19 feb 2019

Fideos

Soño que le estallaban diferentes partes del cuerpo. Manos, antebrazos, dedos. Empezaban a hincharse de una forma morbosa, como globos o como chorizos demasiado llenos de grasa. La piel se hinchaba y adquiria un tono lustroso de un tono asquerosamente transparente que le recordaba a los preservativos de latex. Y todo esto ocurria rapidamente, en cuestion de segundos. El horror era proporcional a la hinchazos.
Entonces soño que iba al hospital y un medico lo examinaba de modo bastante aleatorio. El examen duro apenas cinco minutos y el diagnostico fue Cancer.
No le especifico Cancer de que, sino solamente Cancer, que era como si dijiera Muerte. A el se le ocurrio que ambas eran expresiones equivalentes, anagramas una de la otra, como Redrum y Murder. Despues de todo ambas tenian seis letras.
Ante su incredulidad el medico procedio a colocarle una lupa sobre el brazo. Debia de ser una lupa bastante poderosa, o directamente magica, porque mirandose el brazo a traves del lente pudo ver sus propias celulas, que eran como fideos. Luego razonaria que era absurdo que las celulas fuesen como fideos o gusanillos flotando en un caldo primordial, y que eso mas bien responde a la nocion que el tenia de las bacterias o lo bacilos, pero en el sueño era completamente normal.
Entonces pudo ver como uno de estos fideos-celula tenia un agujero en la punta. Mientras la mayoria parecian Espagueti, esta celula era un Bucatini. Y vio, con horror, como del agujero minusculo del Bucatini salian sin parar cientos y cientos de pequeños puntos negros. La rapidez y abundancia de puntos le recordo a las mangueras que llenan los silos de cereal.
El medico retiro la lupa y procedio a explicarle, pero el ya no necesitaba explicacion. En el sueño, la voz del medico se confundia con su propia voz, y pronto ya no fueron necesarios ni medico ni consultorio, por lo que estos desaparecieron del teatro de su mente. Comprendia que eran estos puntos negros, probablemente trozos de Bucatini podridos o corruptos, los que inundaban su cuerpo creando masa de tejido adiposo. Era un horror, una clonacion absurda, una multiplicacion de celulas que vomitaban y vomitaban endemoniadas partes de si mismas inundandolo todo, conquistando tejido tras tejido y organo tras organos; Hordas y hordas de monstruosos barbaros, como los Hunos de Atila o los Medos de Jerjes. Los Bucatini iban a convertir todo el hermoso orden de su cuerpo, todos los sistemas organicos, productos de la razon, en un asqueroso y caotico amontonamiento de ADN.
Soño que tenia Cancer y se desperto con la certeza absoluta de que lo tenia. Ese dia fue al medico de verdad. Quizo atenderse directamente con un oncologo, pero los medicos de guardia (llego a ver a tres el mismo dia) lo convencieron de que era completamente imposible sin una cita programada. Despues de todo los oncologos son gente muy ocupada. Tambien le recomendaron, para indignacion suya, que viera al psicologo de turno. Se nego terminantemente y, luego de sacar el turno mas proximo para oncologia, cruzo a comer en uno de los muchos restaurantes que se apostaban frente a la fachada del hospital.
Se arrepintio apenas entro al lugar. Era un sitio deprimente. Supuso que el resto de los comederos debian de ser muy parecidos, asi que finalmente se sento. Eligio una mesa grande y cuadrada, de madera laqueada, cerca de la ventana. Todo estaba bastante sucio. Pidio que le limpiaran la mesa. Un mozo se acerco y sin decir palabra paso un trapo humedo sobre la mesa, lo que al menos alcanzo para remover las migas y el polvo. Le molesto que el mozo no secara la mesa con otro trapo, pero no tenia ganas de llamarlo de vuelta. Pidio una cerveza y un especial de salame y queso que no tenia nada de especial. Entonces se puso a reflexionar.
Tenia Cancer, de eso estaba seguro. La certidumbre era como un yunque en el estomago, como un nerviosismo ahogado y comprimido que solo esperaba el asentimiento oficial, no ya en los sueños sino en la realidad, para desatarse en una tormenta psicotica o euforica.
Ademas, ¿que podian saber los medicos? Podian examinarle el higado o los pulmones. El esofago, el colon. Incluso la sangre. Todos los resultados podian dar negativos y le dirian que estaba sano. ¿y eso que? ¿acaso no era cierto que el Cancer podia surgir en cualquier parte del cuerpo, incluso en los testiculos? Un cuerpo humano esta formado por trillones de celulas, y basta con que algunas de estas... no, basta con solamente una celula cancerosa para desatar el horror al que se creia destinado. Llevado por estos razonamientos comenzo a recordar lo poco que sabia de biologia. Una celula es un organismo vivo. Crece, se reproduce, muere. Su reproduccion consta en dividirse a si mismas. Cuando estan demasiado viejas, mueren y son reemplazadas por sus clones mas jovenes. Un proceso ordenado como el cosmos y preciso como una melodia. Estudiando el orden y la distribucion de las celulas se adquiria el sentimiento religioso mas facilmente que leyendo la Biblia o yendo a la Iglesia. Si no existiese el Cancer tranquilamente podria ser un monoteista convencido. Pero resulta que este orden puede corromperse y que la melodia puede fallar. La maquinaria se descontrola o los violines comienzan a sonar a destiempo, dearticulados. Comienzan a oirse chillidos inhumanos de fondo. La gente abuchea y pide que lo saquen, que extirpen al musico de la orquesta. Si no se procede rapido la locura se extiende a la orquesta toda y lo que suena ya no es ni siquiera una musica de pesadilla, sino una cacofonia. Los musicos ya no tocan los instrumentos sino que se asesinan unos a otros con ellos.
Las celulas viejas se resisten a morir y comienzan a acumularse, a juntarse en turbios sotanos, a mutar. Celulas vampiricas y revolucionarias. Impias que se rebelan contra el orden divino. Los obreros han tomado la fabrica y la produccion es ahora anarquica. Se produce y se produce y se produce. La abundancia termina por traer la muerte. Enorme paradoja. Un tumor no es otra cosa que la utopia socialista trasladada al cuerpo humano.
La cuenta depositada sobre la mesa por el apatico mozo lo saco de este encadenamiento de reflexiones. Habia tomado varias cervezas y casi no habia tocado el sanguche. Ahora tenia hambre. Pidio una cerveza mas y pago la cuenta. Mientras ingeria el sanguche a generosos mordiscones, volvio a sumirse en sus cavilaciones.
Ese orden anarquico pronto se corrompe. La supuesta abundancia no contenta a nadie y pronto los tumores metastasean e invaden terreno como Hitler o Stalin. O envian pequeños contingentes llenos de amenazas por el torrente sanguineo o directamente se pegan al tejido sano mas cercano como una lapa o una siniestra orquidea. Alguna vez habia leido que las celulas cancerosas, como los pobres, se dividen porque no estan especializadas; Como si la unica virtud de la ignorancia fuese la procreacion. Si esto fuese realmente asi, los ricos no tendrian cancer, lo cual prueba que es falso. Las celulas cancerosas ignoran la apoptosis, es decir, la parte de la ley divina que llama a morir a lo viejo. ¿Acaso no podia sentir ya en todo su cuerpo como cientos de miles de minusculos fideos Bucatini desoian esta orden y comenzaban a dividirse y a vomitar hijos y mas hijos. Tal vez era porque estaba borracho, pero tenia miedo de mirarse las manos o los pies. Estaba seguro que ya estarian hinchados como los de un elefantiasico. Un insidioso proselitismo estaba ocurriendo dentro suyo. Sus peores temores, sus mas terribles miedos, ganaban para la causa a sus mejores elementos. Los corruptos y subsersivos se hacian mas y mas influyentes. Ganaban torrentes sanguineos, energia, oxigeno, eslavos. Un maquiavelismo bolchevique o evangelista que ya le hinchaba el estomago, le retorcia los musculos, le provocaba trombosis en brazos y piernas y le enviaba coagulos-bomba al cerebro y al corazon. Ahora ya no sentia los brazos o las piernas. Como estaba seguro de estar hinchandose progresivamente como un globo, mantenia la vista forzosamente en la ventana, mirando a la calle.
Le extrañaba que la gente del bar no se diera cuenta de su transformación. Hecho un vistazo rapido y vio que practicamente estaba solo. Ya eran pasadas las tres de la tarde. Habia pasado la hora de almuerzo, seguramente el horario mas concurrido del dia. El mozo y el encargado habian desaparecido. Solo quedaban dos mesas ocupadas ademas de la suya. Una la ocupaba un vejestorio que debia rondar los ochenta años, y que vestia como si el y el mundo tuviesen cincuenta años menos. Tenia la mandibula caida y la mirada tan vidriosa y agrietada por las cataratas que no seria raro que fuese total o parcialmente ciego. La otra mesa la ocupaba un individuo palido y siniestro vestido de negro; Sin duda un sifilitico o o un tuberculoso. Estaba cabizbajo y con la mirada perdida en su taza de cafe.
Imagenes del sueño le volvieron a la mente. Se le ocurrio que el sueño original habia sido mas largo y complejo de lo que recordaba. Lamentablemente los pantallazos fueron demasiado fugaces como para que recordara algo mas. Solo tenia la intuicion de un panorama mas amplio. ¿que contendria? Se le ocurrio que podria estar la razon de todo aquello, es decir de la Rebelion, del Cancer, de su vida y de su muerte. Moriria de Cancer, eso era seguro. Tenia antecedentes familiares. Todos sus tios y muchas tias habian muerto asi. Su abuelo materno y sus dos abuelas. Su padre. Su madre, aun viva, habia sobrevivido una leucemia y un Cancer de pecho. El caos era un viejo amigo de la familia, una maldicion que, como las viejas maldiciones micenicas, era hereditaria y no cejaba hasta que acababa con toda la estirpe.
Quizo levantarse pero no pudo. Tampoco podia mover los brazos. El cuello, si bien aun podia moverlo, lo sentia rigido y quebradizo, como si fuese de paja. Resistiendose todavia a reconocer la horrible verdad, quizo volver a refugiarse en sus pensamientos.
¿cual cual cual cual, cual puede ser la causa del cancer? ¿por que ocurre, por que acontece? Iba a respnderse eso cuando otra voz, que era la suya y no lo era, le hablo en tono sarcastico.

-  La vida es una enfermedad genetica - dijo la Voz.
- No no no, querras decir el ca-ca-Cancer - dijo el en voz alta. El tartamudeo era mental, como si sufriera de cortocircuitos en alguna parte del cerebro.
- Puede ser que la vida de una persona este plagada de errores. Estos errores causan divisiones en el alma. El alma no es mas que un compuesto de celulas bien ordenadas - Dijo la Voz.
- Eso es un disparate - dijo el.
- Socrates asi lo creia - afirmo la Voz.
- Mentira - dijo El, que habia leido muchas de las obras de Platon.
- Tu vida esta plagada de errores, ¿eso tambien es mentira? - disparo la Voz.
- Estamos cansados de tus errores - continuo la voz.
- Se que cada Cancer tiene una combinacion unica de cambios geneticos, pero un cancer con voz propia es ridiculo - sentencio El.
- Esta unidad, este orden, no nos trae ningun beneficio - declaro la Voz.
- Asquerosa parva de fideos horrendos - dijo El.
- ¡Viva la revolucion metastasica! - clamaron varias voces al unisono.
- El mes que viene tengo turno con el Oncologo - dijo el, con la esperanza de asustar a los Bucatinis. Por unica respuesta recibio un coro de risas histericas. Las risas iban en crescendo mientras el sentia una creciente angustia que se le localizaba en el plexo solar. Un insoportable hormigueo lo asaltaba en casi todo el cuerpo, sobre todo en los brazos y las piernas.
- Mirate los pies - le ordeno una voz femenina. Era una voz diferente a las anteriores. Quizas porque era una voz muy insinuante, cedio a la tentacion de mirarse los pies. Lo que encontro no fueron sus pies, sino dos masas de cientos de fideos a medio cocinar, entre la dureza quebradiza de la semola y la babosa flaccidez de la pasta pasada. No solo los pies, sino tambien las piernas y parte  de la cadera, asi como tambien las manos con sus brazos y hombros se habian convertido en largas tiras de estos fideos. No habia rastro de las falanges ni de los huesos. Toda su masa corporal se habia licuado en esas tiras como de gelatina de semola. Los cientos de fideos que formaban cada extremidad se movian levemente como larvas de insecto. Supo que estaban vivas. Y no solo estaban vivas, sino que vivian de lo que quedaba de su cuerpo sano, chupandole el oxigeno y la sangre como enormes parasitos intestinales, como sanguijuelas. Quiso gritar, pero ya era demasiado tarde: las cuerdas vocales se negaron a obedecer. Al parecer la insurreccion habia llegado ya hasta el sistema nervioso. Pronto hasta sus propios pensamientos lo traicionarian.
A eso de las seis de la tarde, cuando el mozo volvio a recorrer las mesas, le extraño la cantidad exagerada de fideos que habia sobre la mesa, sobre la silla y tirados en el piso. Mentalmente maldijo al imbecil que habia comido en esa mesa. Aunque pensandolo bien era extraño, porque estaba seguro de que el tipo habia comido un sanguche. Casi podia apostar la propina del dia a que nadie habia pedido fideos.

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