5 sept 2021

Reorganizacion

En el quinto piso, donde antes solia estar el departamento de sistemas informaticos, ha ocurrido una reorganización. Esto, por supuesto, es un eufemismo para decir que han dejado en la calle a un monton de gente. Cosas de la pandemia. Un dia uno cree que la gente de su departamento es necesaria para ejecutar un monton de tareas importantes, y por eso se les paga. Luego, cierta catastrofe, llamesela como quiera, imposibilita que esos empleados tan necesarios vayan a la oficina. Luego sus tareas no se cumplen. Ahi es cuando uno se da cuenta cuan cierto es aquello de "en la cancha de ven los pingos", porque resulta que entonces se hace patente lo que antes estaba oculto: que aunque todas las tareas son muy importantes hay algunas que son mas importantes que otras. Asi, la chica de anteojos, tan simpatica y amante de los animales, que se encargaba de llevar los calendarios de eventos pasa automaticamente a no ser tan simpatica. Lo mismo ocurre con el repartidor interno de correo o el muchacho que vende cafe a la entrada del piso. Caen las ventas cae la produccion y entonces damas y caballeros ha sido un gusto es momento de nuevos horizontes nuevas oportunidades think out of the box o lo que ustedes quieran pero por favor pasen por las oficinas de rrhh que hay que ir liberando campamento. 

Resultado: el quinto piso, salvo dos o tres oficinas - yo estoy en una de ellas - es un piso fantasma. Donde antes trajinaba el pequeño ecosistema de 250 o 300 economistas silvestres ahora hay un yermo de escritorios pelados: computadoras apagadas, archiveros sin archivos o con archivos, tazas secas o con restos de cafe solidificadas, fotos donde se ve a los ex empleados felices, cosas asi. 
Mi oficina esta casi al final del piso, lo mas alejada posible del asensor. Por lo cual, cada mañana debo atravesar ese pequeño desierto para sentarme en mi puesto. Lo cierto es que tampoco yo tengo mucho trabajo. No me sorprenderia que alguno de estos dias me inviten a mi tambien a pensar por afuera de la caja. 

Como tengo tanto tiempo libre, los primeros dias me dedique a explorar el piso. Y no solo el quinto piso. El cuarto y el tercero han sufrido la misma extincion masiva. Solo sobreviven aqui y alla pequeñas colonias, minusculas tribus sectoriales que, por ser consideradas esenciales o por un ferro instinto de supervivencia, siguen concurriendo al edificio. He barrido estos pisos y conozco el territorio de las tribus del tercero y del cuarto, asi como ellos conocen nuestra ubicacion al final del quinto. Dado que conozco los pisos, puedo decir que el quinto es el unico que podria considerarse casi desierto.

La planta baja y el primer piso son para atencion al publico. Estan habitados o mejor dicho concurridos, de forma constante pero siempre restringida por los constantes aunque cambiantes protocolos. El segundo piso sera dejado de lado en este relato, dado que es el piso de la gerencia y la presidencia, y constituye desde siempre un todo aparte, regido por reglas y leyes ajenas al del comun de los mortales. 

Nunca me ha gustado mucho la gente, asi que no puedo decir que este cambio me haya dejado descontento. Me da, por supuesto, un poco de lastim que tantos compañeros y conocidos hayan perdido su empleo de buenas a primeras. A veces me pregunto habra sido de ellos. Muchos tenian decadas aqui adentro y supongo que habran cobrado su buena indemnizacion. Para mi propio confort me los imagino viviendo comodamente de este dinero o de rentas varias. Dios sea con ellos. En lo que a mi respecta, los pisos vacios son mucho mas interesantes. Y es que, a riesgo de que se me malentienda, tengo que aclarar que, aunque el quinto piso este vacio de gente, no esta vacio en absoluto. Son cientos y cientos los muebles y objetos que han quedado dispuestos como en un museo. El estado del piso me recuerda a Pompeya o a Carhue: ciudad fantasma en donde la cotideaneidad ha quedado suspendida como por arte de magia, como si los dueños de los puestos durmieran un sueño encantado y estuvieran esperando el despertar, no propio sino de la economia nacional, para volver a la vida como las abejas despues del invierno. 

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Que pase lo que tenga que pasar. Siempre me ha gustado el invierno. Sobre todo si uno tiene donde cobijarse, leña suficiente y hasta puede darse el lujo de una taza de cafe calentita. Asi, luego de enviar algunos mails de rutina y de dejar corriendo algunas tareas espurias que simulan que soy un ente productivo dentro del gran todo corporativo, salgo de la oficina a pasear por el piso, aventurandome a los rincones mas lejanos. 

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Los primeros dias fue sobre todo hacer inventario. Trabajo en este edificio hace ya muchos años, por lo cual conocia ya de entrada la disposicion de cada area. Pero nunca me habia tomado el trabajo de investigar, cuando cada puesto estaba habitado por su dueño, exactamente que objetos habia en cada puesto: que adornos, que accesorios, que obras de arte u objetos practicos. Ya en mi primera semana me tope con un centenar de cajones cerrados con llave. Por suerte, soy del area tecnica y tengo acceso a un gran numero de herramientas, varias de las cuales pueden forzar la cerradura de hasta el mas obstinado de los cajones. Con el correr de los dias me volvi muy bueno para forzar cerraduras de todo tipo: cajones, cajoneras, archiveros, puertas, gavetas, etc. Solamente las cajas fuertes, que tienen un mecanismo harto mas complejo, permanecen cerradas. He hallado exactamente siete cajas fuertes. En mi mapa del piso las he marcado con una X, dado que sin duda contendran tesoros.

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Lo segundo que hice fue caracterizar; Hallar lugares especiales o asignarles sencillamente la funcion a algun puesto determinado por algun elemento distintivo. Dare un ejemplo: en el puesto B34 encontre una hermosa lampara de lectura de bronce con pantalla verde, y entonces decidi llamar a ese puesto "la biblioteca", y he organizado en su espacio todos los libro que he encontrado en el piso. Otro: en el puesto D7 he hallado una curiosa estatua de alpaca con 3 figuras femeninas danzando en circulo. Van desnudas y sus expresiones son languidas y placidas. No he podido identificar si son nereidas o gracias, pero el hallazgo me motivo a bautizar "el templo" a aquella posicion. He colocado alrededor de las bailarinas una cantidad interesantes de flores muertas y de plantitas de maceta, tanto verdaderas como artificiales. El Puesto J7, donde se sentaba cierto individuo que detestaba y sigo detestando, lo he convertido en baño de emergencia. Coloque varias botellas vacias que regularmente voy llenando con orina solo por pura malicia. En otro puesto he reunido todas las fotos que pude hallar, y en otro diferente he colocado "el almacen" en donde reuni todos los objetos tecnicos (Cargadores, accesorios, mini ventiladores, etc) que halle en mis busquedas. 
Los primeros dias sentia cierto miedo de que alguien descubriera y denunciara mis tropelias. Luego descubri que los tres o cuatro empleados del quinto estan tan desinteresados de mis actividades como yo de las suyas. Dos de ellos han empezado a salir, o bien salian ya antes de todo esto. Se dedican a pasear por el centro y a coger como conejos en un escondite que han improvisado en el baño de discapacitados. No se si saben que yo lo se. Mietras ellos finjan que no lo saben yo seguire fingiendo que lo ignoro y tendre tambien cuidado de no acercarme a las proximidades del baño para personas con capacidades diferentes. El otro, que supongo tan misantropo como yo, no se ha dejado ver mas que unas cuantas veces en estos dos años de Pandemia. No me queda claro si se dedica a las exploraciones o si sencillamente ha decidido no venir a trabajar mas que una vez cada cierto tiempo. Lo cierto es que, si anda rondando los pisos como yo lo hago, puede suponerme una amenaza. Los humanos fuimos por mucho tiempo cazadores y, en ese aspecto, no creo que seamos diferentes a los leones o a cualquier depredador. Si alguien se mete en mi territorio, en mi coto de caza, habra problemas.

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Ultimamente lo que mas me ocupa es el comercio. La revision y el inventario final me dio un resultado naturalmente disparejo: demasiado de ciertas cosas, demasiado poco de otras. La natural solucion para este desbarajuste de recursos es el comercio. Por eso voy una o dos veces a la semana al cuarto y al tercero a intercambiar cosas. He conseguido otra estatuilla, esta vez de bronce bruñido. Tiene la forma de un mensajero alado que bien podria ser Mercurio. Solamente me ha costado una vieja impresora de matriz de punto, que solamente dios sabe para que la querrian los de la tribu de Legales. He notado que mi posicion como parte del cuerpo del area tecnica me ha colocado en una favorable situacion de poder: no solo tengo acceso a gran cantidad de equipos ofimaticos sino que ademas cuento con la capacidad y las herramientas para reparar los ajenos. Esto ha dejado mi balanza comercial en alza. Si las cosas continuan asi, pronto sere una potencia.

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Hoy ha ocurrido algo curioso. Me hallaba ocupado construyendo un puente entre dos puestos. Para esto usaba una enorme puerta de armario que habia desmontado cuidadosamene los dias anteriores. Mi idea era trazar un puente entre los puestos A 23 y a A22, de manera de poder cruzar entre ellos sin tocar el piso. Me hallaba asegurando uno de los lados con el peso de un archivero cuando senti que me observaban. Automaticamente me gire y por una fraccion de segundo vi una cara borrosa que se giraba para huir. Estaba a dos o tres pasillos de distancia y era obvio que habia estado observandome. ¿seria acaso el compañero misantropo? Si habia que establecer una relacion, esa seria la de cazador/presa, y dado que el huia, a mi me correspondia perseguirlo. Pude seguirle el rastro casi hasta el ala este del piso, justo hasta las ventanas que dan a la Plaza de Mayo, pero de algun modo consiguio desaparecer de mi vista. 

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Han pasado algunas semanas y he vuelto a tener encuentros esporadicos con estos "visitantes". Y digo visitantes porque ahora estoy seguro de que no se trata de nadie de este piso y, cosa curiosa, tampoco de gente de los pisos de abajo. Son caras nuevas, que nunca habia visto antes, ni antes de la pandemia ni despues. Hasta ahora he visto 3 mujeres y 2 hombres. Los he perseguido a  todos pero no pude atrapar a ninguno. Conociendo como conozco este piso, me preocupa el hecho de que sean capaces de escapar. No puedo menos que pensar que conocen recovecos que yo ignoro.

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¡he atrapado a una! Se trata de una chica joven. La he sorprendido mientras intentaba abrir uno de los archiveros de la "biblioteca 3". Estas ultimas semanas he construido lo que llamo "puestos de observacion", es decir, puntos donde puedo observar amplias areas sin ser observado. Para esto he usado varios archiveros de metal y paredes de chapa de puestos desarmados para tal fin. Fabrique incluso un periscopio con algunos espejos que consegui en el tercero. Fue desde uno de estos puestos desde donde vi pasar, rapida y silenciosa como una rata, a esta chica. Desconozco si buscaba algo en especifico o era un pillaje al azar, pero en cuanto entro en la "biblioteca" supe que estaba perdida. Modifique ese lugar precisamente para que fuera una ratonera: solo una entrada y paredes de casi 2 metros de altura. Ella parecio ignorarlo o tal vez no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde, es decir, hasta que yo estaba encima de ella amordazandole las manos con un cable. Tuve el buen tino de taparle la boca con un trapo en el instante mismo en que se disponia a gritar. Temia que hubiera otros cerca nuestro. Desde que los visitantes han comenzado a aparecer decidi que mi territorio se hallaba bajo una invasion foranea. Tomandola de los pies la arrastre hasta un puesto disimulado en el ala oeste, bastante alejado de todo lo interesante y, lo mas importante, indistinguible desde la distancia de una veintena de puestos similares. Como habia despejado la zona aleadaña, nadie podria acercarse sin que yo lo notara. Precisamente por esto habia bautizado a este puesto, el H101, como "la sala de interrogatorios"

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Han pasado varias cosas, pero lo mas importante es que ella, Melanie, se ha escapado... no puedo creer que haya sido tan estúpido, pero al menos lo dejare escrito aqui para eterna edificacion de las generaciones venideras: nunca confíen en una chica joven. Sobre todo si es linda o al menos simpatica. Por supuesto, se que este consejo es totalmente inutil, porque la atraccion no se trata de confianza, y ni siquiera se trata de eleccion. Sencillamente ocurre. Lo cierto es que me cayo simpatica desde el momento en que empece a interrogarla y deje que la cosa corriera de las maneras habituales. Por supuesto, crei que tenia el asunto controlado y ese fue mi error. La tuve varios dias en mi poder y finalmente ayer terminamos acostandonos. Por supuesto, nunca deje de sospechar que lo hacia con el motivo de escaparse apenas pudiese... pero lo cierto es que baje la guardia. Ni siquiera note cuando se escabuyo del puesto. Fue sigilosa y rapida. Ni siquiera atino a llevarse su ropa. Tengo que tener cuidado de ahora en adelante. 

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No fui demasiado duro con ella cuando quizas debi. Por eso no contesto muchas de mis preguntas. Pero si contesto algunas, por lo cual de cierta manera tengo una idea acertada acerca de quienes son estos visitantes y de lo que quieren. Lo malo es que seguramente ella tambien obtuvo de mi cierta informacion. He tenido que desmantelar la H101 y borrar todo rastro de mi presencia. He movido mi base de operaciones a una oficina cerrada contigua a mi puesto de trabajo, casi al final del edificio. Oscilo entre lo ocurrido con Melanie y el asunto de los visitantes. Hace ya dos semanas que no vuelvo a mi casa. Tengo cajeros automaticos de donde retiro dinero. Todavia quedan locales de comida funcionando, y por supuesto tambien locales de ropa y articulos de farmacia. En la peatonal florida tengo todo lo que necesito. En el cuarto piso hay una duchas que usan los del area de mantenimiento. He llegado a un acuerdo comercial con ellos para poder usarlas hasta dos veces a la semana.

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¡He descubierto el asentamiento de los visitantes! Por fin puedo contarles mis sospechas. Naturalmente que el termino "visitantes" es el mas adecuado para ellos. Es increible como ciertas intuiciones suelen acertar de forma misteriosa. Estas personas no son empleadas de la empresa. Vienen de afuera. De la calle. Son desalojados, vagabundos, gente que no tiene otro lugar. Han ocupado las salas tecnicas de mi piso. Se, de buenas fuentes, que en los pisos 3 y 4 tambien hay asentamientos parecidos. Tienen su propia economia. Principalmente callejera. En su mayoria son vendedores ambulantes, cartoneros y otros trabajadores informales. Se que en el cuarto piso hay una guerra abierta entre las tribus originarias y las hordas invasoras. Es facil distinguir a ambas, sobre todo por la vestimenta. Los nuestros usan ropa de oficina: pantalones de vestir de lino, nylon, pana. Polleras tubo y faldas de encaje las mujeres. Zapatos y mocasines. Camisas blancas, celestes, rosadas, azul marino. Sacos. Por supuesto, tenemos nuestro carnet de identificacion colgados del cinturon. Todos los que no siguen este codigo de vestimenta o no tienen su tarjeta de acceso son  barbaros. 

En el quinto somos demasiado pocos: cuatro, para ser exactos. El misantropo, la pareja de amantes y yo. No tenemos forma de librar una guerra abierta y tampoco se si tenemos la voluntad para hacerlo. Tarde o temprano los visitantes tomaran el edifcio entero. Ya hay por lo menos treinta o cuarenta solamente en el quinto. Tienen una guardia y han montado hasta un mercado. De lejos se escucha el llanto de un niño pequeño. 

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He hallado muerto al misantropo en el puesto H101... sin duda deben haberlo capturado ellos. Su cuerpo estaba terriblemente desfigurado. Le habian arrancado varias uñas y no puedo decir lo que le hicieron en los genitales por ser demasiado obseno. ¿tortura o sencilla venganza? No, no debo engañarme. Sin duda esto es un mensaje para mi. No cabe duda de que Melanie esta involucrada, o por lo menos gente suya.  Temo que el misantropo les haya revelado la ubicacion exacta de mi oficina. Por precaucion me movere al ala que da a la plaza de mayo, en el punto mas alejado a sus asentamientos en la salas tecnicas.

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Mi intuicion ha estado en lo cierto una vez mas. Ayer a la madrugada escuche como repentinamente un grupo irrumpia ferozmente en mi oficina. No me he acercado a ver pero por el ruido se nota que lo han destruido o saqueado todo. He perdido la comunicacion interna con los pisos 3 y 4. No puedo pedirles ayuda. ¿Escapar? El acceso al asensor debe estar custodiado por ellos. Ocupan ya casi la mitad del piso. Ya tienen el valor de mostrarse a la luz del dia. Me he convertido en la rata. Tengo seis o siete puestos secretos en donde tengo comida y agua. Podre soportar algunas semanas mas si no ocurre nada extraño.

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Han saqueado la biblioteca y tambien el templo. Todos los objetos de un minimo valor ha desaparecido. Sin duda lo han vendido todo en sus mercados o en la calle. Me he acercado al asensor todo lo posible y he podido comprobar que esta custodiado por dos fornidos visitantes. Llevan machetes colgados del cinturon. Suben y bajan del cuarto con total libertad. Debo asumir que las tribus departamentales han perdido la guerra. Sencillamente han tomado el edificio entero. ¿resistira acaso el segundo piso o tambien habra caido en su poder?

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Esta sera sin duda mi ultima anotacion. He perdido absolutamente todo. Me hallo encerrado en el baño de discapacitados. La traba de la puerta es lo unico que me separa de ellos. Ayer, mientras intentaba moverme de un puesto a otro para conseguir suministros, fui descubierto por una patrulla. El enfrentamiento fue rapido y violento. Pude derribar a uno con mi garrote, pero al mismo tiempo recibi una puñalada en los riñones por otro de ellos. Hui a toda prisa y fui perseguido. Casi no lo logro, pero consegui meterme en este baño y trancar la puerta. Las puertas son reforzadas y no han podido tumbarla. Tampoco les es necesario. No tengo escapatoria alguna. Puedo escuchar que han apostado centinelas en la puerta. Sin duda dejaran que me muera de hambre. A todo esto, no puedo evitar preguntarme que habra sido de los amantes. Frente a mi, la pequeña ventana que en otro tiempo usaba para fumar, con vistas a la calle reconquista, parece ser mi unica salida. No dudo en que tarde o temprano terminare por usarla. 



ups!

Cuando se me cae un tornillito al piso deberia se capaz de hallarlo. Pero solo puedo hacerlo si lo sigo con la vista. Si mis ojos no pierden de vista su trayectoria, si puedo apreciar el instante mismo del primer y fatal rebote contra la baldosa de pintitas de mi comedor, si puedo, luego del rebote, seguir al pequeño cilindro de metal con cabeza philips o tor o plana o estrella, hacia la izquierda o hacia la derecha, entonces mis posibilidades son buenas. En esos casos, el tornillo rebota una o dos veces mas, y queda a la vista en un rango de uno o dios pies de distancia del sitio de su primer impacto, llamemos a este lugar la zona cero. En esos casos, si ademas fui lo suficientemente aguila para seguir al tornillo en todo su trayecto desde mi torpe mano hasta su ultima sacudida y estertor final; Si, por decirlo asi, no perdi ni un solo fotograma de esta trayectoria, entonces la realidad, regida por las inmutables leyes de la fisica, o regida por los oscuros hilos de las moiras - Cloto la hilandera, Laquesis la que hecha las suertes, Atropos la inexorable) o regida por los caprichos de Fortuna, me recompensa con la posicion exacta del tornillo, tan exacta como si estuviese localizada por un GPS. Cuando esto pasa, es decir, cuando el tornillo esta quiero, REALMENTE quieto, libre ya de cualquier oscilacion sobre su cabeza o de algun inesperado ultimo rebote, salto baquico, espasmo electrico o lo que sea, entonces puedo respirar tranquilo. Se ha convertido en un objeto inerte. Inanimado. En algo en reposo, pasivo, pura materia, sin potencia. Yace completamente desinflado, aprisionados todos y cada uno de sus atomos por la gravedad contra el suelo sucio. Entonces puedo levantarlo con toda tranquilidad, aferrarlo, esta vez con seguridad leonina, entre mi pulgar y mi indice. No correre el riesgo de tomarlo de la resbaladiza cabeza, sino que lo aferrare directamente por el cuerpo, dejando que la cabeza haga de traba natural entre mis uñas. Una vez en mis manos, el tornillo rebelde cumplira su sentencia en entre una arandela y lo que sea que tenga que asegurar. El destornillador girara primero con cierta libertad, luego como refrenado por la resistencia de la arandela, a la que sin embargo iremos estrangulando dulcemente poco a poco, vuelta a vuelta, incrementando la torsion con cada pequeño giro de la muñeca, en un movimiento de boa constrictora, hasta que llegaremos al limite, al equilibrio entre todas las fuerzas. Si se tiene cierta malicia, este limite, este "justo medio", esta sofrosine, puede superarse. Mas alla de la perfeccion esta el exceso, mas alla de la justicia el castigo, y ciertamente pienso en mi como un verdugo, como en el soldado que remata con un tiro en la cabeza al cuerpo que acaba de fusilar, mas por odio que por verdadera precaucion, cuando tenso mi brazo para darle al tornillo esa ultima vuelta innecesaria y hasta contraproducente, pues corro el riesgo de dañar lo que sea que este atornillando y ademas el dia de mañana jodida la madre del pobre infeliz que tenga que desatornillar lo que yo atornillo ahora. Una vez lei que los atomos realmente no se tocan entre si. Que algo (la fuerza electromagnetica, o la fuerza nuclear debil, o la fuerte, quien sabe) repele las particulas y que entonces el tornillo no esta verdaderamente sobre el suelo, sino mas bien levitando infimamente sobre este. Lo mismo pasaria con mi culo cuando se apoya o mas bien no se apoya sobre la silla. Mi culo levitaria infimamente sobre la silla; Los atomos de mi culo aprisionados entre la espada y la pared, entre la gravedad y la fuerza nuclear debil. Tengo que admitir que, aunque esto no sea intuitivo, tiene cierto sentido. Si las particulas subatomicas realmente pudieran tocarse, si pudieran revolverse y confundirse unas con las otras en una sopa-orgia de dimensiones microscopicas, entonces ocurriria que mi culo se fusionaria con la silla o alguna aberracion no menos desagradable No me gusta pensar estas cosas. Sobre todo por que tengo miedo de que por algun resorte oculto el tornillo vuelva a saltar; Que vuelva a saltar y yo lo pierda de vista, tal vez para siempre.

Porque la cosa bien puede ocurrir, y a lo sumo ocurre, de otra forma. Hasta ahora solo han oido lado bueno del asunto. La mejor posibilidad, el final feliz, por asi decirlo. Porque puede ocurrir que pestañee. Que lo que hay de automata en mi ordene precisamente cerrar y abrir los parpados en en preciso momento en que el tornillo cae, o en cualquiera de los sucesivos instantes que componen la caida. Basta solo un pequeño blackout, la mas minima perdida de atencion; o un rayo de sol que entre por la ventana, o un sonido extraño, o una mota de polvo que me entre en el ojo, o que justo en ese momento me pique la planta del pie. Si mi atencion, si mi devocion hacia el tornillo no es absoluta, entonces indefectiblemente lo pierdo. Basta que no pueda seguirlo un instante para que vuele de mi para siempre. Entonces comienza la pesadilla. El mundo ya no esta regido por las hilanderas o por una diosa caprichosa, sino que es el infierno o el caos primigenio. No he visto donde ha caido el jodido tornillo, y ahora me sera imposible hallarlo. Vano sera recorrer con mi vista cada milimetro de baldosa. Vano sera subdividir el suelo de mi cocina o de donde sea que este en pequeñas zonas, cual si se tratara de una excavacion arqueologica, y luego barrer estrategicamente cada zona; En vano es, por supuesto, barrer o aspirar o pasar un enorme magneto. El tornillo no aparecera. Procurara evitar por todos los medios ser detectado. "Es imposible", diran ustedes. "El tornillo tiene que estar en el piso". Ingenuas palabras de quien jamas ha sufrido la desgracia de dejar caer un tornillo de material no ferroso de 2 milimetros de diametro sobre un piso que parece especialmente diseñado para servirle de jungla, de laberinto, de escondite perfecto. Cuando pierdo de vista al tornillo me pongo frenetico. Lo primero que siento es cierto desprecio agridulce contra mi mismo, mezcla de enojo por haber dejado caer la pieza y conmiseracion por mi ya tragico destino. Me insulto varias veces, mentalmente o en voz alta, dependiendo de mi estado de animo, de si estoy solo en mi casa o trabajando para un cliente. Luego intento calcular la zona cero. Partiendo de mi ultima vision del tornillo, y suponiendo que el tornillo caiga en linea recta siguendo los patrones de aceleracion normales, triangulo un punto imaginario sobre la baldosa y fijo mi vista lo mas agudamente que me es posible. Por supuesto, el tornillo no estara alli. La fuerza de l caida deberia hacerlo rebotar dos o tres veces. Mi primer error, por supuesto, es pensar que el tornillo cayo en linea recta. Porque desde el momento en que lo perdi de vista no tengo razones para creer que opera segun las leyes naturales. Bien puede haber volado en linea recta hacia la pared del cuarto, bien puede haberse trocado en etereo para traspasar el suelo y seguir cayendo infinitamente, traspasando todas las capas de la corteza terrestre, atravesando el centro mismo de la tierra. Si al tornillo se le ocurre seguir las leyes de la gravedad, deberia quedar flotando en el centro de la tierra, aprisionado como un huevo en una sarten por los polos magneticos. Si no se le ocurre, bien puede seguir cayendo y salir por la china o japon, para luego abandonar el planeta en una linea recta que se proyectara hacia en espacio infinito. O bien puede volver por donde vino para volver a surgir unas horas mas tarde en el piso de mi cocina.
Si no lo encuentro en la zona cero, amplio mi area de busqueda. Mas por obstinacion que por verdadera esperanza. Una parte de mi mente sabe con certeza que no voy a encontrarlo, pero otra -que se podria llamar sentido comun o experiencia - me dice que no puede ser que no lo encuentre. Y no lo encuentro. Entonces comienzan los verdaderos sufrimientos, las pesadillas marcadamente kafkianas, en donde cada accion para encontrar el tornillo me aleja indefectiblemente de el. Lo primero que se me ocurre hacer, siempre, es barrer. Creo que ya lo dije. Pero barrer es casi tan malo como bueno. Para empezar, barrer supone una escoba y una pala, objetos que siempre estan a algunos pasos o a muchos pasos de la zona cero. Tengo que caminar para taerlos. Ir y volver. Y en todo ese trajin, ¿acaso no puedo patear el tornillo? ¿quien me asegura que no este en la pernera de mi pantalon o que no se haya pegado como un insecto a los cordones de mis zapatos? Como una espora o un virus en el torrente sanguineo, puede circular libremente y dejarse caer donde le plazca. No, reflexiono: lo mejor entonces es no moverse. Sherlock Holmes y la escena del crimen. Lestrade, el inspector mas inepto de la historia de Scotland Yard. Es fundamental, mi querido Watson, no modificar en absoluto la escena del crimen. Barrer la escena del crimen puede arruinarlo todo. Entonces mejor no moverse y mirar. Mirar pulgada por pulgada pero oh maldito tornillo, tornillo del demonio, tornillo tormento tortura que no le deseo a nadie, comparable a los buitres de Prometeo o la roca de Sisifo y a ellos al menos nadie les quita lo bailado, al menos han robado el fuego engañado a los dioses pasado a la historia como atrevidos salvadores en cambio yo solamente, insignificantemente, ridículamente un domingo aburrido decidí ose me atreví a querer reparar digamos el jodido control remoto de una tele vieja y recibo, perra fortuna, un castigo similar.
Naturalmente que termino barriendo. Estoy harto de todo. Barro absolutamente todo. Primero la cocina, luego mis propios pies, luego de vuelta la cocina. Corro los muebles, la mesa, las sillas las arrojo con violencia fuera de mi vista. Se que todo es inutil, el tornillo ha salido disparado fuera de orbita o se ha vuelto invisible o ha cambiado a la cuarta dimension, desde donde me observa con sorna. Sospecho que Carl Sagan debe haber perdido muchos tornillos a lo largo de su vida. Una vez iniciado el delirio me es imposible parar: o encuentro el tornillo o muero en el intento; Voy barriendo desde los circulos mas amplios de mi residencia en un movimiento centipeto, construyendo una montaña de molvo a puro escobazo. Y luego reviso el polvo como un medico aleman del siglo diecinueve analizaria las eses de un enfermo, forma para la cual no se me ocurre otra palabra que "concienzudamente". Pero nada. Por supuesto que el tornillo no esta. Lo que sigue depende mucho de las herramientas que tenga a mano. Si tengo una aspiradora, aspiro. Si tengo una maza de voleo, voy hechando una a una abajo las paredes, no sea cosa que el tornillo este entre los ladrillos o incrustado como un tumor en la mamposteria. A veces me siento tentado a pedir ayuda. No porque crea que realmente sirva de algo, sino mas bien para tener un testigo y hasta un confidente de el hecho increible de no poder hallar un jodido tornillo. Al menos con otro todo es menos desesperante. Uno puede hacer bromas y reirse de su mala suerte. Frases hechas que tranqulizan, idioteces del estilo de "la aguja en el pajar" y "quien espera y no desespera noseque de la mejor pera", y entre charla y mate quien me dice que el tornillo no se siente atraido por la conocida camaraderia argentina y se acerque a nosotros despacito y casi con verguenza. Por supuesto que le dariamos un mate y luego esperariamos, pacientes y benevolos, ya totalmente reconciliados con el universo y el sentido de la vida, a que nos confesase el porque de su terrible actitud pasada. Estaria todo perdonado y cantariamos y beberiamos en absoluta fraternidad como tres idilicos borrachos Dostoievskianos. Casi siempre es asi: paso del enojo al frenesi metodico, luego a la desesperacion, luego a la risa y luego a la fantasia morbida. Supongo que haria lo mismo si estuviera con una enfermedad terminal, atrapado en un asensor o pasando mi primera noche como indigente bajo un puente. Finalmente me ocurre sentir que el asunto todo es completamente ridiculo. Por lo que a mi respecta, podria estar aquel maldito tornillo en el techo de la catedral del Dome o en la Tumba de San Martin o en la luna o paseando por Dinamarca o en la putisima madre que lo pario. De hecho, varias veces me ha ocurrido de estar tomando una cerveza en Palermo, o recorriendo un Bosque en Esquel y de repente mirar sin querer al suelo como quien no quiere la cosa y para mi sorpresa reconocer a ese tornillo que deje caer hace ya quien sabe cuantos años. Entonces, dependiendo de mi estado, puedo abalanzarme ferozmente sobre el con la sincera intención de estrangularlo o puedo pasarlo de largo con absoluta indiferencia y hasta con desprecio. Después de todo, quien se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen. Ya perdido por perdido, termino yendo a la ferretería mas cercana, en donde me reciben siempre con una cálida sonrisa y me venden una bolsita de cien gramos de tornillos por lo que se dice una bicoca.