15 jun 2020

Meisterstuck

Ayer fue Sábado y se hizo asado. Mi viejo y mi tío no se veían hace mucho. Habían discutido en Pascuas o en Navidad, no lo recuerdo. El asado fue una especie de conferencia de paz. Habia salido bien, por supuesto, lo cual significa que había salido horrendamente mal. O uno y lo otro; Tal vez ambas cosas.
Mi tío llego al mediodía y se fue en algún momento indeterminado entre la noche y la madrugada. Habian empezado lento, ambos tratándose con distancia, con una falsa cortesía que se me antojo ridicula para dos personas que no solo se conocían de toda la vida, sino que eran hermanos.
A medida que preparaban el fuego y avanzaba el asado y, sobre todo, a medida que vaciaban botellas de cerveza y cajas de vino fueron recuperando su química habitual con la correspondiente pendiente de risas, anécdotas y viejas discusiones que sin embargo se discutían con el énfasis de una nueva. La pendiente positiva, euforica como era, llegaba hasta cierto punto y luego empezaba su ciclo descendente, que generalmente desembocaba en una nueva pelea ocasionada por una banalidad tan ridícula como la de la anterior. Acerca de estos asados que empezaban con abrazos y terminaban con tarascones tenia varias teorías.
Como tantas otras veces yo los acompañaba vaciando latitas de cerveza y viéndolos ahora abrazarse, ahora discutir, ahora putear, ahora reírse como quien mira una pelicula que vio demasiadas veces: anticipando las cosas al mismo tiempo que finjo sorprenderme de mi cara para afuera. __A cierta altura de la noche comencé  a sentirme cansado y francamente ebrio, por lo cual me fui a mi

 cuarto sabiendo que ni siquiera notarían mi ausencia, enzarzados como estaban ya en la enésima discusión acerca de quien sabe que. Ya en mi pieza me deje caer sobre la cama y me hundí en un sueño tan pesado como automático. En sueños crei escucharlos discutir un rato mas.
La mañana siguiente, luego de luchar un buen rato por levantarme, consegui vestirme y sali a comprar cigarrillos. Entonces me encontré el Taunus estacionado frente a la puerta. Fui y volví del Kiosko. Me encontré a mi viejo sentado a la mesa, con esa mirada perdida que le conocía tan bien y que era habitual en sus resacas. Tire los cigarrillos sobre la mesa y espere. ¿que esperaba? Ni yo mismo lo supe. Me miro y lo mire. Ninguno dijo nada. A ambos nos costaba volver en si después de una noche larga.

- ¿Roberto ya se fue? - le pregunte por decir algo.
- Mmmno - me gruño, sin mucha convicción. Pareció dudar unos segundos y de vuelta dijo que no, que seguro se habia ido en algún momento de la mañana. - Le dije que se podía quedar a dormir pero ya sabes como es, el pelotudo - agrego.
- Si se fue se habrá ido caminando, porque la cupe sigue afuera - le comente. De repente los ojos de mi viejo recuperaron su inteligencia. fue solo un instante, similar al parpadeo que hace la llama de una vela si le da una corriente de aire.
- Anda y mira si no dejo las llaves puestas, hacerme el favor - me pidió el mientras se llevaba una mano a la cabeza. Tuve ganas de contestarle que fuera el mismo a ver, pero sabia que esa mano en la cabeza simulaba un dolor de cabeza inexistente o exageraba uno real, y que fuera como fuera me iba a contestar con un pretexto. Fue a ver y efectivamente, las llaves estaban puestas. Para cuando volví de la vereda mi viejo ya se había ido a pegar una ducha. Me encerré en mi cuarto - es un decir, porque mi pieza tenia y siempre tuvo una puerta sin llave - a escuchar música. Entre tema y tema no escuche ningún ruido, por lo que supuse que de la ducha el viejo se habia ido a dormir de vuelta. Mientras yacia tendido en mi cama me rondo la idea de que era efectivamente muy raro que mi tio dejase el Taunus.
A eso de las cuatro o cinco de la tarde me arrastre hasta la heladera a rebuscar las sobras del asado con la intención de hacerme un sándwich  y entonces me lo encontré en la mesa, masticando algo que parecía ser un choripan.

- Veo que ya estas mejor - le dije sin detenerme. Me sonrió sin dejar de masticar, como diciendo "de maravilla". -¿quedo pan?
- En la panera.
- ¿Estas tomando algo? - le pregunte de forma retorica, porque ya había notado que ni siquiera se había puesto un vaso.
- Nada, ahora que lo decís. ¿abris una?
- Acá hay un par de latitas - dije cerrando la heladera. Corte dos o tres lonjas de un vacio de dudosa suavidad (mi tío se había encargado de la carne y era sabido que le salia dura como un zapato) y me arme un sanguche con tomate y salsa criolla. Me senté. La television, sin volumen, mostraba un resumen de los goles de la fecha del sabado. Comimos en silencio.

- ¿me acompañas a llevarle el auto a tu tío? - me pregunto después de un rato.
- Depende de cuantas latitas nos tomemos.
- Solo estas, terminamos de comer y vamos - dijo el.
- Entonces si.

Mi viejo siempre había tenido algo con el coche de mi tio. A veces parecia que ese algo era admiración, otras, odio. ¿lo codiciaba, se lo envidiaba en pura regla? ¿o acaso sentía por el una verdadera repugnancia?  Como todo en la vida, la realidad era quizás mas compleja que uno o lo otro. La realidad solia ser una mezcla retorcida y endemoniadamente enrevesada de ambas cosas.
Mi viejo habia sido primero operario metalurgico y luego remisero, primero del auto de una agencia del barrio, luego, tras años de juntar plata, de un renault 18 del 96 que habia tenido que vender en la hecatombe del 2001. Como obrero, nunca habia podido tener un auto propio.
Mio tio Roberto, o Robert para los amigos, habia tenido una juventud bastante disipada. Segun yo sabia, estuvo muchos años como bola sin manija, viviendo de un poco de changas y otro poco de la ayuda ajena hasta que, en algun momento de mediados del 86 o del 87, habia empezado a instalar antenas televisivas con un amigo y la cosa habia prosperado. Habia prosperado con una facilidad que nadie se explico en ese entonces y, sospecho, que tampoco nadie se explica ahora. El (o tal vez el amigo, o ambos) habian logrado patentar un modelo de antena o quizas una mejora en un modelo existente, con tan buen tino que habian conseguido cierto contrato con el gobierno de la provincia. Con este contrato tuvieron muchisimo trabajo y muy buenas ganancias en la mitad de los noventa. Y entonces, justo en una epoca que para una gran cantidad del pais - en la que estaba incluido mi viejo - todo se habia venido abajo en un aluvion de despidos, de suspensiones, de inflacion , de flexiblilizacion, mi tio habia levantado cabeza y se habia comprado, entre otras cosas mas suntuosas que despues fue vendiendo, aquella Coupe Ford Taunus de color dorado arena que hasta el dia de hoy le ponia a mi viejo los pelos de punta.
Por supuesto, el nunca lo reconocio de forma expresa. Era demasiado orgulloso, demasiado egocentrico como para aceptar esa envidia. Tal vez lo que realmente le molestaba era la facilidad con la que mi tio habia paleado la crisis. Si bien habia tenido que ajustarse en algunas cosas, habia sabido colocar bien sus ganancias de esos buenos años y se las arreglaba bastante bien.
Mi viejo, en cambio habia tenido que vender su auto conseguido con años de trabajo, mi tio de alguna manera habia conseguido conservar parte de su - para mi viejo injusta - buena estrella incluso en plena catastrofe. Ademas de eso, tambien estaba el hecho de que la epoca en que mi viejo vendio el Renault 18 fue tambien la epoca en la que estaba separandose de mi vieja. La separacion la tomo siempre como un fracaso, como una derrota. Mi madre, de la que no quiero hablar mucho para no extender el relato, habia tomado las cosas de una manera mas simple y saludable; Para ella habia sido borron y cuenta nueva.
No podia negarse tampoco la posibilidad de que mi viejo, de que el resentimiento de mi viejo se originara en una asociacion de la Coupe Taunus con el pasado, con la epoca anterior a la crisis. En esa crisis, que para uno de los hermanos habia sido a la vez personal y publica, afectiva y politica, y que le habia costado tanto el auto como la familia, le habia permitido al otro conservar ese hermoso simbolo de estatus y de libertad que era el Taunus; Porque, hay que admitirlo, habia sido y seguia siendo un auto hermoso. Mi tio cuidaba el Taunus con una dedicacion casi enfermiza. Lo habia hecho pintar en el taller original al menos dos veces, siempre del mismo color, y usando la misma pintura de fabrica. El interior tambien se mantenia perfectamente cuidado. Y, mas alla de esto, las diferencias entre el Taunus y el Renault 18 eran patentes. Habian sido patentes ya en su momento. El 18 era un cuatro puertas - de lo cual sospecho, mi viejo estaba orgulloso al principio - un auto familiar. El de mi viejo era de un desgastado verde agua metalizado, que se fue despintando con el correr de los años. Mi viejo, a diferencia de mi tio, nunca pudo volverlo a pintar. Le iba haciendo arreglos. Siempre que podia juntar algo de plata se la terminaba gastando en alguna pieza mas importante que se iba desgastando: el embriague, el rotor de direccion, las bujias del motor, la bateria que se moria. Como mi viejo usaba el auto para trabajarlo doce horas por dia, las piezas se destruian continuamente en lo que poco a poco se iba volviendo una carrera de resistencia contra la economia. Finalmente, llego un dia en que se rompio una pieza que no pudo reemplazar, y desde ese entonces el 18 quedo varado en la puerta como un barco queda varado en una playa, despues de naufragar. No recuerdo si lo termino vendiendo por piezas o si lo liquido con alguno de los gitanos de la otra cuadra, pero lo cierto es que un dia desaparecio.
El Taunus, por otro lado, era un dos puertas. Mientras que el Renault 18 era un auto de baja gama, un gasolero, el Taunus era un auto americano producido en Alemania en la epoca de postguerra, una pieza maestra, una Meisterstuck hecha para durar. No se si calificaba como lo que las series americanas llaman "deportivo", pero del auto emanaba al mismo tiempo un aura de solidez y un no se que de libertad. Un dos puertas no sirve para la familia, no es un coche de alguien que asume compromisos. Y asi y todo -habia dicho mi viejo alguna vez - asi y todo ese dos puertas seguia en manos de su dueño irresponsable mientras que un (ex) padre de familia habia tenido que liquidar el suyo.

Dejamos los platos sin lavar en la pileta de la cocina - al final siempre terminaba lavandolos yo - y nos subimos al Taunus.

- ¿no es raro que haya dejado las llaves puestas? - le digo. Porque, ciertamente, era raro. El barrio no era de los mas peligrosos de la ciudad, pero tampoco estaba la cosa para dejar un Taunus tan lindo con la llave puesta y, ademas, mi tio cuidaba muchisimo de ese auto.
- Mnse - volvio a gruñir mi viejo. Hizo varios intentos y finalmente consiguio arrancar el auto. Me di cuenta que parecia nervioso. ¿nervioso? Seria porque era la primera vez que manejaba el Taunus.
- Tomamos mucho anoche - me dijo - Por ahi penso que no estaba para manejar y por eso lo dejo.
No era una mala explicacion. Tomamos por Alberdi, que es la calle de mi casa, y le pegamos derecho hasta entroncar directamente con la colectora General Paz. Mi tio vivia cerca del Tigre y teniamos un viaje corto de media hora mas o menos.
 - Tira bien el Taunus, ¿no? - me pregunto el viejo. Yo le respondi que si, porque habia visto que iba acelerandolo poco a poco. Era algo muy distinto, un coche con ese motor, siempre a nafta, ¿no? me decia el, y yo volvia a decirle que si en el momento justo en el que pasabamos del carril lento al carril intermedio, y luego esquivando una traffic demasiado lenta para el carril, de vuelta al lento pero solo por un segundo, porque inmediatamente volvimos al carril medio y el Taunus ya iba en tercera y casi pisando la cuarta. El motor tira parejito parejito, como un reloj suizo, una maravilla, sabes, y yo decia que si, que era una maravilla como respondia pero ya una de mis manos se agarraba del la manija de la puerta y la otra iba reptando por el asiento, buscando como quien no quiere la cosa el cinturon de seguridad que no aparecia por ningun lado - pero de todos modos a esa velocidad y por autopista un choque era fatal - hasta que finalmente deje mis dedos agarrados del respaldo del asiento, porque el Taunus rugia como un tigre por el carril rapido.
¿Se habra tomado el colectivo el tio? pregunte y el viejo respondio mne o no se y no volvi a preguntar porque vi que disfrutaba llevando el Taunus por encima de los cien y pico, y ademas porque no queria distraerlo con charlas insustanciales, que ademas eran estupidas porque sabiamos que el tio nunca tomaba ni el tren ni el colectivo ni un carajo, porque siempre iba a todos lados con el Taunus salvo esta vez, porque los que ibamos volando la Meisterstuck eramos nosotros. Volando, del rapido al medio para esquivar un suran que no es que fuera demasiado lento - pero no volaba - y entonces la puta que te pario correte del medio y vuelta - justo a tiempo para no chocar contra el Focus que estaba adelate - al carril rapido en donde por ahora, gracias a dios, no habia ningun coche.
- ¿no podemos ir mas lento? - le pregunte yo o mas bien, habria querido preguntarle, pero ya estando donde estabamos y sabiendo lo que sabia no quedaba mas que verlo sonreir mientras el Taunus tiraba parejo y estable como un jumbo jet.
Claro que el viaje hasta Tigre llevaba su tiempo y en algun momento alguien - mi tio tal vez, pero quizas no - iba a encontrar al Taunus dado vuelta y convertido en una masa informe de fierros y olor a quemado con uno, con dos o con tres cadaveres adentro.

10 jun 2020

Aventura en el Bosque del Oeste

El asalto a la caravana debía de salir según lo planeado. No eramos novatos. Nos dedicábamos a ello desde hacia muchos años. Habíamos marcado la caravana y conocíamos muy bien la ruta que seguía desde el Castillo de Utgard hasta las montañas exteriores. De hecho, ya habíamos asaltado varias caravanas similares que recorrían la misma ruta. El sendero que lindaba con el bosque del oeste era perfecta para nuestras incursiones. Los arboles nos proporcionaban el escondite ideal. Teníamos nuestro campamento en la parte exterior del bosque, pero definitivamente bien cubierto y, lo mas importante, invisible desde la ruta comercial.
Por estas razones nuestra confianza era tal vez demasiado grande. La suerte que veníamos teniendo, la facilidad con la cual llenábamos nuestras bolsas debió habernos advertido del peligro. La confianza, si es muy grande, se convierte en la venda preferida con la que nos ciegan los dioses.
Estabamos sobre la caravana cuando descubrimos que sus carretas se hallaban repletas de soldados y mercenarios, pagados por el mismismo soberano de Utgard para acabar con nosotros. Al parecer, nos habiamos vuelto mas notorios de lo que suponiamos. La comitiva que escoltaba la caravana estaba fuertemente armada, sin contar que entre nosotros se contaban mas ladrones que guerreros preparados para el combate cuerpo a cuerpo, por lo cual emprendimos la huida. Lamentablemente entre los mercenarios habia arqueros y ballesteros, que se cobraron la vida de una buena parte de nuestra banda. El resto, heridos o milagrosamente ilesos, logramos llegar al lindero del bosque, donde nos dispersamos, pues aunque el grueso de los soldados se habia quedado con la caravana, algunos se habian lanzado a caballo detras nuestro, lanza en ristre, para lograr la mayor cantidad de cabezas posibles, puesto que seguramente el soberano les pagaria por cantidad. Como yo era uno de los cabecillas, sabia que vendrian por mi, por lo que me esforce por perder a mis perseguidores internandome mas y mas en la espesura.
Por supuesto, sabia que al hacer esto corria un grave peligro, pues el bosque del oeste se extiende por kilometros y kilometros, llegando hasta la frontera misma del reino. Se extiende tanto que nadie sabe, a ciencia cierta, donde termina su parte oriental. Incluso nosotros los bandidos sabemos que, pasadas ciertas señales claramente marcadas, termina el bosque habitable, el bosque humano, y comienza un bosque completamente diferente, un bosque del que se cuentan historias, un bosque que no tiene ningún nombre en particular - porque todos los bosques encantados son de cierto modo el mismo- sobre el que se cantan extrañas baladas y que se supone habitado por todo tipo de criaturas extrañas. Valga decir que en aquel momento no tenia tiempo para reflexionar sobre estas historias y que, habiendo sido siempre hombre practico y racional, no creia para nada en aquellos cuentos de viejas, que era como los catalogaba entonces. Suponia que los peligros de la foresta cerrada eran mas bien de otro tipo: peligros propios de la naturaleza como animales peligrosos o caminos dificiles, que la imaginacion del vulgo transformaba luego en leyendas fantasticas. Tenia la esperanza de que mi perseguidor, mas supersticioso que yo, no se arriesgara a perseguirme al interior del bosque, y en efecto asi fue. Me persiguio un corto trecho e incluso llego a desmontar, pero luego de varios minutos de intensa persecuccion note que solo escuchaba mis pasos. Por precaucion continue a plena carrera durante quince o veinte minutos, hasta que por fuerza tuve que detenerme a tomar aliento. Mientras me recuperaba, escuche alrededor y constate que me hallaba completamente solo y que, ademas, no tenia la menor idea de donde me hallaba.
Sin dudas me habia internado, a esas alturas, mucho mas alla de los limites. En mi huida habia creido ver, de manera tan fugaz que era imposible saberlo con certeza, una de las marcas de advertencia tallada en un arbol. Las marcas, que formaban algun tipo de barrera simbolica o magica, estaban talladas cada cierto trecho, y constituian una frontera interna entre ambos bosques.
El lugar donde me hallaba era un pequeño claro de un bosque de arboles altos y bastante viejos, que se elevaban hasta tocarse en lo alto. sus ramas bloqueaban parcialmente los rayos del sol, tiñendo el aire dorado del atardecer de un verde tornasolado. Decidi que, dado que ya caia la tarde, no era seguro volver al campamento. Si los mercenarios lo habian encontrado, estarian saqueandolo en ese mismo momento, y nada les impedia pasar l noche en el lugar. Si volvia y me los encontraba podia esperarme un futuro nada prometedor. La caravana tendria que partir tarde o temprano, y lo mas probable era que lo hicieran al dia siguiente, llevandose todos los bienes que habiamos acumulado. Claro que tambien podia ser que no hubieran encontrado el campamento, y si era asi de nada me valia volver ahora, puesto que al hacerlo me volvia a poner en peligro. La opcion que me quedaba - pasar la noche en aquel bosque extraño, armado solo con mi daga y con mi capa como unico abrigo - tampoco se mostraba como una opcion feliz. Luego de pensarlo un rato decidi que lo menos peligroso era volver al campamento o, al menos, a algun punto cercano y seguro a este, desde donde podria observar si estaba ocupado.
Comence a caminar de vuelta hacia en lo que creia era la direccion correcta, esto es, volviendo sobre mis pasos e intentando hacer el camino inverso de la huida. Habia pasado gran parte de mi vida dentro de los bosques y tenia plena confianza en hallar el camino de vuelta, pero bien pronto me di cuenta de que estaba equivocado. Para empezar, habia llegado a aquel bosquecillo descendiendo por una pendiente de arboles jovenes, por lo cual el primer paso para ponerme en el camino correcto era subir esta misma cuesta, pero resulta que jamas pude hallarla. Segun recordaba, no podia estar mas que a cinco minutos de caminata hacia lo que creia era el oeste, pero luego de llevar un cuarto de hora de marcha, tuve que aceptar que o bien mis memoria era imprecisa o bien habia errado en la direccion. No podia ser ni lo uno ni lo otro, y sin embargo me hallaba todavia en una zona abovedada por enormes arboles antiguos. Volvi una vez mas sobre mis pasos y me volvi a encontrar, luego de un rato, en un claro muy parecido al del comienzo, aunque a esas alturas ya no estaba seguro de si era exactamente el mismo, pues no conocia el lugar y bien podia haber decenas de claros similares. Intentando aferrarme a la logica, decidi pensar que era el mismo y volvi a emprender el rumbo corrigiendo mi direccion a lo que estaba seguro era el oeste. A los pocos minutos tuve que cruzar un pequeño arroyuelo, lo cual por un lado me tranquilizo, pues estaba yendo en una direccion distinta al de la primera vez, pero tambien me preocupo en igual parte, pues no recordaba haber cruzado ningun arroyuelo en mi huida. Claro que aquel murmuyo de aquel arroyo era casi mudo, pues era poco mas que una corriente de agua, y bien podia haberla saltado sin darme cuenta. Mache un buen trecho en esa direccion hasta que, con verdadero fastidio, tuve que reconocer que habia vuelto a errar el rumbo y que, peor aun, estaba francamente perdido.
No estaba seguro de como volver a lo que antes habia considerado mi punto de partida. Me di cuenta entonces de que, mientras caminaba, algo extraño me habia ido ocurriendo. Mi animo se habia serenado de una forma poco natural para la situacion en la que estaba. Ambas veces habia creido estar en el camino correcto, pero esta conviccion no habia emanado de ninguna observacion sino de una confianza que creia era interna, pero que, pensandolo bien, podia tambien atribuirsela a algun tipo de hechizo. ¿No habia oido historias de viajeros que quedaban atrapados por algun maleficio que los obligaba a caminar el circulos? Recordaba una historia en particular, llamada "el bosque del espejo", en donde una bruja hechizaba a un cazador que mataba a sus venados - o tal vez era a un leñador que talaba sus arboles - con un encantamiento de espejo. Asi, mientras mas intentaba el cazador volver a su choza, mas se alejaba de ella. El secreto para regresar estaba entonces, para el desafortunado cazador, en encontrar el camino exactamente opuesto al de regreso. ¿como terminaba la historia? No podia recordarlo, pero algo me decia que la bruja conseguia su cometido y el cazador se perdia irremisiblemente en el bosque, o bien quedaba atrapado en una horrenda torre, o bien quedaba esclavizado por la hechicera en forma de animal. Tambien habia odio cuentos de bosques circulares y de bosques esfericos, verdaderos laberintos en donde todos los puntos quedaban exactamente en el centro, y donde no habia manera de acercarse a la periferia a no ser que las deidades del bosque lo permitieran.
Mi caso era igual de preocupante. Habia permitido que algo - o alguien - me privase de mi sentido de la orientacion, y ahora me parecia que todos los arboles de aquel paraje eran exactamente igual de impersonales, como si fueran copias exactas de lo mismo. Camine otro trecho y volvi a encontrarme en un pequeño claro, casi identico a los anteriores pero - me parecio - con algunas pequeñas diferencias. Habia, por ejemplo, un arbol caido que no habia visto o al menos notado anteriormente. Me sente e intente ordenar mis ideas, pero era en vano. Algo parecia nublar mi mente poblandola de una inaudita indolencia. Sabia que quedaba poco tiempo de luz - tal vez una hora y media - y que una vez que oscureciera mis chances de encontrar el camino serian aun menores, pero una sensacion de tranquilidad y hasta de somnolencia me mantenia tranquilo; Sin poder alarmarme del todo, comence a pensar que quizas lo mejor seria, dado que por el momento no podia volver, pasar la noche en aquel claro, en donde la menos la luz de la luna me protegeria contra alguna amenaza si es que la habia. Estaba a punto de dejarme convencer por esta seductoria idea cuando escuche el sonido una rama quebrandose. Inmediatamente sali de mis ensoñaciones y aguce el oido. ¿realmente lo habia escuchado? ¡si, ahi estaba! ¡y ahi esta de vuelta! Eran pasos. Pasos quedos y acolchonados, pasos de alguien - o algo - que se esfuerza por hacer el menor ruido posible. Me gire en la direccion de la que venia el sonido y lleve mi mano al cinturon del que pendia mi daga. Si se trataba de algun animal, podia matarlo y asegurarme la comida de esa noche. Y si se trataba de una persona...
Los arbustos del frente se movieron y grande fue mi sorpresa cuando vi salir no una fiera ni un mercenario, sino un gran gato pardo de grandes ojos amarillos. El gato se detuvo, mirandome, en el extremo mismo del claro. Movia la cola con expectacion y no parecia con intenciones de avanzar mas. Era demasiado grande para ser un gato normal y, ademas, era ridiculo que un gato estuviera en lo profundo de aquel bosque. Se me ocurrio que a lo mejor era un animal similar al gato, y estaba a punto de acercarme un poco mas para comprobarlo cuando una voz me hizo girar sobre mis talones. Venia del sitio exactamente opuesto a aquel por el que habia aparecido el gato. Al mirar en aquella direccion, una intensa luz dorada me cego por unos instantes. Tarde unos segundos en comprender que se trataba solo de la luz del ocaso, que casualmente habia atravesado el ramaje. Oculta por esta luz, avanzaba hacia mi una figura encapuchada. Empuñe la daga y me agazape, intentando determinar si era una amenaza. Al ver la daga, la figura se detuvo unos instantes. Luego comenzo a caminar de vuelta, ya no directamente hacia mi, sino rodeandome, pero reduciendo poco a poco la distancia. Mientras caminaba se iba despegando, poco a poco, de la luz crepuscular, por lo cual pude ir viendo progresivamente su aspecto. De repente note que tarareaba una letania triste y melancolica, con una melodia que me traia recuerdo vagos e imposibles de precisar, como si se tratase de una cancion antaño querida pero luego olvidada.
La voz me indicaba que se trataba de una mujer, aunque en realidad, observando la figura, descubri que se trataba de apenas una chica, de una chica que estaba en el borde impreciso entre la juventud y la niñez. Sobre su figura no podria decir gran cosa, puesto que llevaba una capa bermeja con caperuza, que la cubria desde la frente hasta las largas botas de cazadora - unas botas de cuero de extraño diseño - que le llegaban hasta las rodillas. Llevaba la capa cerrada y la caperuza tambien cerrada, por lo cual no podia saber si llevaba algo - algun arma, por ejemplo - debajo de la capa. Una parte mia me decia que lo mas prudente era guardar distancia, pero otra parte, que por cierto no me era menos ajena a mi que la racional - me instaba a acercarme a aquella joven y a su misteriosa cancion. Instintivamente volvi a mirar en direccion al gato y note que habia desaparecido.
La joven continuaba caminando y comprendi que si no cambiaba su curso, terminaria por atravesar el claro y perderse en el bosque. Casi sin darme cuenta comence a seguirla hasta que estuvimos caminando uno frente al otro. Yo avanzaba mirandola para intentar captar su atencion. Queria descubrir sus facciones, pero ella mantenia la cabeza gacha y oculta en la caperuza, y lo unico que podia ver eran dos largos bucles de cabello oscuro y ensortijado.Al darme cuenta que estabamos a punto de salir del claro, me decidi a hablarle y pase tanto a presentarme como a preguntar por ella. ¿como se llamaba? ¿vivia en alguna parte del bosque? ¿sabia acaso las señas para volver a la ruta comercial? La joven seguia caminando, ignorando completamente mis preguntas. Me di cuenta entonces de que muchas naciones tenian por irrespetuoso el dirigirse a una doncella en solitario, y pense que quizas este fuera su caso. Tambien era posible que no comprendiese mi idioma. O tambien era posible que me ignorase por razones deliberadas, aunque entonces...
Justo cuando llegamos al borde del claro, la joven se detuvo al pie de un Roble. Coloco la mano sobre la corteza del arbol y murmuro algo ininteligible. Giro un poco la cabeza en mi direccion y vi que tenia facciones delicadas y la piel blanca como el lirio.
- Puedes fiarte del roble - me dijo en un susurro.
- ¿que? - fue todo lo que atine a decir.
- Puedes fiarte del roble - volvio a susurrar - Es poderoso, pero venebolo. Puedes cofiar tambien en el Olmo y en la bondadosa Haya, y tambien en el casto espino.
- ¿ah si? - dije con total incredulidad.
- Puedes fiarte de ellos, pero ten mucho cuidado del resto.El Avellano no es peligroso pero no te ayudara en absoluto, lo mismo que el Cipres. No corres riesgo si no los molestas. Pero definitivamente cuidate del Fresno.
- Niña, ¿me estas hablando de los arboles? Lo que a mi me interesa es salir de aqui lo mas rapido posible, por lo que... -
- Lo que te digo, viajero, es de tu interes. Huye del horrendo Fresno y cuidate de la traicionera sombra del Aliso. No confies en la venenosa vid y recuerda que el sauce es rencoroso y vengativo con los hombres.
- No tengo miedo de los arboles mas que cuando estoy trepado sobre alguno de ellos - le respondi en sorna - ¿puedes indicarme el camino de regreso?
- Lo lamento mucho, pero no puedo - dijo ella - cada cual debe seguir su propio camino. Ademas, ya es demasiado tarde. El sol se oculta - dijo señalando al cielo - y debes saber que la noche de los hombres es el dia de otros seres.- La forma oracular en que aquella niña pronuncio esta frase me produjo una sensacion opresiva en el pecho. Le pregunte a que seres se referia y me dijo que en el bosque, por la noche, habia todo tipo de seres. Seres que de dia dormian en los arboles.
- Las esencias despiertan por las noches, y andan tan libres como nosotros. Por eso te prevengo: no se puede razonar con todos ellos.
Haciendome una reverencia, la joven volvio a enfundarse en su capucha y comenzo a alejarse. Algo dentro mio me advirtio que no tenia sentido seguirla.

- Si tienes problemas, piensa en la cancion - me dijo, ya de lejos. Luego continuo internandose en el bosque.

Aquel encuentro disipo totalmente aquella placidez intransigente que me había poseído hasta el momento, y cai en la cuenta de que tenia que prepararme para una noche llena de peligros. Sin duda, habia alcanzado la parte magica del bosque y no podría abandonarla hasta romper el sortilegio, lo cual siempre exigia, segun las historias que ahora me veia forzado a creer, a cumplir alguna prueba o atravesar algún peligro. Mientras el sol se ocultaba, comence a dar vueltas por el claro, cada vez mas intranquilo.
Mientras antes me parecía que el claro era un lugar seguro, ahora se me aparecia como completamente lo opuesto, como un coto de caza para lo que sea que, como habia dicho la joven, caminara de forma nocturna por aquel paraje. Si algo me encontraba alli, no me quedaba otra alternativa que la lucha. No habia donde esconderse. Mi miedo de decia que la opcion mas inteligente no era luchar, que tampoco era huir. Era esconderse. Debia hallar un refugio sin perder un solo segundo. Me sorprendio que yo, que me tenia por ladron experimentado, tuviera que convencerme con estos raciocinios de algo tan obvio. Sin dudas que habia algo raro en ese bosque.
Pero, ¿donde esconderme? Salvo aquel arroyuelo que cruce, no habia visto grutas, depresiones o algun paraje diferente de aquellos arboles tan parecidos unos a los otros. Examinando uno de ellos, constate que no tenia ramas bajas. Trepar por ellos, solo con la daga como herramienta, era una tarea dificil. El diametro del tronco era bastanta grande y las cortezas eran duras y pulidas, sin grandes hendiduras donde calzar el pie o la mano. Ademas, la separacion que habia entre arboles tan grandes los hacia inadecuados para formar ramajes que me soportaran arriba. Si trepaba, tendria que yacer sobre una rama, lo cual era no solo incomodo sino peligroso por las caidas. Pero, ¿no me habia advertido la joven algo acerca del Fresno, y otro tanto acerca del Cipres, y del resto de los arboles que habia mencionado? Cai en la cuenta de que todos esos arboles no eran arboles del mundo humano, y con esto quiero decir que por su forma y color no podia reconocerlos dentro de las especies que deberia haber en la zona. Finalmente, mientras yo seguia deambulando en la busqueda de alguna guarida, me soprendio la noche.
La expresion era precisa. O quizas podria decir que me asalto. Todo oscurecio de forma total, como si se apagase una vela. ¿acaso se me habia pasado el momento mismo del ocaso? Si bien era posible, se me antojo que aquella forma de atardecer tampoco era normal. Segui caminando. Decidi que iria en linea recta. ¿acaso podria orientarme con las estrellas? Era demasiado temprano para verlas y, de todos modos, deberia encontrar un claro para poder verlas, y ya habia decidido evitar los claros. Confiaba en que si bien no era lo suficientemente sigiloso para las bestias, quizas si lo seria para otros seres humanos. Y sin por ventura rondaba por alli algo que no era humano ni animal, entonces tendria que confiar en mi buena suerte para evitarlo, si bien es cierto que ultimamente me tenia un poco abandonado. Si seguia en linea recta quizas lograra llegar a algun sitio diferente. Luego de caminar un buen trecho, deslizandome lenta pero largamente entre los arboles, me di cuenta de que aquel bosque era silencioso como una tumba. No se oian Carabos, Buhos, Mochuelos otros pajaros nocturos. No se escuchaban insectos. No se escuchaba ni siquiera el sonido del viento. Pero no fue eso lo que pense, sino que la idea precisa que se me vino a la mente era que el bosque era silencioso como un sueño.Y entonces, apenas esta idea se me vino a la mente, tuve la certeza enloquecedora de que, de algun modo, alguna parte de mi habia estado durmiendo hasta ese momento. Pensar esto me provoco un inmenso bostezo y, cuando volvi a abrir los ojos, me sentia de una forma completamente diferente. Nuevamente era yo mismo. Algo, quizas mi percepcion, o mis pensamientos, se habia reactivado. Si bien todavia seguia sin oir ningun sonido, lo primero que note fue que muchos de los arboles habian cambiado. Todavia habia varios de aquellos arboles extraños, pero ahora habia en igual numero otros tipos de arboles que si conocia. A una corta distancia vi lo que sin dudas era un inmenso Roble blanco. ¿no habia dicho la muchacha que podia confiar en los robles? No tenia idea de lo que esto significaba, pero mentiria si no dijiese que senti una empatia y seguridad instantanea con aquel arbol. Me acerque y me sente contra el tronco, que en un sitio tenia una leve hendidura que se me antojaba perfecta para sentarme. Las raices me permitian ocultar buena parte de las piernas, y la postura era bastante comoda. Estuve recostado un buen rato y en cierto momento, sin darme cuenta, cerre los ojos. En algun momento debí de quedarme dormido, pero fue entonces cuando una voz muda -no encuentro otra forma de describir el tono de aquella voz - me hablo dentro de mi cabeza.

- Llegaste justo a tiempo - dijo la voz muda. - El te andaba buscando. Te hubiera encontrado de un momento a otro. Pero ahora, mientras estés conmigo, no puede hacerte nada.
- ¿Quien eres? ¿quien anda en mi caza?
- Ya lo sabes - me dijo la voz con un tono de reproche
- No se nada, no tengo la menor idea - le dije.
- Entonces eres mas tonto de lo que pense, ¿acaso no te advirtieron? - me dijo la voz con el mismo tomo. Comprendi que hablaba de la chica.
- Aquella joven dijo muchas cosas. No fue clara en lo absoluto - me defendi. No queria dar excusas, pero lo raro de la situacion me ponia a la defensiva.
- No podia ser directa, en el ocaso todos ya escuchamos algo No estamos despiertos del todo, no podemos movernos, pero podemos ver y escuchar. Y tu estabas muy cerca del Fresno. Te oia y te veia, y tambien te olia.
- ¿me olia? - exclame con cierta incredulidad. Jamas habia escuchado decir que los arboles tuvieran sentido del olfato, pues ciertamente no tenían nada parecido a una nariz. .
- No es necesario tener nariz para captar el aroma tan peculiar que tienen los hombres - me explico el arbol, aparentemente leyendome la mente.- Nosotros podemos captar muy bien cosas que a ustedes se les escapan. Y especialmente el. Es lo que tu llamarias un sabuezo, un cazador.
- ¿Te Refieres al Fresno? Supongo que tu tambien eres un arbol -  le dije, comprendiendo que de algún modo estaba comunicándome con el espíritu de aquel roble blanco.
- En efecto. Puedes llamarme Roble, si lo deseas. Te equivocarias solo a medias. Pero los hombres se equivocan solo a medio en casi todo lo que se figuran, y no solo los hombres.
- ¿Por que me persigue el Fresno? Si te soy sincero, me parece ridiculo la idea de que un arbol, que por ley esta atado a la tierra, pueda siquiera moverse, y mucho menos seguirme el rastro - le confese.
- La mayoria de los arboles son como tu dices; Pero, para no perdernos en palabras, simplemente te dire que hay otros arboles, arboles como yo, que pueden moverse. No sus cortezas, no sus raices, pero si... sus almas.
- ¿sus almas? Es la primera vez que escucho que tienen alma. Pero tambien es la primera vez que escucho hablar a uno, asi que supongo que es posible.
- Puedes llamarlo como quieras - me dijo el Roble - Fantasma tambien seria mas adecuado. O sombra. A diferencia de ustedes, algunos de nosotros, los mas viejos, podemos separar nuestra sombra de nuestro cuerpo durante el dia.
- Entonces no tengo nada que temer, pues la luna brilla en lo alto - lo interrumpi.
- Todo lo contrario - me aclaro - la noche de los hombres es el dia de los seres como yo. Todos somos, por decirlo asi, criaturas crepusculares. Dormimos con el sol, despertamos con la luna. El Fresno es bastante lento para despertar, pero ahora esta despierto del todo. Te estuvo oliendo mientras dormitaba y ahora que conoce tu olor es imposible que lo pierdas. Te alcanzara tarde o temprano, y tu moriras a menos que te protejas.
Aqui tengo que decir que, pese a todo lo que habia vivido, una buena parte de mi se mantenia sin creer una palabra de todo eso. Esa parte de mi creia que, simplemente, me habia quedado dormido y todo el dialogo era simplemente una ensoñacion. Un sueño generado por las emociones del dia y por las extrañas advertencias de aquella peequeña aprendiz de bruja.
- El Fresno es un cazador tanto como yo soy un pastor - volvio a decir el Roble. - El tiene facilidad para la caza, y yo para la palabra.  Mi tarea es guiar a los seres, y la del fresno, atraparlos. Yo quiero que sigas tu camino, pero el quiere enterrarte bajo sus raices.
Nos mantuvimos en silencio por unos instantes. De repente senti que una vibracion electrica muy leve se despedia del arbol.
- Abre los ojos - me ordeno aquella voz. Los abri y quede paralizado por un terror helado. Muy cerca mio, proyectando una sombra espectral que tapaba por completo los pocos rayos de la luna que se filtraban por el ramaje, estaba el ser mas horriblemente fantastico que yo habia visto en mi vida. No tendria palabras para expresar la repulsion y la enorme curiosidad que me asalto en ese instante y, si esta curiosidad no hubiera sido superada por un inmenso pavor, por un miedo tan grande que habia conseguido paralizarme, sin dudas me habria puesto de pie para comprobar que aquello no era un espejismo.
Frente a mi, y con una enorme garra de numerosos dedos largos como latigos, estaba lo que inmediatamente reconoci como el Fresno. Porque, en efecto, habia en sus formas algo similar al arbol del Fresno, pero estaba retorcido y deformado de tal forma que era al Fresno normal lo que un cadaver putrefacto es a un cuerpo humano. Aquello tenia la forma de una enorme sombra, aunque por momentos parecia tan solido como una roca, por otros daba la apariencia eterea de un espiritu. Tenia una altura enorme, de tres o cuatro metros, y un ancho similar al de un enorme animal de tiro. De sus costados emanaban dos enormes brazos que se coronaban en las enormes manos llenas de verrugas, una de las cuales extendia hacia mi con la clara intencion de atraparme. Mientras estiraba su brazo y extendia sus dedos, sus miembros crujian como ramas agitadas por el viento. Por fuera de esto, no parecia tener ningun rasgo: ni ojos, ni boca, ni nada por lo cual estudiar su estado de animo.
- Por supuesto que tiene boca - dijo el Roble - Debajo de esas horrendas raices sobre las que se arrastra tiene un molino capaz de triturar cualquier cosa, viva o muerta.
El Fresno extendio su garra y, cuando estaba ya a punto de cerrarla sobre mi garganta, inesperadamente se detuvo.El mas largo de sus dedos, llenos de pequeños setos que antes habia confundido con verrugas, estaba apenas a unos pocos centimetros de mi cara. Comprendi que no era que se hubiera detenido, sino que, por el contrario, se estaba esforzando por acercarse. Primero su sus dedos y luego toda su enorme garra comenzaron a temblar, no de miedo - pues era imposible que aquella cosa sintiera miedo de algo que no fuera ella misma - sino que de colera. Recien entonces me di cuenta de que a mi alrededor habia una barrera invisible, distinguible por una leve curvacion de la luz lunar y por una leve fragancia refrescante. Aquella aura emanaba del Roble, y al parecer era lo unico que de una forma misteriosa le impedia al Fresno cerrar su garra.
- No te preocupes, no se lo permitire - Me tranquilizo el Roble. Senti que el miedo comenzaba a disminuir un poco, y si bien aun estaba paralizado, al menos podia volver a respirar.
- Aparta tus ojos de el - me ordeno el Roble - el miedo es su arma favorita para cazar. Es lento, pero asusta a sus presas como conejos hasta que ya no pueden moverse. Y después se toma su tiempo. Pero no puede nada contra mi. Tengo la autoridad suficiente como para protegerte.
Segui sus consejos y aparte mis ojos o, mejor dicho, volvi a cerrarlos para concentrarme en la sensacion de proteccion que habia sentido anteriormente. Poco a poco, senti que el horrendo fantasma retrocedia, poco a poco, muy poco a poco, con una lentitud desesperante, hasta que senti que podia volver a abrir los ojos sin peligro. Lo hice, y me alivio comprobar que verdaderamente se habia retirado. Sin embargo, no muy lejos, se oia el sonido de ramas partidas.
- Ten cuidado - dijo el Roble - No se dara por vencido.
- Puesto que te has demostrado mi amigo, podras detenerlo de vuelta si intenta algo - le conteste.
- Ciertamente podria, pero tambien yo tengo una tarea que cumplir. El Fresno debe cazar, y yo debo pastorear. Te he protegido porque cierto cierta afinidad magica contigo. Agradecelo a la suerte, o a tus ancestros. Pero eso es todo. Hay un equilibrio, en el mundo y tambien en este bosque; Y ese equilibrio establece que incluso el mal debe succeder. No puedo interferir constantemente. Sin embargo - continuo el Roble, que al parecer habia sentido algo de mi agitacion al oir sus palabras - supongo que puedo al menos, como buen pastor que soy, de indicarte el camino - Apenas hiubo dicho esto, se escucho un sonido quebradizo y cayo a mis pies una rama larga y nudosa. Era de una blancura exepcional. El Roble me insto a que la tomara.
- La corte para ti - me dijo - si la examinas notaras que tiene la dureza y la altura perfecta para servirte de cayado. Mientras la uses, te indicara el camino para volver a tu mundo. Llegado el caso, tambien puedes blandirla como arma. No te sera util contra bestias o contra otros hombres, pero si tu enemigo es un espiritu o un arbol, ten por seguro que respetaran mi marca tanto como los tuyos lo harian con una acero afilado.
- ¿Podre vencer al Fresno con esta arma? - pregunte.
- No - me respondio - Si te atrapa, estas acabado. En estos momentos se esta alejando, pero sabe que yo debo partir a pastorear de un momento a otro, por lo que fingira alejarse pero dara un rodeo y, como si fuera un cuerpo en orbita, en determinado punto girara y comenzara a cercarte. Debes aprovechar este tiempo para ir en busca del Haya.
- ¿que hay con el Haya? - quise saber.
- Puede ayudarte. Encuentrala - me dijo, e inmediatamente me senti compelido por una energia extraña a ponerme de pie. tenia en mi mano la rama de roble que, ciertamente, tenia la altura perfecta para servirme de cayado. Di algunos pasos hacia adelante pero inmediatamente me detuve. Volvi a dirigirme al Roble.
- ¿como encuentro el Haya?
- Usa el cayado - me dijo por unica respuesta. Senti en la espalda un empellon muy suave y comprendi que era la forma del Roble de despedirme. Le hice una sincera reverencia y me dispuse a seguir mi camino.

"Utiliza el Cayado", habia dicho el Roble. No me habia dado ninguna instruccion especifica de como usarlo, ni tampoco sabia yo de que manera me mostraria el camino, por lo que supuse que alguna magia oculta en la vara guiaria mis pasos de forma inconciente, pero este no fue el caso. No obstante, descubri muy rapidamente de que forma utilizar aquel cayado. Luego de caminar por un corto lapso, llegue a un pequeño claro. Me asome a su borde para intentar orientarme con las estrellas, y entonces fue que descubri que, hacia el sureste, brillaba una pequeña luz a la altura de mis ojos. Era como si una alguien hubiera encendido una lampara minuscula. La luz era viva y calida. Y tambien constante, opuesta al flamigero titilar de la llama de vela o de la hogera. La direccion desde la que provenia la luz me llevaba a la izquierda del claro, evitandome totalmente entrar en el. Calcule que la fuente de ese resplandor no podia estar muy lejos, y hasta tuve la esperanza de que fuera una señal del Haya, quien seguramente ya estaba al tanto de mi pronta visita. Me sorprendio bastante comprobar que, luego de andar un trecho mas que suficiente para alcanzar la fuente de la luz, no solo no me habia topado con nada sino que la luz se mantenia, siempre, por delante de mi en un punto cercano pero vago e inalcanzable. Nuevamente, de forma inexplicable, una voz me dijo - no era la voz del roble, ni tampoco la voz de ningun espiritu, sino que comprendi que de alguna forma era mi propia voz - de forma silenciosa que para hallar el camino de retorno solo debia seguir aquella luz, y que eso era parte de la magia del cayado. Para comprobarlo, solte el cayado y lo deposite a mis pies. A los pocos instantes, la luz desaparecio. Volvi a tomar la rama en mi mano derecha y, como si se tratase de un truco de ilusionista, la luz volvio a aparecer en el mismo punto.

- Muy bien - me dije para mis adentros, con renovada confianza - las cosas comienzan a ir un poco mejor.

Durante algun tiempo camine siguiendo aquella luz fatua, que me guiaba de forma infalible a travez de aquella oscuridad. Siguiendola atravese varios arroyelos, uno era casi un riachuuelo, y la luz me condujo sabiamente por un tronco que hacia las veces de puente. El bosque se mantenia en completo silencio, pero habia advertido que, cada cierto tiempo, se oia -por suerte a lo lejos - el ruido seco y duro que hace una rama al partirse. La luz estaba ya a mi derecha, ya a mi izquierda, o en el punto central, segun yo debiera girar o seguir en linea recta. Rapidamente entendi que la manera correcta de andar era siempre manteniendo la luz en el centro mismo de mi campo de vision.
Teniendo la seguridad que me daba aquella guia certera, la caminata por aquel bosque encantado en completo silencio me parecia una actividad casi placentera. Lamentablemente, esa sensacion de paz no duro mucho. Muy de poco, primero de forma imperceptible, luego apenas perceptible, mas tarde certera pero lejana y luego creciendo cada vez mas, comence a sentirme intranquilo. Tenia la sensacion de que alguien -o algo - me observaba. Ya sabia yo, por supuesto, quien era el culpable de aquella inquietud. Comprendia que las cosas succederian tal como el Roble habia predicho, y que el Fresno ya emprendia su regreso desde algun sitio lejano, si, pero cada vez menos lejano. En mi cabeza se presento la idea de la vieja leyenda del laberinto y el minotauro, solo que de un modo invertida. Era yo quien se hallaba en el centro del laberinto en forma de Espiral, y era solo cuestión de tiempo para que el monstruo me encontrara. Mi única esperanza, si es que tenia alguna, era encontrar al Haya antes de que el Fresno me encontrara a mi. Todo se reducía a aquella carrera de postas.

Decidí apurar el paso, pero descubrí que me hallaba  limitado por el avance de mi luz guía. Supuse que si la luz estaba tan tranquila, era porque a final de cuentas llegaría yo a destino. Con el pasar de los minutos, y de lo que creo fueron horas, los sonidos de ramas quebradas se fueron haciendo mas repetitivos y mas cercanos. No solo los sonidos se hicieron mas repetitivos, sino que, sin duda, cada vez sonaban mas fuertes y cercanos. Lo que al principio sonaba como alguna pequeña rama partida por algun conejo ahora se mostraba en todo su horror: Enormes ramas y hasta pequeños arboles eran partidos por un ser que sin dudas debia ser enorme y debia poseer una fuerza arrolladora. En determinado momento los sonidos parecieron concentrarse directamente a mis espaldas, primero a la izquierda, luego al centro y finalmente -y aquí los pasos de aquella cosa sonaban peligrosamene cercanos - a mi derecha. Hasta ese momento habia evitado mirar a mis espaldas, por el temor de ver algo horrendo que me paralizara o me desviara de mi camino. Me habia mantenido enfocado en mirar la luz que tenia siempre delante. Y en varias oportunidades habia visto - habia creido ver - horrendas sombras que se cruzaban a mi izquierda o a mi derecha. Sombras que tenian la forma de una mano enorme, larga y terrible, deformada aun mas por el largo de la sombra, que parecia acariciar los arboles que me rozaban o que hacian el gesto de cerrarse sobre mi. Par empeorar todavia mas la cosa, enormes nubes debian de haber tapado la luna, puesto que el aspecto del bosque era mas sombrio y espeso que antes. Extrañas humaredas se formaban a mi alrededor, dandole a todo una apariencia fantasmagorica. Incluso las sombras, que antes eran tenues y ligeras, presentaban ahora su clara alianza con mi enemigo mostrandose densas y profundas como el fondo de un pozo. De repente y sin ningun tipo de aviso invadio mi nariz un penetrante olor acre y ahumado, con cierto deje de acidez que reconoci instantaneamente - no en vano habia vivido siempre al margen - como carne podrida.
A estas alturas estaba seguro de que me observaban. No solo el Fresno, sino tambien otras criaturas maliciosas. No podia verlas en las tinieblas, pero sentia sus miradas como alfileres y sus risitas apenas disimuladas. Instintivamente supe que sabian lo que me aguardaba. ¿era acaso para ellos una especie de espectáculo, una macabra diversión? Era muy posible, pero yo haria todo lo posible por dejarles la cosa lo mas dificil posible. Tenia ya en mi mano la daga desenvainada, lista para acuchillar cualquier cosa que me saliera al paso. Comence a caminar dando grandes saltos. De repente aquella enorme sombra de garra volvio a cruzarme, pero ahora directamente desde el frente. Surgio absolutamente de la nada, y de una forma tan violenta, que no pude evitar lanzar un grito de horror. El susto fue tal que tropece con una raiz que sobresalia del suelo y, con tan mal tino que cai por una pequeña loma que se abria mas alla del arbol. La caida fue rapida y en parte afortunada, puesto que grandes cumulos de hojas acolchonaron el descenso. Lo terrible era que habia perdido mi daga, mas no tuve tiempo de pensar en esto porque, inmediatamente a mi caida, el Fresno aparecio detras de la colina y comenzo a avanzar directamente hacia mi con una rapidez enloquecedora. Revolvi las hojas a mi alrededor, enceguecido, en un desesperado intento de encontrar mi daga, pero tuve que abandonar para intentar aunque sea huir. Un vaho a muerte, proveniente del monstruo, me invadio. La peste era tan pesada que quede al borde del desvanecimiento. Aterrorizado, me arrastre hacia adelante, intentando encontrar la luz. Pero habia desaparecido. Volvi a mirar hacia atras para poder contemplar, al menos, la cara de mi asesino, pero entonces algo me golpeo en la cabeza y luego todo fue oscuridad y silencio.

Cuando abri los ojos, estaba seguro que veria las playas de las islas aventuradas o, en su defecto, el pozo eterno del averno al que van los muertos insignes y pocos afortunados. Mucho me sorprendio encontrarme tumbado boca arriba sobre un jergon de hierba. Me sente y mire a mi alrededor. ¿era posible? Me hallaba, incredulo, en el mismo bosque extenso e indiferente. Era de mañana. El calido sol iluminaba un cielo despejado. Inmediatamente constante que me sentia bien. El miedo de la noche anterior se habia evaporado como el rocio de la mañana. Senti una leve presencia detras mio, y entonces vi que a mis espaldas se hallaba sentada una joven de aspecto tranquilo pero de gran porte. Justo detras de ella se alzaba un soberbio ejemplar de Haya de hoja Caduca. Las follaje rojizo de su copa, de un color entre la tierra y el ocaso, contrastaban con el monotono verde de arboles. Saltaba a la vista que por su tamaño y su antiguedad era un arbol notable. Cai en cuenta entonces de que la "colina" por la que me habia precipitado la noche anterior era la ladera sobre la que, justamente, se emplazaban las enormes raices del Haya. Al mirar al costado del arbol descubri tanto mi daga, correctamente envainada, como mi cayado magico.
De modo analogo adivine en aquella joven la nobleza correspondiente al espiritu de tal arbol. Ella me saludo a la manera antigua y me declaro su felicidad por haber yo llegado a tiempo.
- Enhorbuena - volvio a decirme la joven. Tenia una voz que sonaba a cascada y al murmullo del viento entre las hojas, una voz tranquilizadora y musical. La observe y comprobe que era morena y con una estatura superior al correspondiente a una mujer normal. Cuando se puso de pie descubri que me sacaba dos o tres cabezas. Sus facciones eran distinguidas y muy hermosas, pero al mismo tiempo modestas y sin las faltas afectaciones con las que la vanidad decora muchas veces el rostro de las beldades. Sus grandes ojos eran del color exacto - un color chispeante que evocaba al fuego - de las rojizas hojas del Haya. Llevaba los cabellos recogidos en una larga trenza que no solo llegaba hasta el suelo, sino que continuaba mas alla y se perdia entre las raices del arbol. Llevaba sandalias de cuero de un diseño maravillosmente simple y una especie de tunica que oscilaba con sus movimientos del verde al azul y del azul al verde. Mi breve analisis me convencio de que realmente era la poderosa Haya de la que me habia hablado el Roble. Supe que podia contar con ella como la mas leal de mis amigas.
Pase yo entonces a relatarle los horrores de la noche anterior, contándole con confianza inusitada los pormenores de mi encuentro con el Fresno y el Roble, así como también con la misteriosa chica de la capucha.

- Aquella joven es la hija de la bruja - dijo el Haya. Paso a relatarme que la bruja y su hija vivian en algun lugar apartado del bosque, pero que ni siquiera ella sabia donde. Parte de las artes mágicas de aquella bruja era, al parecer, el poder mantenerse oculta o mostrarse a voluntad. Me dijo también que era raro que ayudaran a otros, sobre todo si eran hombres, y que debia esperar alguna exigencia en el futuro. - Pues ellas no hacen nada sin esperar algun tipo de retribucion. Como todos los seres regidos por la magia, esperan siempre un estado de reciprocidad entre los actos. Me advirtio tambien que, siempre que viera al gato, buscara tambien a la bruja o a su hija, pues aquel animal era el familiar de ambas y nunca andaban lejos una del otro. Surgieron en mi mente mil preguntas para realizarle, pero tenia dentro mio el sentimiento de que nuestro tiempo juntos seria breve. Me decidí finalmente a preguntarle acerca del Fresno.

- Es muy astuto - dijo el Haya. - Espero al momento mas oscuro de la noche, que es cuando el corazón del hombre esta mas debil. - Tuviste suerte de encontrarme en el peor momento para ti. O tal vez no fue suerte - dijo sonriendo de forma misteriosa - tal vez fue otra cosa.
- ¿que cosa? - pregunte - ¿magia?
- Magia, destino. A lo mejor estabas destinado a venir y yo estaba destinada a salvarte.
- Oscuro es el destino, pues muchas veces el camino al cielo esta construido sobre funestas intenciones - dije yo, utilizando una maxima popular.
- Obedece a la sabiduria de la vida que el bien se sirva del mal tanto como que el mal se sirva del bien. Y ya lo vez, has venido a tiempo y llegado a mi sombra en el momento en que mas lo necesitabas -. Su sonrisa era candida y franca, y vi que no encerraba ningun atisbo de sutileza o crueldad. Era imposible no sentirme atraido por ella, y mientras conversabamos dentro mio se agitaba tanto la felicidad por el encuentro como la congoja por la pronta separacion. Queria quedarme alli. Basto ver su sonrisa y cierta melancolia en sus ojos para comprender que ella tambien lo deseaba pero que, por algun motivo - tal vez por la inexorable ley de la que hablaba - era imposible. Mientras mas tiempo pasaba en aquel bosque mas se desarrollaba mi capacidad de captar las cosas de manera intuitiva, sin la necesidad de pruebas. Decidi no exponer mis sentimientos y, si era que debia macharme, averiguar todo lo que pudiera sobre mi situación.

- Y sin embargo, no lo entiendo - le dije, volviendo al tema del Fresno -¿por que me persigue? No tiene sentido para mi. No recibio de mi ningun mal. Y el Roble me dijo que el bien y el mal son fuerzas que obedecen al mismo equilibrio. No puedo creer del todo que un Fresno sea un ser malvado.
- Es malvado - me aseguro ella - y sin embargo sus atrocidades no obedecen a un fin. Te persigue porque te odia. Odia todo lo que no sea el mismo. ¿acaso no es esa la esencia de la maldad?
- Muy bien - concedi - entonces es malvado. Y sin embargo, nada puede contra ti. Lo probaste anoche al protegerme. El Roble me aseguro que podias ayudarme a librarme del Fresno y a volver a mi mundo.
- Para volver a tu mundo no tienes mas que seguir la guia de tu cayado - me aseguro el Haya - Para librarte del acecho del horrendo Fresno... - dijo, y se acerco hasta que estuvimos frente a frente. Llevandose una mano a la nuca, destrenzo un fino y largo bucle de su cabello y me indico que usara mi daga para cortar un hermoso mechon. Me opuse a cometer tal acto pero el Haya me aseguro que era necesario y que de todos modos no le haria ningun daño. Usando el filo de mi cuchillo corte donde me indico y entonces ella, con una gran rapidez y destreza, trenzo el mechon siguiendo un patron intrincado y luego de unos minutos de verla hacer, habia confeccionado una pequeña gargantilla. Paso su cabeza y brazos sobre mis hombros y me coloco aquel colgante mientras murmuraba una tonada en un idioma intraducible pero hermoso que me lleno de extrañas reminiscencias. Comprendi que era un hechizo de proteccion. Estando tan cercanos uno del otro, no pude evitar abrazarla. Inmediatamente me invadio una fragancia a tierra humeda y a naranjos. El espiritu correspondio mi abrazo con la ternura y cariño que habria usado una doncella para apaciguar a un niño. La efusividad del momento era tal que, arrodillandome, le jure fidelidad y agradecimiento eternos. El Haya me escucho con lo que concebí como verdadera ternura, y me aseguro que siempre seria mi amiga y aliada. Me aseguro también que siempre que llevase puesto aquel amuleto, ni el Fresno ni ningún ser de su raza podria ponerme una mano encima.

- Mi marca es incluso mas poderosa que la del Roble - me aseguro el Haya. Recorde entonces lo que me habia dicho el Roble acerca de la marca.
- El Roble me dijo que asi como el Fresno era cazador, el mismo era pastor. Si cada uno de ustedes tiene una funcion o tarea, ¿cual es la tuya?
El Haya sonrio nuevamente con su expresion tan misteriosa como encantadora. Pense que no iba a darme ninguna respuesta pero finalmente dijo: Proteger.

Nuestra charla se prolongo todavia por unos instantes, pero cuando el sol comenzo a elevarse en su camino hacia el mediodia, supe instintivamente que el tiempo del Haya habia llegado a su fin y que debia dormirse hasta la noche siguiente. Su consejo final, antes de despedirme, fue que no desviara mi camino.

- Este bosque esta lleno de maravillas tanto como esta lleno de peligros, y no pocas veces la misma cosa es tan maravillosa como peligrosa. ¡Ten cuidado!

Dicho esto, la doncella se alejo y se perdio, como se desvaneceria una sombra, entre las raices del Haya. Me quede un tiempo recostado un tiempo en el tronco del arbol, en donde todavia perduraba el aroma y el aura de mi amiga, y despues me puse en marcha.

Avance sin contratiempos durante toda la mañana. El encuentro con el Haya me habia revitalizado. Los aspectos tenebrosos de aquel bosque se habian esfumado y ahora podia verlo en toda su belleza. Al contrario del dia anterior, el bosque parecia vivo. Escuche multitud de aves y me tope con varios animales pequeños y con infinidad de insectos de brillante color y rara forma. Todas las formas vivas se acercaban casi hasta tocarme, permitiendome observarlas. El sol se filtraba con fuerza entre las ramas de los arboles, dandole a todos los objetos un aspecto extraterrenal. El silencio, que antes se me aparecia en su aspecto tetrico, ahora me parecia la camara de resonancia perfecta para todos los sonidos de la naturaleza. Hasta la misma geografia del lugar parecia irse modificando a medida que avanzaba. La monotonia gricasea iba cediendo a todas las formas del verde, del ocre y del amarillo. Incluso encontraba verdaderas explanadas de flores y arbustos, las cuales estaban completamente ausentes. Tambien distingui, como si alguna divinidad me hubiera quitado una venda de los ojos, toda una inmensa variedad de arboles: Olmos, Hayas, Cipreses, Pinos, enormes Abetos. Incluso pase por debajo de un hermoso roble joven. No perdi la oportunidad de mostrarle mis respetos y de implorar su proteccion. Ahora me sabia amigo de los Robles y las Hayas, y no pasaria un dia en que me cruzara con uno sin mostrar mi debido respeto. Recien llegado al mediodia, mientras subia por una empinada loma, siempre siguiendo a la luz de mi cayado, cai en la cuenta de que hacia ya casi dos dias que no probaba bocado.
Era cierto que habia tenido hambre por momentos, pero los peligros que habia ido atravesando me habian mantenido apartado de las necesidades mundanas. Ahora que me hallaba libre del acoso del Fresno, se me hizo patente que necesitaba comer algo. Pero, ¿que hacer? No tenia elementos para la caza, y era muy poco probable que pudiera hacerme con una liebre armado solo con mi daga. No era diestro en las armas arrojadizas, y por demas todos los animales de aquel bosque magico parecian del todo avizados y muy poco dispuestos a dejarse coger. Temia ademas que asesinar a alguno de aquellos seres, algunos de los cuales, sino todos, tenian cualidades magicas, me granjeara un nuevo enemigo o algun tipo de castigo. Decidi entonces almentarme de algun fruto o de alguna baya que encontrara en mi camino. Y casi como si la casualidad obedeciera a mis pensamientos, al poco tiempo de continuar mi camino me tope con un brillante arbol de melocotones. Toda la zona estaba, de repente, sembrada de aquellos arboles. Habia por lo menos una docena de ellos. ¿acaso era suerte? ¿o cabia esperar algo mas de aquella coincidencia? Se me ocurrio entonces que, dado que tenia hambre, tal vez mi baculo me habia guiado hasta aquellos arboles. Dado que me hallaba en un lugar tan fuera de lo comun quizas no fuera del todo sensato dejarme guiar siempre por la razon, que no es otra cosa que el actuar conforme a las reglas del mundo diario.
Me acerque a uno de estos arboles y luego de inspeccionarlo no encontre nada sospechoso en ellos. Arranque uno de sus frutos y tampoco vi ni olí nada extraño. Parecia un melocoton corriente, e incluso uno de excelente calidad, dado el olor fresco y dulce que emanaba de la sedosa fruta. Finalmente me decidi a morder un trozo y, ¡dioses del cielo y de la tierra!, encontre que aquella fruta tenia un sabor y unas propiedades imposibles de describir. Comi varios melocotones. Su sabor era dulce y profundo, pero eso seria solo describir una parte de las propiedades que parecian encerrar. Mis sentidos se vieron inmediatamente afectados por una claridad luminosa. Mi vista era la de un aguila y mis oidos los de una gacela. El cansancio que restaba en mi habia desaparecido como por arte de magia. Sentia ademas una clara conciencia de estar aunado a todo: a los arboles, a los rios, al cielo y a la tierra que nos albergaba a todos. Podia comprender el sentido del vuelo de los insectos y aprender las historias ocultas en el canto de los pajaros. Dentro mio nacio una seguridad extraña. ¿acaso estaba perdido? ¡imposible! ¿como podia estar perdido cuando el mundo entero era mi hogar? Senti que ya no tenia necesidad de nada, ni de mi cayado ni de la proteccion del amuleto del Haya. Asi y todo, decidi conservar ambos como muestra de mi cariño por aquellos arboles. Guiado por esta brujula que ahora brillaba en mi interior, comence a caminar en lo que ahora puedo describir como un completo estado de euforia.
Mientras caminaba iba mordisqueando uno de estos frutos, pues me habia cuidado de llevarme uno para el camino. A medida que transcurrian los minutos - ¿las horas? - el sentido de plenitud y euforia provocado por los melocotones iba en constante asenso, asi como tambien se aceleraban mis ideas y se llenaba mi cuerpo todo de una fuerza que parecia provenir de una fuerza desconocida. La intensidad con la que percibia se incremento hasta volverse casi insoportable, y lo hubiera sido de no ser porque mis capacidades para sentir y pensar se fueron incrementando de forma analoga. O al menos eso creia en ese momento. Las verdades y las respuestas a todas las preguntas surgieron entonces en mi mente. Manando naturalmente en forma de canto y poesia, brotando espontaneamente en alegorias brillantes y plenas de sentido. La riqueza de mi pensamiento era tal que los conceptos y las bellas formas nacian una tras otra, con tal velocidad que casi no podia detenerme en una porque otra ya venia a desalojarla. En determinado punto, mientras cantaba y danzaba - pues mi marcha era ahora un baile, una danza que estaba en perfecta armonia con el movimiento del resto de los habitantes del bosque - deje de prestar atencion a mi rumbo. ¿que sentido tenia prestar atencion a mis pasos cuando estaba sumergido en aquel rio oculto de ciencia y sabiduria? Casi lamente no haber guardado alguna semilla de aquella fruta maravillosa, pero al mismo tiempo estaba seguro que aquel estado de beatitud e iluminacion se mantendria en mi como algo permanente.
Me detuve innumerables veces a conversar con los arboles y a oir con verdadera curiosidad las conversaciones entre los conejos y las ardillas. Sus temas de conversacion me parecian harto interesantes, y tambien la observacion de los duendes de las setas y de las pequeñas hadas que habitaban las flores. Repare tambien en unas criaturas que se asemejaban a escarabajos y que habitaban las raices de los viejos troncos. Llevaban escudo y espada, y eran menos amistosas que las anteriormente mencionadas. Toda aquella voragine me llevo a perder de forma total el sentido del tiempo, y hasta el dia de hoy no recuerdo cuanto tiempo estuve en aquel sueño provocado por la ingesta de los melocotones.
En determinado momento volvi un poco en mi, tanto como para percatarme que delante mio se erigia lo que parecia ser una colina densamente poblada de arboles. Supe que atravesarla era parte de mi camino. Comence a subir en el mismo momento en que el sol comenzaba su descenso. Dentro de algun tiempo volveria a ser de noche.
Si bien me habia recuperado un poco, la exaltacion o locura en la que me habian sumido aquellas frutas perduraba en mi y volvia como en oleadas. Por lo que, mientras subia, mi mente oscilaba entre momentos de relflexion y momentos de inspiracion. Llegue a la cima justo a tiempo, pues los ultimos rayos de sol brillaban en el horizonte. Todavia estando poseido cai en cuenta, no obstante, de que necesitaba algun refugio para pasar aquella noche. Comence a inspeccionar el lugar y pronto descubri que, contrariamente a lo que parecia desde abajo, la colina no estaba en su cima tan densamente arbolada como parecia y que, justo en el centro mismo habia un sotobosque de arbustos y vegetacion baja, en el que tambien fui descubriendo, mientras avanzaba, unos monolitos de piedra con runas talladas en ellos. Era la primera huella humana con la que me topaba. Decidi que aquel sotobosque seria un lugar sin dudas mas comodo para improvisar un jergon que el bosque propiamente dicho. Me disponia ya a buscar un lugar propicio cuando mis oidos captaron el sonido de una mandolina. El sonido parecia provenir de un sitio cercano a mi izquierda. Mientras intentaba localizarlo los rasgueos se fueron haciendo mas claros y comprensibles. Al inicio, eran solo notas aisladas, pero luego comenzaron a llegar con regularidad y ritmo, como si mis oidos fueran acostumbrandose, hasta que finalmente comence a oir una melodia atrapante. Los acordes subian y bajaban en su intensidad, y la progresion se aceleraba y se relantizaba siguiendo un patron hechizante y repetitivo que, no obstante, iba variando a medida que me acercaba a la fuente. Me sentia atraido y como cayendo por una lenta espiral. Quizas fuera por el estado en que me encontraba, pero supe que aquella melodia era un llamado realizado exclusivamente para mi.
Segui la melodia a traves del sotobosque, y finalmente descubrí un hoyo en el suelo. Las notas venían del interior. El hoyo se abria directamente en una pequeña explanada de musgo oscuro, y era lo suficientemente grande como para que pudiese entrar una persona agachada. No teniendo nada que temer, me acerque hasta el borde y descubri que, efectivamente, era la entrada a una cueva.Un tenue resplandor podia vislumbrarse saliendo del hoyo.
Decidido a encontrar a la persona que ejecutaba la melodia, me adentre en la madriguera. Apenas me introduje di con una pequeña escalera tallada en la roca, de solo unos pocos escalones, bajando por los cuales llegue a una sala de forma circular cerrada y oculta del exterior por un espeso ramaje. La sala tenia apenas el espacio una recamara. El suelo de un material blando, similar a la hierba, por el cual era dificil caminar puesto que el terreno cedia a cada pisada.  Las paredes, que intuia de roca, se hallaban ademas tapizadas de raices de arbol. Ahora comprendo que todo aquel sitio era un espacio concavo que surgia del extenderse de las enormes raices de un Aliso que se hallaba en el centro mismo de la montaña. El enclave de la boveda de cerraba el techo de la madriguera, punto del cual emanaban todas las raices, no era otro que aquel arbol. Todo el lugar estaba iluminado debilemente por una luz mortecina de color ambarino.
La sala no tenia mas muebles que algunos tocones de arbol, los cuales supuse que servian de asiento a ocupantes ocasionales. En el centro de la estancia habia brasas apenas ardientes, quizas restos de una fogata. En una de las esquinas se erigia, solitario y misterioso, un espejo negro de cuerpo entero. Enfrentando este espejo negro se hallaba sentada una doncella que sin error identifique como la causante de la melodia.
¡En efecto, era ella quien sin dudas tocaba la melodia! Pulsaba con suma gracia las cuerdas de una mandolina, y sus manos eran blancas como el alabastro. Y no eran solo sus manos, pues a medida que me acercaba a ella pude comprobar que era blanca como el marfil. Su piel tenia una palidez tal que, de no haberse girado mientras me acercaba, habria jurado que se trataba de una estatua. Llevaba una tunica tan liviana que parecia hecha de aire. Apenas vi su rostro me sentí golpeado por un rayo, pues sus facciones eran las mas hermosas que había visto en mi vida. No habia forma de describirla mas que diciendo que la belleza de aquel rostro era terrible, tan terrible que hasta parecia trascender las fronteras del bien para abarcar tambien, de forma absoluta y aniquilante, los aspectos mas profundos del mal y la crueldad, sin por esto dejar de extenderse en su hermosura. Una belleza no humana, monstruosa. No recuerdo, de hecho, sus facciones precisas, por lo cual no podria decir si su frente era ancha o si sus cejas eran amables o enjutas, o si sus ojos eran claros como un lago o oscuros como la sombra. Un rostro tan inhumano, tan apabullante, no posee, no puede poseer rasgos definidos.
Lo unico que recuerdo con certeza de sus facciones era que sus ojos brillaban con la misma luz ambigua que iluminaba el resto de la sala. Una luz que parecia venir de todos los sitios y de ninguno a la vez. Descubri que sonreia y que sus ojos eran los ojos de una amante.
Apenas vi el rostro de la doncella olvide absolutamente todo lo demas. Sabia que desde ese momento yo lo seria todo para ella y ella, todo para mi. Me arrodille a sus pies e intente abrazarla, pero ella parecio retraerse. Habia dejado de tocar, pero la cancion continuaba sonando de forma continua dentro de mi cabeza. Temeroso de asustarla con algun acto impulsivo, me limite a tomar su blanca mano entre las mias. Sentia sus ojos sobre mi como una presencia casi insoportable. No pude evitar sentir, detras de toda mi fasciacion, una punzada helada. Comprendia que estaba subyugado, pero no podia hacer nada para evitarlo o, mas bien, ¡no queria hacerlo! En esos momentos era como un raton ante una serpiente. Aunque su mirada era asi de intensa, su boca seguia sonriendo con dulzura. Algo en su sonrisa me animaba a actuar, asi que comence preguntandole que hacia una doncella como ella en ese extraño lugar.

- No hacia mas que esperarte - me dijo como si fuera lo mas natural del mundo - Sabia que llegarias tarde o temprano.
- ¿como debo llamarte? - dije yo.
- No tengo un nombre definido. Pero dado que estoy destinada a ser tuya, tu deberias darme nombre - me dijo arrimadose a mi. Estabamos ahora muy cerca, casi pegados el uno al otro.
- ¡Galathea! - Exclame estrechandola en mis brazos. Ella lo permitio solo por un instante, para luego escabullirse astutamente. ¿como describir lo que senti en aquel breve instante de abrazo? La proximidad de Galathea era enloquecedora pero al mismo tiempo sentia una inaprensible incomodidad en alguna parte de mi. No obstante, todo en ella me atraia como el iman atrae a las limaduras, y rapidamente acalle toda duda. Mientras volvia a acercarse, siempre sonriente, me indico sentarme y comenzo nuevamente a tocar la mandolina. Su misteriosa mirada parecia decirme: "¡no te apresures, tenemos todo el tiempo del mundo por delante!". Feliz de haber encontrado por fin mi lugar en el mundo, me acoste sobre su regazo y me deje llevar por aquella melodia, que ahora Galathea acompañaba con su canto. Cantaba con una voz clara y melodiosa, y sus versos era en un idioma desconocido que no obstante entendia a la perfeccion. Pronto deje de prestar atencion a las palabras, pues las imagenes emanaban directamente de su voz a mi espiritu. Las canciones de Galathea se succedian una tras otra, de forma ininterrupida y ritmica, y trataban de un sin fin de temas, todos maravillosos: aventuras de grandes heroes que luchaban contra bestias feroces, descripciones de hermosos prados o de cascadas majestuosas, peregrinajes por tierras lejanas, amantes destinados a hallarse y a separarse para, finalmente, reencontrarse definitivamente y para siempre. Las historias se relacionaban unas con otras, entrelazandose hasta formar un vasto mundo del que yo y ella tambien formabamos parte. Pronto deje de ver sus historias para vivirlas en primera persona como solo se las puede vivir en el mas pletorico y rico de los sueños. Ella era todas las princesas y yo era todos los caballeros. Era yo quien vencia al dragon y era ella quien me esperaba al regreso en un majestuoso castillo. Todas las historias de amor hablaban exclusivamente de nosotros. ¡Por fin nos habiamos encontrado! Aquella caverna me parecia ahora un santuario sagrado que nos separaria, ojala que para siempre, del insipido mundo exterior. Permaneci recostado en aquel trance, sumido en un inmenso mar de sensaciones, hasta que perdi la nocion del tiempo. No recuerdo lo que succedio a continuacion.
Desperte a la mañana siguiente, apenas los primeros rayos de la aurora se filtraban por los cuatro costados de la madriguera. Durante unos instantes no comprendi donde estaba, pues la madriguera parecia harto mas pequeña y miserable de lo que recordaba. En vez de la mullida sala en la que habia entrado, ahora veia un espacio estrecho y polvoriento, que era poco mas que una madriguera de oso. Mi amada no estaba por ninguun lado. Descubri con horror que no solo habian desaparecido mi cayado y mi daga, sino tambien el amuleto del Haya. Las efusiones del dia anterior habian desaparecido por completo, y yo volvia a encontrarme en posesion de mis facultades habituales. Con pesadez me arrastre para salir de aquella madrigera, y apenas habia dado unos pasos fuera de la entrada cuando descubri un grotesco objeto cerrandome el paso.

Se trataba de una especie de sarcofago plantado sobre su base, o al menos eso pense al principio. Era del tamaño y la forma de un cuerpo de mujer, y estaba tallado en madera con un realismo atroz. La madera estaba claramente podrida, o al menos emanaba un olor insoportable. En algunas partes aquella escultura se hallaba cubierta de un moho negruzco. La parte de la espalda y hasta la cabeza se hallaba abierta, como si se tratase de una crisalida de la que acabara de escapar una mariposa. Los brazos se hallaban casi desechos, y las partes posteriores al codo se habian partido y yacian desintegrandose en el suelo. La podredumbre emanaba directamente del hueco vacio dentro del sarcofago. Me disponia a rodearlo para poder verlo de frente, cuando me sobresalto girando en redondo. ¡No pude evitar lanzar una exclamacion de horror! Aquellos rasgos eran los de Galathea. Una mascara podrida y deformada. Fue lo unico que mi mente atino a pensar para escapar de la locura. ¡pero aquella mascara estaba viva! Me miraba con unos ojos palidos y burlones, y de su boca emanaba un chillido que intentaba emular una risa humana. ¡cuanto desprecio habia en aquel chillido! Entre las fauces del engendro se hallaba, destrozado, el amuleto que tan amorosamente me habia otorgado el Haya. Vencido por la repugnancia comprendi que habia caido en una trampa. Habiendome humillado con su risa, aquella cosa - ¡pues ya no podia nombrarla de ninguna forma! - volvio a girar en redondo y comenzo a chillar y a agitar sus muñones. Inmediatamente me di cuenta de lo que se proponia, pues ya habia notado yo la inconfundible presencia de algo, oscuro y siniestro, que se acercaba hacia nosotros.

Aqui esta. Es Tuyo, ¡puedes cazarlo! ¡Llevatelo! . Tal debia ser el sentido de los chillidos de mi aquella arpia. La profunda desazon, la nausea que surgia de verme traicionado de tal manera, chocaba de forma violenta con los fuertes reproches que me dirigia a mi mismo. ¡habia malogrado la ayuda recibida! La horrenda figura del Fresno emergio frente a mi derribando los arboles en su carrera. Solo pude atinar a lanzarme nuevamente dentro del agujero, lo cual me salvo de ser embestido por el monstruo. No me habia logrado incorporar cuando vi entrar, frenetica y extendida como la garra de un ave de presa, a la enorme garra del Fresno. La garra se cerro y me resigne a una muerte de horror insondable.

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8 jun 2020

Narracion medieval inconclusa

Una mañana, después de varias semanas de trabajo arduo, dimos por terminadas nuestras armaduras. Las habiamos forjado pieza por pieza, guiándonos por el modelo oculto de nuestros sueños. Habiamos hallado, siguiendo estas indicaciones, una cantera cercana en donde encontramos el hierro.
Me probe mi armadura y la juzgue estupenda. Consistia en una cota de malla lo suficientemente ajustada para protegerme pero no tanto como para impedir mis movimientos. Vi que mis compañeros tambien juzgaban sus armaduras como sobresalientes, y basto una mirada entre nosotros para comprender que estabamos listos.
Caminamos fuera de la fragua, y una vez en campo abierto probamos la resistencia de nuestras piezas intercambiando moderados golpes. Yo era inferior en fuerza a Tarko. Incluso el mas suave golpe de su maza hacia temblar el terreno en donde caia, cuando yo me apartaba. Heine, el caballero, me superaba no solo en fuerza, sino tambien en destreza. Los amplios circulos que describia su acero plateado dibujaban estelas en el aire. Comprendi que mi fortaleza no radicaba ni en la fuerza ni en la habilidad, sino en la rapidez de mis ataques y en mi aguda observación del combate. Por eso mismo elegi como arma no una espada ni un mazo, sino un largo estilete de agudo acero que, si bien no servia ni para cubrirme ni tampoco para destrozar el escudo de mis oponentes,  era perfecto para apuñalar la carne. Luego de este pequeño y final entrenamiento, dejamos todo listo para partir al dia siguiente, y gastamos el resto de la tarde en tomarnos un merecido descanso en donde no faltaron las historias, el vino y la carne de ciervo.
Grande fue nuestra sorpresa al dia siguiente, pues de alguna manera, quizas guiados por ese oscuro arte que siempre depende del mal, nuestros enemigos se habian enterado de nuestras intenciones y habian abandonado su oscuro y herrumbroso castillo para darnos muerte. Nos despertaron los feroces golpes de su hachas contra el porton de cedro que era la entrada al modesto torreon donde nos habiamos preparado durante esas semanas. Sin tiempo de ponernos nuestras armaduras, solamente atinamos a vestirnos con nuestros ropajes y a tomar, cada uno, su arma predilecta. Tarko eligio una mostruosa estrella de la mañana, que habia forjado el mismo tomando el mineral mas oscuro y duro de la cantera. Heine eligio, por supuesto, la misma espada a dos manos con la que habia practicado el dia anterior. Habia forjado esa arma y solamente esa arma, y habia dedicado todo su tiempo en perfeccionar su acero y en adaptar exactamente las formas del acero a las que su destreza y fuerza le sugerian. Yo tome el estilete antes mencionado y, dado que mi arma era ligera y que no solia usar escudo, tome tambien un sable ligero para ocupar mi mano menos habil. Armados asi, saltamos por las ventanas del piso superior de la torre, para evitar ser acorralados por nuestros enemigos en un espacio reducido. Apenas tocamos tierra, nos juramos salir victoriosos o morir por la causa, y nos separamos corriendo cada uno en una direccion opuesta.
Nuestros adversarios no eran otros que los terribles hermanos que aterrorizaban a la region desde hacia varios años. Algunos decian que eran de la raza de los gigantes que habian sobrevivido al diluvio, y otros los asociaban mas bien con la infausta raza de los ogros devoradores de hombres.
Hacia muchisimos años habian llegado a la region de un dia para otro, estableciendose primero en los bosques salvajes del oeste, donde no llegaba ni siquiera la autoridad real. Cuando los relatos de viajeros desaparecidos o de heroicos sobrevivientes marco aquel bosque como una zona prohibida, los hermanos se habian trasladado a un viejo castillo en ruinas, deshabitado hacia incontables generaciones.
Este castillo megalitico era desde siempre un verdadero misterio para los sabios del reino. En primer lugar, porque era mas viejo que el mas viejo de los libros y manuscritos, figurando ya en todos ellos precisamente como un misterio. Tambien se lo mencionaba en viejas canciones y adivinanzas, pero su origen o el origen de sus dueños era un secreto insondable.
La segunda razon por la cual el castillo era una interrogante era por su forma, tan diferente del estilo tradicional e incluso del arcaico imperante en el pais, sino ademas por sus desmedida geometria pues parecia, en efecto, construido para gigantes. Sus arcos y puertas eran del doble o hasta del triple de la medida de un hombre. Incluso sus ventanas y claraboyas se abrian en alturas francamente inutiles a todo uso. Algunos sabios habian conjeturado que de antaño los hombres eran, sin duda, mas grandes de lo normal. Seguramente fue por esto ultimo por lo cual los funestos hermanos eligieron por morada a esta fortaleza que, si bien presentaba un aspecto derruido, tenia todavia en el torreon oeste una construccion solida, la cual todavia no se habia derrumbado a pesar de los siglos. Fue justamente esta torre, la cual luego habian ido fortificando con el paso de los años, donde se alojaban los ogros actualmente y desde la cual ejercian el terror entre los habitantes de la zona, ya fuera robando ganado como raptando jovenes y doncellas para tenerlas como esclavas o exigir cuantiosos rescates en oro o bienes.
Fuesen ogros o gigantes, eran sin duda seres malvados, y de su naturaleza maligna daba testimonio la sobrenatural caracteristica que tenian de proyectar una sombra tanto multiple, pues de cada uno irradiaban varias sombras como los rayos de una rueda, como movil, puesto que cada una de estas sombras era cambiante y parecia estar dotar de vida propia. Se decia que estas sombras no eran otra cosa que las almas encarceladas de sus victimas, las cuales eran cuantiosas, pues el actual rey (y anteriormente su padre el viejo rey) habia establecido una onerosa recompensa en oro y plata sobre la cabeza de cada uno de los demonios, por lo cual era habitual que famosos campeones del reino o de reinos vecinos se aventurasen a acabar con ellos, lamentablemente sin exito alguno mas que coronar una nueva cabeza en las picas que los hermanos tenian sobre la muralla de la torre. Tarko, Heine y yo nos habiamos jurado poner fin a esa situacion, pero ya es hora de volver a la narracion y al momento mismo de nuestro combate.
Siendo tres su numero, igual que el nuestro, se lanzo cada monstruo detras de uno de nosotros, por lo cual el combate se resolvería en tres luchas simultaneas de uno contra uno.
Me aleje lo mas que pude en la dirección que había tomado, sin ceder a la fuerte sensación de mirar atrás, pues escuchaba los alaridos de mi perseguidor, asi como tambien los de los otros dos gigantes. Cuando senti que los pasos de mi enemigo estaban lo suficientemente cerca, gire sobre mis talones y me dispuse a enfrentarlo con mis armas en la mano. Aunque todavia habia distancia entre nosotros, pude comprobar que su estatura era casi del doble de la mia. Si bien no era propiamente un gigante, cuya estatura se decia que triplicaba o cuatriplicaba la de un guerrero normal, si era una figura terrorifica que casi me duplicaba en tamaño. A diferencia de mi cota de mallas, tan ligera como reluciente, aquel llevaba una armadura tan extraña como tosca, que mezclaba una coraza de cuero con piezas de tosco hierro unidas por correas.
El temible gigante se lanzo contra mi hechando humo por las fauces como si se tratase de un terrible toro. Sus faz, ya horrenda por naturaleza, aparecia pesadillesca bajo las contorsiones de su furia. Sin temer ningun ataque de mi parte, se lanzo sobre mi a la carrera y me descargo un mazazo aniquilador. Yo habia leido que las mazas y las almadenas eran las armas preferidas de los gigantes, y pude comprobar cuan terrible era su poder al sentir el temblor que la almadena genero cuando impacto en la tierra, justo en el lugar que ocupaba mi cuerpo unos segundos antes. Habia esquivado el golpe con la suficiente ligereza como para poner un cuerpo de distancia entre su arma y armadura. Mientras me agazapaba para esquivar el proximo golpe, que ya no tardaba en llegar, pues aquel bruto levantaba la gigantesca maza como si se tratase de una pluma, le agradeci a la sagrada providencia la feliz eleccion de mi armadura ligera, que tanta movilidad me daba.
Si hubiese tenido que enfrentar al hermano que me toco en suerte con un equipo pesado, o con caballo, ristre y lanza, no hubiera tenido ninguna posibilidad, pues era imposible cubrir tales golpes con un escudo o frenarlos con una espada. Mi unica superioridad era mi velocidad, y toda mi estrategia consistia en esquivar los ataques de su arma - que ya veia eran demasiado lentos para mi - y esperar el momento oportuno para asestar mi golpe. ¿que esperaba? Lo cierto es que buscaba una apertura en su armadura, un hueco por el que mi estilete pudiera penetrar en una estocada limpia y clara. Mientras evadia su arma iba comprobando, poco a poco, que las correas que unian piezas de acero se iban aflojando por el movimiento, y en algunas partes ya no se pegaban al cuerpo de mi enemigo. Sin embargo, el principal problema que tenia para asestar mi golpe era la gran estatura y fuerza de mi atacante. Si evadia mi golpe o me atrapaba incluso despues de recibir una puñalada no letal, era mi fin. Aquel bruto podia estrangularme con una sola mano o directamente romperme el cuello. Incluso una de las tantas rocas podia servirle de mortero para mi craneo, puesto que mi yelmo era tambien liviano. Mi unica esperanza, a la cual me aferraba mientras retrocedia ante los bamboleos de la almadena, era cansarlo y poder aprovechar una ventana para una estocada limpia.
Con el correr de los minutos, de unos minutos que se me antojaron eternos y en los cuales crei morir una y mil veces, comprobe que efectivamente los ataques del gigante se hacian mas lentos. Si bien seguia atacando de forma furibunda, la ferocidad de sus nuevos ataques provenian de su furia al no poder conectar los golpes mas que de una fuerza verdadera. Su confianza inicial se redoblaba en una furia irracional, pues ahora no solo gritaba sino que parecia maldecirme en algun lenguaje extraño y grotesco. Descubri tambien que, como no me consideraba una amenaza en absoluto, no se cuidaba de guardar la distancia o de retirarse luego de bajar la maza. Luego de intentar golpearme con el mango de la almadena - logre agacharme justo a tiempo - aquella bestia salto hacia adelante y, tomando quizas el mazo demasiado por el extremo del mango, asesto un terrible golpe horizontal, tan fuerte y aplastante como si un puño bajase de los cielos. Luego de haberlo observado pude preveer la trayectoria del ataque y, en vez de hacerme hacia atras o hacia un costado, me lance hacia adelante y esquive el golpe al colocarme entre el mazo y sus manos. Debido al cansancio o quizas a la fuerza del golpe, o tal vez al incorrecto agarre, al fallar -el golpe provoco un terrible estruendo que hizo temblar las piedras del lugar - mi enemigo quedo con la espalda y los brazos demasiado extendidos hacia adelante y, en consecuencia, o fue capaz de levantar de vuelta su arma de manera instantanea. Vi la duda en sus ojos y en ese mismo instante me lance hacia el con todo mi ser.
Impulsando mi cuerpo hacia adelante, di un salto para posicionarme a la altura de su pecho y le lance un golpe de revez con el sable, que corto justo a la altura de la rodilla. En el mismo movimiento sincronizado atravese su ingle de lado a lado con el estilete. Retire el estilete y salte hacia atras, quedando inundado por un chorro de sangre que manaba de su herida como una cascada. Apenas di tiempo a que mi enemigo de desplome, pues cuando cayo de rodillas volvi a saltar hacia el y le rebane la cabeza de un sablazo, rematando la cabeza trinchandola con el estilete. Todavia incredulo de mi suerte, mire el cuerpo, que aun parecia vivo, pues conservaba su postura arrodillada. La sostuvo aun unos segundos hasta que, cediendo a las leyes de la naturaleza, toda su mole se desplomo a tierra. Habia vencido. Tembando de miedo, aunque tambien de emocion, emprendi el regreso hacia la torre. Llevaba en mi estilete, como trofeo, la cabeza de mi enemigo. Y sin embargo, todavia no era tiempo de celebrar. Si Tarko y Heine no habian tenido mi mismo desenlace feliz, tendria que prepararme para una nueva lucha. Esto, por supuesto, vendria a ser parte de una historia mas larga, pero hasta aqui basta para que conozcan que, hayamos triunfado los tres o haya yo muerto luego, merezco ser recordado con honores, pues tal como dice una vieja cancion del reino: Pocos y fatuos son los instantes felices de los campeones.