20 jun 2025

La Hora Señalada

"Hay muchos otros nombres que no deberian ser escritos. No estoy completamente seguro de cual es el orden y hasta que yo no vea el orden de sus letras, su surgimiento y su rango, no los escribire; Porque puedo cometer errores ya sea de pensamiento o en papel."

El Sendero de la Mano Izquierda, Hermanos Jacob e Isaac ha-Kohen, 1265


Dado que Hashem habia creado al Hombre insuflando aliento en una forma el barro, el Rabbi utilizo el mismo material para construir el cuerpo. En construirlo habia tardado años con todos sus meses y cada uno de sus dias. No recordaba en que momento lo habia terminado, o si es que lo habia terminado realmente porque, le parecia, ninguna obra se terminaba nunca realmente. Todo estaba hecho y todo estaba tambien por hacerse. La obra, asi llamaba El Rabbi al Cuerpo, se hallaba entonces desde hacia quien sabe cuanto en un habitaculo oculto en el sotano de la sinagoga.

La Sinagoga, Atemporal. Ciertos mitos antiguos narraban que los dioses habian creado primero un espacio primigenio, una casa, un templo, y a partir de ese templo, como una piedra fundacional, habian construido luego la casa del universo. A partir de la tienda que contenia el arca se habia desplegado el enorme manto celestial cubierto de estrellas, y bajo ese manto todo lo demas. ¿Cuando, quien, habia levantado piedra sobre piedra para construir la sinagoga? Ya estaba alli, tan borrosa y difusa como la propia memoria del Rabbi. 

Su pasado habia desaparecido hace años. Se habia esfumado como la forma original de las piedras que componian el campanario y el resto del edificio. ¿cuando, en que lejana juventud, habia llegado a esa aldea perdida, a ese pueblo oculto entre colinas, siempre brumoso, siempre ahogado en la neblina? ¿de que anchos mares o caudalosos rios habia llegado? ¿en que puertos habia descansado, que lejanas tierras habia conocido? ¿cuantos amores habia sufrido? ¿que valiosos amigos habia perdido en el camino? El viejo Rabbi no podia recordarlo. Todo ello se hallaba perdido, oculto tras una bruma tan impenetrable como aquella que cubria las casas y a veces amenazaba con descender y abrazarlo todo con su gelido soplo. 

Siempre habia estado alli, si. El, el pueblo y la sinagoga se anudaban hacia el pasado como si fueran una misma cosa. La rutina, el rezo y el estudio de las diversas ciencias lo habian ocupado desde que era quien era. Quizas Hashem lo habia creado exactamente asi, tal como era ahora mismo. Sin pasado, sin infancia. Al Rabbi le gustaba adornar su condicion con estas reflexiones. Reia para si y el eco de su risa iba y venia por todo el Heikal. 

En algun momento, es cierto, habia terminado la obra, el cascaron. Y al terminarla habia pensado que tenia que esperar. Pero ¿que era lo que habia decidido esperar? Una voz que era y no era su voz, y que parecia salir desde detras de su cabeza respondio por el: עֵת. Esperaba el tiempo señalado. Los dedos de su mente hurgaron en unos papiros inasibles. Su voz musito. Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del sol tiene su hora. Y la hora habia llegado.

Asi como El habia inspirado la chispa divina en Adam, asi el Rabbi debia insuflar tambien la chispa divina en el cuerpo. Asi y solo asi terminaria su obra. Luego descansaria. 

Cada ente tiene su propia naturaleza. Y en la naturaleza de cada cosa esta lo que puede hacer y lo que no. ¿podria el Rabbi, siendo su vida como habia sido y siendo su naturaleza como era, comunicarle la chispa divina a aquel cuerpo de barro? Mientras bajaba las escaleras recordo a Aristoteles: oudèn dídōsin ho mē ékhei.

Segun el Libro de la Formación el embrion era siempre una sombra de su maestro. La chispa que iniciaba el fuego de la vida era solo suficiente para comunicarle movimiento y obediencia. No llegaba nunca a ser fuego, ni a arder con suficiencia. El embrion permanecia siempre en un estado mecanico. Por eso el Rabbi habia construido el cuerpo para que sea robusto y poderoso. Si no valia por su inteligencia, que valiera entonces por su fuerza. Fuerza y Obediencia, ¿acaso no eran tambien, o habian sido, antes, en sus años de juventud, sus dos principales virtudes? Asi habia sido, pensaba sonriente, antes de que el paso tirano del tiempo lo fuera desgastando. Ahora ya casi habia llegado al final de sus dias, y debia asegurarse que alguien o algo continuara con la proteccion de la sinagoga. 

Paso a paso, sin apurarse ni retrasarse, llego al habitaculo y, tras manipular habilmente un mecanismo oculto, accedio al acotado recinto. El gigante de barro lo miraba de frente desde sus cuencas vacias. El Rabbi recordaba exactamente las palabras indicadas. las letras estaban trazadas en el lugar indicado, y solo solo faltaba agregar la Aleph al principio, y pronunciar el sagrado y secreto nombre de Hashem. La temblorosa mano del Rabbi trazo la letra y su boca quizo pronunciar el nombre pero, aunque lo sabia o creia saberlo, nada salio de su boca. Del nombre solo le quedaba una oscura sensacion. Lo sabia, lo habia sabido, habia creido saberlo, pero acababa de escaparsele. ¿se le habia ido al limbo, como su pasado, como todo lo demas? Una oscura sensaccion de horror lo invadio entonces. Quizo gritar, quizo proferir sonido, pero nada salia de su boca. Su garganta estaba cerrada. Las palabras, si alguna vez estuvieron, habian huido para siempre. Y entonces comprendio.

oudèn dídōsin ho mē ékhei.

Alguien, otro -¿Hashem? ¿ese que habia venido en barco, que habia atracado en puertos? - era el que habia dado la orden. Y El, mero eslabon de ese otro, era la pieza que aquella mano habia movido quien sabe hace cuanto. Toda su vida, su naturaleza misma habia consistido en acatar la orden. La tarea, por supuesto, habia sido imposible desde un principio. Si hubiera tenido inteligencia suficiente, El Rabbi se habria reido con la paradoja de una regresion causal infinita. Solo dios, despues de todo, puede crear como se debe. Pero de aquella chispa ya casi nada quedaba. 

oudèn dídōsin ho mē ékhei.

Sintiendo que la oscuridad lo ganaba del todo, supo lo que tenia que hacer. Llevandose la mano a la frente, el Rabbi aparto sus polvorientos mechones y recorrio, riendo con una mueca muda, las tres letras de la verdad que llevaba en la frente. Mecanicamente borro la primera y volvio al polvo.

7 jun 2025

Hipermercado

 Las gondolas se extienden hasta los cuatro costados. Voy empujando el carrito de manera despreocupada, con una mano. Con la otra mano me rasco la cabeza mientras miro a ambos costados buscando algo. No recuerdo que vine a comprar, pero tengo la fuerte conviccion de que lo reconocere apenas lo vea. Dado que ya estoy aqui, solo me queda guiarme por la intuicion. Odio los supermercados y las grandes tiendas en general, lo cual significa que si he decidido venir a este, es porque sin dudas debo de necesitar mucho eso que ahora no recuerdo que necesito. Tengo la sensacion de que ya llevo un buen tiempo dando vueltas entre las gondolas, asi que comienzo a sentirme naturalmente nervioso. Como les dije, odio los supermercados. Mi resistencia a ellos es limitada, y mi irritacion es directamente proporcional a la cantidad de tiempo que paso en ellos. Debo encontrar lo que necesito y salir de aqui cuanto antes.

Pero, ¿que necesito? Es increible que no lo sepa. A veces me pasan esas cosas. Por ejemplo, encontrarme revisando un cajon de mi escritorio para caer en la cuenta de que no se lo que estoy buscando; o estar tocandole timbre a una persona que necesitaba ver por un asunto urgente, asunto urgente del cual no tengo ni idea cuando esa persona me abre sonriente la puerta y me invita a pasar. O estar semanas o meses enteros ahorrando dinero para algun capricho o necesidad que luego magicamente se esfuma de mis consideraciones, quedando el dinero en el chanchito o en la cuenta bancaria de forma indefinida. Una vez escuche que las ardillas y otros roedores similares se pasan toda la primavera y el otoño almacenando frutos secos en un hueco para poder sobrevivir al iniverno, pero luego olvidan donde esta su alijo secreto, y deben salir a buscar otro. Normalmente terminan encontrandolo, porque el bosque esta lleno de ardillas. Asi yo tambien muchas veces terminaba reencontrandome con eso que buscaba en el cajon o en un amigo por medios oblicuos, retomando una conversacion en la que me hallaba completamente perdido o encontrandome el objeto dentro del bolsillo de un sobretodo. 

Por eso ahora, aunque me hallaba algo nervioso, no me hallaba del todo intranquilo mientras fingia revisar un aparador repleto de cajas con tornillos de todo tipo. Tornillos de bronce, de acero, de zinc, de aleaciones extrañas. Tor, planos, estrella, phillips, triangulares, cabeza plana, cabeza redonda, para madera, para metal, para concreto, para revestimiento, blindados, anti oxidantes. La gondola tenia decenas o quizas cientos de cajas con tornillos. En cada gondola, habia una foto impresa sobre el fondo blanco con el tornillo en cuestion, su medida y su nombre tecnico o cientifico o como sea la forma seria de llamar a los tornillos. Solo ahi cai en la cuenta de que ningun producto tenia precio. No lo tenian los tornillos de este pasillo , pero tampoco habia visto precio en las sillas de jardineria del pasillo anterior, ni en los libros de cocina del anterior, ni en el pasillo de Langostas y otros crustaceos congelados. Era extraño, sin dudas, pero no era lo unico extraño. Algo mas extraño era sin duda el orden en el que se agrupaban los articulos o, mas bien, su absoluta falta de orden. Caminaba y caminaba pero no lograba ubicarme. Ya podia estar en un pasillo de tornillos, que el siguiente era de articulos para bebes, y el proximo era de productos quimicos para la eliminacion de cucarachas, y el proximo de vestidos de casamiento, pulcramente colocados sobre maniquies y delicadamente arreglados como para un desfile o una exposicion artistica. Esto me desconcertaba bastante. Tanto que por un buen tiempo me olvide del producto que en cuestion buscaba - no necesitaba pensar en ello, como buena ardilla seguia creyendo que me toparia con el - y comence a intentar adivinar el orden de aquella inmensa jugueteria cosmica o ferreteria demasiado amplia o farmacia multirrubro o alocado supermercado, que parecia ordenado por una inteligencia superior, siguiendo un orden categorial que mi cerebro sencillamente no podia entender, o tal vez ordenado por una raza alienigena que era tan divergente que sus cateogrias, aunque simples, iban mas alla de mi refinada pero limitada logica. Quizas fuera que no habia ningun orden en absoluto, y los productos se colocaran por orden de llegada, lo que, claro, es cierto orden de algun tipo. 

Tras un buen rato - ¿una hora, dos, tres? - perdi toda esperanza de poder encontrar algun orden entre los productos de los pasillos. Y es que, mientras mas avanzaba, mas caotico parecia volverse todo. Ahora los productos ni siquiera respetaban el orden del pasillo. En un mismo pasillo podia encontrar juntas galletitas de avena de diferentes tipos (de pistachos, chocolates, frutales, dieteticas) al lado de todo un surtido de desodorantes, cañerias de pvc para instalaciones de agua corriente, o cualquier otra cosa. Tengo que admitir que ahora si estaba perdiendo los nervios. No solo se me dificultaria mucho mas recordar aquello que fui a buscar sino que, cuando lo encontrara, tendria serios problemas en encontrar las cajas y la puerta de salida.

¿puerta de salida? ¿puerta de entrada? ¿es que acaso habia entrado por algun sitio? No lo recordaba. No podia recordar nada de ese dia. Supuse haber entrado, porque ¿de que otro modo podia estar alli si no fuese habiendo entrado por la, imagino, amplia puerta automatica de vidrio? ¿como habria llegado hasta alli mas que manejando desde mi casa, recorriendo algun tramo de autopista y estacionando mi coche, si es que lo tenia, en algun amplio estacionamiento? Asi era como uno entraba y salia de tales lugares, y aunque no podia asegurar logicamente que el presente debiera de parecerse en todos los sentidos al pasado, lo cierto es que estaba atado por el habito a semejantes razonamientos y, del mismo modo, ahora no me quedaba mas remedio que seguir adelante... o hacia atras, o hacia izquierda o derecha. Tras varias horas mas de empujar el changuito, me di cuenta que las mismas direcciones cardinales habian dejado de tener sentido. Ante mi se abria un mar al parecer inextinguible de objetos. A la derecha no era a la derecha porque no habia a la izquierda nada definido de lo cual estar a la derecha. Las coordenadas eran meros puntos referenciales que siempre usaba para encontrar las cosas. Por ejemplo, el control remoto del DVD estaba bajo la television, o las pantuflas, debajo de mi cama o, mis lentes, sobre la mesita de luz. Esto tenia sentido solo en un mundo funcional. Definitivamente no lo tenia donde me hallaba. 

El lugar debia de ser obscenamente grande porque, ahora que lo pienso, no me habia topado con nadie en todo mi recorrido. ¿es que en realidad era tan grande, o era que habia concurrido un dia domingo, un feriado, o a altas horas de la madrugada? Era imposible saberlo. No habia llevado conmigo mi reloj o mi celular, y no tenia idea de que hora o que dia podia ser. Lo mismo podia ser navidad de 2002 que un irrelevante 17 de Agosto de 2080. Y por la iluminacion monotona de los pasillos, tan artificial como la de una sala de espera de hospital, lo mismo podian ser las tres de la tarde que las tres de la mañana. Y respecto a año 2080, bien podia ser posible porque cada vez habia mas objetos en las gondolas que no reconocia en absoluto. Extraños objetos tecnologicos con forma de dodecaedro, metalicos y con cada cara fuertemente sellada a la siguiente. Habia analizado uno por casi una hora entera y no habia conseguido encenderlo o comprender para que demonios servia. En cierto momento logre que emitiera un par de pitidos extraños, no supe si de advertencia o indicando alguna activacion. Al final termine tomandole cariño al artefacto y, aunque no era lo que buscaba, lo coloque en el changuito. De momento lo adoptaria como a una mascota y, si al final de la compra aun se mantenia interesante, me lo llevaria como un gusto, como uno de esos caprichos que uno se da a veces de puro gusto, de mero consumismo.

No se hace cuanto tiempo estoy aqui, pero los productos y la calidad del servicio han empezado a menguar. Hace ya varias horas que los pasillos se aparecen cada vez con menos productos, a medio llenar, o con productos rotos, viejos o vencidos. Muchos contienen antiguedades u objetos que tal vez atrevidamente me atrevo a catalogar de basura. Sospecho que me hallo en la periferia del hipermercado, en las zonas a las que pocos clientes llegan, y que por lo tanto los repositores (a los cuales por cierto tampoco he visto, deben de ser muy eficientes en su trabajo) prestarian un interes menor. Volver por donde habia venido no tenia sentido alguno, solo me llevaria a desperdiciar tiempo. Y ademas, como ya dije, eso de volver, e incluso de avanzar, no tenia ya sentido alguno. Estaba seguro de que si intentaba volver al pasillo anterior, donde habia una serie de motores de lancha oxidados y a medio desarmar, me encontraria con un pasillo totalmente diferente, repleto de latas de duraznos en conserva, todos vencidos en el año 2018. Aunque ya nada tenia sentido, tenia que continuar moviendome, aunque no fuera por pura inercia. Aunque no fuera mas que para perderme cada vez mas en circulos mas amplios, mas extensos, encontrandome cada vez con pasillos mas vacios, con puras estructuras de aluminio. Pasillos totalmente vacios que se extenderian infinitamente, albergando espacio para nueva mercaderia. En algun momento tendria por fuerza que detenerme. El carrito comenzaba a pesarme y mis pies ya me dolian de forma marcada. Me detendria y me acostaria en algun escaparate vacio, jugando yo tambien a ser un producto mas, en la espera de algun comprador que viniera expresamente con el deseo de llevarme. 

Pero aun no. 


6 jun 2025

Taxi

 Cierro los ojos. Nada. Oscuridad. Algunas ideas me vienen a la mente y aparecen algunas manchas, borrones que intentar tomar alguna forma. No permito que se forme nada. Los aparto inmediatamente. Nada, o mas bien solo oscuridad. Pasa el tiempo, no se exactamente cuanto, pero me doy cuenta de he abierto los ojos. Oscuridad, si, pero mas tenue. Un fondo negro claro se distingue sobre un fondo oscuro. El techo. Estoy boca arriba. Me giro hacia el costado y miro el reloj despertador. Tres y cuarto de la madrugada. De costado me cuesta dormir, asi que me vuelvo a girar para quedar boca arriba. El techo. Ni una mosca zumbando, ni el tic tac del reloj que no hace tictac porque es electronico. Aparto el pensamiento del reloj y vuelvo a cerrar los ojos. Oscuridad. Nada. Pasa el tiempo.

Abro los ojos y veo mis rodillas. Mis rodillas y mis manos sobre mis rodillas. Ha succedido. Estoy dentro. Por el momento solo me concentro en mirarme el dorso de las manos. Me concentro en mis nudillos, que tienen una forma puntiaguda, mas bien huesuda. Aprecio las venas que son visibles a simple vista, como si fueran demasiado grandes para mis manos secas y nudosas. Analizo calmadamente las arrugas que se forman en la union de las falanges. Manos. Cinco dedos cada una, tres falanges cada dedo. Abro y cierro las manos, y al hacerlo no puedo evitar levantarlas un poco de mis rodillas. Noto que llevo puesto un pantalon de franela gris. Me urge saber que zapatos llevo, que llevo puesto en general. No se por que, pero me parece tremendamente importante. Mirando los mis muñecas descubro los puños de lo que parece ser un saco de paño gris. Reconozco de inmediato el patron de la tela. Es un saco italiano de segunda mano que compre en el barrio de once hace una decada. Debajo asoma una camisa de un color que podria ser lila, azul, verde o gris. Esta bastante oscuro como para poder asegurarme. Me arriego. Me inclino hacia adelante para ver el resto del pantalon de franela gris y, a su termino, unos tobillos y unos hermosos zapatos marron oscuro, tan pulidos que parecen viejos, o tan viejos que parecen pulidos. Gozosamente muevo los dedos de los pies, subo y bajo las puntas de mis pies, taconeo disimuladamente y descubro que hay un tapete bajo mis pies. Entonces levanto la cabeza y miro a mi derecha. Una ventanilla. Un paisaje desolado que corre de izquierda a derecha como en una pelicula. Silencio absoluto, como si no existiera el aire para trasladar sonido alguno. Reconozco que estoy en un coche y, para ser mas precisos, en un Taxi.

Viajo solo. Una pared de vidrio me separa de la parte delantera, donde alguien conduce el coche. Lleva una visera negra. Pienso que es anacronico, pienso que los taxistas ya no llevan ni boina ni gorra de visera. Pienso que solo los marinos y los conductores de limusina usan esos sombreros.

- Que anacronico - digo en voz alta o mas bien intento decir. Modulo pero no sale sonido alguno de mi boca. Como si no tuviera cuerdas vocales o como si estas no tuvieran un medio en el que vibrar. Pienso entonces en que es una suerte que el sueño sea incompleto, porque he recordado que no debo hablarle al chofer bajo ninguna circunstancia. Me mantengo quieto y espero que el sueño termine, ya que he roto la regla. El camino oscuro transcurre por una nada desertica. No se si nieve, piedra o tierra, pero una extension plana y oscura se extiende a lo lejos. Pasan los segundos y nada. No vuelvo a ver el despertador, no vuelvo a ver la pared de mi cuarto o el techo. Sigo dentro. Al darme cuenta que sigo dentro me entra un terror panico que solo disipar apretando los puños y enfocando mi vista en la linea del horizonte.

Es inutil esperar el sol, este mundo no se rige por las reglas de la fisica. No hay sol alguno, y es dubitable que exista tambien la carretera, el camino y el taxi mismo. Del conductor no estoy tan seguro de poder decir que no existe. No es solo que lo vea, fijo, como un maniqui, ocupando el asiento del conductor y sincronizando sus brazos con el movimiento del volante. Eso podria hacerlo un muñeco, un androide o una ilusion. Es que siento su presencia. Es amenazante y se que me vigila. De algun modo lo se. En este rato que llevo aqui he comprendido dos cosas: estoy recluido en el espacio de atras tanto como el conductor esta recluido en el espacio de adelante. La pared de vidrio que nos separa es lo que no le permite entrar. Debo mantener altas las ventanillas en todo momento. Reviso sus ventanillas y veo que tambien estan altas. El conductor podria bajar sus ventanillas pero no las mias, pienso. Para que haya un puente cada uno debe abrir sus puertas. Algo me dice que nada bueno pasaria si eso que ahora siento como un leon enjaulado cruza adonde estoy, asi que decido una nueva regla: no abrir puertas o ventanillas bajo ninguna circunstancia. Salvo una: bajar del auto. Pero para bajar del auto hace falta llegar a algun sitio. Bajar del auto en movimiento es algo que no debe hacerse bajo ninguna circunstancia. La nuca del conductor es fornida. Parece un soldado o un boxeador. lleva el pelo corto, casi rapado. Su tono de piel y demas rasgos son imposibles de adivinar. Su cara, en el caso de que la tenga, es un misterio total. 

Para poder subir al taxi por primera vez hay que seguir una serie de pasos. Un ritual, por asi decirlo. Hay que irse a dormir cierto dia a cierta hora, en cierto sitio, y pensando tambien ciertas cosas. La hora es importante. Entres las tres y las cuatro de la mañana. Esa es la bandera, es decir, el horario en el que el taxi pasa por nuestro plano. Esto, segun me conto el pasajero que ahora persigo, no cambia sin importar el pais o la epoca del año. Especulo si esta regularidad del Taxi tiene algo que ver con la fisica o mas bien con la geologia, como si fuese una especie de fenomeno fisico que en esa franja afecta a diferentes regiones, o si es tal vez algo que el taxi elige voluntariamente para poder levantar pasajeros de forma eficiente. Puede ser una tanto como la otra. El paisaje no se ha modificado nada tampoco esta vez.

Otra cosa importante es estar abierto. Estar abierto es lo mismo que tener el dinero para el pasaje. Estar abierto significa tener en la cabeza ciertas ideas en la hora de la bandera, y no tener otras, claro. Hay que saber mantener y desterrar pensamientos, y eso lleva tiempo y dedicacion. Fue lo mas dificil de todo el asunto. Luego esta el sitio en el que uno se va a dormir. En realidad, el sitio es lo de menos. Puede ser otro vehiculo, un baño, un cuarto de hotel o tu propia pieza. O una carpa en el medio del bosque. O una celda. Lo importante son dos cosas: estar solo y que el cuarto este a oscuras y en silencio. El taxi, por decirlo asi, es un animalejo huidizo que no gusta de acercarse a lugares demasiado concurridos. Es eso o es que no quiere testigos.

Una vez que uno sube, la verdad no hay mucho que que hacer. Se puede romper una regla y despertar, o bien se puede seguir viajando. ¿Viajando hacia donde, y para que? No lo se la verdad. Tengo muchas teorias, eso si. La ultima vez que hable con mi predecesor, por llamarlo asi, el se hallaba apenas devuelto de un viaje bastante largo. Se habia inducido un sueño con narcoticos que lo llevo a un coma de varias semanas. Me conto, bastante emocionado aunque intentara disimularlo en un halo de cansancio, que habia viajado por dias enteros en el taxi. Siempre en silencio, siempre observando al conductor o aburriendose con el paisaje. Tambien me comento que el paisaje, ese desierto nocturno de ilimitada extension, no habia cambiado en absoluto. El tambien habia sentido a cada instante la presencia amenazante del conductor. La sensacion era un poco como la de dormir justo al lado de la jaula de los leones. La idea de la separacion infranqueable no era tranquilizadora, o al menos no del todo. En esa ultima charla que tuvimos antes de que desapareciera hablamos de algo mas.

No, no hablamos, mas bien debo decir que habia algo mas. No se que era, tampoco estoy seguro de que el supiera que era. Tal vez solo lo intuia. Tal vez era solo una sensacion imposible de explicar. Tal vez era la sensacion de que llegaria pronto a destino. De que llegaria y que entonces se veria obligado a descensder. A bajar del taxi, quien sabe a donde y para que. Bajaria y tambien quizas bajaria el conductor, y entonces... ¿pero por que no me dijo nada si era eso? Quizas no fuera eso en absoluto, o quizas es que no queria alarmarme y por eso esperaba comprobarlo antes de decirmelo. No obstante, despues de tantos años hablandome del Taxi, tuvo que haber alguna razon por la cual me revelara, justo antes de desaparecer, las condiciones y pasos para abordarlo. Al recordar sus ojos en la cama del hospital, recien salido del coma, me parecio ver un pedido o una advertencia. Tal pedido solo podria haber sido que lo siguiera, que pasara lo que pasara lo buscara, fuera tras el, continuara su busqueda. Y la advertencia solo podria haber sido que no lo hiciera, que olvidara todas sus historias del taxi nocturno y siguiera con mi vida. Pero si uno quiere que el otro se olvide, no le da todas las herramientas para lo contrario. Asi que cada noche cierro los ojos y espero el taxi, espero el viaje silencioso y espero la presencia amenazante del conductor. Cada noche vigilo el hasta ahora monotono paisaje en la espera de algun cambio, de algun leve indicio de cercania de lo que sea, lo que sea que me indique que el momento se aproxima, de que finalmente el viaje se acabara.