Cierro los ojos. Nada. Oscuridad. Algunas ideas me vienen a la mente y aparecen algunas manchas, borrones que intentar tomar alguna forma. No permito que se forme nada. Los aparto inmediatamente. Nada, o mas bien solo oscuridad. Pasa el tiempo, no se exactamente cuanto, pero me doy cuenta de he abierto los ojos. Oscuridad, si, pero mas tenue. Un fondo negro claro se distingue sobre un fondo oscuro. El techo. Estoy boca arriba. Me giro hacia el costado y miro el reloj despertador. Tres y cuarto de la madrugada. De costado me cuesta dormir, asi que me vuelvo a girar para quedar boca arriba. El techo. Ni una mosca zumbando, ni el tic tac del reloj que no hace tictac porque es electronico. Aparto el pensamiento del reloj y vuelvo a cerrar los ojos. Oscuridad. Nada. Pasa el tiempo.
Abro los ojos y veo mis rodillas. Mis rodillas y mis manos sobre mis rodillas. Ha succedido. Estoy dentro. Por el momento solo me concentro en mirarme el dorso de las manos. Me concentro en mis nudillos, que tienen una forma puntiaguda, mas bien huesuda. Aprecio las venas que son visibles a simple vista, como si fueran demasiado grandes para mis manos secas y nudosas. Analizo calmadamente las arrugas que se forman en la union de las falanges. Manos. Cinco dedos cada una, tres falanges cada dedo. Abro y cierro las manos, y al hacerlo no puedo evitar levantarlas un poco de mis rodillas. Noto que llevo puesto un pantalon de franela gris. Me urge saber que zapatos llevo, que llevo puesto en general. No se por que, pero me parece tremendamente importante. Mirando los mis muñecas descubro los puños de lo que parece ser un saco de paño gris. Reconozco de inmediato el patron de la tela. Es un saco italiano de segunda mano que compre en el barrio de once hace una decada. Debajo asoma una camisa de un color que podria ser lila, azul, verde o gris. Esta bastante oscuro como para poder asegurarme. Me arriego. Me inclino hacia adelante para ver el resto del pantalon de franela gris y, a su termino, unos tobillos y unos hermosos zapatos marron oscuro, tan pulidos que parecen viejos, o tan viejos que parecen pulidos. Gozosamente muevo los dedos de los pies, subo y bajo las puntas de mis pies, taconeo disimuladamente y descubro que hay un tapete bajo mis pies. Entonces levanto la cabeza y miro a mi derecha. Una ventanilla. Un paisaje desolado que corre de izquierda a derecha como en una pelicula. Silencio absoluto, como si no existiera el aire para trasladar sonido alguno. Reconozco que estoy en un coche y, para ser mas precisos, en un Taxi.
Viajo solo. Una pared de vidrio me separa de la parte delantera, donde alguien conduce el coche. Lleva una visera negra. Pienso que es anacronico, pienso que los taxistas ya no llevan ni boina ni gorra de visera. Pienso que solo los marinos y los conductores de limusina usan esos sombreros.
- Que anacronico - digo en voz alta o mas bien intento decir. Modulo pero no sale sonido alguno de mi boca. Como si no tuviera cuerdas vocales o como si estas no tuvieran un medio en el que vibrar. Pienso entonces en que es una suerte que el sueño sea incompleto, porque he recordado que no debo hablarle al chofer bajo ninguna circunstancia. Me mantengo quieto y espero que el sueño termine, ya que he roto la regla. El camino oscuro transcurre por una nada desertica. No se si nieve, piedra o tierra, pero una extension plana y oscura se extiende a lo lejos. Pasan los segundos y nada. No vuelvo a ver el despertador, no vuelvo a ver la pared de mi cuarto o el techo. Sigo dentro. Al darme cuenta que sigo dentro me entra un terror panico que solo disipar apretando los puños y enfocando mi vista en la linea del horizonte.
Es inutil esperar el sol, este mundo no se rige por las reglas de la fisica. No hay sol alguno, y es dubitable que exista tambien la carretera, el camino y el taxi mismo. Del conductor no estoy tan seguro de poder decir que no existe. No es solo que lo vea, fijo, como un maniqui, ocupando el asiento del conductor y sincronizando sus brazos con el movimiento del volante. Eso podria hacerlo un muñeco, un androide o una ilusion. Es que siento su presencia. Es amenazante y se que me vigila. De algun modo lo se. En este rato que llevo aqui he comprendido dos cosas: estoy recluido en el espacio de atras tanto como el conductor esta recluido en el espacio de adelante. La pared de vidrio que nos separa es lo que no le permite entrar. Debo mantener altas las ventanillas en todo momento. Reviso sus ventanillas y veo que tambien estan altas. El conductor podria bajar sus ventanillas pero no las mias, pienso. Para que haya un puente cada uno debe abrir sus puertas. Algo me dice que nada bueno pasaria si eso que ahora siento como un leon enjaulado cruza adonde estoy, asi que decido una nueva regla: no abrir puertas o ventanillas bajo ninguna circunstancia. Salvo una: bajar del auto. Pero para bajar del auto hace falta llegar a algun sitio. Bajar del auto en movimiento es algo que no debe hacerse bajo ninguna circunstancia. La nuca del conductor es fornida. Parece un soldado o un boxeador. lleva el pelo corto, casi rapado. Su tono de piel y demas rasgos son imposibles de adivinar. Su cara, en el caso de que la tenga, es un misterio total.
Para poder subir al taxi por primera vez hay que seguir una serie de pasos. Un ritual, por asi decirlo. Hay que irse a dormir cierto dia a cierta hora, en cierto sitio, y pensando tambien ciertas cosas. La hora es importante. Entres las tres y las cuatro de la mañana. Esa es la bandera, es decir, el horario en el que el taxi pasa por nuestro plano. Esto, segun me conto el pasajero que ahora persigo, no cambia sin importar el pais o la epoca del año. Especulo si esta regularidad del Taxi tiene algo que ver con la fisica o mas bien con la geologia, como si fuese una especie de fenomeno fisico que en esa franja afecta a diferentes regiones, o si es tal vez algo que el taxi elige voluntariamente para poder levantar pasajeros de forma eficiente. Puede ser una tanto como la otra. El paisaje no se ha modificado nada tampoco esta vez.
Otra cosa importante es estar abierto. Estar abierto es lo mismo que tener el dinero para el pasaje. Estar abierto significa tener en la cabeza ciertas ideas en la hora de la bandera, y no tener otras, claro. Hay que saber mantener y desterrar pensamientos, y eso lleva tiempo y dedicacion. Fue lo mas dificil de todo el asunto. Luego esta el sitio en el que uno se va a dormir. En realidad, el sitio es lo de menos. Puede ser otro vehiculo, un baño, un cuarto de hotel o tu propia pieza. O una carpa en el medio del bosque. O una celda. Lo importante son dos cosas: estar solo y que el cuarto este a oscuras y en silencio. El taxi, por decirlo asi, es un animalejo huidizo que no gusta de acercarse a lugares demasiado concurridos. Es eso o es que no quiere testigos.
Una vez que uno sube, la verdad no hay mucho que que hacer. Se puede romper una regla y despertar, o bien se puede seguir viajando. ¿Viajando hacia donde, y para que? No lo se la verdad. Tengo muchas teorias, eso si. La ultima vez que hable con mi predecesor, por llamarlo asi, el se hallaba apenas devuelto de un viaje bastante largo. Se habia inducido un sueño con narcoticos que lo llevo a un coma de varias semanas. Me conto, bastante emocionado aunque intentara disimularlo en un halo de cansancio, que habia viajado por dias enteros en el taxi. Siempre en silencio, siempre observando al conductor o aburriendose con el paisaje. Tambien me comento que el paisaje, ese desierto nocturno de ilimitada extension, no habia cambiado en absoluto. El tambien habia sentido a cada instante la presencia amenazante del conductor. La sensacion era un poco como la de dormir justo al lado de la jaula de los leones. La idea de la separacion infranqueable no era tranquilizadora, o al menos no del todo. En esa ultima charla que tuvimos antes de que desapareciera hablamos de algo mas.
No, no hablamos, mas bien debo decir que habia algo mas. No se que era, tampoco estoy seguro de que el supiera que era. Tal vez solo lo intuia. Tal vez era solo una sensacion imposible de explicar. Tal vez era la sensacion de que llegaria pronto a destino. De que llegaria y que entonces se veria obligado a descensder. A bajar del taxi, quien sabe a donde y para que. Bajaria y tambien quizas bajaria el conductor, y entonces... ¿pero por que no me dijo nada si era eso? Quizas no fuera eso en absoluto, o quizas es que no queria alarmarme y por eso esperaba comprobarlo antes de decirmelo. No obstante, despues de tantos años hablandome del Taxi, tuvo que haber alguna razon por la cual me revelara, justo antes de desaparecer, las condiciones y pasos para abordarlo. Al recordar sus ojos en la cama del hospital, recien salido del coma, me parecio ver un pedido o una advertencia. Tal pedido solo podria haber sido que lo siguiera, que pasara lo que pasara lo buscara, fuera tras el, continuara su busqueda. Y la advertencia solo podria haber sido que no lo hiciera, que olvidara todas sus historias del taxi nocturno y siguiera con mi vida. Pero si uno quiere que el otro se olvide, no le da todas las herramientas para lo contrario. Asi que cada noche cierro los ojos y espero el taxi, espero el viaje silencioso y espero la presencia amenazante del conductor. Cada noche vigilo el hasta ahora monotono paisaje en la espera de algun cambio, de algun leve indicio de cercania de lo que sea, lo que sea que me indique que el momento se aproxima, de que finalmente el viaje se acabara.
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