Siempre estuve obsesionado con el tema del ritmo. La vida es, fundamentalmente, musica. Un problema largo y aun latente, que me arroja a todo tipo de contradicciones y estados animicos indeseables es el combate ritmico entre la rutina y la casualidad. Creo que ambos tienen un efecto determinante y estructurador sobre el cerebro humano. Los cerebros piensan al ritmo del cuerpo en el que estan, y por eso basta un dolor de estomago o un dedo hinchado para que el proceso opere a un ritmo diferente, y se formen entonces cadenas de ideas completamente nuevas.
Esto no es nada raro, pues a menos que uno sea un genio (no es mi caso) el cerebro suele estar dominado por un principio de economia, por un ahorro energetico que lo lleva a usar las ideas de una primera experiencia cuando la estamos viviendo por segunda vez. Este principio de economia o de simplicidad es el factor clave en la tendencia mecanizante que adquiere el cerebro humano, y que es correctamente denominado como "rutina". Claro esta que esta rutina no existe de modo alguno en el mundo exterior, en "la naturaleza", por decirlo de algun modo, sino que existe, como una pista de audio o un manuscrito, grabado a fuerza neuronal, a puros surcos nerviosos o oscuras y adictivas relaciones neuronales, dentro del espiritu humano. Una buena palabra para describirlo seria "inercia". En efecto, al igual que los cuerpos fisicos, nuestro espiritu tiende a resistirse a todo cambio de direccion o ritmo, y de ahi que sea tan dificil y casi imposible no tener un ritmo uniforme y rutinario en nuestra manera de conducirnos. Incluso los psicologos (toda una manga de canallas) pretenden hacernos creer que es de estas rutinas, respuestas y cadenas de pensamiento programadas (precocinadas) es de donde nace toda salud psiquica y unidad de la conciencia, toda nocion de "yo", "persona" o "individuo". Nada mas lejos de la verdad. Es justamente lo inesperado, lo inusual, aquello que provoca la risa. ¿y no es acaso la risa el combustible mismo de la felicidad? ¿como es posible que alguie sea feliz si no se rie, al menos, una vez por hora? Hay que desconfiar siempre de todos esos defensores de la felicidad que no obstante nos ofrecen, como maximo, una timida sonrisita adornada de mil seguridades. El hombre feliz es un paladin de la risa. Y ojo, no de la risa forzada o timida, sino de la risa verdadera, genuina, no forzada. ¿Como es posible que surja esta risa cuando uno vive comodamente adormilado en las dos o tres rutinas que llama su vida? Todo eso de la rutina y la infelicidad es culpa de un ritmo inadecuado para la vida, de un ritmo que termina reduciendo el cerebro a un mecanismo de relojeria carente de toda chispa, de toda originalidad y, finalmente y como no puede ser de otro modo, de toda felicidad.
Imaginense ustedes, hablando de ritmo, una pista de baile. La pista de baile estaria hecha de concreto o de asfalto, y no tendria nada de particular. En esa pista de baile, la cual abarca hasta donde llega la vista, sin paredes o columnnas que la entorpezcan, se baila siempre la misma musica o, mejor dicho, el mismo sonido. Si uno mirara hacia arriba, podria ver, como si fuese una catedral gotica, un techo abovedado en clave, del cual brota uniformemente una luz tenue y palida. Esto es lo unico que logra verse en cualquier direccion. La pista y la boveda son, naturalmente, infinitas. La musica no sale de ningun parlante. No hay al parecer equipo o punto alguno del cual pueda asegurarse que la musica emana. Se la escuche uniformemente en todos lados, del mismo modo en cualquier sitio especifico. Dentro de esa pista hay, como es comun, hombres y mujeres. Los hombres visten todos de saco sport, y las mujeres de traje sastre. Todas llevan el pelo discretamente atado. Tanto los hombres como las mujeres bailan como automatas el ritmo monocorde que suena en la pista de baile infinita. No hay comunicacion entre ellos, pues son perfectos automatas. No hay, salvo por particularidades de cara, peso y estatura, distintivo alguno entre los miles de millones de hombres y mujeres que estan en la pista. Todos realizan al unisono y constantemente, cual agujas de un mismo reloj, el mismo paso de baile, que consta en dar dos saltos adelante y uno atras, para dar luego dos saltos atras y uno adelante. Este paso se repite una y otra vez, de modo que al finalizar cada paso, todo recomienza exactamente (milimetricamente igual). Con el paso del tiempo, el tiempo se aniquila a si mismo en cuanto a ser conciencia del movimiento. La conciencia misma se morderia aqui la cola, y sin conciencia del tiempo no puede haber tiempo ni tampoco movimiento. La rutina se parece muchisimo a la inmovilidad, en cuanto a actividad neuronal se refiere. Un articulo habia demostrado que, en cuanto a actividad neuronal se refiere, y segun precisas mediciones, es lo mismo para el cerebro mirar la television que mirar una pared en blanco. Este resultado es suficiente para que cualquier mente despierta se ponga a reflexionar acerca de la realidad mental en la que nos coloca nuestra rutina. No me extrañaria que no dentro de mucho se descubra que el viaje en auto o colectivo (siempre por la misma ruta, a la misma velocidad, doblando en las mismas esquinas, viendo los mismos negocios) que realizamos para ir y volver del trabajo nos coloque en un estado mental analogo al de chuparnos un dedo o sacarnos un moco de la nariz. Hacer colas, llenar formularios y realizar tramites seria entonces lo mismo que silbar. Aunque esto es quizas demasiado decir, pues actividades supuestamente simples como silbar, soñar o hurgar en los bolsillos de una campera requieren un grado de creatividad tan alto que es casi inconciente, por lo que toda actividad rutinaria seria una actividad casi fisiologica, es decir, que termina realizandose casi sin intervencion del cerebro, mecanicamente.
La diferencia entre un ser humano y un miserable automata es una diferencia de ritmo. El ritmo de un ser humano es inconstante, va a los saltos, se acelera y desacelera, es libre, improvisado, rebelde, progresivo, casi como el jazz. El ritmo de los genios tiene un cariz constructivo y arquitectonico, aspira a las grandes obras y a las sintesis monumentales. Ellos van mas para el lado de la musica clasica, las grandes sinfonias del periodo barroco y las operas wagnerianas. Cosas asi hacen que uno se ponga a pensar sobre absolutamente todo lo que puede influir en el propio ritmo, desde la musica que escucha hasta las cuadras por las que camina, los bares en los que se entra y las personas con las que se comparte esos bares, los colectivos, las charlas, las paredes y la cama.
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