30 oct 2018

Devachan

Era una vision del infierno. El salon, un galpon de chapa tapizado de pesados y polvorientos cortinados rojizos, colmado de humo violaceo casi hasta el techo, como un organismo extraterrestre o un pulmon de pesadilla. Volutas de humo en forma de espirales y tirabuzones salian de los cigarrillos en las bocas de los condenados.
En el escenario, la banda tocaba una musica dantesca con tintes de jazz. Los musicos no tenian caras. Estaban ocultos entre el humo violeta. Eran sombras del hades, meras siluetas que se movian, que pasaban de la luz a la oscuridad y de la oscuridad a la luz, erratica,  espasticamente. El guitarrista sonaba como John McLaughin. La banda era una Mahanavisnu Crimsoniana, algo epileptico y demoniaco. La melodia sonaba como el velo de maya, pero con unos saxos oscuros de fondo que le daban a toda la tonada un aire a callejon de New Jersey.
El fumaba. Se escondia detras de una columna, como un criminal regresando a la escena del crimen, como un cura en el vestibulo de una casa de putas. Se que esta acá adentro, pensaba. Lo había seguido durante meses. Durante un año y ocho meses, para ser exactos. Lo había rastreado por los bajos fondos, preguntando aqui y alla, indagando a este y a aquel, y tambien a aquel otro, siempre taciturno y sin mostrar su juego. Habia dejado el trabajo, habia dejado los amigos. Para llegar a esa noche, habia dejado casi todo. No se habia desesperado, se tomo su tiempo. Confiaba en el tiempo, no se si ciegamente pero si con una ceguera parcial, probabilistica, estadistica. Sabia, habia sabido, que si seguia buscando, tarde o temprano lo encontraria. Y lo habia encontrado; Y ahora no se arrepentia.

Esa noche habia tomado mucho; Primero en la barra, luego de pie parado entre las sombras danzantes. Ultimamente tomaba todas las noches. Aquella vez tambien, tambien habia tomado mucho. Pero antes no, y tampoco despues. Algunas veces, muy espaciadas, si un poco. Pero como esa noche, nunca, ni antes y despues. Esa noche habia estado ciego,sordo,nulo, muerto. Esa noche habia estado muerto. Un muerto articulado. Un muerto con sangre que circula, que fluye, un fetiche que expire y exhala y excreta, que vive y no deja vivir, porque el no habia dejado vivir. Luego nunca o casi nunca habia vuelto a ser el de aquella noche. Pero recientemente, si. Y ahora, escuchando los saxos habia vuelto, de vuelta, a ser el de antes. Tenia en los ojos un furor ciego, tenia las manos torpes, con dedos que se abrian y cerraban como se abren las manos del anestesiado que despierta. Los pensamientos que tenia, si es que los tenia, se asemejaban a enormes y punzantes figuras de madera. A enormes conos pulidos bañados en sangre, en grasa, en pelo. Fuerte, como si tuviera una tenaza en la nariz, su cerebro evoco con pasmosa ferocidad el olor de la grasa humana. Primero fresca, entre las manos. Luego la sebosa sensacion fria, el hormigueo de la solidificacion, de esa pasta como de cera. Y luego, finalmente, el olor agrio y casi putrefacto de la grasa quemada. El olor a parrilla, a crematorio, a chimenea vomitando humo de huesos. Entonces lo supo, como lo sabia siempre que le ocurria. Simplemente. Esa noche simplemente supo que iba a matar a alguien. Otra vez, matar. Supo que mataria a alguna sombra. Odiaba a las sombras. El mismo era una. Un fetiche que mata. 

Penso que tenia mala suerte. Le habian revisado al entrar. Habia visto, desde lejos, de la esquina, como los patovicas revisaban a otros. Habia maldecido. Por unos instantes,  titubeo. Pero solo por un instante. No podia dejar pasar la oportunidad. No importaba si era mas dificil. ¿Podria hacerlo sin la mecanica facilidad del arma de fuego? Habia imaginado el fogonazo. La resistencia del gatillo. La pared manchada de sangre y grasa luego de que la bala hiciera estallar el cerebro como una calabaza. Prescindiria del arma la pistola, pensaba. Improvisaria. La bota habia pasado, lustroza, de reluciente cuero, no habia sido bien inspeccionada. El cuchillo estaba inserto en la bota como Ulises en el caballo de madera. Fue al baño y armo, rapida, fugaz, explosiva, una linea. En los sordidos inodoros se rasco el tobillo hasta desenterrar el filo. Relucia como un ojo humano, el filo. Podia ver su propio iris brillando en el acero bruñido. Barajo la hoha entre sus manos y barajo sus manos en los bolsillos de la cazadora. Y ahora estaba en la columna. Sus ojos tenian un cuchillo bien adentro. Si pudiera, le sacaria los ojos, pensaba mientras marcaba el paso con el talon, siguiendo al bajo y a la bateria, con ojos muertos (estaban muertos desde esa noche), con ojos que eran como dos misiles lanzados contra la existencia.

Fue como recibir un viento en la cara, un arañazo o una cachetada. Tuvo la sensacion de ver, pero sin ver, un delgado hilo rojo, una especie de proyeccion. Algo le señalo el objetivo. Lo vio. Estaba de espaldas, medio encorvado, como si fuese un espantapajaros. Llevaba las manos en los bolsillos de la cazadora. Lo mataria, iba a matarlo alli mismo, entre los sones de la flauta y el cimbalo, entre riff y riff de guitarra le abriria el cuello o le perforaria un pulmon. Los dos. Le perforaria los pulmones con el punzon que siempre llevaba oculto. Ahora, penso palpandose, tambien lo tenia. Empezo a caminar hacia el muerto. Cada vez mas cerca, muy lentamente, y siempre de espaldas

Sintio una descarga electrica, una voz muda pero clara como el relampago en una noche cerrada. Supo que alguien iba a morir, que alguien iba a matar. ¿no lo sabia ya, eso? ¿no lo sabia de mucho, de muchisimo antes? ¿no lo supo desde esa noche, desde que vio el cadaver? Fue esa noche cuando lo habia jurado. Que aquello no terminaria, que no podia terminar mas que con alguien matando y alguien muriendo. Sintio como casi lo rozaba. Envuelto en la bruma violacia, lo comprendio justo a tiempo.

El cuerpo metalico y punzante penetro en la carne como un colmillo, como una hoz en la tierra. Se enterro profundo en la carne, separo la grasa del musculo, astillo el hueso.Los parlantes lanzaban escalofriantes aullidos electricos. Una bestia siendo descuartizada llenaba el galpon con sus distorsionados alaridos. Algo se escapaba con la sangre. Mientras el charco se formaba en el piso, el sentia que algo duro, que una enorma madeja de alambre de acero oxidado se desmadejaba, se volvia de hielo, se derretia; Sintio que habian removido un tapon y que una inmunda pero irretenible diarrea se filtraba desde su pecho hasta el otro cuerpo, y de este, a traves de la herida, regaba y lamia el suelo de cemento, formando el charco. Cada centilitro de sangre que manaba lo hacia sentirse mas liviano, mas irreal, menos atado a esta tierra. ¿era el el que habia matado? ¿era el otro el que habia muerto?¿eso era, asi que eso era todo?

Logro salir y camino unas pocas cuadras. Sentia que volaba, sentia que no moriria nunca. La policia lo detuvo casi inmediatamente después.




22 oct 2018

Para encontrarme tengo que meter el brazo en el charco, casi hasta el codo. Y revolver, hacer girar la mano y agitar los dedos como si cada uno de ellos fuese la cabeza de un caracol. Estirar las antenas al maximo, hacer fuerza hasta sentir con la yema el fondo lodoso, pantanoso del charco. Cada dia que pasa tengo que buscar un poco mas. Cada dia que pasa el charco es un milimetro mas profundo. Cada dia que pasa el fondo se aleja, se hunde un poco mas. ¿llegara el dia en que no conseguire hallarme, el dia en que mi propio fondo sea demasiado profundo, demasiado hundido para mi brazo? ¿como hacer crecer el brazo, como evitar la erosion del lecho del charco?
Busco y busco. No debo hablar, no debo pensar, solo debo buscar. Tantear aqui y alla hasta que finalmente me encuentro, me hallo, me reencuentro con esa particula inasible en la que me reconozco a mi mismo mas de lo que me reconozco en mis ojos o en mis manos o en cualquiera de mis ideas. Eso que me hace ser yo, como una libelula o una luciernaga, algo fragil entre las manos recien sacadas del charco. 
Si, pero que es. ¿que es esa cosa que sale del charco? ¿y por que se hunde, por que?
Ahora, sentado entre ustedes, siento que nuevamente se me escapa. Con otros dejo de ser yo. Aquello se retrae, se confunde con la hierba, se entierra. Y sin embargo, en su ausencia esta presente como nunca. Y se que yo soy yo y no este o aquel otro. Yo. Sebastian. Diferente de Pedro y de Juan. Algo que no son ni mis ideas ni mis recuerdos sino una forma de concebirme a mi mismo, precisa y vaga a un tiempo. Precisa por lo reconocible, por ese decir "heme aqui, esto y no otra cosa, y esto soy yo, Sebastian, y no Pedro ni Juan". Vaga por lo morfologicamente indefinible, por lo cambiante, por lo constantemente mutable de su configuracion. Una forma burbujeante, sin aristas, sin afuera ni adentro. 
¿Cuantas veces, cuando era niño o cuando era adolescente o cuando era joven, crei hallar la forma definitiva? Cada vez creia hallarla, cada vez volvia a perderla. Hasta que un buen dia me di cuenta de que no habia forma definitiva, de que no habia nada que persista, de que yo soy solamente mi reconocerme a mi mismo. No puedo atraparme, no puedo clavar la mariposa en un corcho. Puedo reconocerme en otros espejos como lo que no soy. Puedo reconocerme en los espejos de lo que se me asemeja, puedo reconocerme en los mensajes vedados que me envio en los sueños.
No soporto tenerme entre las manos durante mucho tiempo. ¿que haria conmigo? ¿que constuiria?
Entonces lo dejo caer, me dejo caer de vuelta al pozo, al lago, al rio, al torrente de ideas y de voces y de proyectos en el que nado como una serpiente. Mis elementos. No puedo vivir mucho tiempo por afuera del torrente, pero tampoco puedo vivir siempre en el. Envidio a los que pueden vivir constantmente fuera del agua. A los pajaros, los caballos y los zorros astutos, que no quieren las uvas que no pueden alcanzar. Yo no puedo obtener las uvas, y tampoco puedo dejar de quererlas. Quiero las uvas y el deseo de las uvas y el dolor del deseo de las uvas, oh Nietzsche. 
Envidio y odio y desprecio a los que pueden vivir constantemente sumergidos. A los peces y las algas y los bancos de coral, a todas las criaturas del fondo marino a las cuales mataria cualquier sutil cambio de presion. Para ellos el vivir constantemente inmersos en la corriente de los deberes y los haberes, para ellos ser completamente identico e inseparables de sus constantes ideas, sentimientos y presiones, para ellos ser iguales a la succesion de vagones por el foco de la conciencia. Para ellos la felicidad de no preguntarse acerca de la felicidad. La seguridad. Sufrir y amar sin grietas, sin titubeos, sin espacios entre las notas o sin silencio entre las imagenes.
Para ellos la estatua de hielo, el agua congelada y esculpida de tal forma que ellos llaman "yo", que ellos identifican con "Yo". ¿pero cuanto frio es necesario para mantener la estatua? Sostienen la estatua al precio de congelar sus aguas, de no fluir. Su rio no es un poderoso torrente de primavera. Los peces no saltan ni se agitan. Duermen bajo la superficie congelado. Es un lago fantasma en donde solo se refleja el cielo. Ponen esto aqui y esto alla. Hacen minutos de los instantes, horas de los minutos, dias de las horas. Consiguen realizar el milagro del Martes y del Jueves, logran en cada momento tener algo especifico y necesario para hacer. Cada hecho esta precedido y antecedido. A ese invento lo llaman la vida.

Cinco gustos

Estabamos en la mesa. La mesa era una tabla oblonga de madera de cedro. El marron rojizo del cedro estaba perfectamente pulido y tenia unos arabescos de mosaico que oscilaban entre el dorado y el arenilla. Apoyando mis codos en la mesa, cargaba todo el peso de mi cuerpo sobre la tabla, como si fuese un naufrago en alta mar, abrazado a un tablon de la galera recien destruida. Y bien podria ser que la mesa hubiese sido, antes, parte de una Galera. Quizas volviese a serlo en el futuro. De cualquier modo, era solida, me daba una reconfortante sensacion de solidez. Como un sarcofago, como los pilares de un monumento megalitico.
Amaba y odiaba a la mesa. Nos daba sombra, si. Nos daba prestigio, si. Nos servia contra el viento y el sol, si. Pero nos sobreviviria, nos enterraria a todos.
Micaela era liviana. Lo habia notado hace unos dias, cuando se sento encima mio por primera vez. La primera vez no me molesto. No soy tan susceptible. La segunda tampoco. La tercera ya comenzo a gustarme un poco, ese papel de falso tio o de falso hermano mayor. Claro que cuando nos vieron empezo a incomodarme. Ahora volvía a sentir el peso casi inexistentes de sus piernas.
Tambien sentia el peso de los ojos: de mis hermanos, de mi padre, pero sobre todo de mi madre y de mi Tia. Ojos de Basilisco. Ojos que nos acuchillaban con hastio, con incomodidad. Por supuesto que sabian que yo no hacia nada, que no correspondía a los jueguecitos de Lolita a los que Micaela me sometia en esos dias. Y sin embargo, ahi estaban los ojos que me vigilaban, que me miraban como si yo tuviese un poco la culpa de todo eso, de ser pobres, de que mi madre le debiese tanta plata a su hermana arpia, de entonces tener que recibirlos en casa año tras año cuando venian de vacaciones a Buenos Aires, o de que su hermana arpia tuviese una sobrina prematuramente ninfomana.
Me hacían gracia, ya a mi edad, las maniobras tan obvias de la Lolita improvisada. Como con la colegiala de Ferdydurke, lo obvio de las maniobras no las hacian, despues de todo, menos efectivas. Un cuerpo es siempre un cuerpo, por mas burdo que sea.
Lo cierto es que yo no podía o no quería tomar alguna acción o reprimenda concreta. Por fuera de esas situaciones incomodas, Micaela me caia bastante bien. Incluso podia decir, en mi fuero interno, que me gustaba. Habia decidido hacer rabiar a mis hipocritas familiares y todo sin mover un pelo, sin ponerle un alto, saliendo del paso con sonrisas a media o evadiendo los pueriles intentos de seduccion con bromas igualmente pueriles o fingiendo ser un tonto del bote, el hombre mas lento sobre la corteza terrestre.
Pero esa situacion, los ojos y los carraspeos en la mesa, las piernas desnudas de la adolescente, las estupidas sospechas de mis familiares  o tal vez lo generalmente fastidioso de mi existencia en general me hicieron cambiar de opinion. Imperceptiblemente deslice la mano oculta por el angulo interior del muslo de mi gallinita inquieta, la cual fingio maravillosamente no darse cuenta de nada. Le mire los ojos, forma de avellana, color aceituna, para atisbar alguna llamarada de fuego verde o algun espejo de hielo azul, pero no encontre nada de esto. Solo se revolvio un poco sobre mis piernas, como si buscase empollar un huevo inexistente o, a esas alturas, ya no inexistente del todo.

- Anda a comprar helado - dijo mi madre. Querian helado, habian dicho. En la mesa habia restos de ensalda de remolacha fria. Agria como ellos. Y ahora querian helado. Querian que vaya a comprarlo. Yo. Justo yo. El unico con una gacela de minifalda sentada encima. ¿y por que no iban ellos? Pero claro que sabia porque.
Me dictaron los gustos. Cinco gustos. Gustos ridiculos, absurdos, inexistentes, pesadillescos. Nadie me pregunto que gusto queria yo. Movi las piernas para sacudirme a la colegiala de sonrisa provocadora. Micaela anuncio campante que venia conmigo. Descontento general perfectamente disimulado. Un maravilloso microsegundo de silencio. Perplejidad, enojo y resignacion. Pasaron en sus ojos uno detras del otro, engarzados entre si como los vagones de un tren de carga. ¿no se opondrian sin denunciar sus sospechas? No podian, no lo hicieron. Hubo ojos como manos que me empujaban sutil pero ferozmente hacia una replica. Pero empujaban en vano. No hubo replica. Nos fuimos.

Ibamos solos, libres de los ojos, libres de la casa, libres de la autoritaria seguridad de la mesa de roble. Micaela caminaba como una bailarina, y yo me sentia como si me hubiese salido con la mia. Apenas hicimos algunos pasos y ya me tenia de la mano. La mire y se reia. Comprendi que se burlaba de todos ellos, y probablemente de mi tambien. Pero yo le gustaba y ellos no. Esa era la diferencia. A ellos los despreciaba, los odiaba. Principalmente a mi tia. Quizas me habia visto ese mismo filo metalico en la mirada. Mientras jugueteaba con mis dedos empezó a hablar pestes y tormentas de toda su familia y tambien de la mia, sin preocuparse por ofenderme o incomodarme. Realmente me gustaba cuando hablaba asi, con esa irreverencia.
¿cuando habia yo jugueteado asi, con las trenzas y los dedos de una adolescente? Ya no podia recordarlo. Me sentia afiebrado, ridiculo, casi furioso. Decidi que desde ese momento estaba enamorado de Micaela, mas por rebeldia y fuerza de voluntad que por algun otro misterioso mecanismo de esos que tan comunmente se le atribuye al amor. Yo no sabia que era el amor. No lo sabia ni queria saberlo. Las piernas y los dedos de la adolescente eran despertarse de una pesadilla en otra pesadilla.
Podia decidir odiar, podia decidir amar. Eso era nuevo para mi. Habia descubierto un lago, una puerta, un nuevo tipo de movimiento.
La colegiala me gustaba porque era feliz, y era feliz porque no sabia en que consistia la felicidad. Ni siquiera se lo preguntaba. Tal vez ahí estuviera la cosa.
Llegamos a la heladeria cogidos por la cintura. Pasamos de largo la heladeria. Que se consigan su helado como puedan, esos imbeciles. Ademas, nos habiamos olvidado los cinco gustos. Cruzamos la calle, doblamos en una esquina a la derecha, en otra a la izquierda. ¿quien llevaba a quien? No lo sabiamos. ¿a donde ibamos? No lo sabiamos con certeza. Teniamos algo de plata, un poco mas de lo necesario para comprar un kilo de helado. Las posibilidades eran infinitas.

18 oct 2018

Como Cazan las Leonas

Se desperto de repente, sobresaltado. Cuando despertaba sintio como si le hubieran dado un golpe, un golpe pero desde adentro. Abrio los ojos e inmediatamente constato que no sentia dolor alguno, mas alla de una subita presion en las sienes propia de los despertares apresurados. Mirando la oscuridad, se mantuvo sin pensamientos solo por un instante, y luego inmediatamente tuvo miedo. Sabia que tenia que ir al baño, que tenia cruzar el pasillo y... sin saber por que o como es que lo sabia, supo que no estaba solo. Sentia la presencia de alguien mas.
Se destapo hasta las rodillas y se sento en la cama. Dio un par de torpes golpes en la mesa de luz, casi volcando el vaso con restos de gaseosa, hasta que encontro lo que buscaba. Pulso la perilla y entrecerro los ojos, cegado por la irritante luz electrica del velador sin pantalla. Se tapo el ojo derecho con la mano y haciendo foco, miro con ahico hacia la puerta entornada. Su mirada se perdia en la rendija de la puerta, un amenazador rectangulo de negrura. Sintio como si mirase una fosa marina, como si mirase un abismo. Supo que desde la oscuridad, algo en el pasillo le devolvia la mirada.
Estuvo asi, largos minutos, atisbando al pasillo con el telescopio de su ojo izquierdo. Detestaba haberse despertado asi, a mitad de la noche. Eran exactamente las cuatro y dieciocho de la madrugada. Faltaban dos o tres horas para la salida del sol. El sol era lo unico que podia salvarlo de aquello. La luz electrica no alcanzaba. Apenas bastaba para que eso del pasillo se mantuviese a raya, agazapado pero acercandose, como una serpiente o un cocodrilo. Y entonces se dio cuenta: ¡tenia que ir al baño!
Tenia unas ganas irremediables, irresistibles, impostergables de hacer pis. Se hubiera dado cuenta al instante si fuese de dia, si no hubiese sentido como un golpe, si aquello no lo mirase sin ojos desde el pasillo, siseando, reptando... y mientras tanto la uretra comprimida como un ladrillo, aguantando, bien por el momento, pero no por mucho tiempo.
Penso en apagar la luz e intentar dormirse, pero supo que seria en vano. Su mente podia abstraerse de cualquier cosa. Confiaba en poder dormirse en un terremoto o antes de ir a una guerra. Podia intentar olvidarse de las ganas de hacer pis o podia intentar olvidarse de la cosa del pasillo, pero no podia olvidarse de ambos. Tenia que hacer pis, tenia que asegurarse de que lo del pasillo fueran solo imaginaciones suyas.
Salio de la cama, haciendo un bollo las sabanas. Tenia las piernas transpiradas, fruto de no haberse destapado del todo. Algo en su cuerpo habia encontrado el valor para moverse, como si hubiera encontrado una llave en el fondo de una piscina. Se estaba poniendo las ojotas cuando escucho un ruido. Venia del pasillo. Se oia y dejaba de oirse. ¿a que sonaba? a pasos. Pequeños pasos, pasitos como de paloma o de gato, acolchonados... si. Eran pasos acolchonados, pero de algo que escondia cuchillos entre los almohadones de las patas. Penso en una paloma enorme y monstruosa, que lo esperaba con ojos vacios como botones, algo asi como un pterodactico de alas plegadas o un velocirraptor emplumado. Los pasos parecian alejarse hacia el living, hacia la cocina, hacia la puerta de la calle, solo para (al parecer) acercarse de nuevo al living, al pasillo, casi hasta la puerta de la pieza. Iba y venia. Patrullaba. Algo rondaba por la casa.
Parado en la habitacion, se lamento de no tener ventanas, se lamento de estar solo. Si al menos pudiera llamar a alguien, golpear las paredes, de algun modo pedir auxilio. Pero estaba solo. No podia hacer ruido, ¿quien escucharia, que diria de todos modos? y tenia que salir, tarde o temprano, de la habitacion.
Tuvo una idea. Entre su pieza y el baño estaba el pasillo. Podia llegar al baño de tres saltos. ¿estaria abierta la puerta del baño? Creia que si. Si salia cuando los ruidos parecieran venir de la cocina o de la puerta de calle, podria llegar al baño antes de que aquello llegara hasta el.
Espero a que los pasos se alejaran y salio a los saltos. No se le habia ocurrido la posibilidad de que la aquello del pasillo fuese mas de uno, de que los pasos fuesen solo una trampa, algo similar a la tactica de caceria de los leones. Mientras pensaba esto, a la velocidad del relampago, tambien llego a pensar que habia llegado a salvo. Pero cuando quiso cerrar la puerta del baño, sintio que algo le aferraba el brazo. Luego ya no pudo pensar.
Lo que paso a continuacion no tenemos manera de saberlo, pero podemos hacer las especulaciones gratuitas de rutina. Por los restos encontrados en el suelo del baño, que aquello del pasillo tenia garras y colmillos, y que eran varios ejemplares de cuerpos fuertes y pesados. La autopsia determino que la causa de muerte fue por asfixia. Se cree que la victima habria sido derribada y luego estangulada tapandole los la boca y los orificios de la nariz. Por la cantidad de sangre y organos faltantes, las teorias apuntan a que son depredadores carnivoros.
Identicamente a los casos anteriores, se lo hara pasar por un asesinato. Estos ataques ocurren, en estos dias, cada dia mas seguido. Las autoridades, tanto medicas como policiales, no tienen una idea definida de la naturaleza de los o las asesinas. Los peritos hablan de sectas, los ufologos de alienigenas, los criptozoologos de extraños animales al estilo del chupacabras.
Las muertes estan aumentando, pero claro, cierto es que hay en este mundo problemas mayores, como el Cancer o los accidentes de trafico.

Hace un mes que no escribo, pienso. En realidad no hace un mes, sino solo unos cuantos dias.
Ahhh, pero leo mucho. Eso si. Es maravilloso lo mucho que leo. Leer, muchas veces, es como mirar television o dormir: una fantastica excusa para no pensar. Y sin embargo siento que deberia escribir, que deberia hablar, que deberia pensar.
"Ya volvere a escribir algo, ya hablare, ya tendre ideas nuevas", pienso, y eso es una idea vieja. Los viejos surcos del cerebro por donde pasa la pua de la conciencia. Surcos ya gastados, las viejas zapatillas del pensamiento, las mas comodas y queridas de todas. Fantasias que vuelven una y otra vez, pavlovianamente. La loteria, la inmortalidad, la revolucion violenta en las calles, la capacidad de hacer la fotosintesis, un viaje eterno y perpetuo despues de la muerte. Fantasias que vuelven.
Siempre pienso que habra una proxima vez para todo. Ya volvere a verte, ya volveremos a tal sitio, ya escuchare nuevamente el canto de los pajaros, ya habra tiempo para ver el mar, haremos esto ahora y aquello la proxima. La proxima, mañana, luego. Pero cada dia hacemos o vemos algo por ultima vez. Personas y lugares, importantes o insignificantes, entran y salen de la ventanilla del tren en el que viajamos. Solo tenemos un vistazo, un instante fugaz para percibir ese arbol o ese perro blanco que parece un cachorro de oveja. Salimos por la puerta casi sin saludar, elevando la mano con desgano o solo encogiendo los hombros porque pensamos que ya habra una proxima vez.
A veces creo estupidamente que la gente esta en un cuarto oscuro esperando a que yo entre para renaudar su existencia en el punto justo en el que estaba cuando yo sali de ese cuarto, como si fuesen marionetas de algun teatro mecanico llamado vida. Como si los bares o las calles no tuvieran su traicionera vida autonoma e independiente, ferozmente mutable. Mis imagenes mentales son estaticas, el mundo es dinamico. Y entonces es imposible evitar la tristeza que me provoca el cambio de color de una pared o un corte de pelo o un cambio de dueños o incluso de cocinero. Siento como si esas cosas perdidas estuvieran vagando por algun espacio exterior, como si de buenas a primeras pudieran volver a ingresar, por la puerta trasera, al orden de las cosas.
Es como si la vida no fuera una linea sino mas bien las ramas de un arbol, en donde las mismas cosas se pierden y se reencuentran, se pierden y se reencuentran, se pierden y se reencuentran sin parar.
La gente se muere. Nace. Cambia. Miente. Aprende. Olvida. No puedo sentarme a la mesa dos dias seguidos con la misma persona. Porque yo tambien nazco, muero, cambio, miento, olvido, aprendo.
Lo unico que puedo hacer es sostener la mentira eliminando el engaño. Hay varias clases de mentiras que, como ciertos venenos, son benignos segun el caso.
Llegara el dia en que un poema sea mi ultimo poema. En que un cuento sea mi ultimo cuento, un baile el ultimo baile, un beso el ultimo beso. En su momento sera banal y a retrospectiva sera futil. En mi ultima charla hablare de banalidades, hare chistes ridiculos, mirare con desgano por la ventana o al monitor de una computadora. Y cuando intentes recordar esa ultima charla, con exigencias de hallar algo trascendental en ella, veras que en realidad no hay nada que recordar, o que honestamente no te acuerdas, y estara bien.