12 may 2015

Postmodernidad

Ella cliclea. Es un clicleo ciclico, circular, repetitivo hasta el hartazgo. Cliclea o Clickea, puesto que no existe la palabra y entonces tampoco una forma de escribirlo. No existe la palabra. Ese es el problema. Ya no existe la palabra y por eso existe el click, el repiqueteo furioso y distante sobre el boton del mouse, nuevo yunque sobre el que el dedo - martillo golpea y colapsa maquinalmente.
La miro: Clic, clic, clic. La miro un poco con desgano, encorvado y con la palma en la cara (mas bien es la cara en la palma, la cara en la palma como un perro en el tapete), la miro como desde atras de mi mismo, como si detras de mis ojos, mas alla de la habitacion y de nuestros dias hubiese, muy muy lejos, otro yo y otros ojos. La miro a esa distancia: cliccliclicliclicliclic. No existe la palabra.
Su clicleo es un clicliclear indiferente, hueco, un cliclear de mecanografa, de mensaje secreto, casi de ultratumba. Sordo, su clicliclear es sordo. Y tambien es refractario. No solo con la mano: Tambien cliclea con los ojos. Esto es mas bien raro. No es que sus pestañas hagan ruido alguno, que hagan clic o hagan chik o croc, para nada. Es mas bien un sincronismo entre en dedo y la pestaña, entre el click y el parpado. Mirandola, no se si el click comienza en el dedo y repercute en el ojo o si, mas bien, comienza nerviosamente en el parpadeo temblequeante del ojo para luego estallar espasmodicamente en el dedo. Se me ocurre que es atravesada por pequeñas descargas electricas, que es un animal en una mesa de pruebas, atado con correas, sometido a estupidas averiguaciones, y me da un poco de pena como su cara, otras veces tan radiante y llena de fogonazos y tormentas, se parece tanto ahora a una bolsa o a un carton de leche. Neutra, sosa, clic.
El sol entra lentamente por la ventana, y nos ilumina como en un cuadro. Ella tan ausente, y yo tan ausente tambien. Un tapping de bajo y un piano machacan el fondo oscuro de la sala. Me doy cuenta que mi dedo gordo del pie tambien clickea. Es decir, marca el tiempo, que es un clicleo un poco mas ritmico que la punta del zapato hace sobre el piso. Jazz. Mas armonioso y menos frenetico, mas caluroso y menos maquina pero... al fin y al cabo...
No existe la palabra. Jazz y clic porque la palabra ya no existe, no fluye, no une. El clic y el jazz son como un fondo que disuelve las formas, que nos disuelve. Mientras la miro, la siento otra, es decir no la miro. La siento otra porque no soy yo quien mira. No estamos. Mientras el sol se oculta veo que no veo y hallo que no estamos, ni ella ni yo, y que lo unico que hay son dos cuerpos, uno ya tumbado y el otro rigido y hieratico como una estatua sagrada, como una estatua con una mano y un dedo que machaca sobre un raton.

2 comentarios:

Udjat dijo...

A veces cuando te leo, temo ser yo el objeto del que se escribe. Objeto porque no soy sujeto en ese estado de coseidad que describis. Temo ser yo, hasta que a veces entiendo que si no soy yo, podria tranquilamente serlo. Y ahi, en ese momento, temo seguir siendo la cosa que tus ojos podrían ver.

Sebastian P. dijo...

Eso el lo que te ganas por estar jugando al warband todo el dia. Te dije que iba a escribir sobre tu incesante cliclicleo. Igual no te lo tomes tan tragicamente: sos vos y no sos. Es literatura.