16 jun 2013

Acerca del crimen y del empleo.

Hace un tiempo que tengo la intuicion de que tanto el crininal como el obrero comparten una identica moralidad. La intuicion surgio al notar que ambos persiguen exactamente los mismos fines. Seria estupido pensar que el fin del trabajador es el trabajo mismo, asi como pensar que el robo mismo es el fin del criminal. Empleo y robo, ambos son en si mismo medios, nunca fines. El fin de ambos medios es, objetivamente, bienes materiales. Subjetivamente, placer o felicidad provenientes de estos bienes.
El trabajo y el hurto no son juzgados en cuanto medios efectivos, pues no es mejor el mas efectivo. Tampoco son juzgados en cuanto morales en si, pues no importa si el acto de robar o emplearse producen placer o dolor, sino que lo que se considera es el fin perseguido. La actividad esta pensada siempre como medio.
Trabajador y criminal son definidos entonces no por el fin que persiguen, que es identico, sino por el medio que usan para alcanzar dicho fin. Estos fines son, como vimos, bienes materiales, que en ultima instancias son   a su vez medios para proporcionar placer o supresion de dolor.
Ahora bien, es cierto que la moralidad del medio siempre se deriva de la moralidad del fin. Si el fin es moral, el medio debe ser entonces moral y, si el fin es inmoral, los medios deben ser tambien inmorales. Un medio es moral cuando su efectividad esta dictada (o emana de) la naturaleza de un fin moral. Es erronea la afirmacion de que la moralidad de un acto se encuentra en el hecho empirico mismo o, dicho de otra forma, que existen acciones buenas por si mismas o acciones malas por si mismas. La moralidad de una accion bien puede derivarse del motivo del agente, bien del efecto objetivo de la accion. Motivo o Efecto son lo que debemos juzgar; Y tanto el motivo del agente como los efectos de la accion dependen de la naturaleza del fin que la accion persigue.
Toda accion motivada no puede ser un fin en si misma. Ahora bien, si tanto en el caso del criminal como en el del trabajador el fin de la accion es el placer (o la felicidad), vemos entonces una identica motivacion en el agente. Nos restaria entonces analizar el motivo restante: los efectos objetivos de la accion (es decir, el medio mismo, ya que como vimos anteriormente, la efectividad no puede ser un criterio para la inmoralidad o la moralidad de una accion, y tampoco podemos aceptar que halla medios buenos o malos por si mismos.
En el caso de que derivemos la moralidad del medio de la moralidad del fin, podemos observar que si la naturaleza del fin (placer o felicidad) es identica en ambos casos (empleo o robo), entonces la moralidad de los medios, derivada de identica naturaleza, deberia ser tambien identica. Si esta naturaleza es moral o inmoral, poco importa.
Lo que si importa es el resultado obvio que de lo anterior se sigue: que de la naturaleza del placer no se deriva, con caracter obvio y evidente, que uno de los medios es mas moral que el otro. Si notamos que la efectividad de un medio es signo de su adecuacion a la naturaleza del fin, vemos que ambos son al menos igual de morales, pues nadie que no tenga el juicio nublado por un moralismo insano afirmara que sabe mejor una manzana comprada que una robada, o recibida de regalo o hallada. El mismo ejemplo podriamos dar con el placer que nos produce la musica de Bach: El placer es identico sea el disco comprado, regalado, robado o hallado.
Si alguien sostuviese el principio de que un placer es mas intenso cuando se obtiene por medio del trabajo, deberia tambien sostener que le es mas placentera una relacion sexual pagada que una espontanea y gratuita, y asi con otros casos. Esta claro que la experiencia nos demuestra que el trabajo como medio no le suma ningun valor agregado a los fines que consigue y que, como ha dicho Marx, una vez que los hombres se ven libres de la necesidad, huyen del trabajo como de la peste.
Entonces, ni por si mismo, ni por referencia al fin, ni por adecuacion a la naturaleza del fin, ni por efectividad es mas moral un medio que otro.
Si alguien objeta que la moralidad se deriva de los efectos inmediatos de la accion misma (es decir, que la accion misma de trabajar produce placer y la de robar, dolor) les responderia que ninguna accion  en si, salvo las que colman las necesidades fisiologicas, producen por si mismas placer o dolor, y que entonces ninguna es moral o inmoral por si mismas.
Si queremos analizar la moralidad del robo o del empleo no en cuanto medios sino en cuanto a acciones en si mismas y a sus efectos inmediatos, tenemos que comenzar entonces por realizar una division fundamental en el objeto de los efectos de la accion, considerando los efectos en nuestros intereses propios (bien privado) por un lado, y los efectos en los intereses de terceros (bien publico) por el otro.
Teniendo el placer como fin, serian morales las acciones que generasen placer o condiciones para el placer, inmorales las que generen dolor, condiciones para el dolor, o disminucion del placer o de sus condiciones.
Considerando el interes propio o bien privado, tanto el robar como el trabajar producen placer indirectamente, pues si son efectivos nos proporcionan los bienes materiales que nos dan placer. Ninguno de estos medios es objetivamente mas efectivo que el otro y, por tanto, no es tampoco mas placentero ni, consecuentemente, mas moral. La efectividad del medio depende en ambos casos de toda una serie de condiciones externas a la naturaleza del medio mismo, pudiendo estadisticamente triunfar o fracasar en diferentes sociedades y epocas.
Considerando el interes de terceros o bien publico consideramos tambien el punto que nos habia quedado pendiente, a saber, la consideracion de la moralidad de un metodo por sus efectos empiricos o consecuencias sociales. Ya vimos que en relacion a mi mismo, el efecto es placentero si la accion es exitosa, dolorosa si no es exitosa. En relacion al bien publico o interes general o social, el impacto del robo, considerado a nivel general, no suele ser necesariamente negativo. En el caso del empleo, sus consecuencias en la felicidad general pueden ser mas nocivas que las del robo, y esto principalmente por la facilidad de institucionalizar las condiciones del empleo, mas no asi las del robo. Y pese a que la naturaleza misma del robo tiene como condicion inherente y necesaria el causar dolor a al menos un tercero, es justo advertir que tambien trae beneficios a terceros, como bien puede ser la familia del criminal.
Si aceptamos que el crimen genera a un tiempo placeres y dolores para el bien publico, es necesario entonces que puesto que las definiciones se hacen siempre desde el contraste ( dado que no hay nada bueno en si), el trabajo produzca siempre efectos placenteros a terceros o, dicho de otro modo, que no perjudique a nadie, e incluso que sea benefico al interes general.
Puesto que el motivo (fin) de estas acciones (medios) no es otro que la felicidad (Placer), los impactos en el bien general no son mas que secundarios y nunca intencionados, pues jamas se dira que el criminal o el trabajador obran por el bien social, sino que es obvio que obran en consecuencia del placer propio y de los suyos y, en cuanto que no poseen un motivo social o con tendencia al bien general, es al menos inconsecuente que realizen juicios morales basandose en dicho criterio. Pese a esto, al ver las consecuencias del empleo en la sociedad actual, vemos que hechos como la competencia, el monopolio, la explotacion y la cosificacion del hombre son productos y consecuencias perniciosas a terceros y al bien general, todas derivadas del trabajo. Ergo, no es una difeencia en el bien publico lo que funda la moralidad del trabajo como medio por sobre el robo.
Un trabajador podria objetar que, considerando la accion sus efectos como si fuese un caso aislado (cientificamente) como podria ser el caso de un oficinista, este solo persigue su propio placer y que aunque las consecuencias del sistema sean sin duda perniciosas para terceros, no esta en sus intenciones dañar a nadie, y que de hecho el no perjudica intencional y directamente a nadie con sus acciones. En cambio, la accion de robar, como ya notamos, requiere necesariamente perjudicar a un tercero. Consecuentemente, el ladron debe tener necesariamente la intencion de perjudicar directamente a un tercero. La inmoralidad residiria entonces no en los efectos objetivos de la accion, sino en la intencion que esta implicita en aceptar el egir el medio pues, aunque esta intencion de perjudicar a un tercero no sea estrictamente la motivacion del robo, es de todos modos una cualidad intrinseca al medio mismo, inseparable de el, y no puede ser considerada como accidental.
El argumento anterior solo es moralmente valido en un sistema en donde el trabajo no derive en las perniciosas consecuencias antes advertidas, y solo considerando que la moralidad se deriva de un motivo interno y no del efecto objetivo de la accion, teniendo en cuenta ademas que este motivo esta asociado al medio mismo, y no al fin que este persigue.
Si alguien arguye que el trabajador puede ignorar las consecuencias del sistema y quie, como tal, no es culpable de los efectos de estas (aunque las mismas se deriven indirectamente de sus actos) le recordaremos que no hace menos calor cuando se ignora que es verano que cuando se lo sabe. Si la moralidad se deriva de sus efectos objetivos de la accion, el conocimiento que el agente tenga de estos es irrelevantes para el juicio moral. Ademas, aunque es cierto que es mas dificil ignorar los efectos de las acciones inmediatas que de las mediatas o indirectas, alguien podria arguir que tambien el criminal ignora los efectos dañinos de sus actos. Si la inocencia o ignorancia no es excusa en este caso, tampoco es posible aceptarlo en el otro.
Por otro lado, puesto que tanto como en el criminal como en el trabajador el motivo de la accion es el placer propio y no el bien social, a ambos les es indiferente el daño o el beneficio a terceros, siempre y cuando ese tercero no tenga influencia directa en su propia felicidad. El criterio a juzgar en ambos casos es la persecucion del bien propio y, como vimos, ambos medios responden de un modo igualmente legitimo a la naturaleza del fin.
No obstante, alguien podria ahora argumentar que el hecho de cumplir una buena accion o una accion justa nos proporciona una cuota de placer extra. Este argumento contiene el grosero error de suponer una nocion de "medio justo" y "medio injusto", cuando es precisamente la moralidad del medio lo que se esta dilucidando. Dicho de otro modo, dicho valor adicional solamente puede tener sentido una vez establecidas las distinciones morales correspondientes, nunca antes, pues es absurdo fundamentar la moralidad de una accion en el placer surgido de la contemplacion de la moralidad de la accion. Sostener que el trabajo es un medio moralmente superior debido al placer que se deriva de obtener un bien por un medio justo es sencillamente definir "moral" por "justo", y esto no es otra cosa que cambiar un termino por otro como ultimo indefinible. Si precisamente estamos indagando la moralidad de una accion, no pueda argumentarse que la causa de la moralidad es la consideracion de la moralidad de la accion, pues evidentemente una accion debe ser moral para que podamos considerar su moralidad en tal o cual reflexion. La moralidad de una accion es logicamente anterior a su consideracion.
¿de donde proviene entonces la valoracion vulgar habitual que sostiene al trabajo como un medio eticamente superior al robo? Segun lo visto anteriormente, el lector habra podido quizas adivinar que el criterio de esta valoracion no puede ser otro que la consideracion del interes propio, y que la valoracion se realiza siempre en vistas a una vision individual, personal, demasiado personal. La moralidad no se funda en ningun criterio objetivo, sino que es una convencion a la cual se llega naturalmente por la experiencia social. El principio natural que hace posible la valoracion moral es la persecucion del interes propio y de las condiciones para su perpetuacion y expansion.
Puesto que el hurto produce siempre un perjuicio directo e inmediato a un tercero, y a que el hombre es siempre mas sensible a los perjuicios que sufre directamente que a aquellos en los cuales no puede identificar  con claridad a los agentes responsables, se da en el devenir la opinion general de que el robo es un medio inmoral. La opinion puede volverse general gracias a que no se necesita nada mas que la percepcion directa para darse cuenta de la inmoralidad de la accion de robar, no siendo asi en otros casos que, igual de dañinos   y por lo tanto inmorales, requieren algun tipo de reflexion para advertir no solo al agente responsable, sino incluso a la misma nocividad de la accion.
Generalmente, juzgamos las acciones por las respuestas que nos suscitan las percepciones que tenemos de ellas. Si juzgamos al robo de inmoral es por que nos es imposible experimentar un robo sin sufrir directamente el daño. Es por esto mismo que los criminales no juzgan el robo como inmoral mas que por convencion o por simpatia, es decir de un modo extrinseco. Si esta valoracion fuese objetiva, intrinseca y por tanto universal, no existirian robos ni crimenes. La experiencia nos demuestra que no es el caso. El hombre nota en su experiencia cotidiana que sus intereses se ven afectados por el robo y, aunque tambien estos intereses se ven afectados por el trabajo ajeno, este afecta de un modo mucho mas indirecto, sutil, impalpable de modo directo y sin reflexion mediante. Su influencia es mas sistemica, mas impersonal, menos facil de caer bajo un juicio moral. Dado que el robo es directo, es siempre atribuible de modo inmediato a un ser humano de carne y hueso, particular, para el que siempre existe el caldaso o la horca, la prision o la multa. Es practicamente mas conveniente el poder cargar la responsabilidad de una accion en un ser humano que en una entidad o en un sistema de cosas, tanto por la aparente solucion que nos brinda este descargue como por el problema que nos traeria notar que no existen aun carceles o guillotinas para leyes o constituciones.
Por ultimo, no hay que dejar de observar la comodidad de una postura en que siempre es el otro el criminal. Por esto mismo es que esta postura es sostenida por la gran parte de la clase trabajadora. Juzgar el trabajo como inmoral, por el hecho de que los efectos de este tambien perjudican los intereses de terceros seria, para la clase trabajadora, ponerse en jaque a si misma, pues deberia consecuentemente tildarse de inmoral y rebajarse al nivel del criminal. Es comun la creencia del trabajador en que el trabajo, como medio, no solo sirve a sus propios intereses sino tambien a alcanzar el mejor resultado posible a nivel sistemico, lo que es decir que influye positivamente en el bien de los demas, asi como tambien sus intereses se ven positivamente afectados por el trabajo de otros. Aceptar que el trabajo es un medio inmoral no solo lo colocaria en el estado de naturaleza de Hobbes, sino que lo declararia, en cuanto trabajador, como contrario a sus propios intereses. Como se ve, la existencia de una clase trabajadora no es posible sin la existencia de una moralidad que reivindique tal modo de vida como justo en si y como eticamente superior a cualquier otro.

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