Las gondolas se extienden hasta los cuatro costados. Voy empujando el carrito de manera despreocupada, con una mano. Con la otra mano me rasco la cabeza mientras miro a ambos costados buscando algo. No recuerdo que vine a comprar, pero tengo la fuerte conviccion de que lo reconocere apenas lo vea. Dado que ya estoy aqui, solo me queda guiarme por la intuicion. Odio los supermercados y las grandes tiendas en general, lo cual significa que si he decidido venir a este, es porque sin dudas debo de necesitar mucho eso que ahora no recuerdo que necesito. Tengo la sensacion de que ya llevo un buen tiempo dando vueltas entre las gondolas, asi que comienzo a sentirme naturalmente nervioso. Como les dije, odio los supermercados. Mi resistencia a ellos es limitada, y mi irritacion es directamente proporcional a la cantidad de tiempo que paso en ellos. Debo encontrar lo que necesito y salir de aqui cuanto antes.
Pero, ¿que necesito? Es increible que no lo sepa. A veces me pasan esas cosas. Por ejemplo, encontrarme revisando un cajon de mi escritorio para caer en la cuenta de que no se lo que estoy buscando; o estar tocandole timbre a una persona que necesitaba ver por un asunto urgente, asunto urgente del cual no tengo ni idea cuando esa persona me abre sonriente la puerta y me invita a pasar. O estar semanas o meses enteros ahorrando dinero para algun capricho o necesidad que luego magicamente se esfuma de mis consideraciones, quedando el dinero en el chanchito o en la cuenta bancaria de forma indefinida. Una vez escuche que las ardillas y otros roedores similares se pasan toda la primavera y el otoño almacenando frutos secos en un hueco para poder sobrevivir al iniverno, pero luego olvidan donde esta su alijo secreto, y deben salir a buscar otro. Normalmente terminan encontrandolo, porque el bosque esta lleno de ardillas. Asi yo tambien muchas veces terminaba reencontrandome con eso que buscaba en el cajon o en un amigo por medios oblicuos, retomando una conversacion en la que me hallaba completamente perdido o encontrandome el objeto dentro del bolsillo de un sobretodo.
Por eso ahora, aunque me hallaba algo nervioso, no me hallaba del todo intranquilo mientras fingia revisar un aparador repleto de cajas con tornillos de todo tipo. Tornillos de bronce, de acero, de zinc, de aleaciones extrañas. Tor, planos, estrella, phillips, triangulares, cabeza plana, cabeza redonda, para madera, para metal, para concreto, para revestimiento, blindados, anti oxidantes. La gondola tenia decenas o quizas cientos de cajas con tornillos. En cada gondola, habia una foto impresa sobre el fondo blanco con el tornillo en cuestion, su medida y su nombre tecnico o cientifico o como sea la forma seria de llamar a los tornillos. Solo ahi cai en la cuenta de que ningun producto tenia precio. No lo tenian los tornillos de este pasillo , pero tampoco habia visto precio en las sillas de jardineria del pasillo anterior, ni en los libros de cocina del anterior, ni en el pasillo de Langostas y otros crustaceos congelados. Era extraño, sin dudas, pero no era lo unico extraño. Algo mas extraño era sin duda el orden en el que se agrupaban los articulos o, mas bien, su absoluta falta de orden. Caminaba y caminaba pero no lograba ubicarme. Ya podia estar en un pasillo de tornillos, que el siguiente era de articulos para bebes, y el proximo era de productos quimicos para la eliminacion de cucarachas, y el proximo de vestidos de casamiento, pulcramente colocados sobre maniquies y delicadamente arreglados como para un desfile o una exposicion artistica. Esto me desconcertaba bastante. Tanto que por un buen tiempo me olvide del producto que en cuestion buscaba - no necesitaba pensar en ello, como buena ardilla seguia creyendo que me toparia con el - y comence a intentar adivinar el orden de aquella inmensa jugueteria cosmica o ferreteria demasiado amplia o farmacia multirrubro o alocado supermercado, que parecia ordenado por una inteligencia superior, siguiendo un orden categorial que mi cerebro sencillamente no podia entender, o tal vez ordenado por una raza alienigena que era tan divergente que sus cateogrias, aunque simples, iban mas alla de mi refinada pero limitada logica. Quizas fuera que no habia ningun orden en absoluto, y los productos se colocaran por orden de llegada, lo que, claro, es cierto orden de algun tipo.
Tras un buen rato - ¿una hora, dos, tres? - perdi toda esperanza de poder encontrar algun orden entre los productos de los pasillos. Y es que, mientras mas avanzaba, mas caotico parecia volverse todo. Ahora los productos ni siquiera respetaban el orden del pasillo. En un mismo pasillo podia encontrar juntas galletitas de avena de diferentes tipos (de pistachos, chocolates, frutales, dieteticas) al lado de todo un surtido de desodorantes, cañerias de pvc para instalaciones de agua corriente, o cualquier otra cosa. Tengo que admitir que ahora si estaba perdiendo los nervios. No solo se me dificultaria mucho mas recordar aquello que fui a buscar sino que, cuando lo encontrara, tendria serios problemas en encontrar las cajas y la puerta de salida.
¿puerta de salida? ¿puerta de entrada? ¿es que acaso habia entrado por algun sitio? No lo recordaba. No podia recordar nada de ese dia. Supuse haber entrado, porque ¿de que otro modo podia estar alli si no fuese habiendo entrado por la, imagino, amplia puerta automatica de vidrio? ¿como habria llegado hasta alli mas que manejando desde mi casa, recorriendo algun tramo de autopista y estacionando mi coche, si es que lo tenia, en algun amplio estacionamiento? Asi era como uno entraba y salia de tales lugares, y aunque no podia asegurar logicamente que el presente debiera de parecerse en todos los sentidos al pasado, lo cierto es que estaba atado por el habito a semejantes razonamientos y, del mismo modo, ahora no me quedaba mas remedio que seguir adelante... o hacia atras, o hacia izquierda o derecha. Tras varias horas mas de empujar el changuito, me di cuenta que las mismas direcciones cardinales habian dejado de tener sentido. Ante mi se abria un mar al parecer inextinguible de objetos. A la derecha no era a la derecha porque no habia a la izquierda nada definido de lo cual estar a la derecha. Las coordenadas eran meros puntos referenciales que siempre usaba para encontrar las cosas. Por ejemplo, el control remoto del DVD estaba bajo la television, o las pantuflas, debajo de mi cama o, mis lentes, sobre la mesita de luz. Esto tenia sentido solo en un mundo funcional. Definitivamente no lo tenia donde me hallaba.
El lugar debia de ser obscenamente grande porque, ahora que lo pienso, no me habia topado con nadie en todo mi recorrido. ¿es que en realidad era tan grande, o era que habia concurrido un dia domingo, un feriado, o a altas horas de la madrugada? Era imposible saberlo. No habia llevado conmigo mi reloj o mi celular, y no tenia idea de que hora o que dia podia ser. Lo mismo podia ser navidad de 2002 que un irrelevante 17 de Agosto de 2080. Y por la iluminacion monotona de los pasillos, tan artificial como la de una sala de espera de hospital, lo mismo podian ser las tres de la tarde que las tres de la mañana. Y respecto a año 2080, bien podia ser posible porque cada vez habia mas objetos en las gondolas que no reconocia en absoluto. Extraños objetos tecnologicos con forma de dodecaedro, metalicos y con cada cara fuertemente sellada a la siguiente. Habia analizado uno por casi una hora entera y no habia conseguido encenderlo o comprender para que demonios servia. En cierto momento logre que emitiera un par de pitidos extraños, no supe si de advertencia o indicando alguna activacion. Al final termine tomandole cariño al artefacto y, aunque no era lo que buscaba, lo coloque en el changuito. De momento lo adoptaria como a una mascota y, si al final de la compra aun se mantenia interesante, me lo llevaria como un gusto, como uno de esos caprichos que uno se da a veces de puro gusto, de mero consumismo.
No se hace cuanto tiempo estoy aqui, pero los productos y la calidad del servicio han empezado a menguar. Hace ya varias horas que los pasillos se aparecen cada vez con menos productos, a medio llenar, o con productos rotos, viejos o vencidos. Muchos contienen antiguedades u objetos que tal vez atrevidamente me atrevo a catalogar de basura. Sospecho que me hallo en la periferia del hipermercado, en las zonas a las que pocos clientes llegan, y que por lo tanto los repositores (a los cuales por cierto tampoco he visto, deben de ser muy eficientes en su trabajo) prestarian un interes menor. Volver por donde habia venido no tenia sentido alguno, solo me llevaria a desperdiciar tiempo. Y ademas, como ya dije, eso de volver, e incluso de avanzar, no tenia ya sentido alguno. Estaba seguro de que si intentaba volver al pasillo anterior, donde habia una serie de motores de lancha oxidados y a medio desarmar, me encontraria con un pasillo totalmente diferente, repleto de latas de duraznos en conserva, todos vencidos en el año 2018. Aunque ya nada tenia sentido, tenia que continuar moviendome, aunque no fuera por pura inercia. Aunque no fuera mas que para perderme cada vez mas en circulos mas amplios, mas extensos, encontrandome cada vez con pasillos mas vacios, con puras estructuras de aluminio. Pasillos totalmente vacios que se extenderian infinitamente, albergando espacio para nueva mercaderia. En algun momento tendria por fuerza que detenerme. El carrito comenzaba a pesarme y mis pies ya me dolian de forma marcada. Me detendria y me acostaria en algun escaparate vacio, jugando yo tambien a ser un producto mas, en la espera de algun comprador que viniera expresamente con el deseo de llevarme.
Pero aun no.
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