Saldras de tu casa. Caminaras pegado a los tinglados, a las cornisas, a los toldos. No llevaras paraguas. Ese dia llovera. Vas por la calle sin pensar mucho en nada, mirando mas que nada la punta de tus zapatos. Son zapatos negros, de cuero. Pensas que les hace falta una buena lustrada. No se bien para donde ibas. ¿lo sabrias? Caminaste varias cuadras como si fuera al azar, cruzando de una vereda a la otra, mirando vidrieras sin mirarlas. ¿entrarias al cafe? ¿te sentarias en la ultima mesa del fondo, sin ventanas? ¿pedirias un cafe con leche que dejarias intacto? ¿intentarias leer algo? Luego pagaras, es decir, dejaras una pila de monedas y billetes arrugados, y saldras por la puerta. Y otra vez era la calle. La calle y la lluvia. La lluvia y la niebla. La niebla y el frio. El frio y el viento. Y la incertidumbre. Y encima sin paraguas. Paso por la plaza. El banco gris, de concreto, como una doble t enana y arcaica. Antediluviana. Sentado en la doble T. La doble t bajo las ramas de los arboles. Tinglado improvisado que detiene la garua leve, finita como el pelo de un gato. Una lluvia de pelos de gato. Vera la pila, vera las cintas de obra, oira el trueno. ¿penso en la escultura? Pensó. Vio las baldozas apiladas en la vereda de enfrente. Entenderas que simplemente es una pila, que estaban arreglando la vereda antes de la lluvia. Te parecera ridiculo, casi infantil, pero de todas formas pensaras en la escultura. Se estaba parando. Se paraba. Estaba caminando, estaba cruzando la calle. Siempre mirando la pila de baldosas superpuestas. Metio la mano en el bolsillo. Sintio los bultitos, como botones frios. Eran monedas corrientes de veinticinco, cincuenta y cien centavos. Querria haber tenido monedas de cobre. Las apretaria en el puño; Sacaria el puño del bolsillo; Oiria el tintineo.
Habia elegido una moneda de 25 centavos. La habia puesto entre sus dedos, presionada entre pulgar e indice. Arroje la moneda, haciendola danzar como un tejo o como una taba; Jugando al sapo con el monolito. Luego pensare en ella, en la diosa o el dios, dueño de aquella esfinge. Notare la semejanza con el arte postmoderno, que es una porqueria porque no significa nada. Negare la semejanza y me aferrare al misterio, a la diosa o al dios oculto: Un dios de asfalto, un dios esteril, un dios mudo adorado por sordidos albañiles, la rama mas baja de los masones. He lanzado varias monedas mas, una a una, todas las que llevaba encima. De tener flores, le habria dejado. Siempre te gusto el olor de las flores bajo la lluvia. Nardos bajo la lluvia, Jazmines bajo la lluvia, olores como a cosas muertas. Le gustaban los cuadros desiertos, las figuras enigmaticas. Passolini y su palmera-esfinge.
Luego te iras, caminaras por callejones y diagonales, pegado a las paredes como un bicho, y sentiras que el sonido de las monedas te sigue por la ciudad. Esa noche soñaras. Soñaras con la pila, con el monolito, magnificado, intensificado por la conciencia nocturna.
En la Luna, una enorme pila de cuadrados de concreto unos sobre otros. Silencio. Buscas una liebre. Una liebre de marzo, gris. Gris como el asfalto como las baldosas como la misma luna. La liebre esta en lo alto del monolito. Te recuerda a Horyu-Ji. El monolito, no la liebre. La liebre dice ser Guan Yi. Tiene setenta piernas y setenta brazos. El monolito se derrumba, tu te derrumbas, el sueño termino.
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