10 jun 2013

Ensayo: Teologia, Ciencia y Metafisica: Una posible orientacion para la epoca.

En la teologia, Dios esta al principio. Es la causa de la cual parten todos los absurdos. Al ser el mismo un absurdo, justifica, resuelve, absuelve (“perdona”) cualquier absurdo material o conceptual que podamos hallar en la realidad toda. Aceptar a Dios es rechazar toda explicación posible sobre este mundo; Incluso es negar todos los aspectos problematicos, contradictorios de este. Dios mismo es un absurdo. Es un absurdo porque, como bien dicen los teólogos, es conceptualmente ininteligible, absolutamente incomprensible para la razón. Es la excusa perfecta para ahorrarse hallar cualquier explicación demostrable, la “razón” perfecta para negarse a cualquier demostración de una causa o principio. Ni siquiera podríamos decir que Dios es una respuesta para los espiritus fatigados de tanto buscar respuestas, algo asi como un descanso en la escalera del conocimiento, pues colocando a Dios como el principio, uno queda salvado incluso de la visión problemática del mundo. Dios no supone ningún problema, pues es incomprensible y esta, como dijo San Anselmo, mas alla de aquello que ya no puede pensarse.
Consecuentemente, el mundo como creatura, el mundo de dios, no supone tampoco ningún problema, pues esta creado por un ser perfecto, y aun suponiendo que nuestra idiotez o nuestra hipocresía no sean lo suficientemente elevadas para no ver el mundo como un problema (o dicho de otro modo, aun cuando nuestra santidad y nuestra Fe sean débiles), todo problema encontrado en este mundo manufacturado por el dios alfarero deberá ser lógicamente escalado al creador mismo, con lo cual caemos en un circulo vicioso que deja al mundo en un estado inexplicable o por lo menos eternamente inexplicado.

En la Metafisica, ciencia occidental posterior a la religión y, en relación con esta,  sin dudas un paso dado hacia delante en el campo del pensamiento humano, Dios no se halla al principio sino al final. En este aspecto, Plotino, Agustin y Anselmo fueron todavía Teologos. Sus incursiones metafísicas eran sin duda no el centro de su pensamiento, sino catedrales lógicas y conceptuales que en el fondo eran apologías y explicaciones del principio divino. Descartes fue el primer metafísico occidental, en el sentido propio de la palabra. Quizas también, mucho antes, lo halla sido el gran Platon. Y en el mismo sentido, también Aristoteles.
En la Metafisica dios no aparece ya como principio, sino como causa final. El verdadero metafísico (no el Teologo, por cierto), no llega a Dios (o a lo Uno, al Noumeno, a la Idea) mas que como un resultado. Dios no es ya un supuesto: Es una explicación en todo el sentido de la palabra; Responde a un problema. Para ser una respuesta es preciso que halla sido precedida por una visión problemática de algún aspecto. La metafísica no supone el principio: Es su búsqueda. La teología sencillamente supone el principio y, sin preocuparse de ningún modo por clarificarlo o justificarlo, “explica” el mundo según ese principio. Su explicación no es otra cosa que una descripción del mundo, sea histórica o religiosa, según el principio, acorde al principio, por adecuación o contraste con el principio. Quien quiera ver las maneras opuestas de proceder no tiene mas que leer una obra de teología, como por ejemplo la Teogonia o el Viejo Testamento, para tomar las dos grandes religiones antiguas que sin duda conforman los cimientos espirituales de occidente, y luego compararlas con la lectura de una obra verdaderamente metafísica, como algunos Dialogos de Platon, el libro séptimo de la metafísica de Aristoteles o las Meditaciones Metafisicas de Descartes. En las obras teologicas, la explicación, la enunciación del principio, es siempre lo primero. “Antes que todas las cosas fue el caos” o “en el principio creo dios el cielo y la tierra” es sencillamente la formula de enunciación del principio como causa de todo lo demás. Dios creando al mundo es la supocision de una causa trascendente como principio. Lo interesante de una obra teologica esta en el desenvolvimiento, no en el principio; Esta en lo justificado, no en la justificación. Se llega al principio directamente, sin reflexión, por “revelación divina”, por pura invención, delirio o arrebato poetico. No se tiene piedad alguna con el resto de la humanidad, que no es profeta, y quiere llegar a comprender por la razón lo que algunos pocos “elegidos” dicen comprender por gracia divina. Una vez supuesto el principio, el resto de la teología es una mera descripción, una lectura histórica mas o menos tendenciosa y en algunos casos, pura fabulación. En una cosmovisión en donde el principio es trascendente y revelado no hay critica posible: Se acepta o no se acepta, se “cree” o “no se cree”. No es ninguna coincidencia que todas las causas que la teología les da a los efectos visibles (es decir a este mundo como efecto de uno o varios dioses o motores invisibles mas o menos personales) sean siempre absolutamente indemostrables, incomprobables e impalpalpables. No importa cuan infinitas, omnipotentes, sabias, eternas o amorosamente benevolentes sean esas causas: Jamas las hallaremos en sitio alguno, y es mucho mas seguro pasarse una vida tropezando con sus molestos efectos que hallar al menos un hilo de esa causa que los teólogos defienden.
Las causas de la teología son siempre consecuentemente mas grandes, bellas y justas que sus efectos. Pero, de un modo increíblemente repulsivo a toda lógica, estas causas no se hallan jamás en la realidad y, pese a todos sus atributos divinos, parecen desvanecerse apenas cerramos el libro o salimos del templo, tanto en calidad de principios éticos como metafísicos.
De hecho, cualquier idiota con un sentido del habito, de la cultura o de la costumbre lo suficientemente acentuados, sumado a una facilidad poetica o a algún desorden mental puede hacer teología: Basta con suponer un principio cualquiera y luego tener la inventiva suficiente para hacerlo ver como coincidente con algunos hechos mas o menos comprobados. Si logramos esto, podemos decirnos teólogos, profetas, “elegidos”. La religión no es otra cosa que las acciones reales que se derivan de la aceptación de los dogmas teologicos. La religión ha sido siempre la respuesta hecha a medida para los que no pueden, no quieren o no necesitan una respuesta al problema del mundo: Les brinda una forma de manejarse sin darles ninguna respuesta. Suponen la respuesta ultima antes de que la pregunta nazca. Matan la investigación y el desarrollo antes de que este se manifieste.
La metafísica en cambio comienza con la visión y el planteamiento de un problema. De hecho, la metafísica es la respuesta nacida de la incapacidad de la razón pura, del pensamiento especulativo, para hallar respuesta a tal o cual cuestion. La Metafisica es el refugio o la vuelta al absurdo, la abdicación de la razón realizada racionalmente. Toda la metafísica pende de un hilo, pero llegamos a este hilo buscando la solución de un problema real, utilizando razonamientos mas o menos ciertos, pero todos comprensibles, en su gran mayoría demostrables (y por lo tanto, refutables), todos comprensibles para el ser humano común, siempre  y cuando haga uso de su razón y su sentido común.
La religión supone un absurdo eternamente absurdo como solución a este absurdo de aquí. La metafísica en cambio, explica un absurdo por otro. El progreso de una a otra esta en que la Metafisica tiene, por primera vez en la historia del pensamiento, conciencia clara de la invalidez de los supuestos teologicos; Deja de suponer un principio e intenta, toscamente al principio, sutilmente después, llegar reflexivamente a un principio tan o mas explicativo que el teologico, partiendo esta vez no de lo anipotheton, de lo no hipotético, sino de lo problemático mismo (de este mundo) para llegar asi via el pensamiento a un principio que no pueda contradecir la realidad. Esto se nos hace patente principalmente en Aristoteles o en los primeros libros de las Meditaciones Metafisicas: Primero problematizo, luego pienso, y luego, mucho después, muestro los principios que explican y exponen la solución del problema. En la teología el mundo no es problema alguno: Dios creo, y punto. En la metafísica, Dios es la respuesta a una visión problemática del mundo. Esa es la causa de que la metafísica sea cien veces mas estricta y puntillosa, mas honesta, con sus miles de incongruencias y deslices (sobre todo en esos hibridos medievales) que la teología pura.
La metafísica es un intento fallido pero real para dar una respuesta y, como tal, es el inicio del “problema del mundo” en si mismo. Antes de la metafísica, se había visto el mundo como algo dado, como un milagro, como una constante teofanía, pero nunca como un problema, nunca como algo a resolver, nunca como algo que requiriese una explicación en el sentido fuerte de la palabra, una justificación. En los tiempos de la teología el sentido no necesitaba ser descubierto o explicado, sino que solamente necesitaba ser descrito, narrado, contado.
Esta claro que al dar como respuesta aquel viejo absurdo de Dios, la metafísica falla en su intento. Platon, Aristoteles y también Descartes son intentos fallidos, pero intentos al fin. Son intentos, los primeros intentos reales y serios por explicar los numerosos problemas del mundo, intentos por dar un conocimiento lo mas integral y sistematico posible acerca del mundo. Dado lo titanico de esta tarea, no es ninguna sorpresa y tampoco ninguna deshonra el que hallan fallado. Mas bien  merecen toda nuestra alabanza y admiración por haber sido los primeros en intentar una respuesta.
Sea por fatiga intelectual, por contaminación del pensamiento teologico, por impotencia natural o por un error en el método, la metafísica yerra en su respuesta. La metafísica yerra en la respuesta pero es la primera que acierta en la actitud y en la pregunta, la primera que problematiza la realidad, que pone en duda la actitud dogmatica y basada en supuestos de la teología. En la metafísica, la realidad queda deficiente o incorrectamente explicada, inexplicada en el peor de los casos, pero nunca inexplicable, pues como la metafísica es como método accesible a la humanidad toda, siempre estara la opción de que nuevos pensadores vengan a corregir y a enderezar los errores de sus predecesores.
La metafísica es la superación de la teología y la madre del pensamiento científico, asi como la ciencia es la superación de la metafísica. Como dadora de respuestas acerca del problema del mundo, tal como hoy se lo concibe, no cabe dudas que la ciencia también será algún dia superada.
Como la metafísica llega al absurdo divino solo al final de sus argumentaciones, yerra solamente al final. La religión en cambio, al suponer el absurdo divino al comienzo de sus elucubraciones descriptivas, yerra de cabo a rabo, pues como dice Aristoteles, “un error pequeño se vuelve grande al final”. Y, peor aun, como la teología no acepta discusión alguna tanto acerca de la naturaleza del supuesto como del hecho mismo, fundamental a la teología, de establecer un principio de modo apriorístico y dogmatico, no es factible de mejorar en algún aspecto. Por esto mismo todo intento de valorar el pensamiento religioso dogmatico queda siempre trunco, pues por mas inteligentes y practicas que sean las verdades intermedias a las que llegan los doctores y sacerdotes de cualquier dogma, estas estarán siempre basadas en supuestos mas amplios y difusos, todos ellos altamente improbables en su realidad, mas improbables mientras mas difusos. Cuando el sistema todo se basa en un absurdo que por naturaleza es imposible de refutar, y esta incluso inmaculado ante cualquier intento de refutación o problematización, entonces las conclusiones de dicho sistema serán no solo poco fiables y poco dignas de considerar, sino que, por su naturaleza estacionaria y esteril a todo cambio merecen ser dejadas completamente de lado, tanto ellas como sus explicaciones intermedias y por supuesto, con muchísima mas razón aun, los principios en que se basan aquellas. Pero, mas alla de estos supuestos, lo que se debe repudiar es el hecho mismo de suponer, de dar por supuesto, de “creer”. Con la metafísica y aun mas con la ciencia se deja de lado a la fe como actitud de conocimiento, como postura Gnoseologica.
Como la metafísica intenta llegar a sus principios elevándose desde lo que problematiza, es consecuente que los principios éticos y estéticos que se derivan de sus argumentaciones tengan mucho mas sentido, tanto practica como conceptualmente. No es casualidad que la mayoría de las éticas del renunciamiento hallan sido producidas por valores idealistas que siempre comienzan apoyándose en un dogma religioso que se expresa siempre en la misma forma lógica: Explicar algo desconocido-ahora por algo Eternamente-desconocido, por algo que ni siquiera puede ser progresivamente aprendido en un tiempo infinito, de algo que es eternamente igual de infinitamente alejado, de infinitamente distinto en esencia, de infinitamente oscuro respecto de nosotros. Las relaciones entre este Dios y el mundo que vemos todos los días están siempre, dado la contaminación que produce relacionarse con un ser eternamente alejado (de hecho, lógicamente tal relación es imposible, pues no hay línea que pueda llegar a lo que esta infinitamente alejado), viciadas y tampoco son dignas de tener en consideración. Y, por mero sentido común, si ni la naturaleza divina ni las relaciones de causa efecto respecto al mundo pueden ser tenidas en consideración, no debe asombrarnos que las máximas y reglas para dirigir al mundo de aquí resulten no solo incomprensibles y contradictorias desde el espectro teórico, sino también aberrantes, ridículas y hasta inviables en la práctica. Por el contrario, las éticas que nacen de valores materialistas o “realistas”, los cuales son el producto de una metafísica o de una ciencia que comienza siempre por el mundo real (y acaba en el error de la causa divina y del idealismo o bien en el paso adelante de la ciencia o de corrientes filosóficas como la criticas como por ejemplo la fenomenología), son siempre mucho mas aplicables y comprensibles. Esto es asi por que al partir de un problema real en el mundo real, no pueden, por mas que yerren estrepitosamente en la solución, dejar de contemplar los aspectos mismos de la realidad que problematizan. Esto será asi siempre y cuando la peste teologica no vicie tanto al metafísico como para falsear la problematización misma o el mundo sobre el cual se problematiza. Este es el caso de todo el pensamiento medieval al menos hasta Guillermo de Occam. La metafísica Medieval, al contrario de la griega, estaba demasiado penetrada de la visión religiosa del mundo. No tenían esa fuerza que tenían verdaderos metafísicos como Heraclito , Platon y Aristoteles, los cuales a pesar de tener una ferviente visión religiosa de la realidad, podían pensar un problema haciendo aparte el fetiche divino, tanto por amor a la verdad como por conveniencia al problema mismo. Esa separación de la razón y la pasión o “fe” es el comienzo del pensamiento. Al no poder separar los su herencia cultural, llena de prejuicios religiosos y dogmas inútiles, del planteamiento de un problema o de la concepción teoríca del mundo, todos los “metafísicos” medievales no han sido mas que metafísicos en sus medios, en sus métodos, en sus caminos. Solo sus caminos eran metafísicos. Su punto de partida era teologico, y entonces no era de extrañar que su punto de llegada fuese teologico también. La cosmovisión era falsa, y de una visión falsa y dogmatica no pueden sino obtenenerse, según enseña la lógica, principios falsos y sistemas dogmaticos. No importa cuan brillantes sean en lógica esos caminos: La lógica, como bien enseño Aristoteles, es la ciencia de trasladar la verdad, no de hallarla. De supuestos errados no se llega sino a conclusiones erradas. Saquese de aquí las obvias conclusiones que ya están enunciadas arriba.
El Medioevo es una época ya demasiado contaminada de idealismo, de parasitismo entre escuelas ya en decadencia, de un elitismo y una escolástica esteril,y de una infección religiosa de fe e idiotismo como pocas veces se ha visto (infección solo comparable a la que se da en nuestra época actual, con toda su tecnofilia, su industrialización e hipertrofia en la comunicación y en la expresión). No ha habido en esa época ni un solo metafísico: Fue el tiempo de los teólogos híbridos que, sin saberlo, incubaban en su celo por justificar el dogma la semilla de lo que seria la negación radical del dogma misma. No puede hacerse metafísica cuando el problema no se plantea en claros términos de realidad, y la teología medieval basa sus problematicas en palabras e ideas que están como el Socrates de Aristofanes: en las nubes. Y si bien es cierto que de entre los medievales, muchos espiritus sabios y no menos rigidos que los mejores de entre los paganos tenían una recta voluntad de ofrecer una solución a los problemas del mundo, lo uniforme de su visión en lo que respecta a los dos puntos principales de la teología (la existencia de un dios con ciertas características y el hecho de que este conocimiento es apriori e independiente de los resultados de un razonamiento) nos demuestra que los cimientos de su pensamientos estaban igualmente viciados por la fe.
Solo perseverando en la actitud problemática y tenaz de la metafísica es que podremos desintoxicarnos de ese largo periodo de “creer”. La ciencia es apenas el primer vástago que esa actitud a engendrado junto a la perseverancia humana en el arte de explicar esta realidad. La ciencia ha sido, tomada objetivamente, la primera forma de pensamiento que ha dado solo métodos asequibles a la humanidad (pues esto ya lo hacia la metafísica también) sino también soluciones reales a problemas concretos, con productos que son asequibles a una gran parte de la población, teniendo además la enorme ventaja de trabajar hipotéticamente.
Esperamos maravillas de este pensamiento en el campo de los valores, la economía y la ética, siempre y cuando no sea esta, la mas poderosa y efectiva de las armas, poseída por ideales arcaicos y superados (pues esto, la posesión de la metafísica por la teología, fue lo que sucedió en el Medioevo). Esta época es aun la de la posesión de la ciencia por la metafísica y por idealismo o, peor aun, de su posesión por la falta total de este idealismo, por su agonia, por el ultimo suspiro del idealismo, por el ultimo de los ideales, el cual no puede ser otro que la completa falta de ideales como un ideal. Este ideal vacio no es otro que el materialismo mas feroz y mas despiadado, y entonces no debe sorprendernos que actualmente veamos la sumisión del pensamiento científico y critico a las ordenes del materialismo despiadado, con consecuencias que no hacen sino multiplicar ese materialismo.
Vivimos un nuevo Medioevo, en donde lo superado sigue dirigiendo a lo superador. Fueron necesarios al menos mil años de Medioevo para que la metafísica y la razón se liberaran del yugo de la teología. ¿Cuánto mas será necesario para que la nueva razón, la razón critica, atea, limpia  y científica se libere del pérfido idealismo? No lo sabemos con certeza, pero esperamos ese movimiento, movimiento que culminara con una solución no solo real y asequible a una parte de la población, sino asequible a todos y cada uno de los seres pensantes, respuesta que estará libre de todo idealismo y por ende de toda residuo de religión (y por consiguiente, libre al fin de cualquier tipo de “elegidos”, de “elite”, de privilegios).
Pensamos que en este nuevo renacimiento el hombre podrá al fin darse una respuesta a si mismo, podrá justificar la existencia en este mundo sin apelación alguna a un absurdo o a una dudosa promesa, podrá vivir esa existencia sin esclavizar a otros en el proceso. La meta es el nuevo renacimiento, y el único medio de llegar a el es solucionando los aspectos mas problematicos de la realidad… y solo de la realidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Аn intereѕting discussion іs worth comment.
I think that you nеed tо publish morе
on this subjeсt matter, it might not be a taboo matter but generally peοple ԁo not talk about these topics.
To the neхt! All the beѕt!!

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