18 feb 2019

Nibiru

Andabamos sin buscarnos, sabiendo que andabamos para encontrarnos

Cuando la vio parada en la esquina, tan flaca y como pegada al poste de luz, aquella frase de Cortazar le vino automaticamente a la mente. La referencia fue tan rapida que no llego a registrar consistentemente la cita, la cual quedo atrapada en su subconsciente. Pero de esto no se daria cuenta sino hasta mas tarde, si es que lo hacia.
 Inmediatamente despues penso que se trataba de una ilusion. O al menos, eso fue lo primero que penso. Luego vio que no estaba lo que se dice parada, sino mas bien apoyada contra el poste. Su cuerpo se quebraba en la cintura, y toda ella daba la impresion de ser un compas demasiado abierto. Tenia las manos bajo la cola, haciendo una especie de almohada entre aquella y el poste. Las piernas, demasiado juntas. Las puntas de los pies flotaban en el aire, por lo que el peso se volcaba en los talones, lo cual le daba a todo el conjunto un aire de inestabilidad, como un castillo de naipes o una fila de domino.
Dado que estaba atardeciendo, la luz crepuscular caia desde el oeste, proyectandose, segun la orientacion de la que el venia, de derecha a izquierda. Como ella estaba apoyada del lado izquierdo del poste (desde la perspectiva de el, puesto que desde la de ella seria exactamente al revez, es decir del lado derecho) el perfil derecho quedaba ensombrecido. Y no solo era el perfil, sino que tambien el cuello, los hombros, el busto y toda ella quedaba como encapullada en la aguda sombra del poste.
Tal vez por eso, porque era una sombra dentro de otra sombra, fue que en un primer momento penso que se trataba de una ilusion.
Apenas la vio, y todavia sin creerselo del todo, reacciono inmediatamente. Lo primero fue dejar de pedalear. Lo siguiente, volcar el peso de su cuerpo hacia la derecha, lo cual provocaria, como provoco, que la bicicleta se arrimase a lado derecho de la calle. Dio luego un par de apretones, rapidos y precisos, a los manilares que conectaban con los frenos trasero y delantero. Esta precisa maniobra (dos apretadas al trasero, una al delantero) provoco que la velocidad de la bicicleta descendiese en tan solo unos segundos de 30 a 18 kilometros por hora. Esto obedecia a dos razones. La primera era extender el plazo de tiempo, aunque fuese solo unos segundos, que inevitablemente tardaria en recorrer los veinticinco o treinta metros que los separaban. Usaria estos segundos para mirar la esquina y terminar de convencerse del todo de que eso que ocurria (ella parada y apoyada contra el poste, las sombras, el ocaso, las nubes como violaceas) era la realidad y no un delirio o la ilusion de algun genio maligno. La segunda razon, que dependia en parte de la primera, era darle tiempo a ella. ¿tiempo para que? Bueno, obviamente para que lo viera. Queria evitarse la molestia de sorprenderla o de hacer demasiado obvia su intencion de frenar. Si ella lo veia, el mero cruce de miradas operaria casi como un saludo, como una invitacion a que el frenase. Un cruce de miradas entre dos personas que se conocen, aun si no se ven hace años, constituye ya de cierto modo un encuentro. Si ella lo veia, incluso podria ser que lo saludase. Entonces podia invertir los papeles y hacerse el sorprendido, el distraido: "Menos mal que me saludaste, si no ni te veia, asi de distraido soy".
Sin embargo, ella no lo vio casi hasta el ultimo momento. No hubo saludo alguno, pero si el tan ansiado cruce de miradas. A el le maravillo como sus ojos cambiaron inmediatamente, justo en el momento del reconocimiento. Vio ese proceso fugaz en el cual el cerebro, tras un reconocimiento, vuelve a traer a la conciencia todas las actitudes, recuerdos y sentimientos en relacion a la persona reconocida. Entonces, si uno mira con atencion la cara de la persona que lo reconoce (era lo que el hacia) podia ver como, ademas de un cambio en los ojos, tambien se producia un cambio en el rostro y en el cuerpo del otro. La postura, la seguridad con la que los pies se paran, la posicion de las rodillas y hombros, lo que hacen las manos o los dedos. El vio el proceso y concluyo que la reaccion habia sido positiva. Levanto la mano en un saludo y dirigio la bicicleta hacia la esquina.
Como un cisne llegando a la orilla, la bicicleta de deslizo sobre el asfalto y se deposito gentilmente en paralelo al cordon. El bajo un pie de los pedales y con el otro giro a contrapedal hasta trabar el pedal contra el cordon, asegurando asi la bicicleta. La saludo. Ella salio de la sombra y le devolvio el saludo. El penso que realmente no tenia nada para decirle, y que eso bien podria ser todo lo que tenia para decirle. Mientras balbuceaba algunas frases sin importancia para ganar tiempo, tenia la sensacion de estar frente a un enorme muro. Un muro impersonalmente blanco. ¿que otras oportunidades tendria de volver a verla? Eso podia ser el final. Tambien podia ser el principio. Al fin y al cabo dependia de el, de ambos. Este ultimo pensamiento lo animo, asi que siguio hablando. Hablaba sin prestar atencion realmente a lo que decia, y sin escuchar realmente las respuestas. Lo importante era vencer aquella sensacion de muro blanco, de muerte absoluta, de nulidad. Las palabras eran como manos desnudas que tanteaban el muro buscando alguna saliente, alguna imperfeccion por la cual colarse. Asi charlaron un rato. Ella sonreia cada tanto, con una frecuencia que a el se le antojo calculada. ¿Era condescendencia? ¿aburrimiento? ¿o apoyo? ¿ocurria que tambien ella sentia el muro? Entonces podia ser que aquellas sonrisas fueran algun tipo de aliento, de complicidad para construir el puente. Tambien podia ser, claro esta, que fueran simples expresiones causadas por la conversacion a la que no le prestaba ninguna atencion. Tenia la sensacion de estar intentando abrir un candado en la mas completa oscuridad. Tenia un enorme manojo de llaves en la mano, todas insertadas en una tipica argolla de carcelero. El probaba una llave tras otra, pero ninguna parecia ser la correcta. No tenia forma de saber si estaba probando las mismas llaves una y otra vez, o de si estaba colocando cada llave de la forma correcta.
Vio que el sol se obstinaba en ocultarse tras las nubes, y que apenas en un rato haria frio. Reparo en que ella vestia una blusa sin mangas, y que tarde o temprano volveria adonde sea que tuviese que volver. Las charlas ocasionales suelen tener un periodo de existencia mas o menos corto. Luego de ese periodo, mueren o se transmutan en otra cosa. Si iba a hacer algo, tenia que ser ahora.

- Un Cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos - Dijo el. Lo dijo interrumpiendola, sin saber ni siquiera que era lo que interrumpia. La frase le salio entera, anudada como una cadena. No fue consciente de lo que decia hasta que la frase salio entera. Ella enmudecio unos segundos. Luego, naturalmente, dijo que no entendia.
- Es algo que escribio Cortazar... en algun lado. - Dijo el, esperando que ella no le preguntase acerca de los Cronopios, algo que por suerte no ocurrio.
- Recorde la frase apenas verte - Mintio el, sin darse cuenta que no era del todo mentira. Ella quizo saber si realmente daba la apariencia de una flor solitaria. El recordo el cuadro inicial, con ella en la sombra bajo los faroles electricos y le dijo que si, que viendola a la distancia le habia parecido una enorme calendula en un valle desierto. Ella sonrio y estuvo de acuerdo en que a esas horas esa esquina era excepcionalmente solitaria. El miro a ambos lados y reparo en que era cierto: no se veia a nadie en ningun lado. Ni en la esquina ni en las calles. Miro hacia las ventanas de las casas de enfrente, donde tampoco vio a nadie. Tuvo la extraña sensacion de que habian sido tragados por un vortice espacio temporal. Penso que tal vez estaban en una especie de bucle y que en ese momento eran los unicos dos seres humanos del planeta.
- Es como si estuvieramos solos en el universo - dijo ella. Sorprendido, el le confeso que habia tenido ese mismo pensamiento. Rieron juntos y ella le confeso, guiñandole el ojo, que era telepata. Entonces ella pregunto que por que una Calendula y no una Rosa o una Margarita.
- Porque las rosas son demasiado cliches, ademas de demasiado delicadas. No crecen en los valles. Por otro lado, las Margaritas son decididamente feas. La calendula esta bien - dijo el.
- O el Girasol - dijo ella mientras metia las manos en su pelo y comenzaba a hacer una trenza.

El tuvo la sensacion de que habia llegado a un punto en el que ya habia estado infinitas veces. Un Deja Vu. Estar recorriendo con el dedo una lemniscata dibujada en la tierra, en donde cada pasada del dedo hace mas profundo el surco, mas lapidario su significado. Tenia la impresion de que el sortilegio en el que habian entrado iba a romperse de un momento a otro. Dentro de poco una señora saldria a barrer la vereda. Volverian a pasar los autos. ladraria un perro, soplaria el viento, sonaria su celular o el de ella. Tendrian que sumergirse de vuelta en sus caminos y vidas particulares, como dos rectas que luego de cortar en un punto tienden a alejarse mas o menos de forma progresiva. Tampoco querria que fuesen como dos planetas a los que sus orbitas acercan cada largos eones. No queria ser Sisifo. Aquella vez seria la ultima.

Ella, que decia ser telepata, seguramente debio de haber captado algo de todas esas sensaciones que lo atravesaban, pues repentinamente dejo de hablar y fijo su vista mas alla de el, en un punto vago entre los faroles de la calle y el firmamento.

Ambos guardaron silencio. El momento propicio se diluia en el tiempo con una rapidez alarmante. El sabia que tenia que decir algo, algo especifico, pero no conseguia darle forma a la materia con la cual luchaba su alma. Parecia increible que no encontrara las palabras. Lamento no ser, tambien el, telepata. Inmediatamente despues penso que la telepatia era para cobardes. Sentia estar empujando una piedra enorme por una escarpada colina. Sentia el peso aplastante en las rodillas, en la espalda y en los hombros y, a cada paso que daba, el peso se hacia mayor. Sabia que de un momento a otro llegaria a la cima de la colina y el peso desapareceria por completo, dejandolo con una inevitable sensacion de hastio, de fracaso y triunfo a un tiempo. Triunfo porque ya no habria peso. Fracaso porque sabia que la piedra lo estaria esperando para volver a subirla. Tenia los ojos fijos en los zapatos de ella. Sabia que lo miraba, pero no podia mirarla a los ojos hasta que tuviera las palabras listas. Ese silencio todavia duro un poco mas.

- Esta haciendo frio - dijo ella cruzando los brazos. A lo lejos ladro un perro. Una furgoneta doblo la esquina. Habia dejado de sentir el peso.






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