30 oct 2018

Devachan

Era una vision del infierno. El salon, un galpon de chapa tapizado de pesados y polvorientos cortinados rojizos, colmado de humo violaceo casi hasta el techo, como un organismo extraterrestre o un pulmon de pesadilla. Volutas de humo en forma de espirales y tirabuzones salian de los cigarrillos en las bocas de los condenados.
En el escenario, la banda tocaba una musica dantesca con tintes de jazz. Los musicos no tenian caras. Estaban ocultos entre el humo violeta. Eran sombras del hades, meras siluetas que se movian, que pasaban de la luz a la oscuridad y de la oscuridad a la luz, erratica,  espasticamente. El guitarrista sonaba como John McLaughin. La banda era una Mahanavisnu Crimsoniana, algo epileptico y demoniaco. La melodia sonaba como el velo de maya, pero con unos saxos oscuros de fondo que le daban a toda la tonada un aire a callejon de New Jersey.
El fumaba. Se escondia detras de una columna, como un criminal regresando a la escena del crimen, como un cura en el vestibulo de una casa de putas. Se que esta acá adentro, pensaba. Lo había seguido durante meses. Durante un año y ocho meses, para ser exactos. Lo había rastreado por los bajos fondos, preguntando aqui y alla, indagando a este y a aquel, y tambien a aquel otro, siempre taciturno y sin mostrar su juego. Habia dejado el trabajo, habia dejado los amigos. Para llegar a esa noche, habia dejado casi todo. No se habia desesperado, se tomo su tiempo. Confiaba en el tiempo, no se si ciegamente pero si con una ceguera parcial, probabilistica, estadistica. Sabia, habia sabido, que si seguia buscando, tarde o temprano lo encontraria. Y lo habia encontrado; Y ahora no se arrepentia.

Esa noche habia tomado mucho; Primero en la barra, luego de pie parado entre las sombras danzantes. Ultimamente tomaba todas las noches. Aquella vez tambien, tambien habia tomado mucho. Pero antes no, y tampoco despues. Algunas veces, muy espaciadas, si un poco. Pero como esa noche, nunca, ni antes y despues. Esa noche habia estado ciego,sordo,nulo, muerto. Esa noche habia estado muerto. Un muerto articulado. Un muerto con sangre que circula, que fluye, un fetiche que expire y exhala y excreta, que vive y no deja vivir, porque el no habia dejado vivir. Luego nunca o casi nunca habia vuelto a ser el de aquella noche. Pero recientemente, si. Y ahora, escuchando los saxos habia vuelto, de vuelta, a ser el de antes. Tenia en los ojos un furor ciego, tenia las manos torpes, con dedos que se abrian y cerraban como se abren las manos del anestesiado que despierta. Los pensamientos que tenia, si es que los tenia, se asemejaban a enormes y punzantes figuras de madera. A enormes conos pulidos bañados en sangre, en grasa, en pelo. Fuerte, como si tuviera una tenaza en la nariz, su cerebro evoco con pasmosa ferocidad el olor de la grasa humana. Primero fresca, entre las manos. Luego la sebosa sensacion fria, el hormigueo de la solidificacion, de esa pasta como de cera. Y luego, finalmente, el olor agrio y casi putrefacto de la grasa quemada. El olor a parrilla, a crematorio, a chimenea vomitando humo de huesos. Entonces lo supo, como lo sabia siempre que le ocurria. Simplemente. Esa noche simplemente supo que iba a matar a alguien. Otra vez, matar. Supo que mataria a alguna sombra. Odiaba a las sombras. El mismo era una. Un fetiche que mata. 

Penso que tenia mala suerte. Le habian revisado al entrar. Habia visto, desde lejos, de la esquina, como los patovicas revisaban a otros. Habia maldecido. Por unos instantes,  titubeo. Pero solo por un instante. No podia dejar pasar la oportunidad. No importaba si era mas dificil. ¿Podria hacerlo sin la mecanica facilidad del arma de fuego? Habia imaginado el fogonazo. La resistencia del gatillo. La pared manchada de sangre y grasa luego de que la bala hiciera estallar el cerebro como una calabaza. Prescindiria del arma la pistola, pensaba. Improvisaria. La bota habia pasado, lustroza, de reluciente cuero, no habia sido bien inspeccionada. El cuchillo estaba inserto en la bota como Ulises en el caballo de madera. Fue al baño y armo, rapida, fugaz, explosiva, una linea. En los sordidos inodoros se rasco el tobillo hasta desenterrar el filo. Relucia como un ojo humano, el filo. Podia ver su propio iris brillando en el acero bruñido. Barajo la hoha entre sus manos y barajo sus manos en los bolsillos de la cazadora. Y ahora estaba en la columna. Sus ojos tenian un cuchillo bien adentro. Si pudiera, le sacaria los ojos, pensaba mientras marcaba el paso con el talon, siguiendo al bajo y a la bateria, con ojos muertos (estaban muertos desde esa noche), con ojos que eran como dos misiles lanzados contra la existencia.

Fue como recibir un viento en la cara, un arañazo o una cachetada. Tuvo la sensacion de ver, pero sin ver, un delgado hilo rojo, una especie de proyeccion. Algo le señalo el objetivo. Lo vio. Estaba de espaldas, medio encorvado, como si fuese un espantapajaros. Llevaba las manos en los bolsillos de la cazadora. Lo mataria, iba a matarlo alli mismo, entre los sones de la flauta y el cimbalo, entre riff y riff de guitarra le abriria el cuello o le perforaria un pulmon. Los dos. Le perforaria los pulmones con el punzon que siempre llevaba oculto. Ahora, penso palpandose, tambien lo tenia. Empezo a caminar hacia el muerto. Cada vez mas cerca, muy lentamente, y siempre de espaldas

Sintio una descarga electrica, una voz muda pero clara como el relampago en una noche cerrada. Supo que alguien iba a morir, que alguien iba a matar. ¿no lo sabia ya, eso? ¿no lo sabia de mucho, de muchisimo antes? ¿no lo supo desde esa noche, desde que vio el cadaver? Fue esa noche cuando lo habia jurado. Que aquello no terminaria, que no podia terminar mas que con alguien matando y alguien muriendo. Sintio como casi lo rozaba. Envuelto en la bruma violacia, lo comprendio justo a tiempo.

El cuerpo metalico y punzante penetro en la carne como un colmillo, como una hoz en la tierra. Se enterro profundo en la carne, separo la grasa del musculo, astillo el hueso.Los parlantes lanzaban escalofriantes aullidos electricos. Una bestia siendo descuartizada llenaba el galpon con sus distorsionados alaridos. Algo se escapaba con la sangre. Mientras el charco se formaba en el piso, el sentia que algo duro, que una enorma madeja de alambre de acero oxidado se desmadejaba, se volvia de hielo, se derretia; Sintio que habian removido un tapon y que una inmunda pero irretenible diarrea se filtraba desde su pecho hasta el otro cuerpo, y de este, a traves de la herida, regaba y lamia el suelo de cemento, formando el charco. Cada centilitro de sangre que manaba lo hacia sentirse mas liviano, mas irreal, menos atado a esta tierra. ¿era el el que habia matado? ¿era el otro el que habia muerto?¿eso era, asi que eso era todo?

Logro salir y camino unas pocas cuadras. Sentia que volaba, sentia que no moriria nunca. La policia lo detuvo casi inmediatamente después.




1 comentario:

Unknown dijo...

Grande titán, esta es la que va :)