R. se hallaba comodamente instalado en un sillon bajo, con las piernas descaradamente extendidas sobre una mesita ratona llena de vasos a medio vaciar y algunas botellas de cerveza. La fiesta estaba en su momento de algarabia descendente, pues es sabido que las fiestas son como las montañas rusas. Los demas sillones del living estaban parcialmente ocupados, uno por una pareja en aparente trance amoroso, y los otros dos por chicos que aprovechaban para descansar un poco del baile y tomarse un gin tonic o un speed con vodka. El grueso de la gente, junto con toda la marea de sus voces, gritos y pasos, se hallaba en la habitacion contigua, que oficiaba a un tiempo de comedor y salon de baile.
La musica llegaba agradablemente lejana. R. pensaba, con los ojos cerrados y la cabeza hacia atras, encastrada perfectamente en el mullido respaldo del silloncito, que las paredes del living eran una maravilla de aislamiento acustico.
- ¿che, quien es ese que esta en el sillon? - Pregunto J.
- R., un amigo de la secundaria. - Respondio T. con desinteres.
J. miro nuevamente hacia el silloncito. En ese instante, R. parecia leer un librito azul.
- Parece que se aburre - Dijo J. , todavia mirando a R.
- Si, el es un poco asi - Respondio rapidamente T. , y al instante agrego,- ¿Salimos un rato afuera che?
- No, hace frio - respondio J., que habia captado las intenciones de T. con perfeccion aracnida. -¿no le gustan las fiestas a tu amigo?
- No, te digo que el siempre fue un poco asi, antisocial. - Respondio T, entre resignado y aburrido por la carga de J., que estaba nuevamente distraida mirando hacia el silloncito y hacia R., objeto aparentemente desinteresado de la fiesta. J. era verdaderamente linda. Alta y muy rubia, tenia e un aspecto de Walkiria con tintes felinos que era casi demasiado para la fiesta. T. noto entonces que la mirada de J. cambiaba de interesada a una expresion que bailoteaba entre cinica y burlona, y sintio entonces una incomodidad fisica que podia traducirse intelectualmente como la certeza de haber perdido la oportunidad de llevarse a J. a la cama, unica razon por la cual la habia invitado a su fiesta.
- ¿hace mucho que lo conoces? - volvio a preguntar J.
- Desde que ibamos a la facultad. Parece que te interesa che.
- ¿Por que lo decis? - dijo J., visiblemente conciente de la situacion.
- Y, estas dele preguntar..
- ¿te molesta? - dijo J., manteniendo el mismo tono jugueton.
- No, que me va a molestar. Me parece raro nada mas - Dijo T, fingiendo una orgullosa indiferencia.
- ¿Raro? ¿por que raro? Bueno, no importa. Si, si me interesa. Y mucho. Es raro, ¿no? No, espera. Raro no. Miralo. Es un completo misterio, leyendo ese librito azul, ajeno a todo. Parece que no tomo mucho, ¿no?.
J. guardo silencio abruptamente. Mirando fijamente a R., se llevo una mano a la oreja, y comenzo a juguetear con el aro de delfin. T. supo entonces que J., dentro de ese cuerpo sedoso y de esos ojos celestes estaba relfexionando, calculando, maquinando algo.
- ¿queres jugar a algo? - pregunto J, rompiendo ese pequeño silencio.
- ¿que?
Mirando a R. con una confianza infantil, propia de un chico que esta a punto de realizar una proeza física o intelectual frente a sus amigos, J dijo: Te apuesto a que puedo llevármelo a la cama esta misma noche.
- Hola - Dijo J.
- Buenas - respondio R., visiblemente aburrido y sin levantar la mirada del librito azul.
- ¿me puedo sentar?
- No creo che. Fijate que no hay sillones libres - dijo con R., con un poco de maldad, al momento que levantaba la cabeza y, no sin sorpresa, se encontraba con una rubia preciosa que lo miraba con la espontaneidad de un pajaro. J. se sento entonces en el respaldo del silloncito, a la vez que se cruzaba de piernas.
- ¿que estas leyendo? ¿la biblia? ¿sos una especie de pastor religioso, que te sentas aca solo en vez de estar divirtiendote?
R. dio vuelta rapidamente la portada del librito azul, cuya identidad quedo entonces oculta bajo la tranquila mano de su dueño.
- Este es un pais catolico, apostolico y romano che. Pero ademas hay libertad de culto.- dijo R. con una sonrisa algo forzada. - Pero no, no es la biblia. ¿no vez que es demasiado finito para tanto quilombo, genesis, tipos que se mueren y reviven, apocalipsis?.- R. se detuvo. La ofensa estaba casi hecha. Lo penso: "¿acaso nunca abristes una biblia, rubia? ¿nunca la sostuvistes con ambas manos y sobre esos muslos enfundados una pollerita como la que llevas ahora?". R. lo volvio a pensar, mientras la miraba a los ojos en un esfuerzo (casi inutil) por apartarse del escote y de las pantorrillas. No, seguramente no. Podia el ya hacerse un rapido inventario mental de todas las cosas que esas manos blancas y como de cisne habian sostenido delicadamente, y una biblia (¡precisamente una biblia!, se rio para si) no era una de ellas.
- Bueno, sea o no sea, no te debe parecer muy divertido todo esto, para que estes leyendo.. - Dijo a tiempo J.
- En realidad no leia - la interrumpio R. con otra sonrisa - Pretendia leer. Lo que hacia era quedarme dormido. Iba bien hasta que llegastes vos, linda.- Listo, penso R. Ya estaba hecho, la espada de doble filo levantada, el desafio lanzado, el texto listo para la hermeneutica. Ahora ella podia interpretar, podia ejercer ese arte tan propio de las mujeres y de los escritores resentidos devenidos criticos, como pensaba Arlt. Las opciones eran dos: Irse o quedarse, la frase invitaba a ambas. Si se quedaba, habria aceptado implicitamente una intencion, era imposible no demostrarla, no salir del anonimato patologico, no demostrar una volicion.
J. comprendio, tal vez instintivamente, tal vez con la cabeza, que R. habia jugado bien, y que no quedaba ya mas que sonreir, haciendo uso de sus ojos y del resto de los musculos de su cara, y seguir adente con un
- Te interrumpi justo entonces. Pero ahora no pareces tan tan tan aburrido como hace un rato. Puedo irme a buscar algo para tomar y charlamos mas tarde si queres.
Pelota devuelta al campo propio, exelente revez, señorita blonda, quince iguales.
- No hace falta. Sobran vasos limpios y aca hay casi media botella de cerveza - Dijo R., al tiempo que con disgusto notaba algo en la botella, y entonces
-.Pero espera, esperame un cachito - dijo R. fingiendo indignacion. Se levanto entonces, y decidido entro en el cuarto propio de la fiesta, para volver a los dos minutos con una botella de cerveza aun sin abrir. Destapo la botella con una velocidad propia de un ilusionista, tanto que J. no pudo alcanzar a ver con que artefacto removio la chapita. R. lleno un vaso entero para J., y al tiempi que se servia dijo:
Una cosa es estar tomando solo, como por aburrimiento y para matar a este tiempo horrible y a esta musica de mil demonios. Entonces uno no se va a poner a medir cuestiones esteticas. Otra cosa es estar con Alicia en el pais de las Maravillas, porque no me vas negar que con esa pollerita y sentada ahi, no sos alicia y yo el sombrerero loco. ¿si o no?. J. solto entonces las primeras carcajadas reales de la fiesta.
- Ponele que si - dijo J.
- Claro que si. Y si esta es mi fiestita del Te, no es aceptable que yo te sirva un chopp de una cerveza tan de mierda como la Budweiser. Pura mierda, creeme. De hecho, ni siquiera es cerveza cerveza. Es 50 por ciento agua, un asco. Y si le agregamos el hecho de que estaba ya casi tibia, era como decirte que te vallas. - R. le dio un enorme trago a su vaso, y continuo:
- En cambio, la Warsteiner es lo mejor actualmente, a nivel nacional. Es tan buena que parece Europea. Igual que vos.
- ¿como es eso? - lo interrogo J., entre interesada y divertida. Era cierto que la cerveza era buena.
- Filogermanismo, nena. o Filoeuropeismo, si existe la palabra. Estar siempre mirando al oceano atlantico, el eterno mal de los sudamericanos, pero mas precisamente de los argentinos. Esa vieja falta de identidad o de esclavitud en los paradigmas. Llega incluso al plano estetico, y es, no te ofendas, lo que hace que vos me parescas mucho mas linda que una salteña o que una guarani de pura cepa. - R. miro a su interlocutora, que lo miraba con la misma expresion divertida de jilguero, como una maestra experimentada miraria a un chico mitomano, con una mezcla de cinismo y admiracion profesional. Supo entonces que no habia entendido una palabra de lo que el queria decirle, salvo tal vez la parte en donde le decia que era hermosa. Al modo de un inquisidor o de un psicologo experto en criminalistica, ella escuchaba en clave, buscaba datos precisos dentro de el discurso hilado.
- Yo tambien estaba algo aburrida. Vine para ver a dos amigas que no veo hace un buen tiempo. Las boludas no vinieron. Me canse de esperarlas y estaba por irme cuando te vi aca, tirado como un vago o como un padre en una sala de espera.
- ¿intrigante, no?
- Raro.
R. volvio a mirarla, apenas por un segundo. No, era obvio que no se cansaba. Palabras como "filogermanismo" hubieran auyentado a la aburrida o a la calentona comun, atentas a evitar toda conversacion real o que exigiera la puesta en marcha del engranaje cerebral. Esta no lo habia puesto en marcha ni siquiera por un instante, pero no obstante seguia ahi, sentada y mirandolo y sonriente y cruzada maravillosamente de piernas y tan cerca, casi pegada a R., que entonces pensaba porque no y era como recuperar algo completamente perdido, y como si ir a la fiesta no hubiese sido un acto desesperado e inútil, un fracaso ya desde el principio, Dostoievskianamente destinado al fracaso.
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