10 dic 2012

Coloquio entre Hiparquia y Fenechka

Fénechka caminaba hacia el puente de Steinenks – Köhr, en una noche fría y despejada de la ciudad imaginaria cuyo nombre no recuerdo. Caminaba o nadaba entre los peces, haciendo siempre el mismo recorrido, dos cuadras derecho y luego doblar a la izquieda, luego a la derecha, dos cuadras derecho y luego doblar a la derecha, y luego a la izquierda, repitiendo el circuito, que era lo único que podía salvarla de ser atrapada por la bruma que salía de las alcantarillas y de los buzones de las casas.
Traseunte era de todos modos cualquiera, un señor de impermeable (pues cuando mas calor hacia era cuando mas señores de impermeables se veian), una señora con carrito de supermercado, un gato que saltaba ágilmente de un balconcito abandonado a otro, un perro o una abeja que picaba a alguien, Fénechka misma, con su también-sobretodo y su también-ser-traseunte, o sencillamente nadie, que también azotaba las calles con su siempre inoportuna presencia, de ocho a ocho mas que nada. De ocho a ocho, nadie tomaba las calles con la soberbia del Famosisimo Estratega Belisario, terror de los Otomanos.
 Pero, ¿a que iba al puente, con ese frio y esa ventisca Siberiana, siendo que en Buenos Aires había todo ese sol, y esa masa de aire compacto que llena espacios con inquietante solidez? ¿Por qué, en la ciudad imaginaria cuyo nombre no recuerdo, había un puente con escaleras de mármol, barandas de acero labrado, sobre un rio casi congelado? ¿Y por que era maligna y tan verde esa neblina que salía, como por arte de algún nigromante, de las alcantarillas y de los buzones? Recta, Recta, Derecha, Izquierda, Recta, Recta, Izquierda, Derecha, Recta, Recta, y asi iba emergiendo, cada vez mas cerca, la nebolosa silueta del puente, que se alzaba en la niebla como una aparición.
Claro que el puente, al igual que las calles, los traseuntes y por supuesto, ella misma, eran absolutamente imaginarios. Por eso no tenia sentido preguntarse, como lo había hecho varias veces, cual era el sentido de ir al puente Steinenks – Köhr. Era absurdo preguntarse por que eso seria como preguntar por el sentido de toda esa imaginación de la que ella misma formaba parte. La Neblina, no obstante, era un asunto muy diferente, pues tenia la atronadora realidad de los peces voladores.
Fenechka se detuvo justo al filo de la acera, playa de arena-concreto, mar frio en inmovil, alumbrado por un semaforo, mounstro triclopeo que sin embargo era la ultima esperanza contra la niebla verde. Se levanto la pollera por encima de los tobillos, y con esta precaucion, salto los charcos que aun quedaban de la llovizna, y se encaramo, toda blanca y suelta, hacia el puente que se alzaba sobre el monticulo o sobre el rio, como un extra'o monolito sobre el mar y sus peces voladores. 
F- Hola, buenas noches.
H- Hola, llegas tarde...
F- Si, la niebla..
H- Y los peces voladores, ¿no?
F- Siempre los peces voladores.
H- Esta bien, no te esperaba igual. Llevo durmiendo aqui una eternidad.
F- Si, me lo imagine. No se como haces vos che, con este frio y esta nieve. Yo me congelaria.
Hiparquia miro entonces a Fenechka como solia hacerlo en una situacion de esas, con una mirada fria y severa, y Fenechka no comprendio (como siempre) la mirada. 
F- ¿Y si vamos a tomar un cafe, o al menos un Te? Hace demasiado frio y tambien demasiado calor para estar aca afuera las dos solas. De dia es demasiado peligroso en los puentes nocturnos, y mas sobre el rio congelado...
H- No me vengas con temores. Vos sos la de la potencia imaginaria, no yo. Y no me parece lo del cafe, sabes, no tengo necesidad ni del te ni del cafe. ¿Trajistes la linterna?
F- Si. No sabes lo que me costo.- Fenechka saco entonces de su bolso una pequeña linterna de querosene, la cual tenia no obstante la forma de un farol de 1810. - Aca esta. ¿Hermosa, no?
H- Lamentablemente, util. Pero no te preocupes, ya vamos a encontrar una manera de no prescindir ni siquiera de la linterna.
F- ¿Y entonces, esperamos a los caballos o a las perogrullas del mercado?
H- Nada, vamos caminando.
F- Pero... 
H- Basta. No me importan ni la neblina, ni los peces voladores, ni las florecitas helicoptero que caen de los sauces. Si no te quejaras tanto.
Fenechka se acaricio el pelo, señal inequivoca de derrota, y entonces Hiparquia hizo rapidamente un rodete con su larga melena, dejando de todos modos mechones disparejos por todos lados. Por suerte, habia llevado la chiton corta de lana y no la ceremonial de lino. 
F- ¿No trajistes la Himation?
H- No era necesario. Hubiese venido desnuda, vos sabes, pero era peligroso con este frio.
F- Querras decir con este viento.
Se encaminaron entonces, bajando por el puente y hacia el bosque, que no era tanto un bosque como una calle, y entre los arboles fueron siempre derecho y hacia la izquierda, pese a que Fenechka queria ir haciendo zigzag para despistar a la niebla, que las seguia e intentaba atraparlas en un circulo. Hiparquia encabezaba la marcha con la linterna encendida, seguida de varios peces voladores (a los que no hacia el menor caso) y por Fenechka, que estaba siempre mas linda en los dias de calor.
La conversacion se renaudo cuando llegaron, tras pasar por una cueva y por un pasillo de auditorias, a la mesita de piedra que estaba en la segunda terraza (secreta e invisible) de Post. 
F - ¿Ves? Las cosas se van desenvolviendo asi, solas, cada paso es como un despliegue necesario del Absoluto o de ese par de medias, del cual una esta olvidada debajo de la cama y la otra, irrecuperablemente perdida. Y esa, la de abajo de la cama, comienza a determinar pequeñas cosas, cosas que no te das cuenta, hasta que un dia, en el que una ya se recontra olvido de ella, termina por determinarlo todo. 
H - ¿Y?
F- ¿Y? ¿Como "Y", Hiparquia? Entonces una tiene que encabezar una campaña de conquista imaginaria, tiene que ser la Julia Cesar del mundo imaginario, tiene que trascender ciudades y bosques, y puentes, tiene que dar vuelta cielo y tierra hasta volver a encontrar esa media, tirarla al lavarropas y recuperar asi la libertad, que es lo mismo que la suprema indeterminabilidad de las cosas.
H- Dame una manzana. Gracias. Pero, ¿Y la otra media?
F- No seas cinica, queres. La otra media esta perdida, irremediablemente perdida, ¿no te dije? Me la olvide seguro en la casa de alguno, vistes como son las medias de res, una se las saca muy rapido por las urgencias del day by day, for the unexplicable circunstanes of the holy moment, y la media pierde toda su solidez, deja de tener la forma hermosa y llena de mi pierna, deja de ser una cosa inflada y elastica y pasa a ser algo todo achicharrado y hilo, te juro que es lo mas parecido a un forro usado. Es muy natural que si la ves desde la cama, en la penumbra de la noche, lo mas natural sea patearla abajo de la cama y olvidarse de ella para seguir soñando. Pero olvidarse para siempre, ¿entendes?
 H- Si. Pero eso te pasa a vos por usar medias de Res. ¿Con que necesidad, me queres decir?. Yo no tengo esos dilemas por que mi libertad no tiene condicionamientos de las medias de res ni de los sombreros de paja, por lindos que te parescan. Yo tengo lindas piernas tambien, ¿para que ponerle unas cosas de hilo encima? ¿Ves? Yo no tengo que dar todas esas vueltas por la palmera gemela, y por eso no estoy todo el tiempo conciente de la niebla o de los peces voladores, o de la nieve o del frio, y ni siquiera de la linterna, que te la pedi mas por vos que por mi, asi podias traer algo. Yo, Hiparquia, descalza, desnuda y desvergonzada, si. Pero libre tambien.
F - ¿Pero que haces el resto del dia? ¿Te la pasas meditando con esa toga rara?
H- No, ¿con que necesidad? Intento no tener, eso hago. No tener frio, no tener medias de res, no tenerle miedo a la niebla, no necesitar necesitar cosas, intentar estar limpia de la limpieza. Fuera de eso, el tiempo corre solo, por que no tengo necesidad del tiempo tampoco. Asi que se pasa, se pasa, esta ahi como rogandome que haga algo, pero yo en realidad no lo veo. Le di la espalda hace mucho. Claro que, cuando tengo hambre, intento comer, y cuando tengo sed, tengo las fuentes. Cuando tengo de las otras necesidades, creeme que todavia las puedo solucionar sin las casas de otros o las madrugadas incomodas que a vos tanto te gustan.
F - Espera, espera. Yo no te dije nunca que me gusten. Lo que sucede es que no las puedo evitar. Son como los dias de mucho sol o como tirar los vasos en los bares. Soy como irresistible, y me lo han dicho, ¿sabes? ¡ja ja! Una se acostumbra o se deja llevar, y mas cuando esta en plena campaña imaginaria, llena de ocupaciones, categorizando los fosforos enemigos o pensando en formas de hacer cajones con doble fondo, te imaginaras.. bueno, no te imaginas nada vos, pero si imaginaras, te imaginarias que en plena conquista tengo poco tiempo para despertarme. Casi siempre que me despierto es una madrugada incomoda, es el silencio o la musica, es la luz azul silenciosa. Asi es la mayoria de las veces. Claro que a veces tambien es la luz rojiza de los pajaritos, pri pri pri, pri pri pri. 
H - Tenes el estomago demasiado grande, estas demasiado acostumbrada a dejarte estar, a ser siempre asi, tan extendida, tan laxa, tan desfalleciendo en el cesped. Como ahora. ¿hacia falta todas esas masitas y toda esa tetera? Asi vas a seguir perdiendo medias y...
F - Si, no creas que no lo se. Encima cada dia la bruma esta peor. A veces hasta es azul o negra en vez de verde, y esos dias te juro que no me dan ni ganas de salir a caminar. Pero es que no lo puedo evitar: Algo de mi misma es como un campo magnetico, que me atrae a mi hacia mi misma, es un peso horrendamente liviano o al revez. Y voy asi, callendome por ese tobogan que soy yo misma, de mi misma hacia mi misma, como una proyeccion que se diluye en una pared blanca y lejana.
H - Hipocrates decia que era cosa de la Bilis, los humores y el estomago, sobre todo el estomago. Podrias empezar tomando solo agua, eligiendo la sombra a los ventiladores, estar parada a caminar. Tu felicidad es como la interferencia de los aparatos electronicos, maravillosa a la vez que molesta. La felicidad es para mi algo claro, un estanque de agua. No esta interferida ni es la interferencia.
F - Eso es la soledad, nena.
H - No existe la soledad, dejate de pavadas. Existe la necesidad. La soledad es la necesidad inatisfecha, o el darse cuenta de que no estas realmente sola. La libertad es lo que se podria decir soledad, pero eso no tiene nada que ver con la necesidad a la que vos te referis. El mundo esta viciado, ya casi no quedan granos de maiz, por eso estuvistes obligada a conquistar las indias orientales.
F - Y si, si. Pero tampoco es para estar con el baculo y la capa, con solo el baculo y la capa. Lo tuyo es una piedra dura y sin bordes.
H - Si, Hedonismo contra Estoicismo. Pero la meta es la misma. A mi me gustan los atajos, los caminos cortos, aunque esten llenos de piedras y a veces hasta de botellas. 
F - ¿Pero vos te das cuenta no? Sea la luz azul o sean las botellas, no hay caso, no se puede evitar la oscuridad. Aunque vos le des la espalda esta ahi, mirandote, como zumbidos de abejas o una musica tremenda que suena a lo lejos, ajena pero cercana.
H - Una puede ser un recinto inalcanzable hasta para esa musica. Y en ese recinto, no hay viento ni palomas que vuelan. Es todo tan liviano que es la inmovilidad absoluta.
F - Mira, parece que estamos llegando a puerto.
Y efectivamente, el enorme velero o trirreme egipcio o bote del Yatch Club salia defintivimante del mar de las serpientes y se metia por uno de los infinitos canales de hermoso verdor, el cual se angostaba y llegaba a un puerto, como bien habia notado la blanca Fenechka. 
H - Hace mucho que no venia a Puerto Madero...
F - ¿Puerto Madero? Pero si esto es Nueva Delhi
Hiparquia miro nuevamente a Fenechka de esa manera, y Fenechka nuevamente de esa manera no comprendio la mirada. Hiparquia, que si comprendio(se) no pudo evitar una sonrisa que no obstante juzgo innecesaria.
H - Nueva Delhi o Marselle - Dijo Hiparquia sonriente.
F - O Liverpool - dijo Fenechka, pensativa.
H - u Osaka. - Agrego Hiparquia con tono burlon y grandilocuente
F-  o Quequen.- Agrego Fenechka con una felicidad hilarante
H - o Philadelpia
F - o la ciudad imaginaria.
H - o Tiro, joya de los Fenicios
F - o Cartago
H - o Atenas.
F - o la Cascada. 
H - o San Petesburgo.
F - o la maceta.

Luego de llegar al puerto, ambas descendieron del trirreme, y la conversacion se prolongo por un tiempo indeterminado, seguramente infinito en el espectro imaginario de Fenechka.


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