23 ene 2017

¡Hay que pagar!


                                                                                I  

- ¡La tierra a los campesinos, los talleres a los obreros!
El grito resonaba en cada esquina, en cada aldea, en cada cruce de caminos. Y por lo general, era seguido por una lluvia de balas y de cargas de caballeria, que siempre dejaban su buena cosecha de cadaveres. Estos cadaveres, no obstante, no permanecian muertos por mucho tiempo. Solian, si no se los ataba bien, levantarse al cuarto dia. Pero a diferencia de Cristo, estos resucitados no repartian evangelios: repartian bombas. O puñaladas. Puñaladas y disparos a quemarropa, casi siempre en un callejon, o en una calle oscura y desierta, o en la salida de una taberna. Asesinos matando asesinos, vengadores aniquilando vengadores para vengar vengadores. Ucrania, la vieja Ucrania, tierra de campesinos y bandoleros, de generosos bebedores de tupida barba y hermosas muchachas de rubia trenza, estaba revuelta. Revolucionada, dirian algunos.
No era solo el eco del estallido de la hermana rusa, ahora devenida quiensabeque de conventillo sovietico. Era lo mismo y no lo era: Alli, la cosa ya había terminado. Los rojos le habían cortado la cabeza a la hidra democratica, y sanseacabo. En Ucrania, en cambio, la cosa continuaba. La caida del viejo Zar no habia dejado ningun gobierno para succederlo. La Volnitza, aquella herencia guerrera del pueblo Ucraniano, no habia permitido que los rojos tuviesen influencia entre ellos. El amor por la libertad se despertaba continuamente contra cualquier poder que quisiera someter a los campesinos, llamase como se llamara.
Asi ocurrio que, en los primeros tiempos, fueron los mismos campesinos los que, en su frenesi libertario, arrastraron a los terratenientes y oligarcas fuera de sus suntuosos palacios, para fusilarlos en la plaza publica. Identico destino sufrian los pocos explotadores industriales, los parrocos, los politicos, y todo aquel que otrora se beneficiara del antiguo regimen. Los succesivos e inefectivos gobiernos "democraticos", meros titeres de una clase acomodada que queria erigirse en nuevo gobierno, no hizo mas que consolidar este movimiento autonomo del pueblo. Este habia agarrado a la revolucion por las astas y con las manos desnudas. Y no permitiria que nadie se lo sacase. Al menos, no sin pelear.
El infame pacto de los rojos, nombrado como "Brest-Litowsk" por los roedores historicos, le abrio la puerta a las Langostas. Estas langostas, de uniforme gris y mirada turbia, entraron a Ucrania por la puerta grande. Desde el oeste y en inacabables vagones, descendieron como una plaga sobre la libertad del pueblo. Arrasaban absolutamente todo, sin distincion, casi con total indiferencia: Cosechas y maquinas, mujeres y niños, oro y sangre, tiempo y vida. De un dia para el otro se erigieron en señores, en reyes y reinas del saqueo. Dia tras dia, semana tras semana, innumerables trenes vacios se llenaban con los tesoros de Ucrania, y partian para el Oeste, para nunca regresar. La represalia, la horca o el plomo eran lo unico que ofrecian a cambio.
Fue una total vuelta al pasado, una revancha de los cobardes, un asesinato en masa. Pero fue tambien el comienzo del fin. Y como si de un organismo enfermo se tratase, la resistencia comenzo a surgir. Primero, muy espaciadamente. Vengadores anonimos, en la sombra. Uno por cada aldea. Luego dos, mas tarde un pequeño circulo de conspiradores. Muy pronto, lo que eran cientos de escaramuzas de valientes aventureros se volvio un movimiento organizado y terrible. Los asesinatos al azar eran ahora golpes dirigidos por una mano oscura e inasible. Nadie sabia donde estaba esa mano ni cual seria el proximo blanco. Sin embargo, los insurgentes susurraban siempre una palabra, amparada siempre por la oscuridad y protegida por el silencio: Batko.
Batko esto y Batko aquello. Aqui y alla, en todos lados y en ninguno. Y mientras tanto, la pila de cadaveres de langostas crecia y crecia.
Claro que las langostas no se quedaban atras. Como insectos que eran, recibian cada golpe con incredulidad y contraatacaban rabiosamente. Tal era la situacion que, por cada langosta que se retorcia patas para arriba, caian luego dos o tres insurgentes y, por supuesto, media docena de pobres inocentes. Era la guerra civil, y estaba en pleno auge.

                                                                       II

Fue por esos tiempos de sangre y polvo que el insigne general istakoz, eminente estratega de las langostas, tan famoso por su crueldad, irrumpio a sangre y fuego en la aldea de Polie. En ese momento, "el movimiento", como lo llamaban sus integrantes, habia conseguido formar varios grupos de casi un centenar de jinetes cada uno. Atacaban aldeas y propiedades rurales, incendiando y matando langostas a mansalva, para luego desaparecer antes que estas enviasen a su ejercito. Era la guerra de guerrillas. La velocidad de los jinetes era el factor crucial. Las langostas, aunque fuertemente armadas con sus caparazones y pinzas, eran especialmente lerdas para moverse. Era asi que los jinetes podian tomar seis o cinco aldeas en un dia, solo para proclamar un par de consignas, fundar una comuna simbolica y huir. Una mismo territorio podia cambiar de bando tres o cuatro veces segun que ejercito lo ocupase.
Polie era una de las aldeas centrales del movimiento. Se rumoreaba que gran parte de los aldeanos formaban parte de la guerrilla, y hasta habia quien afirmaba que el cuartel general de Batko estaba alli. Con estos rumores, no era de extrañar que Polie se transformase, para desgracia de sus aldeanos, en la Jerusalen de la cruzada revolucionaria. Polie habia sido tomada por los insurgentes numerosas veces, y recuperada numerosas veces por las langostas. En su ultima incursion, los jinetes negros habian incendidado la iglesia y colgado al parroco, a la vez que robado e incendiado varias casas de campo, pertenecientes a los acaudalados terratenientes. Habian resistido varios dias el asedio de las langostas, pero al divisar a las legiones de istakoz, se retiraron al yermo.
Istakoz no se tomo el trabajo de perseguirlos. Por el contrario, se acomodo en la plaza principal, y desde alli dio las ordenes para la ya sabida carniceria: Paso 1, ahorcar a todos los insurgentes capturados. Paso 2, ahorcar a todos los aldeanos sospechosos de albergar o ayudar al enemigo. Paso 3, ahorcar todo aldeano sospechoso. Paso 4, confiscar lo confiscable e incendiar el resto.
Cuando se estaba por cumplir una semana de la estancia de istakoz en Polie, comenzaron a llegar rumores de una contraofensiva del enemigo. Segun se decia, un destacamento de Jinetes se dirigia hacia la aldea vecina de Hirke, con el objetivo de conseguir suministros e intentar reconquistar Polie.
Cuando le llego la noticia, Istakoz vio su oportunidad. Sabia que la informacion podia ser incierta, y sabia que tal vez los guerrilleros podian estar advertidos, pero si no era asi... si no era asi, entonces podia sorprenderlos. Si lograba atacarlos antes de que llegaran a Hirke, desarmados y medio muertos de hambre como estaban, entonces lograria acabar con la resistencia de la region. A istakoz le gustaba la idea: era osada, muy propia de un estratega. Si, aplastaria el contraataque antes de que se geste. Los borraria de la faz de la tierra. Les demostraria la enorme diferencia que habia entre un mugroso campesino, se llamase Patko o como sea, y un Istakoz, una langosta de sangre pura, educado en la nobleza y graduado en las prestigiosas escuelas de guerra. Les quedaria clarisimo.
Sin perder un minuto, Istakoz dio las ordenes y se puso en marcha. Era cuestion de tiempo, todo cuestion de tiempo. Asi se lo habian enseñado. Si tardaba demasiado, los rebeldes llegarian a Hirke y el ataque sorpresa se malograria. No habia tiempo de marchar con el pesado ejercito langostiano. Era demasiado lento y ruidoso. No. Ademas, era innecesario. Con su guardia personal, conformada por 200 langostas a caballo, era suficiente. La escoria estaba desarmada y en franca desventaja. No habia que perder tiempo. El mismo, el gran Istakoz, encabezaria la marcha para major gloria deus.
Con estas y otras grandes ideas en mente, Istakoz partio de Polie antes del mediodia.

                                                                         III

La estancia de Lugansk era conocida en la region. Dado que la estancia quedaba tanto a medio dia de Polie como de Hirke, era un lugar estrategico para apearse y descansar unas horas.
En los tiempos antiguos, la estancia habia pertenecido a los descendientes de una orden monacal. Donde ahora se levantaba el casco antiguo de la elegante casa de campo, antes habia operado un antiquisimo monasterio, perteneciente a la orden ya mencionada. Estos habian sido los primeros en sembrar la tierra aledaña, y el viejo molino, restaurado varias veces, era en su original obra suya.
Lugansk, que hasta antes de la guerra habia sido una de las joyas de la aristocracia local, se convirtio durante la guerra en una fortaleza de langostas y nobles ucranianos. Debido a su casco amurallado y a su posicion elevada, nunca habia sido tomada por los rebeldes.
Kurileko, el propietario de la estancia y señor de esas tierras, era un acaudalado campesino de la region. El los tiempos del zarismo, su estancia producia directamente para Rusia. Poseia alrededor de 60 almas, segun la vieja usanza. Kurilenko era un ferviente conservador y devoto creyente del antiguo regimen, tanto del orden terrestre como del celeste. Y asi como en las alturas reinaba Cristo, sobre la tierra reinaba el Zar. La justicia consistia en respetar precisamente este orden impuesto de arriba abajo y de uno a muchos. Segun estos principios, se las habia ingeniado para sostener un pequeño feudalismo dentro de sus tierras. En los tiempos que corrian, Kurilenko era admirado por los demas terratenientes y nobles, bien visto por las langostas (su estancia era casi la unica que las langostas, con vias a ganarse un aliado local, no habian saqueado) y, claro esta, odiado a muerte por los rebeldes campesinos.
Kurilenko habia sufrido dos intentos de asesinato desde el comienzo de la guerra. El, que no necesitaba nada para abrazar primero la causa del Zar y luego la de las langostas (ambas eran para Kurilenko representantes terrestres del mismo orden divino) se volvio luego de estos atentados un colaborador aun mas acerrimo de las langostas. No tenia reparos en denunciar a cualquiera que le pareciese sospechoso. Y si este se encontraba dentro de sus tierras, procedia a ejecutarlo el mismo sin dilacion.
Como respetable Kulaki que era, Kurilenko poseia una pequeña pero bien abastecida guardia armada. Dentro de sus tierras, esta guardia ejercia de policia, juez y jurado. Acostumbrado como estaba a mandar de un modo despotico, la voz de Kurilenko era, dentro de sus dominios, una ley inapelable, sujeta solo a la voluntad de Dios y de sus representantes terrenales, llamese Zar o Rey de las Langostas.
Istakoz no conocia personalmente a Kurilenko, pero habia escuchado de el, e incluso se habian carteado en alguna oportunidad. Istakoz sabia que tenia en Kurilenko a un fiel colaborador. Era un perro Ucraniano, si, pero uno bien educado: sabia reconocer a un amo cuando se este se presentaba.
Cuando Istakoz y sus langostas estaban a 10 verstas de la estancia, Istakoz designo un mensajero para que se adelantase. Kurilenko debia tener todo listo para la llegada de las langostas.

                                                                                 IV

Kurilenko estaba en su estudio cuando el mensajero llego a Lugansk. Eran casi las ocho de la noche. El terrateniente sabia que Istakoz estaba en Polie, por lo que consideraba y hasta esperaba una posible visita, pero lo repentino de la situacion le hizo saber que la situacion era de emergencia. Aun en bata y pantuflas, puso patas arriba a toda la servidumbre, mandando a poner inmediatamente agua y alimento para los caballos, y tambien una posta con todos los caballos de la estancia. Por suerte, Kurilenko solia cenar en calidad y cantidad. Como señor feudal que se creia, noche a noche llenaba su enorme mesa de Cedro frances con cuantiosos alimentos. De todos modos, ordeno al cocinero y a sus ayudantes que preparasen el triple de lo habitual, y puso a todas las mujeres a preparar te y arenque para las tropas, catres para el descanso y, en fin, todo lo necesario y lo no necesario tambien. Incluso mando a traer a una banda de musicos que, casualmente, estaba de paso por sus tierras.
Istakoz y el resto de sus tropas llegaron aproximadamente dos horas despues y, milagro del despotismo, encontraron todo maravillosamente dispuesto. Los caballos tuvieron agua y alforja, los cansadas soldado-langostas comida y descanso. Kurilenko, por su lado, se habia encerrado en su salon luego de dar las ordenes, y esperaba que Istakoz se presentara de un momento a otro.
Efectivamente, Istakoz se dirigio al casco luego de ubicar a sus hombres. Vania, el criado mas antiguo de la servidumbre, y lo mas parecido a un Maitre que habia en la estancia, salio a recibir al celebre general vistiendo sus mejores botas y una librea casi impecable. A Istakoz le cayo bien aquel hombre, que con un acento indudablemente campesino, pero seco y casi militar, lo anuncio en la entrada y lo condujo, como si de un principe se tratase, hasta el salon en donde se encontraba Kurilenko. Otro criado, apenas un muchacho, abrio la pesada puerta desde adentro.
- Mi señor - le anuncio Vania a Kurilenko - aqui ha llegado vuestra Excelencia el general Istakoz.
- Muy bien, Vania - le respondio Kurilenko en tono seco y despectivo - Largate de aqui y deja de parlotear. Tu tambien, Piotr - dijo mirando al muchacho - Cenaremos Vuestra Excelencia y yo, a solas. No quiero que nos molesten, ¿comprendes?
- Comprendo - respondio Vania, y haciendo una reverencia desaparecio. El muchacho se escurrio rapidamente y cerro la puerta.
- Bien, Kurilenko, muy bien - dijo el general Istakoz, con tono complacido. - Sabe usted tratar a estos perros. Y pese a que usted tambien es un perro, deja clara la diferencia de especie.
- Por supuesto - respondio Kurilenko atisandose el tupido bigote - la servidumbre siempre sera servidumbre.

                                                                                V
- Veo que se dispone usted a comer - comento mordasmente Istakoz, mientras observaba la mesa. Todo estaba impecablemente servido. La mesa se hallaba alumbrada con velas, y los candelabros, asi como la vajilla, eran de la mejor plateria. Contrariando a las costumbres de los nobles eslavos, que mandaban servirse los platos de a uno y en orden, Kurilenko gustaba, siguiendo una tendencia que el mismo catalogaba de "europea y verdaderamente señorial" en mandarse servir todos los platos juntos y de una vez. Asi es que en la mesa podia verse el repertorio completo: Pelmenis de carne, hongos y verdura, Borsht frio y caliente, pasteles de carne de cerdo, de esturion, de arenque y de salmon, una enorme fuente de Golubtsy, bañados en salsa de tomate caliente, pollo Tabaka, Pirozshky, arenque ahumado, jamon, Varenky y, por supuesto, en una enorme cuenca de barro, Strogonoff, el favorito de Kurilenko. Para complementar el paladar habia, claro esta, Vodka de varios tipos, y tambien diversos vinos, entre los que destacaba un sensacional Tokay, famoso en toda la region. Istakoz vio con gusto el festin que tenia delante, el cual se antojaba aun mas apetitoso en cuanto que Kurilenko no habia tocado nada.
- Aunque bien mirado, veo que aun no ha comenzado - observo Istakoz.
- Por supuesto que no - dijo Kurilenko, fingiendo una afectada indignacion - ¿que clase de gentilhombre seria yo si me dispusiese a comer estando en camino su ilustrisima? Claro que no. He estado, crealo o no, disponiendo todo para que a su llegada encuentren inmejorable atencion. - El tono de Kurilenko era orgulloso y sincero. Istakoz se alegro de tenerlo por aliado.
- Gracias. Demas esta que es usted como parecia y como se cuenta: un caballero civilizado, en regla. ¿empezamos entonces?
- Sientase usted como en su casa - dijo Kurilenko en tono zalamero - sirvase a su gusto. Si no hay algo de su agrado, ordene y se le traera. - Istakoz se quito su capote y, sin mas consideraciones, se sento rudamente en la silla del cabezal opuesto.
- Hizo bien en despachar a la servidumbre, Kurilenko - aprobo Istakoz - preferiria que me sirva un burro a comer algo que hayan tocado las manos de un sucio mujik.
Comenzaron a comer en silencio. Kurilenko, siguiendo el orden tipico de los platos. Istakoz de manera aleatoria, como obedeciendo a un instinto secreto. Luego de algunos comentarios mas acerca de la inmunda naturaleza de los campesinos Ucranianos, la conversacion recayo sobre la situacion presente.

                                                                              VI

A Istakoz le gustaba narrar sus hazañas militares. No perdia oportunidad de hacerlo en cualquier mesa distinguida. Como todo militar langostiano, Istakoz era un megalomano consumado, y solia adornar y colocar todo tipo de florituras y exageraciones a sus relatos. Mientras comian y bebian copiosamente, Istakoz le narraba a Kurilenko una de sus recientes epopeyas.
- Vea usted, Kurilenko, vea usted. Esa chusma inmunda nos habia cercado cerca de Divriki. Nosotros eramos alrededor de 50. ¿entiende? Y teniamos solo una ametralladora. Ellos tenian dos divisiones. ¡dos divisiones! Pero, ¿que son dos divisiones de cobardes contra 50 langostas? ¡Nada!
Kurilenko disfrutaba del relato.
- Entonces - continuo Istakoz - ¿que cree que hize? ¿cree acaso que me mantuve a la defensiva? ¿eh? Diga, digamelo si lo cree, Herr Kurilenko.
- No se apure usted, Istakoz - lo tranquilizo Kurilenko - Cuenteme que hizo.
- Usted sabe como somos. Ni nos rendimos ni retrocedemos. Nuestros informantes nos alertaron que el enemigo queria cortarnos la retirada por el bosque. ¿que cree que hicimos? La logica, mi querido kulaki, la logica exigia que, sabiendo los planes del enemigo, cambiase yo nuestra ruta de escape. Pero vea, aqui se diferencia el genio del hombre comun. Esa misma tarde y a toda marcha, doblando y hasta triplicando el paso, atravesamos el bosque a todo galope, justo por donde el enemigo acampaba y nos esperaba. - Y aqui Istakoz no pudo evitar un ataque de risa. Tosio un buen rato, escupiendo y golpeteando la mesa. Finalmente dio un gran trago a la jarra de Tokay y continuo - Nos esperaban, vea usted, pero no nos esperaban tan pronto. Confiados como estaban, creian que no llegariamos hasta el dia siguiente. Pero llegamos con la niebla y la noche, y los encontramos armando sus tiendas de campaña. Los caballos ensillados, decenas de ametralladoras apiladas. ¡como una flecha, como un martillo, como un rayo, caimos sobre ellos! En filas de dos mis jinetes atravesaron el cerco, a puro sable, volaron cabezas. Rompimos el cerco, capturamos casi la mitad de las ametralladoras y los caballos, y con ellos huimos. - Istakoz hizo otra pausa. y dando un sonoro golpe sobre la mesa, que hizo temblar los platos, bramo:
- ¡larga vida al rey langosta!
- ¡larga vida! - lo secundo Kurilenko dando palmadas, algo ebrio ya de vodka y vino.
- Y bien, Istakoz - dijo Kurilenko al cabo de un rato - Cuenteme ahora, si puede, acerca de la situacion actual. Como caballero que soy, comprendo que lo... efectivo de su venida debe obedecer a una situacion exepcional.
- Esta usted en lo cierto - le respondio Istakoz, frunciendo el seño. En sus ojos relucia un brillo metalico. - Lo que le dire ahora es solo para usted, Kurilenko. Sepa que lo tengo en alta consideracion, y solo por ello le revelare lo que sigue: En estos momentos me hallo en plena persecusion.
- ¿y a quien persigue? - pregunto Kurilenko.
- ¿a quien? ¿a quien mas sino a la escoria rebelde? Bien sabe usted que hasta hace algunos dias Polie estaba en manos de la basura campesina.
- Hasta que usted llego - agrego un complacido Kurilenko. - No sabe usted, general, lo agradecido que estamos, tanto yo como toda la gente respetable de esta Nacion, si, Nacion, por ayudarnos a combatir a la insubordinacion de ciertos sectores... de cierto sectores que intentan atentar contra el sagrado orden... sagrado orden que debe reinar siempre en una nacion independiente...
Kurilenko, atragantado de comida como estaba, debia hacer continuas pausas para hablar y respirar.
- ¿Independiente? ¿que quiere usted decir con eso de "independiente"? ¿no sera usted un fanatico de la rada o del parlamento? - pregunto Istakoz socarronamente.
- Claro que no es mi primera opcion - carraspeo Kurilenko - Si de mi dependiese, señor mio, volveria a instaurar al glorioso Zar en su trono eterno. ¡no hay que cederle nada a esa canalla! ¡enterrarlos a todos, desde Petliura hasta el ultimo de los roñosos Mujiks!
- Asi me gusta - aprobo Istakoz - ¡Asi es como debe pensar un caballero, Kurilenko! ¡sin consesiones!

                                                                 VII

- Sin conseciones - se rectifico Kurilenko, como reflexionando. - De cualquier manera, general, es una suerte que pasara usted por aqui. En los ultimos dias, creame que si no fuese por mi guardia personal, habria temido por mi seguridad. Esa canalla rebelde se filtra por todos los poros.
- Por lo que tengo entendido - dijo Istakoz en tono serio y preocupado - esos infelices han atentado contra usted en varias oportunidades. - Al oir mencionar los atentados, Kurilenko se indigno profundamente.
- ¡meras agresiones de un grupo de brutos, de animales! - Bramo el Kulaki - ¡Querer alzar su mano, una mugrosa mano campesina, esclava, contra un señor! Esas bestias entienden, por suerte, tan poco de estrategia como de derecho divino. Pueden intentarlo cien veces mas, que solo chocaran contra la piedra de mis muros o contra el filo de mis bayonetas.
Al oir aquellas sinceras imprecaciones, Istakoz no pudo evitar reir sonoramente, de puro gusto. Ante la sorpresa de Kurilenko, aquel le aclaro lo siguiente.
- Subestima usted, señor, la inteligencia de los rebeldes. Sepa que estan mas cerca de nosotros de lo que usted cree.
- ¿a que se refiere? - pregunto Kurilenko.
- Me refiero, señor mio, a que no confie en nadie que no sea de su absoluta confianza. - le confió Istakoz, tragandose acto seguido uno de los ultimos platos de sopa.
- ¿por que? - volvio a preguntar estupidamente el señor de casa, mientras que, para no quedarse atras, devoraba sin parar un Varenky tras otro.
- Si no duerme con un ojo abierto, es posible que no despierte - le aseguro Istakoz con una sonrisa helada. - Sepa que ellos tienen individualizado a cada terrateniente, a cada parroco, a cada comisario, a todos sus servidores y, en fin, a cualquiera que los persiga. Elaboran listas, vea  usted. Listas  negras.
Al oir esta declaración tan precisa, Kurilenko se detuvo en seco, dejando a medio comer un pedazo de arenque. Satisfecho del efecto de sus palabras, Istakoz continuo:
- Usted, amigo mio, si tiene suerte, esta en una de estas listas, créame. Y si no tiene suerte, esta en varias. Cada uno de nosotros, incluyéndome, esta a estas alturas identificado por estos canallas. Si esta guerra continua, a cada oficial, a cada guardia, a cada patriota le espera una muerte segura a manos de uno de esos despreciables asesinos.
- ¿es acaso posible algo asi? - se horrorizo Kurilenko.
- ¿posible? - se mofo Istakoz - Pero si esta ocurriendo a diario en todos los rincones del pais.
- No en las aldeas donde reina el orden - le indico Kurilenko, que de algun modo buscaba reinstalarse en su seguridad de noble y protegido - Esta en las escrituras, mi querido general. El mal puede creer ganar, pero al final el bien prevalecera. ¿quiere usted otra copita de Vodka?
- Si es tan amable - acepto el general. - Pero, crealo o no, asi es la situacion aqui, y tambien en toda aldea o itsba que yo haya arrasado desde que estoy en estas tierras. Polie, sin ir mas lejos.  Ha pasado de manos varias veces. ¿acaso cree usted, Kurilenko, que esa ridicula guerrilla podria tomar y retomar las aldeas si no tuviese estrecha colaboracion de los mismos aldeanos?
 Ante el silencio dubitativo de Kurilenko, Istakoz arremetio de vuelta.
- Claro que no, Herr Kurilenko. Aunque usted no quiera creer y, por absurdo que parezca, una gran parte de los campesinos prefiere este caos al orden correcto. Simpatizan con los asesinos, con los delincuentes.
- Ya sabre yo poner en vereda a los que descubra - sentencio Kirilenko, sombrio.
- Usted lo dijo. Aqui el mal es un mal social, y hay que extirparlo de raiz, a fuerza de la horca y la antorcha.

                                                           VIII

Asi transcurria la charla entre el general Istakoz y el señor Kurilenko, y como no era posible de otro modo, Kurilenko saco a colacion el famoso tema del misterioso e inasible lider guerrillero.

- ¿como es que no han podido capturar al cabecilla, a ese tal Bakto, patko, o como sea que lo llamen?
- Vea usted - contesto Istakoz mientras devoraba una ultima pata de pavo - no creo que exista tal cabecilla. Si bien antes le dije que esta escoria estaba organizada, no creo que respondan a un mando. A mi parecer no son mas que bandadas de delincuentes y asesinos que obran bajo un principio comun. ¿ no le parece?
- ¿y que principio es ese? - pregunto un intrigado Kurilenko.
- La destruccion de este pais - sentencio Istakoz - Se oponen a todo progreso, a todo orden. Quieren una tierra de nadie para seguir saqueando y matando a la gente de bien, como usted y yo.
- pero descuide - continuo Istakoz - nosotros las langostas estamos aquí para impedirlo. Estamos aquí para que el pillaje termine.
- ¿pero y ese tal Patko? - volvio a preguntar estupidamente Kurilenko, ya aturdido por el vino.
- Un simple fantasma, en el mejor caso. - Sentencio Istakoz - Lo mas seguro es que sea un pobre campesino, un bruto. Si existe, le daremos caza tarde o temprano. A el y a su ridiculo grupo de aventureros. Descuide. Recibira lo que se merece.
- Asi lo espero, querido general - le manifesto Kurilenko. Istakoz vio que, pese a la aprobacion de sus palabras, el rostro de Kurilenko reflejaba una inquietud.
- ¿que es lo que lo aqueja, querido amigo? Hable con confianza - lo insto el general.
- Usted dispenseme, Istakoz - se excuso Kurilenko - pero ¿como es posible que estos grupos, que usted supone formados de la peor canalla, esten aterrorizando a las poblaciones? ¿no deberiamos hablar acabado ya con ellos? - Kurilenko pronuncio con enfasis el "deberiamos", pues temia insultar de algun modo al general con su pregunta.
- Interesante paradoja, no crea usted que no me lo pregunto. - reflexiono Istakoz, aceptando la observacion - Vea, creo que si usted analiza la naturaleza de esta canalla, encontrara por si mismo la causa de su persistencia.
Kurilenko reflexiono un tiempo, pero al cabo no fue capaz de encontrar la razon que aducia Istakoz.
- Se lo dire entonces - continuo Istakoz - La rapidez es la peculiaridad de toda alimaña. Las cucarachas, las ratas y hasta las pulgas son rapidas. El actual estado de anarquia reinante propicia las condiciones perfectas para que surjan estos grupos. Imagine que Ucrania es un cuerpo putrefacto. Uno limpia una parte, pero en la otra la peste se reproduce. Ha sido una tarea de nunca acabar. Mas no se desanime. Con paciencia y metodo los eliminaremos a todos, se lo aseguro.

                                                                           IX

La cena habia casi llegado a su fin. La ultima declaracion del general habia dejado conforme al señor feudal, que concienzudamente intentaba quitarse del diente una espinilla de arenque. Istakoz, por su lado, tamborilleaba felizmente con los dedos sobre la mesa. Habia sido una cena fantastica.
Fue entonces cuando dos bruscos y repentinos golpes en la puerta interrumpieron las meditaciones de uno y otro. Kurilenko, visiblemente irritado, fruncio sus espesas cejas.
- ¡El diablo se lleve a Vania!. Le dije que no queria molestias. - musito para si mismo, colerico.
La puerta se abrio de improviso. No era Vania, sino uno de los soldados langosta. El soldado hizo una caricaturesca reverencia y dijo:
- Mi Señor general, ya están listos los encargos que ordeno.
- Perfecto - aprobo Istakoz - Nos marchamos en diez minutos. Pon todo en marcha.
- A la orden - acato el soldado, y sin hacer caso al señor de casa, desapareció dando un portazo.
- Disculpeme usted, general - dijo Kurilenko - ¿a que encargos se refiere su subordinado?
Dandose unos golpecitos en el pecho, Istakoz acabo su vodka de un trago.
- Sepa usted, querido anfitrion, que nos llevamos todo su ganado.
- ¿Mi ganado? - se atraganto Kurilenko - ¿que quiere decir usted? Nunca se hablo... quiero decir... yo no le he permitido...
- Usted aquí ni permite ni deja de permitir - lo interrumpio Istakoz en un tono tranquilo. - Estamos en guerra y precisamos de todo lo necesario. Por supuesto que también nos llevamos su grano, sus armas, sus medicinas si las tiene, y todo metalico de valor.
- Pero... mi queridismo general, usted comprendera que...
- Por supuesto - volvio a interrumpirlo un sonriente Istakoz - todo lo que no podamos cargar con nosotros, lo quemaremos. Las istbas, el granero, los almacenes y este casco, claro esta.
De repente, como si comprendiera lo que le esperaba, Kurilenko palidecio. Pero no, no comprendia. Una parte de su ser se negaba a creer que tales cosas le ocurriesen a un caballero, a un noble, mejor dicho.
- General - rio Kurilenko - acepto su sentido del humor, pero comprende que incluso para la ocasion una chanza como esta es demasiado... demasiado para un caballero y...  yo siempre... yo siempre he colaborado con...
- Con las langostas, claro esta - se antipo Istakoz - y es una lastima que lo reconozca usted con tanta facilidad, siendo Ucraniano. Si veo alguna langosta por aqui, le contare de su lealdad, querido Kurilenko.
Palideciendo ahora de verdad, Kurilenko comprendio. Lentamente, apoyo el tenedor en la mesa. Su mirada se dirigia a la escopeta de caza que colgaba de la pared opuesta. Siguiendo la mirada del gentleman, Istakoz hizo una mueca burlona.
- Ni lo intente, amigo mio. Estaria muerto antes de dar el tercer paso. - dicho esto, el general se puso de pie. De alguna manera, parecia mas grande que cuando entro. De algun modo, tal vez bajo el efecto del terror que lo embargaba, por primera vez y como nunca, Kurilenko vio al general como un gigante.

                                                                    X

- ¿quien... quien es usted, señor mio? - articulo el terrateniente - Sepa que no es propio de caballeros incurrir en este tipo de engaños...
- Es una suerte entonces para mi no ser un caballero - sentencio el desconocido, con ojos relampagueantes. - Señor - continuo el supuesto general Istakoz - sepa usted que, en efecto, si soy un general; Aunque no, claro esta, del tipo que usted imaginaba. Mi nombre, por el momento, no tiene importancia. Puesto que en breve va a morir, deberia alcanzarle con saber lo siguiente: estoy designado por el comite central revolucionario para formar y sostener batallones de guerrilleros y campesinos en la region sur de Ucrania.
- ¿Comite Revolucionario? Por lo que veo, no es usted sino un titere de los rojos - dijo un furioso y desengañado Kurilenko.
- ¿de los rojos, dice? Creo que se hace una idea errada del comite al que integro. - la expresion del usurpador oscilaba entre la broma y lo terriblemente serio- Nosotros, señor terrateniente, no le rendimos cuentas a ninguna nación. Le rendimos cuentas al pueblo de Ucrania, y por pueblo entendemos a la union de campesinos y trabajadores libres, claro esta.
- ¿y el señor? - pregunto Kurilenko - ¿acaso el señor no forma parte del pueblo? Yo, si usted no lo sabe, contribui al progreso de esta tierra. Mi abuelo la recibio como un yermo esteril, y hoy dia produce...
- Lo unico que usted y los suyos han logrado - lo interrumpio cortante el pseudoistakoz - es contribuir a la pobreza de los que viven aqui. Eran pobres cuando su abuelo o quien sea tomo estas tierras, y son muy pobres ahora. Que usted los fusile o los azote no cuenta como un progreso. Usted y el resto de los señores no forman parte del pueblo, forman parte de sus males- Kurilenko comprendio que tanto el tono como los movimientos de aquel hombre emanaban una resolucion inflexible, furibunda.
- Y me imagino que ustedes son la cura, la salvacion - respondio ironicamente.
- Se equivoca. - dijo el extraño - Nosotros no salvamos al pueblo. El pueblo se salva a si mismo. Es la unica manera en que puede salvarse.
Kurilenko reflexiono, hizo calculos. Si. Solo necesitaba reponerse, necesitaba pensar. Por muy temerario que fuese, era un solo hombre. Un hombre osado, que se habia atrevido a infiltrarse en el terrible ejercito de langostas, a meterse solo, como un suicida, en su estancia. ¿que podia un solo hombre contra el resto de los jinetes y contra su guardia personal? Si. Era cuestion de razonar
- Muy bien, caballero - comenzo a decir Kurilenko, retomando su tranquila pose señorial - Sepa usted que, pese a lo indignante de su proceder, le reconozco yo su valentia, su osadia. Pero sepa que, haga lo que haga, su situacion aqui es harto comprometida.
- Digamos que estoy al tanto de lo comprometida que esta aqui mi situacion - le respondio el general- pero, por si acaso, ¿a que se refiere usted, Kurilenko?
- Observe que, aunque usted consiga matarme aqui, lo cual dudo, pues en mis tiempos fui jinete de cosacos, le restaria a usted batirse no solo con los soldados langosta, sino con el grueso de mi guardia personal. Y dudo que la pistola o el sable que lleva encima le sean suficientes.- Kurilenko sonrio satisfecho. Habia expuesto bien la situacion. Al suicida aquel solo le restaria negociar.
- Por lo cual - continuo el terrateniente - lo mejor que usted puede hacer es, a lo sumo, negociar su salida. Eso puedo yo, en honor a su arrojo, y mas alla de lo errado de su causa, la cual no comparto, decia que eso puedo yo asegurarselo, tanto a usted como a sus posibles colaboradores, solo bastaria que...
- Aguarde, aguarde usted un momento - lo interrumpio el general rebelde - ¿vio usted al soldado que entro hace unos instantes? Mas alla de su apariencia, tiene solo 17 años. Su nombre es Stschuss. Es Aleman de origen, pero se crio aqui en Ucrania.
- Caballero, creo que usted no comprende...
- No sabe usted lo talentoso que es Stchuss para las operaciones - continuo el general, haciendo caso omiso de Kurilenko. - en tan solo seis meses llego a ser capitan de un destacamento. Como es de confianza, siempre le asigno las misiones mas peligrosas. Hace unas horas, por ejemplo, vea usted que ese niño dirigio la emboscada contra el verdadero Istakoz y sus desafortunadas langostas de la cuales, mucho me temo decirles, no sobrevivio ninguna. - El guerrillero dijo esto y, al tiempo, se señalaba una mancha de sangre, ya seca, que cruzaba el uniforme a la altura del cuello.
- hemos tenido especial cuidado en quitarles los uniformes antes de acabar con ellos - continuo, sonriente, el impostor - sin embargo a algunos hubo que sablearlos con traje y todo... en fin... le decia a usted que Stchuss, luego de dirigir este ataque, viene y me solicita el asalto a su estancia. Y yo le digo ea, Stchuss, ya has hecho suficiente, pero el insiste e insiste. Fijese que casi me muero de risa cuando entro, hace unos instantes, a darme la seña de que habiamos tomado la estancia.
- Usted no creera que... - comenzo a decir Kurilenko, pero se detuvo.
- Efectivamente, señor mio - le confirmo el impostor - su guardia personal fue pasada integramente por sable. Se imaginara que 40 o 50 guardias, desprevenidos y semi armados, no son rival para 100 guerrilleros armados y organizados.
- Pero... no es... - Kurilenko estaba mudo de espanto. Atino a hilar alguna frase dos o tres veces y luego, rojo de colera, o tal vez de verguenza, mantuvo la cabeza gacha, obstinado en mirar sus puños cerrados.
- Quiero que sepa que yo le agradezco a usted la cena - dijo el general revolucionario - le agradezco tambien el ganado, el trigo, y todo lo que nos llevamos. Con eso, salda usted algo de su deuda. Sin embargo, sepa usted que no es suficiente. La sangre, camarada Kurilenko, solo se paga con sangre. Sus guardias, que asesinaron campesinos inocentes, ya pagaron. Tambien las langostas. Ahora solamente falta usted. Yo, si de mi dependiese, lo perdonaria.- el general hablaba suavemente y con expresion lugubre, como comprendiendo la situacion de Kurilenko. Sin embargo, una sonrisa se dibujo al mientras hablaba. - yo lo perdonaria pero... usted sabe, Kurilenko. Hay que pagar.
Sentado en su asiento, Kurilenko vio alzarse el brazo de su invitado. El brazo apuntaba hacia el. En la punta del brazo, una mano. En los dedos de la mano, una pistola. En la pistola, una bala. Solo una.
- Caballero... - Kurilenko tenia que intentar, al menos, negociar su propia vida - reconozco plenamente su victoria. Ya lo ve, a eso me reduzco: seria ridiculo negarla. Sepa tambien que comprendo mi situacion pero... en virtud de mi origen y posicion, me gustaria que considerase la posibilidad de hacerme prisionero de guerra.
El general escucho atentamente la propuesta del señor Kurilenko. Escucho atenta y pausadamente cada palabra y cada silencio; Y sopeso, tal cual la mano sopesaba el peso del arma, en la balanza de su alma la vida de ese hombre. Lo considero unos segundos, eternos.
-y me seria muy util su vida - le respondio a Kurilenko, mirandolo a los ojos - pero... por otro lado y, como le explique hace durante la cena...
Kurilenko llego a escuchar, durante un brevisimo segundo, el martilleo del revolver, que respondia al gatillo como un pajaro asustado.
- ¡sin concesiones! - bramo el general, ahora erigido en su asesino.
y abrio fuego.



18 ene 2017

Kafka
Buen presagio esta luna llena.
Buen presagio estas calles desiertas e iluminadas.
O sombrias
Buen presagio el eco de mis propios pasos
mi sombra agigantada sobre el asfalto
ese perro solitario en el centro de la plaza
los ladridos
el aullido del viento
el recuerdo de una carta
el amenazante peligro de la pedrada
la paranoia:
buen presagio.
¿Acaso no estabas, en esos dias, completamente loca? El problema no era ese: ¡Yo estaba todavia demasiado cuerdo!

Vista del (o a) primer amor

Te vi pasar.
Todavia no debia, no podia, no queria
Pero te cruzaste como un tren sobre el suicida
como un rayo sobre la noche
como un puñal sobre el pecho del durmiente
como la muerte sobre la tenue llama del incauto
Como la desgracia, te cruzaste.
Me cruzaste.
Y entonces imposible no verte y saber y no saber
y mirarte y no pensar, y pensar y no mirarte
y dudar entre ser yo o seguir siendo espejo
¿que sabia yo entonces de pajaros?
Si mi ser era todo jaula
todo palabra
todo sombra de la sombra
y vos lo destestable lo inflamable el mismo fuego
o simplemente una presencia un mero segundo
un contrapunto que viene y se va
el vuelo de una falda
de unos ojos
de una boca
de una sombra
que ya se iba, que ya se fue
que se fue antes de darme cuenta que pasaba
De pajaros, yo, ¿que sabia?

Cine y Cena

Odio cocinar. Ademas que no tengo ni idea. Nunca podria cocinar algo que valga la pena. Por eso hice lo que siempre hago cuando Celeste no esta en casa para suplir, entre tantas otras falencias mias, mi descarada discapacidad culinaria.
Entonces fui al lugar al que siempre voy cuando no esta Celeste, y me sente en la mesa en la que siempre me siento cuando voy al lugar de siempre y, como se imaginaran, pedi el plato que siempre pido.
Es un plato bastante grande, con bastante carne. Tenia hambre porque habia hecho algo que no hago muy seguido: andar en bicicleta. Tenia hambre y el plato era siempre demasiado grande: combinacion ganadora. Tambien pedi una cerveza, porque los platos demasiado grandes no se tragan solos.
Escuche un murmullo idiota y demasiado bajo para descifrar: el murmullo de una television; ¡oh monstruosa pantalla plana, infestando las cuatro paredes de hasta los mas reconditos antros gastronomicos!
Soy conocido entre mis pocos amigos por ser un irredimible cara de culo con las peliculas. De ese reducido grupo, creo que puedo contar a lo sumo dos que comparten mi linea en cuestiones de cine. Como en muchas otras cuestiones culturales, voy siempre a contracorriente. Lo hago un poco por asco, un poco por verdadero interes y un poco por el simple pero nunca caduco placer de llevar la contra. Como todo cara de ojete categorico, detesto todo tipo de peliculas. Detesto tambien actores y directores, y hasta me puedo enorgullecer de detestar decadas y generos enteros. Terrible y maravillosa mi capacidad para detestar lo detestable en cuestiones del septimo arte. Como contraparte, siento fascinacion por muchisimas peliculas detestables, enigmaticas, problematicas, simbolicas o directamente mal hechas o muy bien hechas con un presupuesto irrisorio.
Se imaginaran entonces la tragicomica ira que senti cuando vi que ese murmullo no era otra cosa que una pelicula belica.
¡Una pelicula belica! ¡pocas cosas! ¡pocas cosas insultan tanto mi pobre inteligencia como una pelicula belica! Odio con pasion el genero entero. Pocas cosas hay en el mundo tan denostables y ridiculas como una buena pelicula belica. Y es que esta era una buena, es decir, una clasica... o al menos el refrito de una clasica: Rambo IV, con Sylvester Stallone ya mas cuadrado, sin sacarse la remera.
¿Que por que odio el genero belico? ¡Vamos! Mas bien la pregunta deberia ser: ¿por que no odiarlo? Politicamente incorrecto, o mas bien ridiculo, vende la muerte como espectaculo, distorsiona los hechos, muestra los asesinos como heroes, no documenta la cruenta realidad de una guerra y, last but not least, en su gran mayoria muestra a soldados yanquis disparando y acribillando malvados nativos, siempre muy lejos de casa.
Que se me llame "antiamericanista", pero detesto el imperialismo de carton tan promocionado por Hollywood. Me dan nauseas todos esos heroismos de Neon; Desde Rambo hasta el Capitan America: los odio a todos y a cada uno de ellos. Es una declaracion de principios.
Americanos... no. Yanquis. Eso si. Gringos, aun mejor. Gringos de mierda, jamas peleando una guerra en suelo propio. ¡oh peliculas belicas, oh enormes anuncios publicitarios del imperialismo, anuncios en tecnicolor y de hora y media de duracion! ¡Impudicos, pornograficos anuncios publicitarios!
¡ay de esos heroes vacios, de esos psicopatas! Tipos duros a la vez que cool, old school, de la vieja guarda, viejos lobos asesinos de la segunda guerra o de Corea o de Vietnam, como el genial John Rambo, heroe y protector y pater patiae y pater nostro defiendenos del terrible nazismo comunismo terrorismo islamismo antiamericanismo o lo que sea, pero protege a nuestra gran nacion de la libertad y de las bombas y del petroleo y del napalm; ¡Napalm napalm napalm! Napalm y balas para todos, y tambien una cocacola.
En fin. la tele estaba ahi, mi plato demasiado grande y picante tambien, y tambien las mesas vacias y el viento de la calle, y yo. Yo. Yo y la tele: resumen del postmodernismo. Unico romance posible en estos tiempos de fibra optica: Yo y la tele. Yo y la pantalla. Yo y, basicamente, yo. Uno que contempla y el otro que se refleja, que se refleja en un sinfin de historias, muchas de las cuales son una completa y total porqueria, y desgraciadamente para mi esta que miraba, Rambo IV, era una de ellas.
La pelicula casi no tenia volumen. No importaba. Podia anticiparme e imaginar (creo yo que con un grado genial de precision) cada dialogo, cada estupido dialogo estereotipado y cliche, tan microondas y tan fastfood. Alguien dijo alguna vez que un pueblo son todos los pueblos. Bien: una pelicula belica son todas las peliculas belicas.

Escena 1: Rambo oculta su identidad de un grupo de soldados mas jovenes y mejor filmados. Segun la mentalidad arcaica de los soldados, es un "novato" (un novato medio vejete, pero bueh, para que cuestionar algo que ya de entrada...) y por lo tanto lo dejan en el bote.

Escena 2: Soldados yanquis descubren soldados asiaticos que se aprestan a fusilar prisioneros. Abusos por parte de los soldados asiaticos-comunistas hacia los prisioneros. Caras de sufrimiento de los soldados yanquis que sufren por la humanidad a miles de kilometros de casa. Oh que malvados e inhumanos son los otros, oh que justos y bellos y buenos y derechos y humanos que somos nosotros, los yanquis, los argentinos, quien sea pero siempre nosotros, nosotros tan distintos de ellos, ahora y siempre distintos, desde Pericles hasta Hitler.

Escena 3: Soldados yanquis no pueden ayudar prisioneros. Inferioridad numerica, priorizar el sigilo y el exito de la mision por sobre la vida de unos civiles que, hay que decirlo, son inocentes pero a fin de cuenta asiaticos, no americanos. Rambo el historico asesino de vietnamitas irrumpe y con su arco legendario salva a los prisioneros asiaticos. Claro que para hacerlo acribilla a los otros asiaticos. Moraleja Asiatico si comunista no o aqui los unicos que disparamos somos nosotros.

Intermezzo: Pero no todo es tan facil. La realidad en algun momento se revela. Tal vez fue un lapso de silencio en el restaurante, tal vez alguien subio el volumen por un instante, pero ahora habla el lider de los villanos, de los villanos asiaticos de quien sabe donde pero asiaticos al fin y asiaticos contra yanquis significa siempre Nam y malditos comunistas. Y el Asiatico habla, le habla a su propio peloton, que casi por milagro se apresta para fusilar a nuestros heroes (pero fallaran, fallaran porque Rambo no esta entre los a-fusilar), el asiatico habla y les dice a los yanquis, les dice fuerte y claro: "Y ahora moriran. Moriran por meterse en mi guerra. ¡nadie los llamo!"
¿la verdad abriendose paso desde muy atras, desde la grotesca ficcion propagandistica y pochoclera? ¿la muerte reclamando sus derechos autoctonos? ¿una sagaz critica de un director atrapado en una voraz maquinaria de idiotez? El director es el mismismo Stallone, es decir, el mismisimo Rambo, por lo cual descarto esta opcion. ¿y entonces? ¿una linea sin sentido, una frase mas de las frases huecamente en serie, de las grandes frases producidas en masa por grandes galanes en masa producidos? ¿fenomenos producido por el choque entre lo objetivo-malapelicula y lo subjetivo-comensalreflexionante?

Escena 4: Rambo, mas humano y reivindicando la moral de los soldados "old school" no woman no childs toma el mando del peloton. Anterior comandante queda relegado. Tipica glorificacion yanqui de la estupidez y el sentimentalismo mas de novela a lo terin collado.

Escena 5: Peloton de la libertad descubre cuartel enemigo. Soldados asiaticos usan rehenes como prostitutas. Soldados yanquis no quieren intervenir. Rambo mata todo y rescata prostitutas, entre las prostitutas esta una americana que, ahora nos enteramos, era el objetivo de la mision. Moraleja: en toda asiatica prostituta hay una americana, siempre que se rescate. Y Viceversa: en cada americana hay una prostituta comunista siempre que caiga en manos enemigas.

Escena final: Rambo dios del gore mata y mata todo lo que no habla ingles. Bombardeos del fin del mundo. ¿acaso no suena Wagner? deberia. Joseph Goebbels toma nota o alguien tomo notas de Gebbels. Todo el mundo muere menos rambo. Rambo camina nostalgico en un amanecer repleto de cadaveres corren titulos pido cuenta y envolver sobras de plato demasiado grande que seguramente comere mañana.


12 ene 2017

Paraiso recobrado y perdido

Lo primero fue completa oscuridad. Despues, casi al instante pero como un rio atravesando el valle, fue la leve sensacion del viento despeinandome. Y tambien el sordo zumbido del aire acondicionado, y el leve aleteo del ventilador sucio y destartalado, que marcaba algo asi como un tiempo de jazz, ocupando el espacio que en cualquier cuarto le corresponde al clocloqueo de un reloj de pared.
Casi al instante, o mas bien como traido por este darme cuenta, fue sentir la frescura de las sabanas contra los muslos y el estomago, y entonces (¿como no notarlo?) tambien cierto cosquilleo entre las piernas; Un extraño proceso de razonamientos casi inconcientes que me llevaron a sentarme en la cama y
- Me dormi en pelotas- dijo S.
a darme cuenta de que me habia acostado directamente despues de salir de bañarme, combinacion ganadora para vencer el calor de Febrero. Entonces me levante y me explotaste en la cabeza. Si: Explotaste. Fijate bien el cambio de persona. Antes narraba para mi mismo y ahora narro para vos. Y cuando digo que me explotaste quiero decir justamente eso: que tu imagen me cayo encima como un dolor de muelas o como un baldazo de agua fria. Si queres, te digo exactamente cuando: fue cuando puse el primer pie afuera de la cama. Primero fue una sombra, una vaga aprension, algo que era como el piolin de una serie de recuerdos caoticamente encadenados. Primero llega siempre el sentimiento, y recien despues, segundos, minutos, horas y hasta años despues, la compresión. Me puse a dar vueltas por la casa, solo entre el sonido de la heladera, el sonido de los grillos y el mudo canto de la luna. Y fuiste apareciendo, poco a poco, en pinceladas: primero tus ojos, que me miraban desde los rincones mas oscuros de la casa, luego tu pelo, primero en una forma, luego en otra, despues en una llamarada de incontables peinados y despeinados, despues de vuelta tus ojos, y detras de ellos varios fragmentos de poesia, "Condenado" de Baudelaire, "Christel" de Goethe, pero sobre todo otro, maravilloso, del cual nunca supe o pude recordar el nombre, pero que cantaba que "todo lo mejor de lo oscuro y lo brillante, se une en tu rostro y en tus ojos", si no mal recuerdo.
Claro que no los recorde todos al instante, sino que fue mediante un scotch y papel y lapiz que poco a poco fui escribiendo los versos sueltos, y mientras tanto te me aparecias ya con mucha mas nitidez: manos, hombros, pies, pantorrillas, cintura, cuello, espalda siempre arqueada como la de un lince, vientre, senos como dos lunas sobre el agua.
Tuve ganas de cambiarme y, aunque no fumo, ganas de fumar. Aunque no tanto ganas de cambiarme y de fumar como ganas de salir, de salir a la noche inmensa, a ese laberinto de calles y bocacalles, de esquinas y de pasos y de ecos de pasos, laberinto con mil minotauros y un solo hilo, uno que atraviesa avenidas y barrios y me lleva, entre mil peligros, hacia vos, Ariadna, la unica salida.
¿y por que no, eh? ¿por que no iba a cambiarme? ¿que me detiene? ¿Que son los horarios y las distancias cuando hay realmente un hilo? ¿que son las demoras cuando hay un camino y, aun mas importante, cuando hay alguien que espera? Porque entonces fue que lo supe: me esperabas. Lo supe categoricamente. Así como se saber tantas otras cosas: casi por oraculo. No te creas que es la primera vez. Así como esta, también supe tener otras predicciones, otras revelaciones. Pero nunca antes supe aprovecharlas; Lo que pasa es que la razón es demasiado estúpida y comprende siempre demasiado tarde. Muchas veces comprende cuando ya paso el tiempo de comprender. Ese retraso a veces son años. Cuesta mucho entenderse a uno mismo. Para cuando se lo logra, yo ya es otro.
No me importa. Me cambiare de todos modos. Saldré por esa puerta, recorreré el laberinto como oveja entre los lobos, pero mas bien como lobo entre las ovejas, como lobo entre los lobos, ¿para que vamos a mentirnos? Somos todos lobos y el que no que se joda.
Buen presagio esta luna llena. Buen presagio estas calles desiertas e iluminadas. Buen presagio el eco de mis propios pasos, mi sombra agigantada sobre el asfalto, ese perro solitario en el centro de la plaza, buen presagio.
Falta una cuadra para la salida, Ariadna. Falta una cuadra y me detengo. Me detengo y contemplo la noche. La contemplo y me asaltan otros fantasmas, otras dudas, otras cavilaciones. Pero no tengo tiempo, no tengo tiempo de esperarme, de esperar a que todos mis prejuicios encuentren argumentos para convencerme de lo que ya se. Nunca hay tiempo para nada, el alba amenazante quiere decapitar la noche, y  yo no tengo tiempo. Me desprendo de una parte de mi mismo y sigo adelante. Siempre puedo, con toda mi bibliografia, recuperarme y justificarme mas tarde. Citas sobran.
Llego al pie de donde estas, de donde creo que estas, de donde quiero que estes. Es Viernes y uno nunca sabe, uno nunca sabe, uno nunca sabe pero yo si. Yo si, porque si no estoy loco creo ver un hilo de luz que sale de tu persiana, y tambien un haz de luz que se desliza por abajo de la puerta. Entonces voy y golpeo. Un golpe, dos golpes, tres golpes. Silencio, la noche, los pajaros que ya cantan.
Silencio.
El murmullo imperceptible de un televisor casi sin volumen.
De vuelta: un golpe, dos golpes.
Silencio.
- ¿quien es?- tu voz se escucha como en un susurro, como a travez de una lija. Tu tono, siempre tan extraño.
- Yo
Silencio.
- ¿Estas sola? Abri.
Silencio. Siento que dudas. Pero no. Lo lamento mucho, creeme que lo siento. Lo siento pero ya no es tiempo de dudas. Ya me lo reprocharas despues, mas tarde, mañana, nunca si tenemos suerte. Ahora tenes que abrir o no abrir, y se decide todo. Pienso todo esto pero no te lo digo, no llego a decirtelo porque la puerta se abre.
Paso directamente a un cuarto oscuro, tan oscuro y solitario como el mio. Pero el mio es mio, y este es un cuarto que no es el tuyo. La puerta se cierra y la luz de la luna se esfuma. Por un segundo tuve a la vista la geografia de tu pieza: Libros apilados en una mesa, en el suelo, contra la pared, sobre la cama. El colchon echado en el piso, la ropa desbordando el ropero.
No hubo sonido, ninguno. Te acercaste o me acerque, poco importa, y antes de arrinconarte vi en tus ojos o en tu boca algo como un reproche. ¿reproche por vos o por mi? ¿por ambos? ¿o por los otros? ¿no tanto por nosotros sino que por los otros? ¿o precisamente reproche porque no hay nosotros? ¿porque nosotros es cualquier cosa menos vos y yo, porque nosotros es siempre un negativo?
Mientras cedias un poco a ese reproche, cedia tambien yo a mis interrogaciones idiotas, y tu boca y tu espalda empezaban a llenar gozosamente esos vacios esteriles que siempre lleno de preguntas, y mientras mas intentaba atormentarme con nuestro futuro o nuestra falta de futuro, mas el presente me aplastaba con su irreductible certeza, con esa aplastante realidad que eras toda vos, no un cumulo de ideas y palabras sino algo con olor y gusto, con volumen y textura. Ese fuego despiadado que se llama naturaleza, zorra astuta y vieja como el tiempo mismo, ese fuego junto con tu cuerpo quemo y ahogo toda preocupacion, todo escrupulo, y entonces, como siempre un poco torpe, nos caimos entre risas al colchon. Yo cai y vos caiste encima, por segunda vez en la noche de golpe y encima.
Silencio.
Para cuando sali de la tormenta, ya era de dia. Se habia encapotado el cielo y un furioso aguacero caia sobre la gran puta que es Buenos Aires.
- Roncas- me dijiste.
- Conseguite un colchon de dos plazas, en esto no se puede dormir - dije yo.
- Llueve - susurraste estupidamente.
Silencio. El sonido de la lluvia castigando las chapas. Un auto que pasa salpicando la vereda. El viento. Truenos de fondo, a lo lejos. Todo esta lejos, a lo lejos queda el mundo entero, ayer y mañana, tan lejos.
Me preguntaste si me iba a ir, y yo no respondi. Mi unica respuesta era apretarme contra vos como un animal contra el fuego. No queria dormirme, pero tampoco despertarme del todo. Despertarse era seguir, salir de ese equilibrio, de esa realizacion, era irse de ese pais que tanto nos costaba conquistar, que con tanta dificultad y suerte lograbamos erigir cada tanto, entre tanto desencuentro. Era un estado levisimo, tan fragil como el espejismo o la ilusion optica. Bastaba un mal pensamiento, un sonido estupido (el timbre, el telefono, el tono de mensaje) o una palabra para expulsarnos del Eden sin piedad, sin piedad y apelacion posibles, al menos hasta la proxima vez.
- ¿y ahora? ¿que vamos a hacer?- preguntaste casi para vos misma.
Silencio.
Ahi estaba, la caida.
Siempre fui de escribir mal, hay que confesarlo. Si, mejor confesarlo ahora, antes de que sea demasiado tarde. De escribir mucho y muy mal, como un atolondrado. Un mal aprendido, para ser precisos: se escribe desde muy joven y siempre por impulso, como presionado desde los cuatro costados por manos o por muros, siempre invisibles, como un gato buscando la sombra o una mariposa buscando la llama. Esto mismo que escribo no es otra cosa. Un insomnio y el fastidio de tanto calor y de tantos años, un poco de cada cual.
Nunca puedo releer nada sin sentir que una garra se cierra en algun punto indefinido de mi ser, un punto entre la garganta y el vientre, dependiendo de que es lo que este releyendo y de cual sea mi estado estomacal. Odio absolutamente casi todas mis producciones literarias, salvo contadas excepciones, y esas excepciones son las que, al leerlas, parecen escritas por otro.
Nunca puedo releer nada que haya escrito sin sentir una desesperante necesidad de apartar la vista, de dar vuelta la pagina. Arcada metafísica. Leo mis propios textos como quien va saltando escalones sucios o esquivando charcos: casi con asco. Me recuerdo a quien sostiene una conversación incomoda o a quien se encuentra con un completo extraño que, no obstante, dice conocernos.
Esa ultima definición fue muy buena: un extraño que dice conocernos, que seguramente nos conoce; Mejor dicho: que nos conoció hace un tiempo, mas o menos lejano, lo suficientemente lejano como para que podamos evadirnos pero lo suficientemente cercano como para ponernos en jaque. Un extraño que viene a ponernos en jaque, eso es un texto. Habria que escribir con agua en vez de con tinta, para evitarse las verguenzas. Que sabio eras, Socrates.
Pero, ¿quien es ese extraño del pasado sino uno mismo? Obsesiones cristalizadas... mal cristalizadas, o al menos cristalizadas con una pesima puntuacion y con un estilo mediocre que siempre se parece demasiado o a Cortazar o a Turgeniev o a Bukowski o a Chandler o, lo que es mucho peor, a mi mismo; Porque en ultima instancia es eso: El terror del reconocimiento; O del desconocimiento, quien sabe...
Supongo que lo imperfecto de mis garabateos se deben tanto a lo eclectico de mi formacion como a la procacidad de mi vocacion literaria. Uno escribe de muy joven, como puede o como le sale, y va leyendo lo que le viene en gana, y salen todo tipo de gaznaches y de pipiripeos que, depende, estan o para el premio principe de las Asturias o para el suicidio con monoxido de carbono.
Mas que nada lo de la precocidad, lo del reconocimiento. Creo que uno llega a escribir tan mal cuando tiene mucho para decir y tan pocos recursos para hacerlo. Y entonces los gritos salen siempre como retorcidos, las anecdotas como manoseadas, y los cuentos son como una escultura hecha por un diestro pero con la mano izquierda.
En todos mis cuentos hay muchisimas mentiras, muchisimas desviaciones, "trucos literarios", "recursos"... Pero tambien hay muchas verdades, verdades mas o menos torpemente veladas, y muchas intenciones. Y la lectura de cualquiera de ellos me arroja a los ojos toda esa relojeria ridiculamente construida, y veo todas las piezas encajadas con pasion pero como a la fuerza, con mayor o menor suerte, y es siempre para reirse o para llorar.