30 nov 2013

Trabajo Y Nihilismo.

Hoy en dia somos una sociedad que tiene al trabajo como una de sus premisas fundamentales. El hombre es, de un modo preeminente, un hombre trabajador. En una sociedad que esta estructurada sobre el sistema capitalista-financiero, y cuyos principales engranajes giran impulsados por el consumo constante y la necesaria reinvencion de los parametros de suficiencia y normalidad, el elemento minimo, es decir el individuo, es (se quiere, se espera que sea) un consumidor. El papel de consumidor es el rol que se nos asigna dentro de la sociedad. “El consumidor” es, de un modo primario e indubitable, nuestro rol social por exelencia.

El trabajo, por su parte, es la condicion necesaria que la mayoria debe realizar para poder cumplir con ese rol social que pesa sobre nosotros gracias a la constante influencia, coerción directa e indirecta, que se lleva a cabo por todos los medios imaginables al alcanze de la sociedad. Nuestra educacion es la del perfecto consumidor y la del perfecto obrero.

El trabajo, entendido según las exigencias de la industria y la conveniencia de los industriales y demas empresarios, es en su mayoria una tarea mecanica que tiende a igualar al hombre con los automatas. El ser del hombre, pasa a ser considerado en terminos de un mero hacer. Se efectua un recorte, una sangria ontologica del hombre, desde su status primigenio y total de ser humano, de un ser humano con una condicion total, unica e interior, con todo un potencial subjetivo y una realidad subjetiva, dueño de una unicidad inimitable, a un ser exterior, grosero, casi vulgar, a una existencia objetiva y objetivizante.

El enfoque constante y sostenido de la atencion en tareas completamente objetivas y exteriores al ser mismo de cada uno, tareas que en ningun aspecto requieren una expresion de la mismidad, y para las cuales solo es necesario un saber tan objetivo y frio como la tarea misma, una sabiduria exterior que en ningun momento suscita u obliga a una evolucion interior, sino a una mera polimathia, a un mero acumular conocimientos como quien junta cosas en un estante, manuales objetivos y externos al ser mismo, inutiles para todo desarrollo propiamente humano, es decir, propiamente individual, tiene como resultado la objetivacion del sujeto mismo o, dicho de otro modo, la deshumanizacion del hombre, la cosificacion de la personalidad, la cual queda progresivamente disgregada en un monton de meras "funciones".

Estas "funciones", en las cuales se disgrega o se organiza la antaño personalidad potencialmente subjetiva y creativa, originariamente unitaria, son solo la aplicacion practica de estos conocimientos alejandrinos y desligados, superficiales y ridiculamente practicos, no fundamentados, al campo de la experiencia. No es de extrañar que los grandes profesionales y tecnicos, cazadores de polillas, especialistas en medias izquierdas, desarrolladores de esmaltes para uñas de nuestros tiempos modernos, sean posibles al alto costo de todo lo subjetivo y propiamente personal.

Estas funciones, propiamente hablando, carencen de un sentido teorico, y su sentido nunca puede ir mas alla del la accion que persiguen o del producto que buscan. Es natural entonces que las funciones del hombre consumidor sean lo mas estrechas y limitadas posibles, y tambien es no solo logico, sino mas bien necesario, que mientras mas corto sea el movimiento, mas rapido se repita, creando asi un ciclo que termina siendo una voragine en donde se aniquila todo vestigio de personalidad en el hombre.
Luego de esta autentica "perdida del alma", solo queda la inercia de la perversa competitividad dentro de un circuito que no posee un sentido, que no posee ya un fundamento humano, y cuyo unico resultado posible para el trabajador es su constante idiotizacion y una posterior dependencia, propia de los automatas, seguida por una perdida de la sensibilidad y del sentido de orientacion, de una perdida del punto cardinal, y finalmente, un olvido del olvido, y una vida que se parece muchisimo a un desierto.
Al no tener otra cosa que funciones, los sentidos de nuestra vida son establecidos por los sentidos propios de las funciones. Asi, nuestros sentidos son limitados, materiales, impuestos por una autoridad exterior, completamente objetivos, completamente ajenos a nuestra personalidad o a nuestra completa falta de ella, cambiantes y contradictorios entre si.
La disociacion que sentimos en nuestra destruida humanidad es el resultado de la fragmentacion y posterior escicion de el orden unificado y cardinal de nuestra personalidad en un monton de funciones especializadas hacia lo externo, pero sin ningun fundamento, sin ninguna causa final de accion. Asi, nos encontramos con que hoy dia sabemos actuar muchisimo mejor que nuestros abuelos, pero que paradojicamente no sabemos cual puede llegar a ser el sentido ultimo y uno de todos nuestros aspectos o funciones. Ya no logramos darle sentido a nuestra vida en un todo coherente y direccionado, sino que mas bien oscilamos en un multiple y alocado perfeccionismo en todos los ambitos, completamente independientes uno de otro. Somos el campo de batalla de una lucha de ambiciones. Ambiciones antes internas, ahora exteriorizadas, disecadas, colocadas como objetos de lo que antes era el ser-sujeto, y ahora es una pura nada, un vacio horrible, un desierto que crece y crece. Tenemos un hambre mortal de lo subjetivo, y pretendemos saciar nuestra ser mordiendo las piedras de los objetos desalmados que la industria desarrolla precisamente a modo de placebo. La religion, el sexo y las drogas son tambien simples placebos, simples sustitutos, ridiculos y personales, de nuestra fallecida subjetividad, potencia creadora, del sentido-fundamento.
Somos un gran basurero de tareas aprendidas de memoria, de deberes establecidos con exactitud, cronometrados segun precisos relojes atomicos y protocolos de maxima efectividad y minimo esfuerzo, de chatarras de chistes faciles y sentidos de carton y papel mache, que salen a todo color por la television y las radios, parodia total y tenebrosa de Bradbury y Huxley.
No podemos ya imaginarnos como siendo nuestro propio sentido. No podemos ya imaginar al mundo segun nuestra existencia. No podemos ya volcar, como antes, nuestra subjetividad sobre la esterilidad de lo que ahora es la tan respetada realidad. Hemos perdido el poder de recrear el mundo, y lo hemos perdido por que hemos perdido la capacidad de re-crearnos, de re-inventarnos a nosotros mismos.
¿y como ibamos a hacerlo, si ya no nos miramos ni siquiera el ombligo? ¿como lo hariamos, si hemos aprendido a vernos, a ver a nuestro cuerpo como una maquina, a nuestra inteligencia como un recurso, a nuestra belleza como una cosa, si hemos aprendido a pensar como funciones incluso hasta a nuestros componentes mas materiales? Componentes que estan ahora tambien en fila, tambien en el basurero, orientados hacia fines que son por naturaleza medios (me refiero al dinero, claro esta). ¿Quien es ese sujeto que quiere sacar ventaja utilizando todas sus funciones? Y ademas, ¿que ventaja, que verdadera y real ventaja podria sacar cuando no hay un fundamento, es decir, un sentido unico, uno y unificante que coordine y diriga nuestra vida, sino que lo que hay son multiples aspectos que actuan de modo mecanico, segun convenciones establecidas y necesidades basicas? Una ventaja es algo que puede obtenerse cuandos se tiene una meta. Ventaja es, justamente, un ponerse por delante con respecto a otros. Pero en tanto y en cuanto somos seres subjetivos, debemos tener una meta unica y propia que coincide con nuestra personalidad. ¿a quien podriamos aventajar en esto ultimo y con que objeto?
El constante y cada vez menos interrumpido ritmo en que nos coloca la ejecucion de tareas puramente formales, tecnicas y mecanicas, nos llevan a entrar en un tiempo-cronometro, en un tiempo regresivo o en un tiempo creciente, en un tiempo-carrera. En este ritmo, estamos siempre en actividad, siempre en un movimiento meramente fisico, nemesis de la reflexion y de la pausa, en donde un implicito "keep moving foward", "keep running", "do anything but do something" nos acostumbra a un pathos en donde comenzamos a sentirnos tambien como algo externo, como algo vacio, como algo que responde de modo inmediato y predeterminado a estimulos y ordenes tambien predeterminadas. La falta de libertad en la perspectiva, la imposibilidad de un real cambio de perspectiva, y no de un cambio dentro de la perspectiva, es el comienzo de la objetivizacion de la fluidez subjetiva. La paralisis, la cristalizacion se lleva a cabo primeramente desde una sequia en las perspectivas. Al cortar la linea de la energia subjetiva mediante una repetición de actos rutinarios y sin sentido propio, se seca y detiene todo crecimiento personal, todo cambio y toda mutacion, toda fluidez y vida del carácter. Al obligarnos a gestos, reacciones, y pensamientos repetidos, forzados por acciones repetidas que no requieren reflexion, se arruina la personalidad, se pierden todos los aspectos que deberian hacer a la nocion completa y redonda de personalidad, y queda un mero “carácter”. E incluso este “carácter”, ultimo reducto bruto de la subjetivdad, aunque ya de una subjetividad animal, organica (mal carácter, buen carácter, ect) busca ser matizado, integrado, aprovechado o reprimido según convenga a la organización; Es decir, se busca canalizar y objetivar todo lo subjetivo, quitandole su soberana indiferencia respecto de toda meta ajena al sujeto y orientando este carácter en relacion a cierto fin externo. Es decir, se busca “funcionalizar” el carácter, hacerlo funcional a un fin externo, a un fin objetivo, hacerlo ya no subjetivo, no propio, sino externo y objetivo. Toda parcela de personalidad que este orientada a un fin concreto y objetivo no es ya personalidad sino funcion y herramienta de la personaliad, pues la personalidad es lo subjetivo por excelencia y el sujeto no tiene nunca otro fin que si mismo. Por eso mismo subsiste a la obtención o perdida de los fines externos, por eso mismo es sujeto.
Ya no podemos concebirnos como el "por que", como el "para que", de las cosas. Los porques y los paraques son siempre exteriores a nuestro desierto, son falsas banderas hacia las cuales corremos avidos de un sentido, de una plenificacion o una redencion, dependiendo de la tonalidad de caracter, que jamas podremos obtener en las ridiculas bagatelas producidas en serie por una maquina producida en serie por otra maquina. La humanidad es ya solo un recurso dentro de una maquinaria que no busca absolutamente nada. Hemos entrado en una inercia-tirabuzon, en una gran dispersion, en un movimiento centripeto. Nos hemos olvidado de nosotros mismos hasta el extremo de no reconocernos mas que en las cosas. Lo que hoy en dia se comprende por personalidad no es otra cosa que un maniqui inerte y mudo, una suerte de prote hyle Aristotelica cubierta y adornada por las mas estrafalarias prendas-objeto, decorada por los muchos discursos prefabricados, un constante vestir y desvestir esqueletos.
El Trabajo no es otra cosa que la negacion de los fundamentos. El trabajo es la praxis misma del nihilismo, es el proceso por el cual se esta dando, dia tras dia y todos los dias, la nihilizacion como una deshumanizacion, como una desintegracion de la subjetividad en aras del principio de especializacion. El hombre ha pasado a ser engranaje, se ha deconstruido en tornillo y arandela. Ahora, sobre el desierto, el hombre tornillo busca armarse juntandose con piezas industriales, llendo sin saberlo no en pos del hombre unidad, sino de la maquina compuesta, del sistema, de la gran piñata de papeles de colores.
El trabajo es el triunfo del principio de especializacion, de las causas inmediatas, de las causas-medio, la negacion de las causas-fin, de los fundamentos, la negacion de la metafisica, de la unidad de sentido, del estilo. Es la negacion de la personalidad en aras de la faceta, del perfil, del fraccionamiento insuficiente. Es la negacion de la simpleza y el comienzo del drama y de la histeria. Es el movimiento por el cual se llega a la dicotomia del ser y el hacer, por el cual se llega a distinguir, con una solidez pasmosa y con una diferencia tajante y cristalina, lo que uno es de lo que uno hace.
El trabajo es la corrupcion de la sensacion de la autosuficiencia en aras de la constante necesidad, de la exaltacion de la tranquilidad subjetiva a la histeria circense del desdoblamiento, de la fragmentacion de un uno suficiente y subjetivo a un monton de todos esteriles, imbeciles y nulos.
El trabajo es el triunfo del tiempo lineal y fragmentado hasta el hartazgo por sobre el tiempo circular y su inigualable y libre sensacion de eternidad. Es la fragmentacion, la aplicacion de la forma logica sobre el transcurrir del ser, es decir el tiempo, concebido como un mezquino hilo segmentado, con una tarea y un deber para cada segmento, dividido en un absurdo por la razon humana hasta el minimo perceptible por la mecanica. La destruccion del fluir indeterminado del tiempo circular, la libertad del instante eterno, es decir la eternidad misma, tiene como resultado algo como la destruccion del ser: Su reduccion ontologica a un particular concreto y ordenado en la historia, la cual desemboca sin dudas y via el proceso historico que ya postulara Bakunin, en el materialismo Brutal y en el mas esceptico y mortal de los nihilismos.
Tal encarcelamiento del instante, rebajado a un mero segundo, no uno y unico, sino carente de importancia dada su efimera condicion dentro de una infinidad de iguales efimeros, es una parodia de la degradacion de la humanidad en un mero individuo-cosa, en una unidad con codigo de barras, en una unidad numerica en vez de una unidad de sentido, de una reduccion ontologica que nos coloca como un cascaron vacio en el mejor de los casos, y como un cascaron adicto a los cascarones vacios, a los idolos industriales y lleno de mierda y de un hambre conciente por la mierda, hambre inconciente del antiguo sentido, desesperacion por el fundamento.
Solo superando todas las facetas de nuestro dinamitado ser, comprendiendolas como facetas, quitandole toda seriedad, burlandonos de ellas, cambiando sus causas, ridiculizando las causas de las facetas. No es mediante el rejunte que se puede volver al Apeiron original, no mediante un orden esquematico y jerarquizado de esas funciones, mero intento de una maquina o de un sistema filosofico finalista, sino que via la gran locura, a una metarazon, a una metalocura, a esa razon que, como dijo Oliveira, no posee como falencia a la perdida de la razon.

La imaginacion que supera el temor y el temor que supera a la imaginacion, un terror que encierra una risa y una risa que encierra terror . La mascarada dionisiaca, donde cada salto es una caida y cada triunfo es tragedia, donde cada paso es un descenso, y en donde lo que ahora se llama trabajo no sea mas que un borde en extremo accesorio y en donde el mismisimo centro de la subjetividad sea un ocio. Un nuevo ocio, una nueva libertad para reinventarse, para desconocerse, para re-conocer el mundo, un mundo sin parametros fijos.

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