8 dic 2013

Es de nuevo esa vieja sensacion de que algo se viene, de que el devenir trae algo. Pero tal vez solo sea un viejo reflujo del pasado, de algun caso en que esa sensacion tenia alguna causa real y comprobable, algo asi como soñar con una invocacion. Los instantes se parasitan unos a otros, y que lindo cuando esas lineas de cal que determinan el campo de juego de la conciencia comienzan a embarrarse, y el tan defendido Ego comienza a morderse a la cola, a preguntarse entre deja vu y deja vu si tener un deja vu no es presisamente como volver a pasar por una casa del barrio de la infancia, o como volver a saltar la misma soga que viene nuevamente hacia  nuestros tobillos, como acordarse de cosas dichas que quedaron precisamente en eso y en un monton de aproximaciones de la imaginacion pero nada mas.
Y es que hay como un monton de fragmentos aleatorios de nuestra propia existencia que nos siguen como la cola de un cometa sigue al cuerpo rocoso. Uno no les presta atencion pero ahi estan, como piernas y zapatos y cosas que se arrojan a nuestro paso para provocarnos el tropiezo acostumbrado de la rutina, verdaderos celadores de lo que uno cree ser.
Creo que en ultima instancia es no tener tanto miedo a que las cosas puedan estar encajando de un modo distinto a lo que dice el manual de instrucciones. Si. Aunque ese modo sea oculto y terrible y nos exija el hospital psiquiatrico de Jena o la torre o irse a Africa a comerciar con armas y esclavos.
Porque de todas formas, todo lo que no encastra con el modelo de la conciencia occidental va formando como esa tira de latas atada a un auto de recien casados, forma toda esa banda de arpias y lechuzas con las que Goya llenaba sus horribles grabados.
Calculo que tal vez es la mania de no querer matar, de no querer sepultar o, como dicen los jovenes que se desean exitos entre si cada viernes y cada coffee talk, "superar" una etapa cualquiera.
¿que tendra que ver todo esto con los hecho externos? No me imagino la vida sin pisar cada tanto estas cascaras de banana existenciales, algo asi como un humor dentro de la mas gris seriedad de pasillo o de fila para cobrar una jubilacion.
No entiendo que se podria superar cuando solo soy algo ligeramente mas estratificado que la pura asocacion libre, realizada por un cumulo de estados que en realidad no es nunca mas ni menos que este instante presente, si bien es cierto que con memoria de miles de supuestos instantes pasados, que me gritan o me gritarian, pues dudo a menudo de ellos, que yo soy Sebastian Martin Papotto, y asi y asa.
Por supuesto que esto no es del todo seguro. Nadie puede saber con certeza la distancia que hay entre una definicion y su significado real, entre la palabra y la realidad, y ni siquiera se les ocurra preguntarse por la cuestion De Iure acerca de la existencia de la palabra para cercar en una unidad dudosa lo que no es otra cosa que un rio o, mejor dicho, una lluvia.

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