16 nov 2019

Capitulo XIV

La tierra del oeste, nerviosa ante el cambio que se avecina. Los estados del oeste, nervioso igual que los caballos antes de la tormenta. Los grandes propietarios, nerviosos, sintiendo el cambio, pero sin saber nada acerca de su naturaleza. Los grandes propietarios, dirigiendo sus esfuerzos contra lo inmediato: el gobierno en expansion, la creciente unidad de los trabajadores; atacando los nuevos impuestos, los proyectos; sin darse cuenta de que estas cosas son resultados y no causas. Resultados, no causas. Las causas yacen en los mas hondo y son sencillas: las causas son el hambre en el estomago, multiplicado por un millon; el hambre de una sola alma, hambre de felicidad y un poco de seguridad, multiplicada por un millon; musculos y mente pugnando por crecer, trabajar, crear, multiplicado por un millon. La funcion ultima del hombre, clara y definitiva: musculos que buscan trabajar, mentes que pugnan por crear algo mas alla de la mera necesidad: esto es el hombre. Levantar un muro, construir una casa, una presa y dejar en el muro, la casa y la presa algo de la esencia misma del hombre y tomar para esta esencia algo del muro, la casa, la presa.: musculos endurecidos por el trabajo, mentes ensanchadas por la asimilacion de lineas nitidas y formas que fueron parte de la concepcion de la obra. Porque el hombre, a diferencia de cualquier otro ser organico o inorganico del universo, crece mas alla de su trabajo, sube los peldaños de sus conceptos, emerge por encima de sus logros. Se puede decir que cuando las teorias cambian, se desmoronan, cuando las escuelas y las filosofias, cuando oscuros callejones estrechos de pensamiento, nacional, religioso, economico, crecen y se desintegran, el hombre extiende una mano, avanza tambaleante, penosamente, a veces en direccion equivocada. Habiendo dado un paso adelante, puede resbalar, pero solo medio paso, nunca dara el paso entero hacia atras. Esto se puede decir del hombre y se sabe. Es evidente que cuando las bombas caen de los negros aviones en medio de la plaza del mercado, cuando se ensarta a los prisioneros como si se tratara de cerdos, cuando los cuerpos aplastados se desangran entre la suciedad y el polvo,  De esta forma se puede uno dar cuenta. Si no se diera ese paso, si el dolor de avanzar  a trompicones no fuera algo vivo, las bombas dejarian de caer estando vivos los que las arrojan, porque cada una de las bombas es la prueba de que el espiritu no ha muerto. Y teme el momento en que las huelgas dejen de producirse mientras los grandes propietarios siguen vivos, porque cada pequeña huelga aplastada es la prueba de que se ha dado el paso. Puedes saber esto: teme el momento en que el hombre deje de sufrir y morir por un concepto, porque esta cualidad es la base de la esencia humana, esta cualidad es el hombre mismo, y lo que le diferencia en el conjunto del universo.
Los estados del oeste, nerviosos ante el cambio que comienza. Texas y Oklahoma, Kansas y Arkansas, Nuevo Mexico, Arizona, California. Una familia expulsada de su tierra. Padre pidio dinero prestado al banco y ahora el banco reclama la tierra. La compania de tierras - es decir, el banco cuando posee tierras -  no quiere familias para trabajarlas, quiere tractores. ¿es algo malo el tractor? ¿no es buena la energia que abre los largos surcos? Si el tractor fuera nuestro, seria algo bueno, no mio, sino nuestro. Si nuestro tractor abriera los largos surcos en nuestra tierra, seria bueno. No de mi tierra, sino de nuestra tierra. Entonces podriamos amar ese tractor igual que amamos esta tierra cuando era nuestra. Pero el tractor hace dos cosas: remueve la tierra y nos expulsa de ella. Apenas hay diferencia entre el tractor y el tanque. Los dos empujan a la gente, la intimidan y la hieren. Hemos de pensar en esto.
Un hombre, una familia, obligados a abandonar su tierra; este coche oxidado que cruje por la carretera hacia el oeste. Perdi mis tierras, me las quito un solo tractor. Estoy solo y perplejo. Y por la noche una familia acampa en una vaguada y otra familia se acerca y aparecen las tiendas. Los dos hombres conferencian en cuclillas y las mujeres y los niños escuchan. Este es el nucleo, tu que odias el cambio y temes la revolucion. Manten separados a estos dos hombres acuclillados; haz que se odien, se teman, recelen el uno del otro. Aqui esta el principio vital de lo que mas temes. Este es el cigoto. Porque aqui "he perdido mi tierra" empieza a cambiar, una celula se divide y de esa division crece el objeto de tu odio: "nosotros hemos perdido nuestra tierra". Este peligro esta aqui, porque dos hombres no estan tan solos ni tan perplejos como pueda estarlo uno. Y de ese primer "nosotros" surge algo mas peligroso: "yo tengo un poco de comida" mas "yo no tengo ninguna". Si de este problema el resultado es "nosotros tenemos un poco de comida" entonces el proceso esta en marcha, el movimiento sigue una direccion. Ahora basta con una pequeña multiplicacion para que esta tierra, este tractor, sean nuestros. Los dos hombres acuclillados en la vaguada, la pequeña fogata, la carne de cerdo hirviendo en una sola olla, las mujeres silenciosas, de ojos petreos, detras, los niños escuchando con el alma las palabras que sus mentes no entienden. La noche cae. Era la manta de mi madre, cogela para el bebe. Esto es lo que hay que bombardear. Este es el principio: Del "yo" al "nosotros".
Si tu, que posees las cosas que la gente debe tener, puderas entenderlo, te podrias proteger. Si fueras capaz de separar las causas de resultados, si pudieras entender que Paine, Marx, Jefferson, Lenin, fueron resultados, no causas, podrias sobrevivir. Pero no lo puedes saber. Porque el ser propietario te deja congelado para siempre en en el "yo", y te separa para siempre del nosotros.
Los estados del oeste se muestran nerviosos ante el cambio inminente. la necesidad sirve de estimulo al concepto, el concepto estimula la accion. Medio millon de personas moviendose por el pais; un millon mas impaciente, dispuestas a partir, y otros diez millones de personas empezando a sentir el nerviosismo.
Y los tractores abriendo multiples surcos en la tierra vacia.

John Steinbeck, "Las Uvas de la ira"

12 nov 2019

Sistemas inestables

Lunes
Siempre que pienso en matarme es que viene el tiktok. No se por que le digo así. De todos modos, las paredes son altas. Altas, blancas, limpias. Erguidas como pilares. Miro las paredes y pienso, nuevamente, en matarme, y entonces el tiktok.

Martes
Soñe con un grito. O con alguien gritando. Habia un grito, eso es seguro. No se si alguien gritaba. Tal vez era yo, tal vez no era nadie.

Miercoles
Las luces son palidas.

Jueves
No reconozco las combinaciones. Hubo un tiempo en que las sabia. Las combinaciones, las contraseñas, las claves, las palabras secretas. Abren puertas, portales, ojos y corazones. Las supe toda mi vida y de repente, casi de un momento a otro, me olvide de ellas.
¿Las olvide? Mas bien: me las borraron. Las soplaron y volaron abajo de las mesas, abajo de las camas, debajo de pesados muebles imposibles de mover. Cayeron, las combinaciones, en espacios estrechos desde donde fue imposible recuperarlos: alcantarillas, bocas de tormenta, fosos.
Fosos. Me siento en un foso. ¿que es esto, que es aquello? Esto, un espacio vertical cerrado a cuatro cantos. No hay ventanas, no hay puertas.
Solo paredes. Frias, blancas como gusanos. Luces palidas. Y claves que no se, y buscadores que no buscan. Sistemas inestables.

Viernes
Siento que detras de estas paredes, mas alla de ellas, las cosas se tambalean. El mundo esta conformado por enormes torres de flaccidos panqueques. Demasiado altas las torres, demasiado flaccidos los panqueques. Se derrumban constantemente. Luego alguien los levanta. Junta los panqueques y levanta una nueva torre. Es inutil. Vuelven a caer. Tengo miedo de que, si salgo, termine igual que ellos. Armando torres. O derrumandome.
Y entonces, Tiktok, queridisimo tiktok, entonces pienso en matarme. Pensar en matarme es mi pasatiempo favorito. Es casi todo lo que hago. Pienso en matarme a la una, pienso en matarme a las dos, pero cuando llegan las tres - las tres es siempre el momento de morir - resulta que no quiero matarme en absoluto, sino que quiero seguir pensando en matarme ¿acaso no es divertido?

Sabado
Estoy seguro de que las paredes se mueven. Poco a poco, imperceptiblemente, pero lo hacen. Tiktok, Tiktok, Tiktok. Pilares moviles, como una especie de maquina. Las paredes, cuando se mueven, me recuerdan a los viajes en tren. Entonces creo que viajo, que estoy yendo a algún sitio, que yo también me muevo junto con las paredes. Y que yo, las paredes y tiktok formamos parte de algun gran mecanismo de relojeria.

Domingo
Manzanas verdes. Palidas, pero no. No son manzanas. Que estúpido, tenia los ojos cerrados. Nuevamente he vuelto a confundir las luces con algún tipo de fruta. Me gustaría comer alguna fruta de vez en cuando, Tiktok. Pego el oído al suelo y descubro, sonriente, que han vuelto.

Lunes
Están cerca, por arriba o por debajo o dentro de las paredes. Me buscan. Son muy pequeñas, como hormigas o termitas. O como pequeñas ratas de acero, con varias filas de minusculos dientes filosos como navajas. Son cientos, miles. Ronronean. Cada una emite un pequeño ronroneo, casi inaudible por si mismo pero, cuando se juntan, producen un ruido ensordecedor que, paradoja si las hay, casi no es escucha. ¡un silbato para perro!
Han llamado a los perros. Me gustaria esconderme en algun sitio. O que viniera el Tiktok. Cuando tengo miedo no puedo ni siquiera pensar en matarme.

Martes
Sube el agua. Sube el agua. Sube el agua.

Miercoles
El agua ha bajado un poco. La tengo hasta las rodillas, igualmente. Las paredes se han vuelto un poco mas porosas. Asi como estan me dan muchisimo asco. No las tocaria por nada del mundo. Se que asi, esponjosas, son facilmente atravesables. Supongo que activaran las bandas magneticas de un momento a otro. Por el momento, permanecere de pie en el medio del cuarto.

Jueves
Las paredes están podridas, Tiktok. Un musgo verde ha salido de la nada. Esta sobre las paredes. Se las come. El musgo se esta comiendo vivas a las paredes. Demasiado tarde me doy cuenta de la aterradora realidad: se trata de un musgo canibal. Oigo gritar a las paredes. Me tapo los oidos pero es inutil. Son gritos desgarradores. No es para menos. Se las estan comiendo vivas, despues de todo.

Viernes
Las osamentas de las paredes quedaron de pie. Blancas, erguidas, similares a columnas griegas o a pilares romanos. El musgo sigue ahi. Inmovil, aparentemente inocente, simulando un aire distraido. No me engaña. Solo es una extraña mutacion de planta carnivora. Desde aqui puedo ver cada pequeño diente.

Sabado
Tiktok tiene problemas para venir. Tiktok ha estado intentandolo toda la mañana. Ocurre que no puede atravesar el muro de musgo. Si pensara en matarme podria ayudarlo; Es inutil. Hace algunos dias que no puedo pensar en matarme ni siquiera un segundo. Supongo que tendre que dejar de contar con Tiktok de ahora en adelante.

Domingo
El musgo se distrajo apenas un segundo. Lo aproveche para largarme. Fue un descuido tonto de su parte, es cierto. Pero hasta una planta carnivora tiene sus errores. Di un gran salto y para cuando se percato, ya me hallaba fuera de su alcance. Y ahora, los pasillos.

Lunes
Los pasillos son largos. Se bifurcan, se trifurcan, se cuatrifurcan. Corro, corro y corro. Tengo hambre y tengo sed pero, ¿que puedo hacer? Una voz me dijo que quizas ahora yo sea una de ellas, de aquellas cositas como hormigas o pulgas. No he notado un cambio significativo en el tamaño de mi cuerpo pero, asi y todo, no puedo estar seguro.

Martes 
Sigo en los pasillos. He visto al perro araña. Apenas hace unos días, con la protección de las paredes o la ayuda de Tiktok, lo hubiera aplastado sin problemas. Pero ahora, debilitado como estaba, fue una lucha muy pareja. De todas formas, lo mate lo mas rápido que pude. Desde que murio el perro araña despide un olor espantoso.

Miercoles
Halle otro cuarto. Las paredes son grises. El techo esta pintado de un color rojo barroso que no me gusta nada. Paredes grises, estrechas, apestosas de sudar una gelatina extraña.

Jueves
Nuevamente pienso en matarme. Casi me vuelvo loco de felicidad. Estuve pensando en matarme casi todo el dia, y apenas termine de escribir esto volveré a ello con todas mis fuerzas.

Viernes
Se ha colado alguien mas al cuarto. Es una chica. Va completamente desnuda. Se acuesta en el piso y me pide que la posea. Le digo que no puedo, que estoy muy ocupado pensando en matarme. Ella insiste y me mira haciendo gestos provocativos con la lengua; Estupideces como relamerse o sonreir como una imbecil. Me doy cuenta de que tiene dientes bastante feos pero, para ser justo, acepto que tiene ojos muy lindos.
Pense en matarme hasta bien entrada la noche. La chica se estuvo refregando en verdaderas contorsiones, como si fuera epileptica, o un cangrejo, o una vibora. Cuando se canso, se quedo dormida.

Sabado
La chica se ha ido. O se ha vuelto invisible pero... no. Se fue. Desapareció por completo. Un poco sorprendido, descubro que se ha llevado la puerta, por lo que estoy, nuevamente, encerrado entre cuatro paredes.

Domingo
Soñe con la chica. Venia y se acostaba nuevamente en el piso. Inmediatamente era atacada por el musgo, que se la comia en cuestion de segundos. Pirañas, terminas, enjambre de avispas. En el piso quedaba el esqueleto reluciente de la chica. La calavera, sonriente, mostraba unos dientes torcidos y desparejos.

Lunes
¡Tiktok! ¡Tiktok ha regresado! Aparecio sorpresivamente, como siempre. Con un tono que le crei verdaderamente sincero, me ha pedido disculpas. Se las acepte como caballero que soy. Luego me di cuenta de que habia estado pensando en matarme toda la mañana. Todo va volviendo a ser como antes. Las paredes, incluso, van abandonando su gris para volverse cada vez mas palidas, mas limpidas, mas blancas. La luz verde agua no tardara en volver.

8 nov 2019

Con todas las letras

A Hemingway
A Bukowski
Y por supuesto, a Lilly. 


Apoye el codo sobre la mesa. El temblequeo exasperante de la mesa fue la gota que colmó el vaso. Metafóricamente, claro. Porque el vaso físico, el real, estaba vacío. Suspiré y acto seguido di un manotazo contra la mesa. Mi mano es bastante grande y el golpe hizo rebotar aquel armatoste de plástico y caño. La mesera, una morocha de pelo enmarañado que charlaba con dos parejas que habían juntado sus mesas, me miro sin ocultar un gesto de fastidio.
- otra - le grite mientras levantaba sobre mi cabeza la botella vacía de la que sin dudas era la peor cerveza que había tomado en mi vida. Acida, caliente y sin gas. Una verdadera porquería.
 - ¿no tienen algo mejor? – volví a arremeter mientras la mesera se acercaba. Por única respuesta me retira la botella y a los pocos minutos me deja, casi arrojándola, otra de exactamente la misma marca. Ni siquiera se molesta en limpiar un poco la mesa ni de cambiar el vaso sucio por uno limpio.
- Muchísimas gracias - le susurro, intentando sonar lo más desagradable que puedo, que seguramente es mucho. Deseo decirle algo especialmente desagradable, pero se va tan rápido que ni siquiera me da tiempo a pensar. Me digo a mí mismo que no importa, que de todos tiene que volver tarde o temprano.
La mesa oscila al menor intento de apoyarme. Me revienta su inestabilidad, su cricriquear de grillo herido. El galpón en el cual se monta el establecimiento es un verdadero chiquero. Hace un calor espantoso y no hay ni siquiera un ventilador. Para colmo de males, estamos en primavera; Detesto la primavera.
Por supuesto, todo esto no sería tan malo si Lilly no me hubiera dejado hace unos días. ¿Cuantos? No tengo idea. Puede haber sido hace tres días o hace una semana. Cuando uno se la pasa de tasca en tasca la precisión para medir el tiempo se va al tacho. Claro que cuando uno se acostumbra a que se vayan al tacho tantas cosas la famosa precisión importa lo que se dice tres c… bueno, no importa en lo mas mínimo, para decirlo de modo amable.
Lilly, muy jodida. Me había abandonado por el mierda ese de las carreras. Un imbécil que usaba camisa gris y saco verde, como si fuera un duende o un puto irlandés. Quizás lo fuese. Irlandés, digo. No duende. Si fuera duende se habría usado magia para salvarse de la paliza que le di apenas me entere. Si hay algo peor que saber que se están cogiendo al amor de tu vida es descubrir que ese que se la coge es gremlin de saco verde que ni siquiera puede defenderse de un borracho mal dormido.
Quizás fue por eso, por la impotencia de todo el asunto – porque paliza más paliza menos, él se iba a ir su madriguera o adonde fuera, pero con Lilly- lo que me obligo a llevar el asunto hasta tal extremo. Lo había derribado de una combinación simple pero poderosa. Tres golpes a la cabeza; tres golpes que yo sé que son como ladrillazos, directamente al coco. Los dos primeros le dieron en la sien derecha y en la izquierda, y el tercero arriba del ojo derecho, en un hueso que no tengo idea de cómo se llama pero que queda exactamente debajo de la ceja. Luego dos al cuerpo. A la boca del estómago, para ser preciso; ¡Bang! El primero, leve y rápido, como para marcar con una X el sitio del impacto; El segundo, ¡Bang! con la derecha, un jab en el que cargue con todo. La X marca el tesoro. Después me aparte, abriéndome un poco en abanico como lo haría un Classius Clay; Y lo vi caer. Yo esperaba que cayera hacia adelante. Hay algo casi poético en la caída hacia adelante, justo en el espacio vacío que se abre cuando uno retrocede. Me imagino que Cesar cayo, luego de las puñaladas, un poco como Foreman en la pelea de Zaire: hacia adelante. Es como si el rival cayera en un colchón especialmente preparado por uno. Una demolición controlada. La caída hacia atrás, en cambio, suele ser torpe y pesada. Ridícula.
Así que el irlandés - digámosle así - cayo un poco para atrás y un poco de costado. ¿habre visto alguna vez una caída más patética y cobarde? Lo dudo. A esas alturas Lilly gritaba como una bruja y tuve que controlarme para no darle también a ella motivos para quejarse en serio.

- ¡Animal, sos un animal, hijo de puta! - me gritaba ella. Animal, sorete, hijo de puta. Se de sobra que probablemente sea todo aquello. Lilly al menos así lo piensa. No es nuevo para mí. Se que lo piensa desde hace mucho. Para ser sincero, tengo que decir que muy en el fondo no me sorprendía todo el asunto. Mas aun: me sorprende que tardase tanto. Claro que una cosa no quita la otra y, si tengo que elegir entre, como dije antes “paliza mas paliza menos”, bueno, elijo claramente “paliza más”. Porque a pesar de ser muchas cosas, no soy una mierdita irlandesa que se cae para atrás, que se desploma como un castillo de naipes después de recibir apenas tres o cuatro golpes de puño. Así que, si; Soy un hijo de puta, pero por lo menos no estoy en el piso recibiendo patadas de un hijo de puta. Y nadie me va a sacar de la cabeza que, puestos a elegir, lo primero es preferible a lo segundo.
Porque encima de todo, eso. No se me ocurrió una mejor idea que seguir golpeándolo cuando ya estaba en el piso. Quizás de no haber estado borracho -quizás quizás, siempre quizás - me hubiera detenido cuando lo tumbe. Probablemente no. Imposible saberlo, de todos modos. En ese instante, lo único que pensaba era... Bueno, carajo, no lo sé. No sé qué es lo que pensaba. En instantes así el pensamiento suele quedárseme olvidado en algún sitio pero, si pensaba algo, supongo que debe haber sido algo como que nadie iba a salvar a ese cachorro inútil de llevarse la paliza de su vida. Cuando estoy furioso suelo sentirme completamente justificado a darle rienda suelta a mi ira. De algún modo siento que es lo justo.
De modo que me dejé llevar y le di patadas y puñetazos hasta que sentí que ya estaba cansado. En ningún momento me di cuenta de que Lilly también hacia lo suyo, dándome golpes y patadas desde atrás en un muy patético intento por detenerme. Lilly es muy hermosa, es cierto, pero lo que se dice fuerte, bueno, no lo es para nada. Me habría bastado un revés del brazo para mandarla a volar por el océano pacifico, por lo que fue una suerte para ella que ni siquiera me diera cuenta de sus ataques hasta que casi al final, cuando la tenía colgada del cuello, sobre la espalda. Me la sacudí como a una garrapata, casi con fastidio. Ya había tenido suficiente. Era hora de irse.
- Bueno, bueno... - le dije mientras su lluvia de insultos llegaba al paroxismo. Y entonces, cuando le echaba una última mirada a lo que quedaba del irlandés, supe que la había cagado. Con Lilly, con aquel sujeto - que probablemente estuviera muerto o al menos bastante cerca como para no poder cogérsela en un mes - o con alguna otra cosa, más profunda e importante, pero la había cagado; La había cagado a un nivel más profundo… religioso o lo que sea, de una forma que no tenía que ver directamente con esa pelea o con el hecho de que Lilly me dejara. Se me ocurrió que la había cagado con mi vida en general.
¿Qué quiero decir con todo esto? A decir verdad, es más fácil de explicar de lo que parece a primera vista. Lo que quiero decir es que para mí no era nuevo el sentimiento de haberla cagado. “Mierda, ahora así que la cagaste en serio” ¿cuántas veces me había dicho lo mismo por una cosa o por la otra? Vivía repitiéndome a mí mismo expresiones parecidas. Cagarla con esto, cagarla con aquello. A veces tenía la impresión de que mi vida no era muy distinta a la de un escarabajo, y consistía en ir empujando por delante y por detrás una gran bola de mierda. Visto así, era hasta gracioso. Una broma gigantesca.
Había sentido aquello muchas veces y, sin embargo, lo que sentí mientras metía mis manos hinchadas en la campera, fue como un non plus ultra, la impresión certera e innegable de que había terminado de clavar el ultimo clavo de lo que ahora era una puerta completamente tapiada. Algo se había destruido para siempre y también algo quedaba: La sensación de ser un consumado hijo de puta, con todas las letras.
Luego de aquello camine y camine; Creo que camine toda la noche. Un bar aquí y un bar allá, por supuesto. La mañana me recibió con una borrachera esplendida, tan esplendida que se extendió sin interrupciones durante todo el día y mas allá. La noche siguiente, de la cual por cierto no recuerdo gran cosa, volví a pelearme, esta vez con resultados menos felices.
Y ocurre que más o menos así estoy desde ese entonces. Y ahora que esta mesa de mierda temblequea y que la cerveza está caliente y que el calor primaveral dibuja unas repulsivas perlas de sudor en la ya horrenda cara de la mesera siento que vuelvo de lleno a esa sensación de escarabajo, de estar hundido y sin remisión. Un humor así solo puedo mitigarlo de dos formas: peleando o bebiendo. Hasta ahora he sido mucho mejor bebedor que peleador, pero, como dice el viejo adagio, la esperanza es lo ultimo que se pierde.

Una oleada de exclamaciones me hace levantar la cabeza y entonces recuerdo que estoy viendo lo que supuestamente es una pelea de box ilegal. Y digo supuestamente porque lo que transcurre ahora mismo no es un combate sino una carnicería. ¿Como puede ser un combate un encuentro en el que uno golpea y el otro recibe? El boxeo es siempre un dialogo. Y lo que pasa ante mis ojos es claramente es un monologo. De ese tipo de peleas en las que uno se sentía estafado; Y vaya si lo de esta noche era una estafa. El Turco Nasif estaba particularmente cruel en sus combinaciones.
Pero volvamos al primero, porque lo que importa es siempre el ganador: Omar Nasif, alias el turco pese a que nadie sabe si efectivamente es Kurdo o Gitano o armenio o judío o griego o que carajos, era una leyenda del boxeo clandestino. Aunque habría que decir que, más que leyenda, era una pesadilla. Oscuro y alto - viéndolo pienso que no debe medir menos de un metro noventa - se planta en el centro del cuadrilátero mientras mide y pega. Medir y pegar es su táctica predilecta. El turco es un peleador de larga distancia, un francotirador. Maneja a la perfección el arte de medir la distancia. Mantiene la izquierda un poco recta, como si fuese una regla que mide el alcance, y guarda la derecha flexionada, siempre un poco cerca del mentón. Y espera. ¿qué espera? Espera una apertura, espera la guardia baja, espera algún golpe fallido del rival. Y entonces: Preparen, apunten, ¡fuego! Y por fuego entiendo un terrible derechazo que sale despedido de su brazo con la fuerza de un escopetazo o de una patada de burro. Son golpes brutales, feroces, que si golpean de lleno pueden llegar a terminar una pelea en menos de lo que yo tardo en terminar una botella de cerveza.
Omar Nasif, campeón invicto de ring de mala muerte. ¿El otro? Bueno, no tengo idea de cómo se llama. Claro que para estar ahí tenía que ser bueno. O valiente. O loco. Claro que viéndolo recibir tal castigo no parecía nada de eso: ni valiente, ni habilidoso, ni nada. Todos palidecen cuando se tienen que parar frente al metro noventa del turco. Es como pararse frente a un pelotón de fusilamiento. Llámese como se llame el retador, su verdadero nombre siempre es paquete. Paquete, salchicha, blanco, bolsa. Es decir, masa de carne y hueso cuyo único sentido de ser es recibir los escopetazos del turco. Uno, otro, y otro más. Y ahí va. Al piso. Qué barbaridad. Ya es el tercero que tumba esta noche. Las peleas del turco son al mismo tiempo magnificas y terriblemente aburridas. Magnificas por la violencia de sus knockouts, aburridas porque se parecen mucho entre sí. El turco es una franquicia exitosa, pero ver una de sus películas equivale a verlas todas. Escucho que alguien cuenta hasta diez. Es inútil. Bien podría contar hasta cien. Lo sabe el que cuenta y lo sabe el turco, lo sé también yo; Pero sobre todo lo sabe, si es que todavía puede darse el lujo de saber algo, el sujeto que yace en la lona.
Casi puedo predecir lo que sigue: ahora va a levantar los brazos, y los levanta. Luego va a dar una vuelta, lenta, al ring cuadrangular que está en el centro del galpón. Ahí va, y mientras camina mirara tal como ahora está mirando, una por una a las mesas más cercanas, una de las cuales yo ocupo. Mirara a las mesas buscando adoración o desafío. Adoración porque como todo campeón busca, mientras le dure, disfrutar al máximo su fama de invencible.  Desafío porque para lo primero necesita siempre de nuevos contrincantes. Cada tanto también encuentra, en estos reconocimientos faciales con su público, alguna mirada femenina que parece decirle que aquella noche tiene compañía asegurada.
Es natural. Quiero decir, al contrario de muchos imbéciles que se molestan cuando sus mujeres se calientan con un tipo como Nasif, yo lo veo completamente natural. ¿qué mujer bien hecha y con sangre en las venas no sentiría al menos un cosquilleo viendo en acción a aquella masa asesina de músculos que pueden moverse a su máxima capacidad, como una locomotora de vapor, por diez o veinte rounds seguidos? ¿con que mecanismos y obedeciendo a que razones evitarían la obvia utilidad indirecta de tales habilidades? El sexo es el más viejo de los combates y las mujeres no son en esto menos competitivas que los hombres.
Por eso mismo es que nunca lleve a Lilly a ver un combate. No quería que viese al turco. Al turco o cualquier otro. Es decir, un tipo que recibe golpes como mazazos en plena cara y que no solo continua la lucha como si nada, sino que finalmente termina ganando y alzando los brazos y, en el instante en que alza los brazos, se convierte en un ganador, en el emblema mismo de la victoria. Si señor, un ganador con todas las letras. Ni Lilly ni cualquier otra habría renunciado a la comparación del ring con la cama; Tampoco yo hubiera podido evitar la comparación de un gladiador como Nasif, que gana noche tras noche, con un sujeto como yo, que a lo máximo que puede aspirar es a freír espárragos y, cada tanto, fregar por los suelos a algún duende ridículo.

Supongo que, a fin de cuentas, no quería verme como basura. Estaba seguro de que si Lily hubiese venido conmigo a ver alguna pelea habría tardado mucho menos en darme esquinazo. No habría tardado en caer en cuenta de que salía un perdedor. Vamos, que habría visto lo obvio, ni más ni menos. Por supuesto, ella no era estúpida. Se habría mirado a sí misma y habría hecho números. El resultado - que ella podía conseguir algo mejor y que por lo tanto lo merecía - le habría saltado a los ojos casi tan rápido como la sangre del retador a los espectadores de primera fila.
Pero, mierda ¡si al menos Lily me hubiera dejado por un tipo como el turco! Me habría mostrado dolido y probablemente hasta furioso, sí. Pero en el fondo, muy en el fondo, no habría tenido mayores problemas con ello. Al final, no traerla a las peleas no me sirvió de nada o, mejor dicho, me sirvió para que en vez de dejarme por un tipo que valiese la pena me dejase por... vamos, ya saben.
Mientras el turco daba su pequeña vuelta olímpica, saludando con los puños cerrados y al mismo tiempo desafiando a cualquier estúpido que estuviese lo suficientemente loco para subirse a un ring con él, yo me puse de pie y pedí otra cerveza. Note que me tambaleaba un poco, pero no me importaba. Al menos así haría juego con esa mesa de mil carajos. Tampoco es que me preocupase mucho. Casi todos allí eran borrachos o apostadores. No había lo que se dice una norma que guardar. Mire a mi alrededor, buscando a la mesera, la cual apareció al cabo de un rato y me dejo otra botella en la mesa. La tomé con la mano derecha y, apoyando el canto de la tapa contra la mesa, la abrí dándole un certero golpe desde arriba con la otra mano. La chapita hizo un ruido limpio y metálico al saltar de la botella. Aquel ruido, que normalmente no se habría oído entre todo el alboroto del lugar, destaco de forma clara quien sabe por qué milagro acústico. Solo entonces me di cuenta de que se había hecho un silencio poco habitual. Levante la cabeza y vi que el turco se había detenido justo en frente de mi mesa. Lo miré y vi que el también me miraba. Su rostro tenía una expresión torva pero divertida, como si algo le agradase en mi actitud. O al menos eso creí. De modo que levante la botella y con un gesto le reconocí el triunfo.
Le eche un trago largo a esa mierda. Iba a volver a sentarme cuando note que Nasif todavía estaba ahí, enfrente mío, mirándome. Sin dejar de sonreír con esa expresión que ahora se me antojaba era de desprecio, Nasif alargo su interminable brazo hacia mi mesa. Tenía la palma de la mano abierta hacia arriba. Comprendí lo que quería y también lo que debería haber hecho, pero contra toda lógica, hice exactamente lo opuesto. Esto es, sentarme y volver a llenar mi vaso sin prestarle atención a su pedido.
- Amigo, ¿me convida un trago de eso? - le oí decir mientras me dominaba para aparentar un desdén que todavía no sentía. Mantenía mis ojos fijos en el vaso. Finalmente, lo mire a los ojos y le dije, literalmente, que se comprara su puta cerveza, porque lo que era la mía, bueno. En resumen, que no iba a convidarlo un carajo. Inmediatamente después de decirlo, me invadió un torrente de sensaciones contradictorias entre las cuales destacaba la del escarabajo.
Supongo que también me dio gracia mi respuesta. Lo digo porque sonreí con una sonrisa que me imagine era muy parecida a la del propio Nasif. La segunda, que vino casi al instante, fue miedo. Miedo porque sabía que para el turco el ring no se acababa en los límites de cuerda, sino que se extendía al mundo entero. Ya más de uno que se la había dado de guapo creyendo que estos límites lo salvarían había pagado este error con varios dientes y fracturas. Sin embargo, el miedo duro poco. Sin irse, sin desaparecer del todo, quedo atrás de una nueva oleada de confianza. Y no solo era burla, no. También había odio, un odio profundo y sincero como nunca antes lo había sentido. Hasta ese momento, el odio era algo que se me daba siempre mezclado con otra cosa: sorna, arrepentimiento o lo que fuera. Pero ahora lo experimentaba entero y puro, sin mezcla de otra cosa. Odio. Odio hacia mí mismo, en primer lugar. Pero como si fuera una larga cadena, también odio hacia el turco. Odiaba su fanfarroneria, su asquerosa seguridad en sí mismo, su actitud sobradora. Odio hacia el mundo en general. O casi todo el mundo.
Descubrí lo que ya sabía. Lily había sido casi la única cosa buena que me había pasado. Por supuesto y como siempre, descubría las cosas más fundamentales demasiado tarde. Había depositado en ella mis ultimas esperanzas de no ser un perdedor y, voila, las cosas habían resultado un poco como siempre. Nada por aquí, nada por allá. A todo esto, el Turco ya se dirigía personalmente hacia mí.

- ¿De qué se ríe, amigo? - me dijo, ahora muy serio, desde arriba del ring. Bueno, pensé. Lo bueno de ser un perdedor crónico es que, paradójicamente, se termina no teniendo más nada que perder. Tal vez fue un ángel, tal vez un demonio, pero algo me susurro al oído y supe exactamente lo que tenía que hacer. Vacié la botella de un trago largo, tragando y tragando el líquido como si tuviera todo el tiempo del mundo. Y lo tenía, vaya si lo tenía. Mucho o tal vez muy poco, pero al fin y al cabo todo mío. Cuando bajé la botella vi que el turco, un poco en serio y un poco para seguir el show, esperaba mi respuesta. Me pasé la mano húmeda del frio de la botella por el pelo y sonreí.
- Me rio porque me causa gracia algo, y eso, antes de que me preguntes, es lo siguiente: me resulta gracioso que un simio... no, perdón, que una árabe cara de mierda como vos mezcla de todas las razas degeneradas del planeta, pueda ganar tantas peleas seguidas sin que nadie se decida a romperte el culo. - dije. Había hablado con creíble parsimonia, pero cuidando de acentuar bien fuerte las palabras ofensivas. La cara del turco experimento un cambio sutil, mezcla de incredulidad y enojo, A simple vista alguien que no le conocía los gestos no lo habría notado, porque incluso volvía a sonreír. Fueron los ojos, sobre todo, los que adquirieron una dureza pétrea.
- No lo oí bien compadre, ¿me lo quiere repetir acá arriba o prefiere que baje? - me pregunto.
- Subo - le dije sonriente. El turco me devolvió la sonrisa y volvió a su esquina. Mire a mi alrededor y note que la gente me miraba como mirarían a un condenado a muerte, cosa que a esa altura ya probablemente era. Inmediatamente empezaron las apuestas. Ni siquiera pregunte cuanto iban. Me alcanzaba con saber que sin dudas estarían astronómicamente en mi contra. Lo importante es saber si caería al primer round, y en que minuto, o si ocurriría un milagro de la naturaleza que me permitiera aguantar hasta el segundo o incluso hasta el tercero.

Llame al chico que corría las apuestas mesa a mesa y le dije que apostaba por mí. Me pregunto si estaba seguro.
- Por supuesto que estoy seguro - le dije - ¿cuánto si gano?
- Trescientos a uno - me dijo el chico.
- Apuesto todo - le dije sin pensar que aquel chico no tenía forma de saber cuánto era ese todo.
- ¿cuanto? - volvió a preguntar con apuro. Le quedaban varias mesas por levantar.
- Doscientos – dije, y le entregué el dinero. Apenas terminé de apostar comencé a desabrocharme el saco y la camisa. Solicite un par de botas que gustosamente me cedieron. Eran una miseria, pero sin duda mucho más útiles que mis zapatos.
Entonces vi que el turco llamaba al corredor de apuestas y que le decía algo. Bueno, por lo visto también pretendía llevarse su parte. Sonriendo para mis adentros, me acerque al ring. Me gusto que apostara. Ahora nadie podía decir que la pelea era arreglada o que lo habíamos fingido todo.
Ya en el ring, el turco se acercó. Teniéndolo de frente, su metro noventa - yo mido uno con setenta y nueve - parecían dos metros y medio. Observe de cerca la musculatura de los brazos y del torso. Casi no tenía grasa sin trabajar. Yo, en cambio, tenía casi 100 kilos de lípidos acumulados a base de comida barata y cerveza. Tuve ganas de orinar, pero ya era tarde para pedir tiempo. El árbitro, un sujeto oscuro, bajito y rechoncho al que no le había prestado atención hasta ahora, se acercó cojeando al centro del ring.
- Caballeros, quieren pelear sin guantes o con guantes - nos preguntó.
- Que decida el amigo - tercio el turco, burlón.
- No tengo guantes, así que sin guantes - dije yo.
- Tengan una buena pelea - dijo el enano rechoncho - suerte para los dos.
- Ándate a la puta que te pario - le murmure mientras caminaba a mi esquina.
Bueno, Lilly - pensé - ahora vamos a ver si soy un perdedor hasta las ultimas consecuencias o si hoy es el día en el que empiezo a remontar un poco.
Y entonces sonó la campana.

Y entonces, querido lector, desde este punto el adelante, pueden haber pasado tres cosas. La primera es la más improbable, pero también la más espectacular. En este universo, ambos peleadores salen en el primer asalto dispuestos a darlo todo. Se miden. Se miden y se siguen midiendo. La guardia de nuestro héroe es feroz, pero el turco, que es más alto, tiene mayor distancia y una derecha que haría temblar a un asesino en serie. Cada uno analiza a su oponente. Solo mirándose, cada uno descubre las fortalezas del otro, sus debilidades y sus más secretas intenciones. Con esto en mente, y como si fuesen dos guerreros bushi del antiguo Japón, comprenden que deben apostarlo todo a un único golpe, a un único movimiento, a un único puñetazo en el que ponen toda su fuerza y habilidad. ¿qué pasa si la lanza más fuerte del mundo, la lanza que lo atraviesa todo, choca con el escudo más fuerte, con el escudo imposible de atravesar? Es imposible saberlo. Aquí, por suerte, lo que tenemos son dos lanzas invencibles arrojadas una contra la otra. El resultado más espectacular sería un doble KO que nos recuerda al final de Rocky IV.

La segunda opción, querido o no tan querido lector, es la que parecería desprenderse de la lógica misma del relato. Es decir, que el invencible turco Nasif, terror de los mortales, le propina no una paliza, sino una señora cagada a palos a su nuevo oponente. Imagínese. Fractura de nariz, sangre que chorrea por todos lados, un verdadero asco; Cuatro o cinco dientes menos (recuerde que boxean sin guantes) cortes varios en los pómulos, quizás hasta la teatral perdida de un ojo. Porque al fin y al cabo es boxeo ilegal. O quizás un solo puñetazo, largo y explosivo como un misil, que golpea casi sin defensa el parietal derecho de nuestro protagonista sin nombre para mandarlo a dormir de una vez por todas, que buena falta le hace. En este caso, la buena de Lilly ya no tendría nada de qué preocuparse y podría seguir felizmente con su vida.

La tercera opción tampoco esta exenta de lógica, quizás no tanto del relato sino la de los combates. Este final sería el preferido de los idealistas o, más bien, de los anti idealistas, aquellos que se enamoran de los villanos y se identifican más con los antihéroes que con los héroes mismos. Esos a los que les decimos "defensores de pobres" o sencillamente pobres a secas. Los pobres diablos pueden tener entre ellos una empatía asombrosa. En fin, que en esta tercera opción ocurre el milagro. Ali noquea a Forman, Arturo vuelve de Avalon o lo que usted quiera, pero al turco le rompen su invicto pugilístico y ante la sorpresa general cae noqueado en el primero, en el segundo o, siguiendo con Rocky pero esta vez la primera, luego de una larga y épica pelea que los lleva a ambos a sus límites psicofísicos. Toda una ordalía. Nuestro Héroe – o Antihéroe, como usted prefiera - gana al final con una devastadora combinación de 2-3-2 que acaba en un artero tirabuzón al intestino, o quizás con el estético uppercut ascendente a la mandíbula, ese que hace volar sangre, sudor y hasta el protector bucal del rival. Por cierto, en este relato no se dijo nada de esos protectores bucales, por lo que hay que suponer que lo que volaría hasta hipotética (aparentemente horrorizada cuando realidad estaría en la gloria) espectadora de la primera fila serian uno o varios dientes. El cuento terminaría con el turco mordiendo la lona y con el protagonista recaudando una enorme cantidad de dinero. Y, si vamos a soñar hasta ese punto absurdo, entonces también puede pasar que justo Lilly haya entrado al galpón en el momento del dichoso uppercut, armada con un revolver y decidida a matar a su violento ex pero, al presenciar el golpe epifanía, queda deslumbrada por lo trágico (o lo épico, imposible saber cómo interpretaría Lilly tamaña trompada) de la escena y decide soltar el arma y volver con el que, ahora lo sabe, es el amor de su vida. Todos salvo el Irlandés estarían contentos con este final.

7 nov 2019

Ascensor

                                                                            1

El asensor paro en el septimo piso y subio una tromba de gente. Hasta ese momento eramos solo tres. A medida que la gente subia me fui corriendo mas y mas atras, hasta quedar con la espalda contra una de las paredes del asensor. Mantenia la cabeza gacha y me concentraba en ignorar absolutamente todo lo que pasaba a mi alrededor. Tenia puestos los auriculares del celular, en los cuales escuchaba musica a todo volumen, lo cual contribuia a eliminar la sensacion de estar ahi, realmente presente en el lugar. Sin embargo cuando mi espalda toco el espejo de la pared, levante la cabeza y vi que el pequeño cubiculo habia quedado completamente lleno. Se tocaron varios botones y la puerta se cerro. Miraba la pantalla del celular cuando senti que me tocaban el hombro. Levante la vista. Un tipo de traje marron me decia algo. Veia moverse su boca pero, curiosamente, escuchaba cantar a Phil Collins. Me quite un auricular para saber que queria.
- Señor - dijo simplemente el tipo. Tenia facciones parecidas a las de un batracio. Note que estaba muy palido y que, con el dedo, me señalaba la pantallita del asensor. Recien ahi me di cuenta de que todavia estabamos en el septimo.
- Señor, por favor - volvio a decir el tipo con cara de sapo. Volvi a mirar la pantallita sobre la botonera y me saque el otro auricular. Se escuchaba una leve bocina, una bocinita como de alarma, pero muy solapada, muy apagada, como si a los parlantes del asensor les costase emitirlos. Tambien vi que un led rojo se encendia y se apagaba sincronizando con el beep. ¿Que me importaba aquello? Yo no era reparador de asensores. Volvi a ponerme los auriculares, pero el sapo me detuvo.
- Señor - volvio molestarme.
- ¿Que? ¿me puede decir que quiere? - le espete, molesto. El sapo retiro la mano con la cual pensaba, quizas, tocarme nuevamente el hombro. Pero seguia mirandome de aquella manera molesta, como si yo le debiese a algo.
- ¿y bien? - volvi a preguntarle - Señor señor, ¿señor que?
- ejem... - dijo el hombre, mientras aflojaba un poco la corbata. Parecia avergonzado o al menos incomodo. Esta actitud dubitativa me molestaba todavia mas que la anterior exigencia.
- Ahora hable - le exigi - si no me va a dejar escuchar musica por lo menos digame algo que valga la pena. Siguio acomodandose la corbata y carraspeando ridiculamente durante unos segundos hasta que recibio un codazo desde atras, como apurandolo a hablar. Entonces note que el resto de los pasajeros tambien me miraba, directamente o de reojo. Tambien me di cuenta de que todos estaban palidos. Tenian un tono de piel que oscilaba entre el amarillo y un verde palido que les daba a cada uno el aspecto de diferentes reptiles: serpiente, cocodrilo, caiman, iguana, escuerzo.
- Señor, el asensor esta sobrecargado - dijo por fin el sapo de traje marron. Volvi a mirar la botonera y comprobe que tenia razon. El pitido y la lucecita indicaba que el asensor tenia personas de mas. La puerta se abria y se cerraba epilepticamente; El asensor parecia una enorme boca intentando tragarse algo sin masticarlo. De todos modos, alguien tenia que bajar para que aquella cosa cierre y el asenso continue.
- Ya veo que esta sobrecargado - le dije. Lance una mirada general con la idea de transmitirles incomodidad. Me centre en los tres o cuatro que habian entrado mas recientemente, que eran, dado que habian sido los ultimos en subir, los que tenian la obligacion de bajar. Pense que estos se iban a hacer los tontos para evitar bajar, pero para mi sorpresa me devolvieron la mirada. Su mirada era igual a la mia, incomoda, indignada, exigente.
- Señor, por favor, nosotros creemos que... - estaba diciendo el sapo, cuando comprendi el sentido general de las miradas y de sus constantes llamadas de atencion.
- ¿Creen que? ¿No me ira a decir que tengo que bajar yo, no? ¿o si? - le dije, casi chillando. Los reptiles mantenian fijos en mi sus ojos frios, confirmando que asi era. El sapo comenzo a carraspear nuevamente, como si le costase horrores hablar, como si emular la voz humana con su caja de resonancia de batracio fuese una tarea superior a sus fuerzas. El carraspeo era increiblemente molesto, como el que causa una persona que ronca cuando a uno ya le cuesta dormir. Senti ganas de pegarle una cachetada.
- ejem... ejem... - empezo el sapo - bueno, nosotros creemos que...
- ¡Ya bajese de una vez! - me grito una señora muy bajita y rechoncha, con un aspecto de escuerzo a punto de reventar. Incluso su voz era grave e indigesta. Otros dos o tres dieron gritos similares desde los cuatro costados del asensor. Entonces se adelanto un tipo bastante alto, casi de dos metros, y con una fria cordialidad corrio al sapo para un costado, quedando enfrente mio. El sujeto vestia un traje blanco, con chaqueta blanca y unos hermosos zapatos dorados de piel de cocodrilo.
- Estimado amigo, haga el favor de bajarse de una vez - me dijo sonriente. Su tono no era el de la peticion, era el de una orden. Parecia un alto ejecutivo o un abogado exitoso. Su tono suave y medido contrastaba con la ferocidad que despedian las pequeñas pupilas de sus ojos. Tenia unos dientes blancos y largos, y tuve la impresion de que tenia muchos mas dientes que los que un humano normal deberia tener. No dude de que si la enana era un escuerzo y el primer tipo un sapo, este era un cocodrilo, un cocodrilo enorme, africano, del Nilo. Tuve que admitir que me daba un poco de miedo contradecir a ese tipo tan alto e imponente. La idea de sufrir una dentellada de aquel monstruo me parecia muy poco feliz. No queria bajarme, asi que intente razonar con el.
- Caballero - empece, intentando sonar lo mas digno posible - yo subi en la planta baja. Tengo que bajar en el piso diecisiete. Entiendo que alguien tenga que bajar para que podamos continuar. Pero, ¿no le parece injusto y hasta ridiculo que tenga que bajarme yo, que subi primero que usted mismo y que todos los que con usted subieron en este piso. Es claro que tiene que bajar uno de ustedes ¿no le parece?
- Sinverguenza - dijo bajo pero claramente una chica joven y muy flaca de grandes ojos negros, sin duda una serpiente.
- Lo ridiculo, amigo - dijo el Cocodrilo, colocandome una mano en el hombro, aparentemente amistosa pero puesta ahi con toda la intencion de intimidarme, lo cual admito que logro, pues me encogi automaticamente - es que usted no acate la voluntad popular-. Y dicho esto, me coloco una la otra mano en el hombro y me condujo, por la fuerza, hacia la puerta del asensor. Quise resistirme, pero el sujeto era espantozamente fuerte. Su manos hacian una presion de hierro sobre mis hombros. El resto de los reptiles le abrieron paso y alguno incluso me pateo por lo bajo, como quien no quiere la cosa. Busque con los ojos a los otros dos sujetos que viabajan conmigo, pero con rabia descubri que se habian transformado en conejos antropomorficos (uno blanco y uno negro); Los conejos se hacian los sotas y se desentendian de la situacion. Tenian puestos los auriculares y fingian responder mensajes o contestar correos importantes.
- ¡Ayudenme, cagones! - llegue a gritarles. Pero ya era demasiado tarde. Me habian empujado afuera del asensor. El empujon me sento de culo en el suelo. Cuando la puerta se cerraba vi que el cocodrilo me saludaba, burlon y sonriente.
Me pare y, furioso, me sacudi el polvo que me habia ensuciado los pantalones y los faldones del saco. Era un polvo blanco y abundante que parecia harina o cal. El piso, asquerosamente sucio, era de cemento. Aprete el boton de llamada y me quede mirando el recuadro que mostraba la localizacion del asensor. Fue directamente hacia el decimotercer piso, en el cual se detuvo durante un buen tiempo, por casi cinco minutos. Era un tiempo absurdamente largo para demorarse en un piso. Yo estaba impaciente y esto basto para que empezara a soltar una ristra de insultos en voz baja. Se me ocurrio que a lo mejor estaba descompuesto. Si se habia trabado, la cosa podia ser grave. Siempre habia temido que ese viejo trasto, el unico asensor de aquel edificio de 20 pisos, me dejara encerrado. Habia leido varios casos de gente atrapada y hasta muerta en un asensor. Me console pensando en que los lagartos estarian arrepentidos de no haberse bajado. Estaba a punto de ir hacia las escaleras cuando vi que el asensor volvia a moverse: 14,15,16. Y nuevamente se detuvo. Volvio a subir hasta llegar hasta el veinte, y entonces comenzo a bajar. Bajo sin escalas hasta el 13, donde nuevamente se detuvo - ¡que carajos pasaba en el trece! - por unos cinco minutos y luego continuo. Cuando se detuvo en el nueve me di cuenta que hacia ya casi quince minutos que esperaba el asensor en ese piso. Me prometi a mi mismo que si me volvia a cruzar, solo, con el sapo o con el cocodrilo, les iba a decir sus cuatro verdades. Volvi a apretar tres o cuatro veces el boton para asegurarme que el asensor recibiera el llamado.
Cuando el asensor paso por el septimo sin frenar, directamente hacia el seis, y al cinco, para finalmente frenarse en el cuarto, lance una puteada en voz alta y descargue una patada sobre la puerta cerrada. Comence a apretar el boton de llamada freneticamente, sin parar. El asensor habia llegado ya a planta baja y habia empezado nuevamente a subir. Si me habia pasado por alto en la bajada tenia, necesariamente, que detenerse en la subida. Mientras apretaba el boton de llamada, fije la vista en el recuadro. El asensor subia. Segundo, tercero, cuarto (frenada), quinto, sexto, septimo... ¡octavo, noveno, la puta que lo pario, decimo, decimoprimero, decimopero que asensor de mierda, la puta que me pario y la concha de la lora! - grite en voz alta. Ese condenado cachivache se obstinaba en ignorarme. Furioso pense que quizas los reptiles hubiesen hecho algo, quien sabe que cosa, para impedir que el asensor frenara en mi piso. Lanzandoles una maldicion innenarrable, fui hacia la puerta de servicio que llevaba a las escaleras. Subir diez pisos por las escaleras no me hacia ninguna gracia, pero tampoco podia seguir esperando al asensor si queria llegar a tiempo a mi cita. Mi sorpresa fue mayuscula cuando comprobe que la puerta de salida a las escaleras estaba cerrada. No solo estaba cerrada con llave, sino que la puerta, evidentemente rota y salida de uno de los goznes, estaba asegurada a la pared con una enorme cadena y un pesado candado de hierro. Intente, bordeando la incredulidad, moverla de su sitio a empujones y patadas, pero la maldita cosa era increiblemente maciza y no consegui mas que un dolor en el hombro. De forzar la cerradura o el candado no cabia siquiera la mas minima posibilidad. Volvi hacia la entrada del asensor y mire que estaba nuevamente detenido en el piso trece. Maldije y espere. Cuando llego al septimo volvio a pasar de largo.
Era increible. Estaba atrapado en ese estupido septimo piso. Me volvi hacia el pasillo y le di una ojeada. Ofrecia un aspecto de suciedad y abandono. Volvi a mirar el suelo y note que mis huellas se marcaban sobre el polvo. Parecia como si nadie hubiera transitado por aquel piso en años. Las paredes estaban revestidas de una madera oscura y las puertas eran tambien me madera, pintadas de un verde pizarra que estaba en parte descascarado, dejando a la vista una pintura anterior de un color pardusco e indistinguible: ¿beige, marron, rojo vino?
¿que podia hacer? Revisando mis opciones, me di cuenta que no tenia mas que tres: O seguia esperando el asensor, o intentaba forzar la puerta de las escaleras, o pedia ayuda en alguno de los cuartos. Esto, de algun modo, me simplificaba las cosas.
Medite unos momentos. Forzar la puerta era, sin herramientas de ningun tipo, algo mas que una quimera. No tenia la fuerza para desencajarla, ni la forma de romper la cadena y el candado. Esa opcion quedaba entonces, al menos de momento, totalmente descartada. Claro que en alguno de los tres departamentos del piso podian tener herramientas - ¡o incluso la llave del candado! - y entonces podria salir por alli. Eso me inclinaba o bien a pedir ayuda golpeando alguna de las puertas, o bien a seguir esperando el asensor, que ya me habia pasado de largo nuevamente y andaba por el onceavo piso. Me di cuenta entonces de que estas dos posibilidades no eran excluyentes entre si, sino mas bien complementarias. En efecto, ¿que me impedia seguir llamando al asensor y, mientras lo vigilaba, golpear alguna de las puertas para pedir herramientas o algo por el estilo? Ahora que tenia ante mi un curso de accion unico y definido, de alguna manera me senti mejor. Toque varias veces el boton del asensor y luego me encare hacia la primera de las tres puertas. Iba a golpear cuando me detuve. ¿me convenia empezar por esa? Las mire y no habia diferencia entre ellas. Todas eran identicas, al menos desde afuera. El asensor estaba por el piso quince, por lo cual tenia unos minutos hasta que volviese a pasar por el septimo. No quise pensarlo mas y golpee la primera puerta.
Golpee dos o tres veces a intervalos de veinte o treinta segundos. No obtuve ninguna respuesta. No halle tampoco ningun tipo de timbre o campanilla. La puerta no tenia siquiera mirilla o numero. Mire por la cerradura pero solo vi un negro impenetrable que podia obedecer tanto a una luz apagada (en cuyo caso no habia nadie) como a una llave puesta (y entonces si habia alguien). Volvi a golpear, ahora con fuerza, mientras decia algo en voz alta sobre que me habia quedado atrapado en el piso, y espere. Nada. Ni un susurro, ni siquiera el sonido de un paso. Daba la sensacion de que aquel departamento estaba tan desierto como el resto del pasillo. La puerta estaba tan hermeticamente cerrado que ni siquiera podia verse una franja de luz o sombra por debajo de ella. Era practicamente como si estuviese pintada. Descorazonado por esto (y porque el asensor habia de vuelta ignorado la llamada) me dirigi a la segunda puerta. Golpee. No habia llegado a golpear la segunda vez cuando la puerta se abrio de golpe.
Ante mi estaba una chica en paños menores. Llevaba puesto un Babydoll rojo de gasa, bastante arruinado por cierto, y unas medias de res negras, no menos ruinosas. Iba descalza. La chica, que evidentemente era una prostituta o algo parecido, echo una mirada y me pregunto que queria.
- Me baje del asensor por error y ahora no puedo volver a subirme - le dije, en un patetico esfuerzo por explicar mi situacion. Mi explicacion me sono increiblemente estupida y delirante, casi como si le estuviera tomando el pelo.
- ¿Me estas cargando?  ¿no ves que podes llamar de vuelta al asensor? -. me dijo la chica, e hizo un gesto para empezar a cerrar la puerta. Inmediatamente la detuve, apoyando tambien mi mano sobre la puerta.
- Intente, varias veces. Evidentemente no funciona en este piso. ¿tenes herramientas o la llave la puerta?
- No - dijo la chica.
- ¿no tenes la llave o no tenes herramientas? - volvi a preguntarle, mas para hacer tiempo mientras pensaba en algo que para otra cosa.
- No tengo herramientas, no tengo la llave y, sobre todo, no tengo ganas de ayudarte, no tengo tiempo para perder asi que, en resumen, no me jodas mas - sentencio la chica, cargando el tono cada vez que pronunciaba la palabra "no". Espero un segundo de manera altanera, y luego me cerro la puerta en la cara. Obviamente no podia esperar nada mas de ella, por lo cual me dirigi a la segunda puerta. Golpee y me respondieron desde adentro. Era, nuevamente, una voz de mujer.
- ¿Si, que quiere? - me dijo la voz. Volvi a explicarle, con todo el realismo y la paciencia que pude, mi situacion. La voz del otro lado me iba haciendo pregunta y asintiendo con explicaciones como "¿si?" y "oh" y tuve la sensacion de que era una persona amable y comprensiva. Su tono de voz era suave y calmado, y contrastaba con la aspereza y violencia de la prostituta de la puerta de al lado. Cuando termine de explicarle la chica guardo silencio unos instantes.
- Me gustaria ayudarte - me susurro de repente.
- Me ayudarias mucho si me abrieras - le dije. De repente me habian dado ganas de ver a la dueña de aquella voz. Nuevamente tardo unos segundos en contestar. Se me ocurrio que a lo mejor estaba deliberando su respuesta, por lo cual decidi insistir.
- Dale, abrime - le dije usando un tono sorpresivamente cariñoso.
- Me gusta tu voz - dijo ella.
- Gracias, y a mi la tuya - le correspondi yo.
- Supongo que una persona con una linda voz no puede ser peligrosa - dijo ella en voz baja, como para si misma. Senti que se habia alejado unos pasos de la puerta.
- Por supuesto que no - le asegure - ¿como te llamas?
- Niurka - dijo ella.
- Es un nombre rarisimo - no pude evitar decir.
- Ya lo se. Yo mismo me lo puse ¿conoces alguna otra Niurka? - me pregunto. Tuve que admitir que no
- Significa Vison - dijo ella. - ¿vos como te llamas? -. Le dije mi nombre y le volvi a pedir que abriese la puerta.
- Yo qusiera... - susurro ella. Era patente que algo la detenia de abrirme. Se me ocurrio que quizas estuviera con alguien u ocupada en alguna tarea importante que no podia abandonar y que yo venia a interrumpirle con mi ridiculo predicamento. Decidi entonces solicitarle aunque sea las herramientas.
- ¿podrias prestarme algunas herramientas, si tenes? Podes abrir un poquito y pasarmelas.
- Me gustaria ayudarte, pero no tengo ninguna - se lamento Niurka.
- No hay problema. ¿No sabes por casualidad quien puede tener la llave del candado que cierra la puerta de las escaleras? - le dije, jugando la ultima carta que me quedaba
- ¿la llave de las escaleras? - repitio ella.
- Si.
- Las tengo yo - dijo ella con tristeza. ¡ahora podia abrir el candado y emprender la huida por las escaleras!
- Niurka, necesito que me abras la puerta de la escalera - le dije.
- No puedo, no tengo la llave - respondio. Tuve la impreson de estar oyendo mal o de que simplemente me estaba tomando el pelo. Quise creer lo primero.
- Pero... ¿no me acabas decir que vos tenes la llave del candado?
- Si - dijo ella, bajando la voz a medida que hablaba - pero lo que no tengo - en un tono aun mas bajo - es la llave de esta puerta.
- ¡¿como?!
- Estoy encerrada - dijo Niurka. Su respuesta me dejo atonito y con la sensacion de hallarme en una pesadilla. Di unos pasos hacia atras y observe lo que ya habia observado con anterioridad: no habia el mas minimo espacio entre suelo y el borde de la puerta. Seria imposible que me pasase la llave. Se me ocurrio que quizas Niurka pudiese desarmar su cerradura y pasarme las llaves por el agujero, pero inmediatamente recorde que ella tampoco tenia herramientas.
- ¡mierda! - exclame. Escuche como Niurka suspiraba desde adentro. Intente serenarme aunque sea para no hacerla sentir mal; Despues de todo parecia realmente querer ayudarme.
- ¿Como es que estas encerrada? - le dije - ¿esperas a alguien?
- Oh, no realmente - dijo ella.
- ¿y entonces?
- ¿Entonces? - dijo ella, haciendome eco.
- Entonces quiero saber como terminaste encerrada en tu propio departamento - le dije. De repente me sentia cansado. Apoye la cabeza contra la puerta mientras me restreagaba los ojos con los dedos.
- No es mi departamento - me corrigio Niurka - simplemente... me tienen aca.
- Me imagino que no tendras un telefono o alguna manera de comunicarte con alguien, ¿no?
- Tengo uno, pero...
- ¿que? ¿no se te ocurrio llamar al cerrajero, a la policia, a los bomberos?
- Es un telefono fijo... - se excuso ella.
- ¿y que? Podes hacer el intento de llamar a una cerrajeria y...
- que comunica con un telefono interno - me interrumpio ella - y solo con ese telefono. Es... ¿como se dice? Una linea interna.
- ¿adonde contacta ese otro telefono? - le pregunte entonces.
- Es el telefono del Orco - me dijo ella en voz baja y temerosa.
- ¿que queres decir con el Orco? Es un apodo bastante desagradable.
- No es un apodo en absoluto - me dijo ella - Vos ya sabes que en este edificio andan cosas que no son  de todos los dias.- Supe que referia a mi encuentro con los reptiles en el asensor.
- ¿vos como sabes eso? Niurka... no tenias manera de saberlo - le dije muy serio. Quizas aquella chica sabia mucho mas de lo que aparentaba.
- Te vi por las camaras - me explico - Hay un sistema de camaras en todo el edificio. La sala de control esta en el cuarto del fondo. Como me aburro de estar sola me la paso espiando.
- Pero entonces trabajas aca - quise saber.
- ¡No! - me grito ella. Era la primera vez que levantaba el tono - Ya te dije que estoy retenida. Secuestrada, si queres-. Senti que iba a agregar algo mas cuando de repente se escucho sonar el timbre de un telefono. Escuche los pasos de Niurka, que sin duda habia corrido a atender. No capte ninguna palabra de la conversacion pero si escuche que corto al cabo de unos minutos. Inmediatamente la escuche acercarse a la puerta.
- ¡viene para aca!
- ¿quien? - pregunte.
- ¡El Orco! - chillo Niurka.
- ¿y entonces? ¿que puedo hacer? - le pregunte. La situacion tomaba un cariz que no me gustaba nada.
- Si te ve, sos hombre muerto - dijo ella - Por suerte es bastante chicato. Yo diria que practicamente ciego. ¿ves el asensor? - me pregunto. Mire el visor y vi que se habia parado en el piso 16.
- Esta parado en el dieciseis - le informe.
- Es el piso de la oficina del Orco - me confio ella - Debe estar subiendo. Es muy lento para caminar. Escuchame lo que te digo. Acurrucate en el fondo del pasillo, en el costado mas oscuro y, cuando la puerta se abra, no hagas el mas minimo ruido. Lo mas probable es que no te vea. Siempre anda embaladisimo y no suele mirar a los costados.
- ¿ no te parece que es mejor aprovechar cuando abra para escaparte? Entre los dos podemos reducirlo y salir de aca - le propuse
- ¡imposible! - respondio ella - ¡es muy fuerte, un verdadero monstruo! No hay chances, te vas a dar cuenta cuando lo veas... ademas... vos haceme caso y hace lo que te digo. Mas tarde podemos pensar en que hacer y encontrar una solucion juntos...
Se me ocurrio entonces una idea.
- Esta bien - le dije - Pero, ¿no podes aprovechar cuando abra la puerta para arrojarme la llave del candado? - Niurka guardo silencio y supe que estaba evaluando los riesgos de la propuesta.
- Bueno - dijo ella - voy a ver que hago. Y ahora, ¡al rincon! -. Corri al rincon mas oscuro del pasillo y me coloque en posicion fetal, intentando reducir al minimo mi presencia. Entonces vi, incredulo, como el asensor paraba en el piso y como se abria la puerta. Tuve que reprimir un grito de susto al ver lo que salio por la puerta.
El Orco era sin dudas el ser mas repulsivo que habia visto en mi vida. Era... ¿como describirlo? Quizas diciendo que, para empezar, no se parecia a un Orco en absoluto o, mas bien, a ninguna de las versiones populares o de cuentos de hadas. Ni a un Orco, ni a un Troll. La cabeza, del tamaño la de un hipopotamo, era una mezcla pesadillesca de sapo y tiburon. Era ancha y triangular, con una boca que parecia cortada a cuchillo, un tajo sobre alguna arcilla grisacea o verdosa. Los ojos eran pequeños, practicamente nada mas que dos botones negros que me recordaron a los de los osos de peluche. La cabeza daba paso, al parecer sin cuello, a una grotesca joroba que unia aquella con un cuerpo enorme y peludo que me recordo al de un oso o un orangutan. Iba desnudo, aunque tenia un esplendido pelaje negro. Calzaba unas botas altas como de cowboy, que a duras penas le entraban en las zarpas y le daban un ridiculo aspecto de oso bailarin. Con total incredulidad vi que llevaba, en una de las zarpas, un ramo de flores azules que, comprendi, eran sin duda para Niurka.
Aquel ser grotesco cruzo los escasos metros que lo separaban de la puerta y entonces, ¡la puerta se abrio desde adentro!, y aquel adefesio entro, sonriente. Desde mi rincon llegue a ver la silueta de una chica completamente desnuda. No habia llegado siquiera a incorporarme cuando Niurka volvio a cerrar la puerta. Llegue hasta ella en dos saltos y comence a tironear del picaporte, a gritarle que me diera la condenada llave de la escalera y finalmente a propinar sendas patadas y puñetazos contra la puerta. Solamente consegui hacerme algunas magulladuras en las manos. La puerta, aparentemente de madera, tenia una dureza y una consistencia dignas del acero templado. Desde adentro de escuchaban risas. Una grotesca y gutural, del Orco, y otra cantarina y verdaderamente deliciosa, sin dudas de Niurka. Era obvio que se burlaban de mi. Segui gritandoles insultos durante un rato, con la esperanza de el Orco decidiera abrir la puerta para enfrentarme, pero solamente consegui aumentar las risas de ambos. Cuando estas se detuvieron solo para ser reemplazados por gruñidos y bufidos del Orco y gemidos -  claramente de indole sexual - de Niurka me aleje definitivamente de la puerta, asqueado y humillado.
¿Que podia hacer? Recien entonces se me hizo evidente algo que no me habia llamado la atencion en un primer momento: El asensor habia frenado en mi piso. ¿como habia sucedido? Lo pense un instante y decidi que, a menos que el asensor fuese un ser vivo o factible de ser manipulado por alguna magia extraña, lo que ocurria era que simplemente no funcionaba el llamador del piso siete. Esto explicaba el hecho de que no atendiera mis llamadas pero que si atendiera las del Orco: este habia marcado el septimo desde arriba del asensor. Estaba a punto de felicitarme por mi sagacidad cuando la teoria se vino abajo con la siguiente pregunta, totalmente logica: ¿como era posible entonces que los reptiles pararan el asensor en el septimo piso? Este hecho, que era al fin de cuentas el que habia desencadenado mi situacion, contrastaba directamente con mi teoria y, mas precisamente hablando, la hechaba por tierra. Si los reptiles habian parado el asensor, entonces el pulsador del piso funcionaba. Pero, si funcionaba, ¿por que carajo no podia pararlo yo? No tenia sentido.
Me sente contra la pared y me cruce de piernas. Mi lucha contra la puerta de Niurka me habia agotado por completo. Tenia sed y ahi adentro, con todo ese polvo, hacia un calor infernal. Me saque el saco y lo colgue del picaporte. Me arremangue la camisa. Luego volvi a acomodarme contra la pared. Tenia que meditar la situacion. No tenia sentido. Me lo repetia una y otra vez. La unica opcion que se me ocurria era delirante, y era esta: los reptiles habian roto el pulsador a proposito (ya no podia pensar en casualidades) antes de subir al asensor, de manera de atraparme alli, en ese piso, por alguna razon oscura que escapaba a mi entendimiento. E incluso eso, los problemas no acababan alli. ¿de donde habian salido los reptiles? No podian haber venido por la escalera, que estaba con cadena en la puerta; A menos, claro, que fueran ellos mismos los que la hubieran colocado. Pero no me parecia probable. La cadena y el candado parecian viejos y daban la impresion, dificilmente reproducible adrede, de estar colocados desde hace un buen tiempo. La puerta incluso tenia levantada la pintura en las partes en donde rozaba la cadena. Me acerque y mire de cerca la posicion de la puerta, con la intencion de ver si era posible quitar la cadena del otro lado. Ni siquiera me habia acercado del todo cuando conclui, volviendo a sentarme, que era imposible. Luego los lagartos no habian podido venir por las escaleras. Entonces o venian de los departamentos o bien habian ido bajando del asensor desde otros pisos para reunirse en el septimo por alguna razon, para luego subir en tropel al asensor y bajar a la fuerza a algun desprevenido. Creia ver un plan sistematico y hasta ritual en el proceder de los reptiles. ¿obedecian a alguna entidad superior, a alguna organizacion u orden religiosa? ¿o eran simplemente un grupo de bromistas? Volvi a acordarme de las camaras que habia mencionado Niurka, y mire a mi alrededor, en las esquinas y en el techo. No daba la impresion de haber camaras, y sin embargo me sentia observado.
Claro que esto ultimo podia ser mero autoconvencimiento, porque en realidad no podia ni debia creer nada de lo que Niurka me habia dicho, ni lo de las camaras ni lo de la llave de la escalera, ni mucho menos que queria ayudarme - despues de todo me habia traicionado y se habia burlado de mi - ¿camaras? Si, como no. ¿como sabia ella entonces de los lagartos? Bueno, es cierto que nunca los menciono, pero dio a entender que conocia mi encuentro. Esto se explicaba si uno pensaba que Niurka, el Orco y los reptiles formaban parte de la misma broma o conspiración por la cual se me confinaba en ese pasillo. Volvi a acercarme a la puerta del Orco y pegue la cabeza a la puerta, intentando escuchar: Ni un ruido, silencio absoluto.
Entonces, o los Lagartos venian de los pisos o venian de los asensores... y el boton del piso para llamar al asensor no funcionaba. ¿que sacaba de aquello? Muy poco. Lo mas importante era que mi unica esperanza de salir de alli en el asensor era esperar a que alguien, quien fuese, se decidiese a bajar en aquel piso. Aunque, bien pensado, tenia otras opciones. Podia esperar a que el Orco saliera... ¿y luego que? Me di cuenta de cuando el Orco saliera iba a tener un problema grave, pues el tampoco podria salir de alli y la idea de compartir el pasillo con aquella bestia inmunda no me hacia la menor gracia. Mientras pensaba esto habia tocado cada tanto el pulsador para comprobar con amargura como pasaba de largo mi piso como si nada. Bien pensado, era poco probable que alguien bajase en aquel piso, salvo que tuviera negocios con Niurka y el Orco o con la prostituta de la puerta anterior. Bien pensado, valia la pena intentar nuevamente con ella. Me acerque y volvi a golpear la puerta, convenciendome a mi mismo de que tenia absoluto derecho a ello.
Golpee y golpee por un buen rato. La puerta se abrio de golpe y me encontre con un sujeto fornido y calvo. Llevaba lentes negros y era a todas claras alguna especie de mafioso o guardaespaldas.
- ¿que pasa? - me dijo, quitandose los lentes. Tenia cara de pocos amigos.
- Quiero ver a la chica, tengo que hablar con ellas.
- Para pasar son tres mil pesos - dijo el maton. Lo mire. Ni de lejos tenia esa cantidad. Pero estaba determinado a pasar.
- Bueno - le dije, e hice el intento de pasar, pero el sujeto se me puso enfrente bloqueando toda la entrada.
- Money by front - dijo el calvo. Puse cara de no entender, asi que me explico que ese era un negocio decente y que como no eran el ejercito de salvación se pagaba siempre por adelantado. Entonces vi acercarse a la chica.
- No se trata mal a los clientes, Joe - le dijo la chica poniendole con coqueteria en el hombro.
- ¿lo conoces - le pregunto el tipo, sin sacarme los ojos de encima.
- Si, es un cliente - mintio ella - Paga bien.
- Que pase entonces - dijo el chulo. Se dio media vuelta y se metio en el departamento.
- Vamos, lindo - me dijo la chica con aspecto de prostituta. Estaba a punto de hacer un comentario, sorprendido como estaba por su cambio de actitud, cuando por su mirada comprendi que debia seguirle el juego. ¿debia seguirle el juego? No me dio tiempo a pensarlo; Tomandome de la mano me arrastro dentro del departamento y luego me guio, sin perder un segundo, por un pasillo con varias puertas. Abrio una y me empujo dentro, luego cerro la puerta.
- Tenemos media hora - me dijo.
- ¿media hora?
- Poco mas, poco menos - me confirmo ella.
- ¿no vas a sacarte la ropa? mira que media hora es poco tiempo - le dije a modo de guasa.
- ¿realmente queres que me la saque? - dijo ella con tono cansado. Las medias de res, pese a su estado lamentable, le quedaban bastante bien. Pude adivinar unos senos pequeños y firmes debajo el baby doll. Asi y todo, decidi que no.
- No - le dije mientras me sentaba en la cama - mejor no. Mejor decime por que me trajiste aca. ¿tenes herramientas?
- Ya te dije que no - tercio la chica - y te traje aca... bueno, no se por que te traje. Supongo porque vi lo que te paso con Niurka.
- Asi que lo viste - le dije con amargura, y agruegue: Supongo que en este piso no se puede confiar en nadie.
- Niurka es asi - comenzo ella, en lo que temi iba a ser una explicacion innecesaria y aburrida - es la peor de todas nosotras.
- ¿nosotras quienes flaca? - le solte en modo beligerante. Queria salir de alli, de ese cuarto, de ese departamento y de ese piso lo mas rapido posible. No tenia ganas de enterarme de cosas relativas a aquel microcosmos. Asi y todo me fue imposible detener la explicacion de la chica, que continuaba hablando como si yo no estuviese alli.
- La peor de todas, sin dudas, peor que cualquiera de las de aca. Porque nosotras somos putas, si, pero al menos nos ganamos la vida honestamente, sin mentir ¿Entendes? Una puta puede fingir, puede hacer una pose, pero el cliente siempre sabe que fingimos. Y el que no, bueno, para eso estan los tipos como Joe. Atendemos varios tipos por dia, es como, que se yo, cualquier otro servicio: algo que dura media hora, una hora, generalmente mas de eso es dificil.
- Todo eso esta muy bien - le dije yo, por decir algo. Habia recorrido la pieza y no habia, en efecto, rastro de herramientas. No habia mas que una cama matrimonial y un espejo. - ¿hay algun tipo de esclaera secundaria o alguna forma de salir que no sea por el asensor del frente?
- No - me aseguro ella - y siguiendo con Niurka, esa es una vibora, una arrastrada en el peor sentido de la palabra, ¿entendes? - me parecio que, quien sabe por que, la chica queria que yo comprendiese alguna diferencia especifica entre ella y Niurka, como si aquello fuese importante en ese momento. Como vi que esperaba algun tipo de respuesta, le dije lo primero que se me ocurrio.
- ¿Pero Niurka no esta prisionera del monstruo ese? - le pregunte.
- ¿Prisionera? ¡ja! - exclamo ella en un tono que era mitad burla y mitad desprecio, no sabia si hacia mi o hacia Niurka - ¿pero vos sos tarado? ¿y todavia le crees? Decime, ¿a vos te parecio que estaba prisionera cuando lo dejo pasar? ¿te parecio una rehen indefensa cuando la escuchaste hacerle el teatrito erotico al Orco? Niurka, si hay algo que es, es inteligente. El unico prisionero aca es el Orco, metaforicamente hablando. Lo tiene agarrado de las pelotas o, mas bien, de la punta de la chota, para ser literal - aqui hizo una pausa para reirse - El Orco era un tipo casado, de familia, ¿entendes? Tenia la vida armada.
- ¿Familia el coso ese? - le pregunte-
- Pero claro - me dijo ella, indignada - ¿que te pensas, que las familias son solo para los lindos? Tenia, tiene familia. Estaba casado con una señora que era un amor. Horrible, por supuesto, porque er de su misma especie. Imaginate entonces lo que le pasa a un tipo asi cuando aparece una Niurka y lo empieza a enroscar. Para ella hubiera sido mas dificil apuñalar a un bebe de seis semanas que enroscarlo al Orco a base de sexo y convencerlo, ¿que digo convencerlo? practicamente obligarlo, porque vos parece que no sabes lo que es el chantaje del deseo - a mantenerla ahi en ese departamento, como una reina. ¡si incluso consiguo que le dejaran manejar las camaras de seguridad, y todo porque la señorita prostituta se aburre! - exclamo la chica, ya completamente indignada. Verla tan acalorada me habia subido a mi los decibeles. Empece a ariciarle el muslo y la entrepierna, pero inmediatamente me saco la mano, con la misma indiferencia con la cual espantaria a una mosca.
- Hace el favor, ¿queres? - me dijo impaciente - te estoy explicando cosas importantes, y vos...
- No se por que te parece que tu rivalidad con Niurka es importante para mi - le dije, molesto por su negativa - La acabo de conocer hace un rato y con vos estoy hablando recien ahora. Mas importante es si es cierto que Niurka tiene las llaves de la escalera.
- No habia escuchado nada parecido - me confeso la chica - pero la verdad es que no me extrañaria. El Orco es un tipo influyente en el complejo.
- ¿por complejo te referis al edificio este? - le dije.
- Si, a este y a otros parecidos - me revelo la chica. - Niurka piensa que asi va a escalar posiciones. Pero eso es solo porque hasta ahora lo mantuvo al Orco apartado de otras como ella. Estas piernitas pueden sacarle el sueño a cualquiera - dijo al tiempo que estiraba ya una pierna, ya la otra - y entonces vamos a ver si puede seguir con el monopolio y los privilegios.
- ¿suele quedarse mucho el Orco en la pieza de Niurka?
- Quedarse, se queda - dijo ella - A veces se queda dias enteros. Cogen como Conejos. A veces es insoportable escuchar como bufa y resopla el bicho ese. Hay que concederle que le pone ganas a la cosa. Pero otras veces se queda solo un par de horas. No hay manera de saberlo.
En ese momento dieron un par de golpes en la puerta. La chica, rapida como un gato, me salto encima a horcajadas y me bajo pantalon y calzoncillo de un tiron. Cuando la puerta se abrio y Joe se asomo ya me habia acostado y se movia lascivamente sobre mi. Al instante senti que la puerta volvia a cerrarse.
- Perdon por eso - me dijo ella, bajandose de con otro movimiento rapido y como de gimnasta.  - Tenemos cinco o diez minutos mas.
- No tengo dinero para darle - le dije, adelantandome al problema.
- No importa - dijo ella - decile que ya me pagaste a mi.
- ¿vas a poner plata de tu propio bolsillo? - dije incredulo.
- No queda otra, ¿no? - me dijo mientras me sonreia y se encendia un cigarrillo.
- ¿que ganas vos con todo esto? ¿por que me hiciste pasar aca? - volvi a preguntarle
- Para charlar. ¿sabes lo que cuesta tener una charla aca adentro? - me confeso. La mire, quizas por primera vez sin el prejuicio de estar mirando a una prostituta, y vi que era bastante mas joven de lo que me habia parecido al principio, en su actitud hosca. Senti una oleada de simpatia por ella.
- ¿como te llamas? - le pregunte.
- Priscila - me dijo con el cigarrillo entre los labios. - Obviamente es el de fantasia.
Joe volvio a golpear la puerta. Priscila se paro y me dijo que me subiera de una vez los pantalones. Nuevamente me condujo por el mismo pasillo y despues de fingir un coqueto saludo volvio a depositarme en la puerta del departamento.
- Volve cuando quieras - me susurro en el oido. Luego cerro la puerta y me quede ahi, de nuevo, en el pasillo. Di un par de pasos y me sente, atonito.

Con el correr de los minutos senti que la oleada de simpatia que sentia por Priscila, si bien no habia desparecido por completo, era parcial pero sistematicamente reemplazada por mi habitual pensamiento racional. Volvia a hacerme la misma pregunta de aquella mañana. ¿que podia sacar de todo aquello? Principalmente, que no podia confiar en Niurka. Y Priscila, bueno. Sin dudas parecia mas confiable pero, de todos modos, era completamente incapaz de ayudarme. Era Niurka quien seguramente tenia recursos para ayudarme aunque, estaba claro, no tenia la menor intención de hacerlo. En resumen, todo aquello no habia servido de nada y me dejaba ante la, para esa altura, poca alentadora expectativa de aventurarme a la tercera puerta.
El saco habia quedado colgado en la puerta del Orco. Era una prueba de que no habian salido. Decidi, dado que todavia hacia calor (imagine que ya debia estar cayendo la tarde) dejarlo colgado donde estaba, a modo de bandera o señal. Durante un rato intente llamar al asensor, pero finalmente termine parado ante la ultima de las puertas, sin decidirme a hacer nada, con la vista fija en el visor del asensor; Subia y bajaba, subia y bajaba, subia y bajaba.

                                                                              2

Me desperte y vi, nuevamente, el pasillo. Entonces recorde. Los reptiles, el asensor, mi fallido intento de salir de alli. Habia pasado las ultimas horas, desde que sali del departamento de Priscila, intentando parar al asensor. Habia intentado abrir la puerta de metal que tapaba el hueco del mismo, pero no habia manera de hacerlo sin una barreta. Luego se me habia ocurrido comenzar a gritar cada vez que el asensor se acercase. Mi idea era pedir auxilio o gritarle a los posibles pasajeros que detuvieran en el septimo. Lo intente durante horas, sin exito. El asensor pasaba y pasaba, sin detenerse. Esto me habia llevado a pensar que o bien no me oian o bien no podian detenerse. Quizas la falla no fuese solo del boton. Aunque, si era asi, no se explicaba como habia hecho el Orco (que hasta ese entonces no habia vuelto a salir del cuarto de Niurka) para bajar. Habia una tercera opcion, que me negue totalmente a considerar: que no quisieran hacerme caso. Si bien no confiaba en los reptiles, sin duda tenia que haber tambien pasajeros normales, es decir, humanos, que escucharan y atendieran mis gritos. Lo mas probable era, entonces, que no fueran capaces de escucharme. Para cuando llegue a este conclusion me di cuenta, mirando por la pequeña claraboya que habia en una de las paredes perpendiculares a las puertas, de que estaba anocheciendo. No tenia ganas de volver a intentar entrar en el departamento de Priscila, pues no queria comprometerla o arruinar la posibilidad de volver. Como tampoco me sentia con animos para intentar con la tercera puerta, heche el saco al piso en un rincon y me dispuse a pasar la noche ahi mismo.
Ahora habia despertado y sentia una sed terrible. Tenia la gargante horrorosamente reseca, tanto que me costaba tragar saliva. Carraspee durante unos minutos, intentando sacar de mi traquea unos restos de saliva reseca y dura como piedra, la cual escupi contra una de las paredes. El sol entraba, todavia muy leve, por la claraboya. Dado que era verano, amanecia temprano. Lamente no tener un reloj o un telefono celular. Debian de ser entre las cinco y las seis de la mañana, no mas. Me pase la mano por el pelo y me rasque, ofuscado, un rato la cabeza, la cual ya comenzaba a picarme, quizas por el polvo o quizas por los nervios. Me di cuenta de que estaba despeinado. Cuando me pase la mano por la cara descubri una barba de tres dias, lo cual era rarisimo porque recordaba haberme afeitado para la reunion apenas la mañana anterior. De cualquier manera, no podia preocuparme por eso. Tenia que encontrar algo de tomar pero, aun mas importante, ¡tenia que ir al baño! Las ganas me vinieron de una manera fuerte y sin aviso. Di un par de vueltas en mi sitio y decidi solucionar el problema bajandome el pantalon y meando contra la puerta del asensor. El pis se escurriria por el pequeño espacio que daba acceso al pozo. Quizas ver que caia pis desde arriba o sentir el olor a orina en el techo del asensor les daria la alarma de que algo andaba mal. O tal vez no. Una vez que termine de sacudirme el aparato, volvi a subirme los calzoncillos y a aborcharme el cierre. Sacudi el saco golpeandolo contra la pared un par de veces y, ya mas aliviado, me dispuse a solucionar el problema mas urgente: la sed.
Por suerte, la solucion al problema era sencillo, al menos intelectualmente: o golpeaba la puerta de Priscila o me arriesgaba a golpear la tercera. Decidi que lo mejor era esto ultimo. Despues de todo, quizas en esa puerta hubiera alguien o algo capaz de darme una verdadera ayuda en todo el asunto. Estaba a punto de golpear la puerta cuando senti un ruido a mis espaldas: ¡se abria el asensor!
Inmediatamente me gire y iba ya a dar un salto para trabar la puerta cuando el cuadro que vi me hizo detenerme justo en el limite entre en asensor y el pasillo. El cubiculo estaba lleno de Conejos. No eran, claro esta, verdaderos conejos, sino seres humanoides con cabeza de conejo, muy parecidos a los dos que me habian traicionado. Eran, para ser exacto, ocho: cinco machos y tres hembras, a juzgar por la vestimenta. Los masculinos iban todos de traje. Las hembras de pollera y blusa. Los machos tenian una postura relajada, con las manos en los bolsillos o tomandose las solapas del saco. Las hembras adoptaban una pose recatada y como de foto vieja. Las cabezas eran de varios colores: negras, marrojes, parduscas, blancas. Todas tenian ojos colorados como cerezas, con una expresion fija. Tuve la seguridad de que me miraban, y esto me detuvo. Querian, sin duda, dar la impresion de cotideaneidad, como si la puerta se hubiese abierto en medio de un viaje normal entre los pisos. Pero lo perfecto del cuadro los delataba. Los machos de traje estaban demasiado relajados, y las hembras, demasiado en pose. No habia rigidez, la rigidez normal e incomoda de un viaje en asensor, sino una rigidez disimulada. Al acecho. Senti que estaban al acecho. Y si eso no hubiera sido suficiente, tambien estaba la sangre. O mas bien, el olor a sangre. Primero percibi el olor y luego, mirando bien (siempre desde afuera) dentro del asensor vi varias manchas de sangre en las paredes metalicas e incluso sobre el espejo.
- ¿subis? - me dijo una de las hembras, de cabeza blanca y voz sospechosamente simpatica. Los ocho pares de cerezas rojas como la sangre me miraban, aparantemente inexpresivos. Note como los hocicos se movian en ese temblequeo tan particular y tan propio de la especie, pero tambien de los hamsters y del resto de los roedores, y que les da siempre la impresion de estar olisqueando el aire o masticando alguna cosa. Masticando. La palabra quedo fija en mi mente. Sangre, Visceras, mandibulas en movimiento ¿que habia sido de los reptiles?
- ¿subis o no subis? - me dijo otra coneja, esta vez de pelaje color cafe con leche. Yo habia retirado instintivamente la mano del marco en donde trababa la puerta, pero un macho de traje azul habia puesto la suya casi un segundo despues, como para evitar que la puerta se cerrase (el sensor la mandaba de vuelta apenas detectaba algo). Note como la tension se intensificaba. ¿que hacer? A todas luces, parecia una trampa. El hecho de que el asensor estuviese coptado por un nuevo grupo de animales, todos de la misma especie, no presagiaba nada bueno. Algo me decia que los conejos habian dado algo asi como un golpe de estado y despachado - tal vez de la manera mas sangrienta posible - a los reptiles del dia anterior. No lo sentia por ellos, pero de todos modos la cosa no mejoraba nada para mi. ¿cual serian las intenciones de aquellos conejos? ¿convenia preguntarselo directamente? Lo que mas me preocupaba era, en caso de subirme, que quedaria a la merced del grupo mientras durase el viaje. Habia leido que un grupo de cerdos podia comerse a un ser humano adulto en apenas minutos. ¿cuanto tardarian los conejos y, mas precisamente aun, los conejos humanoides?
- ¿Ninguno de ustedes baja? - le pregunte a uno de los conejos machos. Por toda respuesta recibi una negativa con la cabeza. Se me ocurrio que tal vez solo las hembras pudiesen hablar.
- Que me suba depende de si son carnivoros o herbívoros - dije dirigiendome a la coneja color cafe con leche.
- Herbivoros - dijo ella. Una alarma se encendio en alguna parte de mi cabeza; Mas precisamente en aquella parte que se encarga de distinguir la verdad de la mentira. Mentia, sin dudas que mentia. El tono habia sido demasiado neutro, demasiado desinteresado. Se habia esforzado en dar la respuesta dejando translucir lo menos posible la ansiedad y el deseo que sentian. Pero, por alguna razon, habia tenido en mi el efecto contrario.
- No subo - le dije - pueden seguir.
- Pero dije Herbivoros - se quejo ella. Di un par de pasos hacia atras mientras le decia que nunca le habia especificado como me afectaria cada respuesta, y que justamente me sentia mas seguro viajando con carnivoros.
- Carnivoros, somos carnivoros - dijo entonces la coneja blanca. Yo habia seguido retrocediento y los esperaba, tenso, contra la puerta de Priscilla. Uno de los conejos le puso la mano en el hombro a la coneja blanca, que seguia repitiendo que eran definitiva y absolutamente carnivoros, y entonces la puerta comenzo a cerrarse. Solo me relaje cuando vi que el asensor habia renaudado su marcha.

Golpee la tercera puerta, la mas cercana a la claraboya, y espere. Al cabo de unos cinco minutos de golpes intermitentes la puerta se abrio y me encontre mirando a un tipo que, contra todo pronostico, parecia de lo mas normal. Era un poco mas bajo que yo, ligeramente calvo y con una barba de varios meses. Llevaba un traje de oficina, bastante parecido al mio, pero considerablemente mas sucio y arrugado. Instantaneamente senti que me caia bien. El sujeto me observo unos segundos. Luego dio un par de pasos en el pasillo y dio una mirada general. Note que advirtio el saco colgado de la puerta de al lado.
- Veo que Niurka se divierte - dijo mientras me guiñaba un ojo. Volvio a caminar hasta el umbral de la puerta y recien entonces me pregunto en tono amable que era lo que necesitaba.
- Ir al baño - le dije sin darle mas explicaciones. De alguna manera sentia que tenia que ir resolviendo los problemas inmediatos. Le iria explicando a medida que me preguntara. El sujeto volvio a mirarme y luego se encogio de hombros.
- pasa - me dijo mientras se hacia a un costado. Entre y cerro la puerta. Note que no le ponia llave pero si que la aseguraba con un pasador.  - Segunda puerta, al fondo, me indico. Pase por un pasillo que tenia dos puertas, una a la izquierda y una mas atras, a la derecha, por la cual entre. Mientras me bajaba los pantalones para defecar abri la canilla de la pileta y estuve varios minutos prendido, tomando agua. Dejaba que la boca se me llenara casi hasta reventar y luego sacaba la boca de la canilla y daba grandes tragos, para luego repetir el proceso. Cuando las ganas de defecar, y ahora tambien de orinar, superaron a la casi desaparecida sed (todavia tenia algo reseca la garganta) me deje caer sobre el inodoro y solte todo justo a tiempo. Luego estire las piernas, teniendo cuidado de dejar una haciendo presion sobre la puerta. Me desperece y deje crujir los huesos y las articulaciones: hombros, rodillas, cadera. Todo necesitaba un descanso. Casi no me habia dado cuenta hasta ese entonces, pero la situacion de estar en ese pasillo al alcance de cualquiera habia sido terriblemente estresante. Ahora me daba cuenta lo relajante que era el volver a estar en un lugar privado. Queria prolongar esa sensacion lo mas que pudiera; Seguramente me habria quedado dormido si el sujeto no hubiera golpeado, no se despues de cuanto tiempo, timidamente la puerta. Me incorpore y tire del boton, para dar una señal de vida. Me acomode la ropa y abri la puerta para salir. Al volver a lo que - ahora veia - era un living normal y corriente, me encontre con el sujeto sentado y mirando television. Habia colocado otra silla junto a la mesita en donde tenia un vaso de jugo de naranja y un sanguche de cocido y queso. Habia tambien un vaso y un sanguche para mi.
- Sentate - me dijo mientras masticaba. Me sente mecanicamente. Le agradeci sinceramente por el sanguche y sin perder tiempo lo devore en seis o siete bocados, lo mismo que el jugo.
- ¿Mejor? - dijo el tipo. Le afirme que, en efecto, asi era. Procedi entonces a contarle mi historia. Me escucho en silencio sin hacer mas comentarios que leves asentimientos con la cabeza. Espero a que terminara.
- Soy Gonzales - me dijo. - No es en realidad mi apellido real. Pero aca, ya te habras dado cuenta, es una costumbre que cada cual se elija su propio nombre. Gonzales es anonimo, simple y facil de recordar. De algun modo senti que me quedaba perfecto, y ahora no me imagino llamandome de ninguna otra manera que no sea Gonzales.
- ¿Gonzales a secas? - quise saber.
- Gonzales a secas, con zeta al principio y ese al final - me explico el. - ¿sabes de donde viene esa costumbre de autodenominarse? - le dije que no, que no tenia ni idea - Viene de ellos, de los otros, de los animaloides, ¿entendes? Deben hacerlo como una burla o como una costumbre continuada, porque fijate que ellos no tienen nombres en la naturaleza, pero de repente se humanizan y  sienten la necesidad de tenerlo. Cuestiones de sentimientos de inferioridad. Lo mismo les pasa con la ropa, o incluso con el lenguaje. ¿notaste que solo las conejas hablan? Seguro que lo notaste. Es porque son mas inteligentes, por lo general, que los machos. Les cuesta horrores hablar el idioma - me aseguro Gonzales - mucho menos de lo que les costaria desarrollar uno nuevo, mas propio de conejos que de humanos, pero viste como es.
Estuve de acuerdo con este punto.
- Son como los invasores barbaros queriendo hablar Latin despues de destrozar el imperio - le comente.
- ¡exacto, exactamente! - se alegro Gonzales - Me alegra que pienses como yo - dijo, y me di cuenta que al parecer el, al igual que Priscila, tenia la necesidad de comunicarse.
-  pero bueno, en fin... ¿que pensas hacer? - me pregunto, circunspecto. Era una pregunta muy pertinente. Probe, sin muchas esperanzas, con la misma serie de preguntas.
- ¿tenes alguna herramienta para prestarme? - intente.
- ¿para romper la cadena o el candado? - de adelanto el. Asenti con la cabeza.
- Tener herramientas, tengo. Tengo destornilladores, pinzas comunes, algunas llaves. Pero nada de eso sirve. El candado ese es un trabex sellado. No se desarma. Sin la llave la unica es una moladora, pero no tengo nada asi. Y la cadena, bueno, haria falta alguna cierra de corte, que tampoco tengo. Asi que no, nada que te sirva. Igual, si queres, podes revisar - me aseguro, nuevamente guiñandome un ojo - Creeme que si se pudiera yo ya me habria ido hace tiempo - me dijo en tono resignado.
Procedio entonces a contarme su historia que, salvo algunos detalles, era muy parecida a la mia. Habia venido hacia unos meses a entregar un sobre en el decimocatorce y lo habian bajado a la fuerza - en su caso, acusandolo de que se habia tirado un pedo - en el septimo. Cuando le pregunte si los que lo bajaron tenian forma de reptiles, me dijo que esa gente se parecia mas bien a inmensas medusas que vestian ropa deportiva de alguna seleccion olimpica. Una vez en el pasillo habia seguido la misma logica que yo, pero con resultados ligeramente diferentes.
Al igual que yo, Gonzales habia golpeado la puerta que correspondia al prostibulo. Para cuando el llego, Niurka era todavia una de las chicas que trabajaba alli, junto con Priscila y otras mas. Gonzales me conto bastantes detalles sobre el prostibulo, en el cual habia conseguido alojarse, viviendo y trabajando a un tiempo.
- Nada sexual - me aseguro - solamente temas de mantenimiento. Ya sabes: ajustar tornillos, limpiar los muebles, cambiar bombitas, destapar la pileta, cosas asi, como un portero.
Trabajando alli habia trabado amistad con varias de las chicas - para no cortar su relato, el cual se me aparecia como extremadamente valioso, reprimi mis ganas de saber si se habia acostado con alguna - y se habia ido enterando de muchisimas cosas sobre el edificio y sus reglas. Cosas que, me aseguro, me contaria si me interesaban o me eran de ayuda. Le pregunte entonces por Niurka y el Orco. Habia notado que, a diferencia de Priscila, Gonzales no parecia guardarle a Niurka ningun resentimiento. Por el contrario, se referia a ella en un tono positivo.
- ¿Niurka? - me respondio - Es una chica muy inteligente. Bastante ambiciosa, tambien. Pero eso no es necesariamente algo malo si uno tiene lo necesario para llenar esa ambicion. Y esa chica tiene, creeme. Pero eso no te lo tengo que decir yo. Salta a la vista. ¿que como? Y, vos fijate donde esta ella y donde esta el resto de las chicas. Niurka vio su oportunidad y la aprovecho. O quizas ni siquiera es que la vio: la invento. A ninguna se le hubiera ocurrido que se podia seducir al Orco y sacarle partido. A nadie salvo a Niurka. La ambicion no conoce fronteras, ¿no?- dijo el. Tuve que reconocerle que las maniobras de Niurka la habian sacado del prostibulo y la habian colocado en una posicion relativamente comoda, pero a un precio demasiado alto.
- ¿que precio? - se burlo Gonzales - ¿cogerse al orco?
- ¿Te parece poco? - le dije yo - Ese bicho no solo es horrendo. Es peligroso. Quien te dice que uno de estos dias no se cansa y le rompe todos los huesos... o algo peor.
- Siempre esta la posibilidad - reconocio Gonzales - pero si no paso hasta ahora. Ademas, eso es porque vos pensas que al prostibulo va solamente gente como nosotros, es decir, personas, humanos normales.
- ¿tambien van los... animaloides? - pregunte, usando el termino de Gonzales.
- Sobre todo los animaloides. Tortugas, Reptiles, seres caballunos, esos son horrendos. Van de todo tipo. No sabes lo que tienen que aguantar esas chicas. Cambiar todo eso por un solo ser, por mas monstruoso que sea, no puede dejar de ser una ventaja. Es mucho mejor antenderlo al Orco cada tanto que atender seis, siete o vaya a saber cuantas veces por dia a un tipo con cabeza de pato o con cabeza de buey o... mejor dejarlo ahi.
Nuevamente tuve que reconocerle que, visto asi, Niurka habia obrado de manera inteligente. Le deje en claro, no obstante, que su actitud egoista para conmigo y sus compañeras me mantenia en el prejuicio de verla como una persona indigna de confianza. Gonzales solto una carcajada y me dijo que de eso no cabia ningunda duda, y de que el no la defendia, que solamente le parecia que era inteligente y decidida.
- Quien te dice que no termine saliendo de aca antes que vos o que yo mismo. Escuche que el Orco esta pensando llevarsela arriba, a su propio piso. ¿Quien te dice que no le da la llave de la puerta? ¿Quien te dice que Niurka no vuelve una noche y nos saca a todos, a las chicas del primero, a vos, a mi? - decia Gonzales con una expresion triunfante. Realmente consideraba la posibilidad de que aquella chica nos salvara a todos. A mi me parecia mas bien lo contrario.
- ¿El Orco siempre fue el dueño del segundo departamento? - le pregunte, un poco porque me daba pena la ingenuidad de Gonzales y un poco para cambiar de tema.
- Siempre - me aseguro el - pero antes el cuarto era un mero trastero para guardar archivos y muebles. Cuando deje el prostibulo intente entrar a la fuerza pero me fue imposible. Cuando el Orco decidio llevarse a Niurka le acondiciono el departamento.
- ¿por que dejaste el prostibulo? - quise saber.
- Reduccion de personal - me explico Gonzales sonriendome de modo ironico - Eso es lo que te van a decir si preguntas. Lo que paso en realidad es que tuve problemas con una de las chicas. Mas precisamente: me engancharon in fraganti.
Le dije entonces que me parecia exagerado o como minimo raro que lo echaran de un prostibulo precisamente por contribuir con el negocio.
- No es lo mismo - se explico el - Una cosa son los clientes y otra los empleados. Claro esta que un empleado tambien puede ser, si asi lo quiere, cliente y hasta cliente asiduo del bulo. Pero para eso tiene que pasar por la burocracia, como cualquier otro. Es decir, hay que salir, golpear la puerta, hablar con Joe, regatear el precio si se quiere, pagar o al menos señar, y recien despues pasar a la habitacion que te indiquen. Lo mio con Camila fue algo directo, sin intermediarios. Ni siquiera hubo plata de por medio, ¿entendes? No te digo que habia amor, y ni siquiera habia entendimiento. Habia ganas de coger y, mas que ganas de coger, te podes imaginar lo poco interesante que se le hacia el asunto a ella - habia ganas de saltarse la burocracia, ganas de romper las reglas. Eso, de parte de ella. Yo mas que nada queria acostarme, aunque tambien es cierto que estaba aburrido - me reconocio Gonzales.
Lo inste a que me contara mas del asunto.
- ¿que mas queres que te cuente? - dijo el - empezamos a vernos a escondidas en algun cuarto vacio. Estuvimos un par de semanas, no mas de dos o tres. Hasta que Joe nos pesco in fraganti. Era casi logico, ¿no te parece? El departamento no es muy grande y Joe tiene olfato para esas cosas. A ella le dieron una advertencia. Tuvo que pagar una multa, creo. A mi en cambio me hecharon ese mismo dia, con lo puesto. Luego de dejar el bulo y de intentar con la puerta del Orco, Gonzales habia golpeado la tercera puerta sin obtener respuesta. Al intentar abrirla, descubrio que ya estaba abierta. Asi es como habia descubierto, mas sucio y abandonado pero en general en buen estado, el departamento en el que ahora vivia.
- Vigilo varias horas al dia el asensor, con la puerta entornada, buscando mi oportunidad - dijo Gonzales. Respecto a este punto, aseguraba que solo en contadas oportunidades el asensor habia parado en el septimo. Todas ellas, ocupado por algun ser peligroso o extraño. Quise saber mas acerca de la naturaleza de los Animaloides. Pense que iba a contestarme en el mismo talante amistoso pero por primera vez se mostro esquivo. Quizas no tenia mas ganas de hablar.  No obstante, me dijo que si queria podia tirarme un rato a dormir en el sofa, que el ya habia dormido hasta hacia un rato y que se dedicaria a mirar la tele y a vigilar el asensor. No muy convencido por la propuesta (no me gustaba la idea de bajar la guardia) le dije que no tenia sueño pero que, de todos modos, me recostaria un poco para estirar las piernas. Me tire en el sofa. Al cabo de unos minutos ya roncaba.

                                                                                  3

- ¿que paso con la chica, con Camila? - le pregunte a Gonzales esa misma Noche, luego de despertarme. Habia dormido durante casi todo el dia. Me lamente por lo que parecia ser mi extraña necesidad de dormir. Habia tardado un buen rato en desperezarme y salir del sofa pero, mientras lo hacia, habia pensando en la historia de el y Camila y queria saber si Gonzales seguia en contacto con ella.
- Ya no trabaja mas - dijo Gonzales, sombrio. A continuacion me conto una terrorifica historia que involucraba a uno de los escalofriantes Conejos humanoides.
Camila y yo habiamos seguido en contacto incluso despues de que yo hubiese dejado el Prostibulo - contaba Gonzales - a veces yo iba como cliente y otras veces ella se escapaba y venia a mi departamento. Tomabamos mate e intercambiabamos chismes, noticias varias, ya sabes. Ella como prostituta tenia siempre cosas que contar. Algunos animaloides no hablan pero otros si. Yo le contaba sobre mi departamento, sobre el balcon - Gonzales debio de notar mi sobresalto, pues me hizo una seña como queriendo decir que mas adelante me explicaba, o eso crei - y sobre las cosas que me faltaban el departamento. Cada vez que venia, me traia algo del bulo. Un juego de cubiertos, una toalla, un tupper, el palito para trabar el papel higienico. Pequeñas cosas, ¿entendes? Yo a mi vez iba aumentando la ilusion de que un dia se viniese ella. Incluso se lo dije, que podia venirse y que viviriamos juntos de forma definitiva. Sin compromisos, sin exigencias. Incluso creo que lo estaba pensando seriamente cuando conocio al conejo blanco.
Lo interrumpi para contarle mi experiencia con los conejos del dia anterior.
- Son aterradores - me concedio Gonzales, palido - sin duda los mas peligrosos de todos. No solamente son carnivoros, como ya te habras dado cuenta, sino tambien son canibales. Se comen entre ellos. A veces se escuchan gritos y chillidos horribles de los pisos de arriba. Casi inmediatamente llega el olor a sangre, por el pulmon del edificio. Son los Conejos que se atacan entre ellos. Sacando calculos debo haber escuchado morir a unos veinte, asi, canibalizados. Si todavia hay conejos tiene que ser porque se reproducen casi tan rapido como se matan.
Los conejos eran clientes habituales del bulo - continuo Gonzales - por eso a nadie le extraño el conejo blanco. Tampoco me extraño cuando Camila me conto que tenia un nuevo cliente, bastante asiduo, y que este cliente era un conejo antropomorfico que pagaba muy bien y era muy amable. Las visitas de aquel conejo se hicieron cada vez mas abundantes. En vez de venir una o dos veces por semana, como hacian los clientes que se encaprichaban con alguna chica, empezo a venir tres y hasta cuatro veces por semana. Casi todos los dias al final. Al principio Joe sospechaba algo raro pero como el tipo venia siempre excelentemente vestido, pagaba en efectivo y sin chistar aunque le aumentaran el precio y, todavia mas, dejaba propinas generosas cada vez que se iba, le termino por perder la idea. A las chicas tampoco les extrañaba que el conejo blanco pidiera exclusivamente por Camila. Ojo - me explico Gonzales - no es que Camila fuese especialmente famosa, o hermosa, o extravagante. Supongo que ya estaban acostumbradas a los caprichos de estas pseudobestias. Lo mismo pasa con lo de Niurka y el Orco. ¿Vez? - Gonzales parecia reflexionar - es el mismo caso y sin embargo a Niurka la odian. ¿sabes por que? porque a ella le salio bien.
- Asumo que a Camila no le fue bien con... el conejo este.
- Reinaldo, asi se llamaba el Conejo - dijo Gonzales - Siguiendo con lo de antes, Camila me contaba cada vez mas cosas de este Reinaldo. Al principio no me molestaba. Yo sabia muy bien lo que era trabajar de puta ahi adentro. Pero con el correr de las semanas fui detectando, muy gradualmente, un cambio en la actitud en Camila. Era obvio que ya no lo consideraba meramente un cliente, ni tampoco un cliente habitual. Me di cuenta de que le gustaba, y de que incluso esperaba las visitas de este Reinaldo. Eso, mas que asquearme, me puso bastante celoso. Tambien habia notado que ella habia variado su actitud conmigo. Sobre todo la sexual. Casi no se acostaba conmigo. Era, segun ella, porque estaba cansada. Argumento para al cual no tenia absolutamente nada para retrucar. Un dia, hablando por casualidad con una de las chicas que se habia asomado a la puerta, me entere que Camila no se acostaba mas que con este conejo blanco. El tipo habia llegado a un acuerdo con Joe, por el cual le reservaba a Camila full time por una cantidad de dinero. Tambien le habia dejado un telefono a Camila, al cual la llamaba constantemente. Una tarde - continuo Gonzales - de las ultimas que vino a verme, me declaro tajantemente que ya no se iba acostar nunca mas conmigo. Ante mi indignacion, me dijo que no era nada personal. No tenia pensado acostarse mas con ningún hombre. Le dije entonces, liberando mi resentimiento acumulado, que seguramente los conejos era mucho mejores en la cama que los humanos. Camila me confeso entonces que Reinaldo no era macho sino hembra. Era una Coneja hembra. Tambien me dijo que yo no me imaginaba las cosas que le hacia y que nadie la habia hecho sentir, en la cama o fuera de ella, como la hacia sentir esa coneja blanca, de la cual no me quiso decir el nombre verdadero por mas de que se lo preguntase varias veces.
Yo, a todo esto, me habia quedado de una pieza. Durante todas esas semanas me habia imaginado a Reinaldo como una especie de Casanova, como un adinerado Don Juan del reino animal. Me habia representado todas las escenas entre el y Camila como si obedecieran a un proceso clasico de cortejo entre una prostituta y un patriarca adinerado. Mi cerebro intentaba, en ese instante, reconstruir todas esas escenas con el Semental Reinaldo convertido en... ¿que? Empece a reirme a carcajadas cuando comprendi lo absurdo de la escena. Resultaba que Camila se habia enamorado de una coneja vestida de saco y corbata. De una coneja que la iba a ver en tuxedo pero que cuando se desnudaba usaba, ¿que? ¿enaguas? O tal vez nada. Fue precisamente la idea absurda de una coneja antropomorfica que se iba desnudando hasta quedar pudorosamente en enaguas lo que me provoco el ataque de risas. Camila me soporto un rato y luego sencillamente se fue y me dejo riendome a las carcajadas. Pense que esa iba a ser la ultima vez que la viera pero...
- ¿pero?
- Pero sin embargo no fue asi. Vino a mi departamento la semana despues de eso. Estaba casi irreconocible. Palida, temblorosa. Al verla me parecio que sufria de algun tipo de enfermedad nerviosa, como los locos que tienen una idea fija. Habia enflaquecido un poco y la palidez le daba un aspecto surreal, como cuando vez un fantasma o un vampiro en las peliculas... Estuvo casi dos horas en mi casa, hablando todo el tiempo. De todas las cosas que me conto - algunas verdaderos delirios - me interesaron sobre todo dos. La primera es que habia estado los ultimos cinco dias encerrada con su coneja. Cogiendo como conejos es una expresión que se me vino a la mente, y cuando se lo dije estallo en carcajadas diciéndome que tenia mucha razón. La segunda era que luego de esa maraton sexual ambas habian decidido irse a vivir juntas. Cuando le pregunte si hablaba en serio fruncio el ceño y me dijo que muy en serio, que la coneja tenia un piso en el dieciocho y que la habia invitado a vivir ahi. Me dijo que los preparativos ya estaban en proceso y que Joe terminaria cediendo si le ofrecian el dinero suficiente. Me dijo que me alegrara por ella y besandome en la mejilla se volvio al bulo, donde al parecer la esperaba ese bicho blanco de orejas largas. - Aqui Gonzales parecio terminar abruptamente su historia. Se levanto y fue a la cocina a buscar un vaso de agua. Tambien me trajo uno a mi. Le di un largo sorbo y luego le pregunte si ahi terminaba la cosa y si al final Camila se habia terminado yendo con aquella Coneja. Mientras le preguntaba esto recorde los ojos rojos de las Conejas que habia conocido en el asensor y tuve un escalofrio.
- Se escapo al dia siguiente de verme. Tal vez a los dos dias, no recuerdo. Joe estaba furioso porque Camila se habia fugado sin que la coneja terminara dandole un solo peso. Una de las chicas la habia visto salir, supuestamente a acompañar a la coneja hasta la puerta, cosa que hacian muy seguido. Luego se escucho el ruido del asensor y para cuando esa chica la fue a buscar al pasillo se dio cuenta de que se habian ido juntas.
- ¿Pudieron llamar al asensor tan rapido? - le pregunte, verdaderamente extrañado. Me habia hecho a la idea de que el asensor sencillamente funcionaba de una manera misteriosa.
- Por supuesto. Los Conejos y otros animales y bichos como el Orco no tienen problema en usar el asensor. Solo nosotros tenemos ese problema - me aseguro el. Evidentemente Gonzales sabia muchisimas cosas sobre aquel edificio. Pense que no seria mala idea intentar quedarme un tiempo con el, aunque sea no fuese para aprender como salir de alli.
- ¿Pudiste comprobar de algun modo si Camila esta viviendo todavia en el dieciocho? - le pregunte. Gonzales tardo un rato en responder. Parecia vacilar entre el tipo de respuesta que iba a darme. Finalmente, se encogio de hombros y suspiro. Mirandome fijamente, dijo lo siguiente
- Al dia siguiente alguien golpeo la puerta del bulo. Cuando Joe Abrio la puerta se encontro con una canasta de mimbre. En la canasta habia una calavera humana y varios otros huesos. Los huesos estaban frescos y tenian, segun Joe, un fuerte olor a sangre. En la canasta tambien estaban unas pulseras y una cadenita que la coneja le habia regalado a Camila. Joe penso que se trataba de una broma de mal gusto de ambas hasta que vio que entre los huesos habia diez pares de uñas, cinco de las manos y cinco de los pies, que indudablemente pertenecian a Camila. Armandose de valor, Joe  reviso la calavera y noto que le faltaban los ultimos dos dientes del lado superior izquierdo. Sin dudas era el craneo de Camila. Junto con la canasta habia una pequeña carta, en papel perfumado, en donde la Coneja contaba, muy divertida y emocionada, que habia tenido crias hacia unos meses y que Camila le habia servido para alimentarlas. Yo mismo vi la carta. El cinismo de aquel animalejo era increible. No solo nos explicaba con detalle la cantidad de dias para la que le alcanzarian los restos de nuestra amiga, sino que tambien le agradecia a Joe por su amabilidad y finalizaba diciendole que esperaba que en el futuro pudieran seguir haciendo trabajos juntos ya que, despues de todo, el apetito de los conejos era insaciable.

Luego de decir esto, Gonzales se quedo callado por un buen rato. Parecia sumido en sus pensamientos y yo me habia quedado de una pieza ante el horrendo final en el cual habian desembocado los acontecimientos. De todos modos, me parecio que el desenlace no era del todo sorpresivo. Le pregunte entonces si ellos sabian que los Conejos eran carnivoros, y si lo sabian como pudieron dejar que la chica tuviera un contacto tan estrecho. Gonzales me dijo que aunque sabian que los conejos se comian o se atacaban entre ellos, no habian, hasta ese momento, tenido una prueba cabal de su canibalismo o de su naturaleza depredadora.
- Nunca habian atacado a un humano hasta lo de Camila- me dijo Gonzales.
- Al menos, que ustedes supieran... quiero decir, ustedes solo podian saber lo que pasaba en el piso siete - le conteste yo.
- Asi es. De todos modos...
- ¿que?
- No puedo comprobarlo, y bien puede ser una fabulacion mia, pero todo me lleva a creer que aquella Coneja no era un ser ordinario.
- ¿que queres decir con eso? - le dije.
- Me refiero a que tenia ciertas capacidades mentales. Poderes psiquicos, si queres. - Al verme que mi mirada destilaba incredulidad, Gonzales se apresuro a decir - ¿que queres que te diga? Yo la vi muy cambiada a Camila los ultimos dias. Estaba hipnotizada, como si le hubieran hecho un lavaje de cerebro.
Le explique a Gonzales que para llevar a cabo esos procedimientos sobre otra persona no eran necesarios poderes psiquicos o cualquier otra habilidad paranormal. La conversacion se desvio entonces al tema de las sectas y el lavado de cerebro, y luego de unos minutos la charla se fue apagando paulatinamente, hasta que ambos volvimos a quedar en silencio. Luego de otro rato Gonzales volvio a hablar.

- Luego, cuando ya habia pasado todo - empezo el nuevamente - pensando y dandole mil vueltas al asunto, me di cuenta de que de algun modo yo me habia dado cuenta de aquello la tarde del ataque de risa. En la imagen ridiculamente erotica de la coneja en enaguas mi cerebro habia comprendido que si todo aquello era absurdo no era por la comicidad de esa realidad, sino porque aquello sencillamente no podia estar pasando asi como pasaba. Y si ni podia pasar asi - siguio diciendome Gonzales - y asi y todo pasaba, ¿que significa? - Le admiti, confuso por su desordenada forma de razonar, que no tenia ni idea - Significa que sencillamente ocurre como ocurre pero por otros motivos. Por motivos oscuros. Cuando ocurre lo imposible o lo ridiculo no tenemos que sospechar de los hechos, sino de las causas y, en este caso, como lo que actuaba era un ser vivo, de los motivos. Estoy seguro que ese ataque de risa fue una forma de procesar el panico. Si, el panico inconsciente que se disparo en mi cerebro cuando considero la posibilidad de que a Camila la querian sacar del departamento para otra cosa. Y esa otra cosa tenia que ser, por los recursos y el tiempo que le habia dedicado la coneja, por fuerza algo oscuro, algo extraño y quizas horrible. Nunca llegue a darme cuenta de que lo que querian era comersela viva.
Iba a responderle algo cuando note que se levantaba. Sin mucha ceremonia me dijo que estaba cansado y que se iba a ir a dormir. Me dijo que podia quedarme esa noche y que mañana hablariamos sobre que era lo que yo planeaba hacer.
- Quedate en el sofa, si queres - me dijo - Mi pieza esta en el unico cuarto al que no entraste. Cuando duermo me encierro con llave. Cuestiones de seguridad - agrego, y dicho esto procedio a encerrarse en su cuarto. Era la tercera noche que pasaba dentro del edificio.

                                                                       4

Aquella noche, mientras dormitaba en el sofa de Gutierrez, tuve el siguiente sueño.
Viajaba en un ascensor. El ascensor no era el del edificio, es decir, aquel que me habia dejado en el septimo. Era un asensor mas grande y señorial. La puerta era de bronce o de oro enchapado. La puerta se abrio y subi. Habia un solo boton, que llevaba a planta baja. Lo presione y el cubiculo comenzo a moverse. El interior del ascensor era completamente espejado. Habia cuatro enormes espejos, cada uno cubriendo totalmente una de las paredes. Los espejos enfrentados generaban un peculiar efecto Droster en donde la misma imagen se reflejaba hasta el infinito en cada uno de los espejos, como si el ascensor estuviese rodeado de una infinidad de asensores identicos, todos perfectamente alineados y sincronizados entre si. La imagen recursiva no era otra que la del interior del ascensor, en donde mi propia figura se reproducia. Cada imagen reflejaba, un poco mas pequeña, la imagen identica que a su vez se reflejaba mas pequeña la imagen opuesta, y asi succesivamente. Este extraño bucle me daba la ilusion optica de estar en la interseccion de cuatro pasillos teoricamente infinitos, pero que en la practica se hallaban limitados por los limites de mi vision, dado que cada relfejo reducia exponencialmente el tamaño de cada cubiculo. Este sistema autoreferente me ponia la piel de gallina, sobre todo por el disgusto que me generaba la sensacion de exposición al verme multiplicado multiples veces en cada imagen.
El cubiculo era iluminado por una calida luz blanca que se asemejaba a la de la luz solar filtrada por una cortina blanca. El ascensor se deslizaba como flotando, y la falta de paredes me sumergia en la sensación de estar flotando en alguna clase de universo paralelo. Esta sensación de flotar me producía un inmenso bienestar.
Entonces el ascensor se detuvo sin previo aviso. La luz blanca que iluminaba se apago y en su lugar empezó a a llegar, desde varios sitios a la vez, una luz rojiza y crepuscular. Aquella luz mortecina apenas iluminaba el cubiculo y los pasillos de los espejos quedaban oscurecidos. En ese momento me hablo una voz. Venia de varios sitios al mismo tiempo.
- Pide un deseo - dijo la voz. Lo pense un momento y respondi.
- No hay nada que quiera - dije.
- Todo el mundo quiere algo - dijo la voz.
- Por supuesto - dije yo - pero todo el mundo sabe que los deseos no son gratis.
- No dije que lo fueran - dijo la voz, queriendo dar la apariencia de sagacidad. No obstante, la había descubierto. La voz había intentado engañarme y yo la había pillado. Guarde silencio y espere.
- Un deseo - dijo la voz - Un deseo a cambio de tu alma.
- ¿mi alma? ¿no es un poco trillado? ¿para que la queres? - le pregunte.
- Un deseo a cambio del alma es el trato estándar. No hacemos excepciones - me explico la voz.
- De todos modos no me explico para que querrías mi alma. De hecho no tengo la menor idea acerca de mi alma. Ni lo que es ni para lo que sirve.
- Mayor razón para cambiarla por un deseo - argumento la voz.
- Mayor razón para no cambiarla  - retruque yo - Que no sepa lo que es o para que sirve no significa que no sea valiosa, sino todo lo contrario.
- Depende del deseo - dijo la voz - hay deseos menos valioso que un alma, y otros que son mas valiosos. Depende de usted- dijo la voz.
- No hay nada que quiera - declare con seguridad.
- Todo el mundo quiere algo - volvió a decir la voz como quien recita un mantra.
- No me importa lo que quiere todo el mundo - dije yo - no hay nada que quiera tanto como para cambiarlo por algo que tengo y no puedo tasar.
- El ascensor se abre solo cuando pedís un deseo - me dijo la voz.
- Nunca acepte tales condiciones al subirme - me queje. - No tienen derecho a exigirme nada.
- El alma pesa demasiado - dijo la voz - El ascensor solo baja si te desprendes del alma.
- No lo voy a hacer - volví a decir.
- El Alma y el ascensor se vuelve a mover. Y ademas cumplís un deseo, el que quieras, sea el que sea- me prometió la voz. Lo pensé un momento.
- Esta bien. A continuación voy a pedir mi deseo - declare.
- Muy bien - dijo la voz, expresando satisfacción- ¿que es? Puede ser lo que sea.
- Deseo... conservar mi alma - dije. Entonces una luz blanca se encendió de repente y me cegó. Tuve la sensación de flotar en una materia blanca y nebulosa. Di un par de manotazos y de repente me encontré, todavía con la imagen del ascensor espejado, mirando el techo del departamento de  Gonzales. Entonces escuche, claramente, el ruido del ascensor. Me levante de un salto y corri hacia el pasillo. Abri la puerta de golpe y me tope con la entrada cerrada del ascensor. ¿acaso habia llegado tarde, o simplemente lo habia soñado? Mientras abria la puerta del departamento me parecio ver, por un segundo, que la compuerta de seguridad se cerraba, como si el cubiculo hubiese parado en el piso apenas unos segundos antes. Para asegurarme, toque el boton de llamada y espere. El resultado fue el mismo de siempre: paso de largo al siguiente piso. Estuve media hora intentando llamar a la maldita cosa hasta que, resignado, volvi al departamento. Gonzales estaba preparando tostadas y un par de huevos fritos. Me pregunto si iba a desayunar y yo le respondi que por supuesto.

                                                                                   5

Esa misma mañana, mientras comiamos copos de maiz, le manifeste a Gonzales mi deseo de quedarme en su departamento por un tiempo, siempre y cuando el me lo permitiera. Este termino, no sin dificultad, de masticar el pastiche de cereales y leche que tenia en la boca y me dijo que por el momento podia quedarme y que luego "iriamos viendo". Ese "iriamos viendo" no me dejo del todo tranquilo pero, puesto que no tenia el menor derecho a quejarme, le agradeci sinceramente su hospitalidad. Aprovecho este momento del relato para describir, muy someramente, el departamento de Gonzales. Era el tercero del piso, si se contaba desde la izquierda. El lado derecho del departamento daba a la avenida por la cual se entraba al edificio. Esto se podia calcular por mera ubicacion espacio - temporal, pero tambien por la pequeña claraboya del pasillo, la cual quedaba en la pared que luego se transformaba en el costado derecho del depto. El primer cuarto era el living, el cual tenia anexada, siempre hacia el lado izquierdo, la cocina. Si uno iba hacia el lado derecho se topaba con un pasillo que tenia dos habitaciones. Una era el baño y la otra, la unica a la cual todavia no habia accedido, era el dormitorio del propio Gonzales. En los casi dos dias que llevaba ahi no se me habia escapado un detalle importantisimo. Segun la disposicion del edificio, el cuarto de Gonzales podia tener una ventana que diera al pulmon del edificio. Tambien habia notado que Gonzales no solia dormir en su propio cuarto, sino que se alternaba conmigo para dormir en el sofa cama que tenia en el living. Cuando le pregunte por esto me dijo que ya se habia acostumbrado, estando solo, a dormir en el living. Segun el, era mas facil para vigilar el ascensor y, ahora que eramos dos, turnarnos obedecia mas bien a un principio estrategico de guardias por rondas. Si nos turnabamos podiamos vigilar el ascensor en todo momento.
- Y sin embargo - le dije - ayer te fuiste a domir a tu cuarto.
- Tenia ganas de hacerlo, y ademas no estaba del todo seguro - me respondio.
- ¿seguro de que? - pregunte.
- De vos. No estaba seguro de si podia confiar en vos-. Su razonamiento se me antojo estupido o falso. De ayer a hoy no habia cambiado gran cosa. Preferi dejarlo asi por el momento. Desayunamos y luego nos turnamos durante la tarde para mirar television y vigilar el ascensor. En mi turno estuve sacudiendo, sin exito, la cadena y el candado. Tenia conmigo dos o tres destornilladores que habia sacado de la caja de herramientas que Gonzales me habia mencionado, con la esperanza de poder hacer palanca con alguno de ellos, pero fue inutil. Tanto el candado como la cadena presentaban una solidez insufrible. El candado, tal como habia dicho Gonzales, estaba totalmente sellado y habia por donde empezar a desarmarlo. Tambien volvi a golpear la puerta de Niurka, pero cuando comenzaron nuevamente los gemidos de la chica y los bufidos del Orco (malditos cerdos) me aleje de la puerta y decidi que mi turno en el pasillo habia terminado.
Esa misma noche le dije a Gonzales que se sincerara conmigo. Teniamos que pensar un plan de escape.
                                                                                 6

Ante todo, queria saber varias cosas. ¿hacia cuanto que estaba alli, viviendo en ese departamento? ¿quien pagaba las cuentas? ¿de donde conseguia el alimento para su sustento? ¿tenia relaciones de utilidad con otras chicas del prostibulo, o con gente de otros pisos? ¿habia posibilidad de conseguir un telefono o de pedir ayuda? y sobre todo, ¿se le ocurria alguna forma de salir de alli en los proximos dias? Si nada funcionaba, le propuse que entre los dos, estando armados, podiamos emboscar al Orco y quitarle la llave del departamento de Niurka.
Gonzales me dijo que estaba viviendo alli desde hacia muchos meses (no sabia exactamente cuantos pero estimaba que año y medio, y que a esto habia que sumarle el tiempo en el que estuvo en el prostibulo), que no tenia idea de quien pagaba las cuentas, pero el agua y el gas seguian llegando, y la luz tambien. El alimento lo conseguia con ciertos intercambios los cuales no me detallo. Respecto a las relaciones, me dijo que conocia a varias de las chicas del bulo pero que ninguna de ellas podia ayudarnos gran cosa.
Segun me explicaba Gonzales, las chicas estaban en una situacion parecida a la nuestra. Habian ido a trabajar a aquel departamento para luego encontrarse con que no podian salir, o al menos eso le habian contado. De Joe, mas alla de que trabajaba como guardaespaldas y chulo del departamento, no sabia la gran cosa.
- Pense que Joe era el proxeneta del negocio - le dije. Gonzales me respondio que no lo sabia a ciencia cierta y que Joe era muy poco comunicativo, pero que como todo aquel edificio estaba bajo el dominio de los animaloides, lo mas probable era que fuese alguno de estos y no Joe -que seria entonces un mero empleado - quien explotaba a las chicas.
- A la mayoria las traen de afuera - me explico Gonzales - una o dos vinieron medio engañadas, pero el resto sabia en lo que se metia. Es decir, en lo que a prostitucion se refiere. Ninguna sabia, creo yo, que no iba a poder salir o que los clientes fueran animales antropomorficos.
Le comente entonces mi asombro por la poca resistencia que habia visto en las chicas (al menos en Priscila y Niurka) a la hora de acostarse con aquellas monstruosidades. Gonzales me contesto en un tono filosofico, diciendome que nosotros tambien eramos monstruos antropomorficos y que desde el punto de vista una prostituta termina no habiendo mucha diferencia.
- La variacion, incluso, puede ayudar - dijo el, y luego continuo con el resto de los items por los cuales le habia preguntado. Lo del telefono estaba fuera de nuestro alcance. No habia un solo telefono en todo el piso, a exepcion quizas del cuarto de Niurka, al que como yo ya habia comprobado, era imposible entrar. Se me ocurrio la idea entonces, y se lo comente a Gonzales, de idear un plan para hacer salir a Niurka de su departamento, fuese por la fuerza o el engaño. Su respuesta fue que esto era imposible, y que el mismo ya lo habia intentado todo.
- No te olvides que Niurka tiene camaras de todo el piso. Sabe, en todo momento, lo que estamos haciendo. No seria raro que tambien tuviese microfonos, pero no estoy seguro de eso. Si tiene, entonces es imposible engañarla y, si no tiene, engañarla sigue siendo muy dificil. Puede ver como planificamos y como llevamos a cabo nuestros planes.
Gonzales me conto entonces todos sus intentos por hacer salir a Niurka. Habia intentado - sin exito - prender fuego la puerta o generar humo para hacerla salir, pero la puerta era inifuga y el humo que pasaba era ventilado por un sistema automatico que habian instalado. Habia intentado, como yo, tirar la puerta abajo o desarmar las bisagras, pero no habia tenido exito. Se le habia ocurrido picar la pared para hacer un boquete, pero no tenia herramientas para ello. El burlete sellado de la puerta habia evitado tambien cualquier intento de inundacion. Cuando se le acabaron las ideas de asalto fisico habia intentado ataques psicologicos. Lo primero habia sido pasarse casi dos dias seguidos golpeandole la puerta casi sin parar. Luego habia tenido la gran idea de colocarle, a todo volumen, un parlante en la puerta del departamento. Niurka lo habia insultado a los gritos a traves de la puerta y luego se habia callado. Gonzales habia creido triunfar pero al cabo de un rato se abrio el asensor y alguien - nunca supo si el Orco o alguno de sus esbirros - habia destrozado el cable del parlante de un mordisco y, para peor, se habia robado el parlante.
- Otra opcion seria - continuaba Gonzales, didacticamente - intentar engañarla tocandole la moral o apelando a su sentido de lastima o humanidad. Pero esto es del todo imposible. Intente varias veces convencerla, sin exito, de que por piedad o simpatia me ayudase. Pero nada. Ni una respuesta, ¡ni siquiera un no! Nada. Silencio. O risas. O esos gemidos obscenos, cuando esta acompañada. Llegue hasta a fingir un infarto frente a su puerta. Estuve varias horas tirado, inmovil, con la esperanza de que se dignase a salir, ya sea a ayudarme, o al menos a ver que habia pasado. Pero nada.
- Te estaria viendo desde la camara - le explique, sorprendido de que no hubiese visto la ridicula falencia de su plan.
- Seguramente - me acepto - viendolo ahora, parece una estupidez. Lo cierto es que en esa epoca yo estaba desesperado y, tal como vos ahora mismo, queria salir de este piso a cualquier precio.
- ¿y ahora ya no queres? - le pregunte. Desde que lo habia conocido tenia la sensacion de que no estaba especialmente a disgusto en ese piso.
- Salir, quiero. Es decir, me gustaria... en caso de que se pudiese. Pero no veo una razon para no volver luego, a los dos o tres dias. Despues de todo, aca tengo mis cosas - dijo, haciendo un arco con la mano - tengo este departamento, con los servicios pagos... agua, luz, gas... comida; Todas las necesidades basicas cubiertas... incluso el sexo, cada tanto, con alguna de las chicas.
- ¿todavia tenes dinero? - le pregunte.
- Algo - dijo escuetamente - de todos modos, el dinero del exterior no es lo unico que sirve. Mas que nada lo que se usa es el trueque. Cosas, objetos, informacion, favores... y otras cosas que... bueno, no tengo ganas de explicarlo ahora. Antes de esto, cuando vivia alla afuera - dijo mientras señalaba hacia la pared de su cuarto - alquilaba un departamentito mas ruinoso y pobre que este, y para alquilarlo tenia que romperme el alma todo el dia en trabajos de mierda. Tenia ademas que mantener ciertas apariencias: ir a estudiar o fingir que estudiaba, tener amigos o al menos ver a cierta gente cada cierto tiempo... soportar todas las convenciones sociales, ya sabes... en cambio aca es todo mas simple. Mas dificil tambien, o quizas no. A veces pienso que es mas facil. Solo hay que ingeniarselas y... en fin, sinceramente estoy bastante comodo - concluyo Gonzales.
Yo le dije que me parecia una posicion bastante arribista la que tomaba, y que yo no podria vivir, por mas materialmente comodo que estuviera, con la sensacion de que me tenian cautivo contra mi voluntad en esa especie de trampa, de ratonera, de...
- Entiendo lo que decis - me interrumpio - pero, contestame esto: Filosofias aparte, ¿no estabas alla afuera tambien metido en una ratonera, en contra de tu voluntad? Aqui o alla o en cualquier sitio, me di cuenta que da lo mismo. De alguna manera siempre tuve la sensacion de que esta vida es, justamente como vos decis, algo asi como estar atrapado en una ratonera, o como sufrir una eterna broma de algun bromista cosmico... pero quizas este divagando... es decir, mas de la cuenta. Y, de todos modos, soy sincero cuando te digo que te voy a ayudar en todo lo que pueda para que salgas de aca lo mas pronto posible - me aseguro Gonzales - pero mientras tanto, podes quedarte el tiempo que quieras. Ahora, primero que nada, tenes que ponerte un nombre.
- ¿un nombre? - me extrañe, seguro de ya haberle dicho como me llamaba. Pero inmediatamente comprendi.
- Podes llamarme... Fernandez - le dije, sonriendo. Gonzales entendio la broma y tambien sonrio.
- Fernandez sera. Mucho gusto. - bromeo, tendiendome la mano. Lo salude y volvi a la carga.
- Volvamos con lo de Niurka. Lo unico que nos queda es emboscar al Orco. Esperamos a que salga, porque todavia esta ahi adentro, y le damos una paliza.- Mientras todavia me estrechaba la mano, Gonzales me respondio que luchar contra el Orco cuerpo a cuerpo era una locura.
- No tengo intencion de arriesgarme asi - me aseguro - pero si vos queres intentarlo estas en todo tu derecho.
Charlamos un rato mas, pero la charla derivo en temas insustanciales, como el clima o los resultados del futbol del domingo. Luego Gonzales -que ya me llamaba Fernandez como si siempre hubiese sido mi verdadero nombre - me estuvo realizando consultas sobre la politica del pais, de la que hace tiempo no sabia nada. Cenamos unos sanguches de pollo y pan lactal y luego nos turnamos durante la noche para dormir en el sofa.
Cuando me acoste a dormir luego de mi guardia de las cinco, decidi que al levantarme iria al pasillo a acechar frente a la puerta de Niurka.

                                                                                 7

A eso de las siete sali al pasillo con la intencion de vigilar y me encontre, casi frente a frente, con el Orco, que justo en ese momento salia por fin de la pieza de Niurka. Mi primera reaccion fue volver a encerrarme inmediatamente, tan espantoso era aquella cosa. Me detuve cuando me percate de que el Orco ya habia llamado el ascensor. Recorde, como atravesado por un rayo, las palabras de Gonzales: los animaloides podian llamar sin problemas al ascensor. Mire el visor y vi que bajaba sin demoras desde el piso veintidos. Comprendi que si lograba anticiparme al Orco en subir al ascensor, podria escapar. El Orco seguramente comprendió esto tan bien como yo, porque dio uno o dos pasos en direccion al ascensor y emitio un sordo gruñido de advertencia. Entonces di un salto y me coloque delante del Orco, es decir, entre el y la puerta. Dio uno o dos pasos hacia mi y se detuvo. Sus dos pequeñas pupilas me miraban llenas de ira. Comenzo a gruñir por lo bajo, de una forma gutural. Sus brazos, pequeños pero fornidos, se levantaron como forjando una especie de guardia. ¿Acaso se disponia a pelear conmigo? El Orco era grueso y ancho, y no daba la impresion de ser muy agil. Sin embargo, cuando me solto la primera patada, que salio disparada con la fuerza de un caballo, comprendi que era muchisimo mas fuerte que yo, y que le hubiera bastado con conectar esa patada para dejarme fuera de combate; Quizas incluso para matarme. Descubri que, como los gatos, tenia uñas retractiles. Eran largas y filosas como navajas, lo cual hizo que rapidamente me arrepintiese de mi intento de fuga. Tenia que aguantar hasta que llegase el asensor.  Por suerte para mi, resulto tan lento como fuerte; Ademas parecia fatigarse con mucha facilidad, como si fuese asmatico. Luego de esa primera patada sorpresiva, sus siguientes golpes habian sido, aunque feroces, lentos y poco precisos. Esquive un golpe con toda seguridad y, viendo que habia dejado un angulo abierto mientras la mano y el hombro bajaban con el zarpazo, le propine un tirabuzon a la cabeza. El golpe le entro de lleno justo encima del ojo, volandole el ridiculo bombin con el que se habia ataviado. Sono como si hubiese golpeado un coco. Al principio, pense que mi golpe no le habia hecho ningun daño, por lo que me proponia seguir guardando la distancia hasta poder escapar dado que, si me acorralaba (lo cual no parecia dificil en el estrecho pasillo) podia darme por muerto. Rapidamente comprendi que, si bien mi golpe no lo habia afectado fisicamente, si habia tenido el efecto psicologico de enfurecerlo. Dejo de gruñir pero lanzo un enorme ladrido que culmino en un voluminoso y vibrante eructo. El eructo vino en mi direccion y me impregno en una baranda completamente pestilente. Mareado, apenas logre hecharme atras para esquivar el mortal tarascon que el Orco me habia lanzado. Aprovechando su lentitud, le lance dos o tres golpes a la cabeza que era, dada esa forma de sapo-tiburon que tenia, la parte del cuerpo mas facil de alcanzar. Comence a rodearlo mientras le lanzaba jabs y golpes cortos desde la distancia. Mi oponente parecia confundido, pues solo atinaba a intentar cubrirse con sus brazos demasiado cortos. Dio dos pasos hacia atras y entonces me di cuenta de que me habia dejado del lado de las puertas, quedandose el inmediatamente al lado de la puerta del ascensor. Mire el visor, ¡estaba a solo 3 pisos! No habia manera de deslojarlo de aquella posicion en los segundos que restaban. El Orco me lanzo una burlona sonrisa de desprecio. Me la habia jugado. ¿que podia hacer? Solo me restaba, jugandome el todo por el todo, intentar derribarlo con un ataque suicida. Esta a punto de intentarlo cuando senti que algo me atrapaba fuertemente por el cuello mientras, al mismo tiempo, recibia un fuerte golpe (desde atras) en las rodillas. El Orco lanzo un bramido de victoria y yo supe, aunque no podia verla ni oirla, que era Niurka la que me atacaba. Gire la cabeza y efectivamente la vi. Me estaba estrangulando con lo que parecia ser un cab. Habia quedado dandole la espalda a su puerta, y en ningun momento se me ocurrio que podia abrirla sigilosamente para atacarme. Me habia descuidado de una forma estupidisima. Furioso conmigo mismo, intente quitarme a Niurka de encima. Me sentia colmado de un odio hacia la chica. Intente darle algunos puñetazos pero sin mucho exito. Ella habia actuado rapido cargando todo su peso en mi espalda  y yo habia queado arrodillado y casi boca arriba, con lo cual quedaba practicamente inmovilizado. Escuche entonces abrirse la puerta del ascensor y vi como el Orco recogia su bombin y me saludaba burlonamente mientras subia el ascensor. Aprovechando mi distraccion Niurka me empujo hacia adelante y se volvio a encerrar en su departamento. Asfixiado como estaba, comence a arrastrarme hacia la puerta, pero era en vano. La puerta ya se habia cerrado. Me sente y comence a carraspear y a toser. Poco a poco recuperaba el aliento. Niurka habia estado cerca de estrangularme. Cuando recupere parcialmente la capacidad de respirar me puse de pie y empece a aporrear la puerta de Niurka, con toda la intencion de tirarla abajo y darle su merecido. Me encontre con que la puerta era de una dureza y de una resistencia asombrosa, propias de una puerta blindada. No habia caso. De repente me sentia cansado y deprimido. De algun modo me entristecia enormemente que Niurka, una hembra de mi especie, prefiriese ayudar a aquel monstruo grotesco en vez de a mi. Lentamente comence a caminar hacia el departamento de Gonzales. Escuche como Niurka se reia a carcajadas desde su departamento. Habia sido suficiente por ese dia. Entre y, sin darle explicaciones a Gonzales, me tape hasta la cabeza con una frazada y me dedique a dormir todo el dia.

                                                                              8

A medida que pasaban los dias notaba que la urgencia por salir del edificio crecia en mi a pasos agigantados. Esto contrastaba con el que ya habia dado por llamar el "inquebrantable escepticismo" de Gonzales. Varias veces le habia propuesto diversos planes o ideas para escapar, pero el , siempre amparado en su experiencia real - o supuesta - del edificio me decia que tal plan era imposible o si bien, posible teoricamente, practicamente impracticable en la practica. Yo habia comprobado que tenia razon. Gonzales nunca intentaba, no obstante, persuadirme de mis intentos de escape. Mas bien me instaba a probarlo, revelandome las dificultades o los callejones sin salida, pero tambien diciendome que a lo mejor yo podia tener mejor suerte. No note burla en estas observaciones, pero si un calmado escepticismo. Tambien habia notado que, cuando creia que yo dormia o que estaba ocupado en alguno de mis planes, se encerraba bajo llave en su habitacion. Cuando volvi a preguntarle que era lo que hacia en su cuarto, me respondio que lo usaba para dormir y para guardar trastos viejos.
Un dia, alegando un dolor de espalda inexistente, le pregunte si podia dormir en la cama del cuarto. Su respuesta fue que el cuarto estaba en extremo sucio y desordenado y que, aunque no tenia problemas en usarlo el, no podia dejar que cualquiera se arriesgara. Cansado de sus vueltas, le pregunte directamente si su cuarto tenia una ventana que diera a algun lado.
- Hay una ventana - dijo el, mirandome fijamente con expresion seria - que da al pulmon del edificio. Ya se lo que estas pensando, pero acordate que estamos en un piso siete. El edificio tiene veintitantos pisos. No hay forma de subir por las paredes lisas, y de bajar si hay una forma... pero no te la recomiendo.
Gonzales me confeso entonces que la pieza estaba siempre cerrada por una cuestion de seguridad, para evitar caidas accidentales y no tan accidentales. Ya habia habido casos - dos chicas del bulo, pero tambien animales de los pisos superiores - que se habian suicidado (las chicas) o que habian sido arrojados al pulmon del edificio. Le dije a Gonzales que no tenia intenciones de suicidarme, y que si me interesaba lo del pulmon era porque era una salida a un exterior que, si bien seguia siendo interior, era un exterior al fin.

                                                                            9

Una tarde, mientras me dedicaba a pasarme el mate, ida y vuelta, ida y vuelta, con Gonzales, volvi a escuchar el sonido del ascensor. Se abria la puerta. Inmediatamente me arme con un destornillador (desde lo ocurrio con el Orco yo dejaba siempre a mano un cuchillo o un destornillador) y sali disparado hacia el pasillo. Cuando llegue al mismo el ascensor ya se habia cerrado. Frente a la puerta del bulo se hallaba un sujeto vestido a la antigua, con un tweed y unos pantalones de franela. Llevaba tambien unos relucientes zapatos de Charol negros. Era, por supuesto, un animaloide. Sin dudas un zorro. Mientras me acercaba, destornillador en mano, no tuve dudas de que la graciosa cabeza correspondia, aunque un poco mas grande en tamaño, a la de un zorro ingles. Como todos los zorros, tenia una cara graciosa y fotogenica que denostaba inteligencia y astucia. De la nariz para arriba era de un colorado rojizo, y de la nariz para abajo, blanco. Las orejas triangulares eran negras; Le daban un aspecto de estar alerta, atento a todo. En cuanto me vio acercarse giro sobre los talones y me miro. Parecia sonreir y estar serio a un tiempo. Crei notarle una expresion de burla o desprecio. Inmediatamente recorde la historia de Camila y la coneja blanca y me senti invadido por un fuerte odio hacia todos los animaloides. Los reptiles me habian dejado ahi. Los conejos habian intentado engañarme para devorarme. Lo mismo habian hecho con Camila. A Gonzales tambien se la habian jugado. Ahora pensaba cobrarmelas. Sin mediar palabra agarre al zorro por el cuello del tweed y, levantandolo (era bastante menudo) lo coloque contra la pared, mientras levantaba el destornillador como si fuese a apuñalarlo. No note miedo en la cara del zorro, sino mas bien asombro.
- Disculpe, amigo, ¿que cree que hace? - me pregunto a bocajarra. Su tono era indignado, mas no furioso.
- Veo que sos de los que hablan. No importa - le conteste, mientras le acercaba lentamente el destornillador. Intento desasirse pero yo lo tenia bien sujeto - Los conejos tambien hablan, pero a vos no te va a servir de nada. Yo no soy tan estupido como la otra chica-. La punta del destornillador se acercaba poco a poco a una de las anaranjadas pupilas del animal.
- Entiendo su deseo de revancha, compañero - dijo sin pestañar el zorro - pero comete un gran error al pensar que su servidor, o sea yo, tiene algo que ver con esos barbaros animalejos que usted llama conejos.
- ¿Vas a hacerte el inocente? - le dije, furioso. En ese momento no me importaban las filiaciones de especie dentro del reino de los animaloides. - No me importa si no sos exactamente de la misma especie. Hoy vas a pagar por todo el reino animal - le solte.
- ¿ Si no somos exactamente la misma especie? - repitio el, aparentemente indignado - Caballero, si quiere sacarme un ojo, o los dos, sirvase, pero dejeme explicarle algunas cosas, para que al menos sepa a quien va usted a cegar. Para empezar, permitame decirle, amigo, que esta usted flojo de papeles a lo que en Biologia se refiere. Nosotros, - y aqui hizo un gesto de llevarse las manos al pecho, por lo que entendi que se referia a los Zorros - el noble clan de los vulpinos, somos una destacada rama de los caninos. Estamos, por lo tanto, mas cerca de las hienas y los chacales, si le gusta, y de los perros y los lobos de lo que estamos de los conejos que, como usted sabe, son una especie mutante de raton y, como todos los roedores, son cobardes y maquiavelicos por naturaleza. Si usted, amigo querido, repara en esto ultimo, podra ver que nosotros los vulpinos no solo no somos de la misma especie, ni siquiera del mismo genero, sino que ademas somos los depredadores naturales de estos jesuitas de orejas largas. - Recorde que, en efecto, los zorros son depredadores naturales de las ratas y los conejos -  y ademas - continuo el zorro - como si no fuera ya esto una prueba casi irrefutable de mi enemistad y por lo tanto nula asociacion con los conejos, dejeme decirle que tiene ante usted a un miembro de la nobleza.
- ¿ah si? - me burle. Realmente los zorros eran muy inventivos.
- Por supuesto - me respondio con dignidad, y se saco del cuello una cadena de oro con un escudo que sin dudas reproducia alguna heraldica medieval.  - Esta hablando con Reinhardus de Rothesay, Archiduque de Rothesay, señor de las Islas y gran estuardo de Escocia... Reinaldo para los amigos - me dijo sonriente.
Me acerque un poco y escudriñe el escudo y la cadena, ambas de oro. El escudo reproducia un espacio tipicamente dividido en cuatro, con un leon o un gran zorro cobrizo en el centro, parado en dos patas.  El espacio superior derecho y el inferior izquierdo reproducian el mismo grabado de una galera a remos. El superior izquierdo y el inferior derecho, una guarda escocesa en celeste y blanco.
- ¿el escudo de su familia? - pregunte. Siempre me habia interesado la heraldica y, al parecer, realmente se trataba de un escudo de la nobleza britanica, pero no podia recordar cual y, por lo tanto, no podia saber si el zorro me engañaba o si decia la verdad. De todos modos, ¿que importaba? Mi furia se habia desvanecido y ya no tenia intenciones de lastimar al animaloide. No obstante, quizas pudiese todavia sacar ventaja del miedo que le infundia. Volvi a aumentar la presion de mis manos y le dije - Bien, bien, ¿y entonces? ¿que hace su señoria el duque tocando la puerta de un prostibulo de mala muerte?
- Ya veo que, pese al escudo, no me cree. No lo culpo, amigo mio, no lo culpo. Los zorros tenemos fama de astutos desde los tiempos del viejo Esopo. Solo le hice notar mi linaje para que apreciara lo imposible que seria para un zorro de estirpe como yo el tener algo en comun con esos conejos pequeñoburgueses. Como usted sabe, el burgo y la nobleza son enemigos historicamente irreconciliables.
- Ahora habla su señoria como un marxista - lo acuse. La sonrisa del zorro parecio acentuarse.
- ¿Marxista, camarada? - se burlo el - dejeme decirle que el tal Marx, esta, a mi gusto, sobrevalorado. Ya en los tiempos de mis antepasados habia tipos como Savonarola que se la pasaban hablando del reino de la igualdad y de quien sabe que papanatadas de la justicia distributiva. La verdadera lucha de clases no es entre la burguesia y el proletariado sino entre la burguesia y nosotros, es decir, la vieja nobleza de abolengo. La lucha de clases es mas bien una lucha de sangres: la azul contra la roja. En los ultimos siglos no nos ha ido muy bien pero, creame lo que le digo, al final seremos nosotros quienes canten victoria. Los zorros terminaran devorando a los conejos. Es cierto que, hasta que eso succeda, los conejos reinan aparentemente... e incluso pueden darse el lujo de devorar a incautos como su amiga, la desafortunada chica que...
- Ahora que recuerdo - lo interrumpi - la seductora coneja blanca que se comio a a susodicha tenia el mismo nombre que usted, ¿no le parece raro? - le pregunte, volviendo a amenazarlo con la punta de acero.
- Una vil estratagema, señor, una vil estratagema. Ya sabe lo que dicen de Belfegor: toma la apariencia de Dios para engañar a los incautos...
- No se nada de Belfegor - le dije - pero escuche algo parecido de satanas.
- Bueno, ahi lo tiene - me asevero el zorroide - Satanas, Belfegor, da lo mismo. El punto es que los mediocres y los malvados imitan a los buenos y justos.
- ¿ustedes son los buenos y justos? - me mofe - tipico del imperialismo yanqui, autoproclamarse los buenos. No tiene sentido lo que dice, de todos modos. ¿para que los van a imitar los conejos?
- ¿que para qué? Por venganza y para blasfemar, ¿para que mas? No va a pensar que la idea de andar de traje es suya, ¿no? Esas ratas que se la pasan fornicando y haciendo caca, cuando no comiendose entre ellos, no podrian haber jamas desarrollado una estetica propia... y esa, amigo mio, es la tercera y mas importante diferencia.
- ¿eh, cual diferencia? - le dije. Aquel zorro era muy buen conversador, cambiaba de tema con elegancia y argumentaba como un profesional. Quizas por eso se despertaba en mi una natural restencia a prestarle atencion.
- La civilizacion, amigo mio. ¿le parece poco? Nosotros los Vulpinos somos seres civilizados, y tambien civilizadores. No quiero aburrirlo con registros historicos que van desde Lisboa a Tokio, en el que esta mas que probado que nosotros fuimos los que le enseñamos no solo a los conejos, sino a los mismos simioides, es decir a ustedes, muchisimas cosas que ahora contribuyen su dia a dia. La vestimenta, por ejemplo, y tambien la coccion de los alimentos, son una invencion cien por ciento Vulpina. Creame. Tambien la escritura. Veo que lo sorprende, amigo. Quizas creyo que eran creaciones suyas, pero no. Vea esto - dijo, al tiempo que sacaba de uno de los bolsillos internos del saco una pequeña libreta forrada en cuero marron. La abrio y me mostro unos garabatos que parecian escritos en cirilico o en algun alfabeto similar. No podia leer siquiera una palabra. Los signos, sobre todos las vocales, se parecian a las del español, pero alteradas y mucho mas complejas.
- ¿y eso? - pregunte, verdaderamente interesado. El Zorro lo noto, pues volvio a acentuar la sonrisa, dejando a la vista una tetrica serie de dientes hermosos y puntiagudos.
- Escritura Vulpina, mi querido amigo, escritura Vulpina en alfabeto Vulpis. Si un linguista experto viera esta libreta, sin dudas se ganaria un premio nobel elaborando una teoria sobre el Vulpino como lengua madre de la humanidad, y esa teoria seria correcta.
- Todo muy lindo e interesante lo que usted me cuenta, pero creo que incidentalmente se va por las ramas, señor Duque - dije yo.
- Para nada, para nada. Todo esto apuntaba a lo siguiente: nosotros, amigo mio, no somos canibales. No comemos zorros ni tampoco humanos, que son como nuestros discipulos, nuestros hermanos menores y, ¡que digo!, hasta nuestros hijos espirituales. Es cierto que, en ocasiones extremas que casi siempre incluyen bosques y hambrunas, algun Zorro puede llegar a comerse un cadaver humano, pero es la excepcion, casi mitologica, a la regla. Nosotros obedecemos a la ley natural que todo lo rige, y solo comemos aquello para lo cual estamos naturalmente dispuestos, es decir, ratas y conejos, amigo. Y ni siquiera crudas: las guisamos. En estofado, en guiso, en barbacoa, reducidas en vino tinto o escabecheadas como dios manda. La cocina es otro de nuestros aportes a la cultura universal.
- Entonces usted se emperra en sostener que no tiene nada que ver con el brutal asesinato de la chica, de Camila.
- Me emperro y me enzorro - juro Reinhardus - y hasta le juro por mi honor de gran Señor que yo no tengo nada pero nadisimo que ver en ese incidente.
- Muy bien - le dije, ya mas convencido, aunque no del todo - Y sin embargo sigue sin tener sentido que un animaloide tan distinguido y respetable como usted estuviera a punto de golpear a la puerta de un prostibulo de mala muerte.
- Para nada, amigo mio, para nada - respondio el, ahora riendo abiertamente en una risa muda - Para empezar, este establecimiento goza de gran prestigio por ser unico en su clase, sobre todo entre los que usted llama, no sin desprecio, animaloides. Y en segundo lugar, mi razon de estar aqui... bueno, la verdad es que no tendria por que revelarselo, pero lo hare como una demostracion de mi buena voluntad hacia usted, y espero que con esto le baste para bajar su arma; Succede que yo soy el dueño y principal inversor de esta casa de placer, amigo.
- ¿usted, el dueño del bulo? - dije, no sin sorpresa.
- Yo, el dueño, por supuesto - me respondio el, chanceando mi tono con mucha gracia - Los nobles del siglo veintiuno, amigo mio, ya no volcamos toda nuestra fortuna en propiedades feudales y en ejercitos de campaña. Los Rothesay nos hemos adaptado al mundo de las finanzas y, como todo buen inversor, diversificamos lo mas posible. Sepa que este tipo de negocios, oscuros pero muy lucrativos puesto que naturalmente no tributan, constituyen hoy dia una de las formas mas rentables para obtener retornos de capital.
Mientras lo escuchaba comprendi que si, como decia, era cierto que era el dueño del bulo, entonces seguramente tendria la potestad para entrar y salir del edificio cuando le diera la gana. De todos modos tenia que asegurarme.
- Muy bien, amigo Reinhardus ¿se pronuncia asi? Perfecto. Digamos que le creo - dije mientras bajaba lentamente el destornillador, pero sin soltarle la solapa del saco - Entonces usted es el dueño, el principal inversor digamos, del bulin este. Usted viene, por supuesto, a controlar, a supervisar, a llevarse la suya, vamos. Lo que me interesa, amigo mio, y lo llamo asi imitando su costumbre, es saber si usted ahora mismo subio por ese asensor viniendo de la calle o si tiene lo que se dice un pisito en este condenado edificio.
- Vivo en el piso mas alto de este edificio del que, aunque no soy lo que se dice el dueño, si tengo capital invertido y, como tal, soy miembro honorifico y vitalicio del consejo de administracion - me respondio Reinhardus.
- Ya veo. Entonces imagino que podras ayudarme - le dije, abandonando el tuteo burlon - Resulta que estoy atrapado en este piso desde hace varios dias. Es una historia aburrida y larga, bueno, quizas no tan aburrida, pues es bastante peculiar, pero me imagino que ya habras escuchado casos parecidos al mio, porque todos en este piso parecen estar atrapados. Lo importante es que hace dias que quiero salir de aca, sin conseguirlo. Y vos, como amigo mio que te declaras, lleno de buenas intenciones hacia mi, no vas a tener problema en conseguirme la llave del candado de la escalera, o bien, ¡mucho mas facil! de llamar al condenado ascensor y de escoltarme hacia la puerta, ¿ verdad ? - le pregunte, endureciendo el tono y finalizando mi peticion en un claro tono de amenaza, mientras volvia a dejarle la punta del destornillador a la altura del ojo. Ya estaba harto de todo aquello. Tenia que entender que o me sacaba de ahi o yo le sacaba un ojo. Reinhardus hecho una rapida mirada hacia la puerta y otra hacia el asensor.
- Respecto a la puerta, lamento no poder ayudarlo, al menos no de inmediato - me dijo - Como se imaginara, llaves, candados y esas cosas son propias de la gente de mantenimiento. Eso le compete mas que nada al conseje del edificio, al que usted, me parece, ya conoce.
- Alto alto alto - le dije - ¿quien es el conserje?
- No conozco el nombre y apellido de todos los empleados pero, segun recuerdo, lo apodan Orco.
- Perfecto - maldije para mis adentros. De alguna forma sabia que no podria obtener nada del Orco como no fuese por la fuerza bruta o por medio de Niurka. Pero quizas Reinhardus si pudiese. Despues de todo, era un peso pesado en esa extraña jerarquia. Le dije entonces que ambos iriamos a solicitarle la llave al Orco. Inmediatamente se me ocurrio que no era para nada necesario.
- Pero, caballero - se excuplo el zorro - no tengo la menor idea de donde encontrar al conserje. Alguien como yo... que ocupa una posicion no solo directiva, sino nobiliaria, se desentiende casi por principio de todas las cuestiones tecnicas, sobre todo cuando estas no son necesarias para que los dividendos lleguen a la cuenta bancaria. Podria ayudarlo con cuestiones operativas del bulo, o de algun otro negocio que llevo de forma particular en el edificio, pero respecto al funcionamiento general del edificio, la verdad es que solo el dueño esta al tanto, y quizas ni siquiera el, sino sus subalternos, con los cuales, como ya le dije, no interactuamos mucho.
- No importa - lo interrumpi - mejor llame el ascensor y acompañeme hasta la puerta. Comenzaba a empujarlo hacia el ascensor cuando de repente dos manos me tomaron rapidamente por la muñeca y por el codo del brazo en el cual tenia el destornillador. Recibi tambien un fuerte empujon que me dejo casi aplastado entre la pared y mi atacante. Senti un fuerte dolor en la muñeca y deje caer el destornillador. Mi atacante tenia una fuerza terrible. Me estaba aplicando alguna especie de llave de torsion.
- Solta el arma - me dijo una voz en la que inmediatamente reconoci a Joe. Gire la cabeza para comprobarlo. Efectivamente, era el rostro de Joe. Sonreia de modo duro.
- Ya la solte, imbecil - le dije con rabia. Senti que Joe hacia mas fuerza y reprimi un quejido.
- No te conviene hacerte el loco conmigo - me dijo Joe. Su tono era tranquilo. - Yo rompo huesos todos los dias, sabelo.
- Veo que te encanta tu trabajo, Joe - le dije con amargura. Reinhardus se acomodaba el tweed y, cosa que no habia notado antes, tambien un reloj de bolsillo con cadena de plata. Me miraba con la misma expresion de antes, entre seria y sonriente. Era imposible saber si sonreia o si esa era su cara en estado normal.
- ¿que hacemos con este, jefe? - le pregunto Joe. Yo comence a gritar que solo queria salir de ese condenado edificio, y que mientras antes me sacaran de ahi menos problemas ibamos a tener todos. Sin ningun aviso recibi un rodillazo en el plexo solar. La fuerza del golpe fue tal que me levanto en el aire por un segundo, dejandome completamente sin aire. Cai al suelo como un saco de papas. Joe debia de ser un maton profesional o algun tipo de luchador entrenado. Me habia dejado fuera de combate con un solo golpe. Desde el suelo, miraba al zorro como implorandole una gracia.
- Lamento mucho que todo esto haya derivado en una situacion violenta - gruño Reinhardus - No soy partidario de la violencia pero usted, amigo, no puede andar por ahi amenazando a la gente decente con... con lo que sea que tenga a mano - continuo, mientras se agachaba a recoger el destornillador para darselo a Joe, que a su vez se lo guardo en el bolsillo trasero del pantalon. - Si Vis pacem para Bellum. Lamento su situacion, pero que usted y yo viajemos juntos en el ascensor es del todo imposible. Humanos y animales no pueden viajar juntos. Esta terminantemente prohibido. Tambien lo esta, y por eso me extraña que haya llegado usted hasta este piso, que los humanos viajen solos sin un pase o autorizacion especial. Quizas usted no estaba debidamente informado cuando entro al edificio; Pero esto, amigo mio, es culpa enteramente suya. De todos modos, me compadezco de su situacion y vere que puedo hacer para conseguirle un pase de salida. Esto, por supuesto, no es algo que se consiga de hoy para mañana. En primer lugar, porque es un procedimiento largo y tedioso. Una misma orden puede enviarse y ser rechazada varias veces hasta que es aprobada y entra en proceso. Y una vez ahi, en proceso, es decir, aprobada por la direccion del edificio, en la que usted, si me permite hacerle la revelacion, tiene ya un enemigo implacable en el conserje Orco, que es precisamente el primero por el que pasa la solicitud, una vez en proceso tiene que pasar por una serie de verificaciones y comprobaciones sobre usted, sobre su persona en general, pero tambien sobre sus razones para haber entrado al edificio y tambien para querer salir de el. Se revisan, muy de cerca, sus relaciones cercanas presentes y pasadas, asi como numerosos historiales de diversa naturaleza: contables, crediticios, antecedentes penales, etcétera. Pues bien, dando por sentado que su caso pase esta revision leonina, entonces se aprueba. Una vez aprobada, la orden entra en lista de espera, pues como se imaginara hay una alta demanda de pases de salida. Asi y todo, le prometo que hare el tramite, en cuanto pueda pero tambien en cuanto tenga el animo suficiente, gestionar su pase.
Reinhardus comenzo a caminar hacia la entrada del bulo, mientras que Joe le abria la puerta sin dejar de vigilarme. Queria gritarle que se metiera su pase y toda su ridicula perorata por su culo de zorro ingles, pero estaba completamente sin habla, e incluso sin poder respirar. El dolor en la boca del estomago era muy intenso y sentia que todo giraba a mi alrededor. Lleno de impotencia vi al zorro meterse en el bulo mientras Joe cerraba la puerta. Me deje caer de costado, y luego boca arriba, en un intento por recuperar la capacidad de ingresar aire por mis vias respiratorias. Inesperadamente la puerta volvio a abrirse y por ella salio, nuevamente, el zorro.
- Dejeme decirle, antes de despedirme por completo de usted, una cosa mas. Sospecho que la encontrara interesante. Usted no puede utilizar el ascensor, y tampoco la escalera. Cuestiones de reglamento, como ya le explique. Sin embargo, usted esta en todo su derecho en intentar salir de aqui por otros medios, por lo cual no le reprocho sus intenciones de hace unos momentos tanto como el metodo violento. Si hubiera tratado usted de persuadirme por la razon o mediante algun juego o apuesta, a los cuales soy aficionado como todo buen Vulpino, quizas hubiese conseguido su objetivo. De todos modos, le aconsejo que no desista en su empeño de escapar, incluso aunque nada consiga con esa misma actitud. Joe me conto que usted vive temporalmente en el septimo C, con un tal Gonzales. Le aconsejo que busque un mejor acompañante. Si lo que quiere es salir de aqui, no le sirve de nada pasar su tiempo con gente que mas bien quiere todo lo contrario, es decir, quedarse aqui todo lo posible.
- ¿que... que queres decir co... con eso? - le pregunte.
- Digo que el depto en el que usted esta tiene una clara forma de escape en la ventana que da al pulmon del edificio. Tengo entendido que asi salio la persona que ocupaba el departamento antes que este Gonzales se metiera, no sin verguenza, a vivir alli. La administracion sabe muy bien todo lo que ocurre en el edificio, y al parecer su amigo Gonzales se ha montado todo un negocio con la huertita que cree nos oculta. Digale que no tenemos problemas por el momento pero que, como es natural, nos cobraremos nuestro porcentaje a su debido tiempo. Bueno, amigo mio. Ha sido un placer conocerlo.

En cuanto pude recuperarme, me puse de pie y me dirigi, todavia con paso vacilante, al departamento de Gonzales.

                                                                                   10

Durante los dias siguientes, no recuerdo cuantos fueron, estuve pensando muy detenidamente como confrontar a Gonzales. Era obvio que este sabia mas cosas de las que estaba dispuesto a compartir conmigo y, tal como habia dicho Reinhardus, era tambien obvio que no parecia muy preocupado por salir del edificio.
Luego de pensarlo detenidamente decidi que no lo confrontaria de ninguna manera. Hasta ese momento, mis intentos directos por lograr algo de esa gente habian terminado, sin excepcion, por perjudicarme. Si queria salir de alli, tendria que obrar como ellos. Mediante engaños. Si queria entrar al cuarto de Gonzales tenia que forzar la puerta cuando este no estuviera en el departamento. Pero esto tambien suponia un problema. Las guardias que realizabamos en el pasillo eran cortas y esporadicas, puesto que podiamos vigilar el ascensor con la puerta abierta. Habia intentado abrir la puerta cuando Gonzales estaba en el baño, pero se hallaba cerrada con llave, sin excepciones. La excusa que me habia dado para mantener cerrada la puerta (seguridad, suicidios) era obscenamente estupida, pero cuestionarla era equivalente a propulsar una confrontacion directa con Gonzales, que era lo que a toda costa queria evitar. Pelearme con el podria suponer el verme arrojado nuevamente a la inclemencia del pasillo, en donde podia encontrarme nuevamente con Orco o ser atacado por lo que sea que saliese del ascensor. Si me decidia a enfrentar a Gonzales, debia hacerlo hasta las ultimas consecuencias. No solo no podia dejarme echar del departamento, sino que, en caso de que no quisiera darme las llaves de su cuarto, tendria que noquearlo, quizas matarlo, para conseguirlas.
Sabia que si la confrontacion comenzaba, llegaria hasta las ultimas consecuencias, puesto que ya esperaba, basandome en la actitud de Gonzales, una negativa por anticipado y, peor aun, mas que una negativa, una enorme retahila de excusas y desviaciones. Queria evitar esto. La principal dificultad tecnica era, antes que nada, el hecho de que Gonzales tuviese todas las llaves del departamento y yo, ninguna. Jamas podia estar seguro y resguardado tras una puerta, que siempre podia abrirse en cualquier momento.
Cualquiera hubiese pensado que el mejor momento para realizar esta incursion era durante la noche, cuando Gonzales estuviese dormido. Pero ocurria que Gonzales dormia bastante poco y, para colmo de males, lo hacia sin seguir un horario especifico y mas bien de un momento para el otro , cuando le venia en ganas; Tanto que muchas veces lo habia encontrado dormido en plena guardia o en el baño y, por el contrario, lo habia descubierto con los ojos abiertos cuando hubiese jurado que estaba roncando a pata suelta. Si queria entrar al cuarto, tenia que esperar mi oportunidad. Quizas tuviese que generarla.

                                                                                  11

Tuve que esperar varias semanas hasta que se me presento una chance. Durante ese tiempo me habia dedicado a estudiar lo mejor posible el comportamiento de Gonzales. Su rutina, si asi se la podia llamar, era una extraña mezcla de tareas cronometradas y tiempos aparentemente muertos. Comia regularmente tres o cuatro veces por dia, casi siempre fruta o pequeños sanguches que se preparaba en cualquier momento del dia. Era exactamente lo mismo que con los periodos de sueño. Dormia todos los dias, de a ratos, un poco aqui y un poco alla. Me hubiera gustado preguntarle si esta manera de hacer las cosas era intencionada o si era sencillamente desorganizado, pero temia que preguntarle lo pusiera en alerta sobre mi propio estado de observacion.
Y es que, pese a que lo estudiaba minuciosamente, fingia una actitud despreocupada respecto de mi situacion, tanto que, bastante a menudo, soliamos bromear sobre nuestro estado de cautiverio temporal. Nunca deje de notar que Gonzales no olvidaba jamas recalcar lo de temporal pese a que jamas habia cumplido su promesa de ayudarme a salir de alli.
Las primeras semanas habia temido - mi aparente inactividad tambien se fundaba en la idea de molestarlo lo menos posible - que me pidiese abandonar el departamento de un dia para el otro. Despues de todo, si bien habia acogido con diversion mi anecdota sobre la pelea con Orco, habia fruncido el seño cuando le conte, si bien omitiendo las partes que obstaculizaban mi plan, mi encuentro con Reinhardus el Zorro. Primeramente, lo sorprendio - y hasta me atrevo a decir que note cierta envidia en su cara - que me hubiese encontrado, de buenas a primeras, con el dueño del bulo, al que el no habia visto ni una sola vez en todo el tiempo que trabajo alli.
Segun Gonzales, Reinhardus era extremadamente reaccio a toparse con seres humanos, de entre los cuales solo solia tratarse con Joe y con algun otro subordinado de confianza. Tanta era su misantropia que Joe los obligaba a encerrarse en los cuartos hasta que la visita "del jefe" se terminaba,
Era obvio que mi compañero de departamento pensaba que si Reinhardus se habia aparecido en el pasillo estando yo cerca, era porque queria justamente encontrarse conmigo. Yo, que recordaba al parecer mucho mejor que el como se habia sucitado el encuentro entre nosotros, no estaba tan convencido como el. Aunque, claro esta, no era del todo imposible. Despues de todo lo mas probable era que Reinhardus tuviese tambien acceso al sistema de vigilancia del edificio, y que supiese en todo momento lo que pasaba en cualquiera de los pisos. Gonzales mostro una curiosidad genuina por el aspecto y las maneras del aristocrata, pero sobre todo, estaba muy interesado en la charla que habiamos mantenido, en que le habia dicho yo y mas que nada, en alguna informacion que el pudiera haberme revelado. Tuve el buen tino de mostrarme parco y de no contarle absolutamente mas que invenciones y vaguedades. Fue entonces cuando se me ocurrio que podia usar aquel encuentro con Reinhardus para generar la oportunidad que necesitaba. Podia usar la informacion que me habia dado el zorro para crear alguna situacion ventajosa. Solamente necesitaba el contexto, y ese contexto tenia que salir del mismo Gonzales: de ahi el porque de mi investigacion.

                                                                                     12

Esa noche, mientras tomabamos un vino tinto que Gonzales habia estado guardando por un tiempo sin ninguna razon aparente, volvio a surgir el tema de Niurka.

- Es increible - volvia a decir yo - que una chica se pueda prestar a acostarse con un monstruo asi solo por cama y comida.
-  Y acceso al sistema de vigilancia, no te olvides de eso - me dijo Gonzales apurando el vaso. Ya lo habia notado antes, pero parecia siempre dispuesto a exculpar a Niurka de cualquier cosa. ¿seria que acaso estaba interesado en ella? Me decidi a explorar la posibilidad de sacarle ventaja si era asi.
- Por eso mismo - le dije - ella ya tenia casa y comida, en el bulo. Lo que gana es casi nada en comparacion de lo que pierde, no se si me entendes. Porque no me vas a decir que disfruta con la monstruosidad esa, ¿no? Ya se que antes también se acostaba con otros bichos, pero hay bichos y bichos.
- ¿vos que sabes, si disfruta o si no? Lo que estas diciendo es que hizo un mal trato - dijo Gonzales.
- No, todo lo contrario - lo corregi - estoy diciendo que sus motivaciones no son las que vos decis. Fijate que si ella hubiera hecho un mal trato no le costaba nada dar marcha atras, es decir, mandarse a mudar de vuelta al bulo. Seguramente el zorro y Joe la habrían admitido de vuelta. Es bastante mas linda que el resto de las chicas, y tiene actitud y voluntad de sobra, ¿no?

Yo no conocia mas que a Priscilla, y a Niurka apenas la habia visto una decima de segundo. Ni siquiera recordaba su cara, y mucho menos sabia si era mas o menos linda que el resto de las chicas. Lo que me interesaba era la respuesta de Gonzales.

- Ciertamente - me concedio.
- Pues bien. La habrian aceptado de vuelta. ¿por que no volvio entonces? - dije yo.
- Porque es ambiciosa - dijo Gonzales.
- ¿pero ambiciosa de que? - insistí - ¿de un piso, de un piso para ella sola? ¿de poder curiosear los monitores de seguridad? Si lo analizamos desde la perspectiva costo-beneficio, y volvemos a lo mismo, hay que declarar que si, que hizo un mal trato.
- No entiendo a donde queres llegar - me dijo Gonzales. Lo notaba molesto con la conversacion.
- Quiero llegar a que hay algo que no cuadra - continué - o Niurka pago demasiado caro o no pago demasiado caro. Si hubiera pagado demasiado caro, ya estaria de vuelta en el bulo, porque como vos decis es ambiciosa y no le van a vender gato por liebre. Pero si sigue ahi, aguantandose al orco, entonces es que no pago caro, ¿entendes? ¡significa que le gusta coger con ese sapo gigante! - exclame, exagerando mi cinismo. Luego comence a reirme a las carcajadas, como si encontrara que mi deduccion era lo mas divertido del mundo. Mientras me reia no perdia de vista las reacciones de Gonzales. Se fue poniendo cada vez mas colorado hasta que, de repente, le dio un manotazo a la mesa.
- ¡bueno, basta de reirse! - me grito. Yo me detuve en el acto. Era la primera vez que lo veia alterado. Ahora no tenia dudas.
- Disculpame - le dije - la verdad no pense que te alterase el tema. ¿te pasa algo con Niurka a vos? ¿o fue que tuviste algo cuando trabajabas alla?
- Ni tuve nada ni me pasa nada. Simplemente me molesta que saques tus conclusiones basadas en nada mas que pura especulacion. Esa actitud no te va a llevar a buen puerto - dijo el con un aire sombrio.
- Pero vos mismo me dijiste que no hay manera de saber si disfruta o no disfruta de sus relaciones con el Orco. ¿te parece imposible? Incluso puede que ella lo cuente entre sus beneficios.
- Para nada - me aseguro Gonzales - los gemidos y los gritos que escuchamos son tipicos de la perfecta profesional. Estuve alla el tiempo suficiente para reconocer la diferencia entre las expresiones genuinas y las simuladas.
- Entiendo - le dije, poniendo mi mejor cara reflexiva - entonces, si confio en tu juicio, tenemos que descartar que le guste acostarse con la cosa esa. Pero eso nos arroja de vuelta al problema inicial: si no le gusta, ya se habria vuelto al bulo. Aunque... ahora que recuerdo... se me acaba de ocurrir otra posibilidad.
- ¿cual posibilidad? - pregunto Gonzales. Lo mire por el rabillo del ojo, como midiendo mis palabras.
- Bueno, a decir verdad... - dije yo, haciendo nuevamente una reticencia para hablar.
- ¿que, que cosa? Soltalo de una vez - me apuro Gonzales.
- Bueno, Reinhardus me dio a entender algo... pero... no estoy seguro de haberlo comprendido bien... asi que... - Gonzales, aparentemente molesto por mi reticencia, me miraba con creciente descontento.
- Escuchame - me dijo, nuevamente utilizando su tono sombrio - te estoy alojando en mi departamento sin hacerte ningun cuestionamiento. Me parece que si tenes alguna informacion valiosa deberias contarmela como aliado tuyo que soy.
- Tenes razon - le dije yo, ya seguro de que habia picado el anzuelo - lo que pasa es que el zorro ese habla de una manera extraña, casi en acertijos; Pero me dio a entender, si yo no me equivoco, que estan estudiando, a peticion del Orco, cederle a Niurka tambien este departamento.
Inmediatamente comence a observar que de colorado, el rostro de Gonzales se tornaba de un color verde palido.
- ¿como este departamento? - dijo atónito.
- Dicen que nosotros no tenemos ningun aval para estar aca. El zorro me dijo que a los ojos de la administracion, vos te metiste ilegalmente a vivir aca... y no solo eso.
- ¿que mas?
- Dicen que les debes una buena suma por todos los meses que llevas aca. Parece que el Orco le conto esto a Niurka y...
- ¿¡y que?! - me grito Gonzales.
- Y al parecer a ella se le ocurrio que si el Orco pagaba esa deuda, podian tomar posesion del departamento. Y en eso están.
- No tiene sentido - murmuro Gonzales - ¿para que? ¿que sentido tendria que se quede con este departamento?
- No tengo idea - le dije - ¿puede ser que haya alguna diferencia entre este departamento y el de Niurka?. Guarde silencio y espere. Por la subita transformacion que se opero en la cara de Gonzales note que habia llegado a la conclusion a la que lo habia ido guiando.
- La ventana - murmuro nuevamente Gonzales, menos para mi que para si mismo.
- ¿que ventana? - le pregunte yo. Pero
- La ventana, claro; La ventana. - repetia una y otra vez. Parecia ensimismado y o bien no escucho mi pregunta o bien la ignoro por completo - Asi que lo que quiere es la ventana. Se cree que...
- Voy a montar guardia al pasillo - le dije levantandome. Gonzales se paro y me detuvo con el brazo.
- No. Voy yo - me dijo. Espere a que saliera y me acerque a la pared de la puerta para escuchar mejor. Gonzales ya se hallaba pegado a la puerta de Niurka, golpeando y susurrando palabras que no llegaba a oir.
El plan habia salido a la perfeccion. Tenia que apresurarme.



                                                                       13

Fui directamente hacia la puerta de la pieza de Gonzales, donde sin dudas tenia que estar la ventana que daba al pulmon del edificio. Intente abrirla sin hacer ruido, pero estaba con llave. Gonzales no tardaria mucho en volver, o quizas si. No tenia manera de saberlo y, de todas formas, tenia que apresurarme. Si se descubrian mis intenciones no volveria a tener otra oportunidad.
Tome un destornillador y comence a hacer palanca. La cerradura era vieja y la madera de la puerta tenia un aspecto endeble, por lo cual me sorprendio lo bien cerrada que estaba la puerta. Intente entonces desarmar la cerradura. Era una trabex comun, de fabricacion nacional. Me llevo apenas treinta segundos desarmar la parte exterior, pero de ahi en adelante no sabia como seguir. Volvi, esta vez con todas mis fuerzas, a hacer palanca con el destornillador. Le cargue a la palanca todo el peso del cuerpo, y escuche un ruido sordo y seco, como el que haria una varilla metalica al quebrarse. Mire la cerradura y, mas alla de un doblez en la chapa que enmarcaba la madera a la altura del cerrojo, no habia cambios. La puerta seguia cerrada. No podia hacer mas nada. Tome carrera retrocediendo todo lo que pude y me arroje contra la puerta con todas mis fuerzas.
Sorprendentemente, logre abrirla. La cerradura cedio ante el primer golpe y pase hacia el otro lado. El golpe habia sido duro y seco. ¿lo habria escuchado Gonzales? Era muy probable. Aunque no habia asido un ruido estrepitoso, no habia otros ruidos en el piso. Mire la cerradura. La placa de metal correspondiente al marco habia sido casi doblada por completo. No me iba a servir de nada cerrar la puerta. Mire a mi alrededor e inmediatamente supe lo que tenia que hacer. Cerre la puerta y luego volque, haciendo uso de todas mis fuerzas, un ropero contra la puerta cerrada. Eso me daria tiempo, al menos un poco. No llegue a tener ese pensamiento cuando escuche la entrada precipitada de Gonzales al departamento. No habia vuelta atras.
Apoyandome contra la el ropero que bloqueaba la puerta, me dispuse a resistir los intentos de entrar que Gonzales empezaria a efectuar de un momento a otro. Realice un rapido reconocimiento de la pieza. Ademas del ropero que habia volcado, habia una cama, bastante destartalada, y una mesa de luz de madera rustica. Justo enfrente mio, estaba la famosa ventana. Era una ventana de doble hoja, con mosquitero. ¿que mas habia? en el suelo habia lo que parecian ser elementos de jardineria. Varias macetas, una bolsa de tierra, dos palas, un rastrillo. Me extrañaba de esto cuando escuche los primeros gritos, furiosos, de Gonzales.
- ¡Esta prohibido! - Gritaba aporreando la puerta - ¡absoluta, completamente prohibido! ¡sali ya mismo de ahi adentro! - entendi que no valia la pena contestarle. Estaba enfrente de la ventana pero, curiosamente, no habia pensado que es lo que iba a hacer una vez que llegara hasta ahi. Estabamos en un septimo piso, por lo que saltar no era una opcion. Por otro lado, si dejaba de hacer presion contra el ropero, Gonzales podria entrar si intentaba taclear la puerta con todas sus fuerzas. Tenia que decidirme lo mas rapido posible. De un salto estuve junto a la ventana. La abri.
Asome la cabeza y mire hacia arriba y luego hacia abajo. Hacia arriba - Gonzales habia comenzado a patear la puerta mientras continuaba con su sarta de gritos e insultos - se extendian cuatro enormes paredes llenas de ventanas y ventanitas. Hacia abajo, exactamente siete pisos, se veia un cubiculo de baldosas. Entonces descubri la escalera. Estaba hecha completamente con sogas y telas. Descendia - dado la profundidad del pozo no podia juzgarlo a ciencia cierta - hasta el fondo del agujero. Estaba atada a lo que parecia ser un viejo aire acondicionado, justo debajo de mi ventana, y un poco a mi izquierda. Teniendo cuidado, podia salir y comenzar a bajar por ella. Comprendi que aquello era lo que Gonzales ocultaba con tanto celo. Senti una oleada de odio por aquel sujeto. ¡tuvo todo ese tiempo la forma de salir de alli! Me dije a mi mismo que no perderia la oportunidad de darle una buena paliza en cuanto lo tuviera enfrente, lo cual iba a ser en unos momentos, pues el ropero comenzaba a tambalearse bajo los empujones que Gonzales le daba a la puerta. Sin mas preambulos saque medio cuerpo por la ventana y, cuidando de apoyar primero un pie y despues el otro, comence a descender por aquella estrafalaria escalera de soga.


                                                                                14

¿Resistiria? Apenas comence a bajar estuve seguro de que no. Muy rapidamente- pues temia que Gonzales ya hubiese entrado y se dispusiera a cortar la escalera o a comenzar a tirar hacia arriba de ella - comence a bajar por los eslabones de soga. La escalera se pegaba a la pared, lo cual me dejaba un muy corto y peligrosisimo angulo para meter las manos y los pies. Mientras bajaba descubri que el truco estaba en empujar hacia afuera con una de las piernas mientras con la otra buscaba hacia abajo el siguiente eslabon. Para mi sorpresa, los eslabones estaban perfectamente anudados. Una mancha marron paso a escasos centimetros de mi rostro y, al segundo siguiente, escuche el estruendo de algo rompiendose en mil pedazos. Mire hacia arriba y vi, aproximadamente dos pisos por encima mio, la cara descompuesta de Gonzales. Luego mire hacia abajo y vi que, casi en el centro del cuadrado color terracota, habia una mancha de tierra. Me habia arrojado una maceta.
Continué bajando y a medida que descendía los gritos de Gonzales se iban haciendo mas debiles. Cada vez que llegaba a una ventana comprobaba, con desasosiego, que estaba cerrada o con las persianas completamente bajas. Continue bajando, lentamente, hasta llegar a lo que, por la altura a la que me hallaba del piso, debia ser el primer piso. Estaba examinando la ventana cuando de repente me precipite al vacio. La caida fue tan sorpresiva, tan rapida y tan corta que ni siquiera tuve tiempo a soltar la escalera de soga. Cai sobre mis piernas e inmediatamente senti un fuerte dolor en ambas rodillas. La fuerza del impacto me recorrio inmediatamente las piernas y la cadera y luego me precipito directamente al piso, en donde por suerte pude amortiguar la caida con las manos y los brazos.
Respirando agitadamente, todavia presa del susto, comence a palparme los tobillos, las rodillas y el resto de las piernas, buscando alguna fractura. Las rodillas me dolian enormemente, al igual que las plantas del pie y las palmas de las manos. Intente pararme pero un fuerte dolor en el tobillo derecho hizo que volviera a caerme. Sin duda era una torcedura o un esguince. Respire hondo. Mas alla de la torcedura y los golpes propios de la caida, estaba bien.
¿que habia pasado? ¿acaso la escalera se había desatado en alguno de los eslabones? Cojeando, me acerque a la serpiente de tela que se había enrollado cerca mio. Me puse a revisar los eslabones uno a uno. Parecían estar bien. No fue hasta que llegue al final de la escalera que descubri la causa de mi caída: Gonzales había cortado la escalera. El bastardo... ¿habia intentado matarme? ¿o solo deshacerse de mi? No habia tanta diferencia entre una y otra como para decidirme por alguna. Mire, furioso, hacia arriba. Muy arriba, exactamente donde tenia que estar la ventana de Gonzales, veia algo que me miraba. Una cabeza. Su cabeza. Querría ver si había sobrevivido. Desafiante, levante una mano para saludarlo burlonamente. La cabeza desapareció. Rápidamente me pegue a una de las paredes, por si se le ocurría arrojarme alguna otra cosa. Espere cinco minutos, luego diez, pero Gonzales no volvio a aparecer. Recien entonces me dedique a echar un vistazo a mi alrededor.
El pulmon del edificio era un cuadrado de aproximadamente tres metros y medio por tres metros y medio, completamente cubierto de baldosas anaranjadas. A los costados, contra cada una de las paredes, habia cuatro rejillas de desagote que bordeaban el perimetro del patio. En el costado izquierdo del patio, que era el opuesto al de la pared por la cual yo habia bajado, habia lo que parecia ser un cantero de un metro de ancho por dos de largo y unos cincuenta o sesenta centimetros de alto. En este cantero habia lo que parecia ser una huerta casera. Recorde las herramientas de jardineria en el cuarto de  Gonzales y comprendi que  era este quien habia plantado aquella huerta. Aunque tambien estaba la posibilidad de que la huerta fuese obra de alguien mas. De el anterior ocupante del departamento o de cualquiera de los animaloides que habia en el edificio. Sin embargo, sabia que esto ultimo, aunque completamente posible, era falso. Tenia la impresion de que aquel lugar quedaba, de algun modo, fuera de los limites de la jurisdiccion de los animaloides. Quizas era porque estaba afuera del edificio. Adentro y afuera a un tiempo.  Aunque estaba cercado por cuatro enormes paredes, sobre mi cabeza podia ver un rectangulo celeste fosforescente de cielo azul.
Volvi a vigilar la ventana de Gonzales y, como no vi a nadie, me acerque a examinar la huerta. En el borde del cantero habia dos o tres bolsas de tierra - ¿de donde las habría sacado? - y algunas herramientas de jardinería: dos pequeñas palas, un rastrillo y algo que parecia ser una cuchara de albañil. La huerta estaba bastante bien nutrida: había tomates, zanahorias, pimientos, puerros y cebollas. Estire la mano para arrancar un tomate cuando oí un gran estruendo justo a mis espaldas. Inmediatamente me arroje, de un salto, contra una de las paredes, justo a tiempo para evitar otra maceta que, de no moverme, me habria destrozado el craneo. Al volver a mirar hacia arriba vi, lejana pero clara, el rostro descompuesto de Gonzales. Ahora no habia dudas de que intentaba matarme. Sin quitar los ojos de el, por si se le ocurria atacar de vuelta, volvi a acercarme al huerto y comencé a comerme un tomate. Gonzales se podia ir a la mismisima mierda. Ya me habia arrojado tres macetas, y dificilmente tendria mas de dos o tres mas en su departamento.


                                                                         
                                                                              15

Me habia pasado toda la noche pensando la forma de salir de alli, pero no se me habia ocurrido gran cosa. Como Gonzales no habia vuelto a aparecer, me habia arriesgado a dormir a algunos intervalos.
Durante alguno de estos intervalos tuve el siguiente sueño. Me hallaba en un jardin o quizas en una pequeña plaza circular de lo que parecia ser una ciudad Calabresa. Quizas Regio, quizas Catanzaro. La plaza no era mas que un extenso circulo de cesped rodeado por estatuas, con una fuente en en centro. Note que la plaza estaba bien iluminada por varias luces de un color azulado. No podia determinar de donde venian las luces, pero me imagine que sin duda seria de faroles de gas.

En este sueño, recorria la plaza. Le prestaba especial atencion a las estatuas. Rodeaban el perimetro de la plaza cada tres o cuatro metros, formando un circulo casi perfecto que rodeaba la ya mencionada fuente. Eran estatuas de mujeres y, dado el color verdoso que tenian, parecian estar hechas de hierro o niquel. Sin duda eran muy viejas y su estado era descuidado, cuando no deplorable. La mayoria tenian cierto grado de deterioro: oxido, musco, partes decoloradas. No conte exactamente cuantas eran. ¿Siete, ocho, doce? No deberian ser menos de ocho, pero realmente solo tenia cuatro a la vista. Las otras se perfilaban, inciertas, contra el claroscuro.

Las estatuas similaban lo que parecian ser deidades romanas. Acercandome mas, vi que mas bien representaban a diversos tipos de mujeres de la epoca romana. Habia una campesina que llevaba un vestido ligero y cargaba un cesto de mimbre lleno de lo que parecian peros y uvas. Habia tambien una plebeya con un cantaro de agua, una mujer guerrera que me recordaba fuertemente a Minerva, pues llevaba una media coraza de cuero y una especie de gorro alado que me recordaba a Mercurio; Otra de las estatuas representaba a una hermosa noble patricia, con una detallada toga de color purpura. Rodeando la plaza de derecha a izquierda iba revisando las estatuas una por una. Por alguna razon me parecia importante el hecho de que fueran de hierro y el hecho de que estuvieran tan deterioradas. Analizando la figura de una virgen en pleno rezo me di cuenta de que aquellas estatuas habian sido cortadas en partes y luego vueltas a juntas. Si se las miraba de cerca podian verse las mercas de fundicion. Cuando volvi a encontrarme con la campesina del cesto de mimbre supe que ya las habia visto todas.

Me acerque a la fuente y la inspeccione. Un leon de piedra, casi irreconocible por el desgaste, se alzaba en en el centro, sobre un monolito, y esto era todo. Ni siquiera arrojaba agua por la boca. La fuente no tenia agua en absoluto. Estaba vacia. Solo un fondo de porqueria y hojas secas. Comprobarlo me hizo sentir decepcionado.  Habia llegado a creer que esa consorte de guardias de hierro estaba protegiendo algo extremadamente valioso. Mire a mi alrededor, buscando algo que recompusiera el misterio del escenario inicial. Entonces fue que note que unos metros hacia la izquierda se llegaba a divisar otra estatua. Aguce la vista y vi que, efectivamente, parecia divisarse una figura a diez o doce metros; Esta estatua, si es que era una estatua, quedaba parcialmente oculta entre las sombras de un bosquecillo. Comprendi que si queria ver de que se trataba deberia abandonar la seguridad de la plaza y de sus frias luces azuladas. Algo me decia que aquellas estatuas de hierro no eran guardianes sino protectores; No cuidaban el ingreso al circulo sino que protegian a cualquiera que estuviera en la plaza.

Salir de la plaza, alejarse mas alla de sus limites, equivalia a abandonar la proteccion de las estatuas. Todas aquellas mujeres de hierro tenian una mirada comprensiva que al mismo tiempo parecia encerrar una admonicion; Sin dudas era una advertencia piadosa y benefica. Incluso me parecio detectar cierta preocupacion en la inmovilidad de sus rostros y en el vacio de sus ojos. Se me ocurrio que lo mejor que podia hacer era quedarme dentro de la plaza y evitar aquella misteriosa estatua del bosque y, sin embargo, hice todo lo contrario: abandone la plaza y me interne en el sombrio bosquecillo.

Camine algunos pasos entre los arboles, sorteando troncos y apartando las ramas que parecian querer arañarme la cara. Cuando llegue hasta la estatua descubri que en realidad era un pequeño surtidor en forma de estatua, que sin duda pertenecia a una estatua mas grande o a alguna fuente; Se me ocurrio que quizas aquel surtidor pertenecia originalmente a la fuente que ahora tenia al leon como deidad.

La estatua constaba de una columna de acero con ribetes de enredadera y forma de reloj de arena, de un metro de altura. Sobre esta plataforma habia algo irregular como una roca o promontorio, sobre el cual se hallaban sentados, espalda contra espalda, lo que parecian ser dos querubines. Inmediatamente busque las alas, pero no estaban. Eran entonces dos duendes o, fijandome en los cuerpos graciles pero regordetes, dos niños pequeños. Un niño y una niña. Los cuerpos eran parecidos pero ligeramente diferentes. Mas tosco del de el, mas gracil, con unas formas apenas insinuadas, que permitian la imaginacion mas que la percepcion de lo femenino, en ella. La niña (o hada o pixie o lo que fuese) se recostaba comodamente contra el hombro de su hermano o amigo o compañero, que era un poco mas alto que ella y que tenia la particularidad de estar decapitado. En efecto, no tenia cabeza. ¿como no lo habia notado antes? Acercandome mas me di cuenta de que la cabeza habia sido arrancada (probablemente de un golpe, pues la superficie no era plana) a la altura de la barbilla. Al estar tambien apoyados espalda contra espalda, la niña daba la impresion de estar susurrandole alguna cosa al oido inexistente de la otra figura.

A diferencia de las estatuas anteriores, estos seres no eran de hierro sino de marmol blanco. Rodee la escultura buscando la cabeza del chico, pero no estaba por ningun lado. Los cuerpos, sin dudas blancos en una mejor epoca, ahora estaban amarillentos y en algunos sitios cubiertos de un verdin verde casi fosforescente.

La cara de la nena, vuelta hacia un costado, miraba sonriente hacia abajo, con los parpados casi cerrados. La sonrisa era tan ambigua y retorcida que me recordo a los mas oscuros cuadros de Da Vinci. Esa expresion, con la cabeza ladeada hacia el costado, con la barbilla sobre el hombro desnudo, con la expresion dulce y beatifica en el rostro que oculta los ojos bajo bellos parpados de largas pestañas, todo aquello, ¿no era la expresion de Santa Ana en el oleo del maestro? Lo era. Lo era y no lo era. La sonrisa de esta niña era mas amplia. Los ojos, mas insidiosos. Los labios, mas contraidos. La expresion de beatitud oscilaba con la de perversión. La de beatitud, con la de malicia. La de comprension, con la de burla. La de amor, con la de desprecio. La fosforescencia del limo que le cruzaba la cara le daba un aspecto perfido que chocaba directamente con los rasgos angelicales del rostro de marmol. Mientras examinaba la cara de la escultura, me fue ganando un sentimiento de repungancia que rapidamente se convirtio en pavor. La sonrisa parecia estar acentuandose y, a medida que lo hacia, la verde putrefaccion es expandia por la cara y por el cuello de la figura, hasta que finalmente la cubria por completo no solo a ella, sino tambien a su compañero. La estatua se pudria y comenzaba a caerse a pedazos.

Paralizado, veia como ahora el verdun cobraba volumen y comenzaba a transformarse en un musgo del mismo color. Supe de algun modo que aquella sonrisa nefasta y el musgo que ahora veia obedecian a la misma entidad diabolica. Tenia un fuerte deseo de correr y de gritar, pero estaba completamente paralizado en mi sitio, sin poder hacer otra cosa que ver como aquel musgo crecia y crecia, hasta levantarse en un ser mitad arbol y mitad hongo que, tambaleante, se dejaba caer sobre mi. Tome aire y, con todas mis fuerzas, solte un enorme alarido. Entonces desperte. Sobre mi cabeza veia un cuadrado de un azul oscuro. Tarde unos segundos en comprender donde estaba.

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A medida que transcurria la mañana comence a sufrir el calor. No tenia ninguna forma de resguardarme del sol que furiosamente caia sobre mi. Era un dia completamente despejado. Me quite el saco y lo deje, doblado, en el borde del cantero.
Comía un tomate tras otro mientras intentaba hallar la solución al hecho ineludible que me hallaba atrapado ahí. ¿que podia hacer? habia bajado sin pensarlo y ahora no tenia forma alguna de salir de ese patio. Las ventanas mas proximas, las del primer piso, estaban a casi tres metros del suelo. Las paredes eran completamente lisas, sin hendiduras, caños o cualquier imperfección que permitiera treparlas y, aunque lo hubiesen tenido, mi tobillo hinchado me disuadía de cualquier acción acrobática. Para colmo de males, me dolia la cabeza y el cuello, sin dudas por haber dormido sobre el suelo de baldosas.

¿que haría a continuación? Sin dudas podía intentar pedir ayuda a gritos. Luego de pensarlo unos instantes llegue a la conclusión de que hacerlo era mas peligroso que mi situación actual. De tan solo pensar en que el Orco o los Conejos pudieran descubrir que estaba atrapado sin salida en aquel agujero me daban escalofrios. Volvi a recordar los ojos rojos de los conejos y supe sin dudas que si me descubrian alli abajo seria mi fin. Conseguirian una escalera y irian bajando, tranquilamente, uno por uno hasta superarme en numero, y luego... bueno, era mejor no pensar lo que pasaria luego. Y luego, por supuesto, estaba Gonzales, quien sin dudas me odiaba y que ademas se sentia traicionado. No podia descartar la posibilidad de que Gonzales le contase a los otros, a las chicas, al Orco o a quien sea acerca de mi situacion actual. La logica me instaba a salir cuanto antes de aquel sitio.
Me sente en el piso y termine de comer, muy lentamente, el ultimo tomate que habia arrancado. Tenia que hacer un inventario. Tenia las verduras de la huerta, la ropa que llevaba puesta, y, ¿que mas? Casi nada mas. En una de las paredes habia una canilla, de la cual comprobe salia un agua potable con marcado gusto a cloro. Lamente no tener siquiera una botella plastica para cargar agua. Manteniendome a base de la huerta y el agua de la canilla podía sobrevivir varios días en aquel sitio sin mayores problemas. Esto, claro, siempre que la situación no cambiase de manera drástica, lo cual era imposible de saber en mi situación. Bien. ¿y que mas? me pregunte, y con fastidio descubrí que mi razonamiento terminaba ahi. La escalera de soga hecha de prendas de ropa yacia a mis tirada en el centro del patio. Se me ocurrio que podia fabricar un lazo con ella e intentar colgarlo de alguna saliente o de alguna ventana, de manera de poder escalar. Analice esta opción y termine por descartarla. Las ventanas estaban todas cerradas y con las persianas bajas. Por alguna razón, ningún departamento se interesaba en el pulmón del edificio. El tobillo, que me dolía ya considerablemente, me disuadía de trepar por cualquier soga o linea que no tuviera escalones.
Por fuera de esto, no se me ocurría nada. En realidad se me ocurrían muchas cosas, todas igualmente ingeniosas y todas igualmente impracticables. Cuando comence a idear escapes que rozaban lo utopico decidi detenerme. No habia caso. No disponia de los medios para evadirme por mi cuenta. Diciendolo en pocas palabras: Estaba atrapado.
Atrapado. Tenia que esperar que la situacion cambiara. Necesitaba un factor externo que me sacara de alli. Se me ocurria que uno de esos factores podia ser Gonzales. En efecto, ¿era imposible que se compadeciera de mi? Me concentre un rato en la ventana del septimo, con la esperanza que en algun momento se asomara aunque no fuese mas que para tirarme algo. Pero fue en vano. No solo no vi señales de movimiento, sino que incluso tenia la sensacion de que Gonzales tambien habia bajado la persiana. ¿era posible? No me parecía creíble que se dignara a abandonar aquella huerta tan bien provista que venia manteniendo hasta ese entonces. Se me ocurrio que si la persiana estaba cerrada era porque Gonzales estaba tramando algo. ¿que podia ser? No tenia ganas de averiguarlo. Me puse de pie y comence a caminar por el patio. Quizas ponerme en movimiento me ayudase a pensar mejor.

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Pase el resto del dia alternando periodos de caminata con periodos de estar sentado mordisqueando algun tomate. Me habia comido al menos un kilo en lo que iba del dia. Los primeros los habia comido apenas arrancados de la planta, pero a los siguientes los habia lavado en la canilla. Tambien habia lavado dos o tres macetas de barro cocido para llenarlas de agua. En efecto, nada me aseguraba que la canilla continuaria brindandome agua de manera indefinida. No me parecia normal que Gonzales no hubiera hecho nada para perjudicarme. El conocia esa canilla. ¿era imposible que le pidiera al Orco cortar el suministro? No solo no era imposible, sino que ademas era una medida que iba a las mil maravillas con un tipo como Gonzales, que tenia bastante sangre fria. Fue por esto que, cuando ya caia la tarde y un cono de sombra se desplegaba desde la pared este (cono que aproveche para ponerme por fin a la sombra), no me sorprendi cuando al abrir la canilla no salio ni una gota de agua.
- Bueno, estoy hecho - me dije a mi mismo, intentando conservar el sentido del humor. Sin embargo, pese a que intentaba aparentar tranquilidad (lo cual era estupido porque nadie me observaba) mi situacion me inquietaba bastante. Era obvio que sin agua no aguantaria mas de dos o tres dias. El patio, en donde pegaba el sol desde el alba hasta el atardecer, era un pequeño horno. Mientras pasaban las horas la tentacion de comenzar a llamar a Gonzales para intentar negociar con el se iba haciendo mas y mas grande. Solamente me detenia el ya mencionado miedo - mas bien, terror - a ser descubierto por alguien mas y, mas precisamente, por alguna peligrosa variedad de animaloide carnivoro. Ademas, si Gonzales habia sido el culpable de la falta de agua no era muy probable que se compadeciera de mi y me ayudara. Era obvio que queria acabar conmigo. Si solamente hubiera querido sacarme de ahi podria haber empleado otros metodos, como enviar a alguien a darme una paliza o algo por el estilo. Pero no. Habia elegido matarme de sed. Mis ganas de pedirle ayuda se alternaban con las ganas de insultarlo lisa y llanamente. No tenia sentido hacerlo. Luego de pensar y repensar todas mis opciones llegue a la conclusion final e inapelable de que estaba jodido. Bien jodido. Entonces escuche un ruido a mis espaldas. Un ruido sordo, siseante y apagado. Me di vuelta esperando lo peor y vi, incredulo, lo que habia caido. A pocos metros mio colgaba una escalera de soga.

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Me acerque a la escalera y la examine. Venia desde lo alto. No podía establecer exactamente de que piso, pero si que era un piso superior al de Gonzales. La escalera subía y subía y se alejaba hacia lo alto, aparentemente sin fin. Se me ocurrió que seria interesante si la escalera continuara subiendo incluso por encima de la azotea del edificio, hacia las nubes. Tambien note que esta escalera no era para nada rudimentaria, sino que era una verdadera escalera de soga, construida industrialmente. los extremos eran de un material trenzado que parecia tener alambre o malla de hierro en su interior. Cada peldaño era una solida tabla de madera acanalada por donde pasaban ambas sogas. Le di un fuerte tiron y luego me colgue de ella haciendo todo el peso posible. No note que cediera un apise. Las tablas de madera eran bastante anchas, lo suficiente como para poder apoyar mi tobillo lastimado sin mayor problema. Para facilitar aun mas las cosas, cada tanto tramo la escalera poseía unos agarres o manijas que intui estaban destinados a hacer pausas con mayor seguridad.
¿Que haria? Subir implicaba un riesgo. Podía ser una trampa. Una trampa de Gonzales, del Orco o incluso de los Conejos. Me imagine a estos últimos, vestidos de etiqueta y cubiertos en mano, sentados en una larga mesa  frente a la ventana desde donde colgaba la escalera. Si, era una posibilidad. Pero tambien lo era no subir. Es decir, podian retirar la escalera de un momento a otro y, si eso pasaba, moriria de sed irremisiblemente. Subir era un riesgo, pero quedarme alli era una muerte segura. Me aferre a esta idea y comence a subir.
Cuando iba subiendo a la altura del primer piso se me ocurio que quizas su plan era cortar la escalera cuando me hallara a una altura que asegurara una caida mortal. Mire hacia arriba para ver si alguien me espiaba, pero no vi mas que las ventanas cerradas de los pisos inmediatamente superiores. Quien fuera que me habia arrojado esa escalera, no podria verme si se hallaba a una altura tan elevada. La unica forma que tendria entonces para calcular mi posicion seria la de contar el tiempo. Sin duda podia percatarse de que habia empezado a subir por los movimientos que mi subida le transmitian a la soga. Se me ocurrio que podia hacer tiempo y esperar a ver que succedia. Comence a bajar nuevamente hasta estar de vuelta en el patio interior. Todavia aferrado de la escalera, apoye ambos pies en el piso y espere unos quince minutos. No hubo cambios significativos. Decidi que esperaria unos quince minutos mas y que luego subiria sin mas preambulos. Espere y como no ocurrio nada sospechoso, volvi a subir, ahora ya decidido a llegar hasta el final de la escalera.
La subida fue lenta y penosa. La primera subida y la bajada me habian cansado considerablemente. Si bien la escalera era comoda, requeria un esfuerzo considerable subir y bajar por ella, principalmente porque habia que mantener todos los miembros en tension. El hecho de detenerme cada cinco minutos para mirar a mi alrededor (no abandonaba la esperanza de encontrar alguna ventana abierta) hacia aun mas lento el proceso. En una de estas paradas, vi que estaba a un piso de la ventana de Gonzales. Sabia que era uno de los puntos claves de la subida. Si Gonzales tenia algo que ver con aquella escalera o si justo se hallaba en la ventana en el momento de mi subida, seria un problema. La ventana de su departamento quedaba del lado opuesto a la pared por la cual yo subia, lo cual me dejaba de espaldas a cualquier proyectil, haciendome un blanco facil. Si me daba con una piedra o cualquier objeto lo suficientemente contundente (y ni hablar de si tenia un arma de fuego o algo similar) como para derribarme, estaba listo. Una caida de siete pisos al vacio era una muerte segura. Antes de seguir subiendo tenia que asegurarme de que la Ventana estaba cerrada. Solte una mano y un pie de los escalones y, girandome noventa grados, hice vicera con la mano y mire hacia la ventana. La persiana estaba levantada, pero la ventana estaba cerrada. Comence a subir a toda velocidad y no me detuve por un buen tiempo. Cuando volvi a mirar a mi alrededor, la ventana de Gonzales habia quedado dos o tres pisos abajo. Mientras volvia, ahora mas despacio, a subir peldaño a peldaño, pensaba que nunca habia estado tan alto en el edificio. Continuaria subiendo hasta llegar a algun sitio.


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Tarde casi una hora en llegar a la azotea; Al menos, eso me pareció, pero bien puede haber sido una hora como una hora y media, o dos, o incluso solo media hora; Una vez que hube superado el septimo piso continué subiendo sin mucho apuro, a un ritmo constante pero lento. Las probabilidades de que hubiera alguna ventana abierta no me preocupaba tanto como en los pisos inferiores, donde alguien podía haberme visto. No sabia cuantos pisos tendria que subir y  por lo tanto prefería hacerlo a mi propio ritmo. Sabia que si subía lenta pero constantemente terminaría llegando a donde sea que terminase la escalera. A esas alturas, lo mismo me daba tener que cinco pisos o quince. Me dije a mi mismo que lo mejor seria dejar de contar los pisos y prestarle solo atencion a mi entorno inmediato.  La idea de haber superado al fin aquel condenado septimo piso, de haber podido al fin comenzar a a subir, asi fuera por afuera del mismo edificio, escalandolo por afuera como un alpinista, me habia sacado un extraño pero enorme peso de encima. Mientras subía comprendia hasta que punto me habia sentido, durante esos ultimos dias, encerrado y resignado a permanecer por tiempo indefinido dentro de aquel piso. Si hubiera continuado por mas tiempo en aquel sitio me habria resignado por completo y vuelto un sujeto completamente taimado y anodino, como Gonzales. Ahora sentía un poco de lastima por el. No se me olvidaba el hecho de que había intentado matarme, pero comprendí que la extraña influencia del edificio había contribuido mucho a volverlo un sujeto tan paranoico y desconfiado; Por que de otro modo, no se entendia por que se habia empeñado tanto en mantenerme en secreto la ventana que daba al pulmon del edificio. Le daba vueltas a esta idea cuando mi mano derecha aferro, junto con el escalón, algo que parecía ser una saliente. Mire hacia arriba y vi que, en efecto, había llegado a una especie de pared sin ventanas. Subi un poco mas y descubri que la pared se curvaba noventa grados. Con cuidado subi dos o tres escalones mas, lo suficiente como para pasar el antebrazo y doblar el codo sobre el final de la pared. Mi mano aferro algo que sin dudas era todavia parte de la escalera: un eslabon parlelo al piso. Comence a trepar, ayudandome de los escalones, y llegue por fin a lo que sin dudas era una pequeña terraza.
Era una terraza secundaria que mas adelante conectaba con la azotea propiamente dicha. Llegue hasta ella siguiendo la escalera de soga, que al parecer continuaba indefinidamente. De la pequeña terraza del principio pase a una segunda, y luego a una tercera, y de esta, siempre subiendo, llegue a la amplia azotea principal. Intuitivamente, me di cuenta de que la azotea tenia una forma cuadrada con un espacio vacio en el centro, sin duda correspondiente al pulmon por el que yo habia llegado. Me puse a recorrerla con un sentimiento de euforia. Mientras la recorria me tope con dos tanques cisterna, dos o tres artefactos que parecian antenas o tal vez pararrayos, cinco o seis pequeños satelites receptores de television digital y una viena antena parabolica que sin dudas pertenecia a la antigua señal de television analogica. Iba dandole la tercera vuelta completa cuando me di cuenta de, contra todas mis expectativas, no habia una puerta de acceso a las escaleras.
¿No habia ninguna puerta? Era ridiculo. Aunque comprendia que las reglas de aquel edificio diferian bastante de las de cualquier otro edificio que yo hubiera visitado antes, aceptar que habia una azotea a la que no se podia llegar mas que por aquella escalera que alguien - ¿pero quien? - me habia lanzado era algo que estaba mas alla de mis expectativas. Los tanques cisterna y los pararayos indicaban que por fuerza tuvo que haber personal que los instalase. Y ese personal, por supuesto, tenia que haber subido por alguna escalera o por una combinacion de escalera y ascensor. Pensar que se habian realizado esas instalaciones y cualquier otra tarea subiendo por aquella escalera de soga, incluso utilizandola para transportar los materiales, era sencillamente imposible. Y ademas, habia otro hecho, mas importante que el anterior, que me persuadía de la existencia de aquella puerta. Y era el hecho de la escalera de soga. Alguien me la había dejado caer hacia poco tiempo. Y esa (o esas) persona necesariamente tenia que haber llegado hasta por un medio diferente al mio. Y ese modo, fuese escalera, ascensor o algún teletransportador magico o de ciencia ficción, era el que yo iba a usar para salir de alli, costara lo que costase. Comence a recorrer nuevamente la azotea, mirando con especial atencion absolutamente todo. Encontraría aquella puerta asi tuviera que palpar centimetro a centimetro. Fue entonces, mientras recorría con amplias miradas el espacio que separaba uno de los tanques cisternas de una de las salientes, que lo vi.

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Sentado contra los soportes de uno de los tanques de agua, casi oculto por la sombra que generaba el tanque sobre los soportes, se hallaba sentada una persona. Por un instante, crei que era una ilusion producto del clarobscuro, producto de mi cansancio o de esas cosas que vemos cuando miramos rapido, mal y con el rabillo del ojo. 
Hice visera sobre mis ojos, porque el sol me daba en plena cara, e intente verlo mejor. Me acerque unos pasos y vi que, sin dudas, se trataba de una persona. De un chico, para ser exacto. O quizas de una chica. No podia verle la cara, que quedaba oculta en la sombra, pero si el contorno general de la cabeza, de la que salian largos rizos que le llegaban a los hombros.

- Hola - dijo levantando la mano en un saludo. La voz era sin dudas joven. Calcule que no deberia tener mas de doce o trece años.
- Hola - dije, devolviendole el saludo. - ¿que haces metido ahi abajo?
- Nada en especial. Me gusta la sombra y, ademas, no queria molestarte - dijo, y luego agrego - Soy un chico, por cierto, no una chica.
- Esta bien - dije yo, francamente sorprendido de como me habia leido el pensamiento o la expresion. En efecto, me molestaba el no poder determinar el sexo de aquel chico. Iba a acercarme mas para poder verlo mas de cerca pero sentia algo asi como una presion para mantenerme donde estaba. Aguce la vista lo mas que pude y vi que llevaba sandalias y una especie de enterito de granjero.
- ¿Fuiste vos el que me largo la escalera?
- Si. Parecia que tenias ganas de salir de ahi - dijo el. 
- ¿Sabes donde esta la puerta de las escaleras? 
- No - dijo el - No hay puerta que de a las escaleras.
- ¿a donde da entonces?
- A ningun lado. No hay puerta en absoluto - dijo el. Era imposible.
- Es imposible - dije yo. Luego le hice la pregunta que tendria que haberle hecho desde el principio - ¿si no hay puerta, como fue que llegaste aca?
- No llegue, ya estaba - dijo el chico, y luego agrego - Pero si te referis a como fue que subi hasta aca arriba, bueno...
Entonces vi que se ponia de pie y que daba unos pasos hacia mi, saliendo de las sombras. A la luz pude ver que, efectivamente, se trataba de un chico de unos doce años, de pelo largo y rubio. Efectivamente llevaba un enterito de lo que parecia ser arpillera azul verdosa. Me dio la espalda y comenzo a aflojarse las tiras que le sujetaban el enterito al hombro. Cuando descubrio la espalda vi lo que queria mostrarme. A la vista quedo un increible par de alas blancas, que le salian de la espalda. Las abrio y las cerro, abanicando, y poco a poco se fue eleavando en el aire. Se elevo casi dos metros y comenzo a volar describiendo amplios circulos sobre mi cabeza, bordeando los limites de la terrraza. Luego se alejo hasta una azotea cercana, para pasar rapidaemente por encima mio hasta perderse por el lado opuesto. A los pocos minutos aparecio por ese mismo lado, para caer en picada y aterrizar a dos o tres metros de donde yo estaba. Comenzo a caminar hacia mi, todavia con las alas extendidas. Sonreia y tenia las manos en la cintura, supongo que para sostener el resto del enterito, que de otro modo se le hubiera desprendido en pleno vuelo. 
- Asi, ¿ves? - dijo el. Asenti con la cabeza. Vaya si habia visto. Estaba sin habla. 
- Voy y vengo entre los edificios - me explico el. - Mi trabajo es cuidar las terrazas, soy una especie de vigia, si queres - agrego mientras plegaba las alas y volvia a subirse el enterito.
- Un vigia - dije repitiendo sus palabras - pensaba que eras el propietario.
- ¿eh? No no, para nada. Espero que no hayas pensado que soy una especie de angel o de cosa por el estilo - dijo el chico mirandome con aire burlon. 
- Bueno, tenes alas, y la verdad que das perfectamente con la imagen - me excuse yo.
- Lo se, me pasa a menudo - dijo riéndose - pero no. La verdad es que soy solo un empleado mas. Lo unico es que tengo alas.
- ¿Como te llamas? - le pregunte. 
- Tadzio - respondio el. Seguramente debio notar la incertidumbre en mi rostro, porque inmediatamente me explico que era un nombre polaco. Lo mire decidi que si, que efectivamente parecia polaco. Los rizos rubios, os ojos celestes y los rasgos faciales eran indudablemente de europa del este. Lo mire por unos instantes y entonces volvi a caer en la cuenta de que todavia seguia sin saber como salir de la azotea. Volvi a preguntarle si en realidad no podia indicarme nada acerca de como hallar las escaleras o el ascensor.
- La verdad, no - dijo el - Me gustaria ayudarte, por eso mismo lance la escalera. Pero lo cierto es que nunca entre al edificio. Me limito a las terrazas.
- Entonces, ¿no hay ninguna forma de salir de este condenado edificio? - dije yo, francamente desanimado. Me habia hecho a la idea de que luego de todo aquello, luego de haber llegado hasta alli, tenia que encontrar por fin una forma de salir.
- No digo que no existe una forma - dijo Tadzio - lo que digo es que, que yo sepa, no hay ninguna puerta para acceder a las escaleras. 
La unica perspectiva posible era volver sobre mis pasos, bajar hacia el departamento de Gonzales o volver al pulmon del edificio, al patiecito interno. Era una perspectiva que no me causaba ni un poco de gracia. La otra, claro, era quedarme en aquella azotea, lo cual no era muy diferente de volver al patio interior, con la diferencia que aqui tenia agua - estaban los tanques - pero no comida, y alla comida pero no agua. 
- ¿tenes algo para comer? - le pregunte al chico alado.
- No - dijo el - la verdad es que no como muy seguido yo. 
Estaba tentado por preguntarle si era un ser humano como yo o si era alguna especie de híbrido con paloma o con algun otro tipo de pajaro, cuando se me ocurrió una idea. Sus alas. Parecían bastante grandes, incluso demasiado grandes para la estatura que tenia. 
- Me dijiste que vigilas las terrazas de varios edificios - le dije yo, como asegurandome de sus palabras anteriores.
- Si. Sobrevuelo todos los grandes edificios de la zona - dijo el mientras se rascaba la cabeza.
- ¿Sabes si alguno de esas terrazas tienen alguna puerta de acceso al edificio? - le pregunte.
- Algunas tienen, otras no - confirmo Tadzio. 
Entonces le pregunte si podia llevarme hasta alguna de las terrazas cercanas.
El chico me miro por unos segundos sin dejar de revolverse el pelo con la mano y luego me dijo que podia hacerlo pero que era bastante arriesgado.
- Sobre todo para vos - me dijo - La verdad es que nunca intente levantar a nadie y no estoy seguro de por cuanto tiempo podria sostenerme en vuelo con un peso extra. No hay manera de saber como puede salir algo asi y ,en el caso de que las cosas salgan mal, bueno... yo puedo volar pase lo que pase, pero vos no. No quiero hacerme responsable si te caes. 
Le dije que entendia, que iba a pagarle el viaje de algun modo y que yo asumia toda la responsabilidad por lo que pudiera pasar.
- Si la cosa se complica, podes tirarme sobre algún techo cercano, o incluso largarme al vacio - le dije. Estaba seguro de que sus temores eran exagerados. Habia visto la amplitud de sus alas deplegadas y estaba seguro de que nos soportaria a ambos Me acerque a la terraza y vi que los edificios mas cercanos quedaban apenas a unos veinte o veinticinco metros del nuestro.
- Tambien hay que considerar el asunto legal, burocratico, del asunto - dijo Tadzio, pensativo. Me explico entonces que, por mas de que yo lo desligara verbalmente de la responsabilidad de lo que pasara, el no tenia forma de probarle esto a un tercero si ocurria lo peor. Segun el, lo mejor habria sido redactar un documento por escrito en donde yo dejaba bien claro que hacia lo que hacia bajo mi propio riesgo. Cuando le pregunte si tenia papel y tinta para escribir el dichoso documento, me dijo que por supuesto que no tenia tales cosas. La discusión continuo durante un buen rato, hasta que finalmente logre convencerlo de que lo intentáramos. Luego de revisar las opciones, decidimos que la mejor manera de intentar el vuelo era que el desplegase vuelo y me levantara por los brazos desde la cornisa.

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La verdad era que a esas alturas ya no me importaban varias cosas. No me importaba, por ejemplo, por que aquel chico alado me había arrojado la escalera. Me habia importado mientras subía por ella, e incluso cuando llegue a la terraza. Pero ya no. Tampoco me importaba lo que había pasado con Gonzales, quiero decir el hecho atroz de que hubiese intentado mantenerme en el edificio primero y matarme despues. De algún modo, sentía que toda la locura, que todas las pequeñas cosas del mundo interno del edificio quedaban abolidas, al menos temporalmente, en aquella terraza. Lo unico que me importaba era salir del edificio. Tadzio desplego sus alas y se elevo, en tres o cuatro batidas, a varios metros. Lo vi alejarse hacia el este de la ciudad, hacia el rio. En cualquier momento daria la vuelta y pasaria a recogerme. Camine hasta la cornisa y levante los brazos.