9 feb 2018

La Huida

Se corrio la bola: a la salida le iban a dar al Vasco.
El Vasco, era sabido, algo habia hecho. Algo habia hecho o algo habia dejado de hacer, o algo habia hecho mal, o no del todo bien; La verdad, no importaba mucho. 
Cuando les llegaba la noticia, la mayoria no preguntaba razones. Solamente sonreian, se sonaban los nudillos y decian cosas como "buenisimo" o "mira que bien", y despues seguian con lo suyo. Nadie decia "me sumo" o "no me sumo". Eso quedaba a discreccion, a gusto e inclinacion de cada cual. De cualquier modo, era lo mismo. El que no fuese a darle, iba a ir a mirar. Participante o espectador. El Vasco iba a ser protagonista, y nadie iba a saltar para defenderlo, nadie se sumaria a su causa.
Al Vasco, como siempre, nadie le aviso nada. Bueno, le iban a avisar, es cierto, pero solo diez o quince minutos antes de la golpiza. No sea cosa que fuese a planear algo, que se les fuera por la tangente una vez mas. 
Pero el Vasco, claro esta, se iba a dar cuenta solo, como siempre. Tenia un sexto sentido para esta clase de cosas, para los complots y las emboscadas. 
Con el Vasco todo habia ido de mal en peor. Al principio, lo habian marcado por ser colorado. Alguien, ya no recuerdo quien, habia notado que en las clases de gimnasia, el equipo del Vasco (respetable arquero) siempre perdia, y que entonces el Vasco era mufa, innegablemente mufa. 
Un dia, al Vasco le toco compartir equipo con el Cabeza Ramirez, uno de los matones de la division.
- Vasquito, como lleguemos a perder te rompo el ojete - le dijo el Cabeza antes del partido. El Vasco no contesto. Jugaron contra el equipo del Negro Mendizabal, zurdo picante y habilidoso, que encima se habia elegido para su equipo a "chiquito" Keller, un rubio de metro noventa y noventa kilos, que era un cabeceador tan temible como Palermo y un tirador tan asesino como Batistuta.  El equipo del Cabeza estaba formado por el resto de sus amigos, Jorge, Alan, el rengo Gomez (que con tal apodo no demostraba tener grandes habilidades deportivas), ademas de por algun otro rezagado, ademas de por el mismo Vasco, que indefectiblemente iba al arco. La banda del cabeza era prodigiosa para actividades que iban desde la engullida del asado hasta la maraton olimpica de vaciar botellas de cerveza. Eran unos artistas de la siesta, y respetables peleadores en trifulcas cortas. Lamentablemente, eran pesimos para el futbol. Su principal arma en este deporte era amenazar al contrario y, en caso de que no funcionara, jugar fuerte, lo cual no era otra cosa que pegar una patada atras de otra. Por desgracia, nada de esto iba a servir contra el equipo del Negro y, como era de esperarse, les dieron un baile de la puta madre. 7 a 0.
Segun la concepcion del mundo que tenia el Cabeza, la culpa era del Vasco. No porque realmente pensase que tuviese la culpa, sino porque el ya lo habia amenazado antes del partido. En realidad, el Vasco habia sacado alguna que otra pelota, pero era colorado. Colorado y mufa, y entonces tenia que cobrar, y punto. Fiel a su costumbre, el Cabeza no dijo mas nada. No dijo nada mientras iban a los vestuarios o mientras se cambiaban, y tampoco dijo nada mientras se tomaban una coca antes de salir. Pero a la salida, cuando el Vasco empezaba a enfilar para la parada del colectivo, el Cabeza se le paro enfrente.
- Te dije que si perdiamos te iba a romper el ojete - le dijo el cabeza, guiñandole un ojo -. Perdimos...
- Perdimos porque ustedes son horribles - se excuso el Vasco. Y tenia razon. Jorge, Alan y el resto de matones secundarios, que formaban detras del Cabeza un decorado algo grotesco y panzon, comenzaron a reirse a pierna suelta.
- Este es un vivo barbaro - dijo Jorge burlonamente.
- Hay que darle para que tenga - Dijo Alan y comenzo a caminar hacia el Vasco, pero el Cabeza levanto el brazo como si fuese una barrera.
- No no no - dijo el Cabeza - Esto va a ser un uno a uno.
- Ya te dije que si perdimos es porque ustedes son horribles. ho-rri-bles - El Vasco alcanzo a modular este "horribles" de manera clara, pero acto seguidoo tuvo que esquivar el pesado manotazo que le habia tirado el Cabeza. El Vasco retrocedio dos pasos y midio a su oponente, se esbozaba una sonrisa algo estupida en el rostro. El Cabeza, descendiente de Santiagueños, era al menos una cabeza mas alto que el Vasco. Tenia tambien mas masa corporal, es decir mas grasa, mas panza y mas espalda. El Cabeza sacudio los hombros y le tiro dos tres golpes, que el Vasco esquivo sin moverse un centrimetro de donde estaba parado. Habia abierto las piernas casi a 45 grados, y esquivaba usando la cintura. Sorprendido ante un despliegue tecnico que no esperaba, el Cabeza arremetio, avanzando sin parar, con una serie de manotazos y piñones, que el Vasco esquivaba retrocediendo ordenadamente y manteniendo siempre la distancia que correspondia con un oponente mas grande. Cuando el Cabeza se frenaba para tentarlo a que se le venga, el Vasco se acercaba hasta una distancia prudencial, y ahi esperaba. El Cabeza seguia sonriendo, pero el Vasco estaba serio.
- Veni puto, putito, ¿que te pasa? ¿me tenes miedo que no pegas? - le decia el Cabeza.
- Veni vos - le respondia el Vasco, y entonces el Cabeza atacaba de vuelta, sin resultados. El Vasco se dio cuenta que las cervezas y la alimentacion a base de carne y papa le estaban jugando al Cabeza una mala pasada. Mientras que el estaba tranquilo, el Cabeza respiraba cada vez mas rapido. Entonces dejaron de hablar. El Cabeza, acostumbrado como estaba a fajar a pibes mas debiles o menos agresivos que el, acostumbrado como estaba al patoteo, se dio cuenta de que se habia metido en una verdadero combate, es decir, en una pelea que podia ganar tanto como podia perder porque su oponente tambien sabia del tema. Se dio cuenta que se estaba agitando demasiado y con rabia noto que el costado derecho comenzaba a punzarle. Si las cosas seguian asi, iba a quedar en ridiculo ante el resto de la banda, y no, eso era lo ultimo.
Por primera vez en mucho tiempo, el Cabeza habia sentido el haber rechazado la ayuda inicial de sus compinches. Si se le hubieran ido todos al humo, el colorado de mierde ese estaria en el piso y no esquivandole los golpes. Puta madre, si hasta parecia que le estaba tomando el pelo.
Haciendo acopio de fuerzas, el Cabeza le tiro una combinacion de tres zarpazos seguidos que, si hubieran dado en el blanco, hubieran dejado al Vasco con el culo boca arriba. Desgraciadamente la cabeza del Vasco se movia como una pera de boxeo, debido a lo cual los puños cerrados del Cabeza pasaron a escasos pero suficientes centimetros de su cara.
- ¡dale Cabeza, pegale una al menos! - Se mofo Alan. El resto celebro la broma con risas y onomatopeyas.
Incredulo, el Cabeza lo miraba al Vasco. Lo tenia ahi, a tres pasos de distancia. Parecia tranquilo. No se le habia despeinado un solo de los rulitos colorados que tenia pegados a la cabeza como si fuesen de virulana.
"Ya vas a ver..." iba a decir el Cabeza, pero no dijo nada. En cambio, ataco directamente de frente, con una embestida que casi era un tacle. Si no podia darle a la distancia, entonces primero lo tumbaria. Cuando lo tuviera en el piso ya se podria desquitar.
El Vasco vio venir la embestida. Amago que salia para la izquierda y, cuando noto que su oponente se habia lanzado en esa direccion, uso algun resorte escondido en alguna parte inasible de su cuerpo para enganchar prodigiosamente hacia la derecha. Ocurrio todo muy rapido. Para cuando el Cabeza se dio cuenta el Vasco estaba ya a su derecha. Al cabeza la propia inercia de su cuerpo le impidio frenar. El cansancio le impidio cambiar de direccion. El Vasco se dio cuenta inmediatamente de esto, y ni corto ni perezoso le tiro un arrollador one-two: el primero, preciso como un bisturi, impactó con violencia detras de la oreja. El segundo, que llego instantaneamente despues, se estrello en el tabique del Cabeza. La confusion de este ultimo fue total y absoluta. De todas maneras, el Vasco no le iba a dar posibilidad de rearmarse. Apenas medio segundo mas tarde, antes de que cualquiera de los matones del Cabeza pudiera salir de la magica estupefaccion en la que habian ingresado para asi ayudar a su amigo, un tercer golpe, el mas fuerte de los tres puesto que aprovecho todo el giro del omoplato, cayo directamente en la boca del estomago, cerrandole al Cabeza las vias respiratorias. Presa de una mezcla de rabia, dolor y sorpresa, el Cabeza Ramirez cayo al suelo hecho un amasijo de brazos y piernas. El Vasco, inmutable, seguia con la guardia alta. Tenia una posicion de boxeador clasico que le hubiera encantado a Conan Doyle.
Esa habia sido la primer victoria del Vasco, pero no seria la unica.
Solo unos dias mas tardes, o tal vez la semana siguiente, se volvio a repetir una escena pareida. El detonante fue nimio, que importaba. El Cabeza queria venganza, y cualquier cosa le hubiese dado lo mismo. Esa vez fue mas preparado, en la plazita de la vuelta. La pelea iba a ser casi un calco de la anterior, pero con una diferencia. La primera vez, fuese suerte o fuese caballerosidad del Vasco, nadie se habia enterado de la paliza. Esta segunda vez, el Vasco apunto a los pomulos y a la dentadura, y al dia siguiente el Cabeza tuvo que presentarse a clases con las deshonrosas medallas de sus ojos morados. La voz se corrio como un reguero de polvora. ¿Que te paso Cabezon? ¿te chocaste con la bici? ¿te llevo puesto un bondi? ¿Llamaste a la ambulancia? ¿quien te dio asi, para que tengas?
Los temores del Cabeza se habian cumplido.
En el tercer intento (que no iba a ser la vencida), Ramirez convoco a Alan para un innoble 2 vs 1. El Vasco utilizo entonces la vieja tactica de correr y atacar. Corrio media cuadra. Alan era mas rapido, bastante mas, que el pesado Cabeza, por lo cual llego primero. Rapido como un rayo, el Vasco se dio vuelta y tumbo a Alan en seis o siete golpes, rematandolo en el piso con una patada justo antes de que Ramirez llegase, incredulo, a la linea de batalla, solo para ser apaleado en lo que ya era la tercera entrega de la algo repetitiva saga.
Asi, con el correr del año, el Vasco habia boxeado a todos y a cada uno de los matones del grupo del Cabeza. A fuerza de recibir tundas, habian dejado tranquilo al Vasco. O al menos, eso parecia. En realidad, la bronca no habia desaparecido para nada. Uno podia pensar que, acostumbrados como estaban a molestar gente, la psicologia de los matones tenderia a respetar a los especimenes que, sea por lo que fuese, estaban mejor ubicados en la escala de la fuerza. Lo cierto es que esto habria ocurrido en cualquier otro caso, siempre y cuando su oponente hubiera sido tambien un maton comun. De hecho, asi era como se formaban las bandas de matones.
En el caso del Vasco, esto no era asi de ningun modo, no era asi en absoluto. El problema, en realidad, era que el Vasco no era un maton. Ni siquiera se parecia a uno. Era un chico bajito, de facciones afiladas, pelirrojo como una zanahoria y sin ningun otro signo particular. Podian soportar ser apaleados por otro maton, pero que un chico comun, demasiado bajito, les diese una paliza no una vez si no varias, eso era algo que no podian aguantar. Segun lo veian ellos, el Vasco tenia que cobrar, tarde o temprano, no importaba como. Si hasta el momento no lo habian logrado, no les preocupaba. Ya encontrarian la forma.
 Fue entonces que a Alan se le ocurrio lo de La Paliza, con mayusculas. El razonamiento era claro: si no podian de a uno o de a dos o tres, lo unico que tenian que hacer era aumentar el numero a ocho o a diez, a la division entera, si era posible.
La Paliza, que era todo un experimento de manipulacion social a pequeña escala, comenzo como un juego. La idea era, un dia por semana, elegir alguna victima al azar (que siempre era designada por la banda del Cabeza) para darle una paliza aleatoria a la salida. La regla era que si el elegido lograba escapar dos cuadras, es decir, si llegaba hasta la avenida, entonces al dia siguiente y por una semana tenia el almuerzo pago por el resto del curso. La obligacion de participar era absoluta. Si alguien se negaba a perseguir al elegido, automaticamente se convertia en la proxima victima. Si uno era el que atrapaba o hacia caer al elegido, o el que le daba la primera piña, automaticamente se convertia en no elegible para la proxima redada.
Fuese por la cohesion que la banda del Cabeza ejercia seobre el curso, fuese porque, desde siempre, esa clase de circos romanos mostraban y provocaban los peores (Nietzsche diria que los mejores) instintos de los seres humanos, la realidad es que al cabo de unas semanas el juego tenia ya una adhesion casi total. Tan asi que el Cabeza pronto elimino las recompensas y los castigos, y dejo a libre eleccion la entrada o no entrada. Con satisfaccion, vio que la gente participaba por gusto.
Habia uno solo que no participaba nunca: El Vasco.
Entonces fue cuando corrieron la bola: Esa semana le tocaba al Vasco. Esa semana habia que darle, si o si habia que darle. Muchos pensaron entonces que era la esperadisima venganza del Cabeza. Que el Cabeza volvia, que volvia con todo. El Vasco habia ganado cierta notoriedad por las palizas que le habia pegado a sus enemigos. Se habia convertido en algo asi como un heroe, callado y humilde pero un heroe al fin. Pero pese a esto, no simpatizaba mucho con nadie. Pocas cosas hay mas divertidas que ver caer un heroe, es decir, alguien que constantemente nos recuerda nuestra propia mediocridad. Por esos misteriosos vericuetos de la psique humana, la mayoria simpatizaba con el villano. La injusticia, al menos, no hacia distinciones.
Faltando quince minutos para el timbre de salida, El Cabeza hizo un anuncio: se anulaba el salvataje de los 200 metros. Esta caceria, anuncio, era a muerte. Se acababa cuando el Vasco llegase a su casa o se subiese a un colectivo, si es que podia, o cuando le diesen la tunda correspondiente.
Apenas sono el timbre de salida, el Vasco echo a correr. Corria de manera compacta y uniforme, centrandose en la respiracion, sin mirar atras. Por suerte habia reaccionado una milesima de segundo antes que el resto. Eso le habia permitido una ventana de medio metro inicial por sobre su perseguidor mas cercano, un gordito de apellido Medina. La velocidad, sabia, era esencial. Solo con ella podia dejar atras, bastante atras, a varios pesos pesados como Keller, Villegas o el propio Cabeza. Luego estaba la fuerza. Sabia que gracias a su fama, no eran muchos los que tenian verdadero valor como para enfrentarlo en un mano a mano. Podia descartar a siete u ocho que solo lo corrian por diversion y que, si se diera la vuelta, correrian en sentido contrario. Habia tres o cuatro mas, como Cabrera o Sambala, que si bien eran rapidos como para alcanzarlo, no le durarian mas que unos segundos en un intercambio de piñas. Para vencer en esa carrera hacia falta fuerza, velocidad e inteligencia, y el Vasco las tenia todas.
Despues de todo, habia solo tres o cuatro que podian darle caza: Alan Kossner, el segundo del Cabeza, era uno. El Negro Mendizabal era el segundo. El otro era Peñalva, que por suerte habia faltado ese dia.
Cuando habia corrido casi tres cuadras hecho una rapida mirada atras para inspeccionar: vio que efectivamente Alan y Mendizabal encabezaban la marcha. El resto de la manada estaba casi a media cuadra, gritando y lanzando flechas, botellas, piedras, escuadras, punzones, bombas molotov, floreros, diarios La Nacion y todo objeto que encontrasen por el camino. Varios se habian desbandado. Alguien, haciendo un acopio de sus fuerzas, le arrojo un palo de escoba como si fuese una jabalina. El Vasco sintio pasar el palo justo por arriba de su cabeza, y estrellarse contra las baldosas. Mientras aun rebotaba, lo recogio a la pasada y continuo corriendo. No le vendria mal tener un arma de alcance por si conseguian cercarlo. Mientras pensaba esto escucho los gritos del Cabeza.
Venian cada uno en una bicicleta: El Cabeza, Keller y el rengo Gomez, que era rengo hasta para pedalear. Cuando estaban a dos metros de distancia comenzaron a hacer girar unas pesadas cadenas de eslabones metalicos.
El Vasco incremento su velocidad y torcio en diagonal justo antes de ser arrollado por una de las bicicletas. Un instinto que cabria calificar de gatuno lo llevo a agachar la cabeza justo cuando una cadena pasaba volando por el cuadrante. Las bicicletas torcieron tambien en diagonal pero como es natural, tuvieron que frenar para cambiar de direccion, lo cual le dio tiempo al Vasco para ganar valiosos segundos. Buena suerte: Keller se habia caido de la bicicleta en su torpe intento de freno-contrapedal, y habia arrastrado con el al iracundo Gomez. El Vasco corrio todavia tres o cuatro cuadras, esquivando siempre por los pelos los embistes del Cabeza, que le pisaba los talones a pura puteada. Y entonces, dandose vuelta de repente, asesto un letal palazo en la cabeza del Cabeza, que fue a parar al pasto, fuera de combate y justo a tiempo, porque ya se acercaban a la carrera el Negro Mendizabal y el infatigable Alan, unico sobreviviente de la otrora temible banda de matones.
El Vasco se subio a la bicicleta y los espero hasta ultimo momento. Justo cuando estaban por darle caza, empezo a pedalear. Estuvieron casi a punto de atraparlo por una espacio de media cuadra pero, entonces, el terreno comenzo a ladearse, a transformarse progresiva pero indefectiblemente en una pendiente, en una bajada. Entonces la Bicicleta del Vasco comenzo a alejarse, como impulsada por vientos invisibles.
Soplo el viento, volo una paloma, y el Vasco victorioso agito al aire una boina fantasma. Celebraba su victoria.


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