Esa mañana abri los ojos pero, de algun modo, seguian cerrados. De otra manera no puede explicarse que en vez de ver la pared blanca con el colchon de dos plazas, con el sol entrando por el ventanal (oh maldito sol) haya visto, si bien es cierto que solo por un segundo, mi vieja pieza de soltero.
De soltero o de niño, lo cual es lo mismo, dado que yo siempre fui un niño bastante solitario. Solus. Arriba el astro rey, abajo Asterion. Pero abajo estaba, estoy yo. Ergo Asterion no existe.
Fue ver esa pieza por un segundo. Verla con su configuracion original, completa: paredes celestes, piso de oscura loza, techo blanco, con la bombita colgando; Cortinas de Boca Juniors, la bateria de mi hermano en un rincon, tres camas distribuidas de forma irregular. Podria haber sido cualquier mañana de mi vida. Pero solo un parpadeo puede tragarse diez años de vida. Viaje temporal, viaje Astral o lo que sea.
Si, la pieza se esfumo. Pero eso no significa que se haya esfumado la puerta. O algo como una puerta, como un tunel o como un puente, o como cualquier otra imagen que nos sirva para simbolizar un paso de una epoca a otra, de un estado a otro. Aunque, si tengo que ser preciso, lo que habia quedado no era tanto una puerta como una hamaca o un subibaja. Un pendulo, una incomoda sensacion de estar a horcajadas entre dos realidades, con un pie en el agua y el otro afuera, con calor y frio a un tiempo.
Cada tanto me pasan cosas asi. Recordar, en esta aberrante era de asfalto, una misteriosa calle de tierra que quedaba en algun lugar cerca del rio (pues este se veia de fondo en el recuerdo, y no tanto el rio en si como la conocida decoloracion del horizonte que se destiñe), calle en donde yo habia visto (¿pero cuando y con quien?) una horrenda y totemica cabeza de chancho, de enorme tamaño y ojos furiosos en la fijeza de la muerte. O, solo para citar otro ejemplo, recordar haber asistido, en algun momento, a una enorme feria de tintes circenses, con castillos inflables y exposiciones... ¿de arqueria? ¿de fuegos artificiales? ¿de proezas realizadas por avionetas? Imposible recordarlo.
Muchas veces, esos recuerdos venian justamente de la hamaca. Un recuerdo vago que se debate entre la memoria de un hecho realmente acaecido y la simple imaginacion. Una imagen que desde algun recondito lugar de mi cerebro pide carta de ciudadania. Darselo es peligroso, porque requiere toda una averiguacion de antecedentes del recuerdo. Conocer su parentesco, por decirlo de algun modo. Esto significa: ubicarlo dentro del orden cronologico general de mis recuerdos, saber con precision que paso antes y despues, poder asociarlo con otros hechos y personas de mi confianza, y en fin, de toda una serie de procedimientos de legitimacion. El problema con esto es que muchos de estos asaltantes no pueden ponerse en claro con el orden de mi memoria y, lo que es mas grave, algunos se empeñan en contradecirla totalmente, alegando por ejemplo, que cuando yo tenia doce años no viva en Buenos Aires sino en Madrid o en Sebastopol o que, si bien si vivia en Buenos Aires despues de todo, era un invalido en silla de ruedas o tenia una prima que era una promesa nacional de salto en garrocha; hechos todos que, segun lo que normalmente recuerdo por "mi pasado" son totalmente falsos. Este tipo de recuerdos "ilegales", por asi decirles, son extremadamente peligrosos para mi salud mental. Primero que nada, irrumpen con una fuerza enorme. Con una fuerza que podriamos calificar de magnetica o de centripeta, pero en todo caso absorbente y obsesionante. Son como ese cliente particularmente molesto que intenta saltarse la fila, llamar la atencion y reiterar su reclamo tantas veces como le sea posible y que no queda contento hasta haber hablado con todos los empleados del desafortunado local. Con todo esto quiero decir que me es imposible dejar estar a esos recuerdos, dejarlos girar en mi cavidad craneal hasta que su fuerza se desvanezca. No no, imposible. Mas bien, me siento fuertemente inclinado a pasarlos por el tamiz de la mas exigente critica. Intento ubicarlos con exactitud en tal año o fecha, detras de tal o cual cumpleaños, antes o despues de tal partido de futbol. Segun este procedimiento, pueden pasar tres cosas. La primera, que efectivamente el recuerdo se inserte, con mas o menos facilidad, en la cadena causal de eventos que yo recuerdo como verdaderos y que llamo "mi vida", y entonces el recuerdo pasa a ser un Recuerdo con mayusculas. Se le entregan documentos de ciudadania y pertenencia, y se va a su casa con la obligacion de presentarse cuando se lo requiera. Segundo, puede ocurrir que el recuerdo no solo no pueda ser insertado, sino que su examen no revele o sugiera otros recuerdos. Tales recuerdos son como burbujas, como visiones o como hechos misteriosamente aislados de todo ayer y de todo mañana, y muchas veces aislados de cualquier conexion espacial o relacional. Personas que recuerdo conocer pero que no puedo ubicar en ningun lugar, tiempo o en compania de otras personas que recuerdo. Lugares que recuerdo pero que no puedo asociar con un tiempo en particular o con otras personas. Lapsos de tiempo que no puedo recordar en absoluto, etc. Dichos recuerdos son ferreamente rechazados y catalogados de "invenciones" o de "sueños".
La tercera posibilidad es justamente la peligrosa. En este caso, los recuerdos, al ser interrogados, dan como credenciales y relaciones de parentesco, otros recuerdos que a su vez necesitan ser identificados. Estos segundos recuerdos, a su vez, evocan otros recuerdos que no recuerdo o no puedo precisar, y ahi es cuando, como una canilla que se rompe o un dique que se quiebra, entran a encadenarse toda una serie de hechos y personas que para mi no existian hasta hace cinco minutos y que, mas grave aun, nunca habian existido. Paso a darles un rapido ejemplo de estas macabras succesiones. Por ejemplo, caminando por Avenida Rivadavia veo cierto arbol que, en conjuncion con una fachada antigua y una plaza enfrente, me recuerdan a un cuadro parecido que vi en otro lugar y en otro tiempo.
- ¿en que lugar? - pregunta memoria, la jueza.
- En el campo - dice recuerdo desde el banquillo de los acusados.
- ¿en el campo donde? - le interpela memoria.
- En San Antonio de Areco -responde el acusado, dubitativo.
La vieja jueza se arremanga entonces y abriendo una de sus gruesas carpetas de cuero negro, revisa el correspondiente legajo. Mira San Antonio de Areco: 4 visitas en 30 años. Una a los nueve, otra a los trece, una a los diecinueve y la ultima a los venticuatro o venticinco. La primera con los boy scouts. Aqui hay un indice a una pulperia, otro indice a largas caminatas con uniformes caquis, un tercer indice a todo un repertorio de canciones estupidas y un cuarto y ultimo expediente dedidado a Florencia Bianchi, la seisenera de la seisena gris. Rubia, alta y de anteojos. Le gustaban los libros de Sherlock Holmes. La segunda visita, con los padres. Nada en especial. La tercera, solo. La cuarta, con una novia. Memoria cierra el libro de un plumazo.
- ¿en cual de sus visitas fue que usted fue visto? - pregunta la jueza. Aqui el acusado duda.
Silencio.
- ¿no recuerda con quien estaba el cuando vio el cuadro? - vuelve a inquirir la madre de las musas.
- No puedo precisarlo - dice el acusado, pero aqui abre los ojos y, llevandose una mano a la frente, dice como quien hace un esfuerzo - pero estoy seguro de que habiamos ido en moto esa vez.
- ¿en moto? - pregunta la Mnemosine. -¿esta seguro?
- Definitivamente habia una moto. Y estaba nublado - dice con seguridad el recuerdo.
La Jueza esta segura de que nunca hubo tal ida en moto o de que al menos esa moto no esta en los archivos. Solo por protocolo, vuelve a revisar el expediente. Asi, al inquirir de quien era la moto, el recuerdo puede decir que un tal pedro, y ante la exigencia de que se precise apellido, cara, profesion y edad de el tal pedro, me puedo encontrar conque pedro era el hermano de camila la hija del basurero, con la cual yo andaba tonteando en esa epoca, y que fue justo antes del viaje a Niza, y justo despues de que me decidiera a estudiar espeleologia. Claro que no ocurrio ni esto ni aquello y mucho menos lo otro, pero para entonces ya hay una linea paralela que corre con vida propia, toda una vida alterna que o no es mas que demencia, o bien es demencia todo lo otro, "mi vida" y esto mismo que escribo ahora.
Y esta mañana, tan pronto como vi mi pieza o, mas precisamente, justo cuando deje de verla para ver esta otra que ahora mismo, hoy, es mi pieza, mia y de Celeste, fue que tuve uno de esos recuerdos. Y el recuerdo fue este: el recuerdo de ya haber visto antes una ilusion parecida, es decir, de que alguna otra vez ya vi mi pieza de chico por un segundo, para luego ver la verdadera pieza. ¿mas, cuando? Recuerdo que fue en la casa de ardilla, alla por Florida Este o mas bien por Olivos... ¿o Munro? Era una hermosa casa blanca, con terraza y pileta en verano, y el cuarto de Ardilla quedaba en la planta alta. Y habia muchas plantas. Fin del cuadro. Olivos o Munro, Plantas, Ardilla. Stop. Reconsideremos. ¿donde queda precisamente esa casa? ¿cuando fue que la pise por ultima vez y cuando fue la primera vez que la pise? ¿iba a pie o en colectivo? ¿quien carajos era Ardilla, si es que alguien puede apellidarse Ardilla?
Un telefono. Me vino a la cabeza un telefono. 4 - 708 - ... No. 4 - 709 - 08...
Imposible, imposible recordar el resto. Imposible asociarlo a nada que no sea un ridiculo y brillante potus o esas plantas de finas y largas hojas siempre llenas de hermosos caracoles. Y todo eso esta indisolublemente unido a las columnas blancas y a las paredes color pizarra de la casa de Ardilla.
¿Quien me dijo ese numero? ¿como fue que lo consegui? ¿estaba escrito en una agenda? ¡Si, No! Perdonen mis efusiones sin sentido. Es que recorde algo: Si, si lo tenia escrito. Y no, no en una agenda. En un libro. El telefono estaba escrito en la primera pagina de un libro. ¿que libro? "Platero y Yo". Pobre Platero, muriendo en su triste cama de paja. Pero eso al final, siempre al final. Una y solo una vez lei el final. Nunca mas quise leerlo. Relei el libro muchas veces, pero Platero solo murio la primera vez que lo lei. Luego no, nunca mas. Y al principio, ese telefono anotado. Y ahora me es obvio: Ese telefono no era de Ardilla, era mio, mi propio telefono, es decir, el telefono de mi casa, de mi vieja casa: 4 - 709 - 0392.
- Me das el telefono de tu casa - me habia dicho Ardilla una vez y yo le habia dicho que si era tarada y que ya se lo habia dado y ella entonces parecio recordar a Platero, porque Platero era de ella y de ella eran todos los libros de Juan Ramon Jimenez que leia en esa epoca. Iban y venian desde mi mesita de luz a mi mochila y de mi mochila al pupitre, siempre al fondo, y del pupitre nuevamente a la Biblioteca "Silvia Schujer" porque ahi era donde la encontraba siempre a Ardilla; Natural, naturalisimo. ¿donde mas la iba a encontrar si Ardilla era la hija de la bibliotecaria?
Y cuando me habia pedido el telefono la primera vez, yo se lo habia anotado (en lapiz) en la primera pagina del Platero, Platero entregado sano y salvo pero sobre todo salvo, vivito y coleando con su hermosa barriguilla de algodon.
Y Ardilla me miro un segundo y algo le hizo clic. Se llevo la mano a la boca y sofoco una risa. Risa muda, meros espasmos que la hacian sacudirse levemente, y siempre cerraba la boca y los ojos cuando se reia, como si la risa fuese el elemento agua y se le fuese a meter por la nariz y los oidos.
- ¿de que te reis? - le pregunte.
- Volvi a prestar el libro - me contesto.
Y entonces recorde que Platero estaba de vuelta en mi mesita de luz, esperando una vez mas salvarse de la muerte. Ardilla tenia esas cosas: Necesitar un numero de telefono, que esta en un libro, y el libro lo tiene la persona de la que necesita el numero. Esas cosas la hacian, la construian todo el tiempo. Como cuando la interesantisima novela de detectives. Maravillosa novela que no puedo recordar, de la que no recuerdo ni el titulo ni el autor y muchisimo menos el argumentos. Novela de la que no recuerdo otra cosa si no es que era interesantisima, gruesa como un ladrillo y con una cubierta azul de felpa. Ardilla amaba esa novela. La descubrimos una tarde en uno de los estantes de la Schujer. La Bibliotecaria, que tambien se llamaba Silvia, la habia dejado por descuido entre la serie de cuentos de los libros del quirquincho. El Quirquincho, ese pajarito idiota, "sirvase un cuento", que tarado. Pero no. Ahora me acuerdo mejor: no eran del quirquincho, los cuentos. Eran Colihue. Colihue, coleccion "el pajarito remendado". Y ahora si: Pajarito tarado.
Y entre ese cotillon de libros finitos y coloridos, al fondo del estante, la novela de detectives que encontre yo pero que Ardilla se metio en la mochila y se llevo a su casa. Y desde entonces fue todos los dias la novela. La novela esto y la novela aquello, y
- No sabes Sebastian lo divertida que esta la novela, y Renard hizo esto y aquello, y yo creo que Marion es tan linda como sospechosa - y asi.
Ardilla era una lectora tan mala como apasionada, y por lo general empezaba los libros por el medio o por el final. Leia todos los libros como si fuesen Rayula o un crucigrama o un recetario de cocina: Iba y venia, saltaba capitulos, suprimia o agregaba escenas, recortaba paginas para colocarlas mas atras y mas adelante y, en fin, era el terror de su señora madre. Por esto mismo, que sufrimiento para Ardilla lo larga que era la novela. ¡que tentacion ese final, siempre al alcance de la mano! ¡que fuerte el deseo de viajar al futuro de Renard con un furioso pasar de hojas? Era cuestion de tiempo para que Ardilla cediera a esos impulsos. Y entonces se nos ocurrio. Partimos el libro en dos. Una mitad contenia la gran parte del libro, y la otra, las ultimas cincuenta paginas, el final. Yo escribi mi nombre en la primera parte y Ardilla, con esa cursiva un poco de estupida, escribio el suyo en la segunda; Y entonces Ardilla escondio su parte, la del final, en algun lugar secreto. Pero para cuando termino de leer la primera parte, varias semanas despues, ya no recordaba donde habia escondido la otra. En vano fue buscar por toda la biblioteca, dar vuelta la porteria y buscar aula a aula en los recreos y despues de la campana. En vano los pataleos de Ardilla que, a moco tendido, se lamentaba de no poder conocer ya nunca el final de las aventuras del valiente Renard.
Durante un tiempo creimos que el final del libro apareceria solo. Que se abriria camino desde su escondite hasta su gemelo que terminaba en la pagina 433. Que el final volviera a crecer, poco a poco y como una planta, era otra posibilidad. Ardilla verificaba diariamente si la mitad tenia 433 paginas. Quizas algun dia pasase a tener 435, y asi esperar la regeneracion del final era eso: Esperar.
Luego, poco a poco, comenzamos a perder la esperanzas. Intentamos entonces escribir el final nosotros mismos, pero Ardilla era demasiado impaciente y a mi es sabido que siempre me han aburrido mucho las novelas policiales, por lo que al poco tiempo nos aburrimos y nos decantamos por el Ajedrez. Ardilla era imposible. Imposible enseñarle los fundamentos de cualquier juego que requiriese el mas minimo sistema de reglas. Era del todo imposible terminar de enseñarle, por ejemplo, a jugar al truco. Olvidaba dos reglas por cada una que aprendia, y manejaba el mas ridiculo orden para los valores de la baraja. En el Ajedrez ocurrian desastres todavia mayores, por lo que terminabamos: Yo, reproduciendo en el tablero partidas de mi querido libro de Julio Bolbochan, y Ardilla, leyendo algun cuento o perdiendo sola al memotest.
Y fue por esos dias que llego "el desafio".
El Desafio. Alan Garrote. Alan, Alto. Talan Talan. Ajedrez. Fue en el segundo recreo de un Martes Inmortal cuando yo, Sebastian, flacucho, con un pelo horrible, anteojos tirando al culo de botella, Quinto grado, me enfrente a Alan, dos cabezas mas alto, peinado con raya, Septimo Grado, Orgullo del Juego Ciencia, Excelente alumno en Matematicas. Fischer Vs Spassky, Carajo. Garrote, el favorito, Blancas. El retador, negras. Ardilla, oculta entre los espectadores, llevaba la notacion de la partida.
Blancas (Garrote) Negras (Platero) Notas de Ardilla al pie de pagina
e4 g6
Cf3 e6
Cc3 Ag4
h3 Axf3 "¡Comienza la Carniceria!"
Qxf3 Qf6
Qd3 Cc6
Cd5 Qd8 "Retrocede la señora"
Qb5 Tb8 "atacan las blancas"
c4 a6
Qa4 Cf6
d3 Ae7
Ag5 O-O "peligra la seguridad del rey"
Cxf6 Axf6
Axf6 Qxf6 "tremendo choque, bajas en ambos bandos"
f3 Cd4
O-O-O Qf4 "¿estara la novela con los juegos de mesa? - Jaque"
Kb1 Qe3 "¡Garrote siente la presion, garrote para Garrote!"
Qd7 Qf2 "Cuidado, cuidado, mucho cuidado"
Tc1 Tbc8 "Garrote descubre la treta"
c5 tfd8 "Platero junta las torres"
Qg4 dxc5
Txc5 b6 "Acaba de sonar el timbre"
Td5 Qc2 "Jaque. Garrote quiere volver atras su jugada anterior"
Ra1 Qc1 "Jaque asesino de Platero"
Claro esta que Garrote siempre le echaria la culpa al timbre y a que tuvo que salir apurado de ese peon tomando C5, pero lo claro es que nadie lo habia obligado, pensandolo desde ahora, a sacar esa torre tan lejos de casa. Asi fue que me corone victorioso en el desafio y se corrio el rumor de que el nuevo mejor jugador de la primaria turno tarde era un chico de quinto grado, flacucho y siempre despeinado. Ahora recuerdo que el revuelo del desafio me impidio seguir viendo a Ardilla en la biblioteca, pues cada vez que sonaba el timbre del recreo me asediaban molestos contrincantes de septimo grado, Alan Garrote el primero de todos ellos, ex monarca destronado que queria rehacerse con el titulo de campeon. No recuerdo si se canso de intentarlo o si finalmente lo deje ganar a condicion de que me dejaran en paz.
Releyendo las notaciones de la partida, el final de la novela no estaba tampoco entre los juegos de mesa. Claro, claro, la novela. Perdonemese la disgresion, la desviacion hacia el match del siglo... son caprichos que tiene la memoria y, a fin de cuentas, quizas ni siquiera haya ocurrido tal partida. Es decir... ¡vamos, lector! ¿quien demonios en este mundo se apellida Garrote? Pero prosigamos.
En esa epoca, decia, mientras buscabamos el libro, yo me sentia un poco como Renard, y Ardilla era un poco Marion, es decir, tan sospechosa como linda. Luego vino el fin de curso de algun año indeterminado de mi primaria. O tal vez no. Pero de un modo u otro el verano vino a interrumpir aquella retahila de bibliotecas como un rayo interrumpe la oscuridad de la noche, y Ardilla, que entonces ya era Ardilla y no Maria, como (perdonen el desorden) habia sido hasta entonces, es decir, hasta cometer la adorable torpeza de la novela de detectives, torpeza que la hizo merecedora tanto del mote como de mi amor, paso de vivir en la biblioteca a vivir en Olivos o Munro.
Primero fueron los paseos al rio, en bicicleta. Ardilla en su playera color turquesa, yo en mi playera color plata. Y luego lo que fueron, pero no pueden ser, mis primeras excursiones al centro. Pero digo que no pueden ser porque tambien recuerdo que las cosas ocurrieron de otro modo. Despues de todo, no recuerdo haber jugado nunca al ajedrez, y de chico yo hacia cualquier cosa menos entrar a una biblioteca y, por ultimo... pero en fin, para que entrar en detalles.
Ardilla es una fantasia. Una fantasia sus bucles de pero rubio entre los escaparates de Lavalle, fantasia su expresion de niña perdida, que cada quince minutos provocaba la pregunta de alguna preocupada señora sobre si estaba buscando a la madre o esperando al padre, lo cual me daba tanta pero tanta gracia porque aunque yo tenia la misma edad y era palmo a palmo mas desgarbado que ella, no sucitaba nunca el interes de ningun señor o señora de esos que andaban dia y noche por las peatonales. Y gracia, gracia porque Ardilla ni estaba perdida ni buscaba otra cosa que no fuese la dichosa novelita de detectivas, que se llamaba de un modo que no recuerdo y que no estaba en ninguna libreria. Y recorrimos tanto y preguntamos tanto que al final empezamos a pensar con Ardilla que de la novela habia solamente un ejemplar; Cosa totalmente plausible si le agrego que desde esa epoca hasta ahora, con mis años y años de recorrer escaparates microcentricos, nunca he vuelto a ver la susodicha novelita. Claro que esto tambien se explica con lo siguiente: la novela, al igual que Ardilla y que "el desafio", no existen, son producto del delirio, de un principio de esquizofrenia o de una imaginacion demasiado activa.
Quien sabe. Las probabilidades de una cosa o la otra son, a estas alturas, equilateras. Si encontrase la parte final de la novela, podria estar seguro de Ardilla. Si encontrara a Ardilla, estaria seguro de la Novela.