Hoy en dia somos una sociedad que tiene al trabajo como una de sus
premisas fundamentales. El hombre es, de un modo preeminente, un hombre
trabajador. En una sociedad que esta estructurada sobre el sistema
capitalista-financiero, y cuyos principales engranajes giran impulsados por el
consumo constante y la necesaria reinvencion de los parametros de suficiencia y
normalidad, el elemento minimo, es decir el individuo, es (se quiere, se espera
que sea) un consumidor. El papel de consumidor es el rol que se nos asigna
dentro de la sociedad. “El consumidor” es, de un modo primario e indubitable,
nuestro rol social por exelencia.
El trabajo, por su parte, es la condicion necesaria que la mayoria debe
realizar para poder cumplir con ese rol social que pesa sobre nosotros gracias
a la constante influencia, coerción directa e indirecta, que se lleva a cabo por
todos los medios imaginables al alcanze de la sociedad. Nuestra educacion es la
del perfecto consumidor y la del perfecto obrero.
El trabajo, entendido según las exigencias de la industria y la
conveniencia de los industriales y demas empresarios, es en su mayoria una
tarea mecanica que tiende a igualar al hombre con los automatas. El ser del
hombre, pasa a ser considerado en terminos de un mero hacer. Se efectua un
recorte, una sangria ontologica del hombre, desde su status primigenio y total
de ser humano, de un ser humano con una condicion total, unica e interior, con
todo un potencial subjetivo y una realidad subjetiva, dueño de una unicidad
inimitable, a un ser exterior, grosero, casi vulgar, a una existencia objetiva
y objetivizante.
El enfoque constante y sostenido de la atencion en tareas completamente
objetivas y exteriores al ser mismo de cada uno, tareas que en ningun aspecto
requieren una expresion de la mismidad, y para las cuales solo es necesario un
saber tan objetivo y frio como la tarea misma, una sabiduria exterior que en
ningun momento suscita u obliga a una evolucion interior, sino a una mera
polimathia, a un mero acumular conocimientos como quien junta cosas en un
estante, manuales objetivos y externos al ser mismo, inutiles para todo
desarrollo propiamente humano, es decir, propiamente individual, tiene como
resultado la objetivacion del sujeto mismo o, dicho de otro modo, la
deshumanizacion del hombre, la cosificacion de la personalidad, la cual queda
progresivamente disgregada en un monton de meras "funciones".
Estas "funciones", en las cuales se disgrega o se organiza la
antaño personalidad potencialmente subjetiva y creativa, originariamente
unitaria, son solo la aplicacion practica de estos conocimientos alejandrinos y
desligados, superficiales y ridiculamente practicos, no fundamentados, al campo
de la experiencia. No es de extrañar que los grandes profesionales y tecnicos,
cazadores de polillas, especialistas en medias izquierdas, desarrolladores de
esmaltes para uñas de nuestros tiempos modernos, sean posibles al alto costo de
todo lo subjetivo y propiamente personal.
Estas
funciones, propiamente hablando, carencen de un sentido teorico, y su sentido
nunca puede ir mas alla del la accion que persiguen o del producto que buscan.
Es natural entonces que las funciones del hombre consumidor sean lo mas
estrechas y limitadas posibles, y tambien es no solo logico, sino mas bien
necesario, que mientras mas corto sea el movimiento, mas rapido se repita,
creando asi un ciclo que termina siendo una voragine en donde se aniquila todo
vestigio de personalidad en el hombre.
Luego
de esta autentica "perdida del alma", solo queda la inercia de la perversa
competitividad dentro de un circuito que no posee un sentido, que no posee ya
un fundamento humano, y cuyo unico resultado posible para el trabajador es su
constante idiotizacion y una posterior dependencia, propia de los automatas,
seguida por una perdida de la sensibilidad y del sentido de orientacion, de una
perdida del punto cardinal, y finalmente, un olvido del olvido, y una vida que
se parece muchisimo a un desierto.
Al no
tener otra cosa que funciones, los sentidos de nuestra vida son establecidos
por los sentidos propios de las funciones. Asi, nuestros sentidos son
limitados, materiales, impuestos por una autoridad exterior, completamente
objetivos, completamente ajenos a nuestra personalidad o a nuestra completa
falta de ella, cambiantes y contradictorios entre si.
La
disociacion que sentimos en nuestra destruida humanidad es el resultado de la
fragmentacion y posterior escicion de el orden unificado y cardinal de nuestra
personalidad en un monton de funciones especializadas hacia lo externo, pero
sin ningun fundamento, sin ninguna causa final de accion. Asi, nos encontramos
con que hoy dia sabemos actuar muchisimo mejor que nuestros abuelos, pero que
paradojicamente no sabemos cual puede llegar a ser el sentido ultimo y uno de
todos nuestros aspectos o funciones. Ya no logramos darle sentido a nuestra
vida en un todo coherente y direccionado, sino que mas bien oscilamos en un
multiple y alocado perfeccionismo en todos los ambitos, completamente
independientes uno de otro. Somos el campo de batalla de una lucha de
ambiciones. Ambiciones antes internas, ahora exteriorizadas, disecadas,
colocadas como objetos de lo que antes era el ser-sujeto, y ahora es una pura
nada, un vacio horrible, un desierto que crece y crece. Tenemos un hambre
mortal de lo subjetivo, y pretendemos saciar nuestra ser mordiendo las piedras
de los objetos desalmados que la industria desarrolla precisamente a modo de
placebo. La religion, el sexo y las drogas son tambien simples placebos,
simples sustitutos, ridiculos y personales, de nuestra fallecida subjetividad,
potencia creadora, del sentido-fundamento.
Somos
un gran basurero de tareas aprendidas de memoria, de deberes establecidos con
exactitud, cronometrados segun precisos relojes atomicos y protocolos de maxima
efectividad y minimo esfuerzo, de chatarras de chistes faciles y sentidos de
carton y papel mache, que salen a todo color por la television y las radios,
parodia total y tenebrosa de Bradbury y Huxley.
No
podemos ya imaginarnos como siendo nuestro propio sentido. No podemos ya
imaginar al mundo segun nuestra existencia. No podemos ya volcar, como antes,
nuestra subjetividad sobre la esterilidad de lo que ahora es la tan respetada
realidad. Hemos perdido el poder de recrear el mundo, y lo hemos perdido por
que hemos perdido la capacidad de re-crearnos, de re-inventarnos a nosotros
mismos.
¿y
como ibamos a hacerlo, si ya no nos miramos ni siquiera el ombligo? ¿como lo
hariamos, si hemos aprendido a vernos, a ver a nuestro cuerpo como una maquina,
a nuestra inteligencia como un recurso, a nuestra belleza como una cosa, si
hemos aprendido a pensar como funciones incluso hasta a nuestros componentes
mas materiales? Componentes que estan ahora tambien en fila, tambien en el
basurero, orientados hacia fines que son por naturaleza medios (me refiero al
dinero, claro esta). ¿Quien es ese sujeto que quiere sacar ventaja utilizando
todas sus funciones? Y ademas, ¿que ventaja, que verdadera y real ventaja
podria sacar cuando no hay un fundamento, es decir, un sentido unico, uno y
unificante que coordine y diriga nuestra vida, sino que lo que hay son
multiples aspectos que actuan de modo mecanico, segun convenciones establecidas
y necesidades basicas? Una ventaja es algo que puede obtenerse cuandos se tiene
una meta. Ventaja es, justamente, un ponerse por delante con respecto a otros.
Pero en tanto y en cuanto somos seres subjetivos, debemos tener una meta unica
y propia que coincide con nuestra personalidad. ¿a quien podriamos aventajar en
esto ultimo y con que objeto?
El
constante y cada vez menos interrumpido ritmo en que nos coloca la ejecucion de
tareas puramente formales, tecnicas y mecanicas, nos llevan a entrar en un
tiempo-cronometro, en un tiempo regresivo o en un tiempo creciente, en un
tiempo-carrera. En este ritmo, estamos siempre en actividad, siempre en un
movimiento meramente fisico, nemesis de la reflexion y de la pausa, en donde un
implicito "keep moving foward", "keep running", "do
anything but do something" nos acostumbra a un pathos en donde comenzamos
a sentirnos tambien como algo externo, como algo vacio, como algo que responde
de modo inmediato y predeterminado a estimulos y ordenes tambien
predeterminadas. La falta de libertad en la perspectiva, la imposibilidad de un
real cambio de perspectiva, y no de un cambio dentro de la perspectiva, es el
comienzo de la objetivizacion de la fluidez subjetiva. La paralisis, la
cristalizacion se lleva a cabo primeramente desde una sequia en las
perspectivas. Al cortar la linea de la energia subjetiva mediante una repetición
de actos rutinarios y sin sentido propio, se seca y detiene todo crecimiento
personal, todo cambio y toda mutacion, toda fluidez y vida del carácter. Al
obligarnos a gestos, reacciones, y pensamientos repetidos, forzados por
acciones repetidas que no requieren reflexion, se arruina la personalidad, se
pierden todos los aspectos que deberian hacer a la nocion completa y redonda de
personalidad, y queda un mero “carácter”. E incluso este “carácter”, ultimo
reducto bruto de la subjetivdad, aunque ya de una subjetividad animal, organica
(mal carácter, buen carácter, ect) busca ser matizado, integrado, aprovechado o
reprimido según convenga a la organización; Es decir, se busca canalizar y
objetivar todo lo subjetivo, quitandole su soberana indiferencia respecto de
toda meta ajena al sujeto y orientando este carácter en relacion a cierto fin
externo. Es decir, se busca “funcionalizar” el carácter, hacerlo funcional a un
fin externo, a un fin objetivo, hacerlo ya no subjetivo, no propio, sino
externo y objetivo. Toda parcela de personalidad que este orientada a un fin
concreto y objetivo no es ya personalidad sino funcion y herramienta de la
personaliad, pues la personalidad es lo subjetivo por excelencia y el sujeto no
tiene nunca otro fin que si mismo. Por eso mismo subsiste a la obtención o
perdida de los fines externos, por eso mismo es sujeto.
Ya no
podemos concebirnos como el "por que", como el "para que",
de las cosas. Los porques y los paraques son siempre exteriores a nuestro
desierto, son falsas banderas hacia las cuales corremos avidos de un sentido,
de una plenificacion o una redencion, dependiendo de la tonalidad de caracter,
que jamas podremos obtener en las ridiculas bagatelas producidas en serie por
una maquina producida en serie por otra maquina. La humanidad es ya solo un
recurso dentro de una maquinaria que no busca absolutamente nada. Hemos entrado
en una inercia-tirabuzon, en una gran dispersion, en un movimiento centripeto.
Nos hemos olvidado de nosotros mismos hasta el extremo de no reconocernos mas
que en las cosas. Lo que hoy en dia se comprende por personalidad no es otra
cosa que un maniqui inerte y mudo, una suerte de prote hyle Aristotelica
cubierta y adornada por las mas estrafalarias prendas-objeto, decorada por los
muchos discursos prefabricados, un constante vestir y desvestir esqueletos.
El
Trabajo no es otra cosa que la negacion de los fundamentos. El trabajo es la
praxis misma del nihilismo, es el proceso por el cual se esta dando, dia tras
dia y todos los dias, la nihilizacion como una deshumanizacion, como una
desintegracion de la subjetividad en aras del principio de especializacion. El
hombre ha pasado a ser engranaje, se ha deconstruido en tornillo y arandela.
Ahora, sobre el desierto, el hombre tornillo busca armarse juntandose con
piezas industriales, llendo sin saberlo no en pos del hombre unidad, sino de la
maquina compuesta, del sistema, de la gran piñata de papeles de colores.
El
trabajo es el triunfo del principio de especializacion, de las causas
inmediatas, de las causas-medio, la negacion de las causas-fin, de los
fundamentos, la negacion de la metafisica, de la unidad de sentido, del estilo.
Es la negacion de la personalidad en aras de la faceta, del perfil, del fraccionamiento
insuficiente. Es la negacion de la simpleza y el comienzo del drama y de la
histeria. Es el movimiento por el cual se llega a la dicotomia del ser y el
hacer, por el cual se llega a distinguir, con una solidez pasmosa y con una
diferencia tajante y cristalina, lo que uno es de lo que uno hace.
El
trabajo es la corrupcion de la sensacion de la autosuficiencia en aras de la
constante necesidad, de la exaltacion de la tranquilidad subjetiva a la
histeria circense del desdoblamiento, de la fragmentacion de un uno suficiente
y subjetivo a un monton de todos esteriles, imbeciles y nulos.
El
trabajo es el triunfo del tiempo lineal y fragmentado hasta el hartazgo por
sobre el tiempo circular y su inigualable y libre sensacion de eternidad. Es la
fragmentacion, la aplicacion de la forma logica sobre el transcurrir del ser,
es decir el tiempo, concebido como un mezquino hilo segmentado, con una tarea y
un deber para cada segmento, dividido en un absurdo por la razon humana hasta
el minimo perceptible por la mecanica. La destruccion del fluir indeterminado
del tiempo circular, la libertad del instante eterno, es decir la eternidad
misma, tiene como resultado algo como la destruccion del ser: Su reduccion
ontologica a un particular concreto y ordenado en la historia, la cual
desemboca sin dudas y via el proceso historico que ya postulara Bakunin, en el
materialismo Brutal y en el mas esceptico y mortal de los nihilismos.
Tal
encarcelamiento del instante, rebajado a un mero segundo, no uno y unico, sino
carente de importancia dada su efimera condicion dentro de una infinidad de
iguales efimeros, es una parodia de la degradacion de la humanidad en un mero
individuo-cosa, en una unidad con codigo de barras, en una unidad numerica en
vez de una unidad de sentido, de una reduccion ontologica que nos coloca como
un cascaron vacio en el mejor de los casos, y como un cascaron adicto a los
cascarones vacios, a los idolos industriales y lleno de mierda y de un hambre
conciente por la mierda, hambre inconciente del antiguo sentido, desesperacion
por el fundamento.
Solo
superando todas las facetas de nuestro dinamitado ser, comprendiendolas como
facetas, quitandole toda seriedad, burlandonos de ellas, cambiando sus causas,
ridiculizando las causas de las facetas. No es mediante el rejunte que se puede
volver al Apeiron original, no mediante un orden esquematico y jerarquizado de
esas funciones, mero intento de una maquina o de un sistema filosofico
finalista, sino que via la gran locura, a una metarazon, a una metalocura, a
esa razon que, como dijo Oliveira, no posee como falencia a la perdida de la
razon.
La
imaginacion que supera el temor y el temor que supera a la imaginacion, un
terror que encierra una risa y una risa que encierra terror . La mascarada
dionisiaca, donde cada salto es una caida y cada triunfo es tragedia, donde
cada paso es un descenso, y en donde lo que ahora se llama trabajo no sea mas
que un borde en extremo accesorio y en donde el mismisimo centro de la
subjetividad sea un ocio. Un nuevo ocio, una nueva libertad para reinventarse,
para desconocerse, para re-conocer el mundo, un mundo sin parametros fijos.
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