12 feb 2016

Breve Disección Onirica

Tuve un sueño en donde yo era el personaje secundario. La conciencia pasa a segundo plano, pasa a ser mero espectador. Digamos que yo era el amigo del protagonista. Un Amigo - Narrador al mejor estilo de Watson con Holmes.
La pelicula, si puede decirse asi, estaba ya empezada cuando yo tome posesion de mi papel.
El protagonista, que no era yo pero era yo o era una parte mia, tal vez la mejor parte, habia sido un rebelde cuando eramos chicos. Tenia un aspecto de poeta torturado, de Petit Metre a lo Baudelaire, pero eso solo en los ojos y en las expresiones, como de desprecio, de autodesprecio, de desinteres disfrazado de caballerosidad. Un Rimbaud viajando a casa de Verlaine. Pero esteticamente de los años 60, con ropa gris o beige, estetica de Pearl Harbour.
Habia sido un rebelde o un buscador de la locura o un loco buscador de la rebeldia. De eso hacia un tiempo, y en ese tiempo habia habido una mujer, una chica, una adolescente, y una historia que era la burda metafora, tan burda que podriamos decir Hollywoodense, de esa rebeldia: Un Amor Imposible, un amor autodestructivo, un amor que mas bien era ver a dos hienas destrozarse por una pieza de cebra. Siempre hay algo erotico en la ferocidad, siempre hay algo erotico en la violencia, en el combate. Y mas aun si ese combate es fatal y si los combatientes son jovenes y bellos. Esto lo comprendieron bien los Griegos como Aristoteles, y luego los Romanos, y luego Freud.
Por supuesto todo habia terminado antes de empezar o no habia terminado o tal vez ni siquiera habia empezado, puesto que toda relacion era una formalizacion y toda formalizacion era una forma de legalizacion y toda legalizacion era un asesinato a la pasion, puesto que mi amigo era un rebelde y para el rebelde la libertad es desobediencia, siendo entonces lo prohibido identico a lo seductor.
Ahora caminabamos ambos, tiempo despues de eso, bien vestidos, el adelante y yo mas atras, cada uno acompañado de una hermosa y educada señorita. Estas señoritas eran bien parecidas, bien formadas, bien educadas, bien vestidas, y bien maduras. Eran la metafora opuesta a la de la adolescente del pasado: simbolo del compromiso, templo de la cordura, anillo o trofeo del empleado municipal, del joven profesional. Sus ojos, sus bocas, sus vestidos, sus voces, sus palabras: Todo gritaba estabilidad, senda, cuadricula, calculo, eterno retorno del confort.
¿Pero por que? ¿Por que mi amigo caminaba de la mano con esa señorita? ¿Por que lo hacia yo mismo? Pero yo era un espectador y solo estaba siguiendo, como siempre, a mi amigo, porque un amigo, nueva metafora, es siempre la mejor parte de uno mismo o la proyeccion o la analogia de la mejor parte de uno mismo, sea cierta o falsa.
Entonces si mi amigo era la mejor parte de mi mismo, resulta que yo soy la peor parte. Y si yo soy ahora y el es ahora pero con un pasado, porque yo pasado no tengo, resulta que no se si yo lo sigo a el o el mi sigue a mi.
En efecto, ¿por que ya no es un rebelde? ¿Por que no corretea con la bella puber pero si camina pausadamente con la madura jovencita? ¿troco acaso la locura por la cordura? ¿Dioniso por Apolo?
Y de pronto yo, a modo de guisa, o tal vez porque escuche entre el y su señorita la palabra matrimonio, tal vez enojado o divertido por la sumision de mi amigo el ex rebelde a esos planes de su acompañante, o tal vez porque en ese mismo momento yo sostenia la misma conversacion con mi propia prometida, exclame: - ¿Y por que no organizamos entonces una boda de a cuatro?
Dije eso o no lo dije o dije algo parecido pero que expresaba, en el silencio o en la frase, un sentido similar de estupida renuncia a la verdadera vida. Y no supe que el sentido de mis palabras era este hasta que termine de decir o de pensarlo. Pero entonces ya estaba dicho, y en mi broma o en mi cobardia, cobardia de estar ahi pretendiendo seguir a mi amigo cuando en realidad estaba guiandolo, selle la vida de los dos: la suya y la mia. Derrota absoluta ante las pulcras y educadas mujercitas que querian casarse y tener hijos, que querian orden y una casa con balcon y macetas en el balcon.
La mirada de mi amigo, entre socarrona, triste y de algun modo tristemente contenta, me arrojo en el sueño a una escena premonitoria de mi propio futuro o al menos del futuro de mi amigo: Suicidio. Me dio risa que se colgara con los cordones de sus mocasines. Ultimo mensaje o tal vez puro sentido bizarro de mi maquina soñadora.
Luego desperte o crei despertar. Estaba en un oscuro cuarto y con un miedo panico. Intente encender la luz freneticamente pero la luz no volvia. No volvia porque se habia suicidado con los cordones de sus estupidos mocasines de marido y empleado. La perilla subia y bajaba y ese miedo y esa oscuridad no eran otra cosa que la vida sin su mejor parte, sin mi mejor parte.
El final, casi exigido por la logica onirica, no podia ser otra cosa que una enorme sombra de dos metros, realidad misma o fantasma de la luz, apareciendo frente a mi furiosamente, levantandome en vilo por el cuello y estrangulandome contra una de las paredes del cuarto. La sombra tenia un nombre. Una voz femenina me la susurro con desinteres en las oscuridad. Era un nombre de demonio biblico y empezaba con B.

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