue: ciudad fantasma en donde la cotideaneidad ha quedado suspendida como por arte de magia, como si los dueños de los puestos durmieran un sueño encantado y estuvieran esperando el despertar, no propio sino de la economia nacional, para volver a la vida como las abejas despues del invierno. 

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Que pase lo que tenga que pasar. Siempre me ha gustado el invierno. Sobre todo si uno tiene donde cobijarse, leña suficiente y hasta puede darse el lujo de una taza de cafe calentita. Asi, luego de enviar algunos mails de rutina y de dejar corriendo algunas tareas espurias que simulan que soy un ente productivo dentro del gran todo corporativo, salgo de la oficina a pasear por el piso, aventurandome a los rincones mas lejanos. 

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Los primeros dias fue sobre todo hacer inventario. Trabajo en este edificio hace ya muchos años, por lo cual conocia ya de entrada la disposicion de cada area. Pero nunca me habia tomado el trabajo de investigar, cuando cada puesto estaba habitado por su dueño, exactamente que objetos habia en cada puesto: que adornos, que accesorios, que obras de arte u objetos practicos. Ya en mi primera semana me tope con un centenar de cajones cerrados con llave. Por suerte, soy del area tecnica y tengo acceso a un gran numero de herramientas, varias de las cuales pueden forzar la cerradura de hasta el mas obstinado de los cajones. Con el correr de los dias me volvi muy bueno para forzar cerraduras de todo tipo: cajones, cajoneras, archiveros, puertas, gavetas, etc. Solamente las cajas fuertes, que tienen un mecanismo harto mas complejo, permanecen cerradas. He hallado exactamente siete cajas fuertes. En mi mapa del piso las he marcado con una X, dado que sin duda contendran tesoros.

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Lo segundo que hice fue caracterizar; Hallar lugares especiales o asignarles sencillamente la funcion a algun puesto determinado por algun elemento distintivo. Dare un ejemplo: en el puesto B34 encontre una hermosa lampara de lectura de bronce con pantalla verde, y entonces decidi llamar a ese puesto "la biblioteca", y he organizado en su espacio todos los libro que he encontrado en el piso. Otro: en el puesto D7 he hallado una curiosa estatua de alpaca con 3 figuras femeninas danzando en circulo. Van desnudas y sus expresiones son languidas y placidas. No he podido identificar si son nereidas o gracias, pero el hallazgo me motivo a bautizar "el templo" a aquella posicion. He colocado alrededor de las bailarinas una cantidad interesantes de flores muertas y de plantitas de maceta, tanto verdaderas como artificiales. El Puesto J7, donde se sentaba cierto individuo que detestaba y sigo detestando, lo he convertido en baño de emergencia. Coloque varias botellas vacias que regularmente voy llenando con orina solo por pura malicia. En otro puesto he reunido todas las fotos que pude hallar, y en otro diferente he colocado "el almacen" en donde reuni todos los objetos tecnicos (Cargadores, accesorios, mini ventiladores, etc) que halle en mis busquedas. 
Los primeros dias sentia cierto miedo de que alguien descubriera y denunciara mis tropelias. Luego descubri que los tres o cuatro empleados del quinto estan tan desinteresados de mis actividades como yo de las suyas. Dos de ellos han empezado a salir, o bien salian ya antes de todo esto. Se dedican a pasear por el centro y a coger como conejos en un escondite que han improvisado en el baño de discapacitados. No se si saben que yo lo se. Mietras ellos finjan que no lo saben yo seguire fingiendo que lo ignoro y tendre tambien cuidado de no acercarme a las proximidades del baño para personas con capacidades diferentes. El otro, que supongo tan misantropo como yo, no se ha dejado ver mas que unas cuantas veces en estos dos años de Pandemia. No me queda claro si se dedica a las exploraciones o si sencillamente ha decidido no venir a trabajar mas que una vez cada cierto tiempo. Lo cierto es que, si anda rondando los pisos como yo lo hago, puede suponerme una amenaza. Los humanos fuimos por mucho tiempo cazadores y, en ese aspecto, no creo que seamos diferentes a los leones o a cualquier depredador. Si alguien se mete en mi territorio, en mi coto de caza, habra problemas.

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Ultimamente lo que mas me ocupa es el comercio. La revision y el inventario final me dio un resultado naturalmente disparejo: demasiado de ciertas cosas, demasiado poco de otras. La natural solucion para este desbarajuste de recursos es el comercio. Por eso voy una o dos veces a la semana al cuarto y al tercero a intercambiar cosas. He conseguido otra estatuilla, esta vez de bronce bruñido. Tiene la forma de un mensajero alado que bien podria ser Mercurio. Solamente me ha costado una vieja impresora de matriz de punto, que solamente dios sabe para que la querrian los de la tribu de Legales. He notado que mi posicion como parte del cuerpo del area tecnica me ha colocado en una favorable situacion de poder: no solo tengo acceso a gran cantidad de equipos ofimaticos sino que ademas cuento con la capacidad y las herramientas para reparar los ajenos. Esto ha dejado mi balanza comercial en alza. Si las cosas continuan asi, pronto sere una potencia.

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Hoy ha ocurrido algo curioso. Me hallaba ocupado construyendo un puente entre dos puestos. Para esto usaba una enorme puerta de armario que habia desmontado cuidadosamene los dias anteriores. Mi idea era trazar un puente entre los puestos A 23 y a A22, de manera de poder cruzar entre ellos sin tocar el piso. Me hallaba asegurando uno de los lados con el peso de un archivero cuando senti que me observaban. Automaticamente me gire y por una fraccion de segundo vi una cara borrosa que se giraba para huir. Estaba a dos o tres pasillos de distancia y era obvio que habia estado observandome. ¿seria acaso el compañero misantropo? Si habia que establecer una relacion, esa seria la de cazador/presa, y dado que el huia, a mi me correspondia perseguirlo. Pude seguirle el rastro casi hasta el ala este del piso, justo hasta las ventanas que dan a la Plaza de Mayo, pero de algun modo consiguio desaparecer de mi vista. 

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Han pasado algunas semanas y he vuelto a tener encuentros esporadicos con estos "visitantes". Y digo visitantes porque ahora estoy seguro de que no se trata de nadie de este piso y, cosa curiosa, tampoco de gente de los pisos de abajo. Son caras nuevas, que nunca habia visto antes, ni antes de la pandemia ni despues. Hasta ahora he visto 3 mujeres y 2 hombres. Los he perseguido a  todos pero no pude atrapar a ninguno. Conociendo como conozco este piso, me preocupa el hecho de que sean capaces de escapar. No puedo menos que pensar que conocen recovecos que yo ignoro.

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¡he atrapado a una! Se trata de una chica joven. La he sorprendido mientras intentaba abrir uno de los archiveros de la "biblioteca 3". Estas ultimas semanas he construido lo que llamo "puestos de observacion", es decir, puntos donde puedo observar amplias areas sin ser observado. Para esto he usado varios archiveros de metal y paredes de chapa de puestos desarmados para tal fin. Fabrique incluso un periscopio con algunos espejos que consegui en el tercero. Fue desde uno de estos puestos desde donde vi pasar, rapida y silenciosa como una rata, a esta chica. Desconozco si buscaba algo en especifico o era un pillaje al azar, pero en cuanto entro en la "biblioteca" supe que estaba perdida. Modifique ese lugar precisamente para que fuera una ratonera: solo una entrada y paredes de casi 2 metros de altura. Ella parecio ignorarlo o tal vez no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde, es decir, hasta que yo estaba encima de ella amordazandole las manos con un cable. Tuve el buen tino de taparle la boca con un trapo en el instante mismo en que se disponia a gritar. Temia que hubiera otros cerca nuestro. Desde que los visitantes han comenzado a aparecer decidi que mi territorio se hallaba bajo una invasion foranea. Tomandola de los pies la arrastre hasta un puesto disimulado en el ala oeste, bastante alejado de todo lo interesante y, lo mas importante, indistinguible desde la distancia de una veintena de puestos similares. Como habia despejado la zona aleadaña, nadie podria acercarse sin que yo lo notara. Precisamente por esto habia bautizado a este puesto, el H101, como "la sala de interrogatorios"

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Han pasado varias cosas, pero lo mas importante es que ella, Melanie, se ha escapado... no puedo creer que haya sido tan estúpido, pero al menos lo dejare escrito aqui para eterna edificacion de las generaciones venideras: nunca confíen en una chica joven. Sobre todo si es linda o al menos simpatica. Por supuesto, se que este consejo es totalmente inutil, porque la atraccion no se trata de confianza, y ni siquiera se trata de eleccion. Sencillamente ocurre. Lo cierto es que me cayo simpatica desde el momento en que empece a interrogarla y deje que la cosa corriera de las maneras habituales. Por supuesto, crei que tenia el asunto controlado y ese fue mi error. La tuve varios dias en mi poder y finalmente ayer terminamos acostandonos. Por supuesto, nunca deje de sospechar que lo hacia con el motivo de escaparse apenas pudiese... pero lo cierto es que baje la guardia. Ni siquiera note cuando se escabuyo del puesto. Fue sigilosa y rapida. Ni siquiera atino a llevarse su ropa. Tengo que tener cuidado de ahora en adelante. 

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No fui demasiado duro con ella cuando quizas debi. Por eso no contesto muchas de mis preguntas. Pero si contesto algunas, por lo cual de cierta manera tengo una idea acertada acerca de quienes son estos visitantes y de lo que quieren. Lo malo es que seguramente ella tambien obtuvo de mi cierta informacion. He tenido que desmantelar la H101 y borrar todo rastro de mi presencia. He movido mi base de operaciones a una oficina cerrada contigua a mi puesto de trabajo, casi al final del edificio. Oscilo entre lo ocurrido con Melanie y el asunto de los visitantes. Hace ya dos semanas que no vuelvo a mi casa. Tengo cajeros automaticos de donde retiro dinero. Todavia quedan locales de comida funcionando, y por supuesto tambien locales de ropa y articulos de farmacia. En la peatonal florida tengo todo lo que necesito. En el cuarto piso hay una duchas que usan los del area de mantenimiento. He llegado a un acuerdo comercial con ellos para poder usarlas hasta dos veces a la semana.

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¡He descubierto el asentamiento de los visitantes! Por fin puedo contarles mis sospechas. Naturalmente que el termino "visitantes" es el mas adecuado para ellos. Es increible como ciertas intuiciones suelen acertar de forma misteriosa. Estas personas no son empleadas de la empresa. Vienen de afuera. De la calle. Son desalojados, vagabundos, gente que no tiene otro lugar. Han ocupado las salas tecnicas de mi piso. Se, de buenas fuentes, que en los pisos 3 y 4 tambien hay asentamientos parecidos. Tienen su propia economia. Principalmente callejera. En su mayoria son vendedores ambulantes, cartoneros y otros trabajadores informales. Se que en el cuarto piso hay una guerra abierta entre las tribus originarias y las hordas invasoras. Es facil distinguir a ambas, sobre todo por la vestimenta. Los nuestros usan ropa de oficina: pantalones de vestir de lino, nylon, pana. Polleras tubo y faldas de encaje las mujeres. Zapatos y mocasines. Camisas blancas, celestes, rosadas, azul marino. Sacos. Por supuesto, tenemos nuestro carnet de identificacion colgados del cinturon. Todos los que no siguen este codigo de vestimenta o no tienen su tarjeta de acceso son  barbaros. 

En el quinto somos demasiado pocos: cuatro, para ser exactos. El misantropo, la pareja de amantes y yo. No tenemos forma de librar una guerra abierta y tampoco se si tenemos la voluntad para hacerlo. Tarde o temprano los visitantes tomaran el edifcio entero. Ya hay por lo menos treinta o cuarenta solamente en el quinto. Tienen una guardia y han montado hasta un mercado. De lejos se escucha el llanto de un niño pequeño. 

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He hallado muerto al misantropo en el puesto H101... sin duda deben haberlo capturado ellos. Su cuerpo estaba terriblemente desfigurado. Le habian arrancado varias uñas y no puedo decir lo que le hicieron en los genitales por ser demasiado obseno. ¿tortura o sencilla venganza? No, no debo engañarme. Sin duda esto es un mensaje para mi. No cabe duda de que Melanie esta involucrada, o por lo menos gente suya.  Temo que el misantropo les haya revelado la ubicacion exacta de mi oficina. Por precaucion me movere al ala que da a la plaza de mayo, en el punto mas alejado a sus asentamientos en la salas tecnicas.

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Mi intuicion ha estado en lo cierto una vez mas. Ayer a la madrugada escuche como repentinamente un grupo irrumpia ferozmente en mi oficina. No me he acercado a ver pero por el ruido se nota que lo han destruido o saqueado todo. He perdido la comunicacion interna con los pisos 3 y 4. No puedo pedirles ayuda. ¿Escapar? El acceso al asensor debe estar custodiado por ellos. Ocupan ya casi la mitad del piso. Ya tienen el valor de mostrarse a la luz del dia. Me he convertido en la rata. Tengo seis o siete puestos secretos en donde tengo comida y agua. Podre soportar algunas semanas mas si no ocurre nada extraño.

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Han saqueado la biblioteca y tambien el templo. Todos los objetos de un minimo valor ha desaparecido. Sin duda lo han vendido todo en sus mercados o en la calle. Me he acercado al asensor todo lo posible y he podido comprobar que esta custodiado por dos fornidos visitantes. Llevan machetes colgados del cinturon. Suben y bajan del cuarto con total libertad. Debo asumir que las tribus departamentales han perdido la guerra. Sencillamente han tomado el edificio entero. ¿resistira acaso el segundo piso o tambien habra caido en su poder?

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Esta sera sin duda mi ultima anotacion. He perdido absolutamente todo. Me hallo encerrado en el baño de discapacitados. La traba de la puerta es lo unico que me separa de ellos. Ayer, mientras intentaba moverme de un puesto a otro para conseguir suministros, fui descubierto por una patrulla. El enfrentamiento fue rapido y violento. Pude derribar a uno con mi garrote, pero al mismo tiempo recibi una puñalada en los riñones por otro de ellos. Hui a toda prisa y fui perseguido. Casi no lo logro, pero consegui meterme en este baño y trancar la puerta. Las puertas son reforzadas y no han podido tumbarla. Tampoco les es necesario. No tengo escapatoria alguna. Puedo escuchar que han apostado centinelas en la puerta. Sin duda dejaran que me muera de hambre. A todo esto, no puedo evitar preguntarme que habra sido de los amantes. Frente a mi, la pequeña ventana que en otro tiempo usaba para fumar, con vistas a la calle reconquista, parece ser mi unica salida. No dudo en que tarde o temprano terminare por usarla. 



ups!

Cuando se me cae un tornillito al piso deberia se capaz de hallarlo. Pero solo puedo hacerlo si lo sigo con la vista. Si mis ojos no pierden de vista su trayectoria, si puedo apreciar el instante mismo del primer y fatal rebote contra la baldosa de pintitas de mi comedor, si puedo, luego del rebote, seguir al pequeño cilindro de metal con cabeza philips o tor o plana o estrella, hacia la izquierda o hacia la derecha, entonces mis posibilidades son buenas. En esos casos, el tornillo rebota una o dos veces mas, y queda a la vista en un rango de uno o dios pies de distancia del sitio de su primer impacto, llamemos a este lugar la zona cero. En esos casos, si ademas fui lo suficientemente aguila para seguir al tornillo en todo su trayecto desde mi torpe mano hasta su ultima sacudida y estertor final; Si, por decirlo asi, no perdi ni un solo fotograma de esta trayectoria, entonces la realidad, regida por las inmutables leyes de la fisica, o regida por los oscuros hilos de las moiras - Cloto la hilandera, Laquesis la que hecha las suertes, Atropos la inexorable) o regida por los caprichos de Fortuna, me recompensa con la posicion exacta del tornillo, tan exacta como si estuviese localizada por un GPS. Cuando esto pasa, es decir, cuando el tornillo esta quiero, REALMENTE quieto, libre ya de cualquier oscilacion sobre su cabeza o de algun inesperado ultimo rebote, salto baquico, espasmo electrico o lo que sea, entonces puedo respirar tranquilo. Se ha convertido en un objeto inerte. Inanimado. En algo en reposo, pasivo, pura materia, sin potencia. Yace completamente desinflado, aprisionados todos y cada uno de sus atomos por la gravedad contra el suelo sucio. Entonces puedo levantarlo con toda tranquilidad, aferrarlo, esta vez con seguridad leonina, entre mi pulgar y mi indice. No correre el riesgo de tomarlo de la resbaladiza cabeza, sino que lo aferrare directamente por el cuerpo, dejando que la cabeza haga de traba natural entre mis uñas. Una vez en mis manos, el tornillo rebelde cumplira su sentencia en entre una arandela y lo que sea que tenga que asegurar. El destornillador girara primero con cierta libertad, luego como refrenado por la resistencia de la arandela, a la que sin embargo iremos estrangulando dulcemente poco a poco, vuelta a vuelta, incrementando la torsion con cada pequeño giro de la muñeca, en un movimiento de boa constrictora, hasta que llegaremos al limite, al equilibrio entre todas las fuerzas. Si se tiene cierta malicia, este limite, este "justo medio", esta sofrosine, puede superarse. Mas alla de la perfeccion esta el exceso, mas alla de la justicia el castigo, y ciertamente pienso en mi como un verdugo, como en el soldado que remata con un tiro en la cabeza al cuerpo que acaba de fusilar, mas por odio que por verdadera precaucion, cuando tenso mi brazo para darle al tornillo esa ultima vuelta innecesaria y hasta contraproducente, pues corro el riesgo de dañar lo que sea que este atornillando y ademas el dia de mañana jodida la madre del pobre infeliz que tenga que desatornillar lo que yo atornillo ahora. Una vez lei que los atomos realmente no se tocan entre si. Que algo (la fuerza electromagnetica, o la fuerza nuclear debil, o la fuerte, quien sabe) repele las particulas y que entonces el tornillo no esta verdaderamente sobre el suelo, sino mas bien levitando infimamente sobre este. Lo mismo pasaria con mi culo cuando se apoya o mas bien no se apoya sobre la silla. Mi culo levitaria infimamente sobre la silla; Los atomos de mi culo aprisionados entre la espada y la pared, entre la gravedad y la fuerza nuclear debil. Tengo que admitir que, aunque esto no sea intuitivo, tiene cierto sentido. Si las particulas subatomicas realmente pudieran tocarse, si pudieran revolverse y confundirse unas con las otras en una sopa-orgia de dimensiones microscopicas, entonces ocurriria que mi culo se fusionaria con la silla o alguna aberracion no menos desagradable No me gusta pensar estas cosas. Sobre todo por que tengo miedo de que por algun resorte oculto el tornillo vuelva a saltar; Que vuelva a saltar y yo lo pierda de vista, tal vez para siempre.

Porque la cosa bien puede ocurrir, y a lo sumo ocurre, de otra forma. Hasta ahora solo han oido lado bueno del asunto. La mejor posibilidad, el final feliz, por asi decirlo. Porque puede ocurrir que pestañee. Que lo que hay de automata en mi ordene precisamente cerrar y abrir los parpados en en preciso momento en que el tornillo cae, o en cualquiera de los sucesivos instantes que componen la caida. Basta solo un pequeño blackout, la mas minima perdida de atencion; o un rayo de sol que entre por la ventana, o un sonido extraño, o una mota de polvo que me entre en el ojo, o que justo en ese momento me pique la planta del pie. Si mi atencion, si mi devocion hacia el tornillo no es absoluta, entonces indefectiblemente lo pierdo. Basta que no pueda seguirlo un instante para que vuele de mi para siempre. Entonces comienza la pesadilla. El mundo ya no esta regido por las hilanderas o por una diosa caprichosa, sino que es el infierno o el caos primigenio. No he visto donde ha caido el jodido tornillo, y ahora me sera imposible hallarlo. Vano sera recorrer con mi vista cada milimetro de baldosa. Vano sera subdividir el suelo de mi cocina o de donde sea que este en pequeñas zonas, cual si se tratara de una excavacion arqueologica, y luego barrer estrategicamente cada zona; En vano es, por supuesto, barrer o aspirar o pasar un enorme magneto. El tornillo no aparecera. Procurara evitar por todos los medios ser detectado. "Es imposible", diran ustedes. "El tornillo tiene que estar en el piso". Ingenuas palabras de quien jamas ha sufrido la desgracia de dejar caer un tornillo de material no ferroso de 2 milimetros de diametro sobre un piso que parece especialmente diseñado para servirle de jungla, de laberinto, de escondite perfecto. Cuando pierdo de vista al tornillo me pongo frenetico. Lo primero que siento es cierto desprecio agridulce contra mi mismo, mezcla de enojo por haber dejado caer la pieza y conmiseracion por mi ya tragico destino. Me insulto varias veces, mentalmente o en voz alta, dependiendo de mi estado de animo, de si estoy solo en mi casa o trabajando para un cliente. Luego intento calcular la zona cero. Partiendo de mi ultima vision del tornillo, y suponiendo que el tornillo caiga en linea recta siguendo los patrones de aceleracion normales, triangulo un punto imaginario sobre la baldosa y fijo mi vista lo mas agudamente que me es posible. Por supuesto, el tornillo no estara alli. La fuerza de l caida deberia hacerlo rebotar dos o tres veces. Mi primer error, por supuesto, es pensar que el tornillo cayo en linea recta. Porque desde el momento en que lo perdi de vista no tengo razones para creer que opera segun las leyes naturales. Bien puede haber volado en linea recta hacia la pared del cuarto, bien puede haberse trocado en etereo para traspasar el suelo y seguir cayendo infinitamente, traspasando todas las capas de la corteza terrestre, atravesando el centro mismo de la tierra. Si al tornillo se le ocurre seguir las leyes de la gravedad, deberia quedar flotando en el centro de la tierra, aprisionado como un huevo en una sarten por los polos magneticos. Si no se le ocurre, bien puede seguir cayendo y salir por la china o japon, para luego abandonar el planeta en una linea recta que se proyectara hacia en espacio infinito. O bien puede volver por donde vino para volver a surgir unas horas mas tarde en el piso de mi cocina.
Si no lo encuentro en la zona cero, amplio mi area de busqueda. Mas por obstinacion que por verdadera esperanza. Una parte de mi mente sabe con certeza que no voy a encontrarlo, pero otra -que se podria llamar sentido comun o experiencia - me dice que no puede ser que no lo encuentre. Y no lo encuentro. Entonces comienzan los verdaderos sufrimientos, las pesadillas marcadamente kafkianas, en donde cada accion para encontrar el tornillo me aleja indefectiblemente de el. Lo primero que se me ocurre hacer, siempre, es barrer. Creo que ya lo dije. Pero barrer es casi tan malo como bueno. Para empezar, barrer supone una escoba y una pala, objetos que siempre estan a algunos pasos o a muchos pasos de la zona cero. Tengo que caminar para taerlos. Ir y volver. Y en todo ese trajin, ¿acaso no puedo patear el tornillo? ¿quien me asegura que no este en la pernera de mi pantalon o que no se haya pegado como un insecto a los cordones de mis zapatos? Como una espora o un virus en el torrente sanguineo, puede circular libremente y dejarse caer donde le plazca. No, reflexiono: lo mejor entonces es no moverse. Sherlock Holmes y la escena del crimen. Lestrade, el inspector mas inepto de la historia de Scotland Yard. Es fundamental, mi querido Watson, no modificar en absoluto la escena del crimen. Barrer la escena del crimen puede arruinarlo todo. Entonces mejor no moverse y mirar. Mirar pulgada por pulgada pero oh maldito tornillo, tornillo del demonio, tornillo tormento tortura que no le deseo a nadie, comparable a los buitres de Prometeo o la roca de Sisifo y a ellos al menos nadie les quita lo bailado, al menos han robado el fuego engañado a los dioses pasado a la historia como atrevidos salvadores en cambio yo solamente, insignificantemente, ridículamente un domingo aburrido decidí ose me atreví a querer reparar digamos el jodido control remoto de una tele vieja y recibo, perra fortuna, un castigo similar.
Naturalmente que termino barriendo. Estoy harto de todo. Barro absolutamente todo. Primero la cocina, luego mis propios pies, luego de vuelta la cocina. Corro los muebles, la mesa, las sillas las arrojo con violencia fuera de mi vista. Se que todo es inutil, el tornillo ha salido disparado fuera de orbita o se ha vuelto invisible o ha cambiado a la cuarta dimension, desde donde me observa con sorna. Sospecho que Carl Sagan debe haber perdido muchos tornillos a lo largo de su vida. Una vez iniciado el delirio me es imposible parar: o encuentro el tornillo o muero en el intento; Voy barriendo desde los circulos mas amplios de mi residencia en un movimiento centipeto, construyendo una montaña de molvo a puro escobazo. Y luego reviso el polvo como un medico aleman del siglo diecinueve analizaria las eses de un enfermo, forma para la cual no se me ocurre otra palabra que "concienzudamente". Pero nada. Por supuesto que el tornillo no esta. Lo que sigue depende mucho de las herramientas que tenga a mano. Si tengo una aspiradora, aspiro. Si tengo una maza de voleo, voy hechando una a una abajo las paredes, no sea cosa que el tornillo este entre los ladrillos o incrustado como un tumor en la mamposteria. A veces me siento tentado a pedir ayuda. No porque crea que realmente sirva de algo, sino mas bien para tener un testigo y hasta un confidente de el hecho increible de no poder hallar un jodido tornillo. Al menos con otro todo es menos desesperante. Uno puede hacer bromas y reirse de su mala suerte. Frases hechas que tranqulizan, idioteces del estilo de "la aguja en el pajar" y "quien espera y no desespera noseque de la mejor pera", y entre charla y mate quien me dice que el tornillo no se siente atraido por la conocida camaraderia argentina y se acerque a nosotros despacito y casi con verguenza. Por supuesto que le dariamos un mate y luego esperariamos, pacientes y benevolos, ya totalmente reconciliados con el universo y el sentido de la vida, a que nos confesase el porque de su terrible actitud pasada. Estaria todo perdonado y cantariamos y beberiamos en absoluta fraternidad como tres idilicos borrachos Dostoievskianos. Casi siempre es asi: paso del enojo al frenesi metodico, luego a la desesperacion, luego a la risa y luego a la fantasia morbida. Supongo que haria lo mismo si estuviera con una enfermedad terminal, atrapado en un asensor o pasando mi primera noche como indigente bajo un puente. Finalmente me ocurre sentir que el asunto todo es completamente ridiculo. Por lo que a mi respecta, podria estar aquel maldito tornillo en el techo de la catedral del Dome o en la Tumba de San Martin o en la luna o paseando por Dinamarca o en la putisima madre que lo pario. De hecho, varias veces me ha ocurrido de estar tomando una cerveza en Palermo, o recorriendo un Bosque en Esquel y de repente mirar sin querer al suelo como quien no quiere la cosa y para mi sorpresa reconocer a ese tornillo que deje caer hace ya quien sabe cuantos años. Entonces, dependiendo de mi estado, puedo abalanzarme ferozmente sobre el con la sincera intención de estrangularlo o puedo pasarlo de largo con absoluta indiferencia y hasta con desprecio. Después de todo, quien se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen. Ya perdido por perdido, termino yendo a la ferretería mas cercana, en donde me reciben siempre con una cálida sonrisa y me venden una bolsita de cien gramos de tornillos por lo que se dice una bicoca.

19 ago 2021

Carrera nocturna

 Corro en la noche. Es lo primero que pienso. Luego, la completa oscuridad casi se traga ese pensamiento. Luego otro pensamiento me asalta, muy parecido al anterior. Tengo que correr. No se por que, no se por cuanto tiempo y tampoco tengo idea donde. Por ahora, hacia adelante. Entre los arboles que solamente veo cuando ya casi es demasiado tarde. Esquivo ramas o las atravieso con mi cuerpo, con los brazos, con los hombros, con la cara. Estoy cubierta de rasguños pero corro. Corro porque tengo que correr. Es una idea que esta en lo profundo de mi mente. Detras de lo que soy yo misma, detras de esta que piensa que tiene que correr, esta la idea misma como una piedra en el zapato. No puedo zafarme de ella casi como no puedo zafarme de los cortantes abrazos de los arboles.

Abrazos. ¿zapatos? Creo que llevo zapatos, no lo se. Los pies no me duelen en demasia mientras corro y corro y corro y dado que estoy en algo como un bosque, o al menos una extensa arboleda, supongo que si fuera descalza los pies deberian dolerme casi tanto como los brazos y los muslos, como la cara - que intento proteger con uno de los brazos - o como la espalda. 

No entiendo por que corro, no recuerdo como termine aqui corriendo. Solo tengo esta alarma y este miedo, este panico que me saca casi fuera de mi misma. Y entonces es como si me viera correr delante de mi misma. Persigo un fantasma o eso creo. Una silueta desnuda. Con piernas, muy parecidas a las mias. Con brazos, tan rasguñados como estos. Con un tronco, obvio, que une las unas con los otros. Y con una cabeza pero no una cara, sino solamente y naturalmente una nuca, una nuca con pelo negro y largo que no es como el mio.

¿o si lo es? No puedo recordar el color de mi cabello. No tengo tiempo para comprobarlo. Tampoco puedo comprobar si mis dedos tienen 5 manos. No siento muy bien los dedos de las manos. Tampoco de los pies. ¿sera el miedo? Tengo la sospecha de que algo no esta bien. Pienso esto mientras salto a toda velocidad un arroyuelo que casi ha sido mi fin. Pero las piernas reaccionan como si no fueran mias y casi sin darme cuenta ya estoy del otro lado, corriendo nuevamente.

Creo que puedo confiar en mi cuerpo. Dejarlo correr libremente. Que vuele, que se parta contra las fragiles ramas. Es como si fuera solo. Mi conciencia, que duda y tiene miedo y que obedece a la otra, que le dice que corra, tiene cierto grado de autonomia. Me asalta la duda de quien soy o de que edad tengo. No lo se. Claramente no soy una niña, ni tampoco una anciana. Sospecho que tengo cierta altura. No puedo darme el lujo de bajar los ojos para ver mis piernas. Me siento ligera. Sospecho que ante un espejo me veria desgarbada. No lo se. 

El panico aumenta porque me noto cansada. Es una advertencia de la otra. No lo siento en el cuerpo. Sin duda que he tomado algo. Alguna droga. No lo se. La he tomado o me la han dado. Eso explicaria la niebla que cubre mi memoria. La otra no responde o no quiere responder. Solamente tiene esa orden: correr. Y siento que debo obedecerla. Siento que si me detengo me abrazara algo peor que los arboles. 

¿Escucho perseguidores? Mis sentidos se han despertado un poco. No estoy desnuda, me he dado cuenta al sentir un vago cosquilleo sobre los muslos y en las costillas. Llevo encima algo, pero no es mucho. Es ligero, siento el viento cuando sopla. Aumento la velocidad. Mi carrera es ahora abierta y limpia. Los arboles no pueden tocarme. No puedo entenderlo, no puedo explicarlo. De repente me siento euforica, casi feliz. Vuelo en zigzag entre las ramas sin tocar siquiera una. Siento que mi velocidad sigue aumentando. Los musculos como piedras, los tendones duros como varas de acero. De repente todo mi cuerpo es un arma.

Hay otros. Es indudable que hay otros. Me persiguen o huyen, no lo se. Pero escucho que tambien corren. No tan rapido, no tan fuerte como yo. Algunos estan detras, los oigo. Otros a los lados. No pueden alcanzarme. Tampoco les conviene. Los destrozaria al instante. El miedo oscila casi a la par con la euforia. La euforia es el miedo, el miedo es la euforia o son lo mismo. Electricidad que me llena hasta la punta de los cabellos. Me encantaria verme ahora, pero no puedo. Miro al cielo solo por un instante y veo la luna. Nos estamos acercando.

¿Acercando? ¿dije acaso acercando? ¿a donde? No lo se, pero siento que el circulo se estrecha. Todos estamos mas cerca. Las distancias se acortan. No veo todavia a ningun corredor. Pero los oigo. Oigo las ramas quebradas por los huesos y los musculos. ¿hace frio, hace calor? Siento que estoy sudando o mas bien lo imagino. No puedo sentir nada mas. Ni mi cara, ni mis labios, ni las yemas de mis dedos. Es como si estuviese envuelta en algo. No algodon. No seda. Sino mas bien puas, una fina lamina de cobre, quien sabe. 

La oscuridad es absoluta. Y sin embargo pronto saldra el sol. Pronto cuando, pronto donde, pronto por que. No lo se, ella me lo ha dicho. Los palidos fantasmas se acercan poco a poco. Desde hace rato veo uno delante mio. Es como si fuera una proyeccion mia. Vira a la derecha cuando yo viro a la derecha. Vira a la izquierda cuando viro a la izquierda. Acelera cuando acelero y se vuelve mas lenta cuando yo lo hago. Es sorprendente como se anticipa a mis movimientos con tanta armonia. 

Vamos en zigzag. He decidido que quiero alcanzarla. Alguien, quizas la otra, lanza un grito horrendo. Es curioso, la voz se parece a la mia. Esta casi irreconocible. Si esa voz fuera la mia seria espantoso, seria prueba de que me ha ocurrido algo horrendo, irreversible. Esa voz que es y no es la mia no suena a voz humana. La otra me dice que corra y que no piense.

Tiene razon, que me importa a mi la voz. Si es mia, que lo sea y, si no lo es, una razon mas para correr. Alcanzare al fantasma, a la tercera, sea como sea. Aunque me rompa las piernas, aunque los hombros queden despellejados, aunque me quedase ciega ahora misma, da igual. La otra dentro mio seguiria obligandome a correr hasta darle alcance al fantasma. Debo darle alcance. Solo asi terminara todo esto.

He descubierto algo asombroso. No es el fantasma quien me imita. Soy yo quien sigo sus movimientos. Con una precision demoniaca. Se cuando va a intentar perderme girando bruscamente a la izquierda y corrijo mi marcha. Me doy cuenta cuando aumenta su velocidad y acelero para no perderle el paso. Acelero de hecho todo el tiempo. Reduzco y reduzco la distancia. Ya casi puedo verle la espalda con detalle. Estoy a tres, a dos, a un brazo de distancia. Ella corre y salta. Emite gritos horrendos que yo respondo con alaridos no menos enloquecedoras. Gritamos y gritamos. Al unisono. Practicamente no hay diferencia entre nosotras, quizas mas que el color de nuestros cabellos. Su pelo es negro, liso, completamente arruinado por la carrera que nos consume. Creo que ya lo sabe. Sabe que no conseguira escapar. Me he olvidado del mundo que me rodea. No me preocupa el detras mio. No hay nada detras mio. El mundo se destruye, se incendia cuando lo recorro. La otra ha crecido sin parar dentro mio, tanto que ahora mismo sospecho si soy yo la que habla o es ella. Casi con seguridad es ella.

Estoy casi sobre el fantasma. Si extendiera los brazos podría atraparla. Pero temo perder velocidad si hago el intento. Siento su respiración. Esta al limite. Ya no grita y no tampoco. Cada átomo de aire que entra al cuerpo se consume con el fuego que llevamos dentro. Yo, ella y la fantasma somos el mismo fuego. Jugamos el mismo juego, bailamos el mismo baile. Un baile en el que yo ya sobro. Ahora son solo ellas dos. La otra y la fantasma. La otra se ha quedado por completo con mi cuerpo. Yo observo desde algun sitio. Ahora puedo verme... puedo verla... con un poco mas de claridad. ¿será que clarea el alba? Mis muslos y mis brazos son hermosos. Ya estoy casi encima de la fantasma. Ambos estamos aterradas. Nuestro terror es casi identico, pero no es el mismo. Aunque... no, no es exactamente el mismo. Hay una diferencia. Ambas corren, pero una persigue, si. La otra. Y la otra, el fantasma, es perseguida. Ahora lo comprendo. Pero claro, ahora que la atrapado puedo verlo. Entra el dia por entre la floresta. La luz es rara. Tenue. Una luz oscura. No es un fantasma. Es de carne y hueso, como yo. Como la otra. Aunque la otra... no puedo asegurar que sea humana... ya ha dejado de ser mujer. Se ha transfigurado. Es ahora otra cosa. Una llama. Algo peor que los temidos abrazos de los arboles. Una fiera o una furia. Ya cae sobre la otra, que grita en vano. No le quedan fuerzas. No puede escapar. Esta escena se repite en los alrededores. Aquello, el fuego o lo que sea, nos ha poseido. A muchas de nosotras. Era de ello que corriamos pero a algunas nos ha dado caza. A mi me ha dado caza. Como una mala idea o una enfermedad, no me he dado cuenta exactamente de cuando. ¿habra sido al saltar el arroyo? ¿habra sido al perder el miedo?

La fantasma, de carne y hueso, se retuerce en el suelo, intenta escapar. Esta asustada como un ciervo, pero su cara esta mas alla de toda descripcion. Pero es en vano. La tiene bien sujeta por las muñecas, con las rodillas sobre la espalda. Ahora le presiona la cara contra el duro suelo. Es increible la fuerza que tiene, que tengo. No me cuesta, no le cuesta nada mantenerla asi, contra el suelo. Y como por arte de magia, salido de ningun lado, ahora resulta que en la mano tiene o tengo una daga. Una daga que sube y baja. Entra y sale varias veces del cuello de la fantasma de carne, que va camino a ser un verdadero espectro. Primero en el cuello pero luego ya en los hombros, en la espalda, en la cara; todo intento de defensa es ciego, torpe, inutil, descordinado. Los intentos cesan bien pronto. Las cuchilladas siguen todavia un buen tiempo, y luego ya no hace falta. La daga desaparece o es arrojada a un lado. Ahora solo las manos y las piernas. Y los dientes. Hay que desgarrarlo, quebrarlo, partirlo, descomponerlo todo. Hay que consumirlo. Consumirlo todo antes que el fuego me consuma. Me dejo ir, vuelvo los ojos hacia otro lado mientras aquello se funde en un paroxismo de rojo absoluto. Luego todo estalla y suena musica ensordecedora. ¿Es la locura rebotando contra su limite? Pierdo la nocion del tiempo o bien el tiempo cesa.

He despertado. Poco a poco, poco a poco. Yazco. ¿Deberia incorporarme? Siento que empiezo a controlar la situacion, o mas bien que podria hacerlo. Lo otro ya ha cumplido su proposito, sea el que fuera. Ha desaparecido. Dejo un hueco que se supone debo llenar. Recibo el llamado, pero por primera vez, ya sin nada que temer, decido no obedecer. La luz me quema los ojos, una mano que sospecho mia la bloquea con el dorso. Finalmente ha salido el sol.

22 jun 2021

El mito de Sisifo

 Las monedas borboteando en la maquina del colectivo. Es una imagen que no me puedo sacar de la cabeza hace dias. De ahi salto a otras cosas. Los viejos asientos de cuero. Las antiguas ventanillas. Los boletos impresos que se iban acumulando de forma indistinta en los bolsillos del pantalon, de la campera, del buzo canguro.

Ahora que todo es digital aquella magia antigua se ha perdido; Quizas para siempre. Solo puedo acceder a ella a través del tiempo, utilizando el viejo y falible, mas falible cuan mas viejo, de la memoria. Escribiendo asi pareciera que tengo setenta años, pero solo tengo treinta. Treinta y dos, para ser preciso. 

Una vez, hace mucho tiempo - quizas doce años - me prometi a mi mismo que si llegaba a los 33 años (la edad de la muerte de Cristo) sin hacer nada importante entonces iba a considerar seriamente la posibilida de matarme. Ya no recuerdo las razones de esta decision extrema, pero si recuerdo que mi conviccion era muy fuerte. Lo escribi en alguna libreta que tengo guardada en algun cajon. Podria buscarla, pero inteligentemente prefiero no hacerlo. Porque hay cosas que es mejor dejar veladas. El tiempo no solo es un falible almacen sino que tambien es un velo. Rasgar ese velo a veces puede ser muy util, pero en la mayoria de los casos suele ser una estupidez. Los cajones que contienen cuadernitos escritos hace diez años son tan peligrosos como esos otros cajones que contienen un arma cargada. Porque un arma no se dispara sola. La dispara siempre una mano y esa mano es guiada por una idea. Y, ¿quien me asegura que esa idea no esta en alguno de mis cuadernitos? Por lo que recuerdo, debe haber al menos dos o tres ideas lo suficientemente convincentes para motivarme a tomar el arma.

Naturalmente todas estas fueron exageraciones de adolescente. Eso creo o me gustaria me conviene creer. ¿Por que a los 33 años? Supongo que porque a los 20 años 33 años sonaba tan lejano como 50, 100 o 500. Tambien para burlarme un poco de aquellas ideas que en ese entonces, y ahora tambien, me parecian ridiculas. Quizas para probar que morir a los 33 años no significa nada. 

¿por que algunas monedas no eran aceptadas por el misterioso mecanismo de la maquina boletera de los antiguos colectivos? Uno colocaba un puñado de monedas de 25 o 50 centavos y cada tanto alguna moneda caia y seguia cayendo. Como si estuviese vacia, carente de alma. Quizas fuera ligeramente defectuosa en la forma, o minimamente carente de peso. O una obvia falsifiacion que uno podia detectar sencillamente pasando la yema del dedo por la deficiente textura de cobre-niquel. Pero la moneda pasaba y caia por el agujero del vuelto. Y cuando no pasaba, no pasaba. No importaba cuantas veces se la volviera a introducir por la boca-bolillero o a que dios se le rezara: la maquina la escupia con su estoico mecanismo. En esos casos el chofer solia poner cara de pocos amigos y con un gesto te indicaba o bien que pases o bien que te bajes. Muchas veces uno tenia otras monedas y entonces era cuestion de cambiar de moneda como quien cambia de bala - otra vez con lo mismo - pero otras veces la moneda sin alma era la unica que teniamos.

Al final siento que hay algun oscuro paralelismo con cumplir 33 años y el eterno retorno de la monedita pasando una y otra vez, sin detenerse, intentando colar, ser aceptada, integrarse con un mecanismo que la rechaza sin tapujos. Como si todo este tiempo no hubiera hecho otra cosa que seguir intentando hacer entrar la moneda en la maquina; Lograr un credito que fuera suficiente para pagar el boleto. Escuchar finalmente el ruido de la pequeña pero maravillosa impresora integrada dentro de la ticketera y, en vez de escuchar el ruido infernal del circulo metalico rebotando contra el fondo de la maquina, escuchar el suave deslizarse del rectangulo impreso de papel en donde figuraba el importe, la fecha, la hora, la linea correspondiente y un mensaje que aunque anodino no dejaba de ser sugerente: "descienda por atras".

Un certificado de nacimiento, una prueba de que se habia pasado el rito de iniciacion, de que uno estaba ya oficialmente dentro del coche, dentro de la unidad, de que ya estaba "en viaje", o sea en camino, dirigiendose seguro desde el origen hacia el destino.

Por supuesto, nunca he alcanzado ese punto. Todavia no tengo el dichoso boleto, y lo unico que hago es volver a ingresar una y otra vez la misma moneda, con la esperanza de que esta pasada va a ser la buena, de que ahora si, de una vez por todas, de que por fin...


8 may 2021

Entrada 2

 Hoy, al salir de mi puesto, mi cabeza seguia fija en los anillos. Por alguna razon no puedo quitarmelos de la cabeza. Es como si esas pequeñas formas cilindricas de intrincados dibujos y ahuecadas por el medio fuesen la llave de una cerradura que largamente se me esconde. 

Los pocos pasos que hay entre la puerta de mi edificio y el metro me dan una ventana demasiado corta como para que el recuerdo de los anillos me diga algo. Pero sospecho que, si tiro de ellos como quien tirase del piolin de un anillo, sacaria a la luz toda una retahila de cosas que, siendo sincero, no estoy del todo seguro de querer saber.

Estaba a punto de recordar algo cuando las escaleras del metro me borraron cualquier atisbo de luz solar. El metro es basicamente un hueco movil que nos deposita desde nuestro lugar de produccion a nuestro lugar de descanso.

No hay un termino intermedio: o se produce o se descansa para poder volver a producir.

Entrada 1

 Me mire las manos y vi anillos. Fue solo un segundo, una especie de espejismo. Los anillos no estaban ahi, pero habian estado. En otra epoca, no recuerdo si lejana o cercana, pero estuvieron. Yo usaba anillos. Los recuerdo. Eran hermosos. Plateados, limpidos. Solia usar dos en cada mano; Seguramente obedeciendo a alguna obsesion por la simetria que de algun modo conservo hasta el dia de hoy. 

En el dedo anular de la mano derecha usaba un anillo rigido de acero quirurgico. Solia tener otro anillo, muy anterior, de alpaca y bastante anticuado. Lo conservaba porque era un regalo o, mas bien, un intercambio. Pero esto mas bien data de una epoca tan antigua, tan prehistorica en mi vida - mis dieciseis años - que bien podria considerarse un recuerdo fosil. Este anillo de alpaca y barato me lo habia intercambiado una chica, muy rubia y muy linda, que solia conocer en ese entonces. Habia sido un gesto espontaneo y tonto, tonto en el sentido mas inocente posible, en ese sentido que los ingleses definen con la palabra Silly, y que creo que no tiene una traduccion adecuada en nuestro idioma mas que, quizas, la expresion "pavote". Pues, como decia, habia sido un gesto muy pavote de su parte. Habia visto mi anillo - un tercer anillo, el mas antiguo de todos, que era tambien de acero quirurgico y tenia una especie de cruz tallada, lo habia conseguido por monedas en plaza francia - y le habria gustado, por lo cual me propuso el intercambio. Su anillo, la ya mencionada baratija de alpaca, era sencillamente horrible. Tenia una forma tosca y, en el centro, habia una abertura de forma indefinida, que mirada con buenos ojos parecia un corazon pero mirada con ojos mas realistas era simplemente el espacio vacio en donde, en algun pasado aun mas remoto - pasado correspondiente quizas a la rubia madre de mi rubia amiga adolescente - habia estado incrustado algun brillante. 

La cuestion es que, como no podia ser de otro modo, acepte el intercambio, mas por ella que por el anillo, y mas por mi irresistible debilidad ante los gestos espontaneos que por mi tambien irresistible debilidad por las rubias. Tuve ese anillo durante algun tiempo hasta que un buen dia se partio asi como asi. Alguien, ya no recuerdo quien, le habia atribuido a tal rotura como alguna forma de presagio. Yo, ya un poco mas maduro para esa epoca, sabia que la causa era sencillamente la alpaca barata y el hecho de que en esa epoca practicaba tenis - una palabra ya desaparecida - constantemente y el anillo lo tenia justamente en mi mano habil, que es la derecha. Fue justamente la rotura de este anillo lo que me llevo a reemplazarlo por la solida sortija de acero quirurgico.

Casi instantaneamente tuve que conseguirme otro para el anular de la mano izquierda. Era hacerlo o volverme loco. Mis manos, que considero una de las pocas partes no horribles de mi cuerpo, tenian que estar siempre bajo un rigido principio de espejo. Tal asi que si tenia la uña larga del meñique derecho, tambien tenia que estar larga la del izquierdo; Y si por alguna razon sufria alguna quemadura o corte en el dorso de una mano, estaba obligado, por doloroso que fuera, a replicar la marca en mi otro dorso. ¿de donde vendria esta locura mia de no querer poder diferenciar una mano de la otra? 

El anillo que consegui para el anular izquierdo fue un anillo de plata con motivos celtas. Una vez que descubri este tipo de anillos, no pude ya despegarme de ellos. Mas tarde obtuve uno para el mayor de la mano izquierda, y casi instantaneamente tuve que poner otro en la derecha.

Asi que, por mucho tiempo, lleve cuatro anillos en las manos. Y justo hace un instante, cuando por casualidad deje caer mi vista cansada en mis dedos, vi por un segundo estos cuatro anillos. 

Inmediatamente despues vino la tristeza. Tristeza proveniente del hecho de que, como con tantas otras cosas en mi vida, no se que ha sido de ellos. Mis manos, mas viejas, y los dedos de mis manos, mas desnudos, se mueven incansablemente sobre una pequeña superficie cuadriculada plagada de letras, numeros y simbolos. Mi unico consuelo es que todavia son simetricas. La diferencia estriba, esta claro, en que antes eran simetricamente hermosas y ahora son simetricamente horrendas. El aburrimiento tambien puede ser simetrico, circular, siempre identico a si mismo. Imaginense ustedes recorrer una habitacion cuadrada - o bien circular, lo mismo da - en donde las paredes son siempre exactamente igual de blancas, exactamente igual de lisas, exactamente igual de frias. No hay en ellas ninguna mancha, ninguna rotura, ningun desnivel, nigun desperfecto. Son total y perfectamente identicas en cada una de sus pulgadas. Ahora imaginen que, desesperados, y luego de recorrer estos muros buscando el mas minimo signo de alguna singularidad para recordar, nos arrojemos al centro de la habitacion deseando, sin dudas, que en este centro haya un pozo como el narrado por Poe, un pozo horrendo y bestial pero al mismo tiempo fresco, novedoso y hasta bondadoso, pues una caida corta y mortal es siempre preferible a una eternidad de tantear superficies exhasperantemente lisas.

Pues bueno, no hay pozo. Solo mas pared. O bien, no hay pared pero tampoco hay otra cosa: no hay absolutamente nada. Si pueden emular esa sensacion entonces estaran sintiendo lo mismo que yo siento al mirar mis dedos moverse mecanicamente sobre el teclado.

De algun modo me siento como aquella chica de Margaret Atwood: Defred. Es decir, casi no logro recordar nada de mi vida pasada. De mi verdadera vida, o de cuando la verdadera vida estaba presente en mi vida diaria, quiero decir.

¿que hacen mis dedos, que aprietan tan mecanicamente todas y cada una de las teclas? Supuestamente, deben redactar informes. Informes sobre alguien o sobre algo, de alguna manera especifica, que sera informada luego - o quizas nunca - a tal o cual supervisor de algun area determinada. En realidad, no lo se con certeza. No lo se ni me importa. Es asi hace años. Funciono, por decirlo, en lo que podriamos denominar "piloto automatico". Aunque, para decirlo mejor, no es tanto que "funciono" en piloto automatico como que soy absolutamente un piloto automatico. Mis dedos saben exactamente que es lo que tienen que escribir y en que tiempo. Lo mismo con mis ojos, mis brazos, mi lengua o el resto de mi cuerpo. Cada uno, como si fuera un soldado o un profesional muy bien entrenado - que es exactamente lo que son - sabe interpretar su funcion a la perfeccion. Cualquiera que me viese diria - y en cierto modo tendria razon - que soy un obrero productivo, funcional y totalmente capaz. 

Claro, en esto ultimo nuestro observador hipotetico no se equivocaria. Lo que no veria, lo que no puede ver, es que puedo ser capaz al mismo tiempo que soy completamente inconsciente y totalmente ajeno. No comprendo las razones de mis acciones y, mas importante, no me interesa comprenderlas.

Creo que las razones importantes, si existen, tienen que ver mas con el hecho de que ya no use anillos que con lo que sea que continue escribiendo durante mi jornada laboral.

 

21 feb 2021

Mañana de un domingo cualquiera

Abro los ojos. Primero uno, luego el otro. Izquierdo, derecho. Luego vuelvo a cerrar el derecho. Miro el mundo como un ciclope. Por alguna extraña configuracion de mi cerebro, solo puedo cerrar el ojo derecho a voluntad. Si cierro el izquierdo, tengo que cerrar ambos ojos. 

Me levanto, quiero levantarme, no me levanto. Pienso, creo que me levanto. Que voy al baño. Que empujo la puerta con la cabeza, cabizbajo como un sonambulo. Que entro. No necesito abrir los ojos, no necesito mirar nada. Lo conozco, conozco ese baño. De memoria. Cada detalle. Es pequeño, humedo, levemente verde. Como una caverna. Entonces, si fuera al baño - sigo acostado - haria pis. No levantaria la tapa, pues seguramente estaria levantada. Muchos hombres, creo que la mayoria, necesitan llevarse una o dos manos al pito para dirigir el chorro, pero yo no. Es una extraña habilidad la de poder mear sin agarrarse el pito, lo se. Ademas, es inutil teniendo dos manos, pero de todos modos estoy ridiculamente orgulloso de ella.

Vuelvo a abrir un ojo. Naturalmente, todo era un sueño. Si cierro los ojos, siento y veo que estoy en un barco, sobre las aguas. Si abro un ojo el mar se desvanece. Celeste duerme al lado mio. Su pose es increible. Boca arriba, su pelo negro, tan hermoso, naturalmente rizado, cinotico, pletorico de ondulaciones, me recuerda a las dunas del desierto. Su cara, levemente regordeta, a la de un querubin. Tiene una expresion placida, identica a las de cualquier doncella durmiente de un cuadro renacentista. Su piel blanca, su pelo oscuro, sus parpados suaves y sin dureza. Conserva todavia, casi intactos, muchisimos de los rasgos de la juventud. Andaba por los veinte años cuando nos conocimos; Ahora anda por los treinta. No diria que ha perdido nada, sino mas bien que ha ganado algunos rasgos. Los siete u ocho filamentos plateados que serpentean entre los cientos de filamentos oscuros, cual estrellas en la noche, es uno de ellos. Por supuesto, hay tambien dos o tres vulgaridades en su expresion. Las suficientes para mantenerla humana. Dos o tres vulgaridades, en cualquier rostro, son las que permiten anclar ese rostro a la tierra y comparar. Sentar la similitud. Algo completamente hermoso, perfecto, se me antojaria hasta repugnante. Antinatural. Robotico. Alienigena. 
Hay gente que es horrenda cuando duerme - yo, por ejemplo - pero Celeste es terriblemente hermosa. Los rasgos de su cara, ahora que duerme, estan libres de los gestos desdeñosos que hace desde que se levanta hasta que se acuesta. Por supuesto que esos gestos - cinicos, duros, afilados - tambien me gustan, pero su cara cuando duerme es totalmente otra cosa. Quizas sea porque la amo, o quizas la ame porque es hermosa. Paradoja dificil de resolver. De todas formas, pienso, no es mi culpa.
El resto de su figura tambien me recuerda a los cuadros de la escuela prerrafaelita. Quizas es la luz de la pieza. Una luz tenue, que varia entre el azul metalico y un naranja desteñido, lo que le da a la escena el aspecto de cuadro. La sabana se enrieda entre sus piernas, como una serpiente. Comienza por los tobillos, y sigue una increible linea de torsiones y vueltas, para volver a apresarla por la cintura, cubriendo el abdomen, el estomago, el diafragma, y casi todo el pecho. Uno de los brazos se pierde entre las sabanas. El otro yace a un costado, levemente flexionado. Para completar el cuadro renacentista queda el hecho de que el pecho izquierdo escapa no solo de las sabanas, sino tambien del sosten. 

La examino un poco mas, agudizando la vista de mi unico ojo, y dictamino en mi calidad de soberano que tiene lindas piernas. Bien formadas, diria para ser preciso. Me sorprende que pueda mantenerlas pese a no hacer ningun tipo de ejercicio. Si hiciera algun deporte - futbol, por ejemplo - tendria unas piernas fantasticas. Tambien me gustan sus hombros. Ahora que se ha dado vuelta - para evitar los constantes asedios de la gata, que ya nos ronda como una fiera que acecha a la presa, recordandome a las manscupias de Cortazar - y me da la espalda, puedo apreciar la suave curva de sus hombros. La espalda de una mujer es casi siempre hermosa. Una mujer cuyos hombros desnudos no son atrayentes es una mujer que decididamente no es para mi.

Lamentablemente, la ilusion del cuadro no dura mucho, pues la gata ronda y ronda. Da vueltas en el colchon, ronroneando, emitiendo pequeños maullidos de walkie talkie, demandando nuestra atencion como una pequeña monarca, como una reina caprichosa y exigente. Sus pasos acolchonados hunden levemente el fornido colchon de resortes. Es sigilosa, pero de todas formas puedo sentirla. Y Celeste tambien. Noto que su respiracion se interrumpe. Vuelve a girarse una, dos, tres veces. Emite un quejido y comprendo que ya esta despierta. Va a levantarse en cualquier momento. A la una, a las dos, a las tres. Se ha levantado. Su cara expresa fastidio. Pero la gata, contenta, corre a refregarse contra ella. Ha conseguido su cometido, al igual que lo consigue todas las mañanas. A veces pienso que sencillamente matariamos a la gata si no tuviera un pelo tan hermoso y si no fuera tan pequeña, si no tuviera la cabeza del tamaño de una pelota de tenis. Tambien nos gustan muchas otras cosas de la gata: que sea destructiva, que sea desdeñosa, que tenga innumerables caprichos. Necesitaria otro texto para describir todas las cosas que nos gustan de la gata.

Celeste ya se ha ido rumbo al comedor. Exactamente como yo, ella no abre los ojos. Puede ir y volver del comedor con los ojos completamente cerrados; Descalza y arrastrando los pies; Con el pelo enmarañado moviendose con vida propia, cual Medusa. Va a ponerle comida a la gata. Es la unica forma de que nos deje tranquilos, aunque sea por un rato. Luego vuelve y se acuesta. Se sumerge en el sueño casi al instante. Es otra de las cosas que le envidio: su increible capacidad para desvanecerse, para dejarse ir como en un rio. Su rostro pierde inmediatamente todo el fastidio. Vuelve, como por un hechizo, a adoptar el aire de querubin. Le diria que es hermosa, pero no quiero despertarla. Se lo digo de todos modos, porque claramente no me escucha. Y si me escuchara no lo creeria. Se molestaria si se lo digo. Se molestaria si supiera incluso que lo pienso. Seguramente se molestara cuando lea esto, si es que lo lee. Ya veremos. 

15 feb 2021

 Estaba en la parada del 34 waiting the bondi. Con el barbijo puesto y la mirada perdida en algun punto del suelo. Mi cerebro divagaba en el analisis que Hume hace del criterio racional para evaluar un milagro: la negacion del hecho debe ser mas milagrosa que el milagro mismo.

En eso siento una mano en el hombro. Una mano pequeña, que mi cerebro intuye tiene que pertenecer a una criatura. La mano me da dos o tres toquecitos, gesto universal de llamado de atencion.
Me giro y levanto la vista. Espero ver un nene o una nena, pero mi cerebro inmediatamente ajusta y calibra, y lo que tengo delante es una anciana.
Es bajita, no debe medir mas de uno cincuenta. Da la impresion de haberse encogido, de ser una version mas pequeña de si misma, una version concentrada, depurada, que a lo largo de su vida fue perdiendo sutilezas y vanidades. El eslabon interior de una muñeca rusa. Tiene ojos saltones y pequeños, que de algun modo me recuerdan a los las ardillas o a cualquier roedor pequeño y curioso. Las pupilas son muy oscuras. Me recuerda un poco a mi propia abuela. La expresion es leprechaunesca, y diria burlona, pero para esto seria necesario verle la boca y la anciana lleva barbijo.
¿que quiere? ¿dice algo? Creo notar que habla, pero o habla muy bajo o habla un lenguaje diferente. Su brazo apunta al cielo, en cierta direccion. Miro y comprendo. Comprendo inmediatamente.
¡el arcoiris, el arcoiris!
Eso es lo que murmura, eso queria comunicar la emocion que veo en sus ojos de ardilla. Muevo la cabeza, devuelvo la mirada. Gesto x gesto. Que comprenda que comprendo. Le digo alguna estupidez, como "no se ven muy seguido", cuando en realidad lo que quiero decirle es gracias. Gracias, porque no cualquiera comparte un arcoiris. No cualquier ser humano siente esa necesidad, tan natural para mi, de no poder pasar la felicidad a solas, de tener que transmitirla de algun modo.
Solo soy feliz, pero con el otro soy completamente feliz. La anciana lo entiende tan bien en su gesto como Aristoteles en su politica.
Balbuceamos alguna otra cosa, yo en español porteño y la muñeca en su ruso natal. Entendimiento mas alla del lenguaje tipico del momento complice.
Cuando subimos al 34 al menos le dejo el asiento. Cierto: en comparacion con un arcoiris un asiento no es nada.
Reflexion de san valentin que se escribe sola. Elija su metafora favorita: el amor es como la lluvia en febrero, el amor es como un arcoiris en un cielo tormentoso, el amor es querer compartir lo bueno con el otro. Porque si. A lo fito en dar es dar.
Pero sobre todo el amor es amor a la vida, es capacidad de maravillarse como un chico a los 70 años. 
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Joaquin Armental, Ana Chazarreta y 2 personas más
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