1 nov 2018

Cafe Doncella

Sebastian anoche se acosto sin comer. Hoy a la mañana, como es de suponer, tenia hambre.
Sebastian entra a la YPF a eso de las once de la mañana. Se acerca al mostrador. Lo atiende una chica con flequillo rollinga y cara de mapache.
Sebastian mira los carteles. Siempre le gusto lo salado mas que lo dulce. Pide un cafe con un trenzado de queso y jamon. Un trenzado de queso y jamon es un sanguche de jamon y queso. Pero ahora, nadie sabe por que, le dicen trenzado. Supongo que seguir diciendole sanguche era aburrido. Sebastian piensa que seria mas divertido empezar a decirle "torta de jamon", como en el Chavo. Porque las tortas siempre son ricas e imaginense una de jamon. La expresion "torta de jamon" es como la expresion "bife de chorizo". Pura Poesia Gastronomica.
- Un TRENZADO de jamon y un cafe - dice Sebastian, acentuando lo de trenzado.
- ¿algo mas? - pregunta el mapache
- Nada mas - resuelve Sebastian, y le paga los 132 $ pesos de la siguiente manera: un billete de cien, uno de veinte, uno de diez y una moneda de dos pesos. A Sebastian le gusta pagar justo.
La chica le dice que lo espere en las mesas, por lo que Sebastian asiente con la cabeza y se va a las mesas donde la gente come o desayuna mientras mira los goles que Boca le hizo al Palmeiras la noche anterior.
Al cabo de unos cinco o diez minutos, Sebastian siente que lo llaman. Se acerca al mostrador. El mapache ya no esta. Ahora hay una treintañera de gorrita y una cara que, si tuvieramos que jugarnos con una definicion, seria "cara de idiota".
- El trenzado - dijo la treintañera, a quien de ahora en mas apodaremos Slowpoke. Sebastian mira el trenzado y nota que falta algo. Slowpoke nota la espera.
- ¿tenias algo mas?
- Si, un cafe. Un cafe para llevar. Pedi el combo de 132 - se explica Sebastian, señalando estupidamente el cartelito de la promocion, en donde se ve, sobre un confortable fondo de madera marron algarrobo, una suculenta taza de cafe con el logo de YPF y un apetitoso bocadillo de pan, queso y jamon tostado. Slowpoke comprende pero pone cara rara. Mas rara aun que su cara normal, la que no refleja extrañeza o contradiccion. Algo le molesta, como si una tuviera una espina en el dedo o un pedazito de corteza de pan en la garganta.
- Ay... no - comienza a decir - lo que pasa es que la promocion es para comer aca.
- ¿como?
- Si. El cafe tiene que ser para tomar aca, en la taza.
Sebastian mira el cartel: Efectivamente hay una taza de porcelana, no un vasito descartable.
- Pero... ¿no es el mismo cafe? - pregunta Sebastian, incredulo. Lo pregunta mirando la maquina de cafe. Se da cuenta de lo estupido de la situacion. La unica diferencia es si se pone el vasito o la taza abajo del surtidor. El mismo cafe, el mismo grano, el mismo proceso, el mismo costo. Ahora es Sebastian el que siente una piedrita en el zapato o unas ganas de rascarse en alguna parte de su ser. Es la parte en donde reside el sentido comun, ese que Rene Descartes decia que todos poseian en igual medida.
- Si, pero si es para llevar tiene otro precio... - dice Slowpoke. Sebastian nota que el problema de Slowpoke es su cara. Su cerebro, se da cuenta, funciona bien. El problema, lo que le daba ese aire estupido a su rostro, era lo tardio de su reaccion a los pensamientos del cerebro. El cerebro y la cara estaban descordinados. Una cara con lag. Era increible. ¿era la cara demasiado lenta o el cerebro demasiado rapido? Imposible saberlo. Ella tambien nota lo estupido de la situacion. Es como un guardia real de la reina de inglaterra. Esta obligada a no moverse, a sostener una estupida regla burocratica establecida sabe dios por que perverso gerente de ventas. El mismo cafe. Pero si se lo quiere llevar, señor, tiene que pagar un poco mas. El cafe es rehen nuestro. Sebastian piensa que el Cafe de la YPF es un poco como la hija virgen de algun campesino o de algun rey. No solo hay que pagar por ella, hay que pagar por llevarsela de las tierras. El Cafe es tambien como un rehen. O como una bailarina erotica: Este precio por mirar, este precio por tocar, este otro por pasar a la piecita del fondo.
- El Mapache no me dijo nada - dice Sebastian. Pero no dijo el mapache, obviamente. Dijo "la otra chica". - Bueno, te pago la diferencia - ofrece, magnanimo. Se siente ridiculo. Tiene ganas de irse, comprar un vaso de plastico en el kiosko, y pasar el mismo el cafe de la taza de porcelana al vasito.
- No, deja, esta bien - le respondio Slowpoke, tambien con un tono magnanimo, como el que usaria un Juez indulgente con un abogado novato que comete su primer error. Slowpoke tecleaba algunas cosas en un misterioso teclado negro. Parecia un contador publico. - Ya te lo preparo - le dijo, y se puso a preparar el cafe.
Sebastian salio de la YPF con el cafe y la torta de jamon. El sanguche estaba bastante bien. El cafe era de malo a regular.

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