Cuando Arlequin hubo cometido todos los
crimenes posibles los ciudadanos se cansaron de el y decidieron eliminarlo. No
apelarian a ninguna justicia conocida, pues era sabido que Arlequin tenia
amigos poderosos y terminaria por burlar los complicados mecanismos de Temis.
Sus atrocidades eran tan
abominables como innumerables, y tan innumerables como las estrellas del
firmamento. Habia cometido tantos asesinatos, robos, estafas, violaciones,
abusos, incendios, desfalcos, suplantaciones, disturbios y demas latrocinios
que, a decir verdad, nadie podia recordarlos todos. A Arlequin se lo suponia
parricida, matricida, magnicida de amados monarcas, seductor de virtuosas
reinas, corruptor profesional de principes y princesas, raptor de niños
pequeños. Era conocido como un despidado torturador de personas y animales,
como un brillante piromano, como un sagaz escapista y un ladron rapaz e
inescrupuloso. Tambien era desertor en cuanta guerra peleo el pais, y por
supuesto subersivo a veces y servil otras, ademas de un traidor a la patria y,
como si todo lo anterior fuera poco, Arlequin era un ateo declarado.
Como tenian miedo de que
escapara, se cuidaron muy bien de ponerlo en aviso y organizaron una turba. O
mas bien deberiamos decir que la turba, fiel a su naturaleza popular, estallo
de manera espontanea. Nadie puede predecir cuando estallara una turba. La cosa
ocurrio asi: Arlequin fue sorprendido un jueves por la tarde, en el callejon de
la pescaderia, intentando violar a la hija del pescadero, que a la sazon tenia
doce o trece años. Es facil imaginar la natural indignacion que succito el
crimen en el alma sencilla pero honrada de vecinos y mercaderes (por no hablar
del pescadero, que apenas recibio la noticia salio disparado a buscar su
arpon). Tal vez lo curioso es que este estallido de sana rabia no hubiese
ocurrido antes ya que, hablando en serio, Arlequin habia sido pescado
cometiendo crimenes mucho peores que lo que en ese momento intentaba hacerle a
la pobre hija del pescadero. Algunos suponian que Arlequin era un consumado
brujo negro ya que, al menos hasta esa fatidica tarde, todos los hechos y
dichos concernientes a su persona parecian caer rapidamente en una extraña
bruma. Y si bien las noticias siempre indignaban al pueblo, este parecia
olvidarlas misteriosamente rapido. Y dado que las noticias siempre eran
reemplazadas por otras nuevas (ya que crimenes y hazañas no faltaban) parecia
que el pueblo vivia en una rabia constante pero moderada, nunca lo
suficientemente fuerte como para estallar en una accion justiciera contra el
que ellos mismos denominaban monstruo, adefecio, asesino, sodomita, engendro
infernal y de otras mil maneras. Incluso habia quien, detras de su honrado asco
contra el criminal, alimentaba una avidez constante de novedades. Por esas extrañas
relaciones que se forman en la mente de los gentiles, Arlequin era a un tiempo
chivo expiatorio y principal distraccion de la plebe.
O al menos asi lo era hasta que
fue aprendido por la turba en el callejon. Fue linchado inmediatamente por los
comerciantes y habitantes del lugar. Le dieron una paliza con palos, azadas,
rastrillos y con todo lo que tenian a mano, desde cucharones de madera a
pesados cocos. Fue llevado a rastras hasta la plaza del mercado, y atado al
mastil en donde flameaba el escudo de su majestad. Y fue entonces cuando el
agraviado pescadero, que hasta ese momento habia sido retenido y sujetado por
dos o tres fornidos panaderos, fue dejado a sus anchas para que tomase su
merecida venganza. Y es que si lo hubieran dejado desde un principio, el resto
se hubiera privado del placer del linchamiento. Y como dijo la rubicunda
hilandera (que se compadecia del pescador a pesar de que odiaba secretamente a
su linda hija) : "con los del genero de Arlequin no hay que ahorrarse las
palizas". Y asi fue que el pescadero, que antes habia sido pescador y mas
atras aun habia sido marinero, tomo su afilado arpon y de un solo arponazo le
atravezo el pecho a arlequin, generando un reguero de sangre que muchos
suponian que vendria de su atravesado corazon, pero que otros, los que lo
suponian brujo, demonio o alguna especie de reptil, aseveraban que venia
sencillamente de algun otro organo cualquiera, pero nunca de uno que no tenia.
Y aqui termina la historia... o
bien, aqui podria haber terminado. Segun fuentes oficiales, no ocurrio mucho
mas. El Rey en persona condecoro al valiente pescadero, y al enterarse que
habia sido marinero le ofrecio un puesto honorifico en la armada real. Los
linchantes anonimos fueron tambien debidamente identificados y premiados, y hay
quien dice que mas de uno que no habia tenido nada que ver, que solo habia
mirado o que ese dia ni estaba en el mercado salio a decir que tambien habia
pegado cierto numero de palazos o golpes de azada. Por miedo a quedarse corto
en su magnanimidad, el rey no escatimo felicitaciones ni monedas de oro con su
cara. Eso si, una monedita para cada uno, porque el tesoro real no era infinito
aunque se dijiera lo contrario. En cuanto a la desdichada hija del ahora
brigadier, sabemos que por lo menos no quedo deshonrada. Su horrible situacion
conmovio a un compasivo Noble local que, si bien la doblaba en peso y la
triplicaba en edad, no tuvo reparos en casarse con el pobre angelito.
Ahora bien, es bien sabido que
ademas de las fuentes oficiales, hay muchas otras. Apocrifas se puede decir. No
le podemos prestar atencion a todas, porque son muchas y la mayoria falsas y
como dice aquel refran de españoles, "beber de muchas fuentes desvanece el
vientre". Claro que beber de una sola es igual de peligroso, por mas sellos
reales con las que venga.
Entonces, hay quien dice que
fue el mismo Arlequin el que, despues de haber cometido todo los crimenes que
podia imaginar, sencillamente se canso (porque tanto va el cantaro a la fuente
y ustedes ya entienden) y se dejo aprehender. Esta version de la historia en su
favor un solido argumento: Era vox populi que Arlequin tenia los ojos de un
aguila, el oido de un perro de caza y tambien la velocidad de la liebre que los
deja atras. Tenia ademas una verdadera estrella para encontrar los momentos
justos y practicamente una constelacion entera para escaparse. Si lo seguian a
caballo, llovia o nevaba. Si iba en barco, habia bancos de niebla. Si lo
seguian de noche nunca habia luna, y siempre asi. Realmente era raro que un
truhan tan experimentado, que habia penetrado palacios para acostarse con
reinas, y fortalezas para robarse joyas familiares, hubiera sido atrapado en un
callejon del mercado como cualquier gorrion adolescente. Hay quien dice que lo
hizo aproposito, que ya estaba cansado. Que a proposito la dejo gritar, cuando
tan facil hubiera sido la mordaza o la daga en la garganta, y que luego de que
gritase, a proposito se quedo donde estaba, magreandola y diciendo
groserias, y que obviamente los vio venir, ya de lejos, oliendolos, escuchando
los pasos que se acercaban y las puertas que se abrian. Los pregoneros
oficiales decian que habia sido sorprendido en flagrancia, literalmente con los
pantalones bajos, y que por eso no pudo correr. A la gente le gustaba esta
version por lo comico de la escena: el gran criminal intentando correr con un
grillete de calzones en los tobillos, cayendo y siendo apaleado, era
sencillamente genial. Las castas hijas de los mercaderes, bien aconsejadas por
sus madres, decian que habia sido un castigo del cielo; Pero las picaras del
bajo mundo: prostitutas, gitanas, videntes, ladronas, comadronas, brujas,
envenenadoras profesionales; Todas estaban seguras de que habia sido el diablo
cobrandose el contrato. Pero otros, los mas avispados, los cazarrecompensas y
alguaciles que habian intentado, sin exito, atraparlo por años, recelaban de
esta version que los dejaba en ridiculo a ellos mismos. Pero eran los otros
truhanes, los que habian planeado con Arlequin robos y atentados, fugas y
estafas, los que estaban convencidos de que la historia oficial, como ocurre
muchas veces, era falsa.
Pero claro, estos tambien
sabian que el apetito de Arlequin por los vicios de la carne, por la sangre, la
aventura y la riqueza eran tan insaciables y huecos como el tonel de las Danaides.
¿Arlequin, cansado de los robos? ¿cansado de los secuestros, de los asesinatos,
de las borracheras? ¿cansado de su mala fama, la cual celebraba hasta caer
rendido en las tabernas? Esto les parecia aun mas increible, mas inexplicable,
mas inverosimil que el asunto de los pantalones. Habia que encontrar una
tercera historia, algo que estuviese entre el una y otra. Asi fue que surgio
otra version, la version de los criminales, de los de abajo, la version del
mundo de las sombras: A Arlequin lo habian traicionado, lo habian vendido, lo
habian emboscado. Si, asi tenia que ser. Habian sido los Nobles, o el Obispo, o
los Reyes, o alguna mujer despechada, o cualquier combinacion entre estos. Aqui
hablaban los viejos zorros, los arabes vendedores de alfombras, los guias de
caravanas y los asaltantes de caravanas tambien: habia sido una conspiracion,
alguien le habia avisado a los guardias reales, el pescadero y su hija eran en
realidad mercenarios contratados, ese dia alguien habia envenenado la comida de
Arlequin, un tal Pierrot, viejo compañero de andanzas de Arlequin lo habia
vendido por dos taleros de oro. Claro que nadie sabia a ciencia cierta quien
era ese Pierrot, y los que decian saber tambien decian que Pierrot habia
desaparecido hacia años o incluso que la historia era ridicula porque Pierrot
habia sido asesinado por Arlequin en una trifulca ocurrida hacia una decada.
Pero claro, no faltaba quien aseveraba que ese dia en la plaza vio a Pierrot
sonriente y entonces o el estaba loco o era el fantasma de Pierrot cumpliendo
su venganza. Fenechka, una antigua amante de Arlequin, le dijo a sus amigas
entre risotadas que Pierrot no era otro que el mismo Arlequin, que como era
sabido habia usado una gran variedad de nombres artisticos en su larga carrera;
Y si bien es cierto que Fenechka estaba bastante borracha cuando lo dijo,
no por esto su version es menos creible que las del resto. Y de cualquier modo,
esto no impidio que los honorables asesinos y ladrones de renombre iniciaran en
todo el bajo mundo una caceria del supuesto Pierrot, asi como de otros posibles
sospechosos de traicion y enriquecimiento ilicito, es decir, ilicito hasta para
los ilicitos enriquecimientos de los bajos fondos. Todo aquel que aparecia con
una bolsa de oro era mirado con recelo y entonces alguien se preguntaba: ¿no
seran esos los taleros de Pierrot? La llamada "caceria de los
taleros", tambien conocida como "venganza de Arlequin" genero
una considerable escalada de violencia intercriminal, en donde sospecho que mas
de uno aprovecho el contexto para degollar a su compañero de habitacion y
robarle la bolsa o la mujer. Uno de los caidos fue el desafortunado
brigadier-ex-pescadero-ex-pescador-ex-marino, quien aparecio misteriosamente
envenenado en sus flamantes nuevos aposentos. Aqui las versiones tambien
varian, y los culpables van desde los vengadores de Arlequin, hasta los propios
altos mandos de la armada real, que supuestamente no toleraban que un simple
pescadero se considerase Brigadier.
Prosigamos. Siganme, oh
lectores, en este razonamiento: de todas las historias, solo puede haber una
verdadera. El resto, claro, serian falsas. Tambien puede ocurrir que, como en
este caso, todas las historias sobre un hecho sean falsas. Es decir, todas las
que hasta ahora hemos contado. Pero, ¿como identificar una historia falsa? Los
filosofos han escrito muchos y muy sabios tratados sobre este tema, y todos
concuerdan en lo siguiente: no hay ningun sistema, mas alla de las faltas
contra la logica de Aristoteles, que pueda servir para impugnar un relato. Un
sabio Escoces escribio no hace muy poco un brillante tratado en donde explicaba
que, dado que bajo la tierra pueden ocurrir milagros y cualquier hecho
fantastico, uno puede estar seguro de que cualquier cosa imaginable por el
hombre es factible de succeder en la realidad, y por lo tanto de narrar. En
nuestro caso, vemos que todas las versiones del asesinato de Arlequin estan de
acuerdo con la logica del ilustre discipulo de Platon y que, por lo tanto, son
iguales de verosimiles. Aqui, nuestro sabio y rechoncho amigo Escoces nos ayuda
nuevamente. Y es que siendo todos los relatos igualmente probables - nos dice -
seran solamente los hechos los que den validez a uno por sobre otro. Entonces,
¿como identificar una historia falsa? La posiblidad de hacerlo es solo una:
conociendo la historia verdadera, es decir, conociendo los hechos. Y por suerte
para usted, que me ha seguido hasta aqui perdonando incluso mi aburrida
disquisicion filosofica, yo conozco la version verdadera porque conozco los
hechos.
En efecto, amigo o amiga, en
efecto. Se sorprenderian ustedes, que por mi modo de escribir este relato me
imaginaran un noble o al menos un profesional de gremio, si supieran que no soy
mas que un inmundo borracho. He tenido dias mejores, sin duda. Pero no los
aburrire con mi historia. Les basta con saber que que ese dia jueves yo estaba,
como el resto de los dias del año, empinando el codo en uno de los bancos
aledaños al callejon. Aunque la zona es un poco sucia y apesta a pescado, a col
y a tierra, es tambien bastante sombria y fresca, lo cual es ideal para las
tardes polvorientas del mes de la divina Juno. En fin, ahi estaba yo empinando
el codo y riendome de la vida, imaginando historias y tapandome los ojos con el
dorso de la mano, cuando de repente escucho pasos, conversacion, forcejeo.
Supongo que el malevolo Arlequin habria llevado a la hija del pescadero hasta
el callejon con algun truco o engaño, para luego proponerle toda clase de
suciedades, las cuales la pequeña pescadera, que en ese momento era mas bien la
pequeña pescada, si se me perdona el juego de palabras, rechazo inmediatamente
para intentar volver con su padre. Yo no pude ver si esto fue asi porque estaba
mas bien a la vuelta de la esquina, en el banco. Pero al escuchar el forcejeo
me acerque, mas curioso que indignado, a ver en que terminaba todo. Ya se lo
que estan pensando, y dejenme decirles que si, que tienen toda la razon: soy un
ser inmoral y despiadado. A decir verdad, no me preocupaba mucho la suerte de
la hija del pescadero. Jovenes engañadas y deshonradas las hay por montones. En
cambio, noten ustedes que pese a toda su fama y notoriedad, a todo lo que
supuestamente hizo y a todo lo que se dice de el, yo nunca habia visto a
Arlequin cara a cara. Como ocurria con la gran parte del pueblo, yo solamente
imaginaba a Arlequin asi y asa. Los afiches que se pegaban en las plazas y en
los ayuntamientos, en donde se ofrecian cuantiosas recompensas por su cabeza,
lo mostraban como un ser basto y horroroso, con todos los rasgos del barbaro medieval,
una cara que mas se parecia a la de un orco o un troll que a la de un ser
humano de a pie. Y los grabados populares, que aparecian en libros prohibidos o
en obras de artistas malditos (porque Arlequin era tambien o mas que nada un
personaje del imaginario popular, un cuco de los niños pequeños y el villano de
las historias que corrian de boca en boca) lo representaban como un ser elfico
o diabolico, de angulosas facciones, ojos rasgados y malignos, cabellera larga
o encrespada como las llamas de una fogata, barba de chivo o una tupida barba
como la del pirata. Estas pintorescas y variadas representaciones de Arlequin
deben haber contribuido mas a su libertad que a su captura, pues dejenme
decirles que Arlequin, es decir, el rostro de Arlequin, era un rostro comun y
corriente. Hasta se puede decir que era un rostro bello. Pero comun y
corriente, perfecto para pasar desapercibido. Rubio cenizo, con el pelo corto y
ordenado, barba apenas incipiente y una edad que oscilaba entre los 20 y los 50
años. Los ojos, que hacian temblar a las damas de alcurnia en su reuniones
puesto que o eran soles o eran teas candentes, eran sencillamente unas canicas
avellana sin ningun signo caracteristico. Me dan enormes carcajadas cuando
pienso que Arlequin pudo haberse sentado en la taberna al lado de cualquiera de
ustedes, o pedido habitacion en su posada, o haberle cedido caballerosamente el
paso en el puente del Castillo, y usted no habria sospechado nada.
No habia visto a Arlequin y me
acerque. No dejandome ver, me escondi tras de un seto que ridiculamente crecia
en ese callejon de sombra. Desde ahi vi el rostro que les describo, colocado en
un cuerpo menudo. Fue ese cuerpo el que detuvo a la pescaderita cuando esta
quiso marcharse, para comenzar un corto forcejeo que termino con el tumbado
sobre ella, y ahi fue cuando ella pudo dar el grito de alarma que atrajo a la
chusma. Aqui es donde comienzan las diferencias con las historias anteriores.
Efectivamente, Arlequin supo que vendrian apenas escucho el grito. Pero,
primera cuestion, la hija del pescadero se desvanecio inmediatamente despues de
gritar. Para decepcion de muchos, Arlequin no habia llegado a bajarse los
pantalones cuando ella grito. E inmediatamente salio de encima de la joven.
Aqui fue donde su buena estrella volvio a ayudarlo, pues justo un ebrio de mi
clase, es decir un don nadie, doblo tambaleandose por el callejon de donde yo
venia, y se encontro de frente con la escena. Entonces Arlequin, rapido como
una pantera, se arrojo sobre el borracho y, luego de darles dos sendos golpes
en el riñon y uno en la barbilla, lo arrojo sobre la hija del pescadero y acto
seguido salio corriendo por una calle lateral.
Podran deducir ya, a este
punto, como ocurrieron las cosas. La chusma, que jamas habian visto el rostro
de Arlequin, vio al pobre borracho intentando incorporarse sobre la joven
desmayada, y dando por sentado lo que deberian haber indagado, procedieron a
darle una soberbia paliza que dejo medio muerto al pobre hombre, que luego
quedo muerto del todo al ser ensartado como una ballena por el arpon del
pescador. El rigor mortis, sumado a la desfiguracion de la paliza, ayudaron a
que la identificacion del cadaver fuese imposible por algun perito que
conociera el rostro de Arlequin, en el caso de que hubieran llamado a alguno,
lo cual no ocurrio. Solamente la hija del pescadero podria haber notado el
error, pero a los pios caballeros de su majestad les parecio indecoroso someter
a una joven al reconocimiento de un cadaver. Y ademas, no era necesario, porque
Arlequin habia sido pillado con las manos en la maza.
Segun las costumbres de nuestra
querida tierra, el cadaver fue incinerado la noche de su misma muerte, por lo
cual no fue posible ninguna rectificacion posterior.
Se preguntaran ustedes por que
yo, unico conocedor de la verdadera historia, no di a conocer la forma real en
que ocurrieron los hechos. Bien, para esa pregunta hay varias respuestas. Aqui
algunas. Primero que nada, porque no tengo pruebas de ello. Arlequin
desaparecio ese dia y hasta el dia de hoy (ya han pasado varios años) no ha
vuelto a aparecer. Si el apareciera o fuese visto o reconocido, tendria pruebas
para apoyar lo que digo, pero claro que entonces ya no seria necesaria mi
historia. Supongo que, este donde este, debe haber cambiado nuevamente su nombre.
Quizas ya no este en el reino, quizas haya muerto. Ahora que lo pienso, hay
rumores de que un tal Pierrot ronda el camino a Bastion. Quien sabe. Quizas,
querido lector, el borracho que les habla sea solo una invencion, quizas yo soy
Arlequin. Ja ja ja. No se alarme, solo fue una broma. De cualquier manera, no
revelare mi nombre. Me gustaria seguir anonimo, solo un vagabundo mas tomando
sol entre las sombras del mercado.
En segundo lugar, no lo revelo
porque es peligroso. Al rey, a los nobles y al pueblo le gusta pensar que
Arlequin murio luego de recibir su merecido. Venir a decirles yo, un simple
gentil, que Arlequin les ha tomado el pelo una ves mas, que se ha reido y se
sigue riendo, si aun vive, de ellos, bueno... eso no seria bueno para nadie, pero
sobre todo no seria bueno para mi. ¿contradecir un edicto real y arriesgarme a
la picota? No gracias.
Y en tercer lugar, porque como
ya se imaginaran, simpatizo con los malvados. No me da la gana desbaratar un
engaño tan brillantemente perpetrado. Siempre he creido que el pueblo, y
tambien la nobleza y hasta el mismisimo Rey, son una tropilla de imbeciles.
Solo confio en los criminales y en los ebrios como yo.
Hay, amigo o amiga mia, una
cuarta razon que, si se quiere, es mas extraña: y es que yo soy pobre. Despues
de todo lo dicho, no dare mayores pistas sobre mi pasado, pero les alcanza con
saber que si bien nunca fui lo que se dice rico, si fui mas rico de lo que soy
ahora: un hombre que vive con lo puesto. Es por eso que jamas perdi el gusto
por la possesion de cosas valiosas. Teniendo como tengo, poco y nada, ¿no seria demasiado cruel por su parte pretender que yo comparta con el vulgo mis posesiones mas valiosas? Sere borracho pero no tonto, es decir santo. Y diganme ustedes ¿hay en esta vida algo mas valioso que un secreto?