22 sept 2020

Mutatis Mutandis

 Dear    

Hubo un tiempo en que te quise. Hay que decirlo asi. Era un tiempo en donde no habia cinismo. Simplemente era algo que no estaba. No pensaba las cosas. Cuando uno crece tiende a pensar cada vez mas. No se si eso es bueno o es malo. Simplemente es asi, al menos en mi caso.

A decir verdad, no tengo ninguna intencion verdadera de enviar esta carta. Por eso la escribo. Si tuviera que enviarla, no la escribiria. ¿para que escribirla? Estas cosas, es sabido, hay que decirlas. Esta muy bien eso de escribirle una carta de amor a una persona que ya se sabe amada. Pero, ¿escribirle a alguien que no tiene la menor idea? Vamos, que parece una broma. Es casi de mal gusto. O al menos, por lo menos, es bastante confuso. No me imagino a mi un dia yendo al buzon (fisico o virtual, porque encima eso, ahora encima tenemos hasta eso, si hacia falta algo mas para matar todo atisbo de romanticismo) y encontrando una carta de amor de... que se yo, Romina. 

Pero, ¿quien es Romina? Por Romina solamente me viene a la mente aquella Salteña que era muy hermosa pero que tambien era testigo de Jehova, Evangelista o algo peor. Una chica que era lo que se dice una hermosura con todas las letras. El rostro de una princesa Inca. Salvaje, Exotica y, al mismo tiempo, completamente arruinada por lo peor de los principios judeocristianos. Y, last but not least, frigida. Fria como una cubetera. 

Pero Claro, esta Romina no es otra que la de Benesdra y si yo en realidad me topara con una carta de Romina (o de Julieta o de Maria o de Esther) lo primero que me preguntaria es quien carajos es Romina, pues es imposible acordarse de una persona que estaba enamorada de mi hace cinco o diez o quince años. Sobre todo si uno nunca se dio cuenta o si Romina, en su tiempo, no era mas que la recepcionista de los Jueves en la empresa en la que yo trabajaba. Es decir, un rostro y una voz borrosas. A lo sumo una silueta. Lo que se dice un verdadero fantasma del que, pasadas apenas unas semanas de no ir a tal empresa, uno ya no recuerda absolutamente nada de ella. Incluso se llega a olvidar por completo de su existencia, de que alguna vez tuvo registro de tal. 

Pues bien, ¿a que entonces recibir una carta de una persona inexistente, de alguien que tiene todavia menos existencia que la Romina de Benesdra, que La Maga de Cortazar o que la Nástenka de Dostoievski? Porque de estas ultimas tres, al menos, conozco la historia. Se de sus caracteristicas, de su caracter, de sus tragedias y alegrias. Puedo sin dudas imaginarme caminando con Nástenka por la avenida Nevski o viendo a la Maga apoyada en el Ponts des Arts. O esperando a la Romina Benesdraesica un un bar de Congreso. Pero de esta otra Romina real - o supuesta, mas hipotetica que real pero por eso mismo ni siquiera imaginaria - no puedo imaginarme absolutamente nada. Y Quizas ni siquiera quiera imaginarmelo. 

Bueno, supongo que ya lo habran entendido. Simplemente, Mutatis Mutandis, ¿no? Porque, claro, es muy facil burlarse de esta Romina, siempre y cuando uno no quiera caer en cuenta de que uno mismo es esa Romina para cientos de miles de personas. Y si entre esas cientos (digamos cientos, porque cientos de miles es una exageracion grotesca) de personas esta precisamente la persona que uno ama (o amo, o creyo amar) entonces la cosa ya no es tan graciosa. Para nada graciosa. 

Pero eso, por supuesto, sobre todo ahora. Antes, no. O al menos creo que no. Me Aclaro: suponiendo que ahora tenga una idea clara de lo que yo pensaba o sentia entonces, hace diez o quince años. Muchas veces me pasa recordar a quienes odiaba o amaba cuando tenia diez o quince años y, para serles sincero, me entran las mas sinceras dudas. Pero no dudas sobre la honestidad de mis sentimientos - que deberian ser unos y unicos, porque cuando no se piensa se siente sin tantas vueltas - sino mas bien de la honestidad o mas bien de la veracidad de mis recuerdos. Y de las apreciaciones de mis recuerdos. No puedo evitar sospechar el manoseo. El automanoseo de los recuerdos. Y es que cuando uno ha leido tanto, tiende a desconfiar. 

Ustedes, queridos lectores, no deberian creerme nada. Ni una sola palabra. Tomemos por ejemplo, la ultima oracion del parrafo anterior. "Cuando uno ha leido tanto", digo. Esto, por supuesto, es mentira. O tiene una buena parte de mentira. Y otra de jactancia. La verdad es que me gusta pensar que he leido mucho. Claro, tampoco es que he leido poco o nada. Todas estas ideas de mucho, poco y nada son siempre relativas. La verdad es que si digo que he leido mucho es porque se a ciencia cierta que no he leido todo lo que hubiera podido leer. ¿por que mas, sino, me gustaria afirmar que he leido mucho? No para ustedes, por cierto, que no tienen forma de saber o comprobar lo que efectivmente he leido - y ademas que les puede importar - sino mas bien para mi, para auto convencerme.

Todo el parrafo anterior es una burda desviacion del tema principal. Empiezo este escrito diciendole a Romina que la quise en algun tiempo, que tal vez la quiero todavia, y mirenme ahora hablando de mi y de mis ridiculas trivialidades, como si existiese otra persona ademas de mi a la que le interesase todo este galimatias. Pero, por otro lado, ¿quien sabe? Quizas resulte que haya muchisima gente a la que este galimatias le resulte de lo mas interesante. Un verdadero ejemplo de auto disección. Un ejemplo hasta instructivo. ¿por que no? Este mundo, al fin y al cabo, esta lleno de sorpresas. 

Estaba en el automanoseo de los recuerdos. No estoy seguro de si en tal epoca odie tanto a X como ahora me parece haberlo odiado. Tambien es posible que lo haya odidado mucho mas de lo que ahora me permito recordar. Algunas veces creo que solo retengo sensaciones de conceptos, y otras que solo contengo conceptos de sensaciones. 

Por ejemplo, tengo la certeza de que varias veces en mi vida he sentido el descarnado deseo de matar a una persona. Es decir, que he odiado tanto a alguien como para desear, no hipotetica o idealmente, sino verdaderamente la muerte de esa persona. Y, si en esos momentos me hubieran puesto en la mano un boton el cual al presionarlo terminase inmediatamente con la vida de esa persona odiada, entonces no me cabe la menor duda de que hubiera apretado el boton. Creo que si todavia no he matado a nadie no ha sido por falta de motivacion sino mas bien por fines enteramente practicos. Pues bien, tengo el concepto de todo aquello. El concepto y hasta el recuerdo. Es decir, recuerdo las situaciones, los eventos y las personas. Pero no lo que no tengo, lo que no puedo recordar, es precisamente el odio. No lo concibo. No entiendo como se puede sentir una sensacion asi y, no obstante, mi memoria me dice que tengo que haberlo sentido porque, de otro modo, ¿como diantres pude formar el concepto? Esto para darles un ejemplo de "tener el concepto pero no la sensacion". 

Pero en el caso de Romina (naturalmente Romina no es su verdadero nombre, si es que tiene algún nombre verdadero) me sucede exactamente lo contrario: tengo el sentimiento pero no el concepto. La nocion de un sentimiento pasado es como una huella. Ni siquiera como un fosil: como una huella. Uno ve la huella - y toda huella es un hueco vacio - y presupone que, naturalmente, algo debe haberla provocado. Bien: hay - lamento recurrir a esta imagen geologica pero despues de todo somos seres tan tridimensionales... - hay, decia, dentro de mi mismo un vacio que solamente puedo reconocer como ocasionado por un terrible amor pasado. Toda mi literatura me impulsa a verlo tambien poco presente, porque la nostalgia es siempre algo muy lindo. Se puede hacer una verdadera epica de la nostalgia. Con esa nostalgia del amor pasado uno pasa noches enteras. Escribe canciones, pinta cuadros, redacta cuentos y textos como este, escribe novelas, se emborracha y hasta comete dos o tres estupideces del tres al cuatro. 

Muchas veces he escuchado divertidisimas cantaletas de borrachines que lloraban por amores pasados que eran tan emocionantes como inexistentes. Catalinas y Sofias de ensueño, verdaderos angeles que nuestros narradores habian perdido en verdaderas tragedias griegas. La epica era tal que uno sospechaba el plaggio directo de algun tango. 

La cosa es que nos gusta darnos por las puras. Algunos tienen la inclinación a escuchar cancioncillas romanticas o a perderse en la novela de la tarde. Otros somos proclives a inventarnos la canciones y las novelas. La vida, por mas pobre que pueda ser, tiene siempre material para aquello. Hasta el mas pobre empleaducho de closet tiene en su fuero interno dos o tres princesas incaicas a las que ama con un amor inexistente y delirante. 

Hubo un tiempo en que te quise. De alguna manera, de alguna forma. No puedo saber ya, despues de tanto tiempo, como te quise. Si llegue a quererte realmente. Me gusta pensar que si, que algo de toda esta fabulacion tiene una raiz real. Que al menos fue real en algun momento. Algo de toda esta impresion, de todo este bizarro dibujo de luces, de este cuadro de caleidoscopio, tiene su origen en algun objeto real, digno de magnificarse.

Digna de magnificarse. Supongo que si. O al menos, en ese entonces, en esa epoca, en esos dias. Claro que en esos dias no te conocia para nada y despues directamente deje de conocerte del todo. Deje directamente de verte y luego hasta de pensar en vos como un ente real, Romina, y de ahi en adelante ha sido alimentar a una especie de fantasma (junto con tantos otros. Ya he mencionado algunos), esperando de algun modo que aquel fantasma siguiera los pasos de la persona real, de la persona de carne y hueso que Dios sabe por donde andaba y haciendo que.

Siempre nos mentimos a nosotros mismos. Eso decía siempre un buen amigo mio. Yo agregue de mi cosecha la continuación: pero hasta cierto punto. Porque sobrepasado ese punto, la mentira se convierte mas bien en una broma, en una ironía con la que nos apuñala la sombra que siempre proyectamos. Y luego en una molestia, casi en un reclamo. Lo que en esa mentira nos era placentero resulta por hacérsenos insoportable. 

 Por lo que, Yuka -   Yuka es un nombre que me gusta muchisimo mas que Romina - en algun momento tuve que elegir entre perseguirte a vos o perseguir al fantasma. Estaban demasiado separadas. Eran demasiado distantes. Llego el momento critico en que tuve que aceptar que no tenian nada que ver la una con la otra. Digo que tuve que elegir, pero esto es claramente un triste eufemismo. La realidad es que tuve que conformarme con el fantasma. De la verdadera Yuka no tenia la mas minima idea. No podia saber nada. Y quizas, llegado ese punto, ya no quisiera saberlo. 

( Nota un poco perpendicular, solo valida para los que hayan leido Phantastes de George MacDonald. El protagonista, Anodos, llega a tener como Leivmotiv hallar a la purisima y luminosa Dama de Marmol, una especie ideal femenino de belleza y perfeccion. Pero, en su viaje, se topa con tentaciones muchisimo mas interesantes. El Haya o la Doncella del Aliso, que es mas bien como un fantasma de apariencia identica a la Dama de Marmol, ¿acaso no tienen para ofrecer no solo un succedaneo, sino ademas una verdadera dimension, una realidad completamente distinta pero no por eso poco interesante, sobre todo teniendo en cuenta que estan al alcance y bien dispuestas?)

Al Fantasma, mejor dicho, no habia que perseguirlo. Me acompañaba a todos lados como la susodicha Dama de Marmol. Ausente pero marcando un Norte. No hay presencia mas fuerte que la que nos llega desde la ausencia. La presencia amenazante de la puerta entornada. 

Somos seres de costumbre, seres que se vuelcan a la inercia, seres bastante cobardes. Por supuesto, la lapida es mejor que su ausencia. El Busto de Leonora, con cuervo y todo, es mucho mejor que la inexistencia del busto. Por lo que el doppelganger de Yuka, la Yuka siempre joven siempre magica siempre hermosa era, aunque amargamente irreal, por todo preferible a la total ausencia de la Yuka de carne y hueso. Una Yuka que tenia otro nombre, otro apellido, otra vida, y que poco a poco iria creciendo, madurando, pudriendose y perdiendo poco a poco todo lo que sin dudas me habia causado impresion. Se que ahora no podría volver a enamorarme de aquel modo particular. Aunque, claro, no recuerdo a que modo particular me refiero. Especulo, me guio por la huella. Habra sido así y asa.  

El fantasma es la huella. La huella es el fantasma. Y ahora es todo lo que hay. 

Por lo que supongo que te quise, pero la verdad no lo se. No tengo la menor idea. Por supuesto, a uno le gusta pensar que quiere y que ha querido. E incluso hasta que odia y que odia de forma bestial y descarnada. En fin, que nos gusta pensar que hemos vivido.