22 abr 2014

Aristoteles y la polilla

Vos fijate – dijo Gabriel – dos mil quinientos años de civilización occidental y seguimos en Aristoteles. Si, macho, no me mires asi. Yo se que vas a decirme que para que tanta escolástica y tanta subjetividad si al final seguimos como al principio, pero es asi, que queres que le haga. El sentido común es Aristotelico: Sustancia y accidente, sujeto y predicado, esta en la estructura misma de la lengua incluso. Yo te acepto que si uno se pone a pensar, lo que se dice a falsear realmente las cosas, entonces ese sentido común se desbarata mas o menos rápido. Pero una cosa es ponerse a pensar y otra muy distinta es vivir. Podemos pensar en categorías que exceden y superan la concepción hylemorfica de la fisica Aristotelica, pero cuando vamos a comprar al chino, somos cien por ciento miembros del Liceo.
- Pura influencia de la cultura viejo – dijo Mariano desde las profundidades de la alfombra un poco sucia. – No creo que un chino o un africano sean, como vos decis, miembros del liceo. Lo que pasa es que vos no podes salirte de la perspectiva del trono de la cultura occidental. Hablas de Aristoteles pero tus pretensiones son de corte Hegeliano, casi que das un poco de risa con esa seguridad.
- No, lo que pasa es que lo de la forma y la materia esta muy bien pensado – Dijo Alina – Es muy realista, pero no en el sentido de los manualcitos de historia de la filosofía. Digo que es muy realista como lo diría un ingles, o sea que tiene mucho sentido común. No digo, como dice Gabriel, que las sustancias primeras expliquen la realidad de las cosas, solo creo que son una ropa que le queda muy bien a la realidad. Es muy comodo dejársela puesta de tan lindo que le queda.
- Lo que pasa – retomo Gabriel, esgrimiendo una galletita como si fuese una batuta, a modo de amonestación – es que ustedes dos están pensando. O sea que se están forzando mas alla del sentido común . A ver… es innegable, para una persona común, para una señora de barrio o un colectivero, que yo soy Gabriel y que soy asi de alto y asi de ancho, que las manzanas son rojas y no que el rojo son manzanas, que puedo pintar de otro color la pared de mi casa sin que deje de ser esa pared misma, que son los objetos los que se mueven. El mundo de objetos con cualidades es de puro cuño Aristotelico. En un estado normal, sin libros o drogas de por medio, pensamos con oraciones afirmativas y negativas, simples.
- Gabriel es lindo, es terco, esta hermosamente sentado contra la pared, es moreno, esta aca conmigo y con Mariano a las dos de la tarde de un domingo – dijo Alina sonriendo.
- Exactamente. La realidad es esta que tenemos aca, no otra. Nada de idealismos en otro mundo o en este mismo. – Dijo Gabriel.
- La idea de sustancia es absurda, es algo que no va mas. Vos hablas de sentido común, pero esa misma expresión es ya una construcción. Esta signada y determinada por el pensamiento racionalista, como si la mismísima humanidad hubiese nacido con Tales de Mileto cayéndose en un cráter y prediciendo el eclipse de quiensabequecosa.
- Las estructuras de sujeto y predicado, de nombre y acción, estaban ya en Homero, si queres. – Dijo Gabriel con hosquedad.
- Y la humanidad estaba ya, vieja y cansada, en Micenas o en La india de los Brahamanes. – Retruco Mariano.

Se produjo un silencio, y Alina aprovecho entonces para levantarse de la banqueta en la que hacia equilibrio como un pájaro. En dos saltos estaba arrodillada sobre la caja de cassettes y cd’s, revolviendo eufóricamente, seguramente presa de alguna intuición musical o de un simple antojo nostálgico.
 - Para un poco, terremoto nicaragüense – le grito Mariano desde la alfombra – Esa caja estaba perfectamente desordenada, cada elemento formaba una completa desarmonía con el resto, casi no había manera de encontrarles un orden o una figura, como no fuera algo simbolista. 
- Ademas haces un monton de ruido, no dejas pensar a los genios – agrego Gabriel maliciosamente.
Alina, algo ofendida, se hizo la desentendida y siguió revolviendo los cassettes aleatoriamente. Al final eran unos delicados, esos dos. Y lo del desorden de la caja, que curioso lo que había dicho Mariano. Un desorden absoluto entre las partes, pura entropía, imposible encontrar un sentido o un orden en la caja de los cd’s ¿seria posible, semejante paraíso irracional dentro de una caja de zaptos llena de cd’s y cassetes? Bueno, Mariano era muy capaz. Ella había pensado muchas veces que era como el Xul Solar del grupo, medio vidente, medio genio, medio artista y un resto de locura. Alina miro el interior de la caja (solo en ese momento había mirado, porque siempre sus manos se movían como instintivamente sobre las cosas) e intento encontrar un orden en el desorden que había armado. Tardo aproximadamente nueve segundos en notar que no había logrado desordenar completamente las colecciones de cassetes, pues “abey road”, “Help” y “Rubber Soul” estaban en línea, como una mano ganadora de cartas. Ese Mariano… ¿no había dicho que la caja estaba en completo desorden? Alina entendió entonces que era ella la que, azarosamente, se había detenido a mirar cuando esos tres álbumes habían quedado en ese orden, muy a la vista dentro del resto de la caja, como una escena intencionalmente destacada en un grabado. No había manera de decirle el milagro a nadie, no había manera de comunicarlo a nadie, ni siquiera a Gabriel, que ya estaba nuevamente discutiendo con Mariano.
Un poco triste por la soledad de su felicidad repentina, Alina intento escuchar de que iba la cosa. “sible que desde el nacimiento de esa forma de pensar que vos y el resto de los universitarios llaman pensamiento racional, Logos o la mar en coche, sea mentalmente imposible para un occidental escapar a ese mundo de objetos que, como vos decis, tienen acciones y cualidades, pero eso no significa que halla un sentido común originarialemente hylemorfico. Vos fijate que la vista nos muestra solamente formas vagas y delineadas, cosas que son puramente pictóricas, machas de color, y que después es uno el que” Alina suspiro. Se había cruzado nuevamente de piernas. Entonces noto una polilla en el techo. El insecto avanzaba penosamente de cabeza, con una perspectiva invertida, batiendo esporádicamente las alas, arrastrándose sobre el cielo raso descascarado; Alina descubrió entonces, como decía Mariano, una figura. Desde una perspectiva invertida, de cabeza, la polilla los contemplaba. Era como sentirse observado por la otra vereda de la evolución, por el pasado remoto y tambien por el futuro. Aca en la alfombra, Aristoteles; y en el techo, una Polilla. Una polilla íntegramente polilla, con todo su universo de polilla y sus categorías de polilla, sus sentidos de polilla, todo polilla, dioses con forma de polilla, pensaba Alina, jugando un poco a ser Jenofanes. La realidad era entonces como un caleidoscopio, como un cubo mágico que nos muestra solo una cara. ¿Iba a poner un cd en el equipo o no? Ya se había olvidado que era lo que buscaba, porque ahora era Gabriel el que decía que el pensamiento era al menos tan viejo como los sentidos, y que no se refería al pensamiento racional sino a algo mucho mas amplio, y cuando lo decía estaba tan serio, tan comicamente serio, obstinado como un chico mitómano. Al mirarlo Alina no pudo evitar sonreir, y si la polilla hubiese podido ver el mundo de objetos de Gabriel y Aristoteles, habría visto como la chica, larga y broncínea como una lanza troyana, se gateaba silenciosamente unos centímetros para luego agazaparse sobre sus piernas traseras, para luego dar un salto que emulaba perfectamente a los tigres, para sorprender a Gabriel en medio de la defensa del principio de no contradicción. Alina tomo la ventaja del elemento sorpresa. La embestida inicial, bastante fuerte y de estilo aéreo, logro derribar al indignado Gabriel, el cual no tardo en aplicarle una llave en la cintura con las piernas, para que diera asi comienzo a una de las luchas. Las luchas ocurrían cada tanto, esporádicamente, motivadas o no motivadas, declaradas o, como aquella, a traición. Pese a la desventaja genérica, Alina era bastante fuerte. Su vestido floreado, a diferencia de los jeans de Gabriel, le daba la ventaja de la soltura. Alina reia y aullaba como un Bacante, y Gabriel, aun indignado por la interrupción de su discurso, puteaba y resoblaba esforzadamente. Habian dado ya tres o cuatro vueltas en el piso cuando Gabriel pensó que tenia ganada la lucha. Alina estaba debajo suyo, bien sujeta. El vestido floreado se le había levantado provocativamente varias veces durante la reyerta, y si hubieran estado solos la lucha habría pasado a estratos mas salvajes. Por otro lado, era un suerte que Alina se estuviera quedando sin fuerzas, porque esa chica era terrible.
Aun teniendo sujeta a Alina por las muñecas, Gabriel intento ponerse de pie. Los dioses quisieron que Gabriel tropezara con una irregularidad de la alfombra, permitiendole a Alina una rápida recuperación. En solo medio segundo se hallaba nuevamente en combate y agazapada, y al segundo siguiente se hallaba comodamente arriba de Gabriel, sosteniéndole ambos brazos en cruz. Victoria. Desde la comodidad de la alfombra, Mariano parecía no haber notado nada.
- ¿Qué hacen che? –
- Empezo una lucha – Le respondió Gabriel. – Pero te la perdistes, ya termino. - Y mirándola a Alina le dijo – Que rápida sos, te das vuelta con la velocidad de una taba.
- De una moneda – Dijo Alina, aprovechando su ventaja posicional para besar a un Gabriel aun resistente. Entonces se escucharon unas voces que llamaban desde abajo.
- Hay gente Abajo – dijo Mariano, que seguía como perdido en algún lugar del espeso mar de alfombra. Alina y Gabriel seguían en un enriedo de abrazos y besos. Habian comenzado a rodar nuevamente en el suelo, pero ahora lentamente y como sin cuidado.
- Hay gente afuera che – Volvio a decir Mariano, con algo de desgano.
Alina se había vuelto a sentar sobre Gabriel, que ya no parecía resistírsele tanto como antes, y con satisfacion noto que ahora podía besarlo larga y blandamente, y que eso era como una señal de que la estaban dejando hacer. Todo ese juego era algo hermoso y divertido, algo no necesario pero fundamental.  Las voces seguían llamando desde abajo, y Mariano habíase incorporado y abierto los ojos.  Miro a Alina, entre irritado por tener que moverse y confundido por la luz que entraba por el ventanal.
- Anda a abrirles che.
Apenas despegando su boca de la de Gabriel, Alina le respondió. - Baja vos, que es tu casa.
Sin levantarse, Mariano comenzó a tantear sobre la mesa. La altura no le daba para poder ver lo que había en ella estando sentado en el piso, por lo que daba la impresión de ser un inmenso molusco ciego. Finalmente dio con el juego de llaves, el cual arrojo por el balcón, para volver a echarse en la alfombra.

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