16 abr 2012

Bar Bavaria, sabado por la noche, luego de que Esteban se Fuese...

Damian seguia sentado en la misma mesa, solo. Se habia pedido ya otro porron de una cerveza fria y liviana, "seguramente rebajada con agua". Era el tercero de la noche, en la cual tenia pensado hacer desfilar una compania entera de identicos vasos, primero llenos y rebosantes de liquido amarillento, luego vacios y trasparentes. O tal vez el vaso fuese el mismo (Damian sospechaba esto y penso en realizarle al vaso alguna marca imperceptible para confrmar la extraña teoria de un vaso Nietzschiano).
La noche, que habia comenzado ventosa, se habia vuelto seca e insospechadamente mas calida (climaticamente hablando) de lo que Damian habia pensado al salir con campera de jean. Tenia una campera de jean, solo una, entre el guardarropas del que disponia, y no solia usarla. Se la habia puesto esa noche, quien sabe por que. Tal vez para sintonizar con Esteban, que siempre vestia, religiosa, monacalmente, su raido habito de jean, su estoica ufo, de un tiempo inasiblemente lejano. "Tal vez, seguramente de los 70" , habia pensado Damian instintivamente la primera vez que lo vio (Estaba recordando en ese momento eso mismo, eso, y como se habia fijado en las mangas y en los ojales de los botones para sacar tal conclusion).
Pero, en esa situacion,  "Climaticamente" era todo lo contrario a "Animicamente". El habia ido a verlo a Esteban, y Esteban se habia ido, rapido, de una manera extraña, impecable, de una manera fiel a su estilo. El orgullo de Esteban, que Damian habia llegado a tildar de "podrido" (solo en sus pensamientos, en una conversacion no se habia atrevido a insinuarlo), era lo mas constante que tenia su amigo. Y esa noche se habia manifestado con claridad y precision. No le habia dicho mucho, es cierto. Pero asi y todo lo habia dicho todo, y no en palabras, sino en silencios y esperas. Damian escribio, con su letra pequeña y prolija ("letra de burguesito", como le habia dicho el ausente), escribio con rapidez, casi con verguenza, en el dorso de una de las pequeñas servilletitas plastificadas que se hallaban dispersas sobre la mesa: "Decimos mas con lo que callamos con lo que decimos, y callamos mas con lo que...". Se detuvo entonces, y tacho el ultimo "callamos" y todo lo que lo seguia, para escribir un retorico " y viceversa". Luego doblo la servilleta y la guardo con una sonrisa en su billetera, como si hubiese descubierto algo o como si la mera estampa de su letra le hubiese dado a la servilleta un valor superior, como si esa amalgama de su idea, de su aforismo, sumada a la materia inerte de la servilleta, creara realmente un ser nuevo y mas valioso, una amalgama entre el espiritu y la materia. Pero no. ¿No?, ¿Quien lo decia? ¿Era el? ¿O era Esteban?. Y Damian lo imaginaba a esteban, sentado en el fondo de la silla, los pies estirados, la mirada perdida en un punto de la mesa, diciendo algo como "No pendejo, mira las boludeces que te imaginas. Vos si que sos un artista eh. ¿Asi que asi como asi, asi nomas, la servilleta tiene un valor nuevo, ontologicamente nuevo? No. Es una servilleta mas una frase escrita encima. El valor de la idea reside en vos, y el arte es la ilusion de atribuirle a esa servilleta un valor metafisico, y..". Damian se detuvo nuevamente. ¿Que hacia alli?. ¿Por que habia ido realmente?. ¿Cual era, en ultima instancia, la razon, el vinculo, el motivo del vinculo que tenia con Esteban? ¿No era demasiado innecesario todo aquello?.
Damian termino de un golpe el resto del porron y miro entonces, con desgano, su celular. Eran las dos y media de la mañana. "¿Por que no me voy de aca?", penso. Ese pensamiento, no realmente como un pensamiento, sino como un juego de pensamiento, como algo que hacemos de cuenta pensamos en serio, solamente para tener algo en lo que pensar,  rumiaba en su cabeza desde hacia unas horas. El fastidio y el cansancio habian hecho que el postulado fuera tomando consistencia real en cada nueva reformulacion de si. Damian saco cincuenta pesos de la billetera, y los deposito sobre la mesa.  Miro a su alrededor: La mitad de las mesas estaban aun llenas, pero el mozo parecia ocupado con las mesas de adentro, puesto que hacia media hora que no salia a revisar a los desatendidos clientes de las mesas exteriores. Era cuestion de esperar a que salga, que tampoco tenia tanto apuro.
El tiempo pasaba con un peso nulo, y Damian contemplaba el vacio o la nada, con el menton apoyado en una de las palmas. La mayoria de su campo de vision captaba la mesa, plastica y con un logotipo que gracias al uso se mostraba irreconocible. Sin embargo, una pequeña parte de su campo veia, borrosamente, parte de la vereda, justo llegando al filo del cordon. Fue por esa ventana perceptiva que vio pasar, sin darse cuenta, como todo lo que observamos sin verlo, el bolado de una pollera blanca, ondeando como un espectro, y un par de sandalias tambien blancas. Ella paso por delante de la mesa de Damian, el cual seguia sentado, observando algun punto, y luego se encamino directamente dentro del Bar, como quien sabe adonde va o a quien busca. Damian se incorporo entonces con calma y miro hacia el interior del bar.Estaba ya dispuesto a irse, y buscaba al mozo, desaparecido hace ya casi una hora. "¿Como era posible que no estuviese, que no saliese nunca, ese pelotudo?". Fue entonces cuando realmente la vio. A Damian le llamo la atencion el contraste que la pollera, larga hasta los tobillos, producia con su blancura casi total en el ambiente oscuro y nebuloso del bar. El interior de Bavaria era naturalmente osuro, pensaba Damian. Todo bar con un nombre asi de nordico debia de serlo. Era natural. El humo del cigarrillo y otros vapores provenientes de las extrañas hierbas, mas o menos exoticas, de los turistas europeos, los sopores mefiticos del alchol y la mala iluminacion contribuian a acentuar esa oscuridad. En esa oscuridad flotaba ahora una pollera blanca e umpecable, que con una forma acampanada se asemejaba a una enorme medusa flotando en la nada.
Damian forzo un poco la vista para ver bien a la chica. Pudo distinguir que no era alta. Tuvo que corregir esto mas tarde, para opinar con justicia que en realidad no era mas alta que el, pero que estaba en la misma altura, en esa mediania que hace que una persona sea considerada "normal", y que no significa otra cosa que no ser mas alta o mas baja que la mayoria de la gente. Pudo ver tambien el color de pelo, totalmente oscuro, intraspasablemente negro, casi invisible en las tinieblas de Bavaria, pero lo suficiente para ver que estaba atado en una larga cola. Se hallaba parada en la barra, y miraba, con miradas rapidas y fugaces, hacia el interior del Bar. Damian se dio cuenta entonces de lo obvio: Buscaba a alguien. Pero, ¿a quien? ¿Un novio? ¿Una amiga, varias, tal vez? ¿o al dueño del Bar?. Damian se incorporo en la silla y enfoco su mirada en la barra y en la caja.No. El dueño del bar estaba tambien el la barra, y hablaba con alguna persona que estaba detras de ella, sin prestar atencion. Damian noto entonces que las fugaces miradas al interior del bar se detuvieron. Vio entonces que la chica se apoyo, ahora de espaldas a la barra, y perfectamente de perfil a el mismo. Vio que hizo un movimiento con la mano, como si moviera con disgusto un mechon de pelo. Esto era imposible de ver realmente con tan poca luz, pero Damian habia especulado bien. Se dio cuenta entonces el por que se habian detenido las miradas de la chica de la pollera hacia el fondo del bar: Habia revisado ya las mesas del bar y la persona que buscaba no estaba alli, mejor dicho, no habia llegado aun. Por consecuencia, penso Damian, Esperaba a alguien.

9 abr 2012

Dialogo en Plaza de Mayo

Fue en un dia de viento y en una Buenos Aires insoportable, en un tiempo inasible entre la tarde y el mediodia, cuando Micaela cruzo la Plaza de Mayo. La plaza estaba dividida como siempre, en vendedores de pochoclos y garrapiñadas por un lado y en vendedores de pulseritas, gorros, y pipas por el otro. Tambien en esos vendedores que colocan pequeños pedazos de tela con costuras sobre un pedazo de tela mas grande, cuadrado y sucio(le dicen ropa, los muy canallas), y desde luego, tambien en esos sospechosos comerciantes de alfajorcitos vencidos que nunca venden nada pero que estan presentes en las periferias de toda plaza centrica.
Micaela siempre bordeaba las plazas por su perimetro. No le gustaba cruzarlas por el centro, pues en estas zonas interiores polulaban casi siempre rateros de mala muerte y predicadores religiosos. Ademas habia siempre borrachos y demas truhanes, acobachados en los recovecos, siempre dispuestos a molestar con su miseria a cualquier traseunte. Plaza de Mayo era especialmente desagradable, pues a estos accidentes propios de toda plaza centrica, se le sumaban los campamentos socialistas y de todo tipo de protestas, las vallas antimotines que cortaban la plaza convirtiendola en una mole deforme y laberintica, que obligan  a realizar desviaciones ridiculas para llegar a uno o a otro lado de la plaza. No habia que olvidarse de las pintadas politicas, las banderas, los bombos y petardos (aditamentos todos que hacian parecer a la Plaza una enorme y vulgar trinchera).
Micaela miro panoramicamente la plaza mientras caminaba por uno de sus costados. La presencia policial era inexistente, y habia tres pequeñas manifestaciones juntas. Nadie entendia de que era cada manifestacion. A nadie le interesaba. La misma Micaela veia solo una molesta mezcla de ruidos y gritos vulgares. Odiaba haber elegido cruzar aquella plaza. La arquitectura de los bancos y de la casa de gobierno hacian aun mas grotesco el desorden de la plaza. La casa Rosada estaba tambien vallada contra los motines, lo que hizo que Micaela recordara los libros de Orwell y mostrase entonces su ironica sonrisa, amplia y hermosa.
Micaela era toda, ella misma, un ser Sardonico. Su risa y su sonrisa eran siempre desproporcionadas, desbordantes, llenaban no solo la cara y el espacio de su dueña, sino que emanaban llenando el aire a su alrededor. El animo de Micaela contagiaba, desordenaba al resto.
Al llegar a la mitad de la plaza se encontro con una de las tan temidas vallas. Paredes de acero enrejado que logran detener a los efectos de las causas pero nunca a las causas mismas. Mecanicamente doblo entonces a la derecha, hacia el interior de la plaza, abandonando Rivadavia. Habia quedado con Federico en el bar que estaba en la esquina de Moreno y Balcarce, por lo que debia Cruzar la plaza furiosamente en una diagonal apresurada. Micaela resoplo y aferro con mas fuerza el pequeño bolso a cuadros que llevaba. Tenia puesto un saco corto a cuadros azul y negro sobre una camisa blanca que asomaba sobre el boton desabrochado del saco, y tambien una bufanda negra. Un cinturon ancho, probablemente de cuero, en el que finalizaba una hebilla de bronce, la ceñia por arriba a de la cintura. Unas medias bucaneras y un bar de botas de cuero marron, casi hasta la rodilla, con finalizaciones en piel, finalizaban el conjunto. Micaela habia pensado colocarse, como ultimo detalle, una vieja boina negra que poseia, y que le daba ciertos aires, mitad a pintora francesa y mitad a activista de izquierda, "Una Tania mas, o una panfletista de la Uba, mejor no", habia pensado en una ultima y fugaz contemplacion en el espejo. Por lo que la boina quedo tirada sobre la cama desecha.
No sabia por que iba adonde iba y a ver a quien seguramente ya la esperaba. Federico era un ex compañero de facultad, de sus primeros y hace poco fallidos intentos de estudios de Abogacia. Se le habia insinuado varias veces, en el pasillo una, en la cafeteria otra, se acordaba. Y lo habia cortado ambas veces, se acordaba tambien. Le habia parecido un tarado, un pretencioso. Si, habia que ver que era lindo y nada tonto, claro que si. Esa falsa seguridad la molestaba, lo hacia quedar como un superficial. Por eso o quien sabe por que, nunca la habia atraido para nada. Despues vino la crisis, el replanteo, las salidas en dias equivocados, el abandono progresivo de las aulas, y el irreflenable odio nacido del desengaño, por una carrera que no era lo que le habian enseñado a pensar que era.
Pero ese sabado se habia levantado casi sin dormir nada. El viernes habia salido, habia pasado algo raro a la noche, algo que la habia dejado en ese estado extraño, mezcla de tristeza y soledad. Estaba molesta consigo misma por no haber sido mas pragmatica, y "pelotuda, mas practica tenes que ser". Esas cosas. Se habia acordado de Federico de la nada, y quizas no de la persona de federico, sino de la disponibilidad. Sintio la necesidad de esa disponibilidad, de algo accesible, practico. Es cierto que ella no lo conocia mucho, pero todo en el le habia parecido simple, acotado, practico, aburrido por lo dado. Era un chico mas del monton, ella lo tenia totalmente resuelto. Le habia mandado primero un mensaje:
"Fede, como andas. ¡Tanto tiempo!. Vine al centro a hacer algunas cosas y me desocupo a las cuatro. ¿Queres que nos veamos?. Mica."
Le habia parecido estupido poner su nombre. Ahora que se acordaba, el tenia su celular. No tenia manera de saber si el lo habia borrado o si se acordaba de ella, pero una oscura y malevola seguridad le decia que se acordaba de ella y de su numero. La respuesta no se hizo esperar. Dos mensajes mas y la cita estaba concertada. Asi de facil. Micaela tenia conciencia de si misma y de su alcance. Se consideraba bastante linda desde varios aspectos. Era alta, pero no demasiado, morocha, de tez oscura o tal vez olivacea, que llenaba un rostro que tambien podia ser catalogado de amplio o pleno, decididamente mas largo que ancho, con mejillas ni demasiado tersas ni demasiado llenas. Todo su rostro tenia una plenitud innegable, con una nariz prominente y unas orejas graciosamente alargadas. La frente quedaba permanentemente oculta bajo el largo flequillo. Lo mas destacable eran sus ojos, oscuros, inmensos, desbordantes. El negro absoluto, ontologicamente absoluto de sus pupilas conrastaba con el vasto blanco del resto de sus cuencas. Todo en los ojos daban la apariencia de una insondable pureza, de una pureza casi geometrica. El pelo, totalmente oscuro, lacio y muy largo, propio de una japonesa o una egipcia clasica. Aceptaba su propia nocion de si misma  con una callada humildad y con un silencio estoico. No era vanidosa con las palabras, pero si con otras cosas, como la vestimenta y las miradas. Mientras cruzaba la plaza se proyectaba a si misma en el Bar, ya hablando banalidades, ya mirando el reloj, ya aceptando propocisiones o bien rechazandolas, ya desplegando estrategicamente sus sonrisas, sus carcajadas, sus miradas esquivas o lascivamente directas, sus calculados desvios, fingida indiferencia, sus tanteos con frases de un sentido doble, triple, polisemantico. Habia desarollado esa magica facultad que es la autoconciencia, y que no es otra cosa que verse a si misma viendose. Conocia, por ejemplo, la normal expresion de su rostro serio, el cual expresaba por naturaleza a una persona melancolica y distante. Sabia tambien como modificar la mirada, la expresion de las cejas y el angulo del pelo, del cuello, del perfil, para mostrarse sensualmente lejana o incomodamente interesada. Sabia que bastaba una sonrisa para rejuvenecer algunos años, y hasta corria el riesgo de presentar una apariencia casi infantil. Recordaba, casi llegando al centro de la plaza, la cantidad de veces que habia tenido malosentendidos relativos a su edad. Pero entonces, succedio lo que Micaela tanto temia.
Se le acerco decididamente una mujer. Era una señora de unos cuarenta años, grande, cuadrada, de aspecto severo y varonil. Llevaba el pelo atado en una sola coleta y vestia un sobretodo marron claro que le llegaba casi a los tobillos. Micaela intento no mirarla a la cara y no pudo evitar pensar que "ese piloto es de hombre", pero la mujer del sobretodo se le planto directamente en frente y Micaela no tuvo mas remedio que detenerse. La mujer comenzo a hablar casi de inmediato. Su tono era monocorde:
- Hola, buenas tardes. Soy de la iglesia "Nuestra Señora de Fatima", y estamos realizando una colecta con motivo de colaborar con la tragedia del terremoto en Haiti. ¿Te gustaria Colaborar con uno o dos pesos? Lo que tengas... es a Voluntad.
Micaela penso que a voluntad no le daria nada a una mujer tan desgreñada y sospechosa.
- No, mira, no soy creyente yo-. La mujer la miro entonces con un gesto de compasion.
- Bueno, igualmente, no es cuestion de ser creyente, ¿Sabes?. Es cuestion solamente de querer ayudar-. La mujer se cuido bien de recalcar lo de "querer ayudar", y a Micaela le molesto que quisieran darle lecciones de humanitarismo. Algo en ella le reprocho lo idiota de su encuentro con Federico. Algo en ella buscaba una escusa para demorarse.
- Señora, no creo que con uno o dos pesos que yo le de se pueda ayudar a nadie. Ademas, disculpeme, pero se vive recolectando plata para toda tragedia que succede. Si uno quisiera colaborar con todas, no habria sueldo que alcanze.
- Nena - la Mujer del sobretodo adopto una expresion seria - uno colabora con lo que le importa. ¿A vos no te importa esa pobre gente? Bueno, a mi si. Me importan los menos afortunados-.
Micaela no pudo evitar una pequeña sonrisa. Sonrisa que seguramente turbo un poco los nervios de su interlocutora. La idea de "Menos Afortunado" le recordaba la mojigateria de los samaritanos. "Todos somos afortunados", se decia para si misma. "Algunos mas, otros menos, por que dios es bueno y dios creo todo, entonces todo es bueno. La compasion entonces como principio socialista".
- ¿A usted le interesa Haiti Señora? ¿Justo Haiti? ¿No cree que aca a la vuelta tenemos gente igual o peor que en Haiti?-. Micaela sintio haber puesto una ficha en su lugar. Le molestaba la hipocresia. 
- Me importa el Deber de la Caridad - Sentencio la Señora, Paladin de la mendicacion.
- Creo yo que la verdadera Caridad no esta en buscar ayudar a los demas, sino en buscar no ayudar.
- ¿Como? ¿Estas loca vos? Eso no es caridad.
- Si. Usted, Señora, pierde su tiempo-. Micaela volvio a lucir su sonrisa, esta vez maliciosamente. - Pierde su tiempo ayudando. Usted, sepalo, y tambien su iglesia, deberian buscar que no halla mas nadie que necesite ser ayudado. Esa es una misericordia mas autentica: Buscar que no halla nada por lo cual dolerse.
- Pero.. ¿No ves vos que nosotros buscamos justamente eso? La misericordia es ayudar al que..
- No.- Interrumpio Micaela - No, ustedes lo que buscan es compadecer, y que halla gente digna de su misericordia es lo que los mantiene despiertos. No voy a decir yo por que es asi. Tal vez eso les da poder, los pone por encima de esos que compadecen. Por ahi son unos perversos que se deleitan en el dolor ajeno, unos comediantes con una maligna benevolencia. No, señora, no se espante ni me insulte, por favor, que ya estoy cansada de verlos en cada plaza. Si. Ustedes quieren que halla desdichados para poder compadecerlos. ¿Como me explica sino que usted se compadezca por personas que ni conoce, ni vio, ni vera?-. Micaela puso los brazos en jarra y espero cualquier tipo de respuesta. Extrañamente, la mujer se habia calmado de repente, luego de que en el discurso de Micaela se hubiese puesto colorada y hubiese soltado algunos insultos por lo bajo. Ahora estaba palida a la vez que sombria.
- Mire, Señorita.. (Micaela noto el cambio de "Nena" por "Señorita", dicho sin duda con un odio helado). No se por que usted piensa tan mal... La Biblia nos enseña a aceptar las tragedias... A algunos dolores hay que aprobarlos, por que los manda Dios, y solo el sabe por que. Pero que halla que aceptarlos no signifique que nos guste que pasen las cosas que pasan. Yo no me duelo de las desgracias ajenas, y..
- Y si, ya se, aunque usted no se duela, Dios y San Pablo predican la ley de la caridad, ¿no?. Me dice usted que me esta pidiendo dinero por que dios asi se lo manda. Me parece muy bien o muy mal en realidad, pero si la caridad "desinteresada" me parece increible, una caridad por deber me parece ridicula ya .A usted algo la tiene que mover a estar aca todos los dias pidiendo monedas, no para usted, sino para gente que esta a miles de kilometros. Si, ya se, la palabra divina me va a decir.
- Si. Cristo vino y va a volver Señorita, crealo usted o no. Y cuando venga, solo los buenos y los justos se van a salvar. Los demas, los impios (y al decir esto, la señora aguzo la mirada en los ojos negros de Micaela) van a ir al infierno. La Salvacion depende de cada uno, por eso la Iglesia de nuestra señora de..
- Disculpeme que la interrumpa, pero usted esta aca por su propia salvacion. No me diga mas nada, que yo ya veo sus motivos. Al final, no son tan altruistas ni tan desinteresados como decia yo que no podian ser. ¿Ve?. Ahora nos entendemos-. Micaela metio su mano en el bolsillo de su saco.- Usted pretende que yo crea en su alma que compadece desinteresada de eso que compadece, pero su alma esta interesada en si misma. A usted, como a toda su iglesia, le interesa que halla miserables para ser compadecidos, para poder ser caritativos. ¿Por que esa perplejidad? Le pido por favor, acepteme eso.
- ¡No! Usted, Señorita, esta muy equivocada si cree que yo..
- ¡Señora! La interrumpo por ultima vez.- Dijo Micaela con una voz exageradamente cortes.- Quizas yo este equivocada. Por ahi no pueda entender que halla alguien tan bueno como usted. Pero tal vez, y digo tal vez solamente, tenga yo razon. Sea en ese caso o en este, tome, le voy a dejar dos pesos. Es bueno que la gente sea caritativa y (Una sonrisa de oreja a oreja volvio a poblar el aire) es bueno para nuestra salvacion personal que halla muertos de hambre y enfermos de cancer para poder ejercer nuestra caridad. Le dejo dos pesos: Un peso para la salvacion de su alma, y un peso para la mia propia, que la salvacion es un tema importante. Envielo asi y no sea desagradecida, que es pecado. Ahora que ambas somos caritativas con mi dinero, le digo buen dia y hasta luego.
La mujer del sobretodo se quedo parada en donde estaba, con el billete en la mano. Micaela le dio vuelta la espalda, y volvio por donde habia venido. De repente se le habian ido las ganas de verlo a Federico. "¿Llamarlo? No", se decia a si misma que "a ese idiota no vale la pena ni llamarlo ahora, ni volverlo a llamar. Se va a quedar esperando seguramente. Pobrecito.". Iba sonriendo sin proponerselo. Le gustaba tener el viento en contra. Despues de dar unos veinte pasos, se volvio, toda alta, arreglada y altiva, a mirar a la señora del sobretodo. Pero ya no estaba.

2 abr 2012

Ontologia de los objetos de Poder



Las tengo no para que esten, sino para que no esten. Importa mas su calidad de objetos que sus cualidades extrinsecas. La gracia no es su presencia, sino su ausencia. Sentir la ausencia de la presencia es sentir la presencia de algo que esta oculto. Y, necesariamente tienen que estar a la vista y no a la vista a la vez. Estar a la vista pero no poder ser vistas, es como estar presentes y ausentes a la vez. Asi, estando presentes estan ausentes y presentes a la vez,  y estando ausentes, presentes. ¿Ven?. Hay continuidad entonces.
Su poder reside precisamente en esa permanencia, en esa carga magnetica de mistiscismo que quiero creer se acumula con el paso del tiempo; Pues, el tiempo es mi mortal enemigo, ¿saben?.
No por nada Cronos devoraba a sus hijos. Esconderlas del dios deofago, del dios devorador, implacable, letal, desgastante, viento del desierto que erosiona la roca. Es necesario el secreto, ponerle pañales a una piedra.
Del tiempo y de los impudicos ojos y las impudicas opiniones de los demas, de los que no son mystess, de los profanos, de los no iniciados. Todo objeto sagrado debe estar fuera del alcanze de la chusma. El estar oculto es propio de lo sagrado, propio de dioses. Sabemos que El Dios esta muerto, pero, ¿murio tambien acaso la divinidad? ¿Ha quedado el trono de la divinidad vacio, o fue tambien destruido no solo el valor, sino tambien el lugar del valor mismo?. Yo he puesto una piedra oculta en el lugar de la divinidad.
Es necesario tener objetos magicos, sagrados. Ocultos, callados, secretos, velados. No se los debe mencionar en frente de otros. Son totems, objetos de poder. Su poder mismo reside en el sentimiento de Sacralidad que nosotros depositamos en esos objetos que, claro, pueden ser cualquier cosa.
Todo objeto es un simbolo. Por lo que conviene que cada objeto sea de nuestra predileccion. Esto es practicamente dificil de explicar, pues no es por su uso ni por sus ventajas, sino por su belleza o por su carga simbolica el que un objeto pueda convertirse en sagrado. Su sacralidad reside en la santidad de estar fuera del grosero manoseo fisico e intelectual de los demas. La nobleza, en este caso, no se da por procedencia sino por finalidad. La naturaleza de cada cosa, como decia el Estagirita, es su fin. Los objetos sagrados son esos que tienen fines sagrados. Y asi con todo. El sentimiento de permanencia frente al tiempo y de imperturbabilidad estoica frente a los pensamientos me da un sentimiento de pureza, y justamente la divinidad debe ser pura en este aspecto. La ilusion de vencer a la corrupcion temporal y espiritual es la que aqui se quiere obtener por esta magia extraña de vincularnos con objetos sacros y ocultos. De ahi la antropomorfismo de colocarles nombres a objetos.
Por que asi como nosotros referenciamos a los objetos, asi tambien esperamos vanamente que los objetos referencien directamente hacia nosotros, como centros de alguna energia separada de nosotros, que obtiene su poder de su naturaleza divina, naturaleza que obtiene tal facultad mientras respete las condiciones antes explicitadas. Claro esta que estas condiciones son a priori condiciones que nosotros mismos necesitamos para sentir lo sagrado. En cierto modo deseamos ser como los objetos que forjamos y sobre los cuales proyectamos, en un inteligentissimo recurso, aspectos que no podemos plasmar en nosotros mismos (como en mi caso, permanecer oculto y callado de la corrupcion) para luego ir a recuperar ese sentimiento en la posesion de dicho objeto. Asi, la energia o el poder o la magia pasa de nosotros, desdoblada, al objeto, y del objeto nuevamente a nosotros, de donde llegamos a creer en las propiedades magicas de dicho objeto, sin percibir a veces que solo es un vehiculo necesario de nuestra propia sombra, de nuestra propia energia exedente o de nuestra propia carencia, para reintegarla luego.
En mi caso particular, la energia se siente como la constante ausencia del objeto, el cual reconcentra su presencia en si mismo. Me gusta sentir el vacio.
Si, ja ja, lo se.
Pero bueno, es el ultimo residuo de mistiscismo en uno que quiere ser de los ilustrados.
No rechazo el pensamiento magico, sino que lo exorciso, en estos dias en que es imposible ejercerlo en mi mismo, en un tercero, o en dos. Y, hablando con propiedad, en dos terceras: Hikaru y Momiji.
Ellas son como dos piedras, depositarias de dos espiritus, un amanecer y un atardecer, dos valores del espiritu humano (de un espiritu humano que es el mio), valores que pasarian a ser profanos si pudiese expresarlos mas que en la ausencia de estos filos varias veces vedados. Las espadas son para la lucha, la libertad es la lucha misma, y las espadas, bien entendidas, son simbolos la libertad. Pues, mas alla del resultado, todo lo que lucha quiere ser libre en cuanto no quiere ser determinado. Y lo logra al menos en el instante mismo de la lucha.