La soledad del parque era idilica. Juan caminaba sin orientarse, buscando la orientacion en otros lugares, en otros senderos. Unos senderos a los que no se accedia con los pies o con las manos (sino de un modo accesorio) sino con los ojos y las palabras. Nadia no habia aparecido desde aquel dia. - Aquella noche - Penso juan, siguiendo su viejo vicio de las correcciones intutiles.
"No habia Aparecido", Pensaba Juan. Aunque claro, esa palabra. Claro que habia aparecido. No habia dejado de aparecer, de manifestarse constantemente, en todo y en todos, como una sombra fugitiva, como la sensacion de un parpadeo, como una necesidad que se sentia con fuerza en una parte tan escencial como inaccesible de su ser. La manifestacion era la busqueda misma de ese punto, del vortice.
Habia llovido ese dia ("¿o fue la noche anterior, o la anterior?", el tiempo habia comenzado para Juan a perder su sentido estricto) y las hojas estaban apelotonadas en sucios pedazos de alfombras ocres, marrones y pardas. Todo despedia un olor a humedad, propio de las lluvias de otoño. Juan habria querrido encontrar un banco, un lugar donde sentarse, en donde pudiese abandonar su inutil pretension de caminar, y asi dedicar todas sus fuerzas en recorrer ese otro sendero, esa estupida imaginacion suya que era el unico consuelo que le iba quedando ante la ausencia fisica y espiritual de Nadia.
Los azulejos se movian con su desconfianza habitual. Juan los observaba absorto. Todos sus movimientos eran rapidos y cortos, cada saltito, cada vuelta repentina de cabeza, cada escudriño de sus ojos, estaban destinados a asegurar el terreno, a buscar algun gusanito, alguna semilla, alguna hormiga. ¿Habia sido todo un sueño, Nadia, el Bar, Villa Crespo, la caminata, las sillas, la risa y la habitacion oscura? ¿Como podia asegurarse de que todo no habia sido un sueño, un asunto de ensueño? Penso en otros sueños que habia tenido antes. Todo era un escape, un escape para no volver al tiempo normal, a esa absurda rutina de todos los dias, a ese otro desasosiego que era tan claro, tan preciso y tan desesperante; Tan distinto del desarraigo en el que se hallaba en ese parque, en ese clima otoñal de cielo encapotado, tan lleno de ausencia que al menos era algo.
¿que es lo que espero realmente? - se decia. Siempre esperando, pero... ¿que mas puedo hacer? Que porqueria este parque asi, todo mojado, no hay un solo lugar donde sentarse... Los bancos mojados son un asco, y ya esta empezando a hacer frio... Me pregunto si..
La cabeza de juan giraba con el balanceo suave e ininterrumpido de un barco en alta mar. Alguna parte vaga de su ser - El alma -, pensaba , no podia fijarse ninguna resolucion practica. Era como si el futuro, como si el futuro de su vida entera se hallara a la espera del cese de esa terrible ola de Manifestaciones de Nadia; Como si Nadia, terrible hechicera, maligna nigromante, enviase constantemente fantasmas y apariciones. - ¿Por que todo esto?. Si al menos tuviese algun sentido, si al menos yo pudiese creer que lo hizo con algun sentido, que ella al menos se engaño con algun sentido. Juan empezaba a ver, entre la niebla del dia de otoño, algunas piedras y algo como una baranda herrumbrosa, una especie de laberinto de varillas de metal que llevaba o a un pozo o a la nada. Detras o dentro de Nadia le parecio atisbar la nada, algo como una pieza de rompecabezas que el no podia armar con su razon. Una diferencia, un abismo insalvable. Pero este pensamiento duro solamente un instante, quizas ni siquiera logro traspasar el umbral de la conciencia, quedando como un chapoteo sordo en la grava de los instintos, quizas fue solo algo en el estomago, algo abolido por un movimiento reflejo, tan rapido y certero como los saltitos de los azulejos del parque. Ese movimiento abolio toda posible incomprension, y entonces Juan cometio el error de considerar solamente dos posibilidades: Esperar o Buscarla.
Buscarla, si. Pero, ¿donde?. De ninguna manera podia ir hasta la casa. Era demasiado vulgar, demasiado aceptar su condicion - Aunque, ¿que caso tiene no aceptarla? -.Si, como si ella pudiese ignorarla. ¿Y esperar? Pero, ¿esperar que? Y.. ¿buscar? ¿Buscar que? ¿que era lo que buscaba al buscarla, que esperaba al esperarla? Habia algo en su interior que de algun modo presentia la verdad, el hueco en el centro, el no ser en el seno mismo del Absoluto. Cierta parte de su ser, que Juan no reconoceria ni oiria, ni siquiera de un modo rencoroso, hasta mucho tiempo despues, hasta ese tiempo donde es siempre "demasiado tarde", le decia algo como en vagos susurros, notaba en Nadia cierto brillo como de Neon, algo refractario , cierta parte de Juan, fuera de su conciencia, percibia el maligno hechizo, sospechaba maliciosamente la proyeccion y la ilusion futil, esteril, fatalmente destinada a los guiones de dioses comediografos o tragicos. ¿que era, que era eso que buscaba, desesperadamente, en Nadia?. Esta pregunta se le hizo clara justo abajo de un sauce, tan clara como si una voz se la hubiese susurrado con frialdad desde las hojas del arbol. Y como si hubiese tirado de un piolin roñoso y podrido, que detras de si arrastraba toda una congestion de desperdicios y basura, comenzo a vislumbrar encadenadamente otras oscuras intuiciones. Se dio cuenta que esa necesidad, ese agujero, que ahora desembocaba en Nadia, que habia azarosamente desembocado en la extraña e impredecible nadia, como una pelota que cae desafortunadamente en la casa del loco del barrio, era la nueva cara de una carencia, de una soledad que Juan arrastraba hacia años. ¿por que, entonces, por que elegia ese dolor y esa pasion inutil, inutil por destinada hacia un ser que intuia jamas podria comprender, sobre el que jamas podria proyectar su ideal, ver realizado el Absoluto que habia buscado inocentemente, durante toda su vida, hasta ese momento? ¿Que era lo que habia detras, por detras, muy por debajo, como escondido detras de un fondo falso, detras de la turbulencia que sentia por Nadia? ¿Por que esa repentina desesperacion, esa incesante y torturadora manifestacion de los ojos de Nadia, del pelo de Nadia, de un gesto suelto de Nadia, de una sonrisa o un verla doblando la esquina?. Juan comenzo a hacer trabajar su razon. Los silogismos y los teoremas matematicos parecian haber recobrado su habitual capacidad de aprehender el mundo de forma clara y distinta. ¿Que era, que era lo que empujaba desde atras, de que era un escape el cuerpo y el espiritu de ese ser extraño?
Y entonces se dio cuenta de que lo sabia, de que siempre lo habia sabido: Estaba harto.
- Hastio - se dijo juan, dando otra vuelta por la periferia del parque, mientras miraba pasar algunos autos. Era definitivamente hastio lo que se hallaba detras. Pero, ¿hastio de que, de quien?. Y esto tambien lo sabia muy bien: Un hastio que habia empezado en su casa, un hastio que recordaba desde que podia recordar algo, y que en la realidad como en las pesadillas, tenia el punto de anclaje fijo en su casa. ¿Y Nadia? ¿No habia dicho Nadia, en alguno de sus encuentros, algo relacionado con su propia casa, con su madre? ¿No habia visto el, Juan (Y si, ratifico, si lo habia visto) o sentido, cierto hastio en la mirada de Nadia, filoso y brillante como el acero, mientras decia estas cosas? ¿No habra sido precisamente ese mismo hastio, esa misma necesidad, esa carencia y ese deseo de verse libres de esas nauseas, lo que los habria llevado hacia la risa y hacia la cama?. A Juan le hubiese encantado creerlo. Pero no lo hizo y, en cambio, sonrio ironicamente, como quien se sabe victima de alguna injusticia que por despotica no deja de ser ironica. Esa partecita suya se lo hizo advertir nuevamente. No con palabras ni con ideas que saltan como resortes, sino como cierto malestar vago pero certero: Estaba proyectando de nuevo ("Soy un enfermo grave, che", penso para si), proyectando su propio deseo, su incapacidad de vivir sin ese ideal , sobre Nadia-Espejo, Sobre Nadia-Refractaria, Sobre Nadia-Inaccesible. Pero no, no tenia caso intentar engañarse idealizando esa belleza o esa soltura que tenia para todo. Detras estaba eso que era como un camino de piedra dura, en donde nada crecia. Un dragon, una pantera, vidrio molido. Nadia, pensaba Juan, Nadia no tenia ninguna necesidad del Absoluto, ninguna carencia, ningun deseo metafisico. Era completamente vacia en el peor y mas terrible de los sentidos. Un agujero negro.
- Ya estoy recayendo en mis metaforas tipicas de libro de texto.
No. La necesidad, la terrible necesidad del otro, del otro como un Absoluto, o de un Absoluto en el otro, era suya, pura y exclusivamente suya. Y ahora lo habia comprendido del modo en que se comprenden todas cosas cuando se las comprende realmente: de forma Instintiva y dolorosa. Nadia no era lo otro absoluto. Era lo otro a secas, sencillamente lo otro. La proximidad era a lo sumo un consuelo. Esa distancia que sentia de manera casi insoportable no habia sido, por parte de Nadia, menor en la habitacion que habian alborotado esa noche.
Juan cruzo la calle. Habian comenzado a caer unas gotas finas. A lo lejos se veia el trajin automovilistico de Avenida Rivadavia.
¿Por que, entonces? ¿Por que se mantenia en ese fatalismo?
- ¿por que seguis representando esta tragedia, Estupido Edipo porteño? - Se dijo para si, mezcla de su habitual pesimismo y una sorpresiva melancolia. Pero ya lo sabia. Juan preferia, a todas luces, ese sufrimiento que lo atormentaba a lo que habia detras, a la verdadera angustia, al hastio de si mismo. La verdad era no menos desconzoladora que la realidad: Estaba harto de si mismo y por eso preferia edificarse esos mounstros. Nadia era para el la parte mas Hermosa de Scylla. Pero Juan no se dispondria a mirar por debajo de las aguas. Permaneceria por encima del nivel del mar. Y entonces volvian las manifestaciones, como tornados, como oleadas, como proyecciones de una mirada, de una palabra, de una carcajada.
2 comentarios:
Parece ser que Nadie es una excusa para Juan, para no afrontar el hecho de que no tiene ninguna razón para vivir. Es como un pobre satélite que se quedó de repente sin planeta...
Un poco me identifico con esa interpretación, me recuerda a mis años oscuros... ¡Ahora yo estoy proyectando, la puta madre, jajaja!
¿si? No se si juan no tiene ninguna razon para vivir. Esta bien que veas cierta debilidad detras de esa busqueta un tanto desesperada de juan, que pretende (o bien pretendia, por que este texto es un poco, a nivel inconciente todavia, un desengañarse) encontrar un absoluto en el otro. En este caso, Nadia. Creo que esta es una de los mejores cachos de prosa que hice en mi vida.
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