26 nov 2018

Humor Proletario


Sebastian entra caminando al edificio. Cielo nublado, una puerta de vidrio. Parece el universo de Huxley. Como siempre, saluda al recepcionista, que en realidad es un tercerizado de seguridad recientemente ascendido o descendido (quien sabe, dichoso quien entienda las oscuras jerarquias laborales) al puesto. El pibe (que en realidad tiene la edad de sebastian, poco mas, poco menos) esta sentado tras el mostrador. Caminando se acerca Ochoa. Ochoa es el encargado de mantenimiento. Tipo cuarenton, casi por los cincuenta. Ni una cana. Tambien morocho. Sebastian, que tambien es morocho, le hace un saludo con la cabeza. Se siente comodo con ambos. Un poco esa solidaridad proletaria que te hace sentir mas cerca de la gente de mantenimiento, limpieza o seguridad que del ejecutivo de cuentas que habla espanglish, vivio o vivira en Miami y vacaciona en Tailandia. Cosas en comun, supongo.
Se forma un triangulo invisible entre los 3. El recepcionista ve a Ochoa, Sonrie. Ochoa se Acerca. Sebastian se para un poco entre los dos. Se ajusta la mochila al hombro. Espera. Sabe que viene algo, que algo tiene que venir. ¿vendra por el lado del boca river?
- Che, vos tene cuidado con este - le dice el recepcionista a Sebastian, al mismo tiempo que con un gesto de cabeza lo señala a Ochoa.
- ¿Por que? - pregunta Sebastian, con fingida sorpresa.
El recepcionista hace un gesto con la mano, como tanteando algo.
- A este le gusta tantear el bulto - dice el recepcionista. Los tres rien un poco, chiste barriobajero, el tipico humor de clase baja: O misogino o homofobo. Ochoa dice algo, o hace una cara, como diciendo "a cada cual le gusta lo suyo". Sebastian piensa en el interesante fenomeno de que los hombres heterosexuales, casados y padres de familia son los que mas bromean con su propia sexualidad, como si su lugar de patriarcas con hijos y esposas consumadas les dieran la seguridad psicologica para bromear impunemente sobre su propia sexualidad.
- El problema es - dice sebastian, mirandolo a Ochoa y llamando al ascensor - que un dia se va a encontrar a alguien al que le guste que lo tanteen, y ahi lo quiero ver.
Nuevas risas. La puerta del asensor se abre y sebastian entra, dejando libre el espacio entre Ochoa y el recepcionista. Por el rabillo del ojo, ve que se acercan. Lo ve casi en camara lenta. Casi puede sentir la conversacion a punto de generarse, como si fuese una pelicula ya vista muchas veces, como si pudiese anticipar el dialogo. Esa maravillosa funcion predictiva del cerebro. Sebastian aprieta el boton que lo lleva al segundo piso.
Cuando la puerta amaga a cerrarse, la detiene con el brazo.
- ¿y vos como te enteraste que le gusta toquetear bultos? - le pregunta sebastian al recepcionista. El viejo Ochoa entiende y rie primero. La puerta se cierra.

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