En la
teologia, Dios esta al principio. Es la causa de la cual parten todos los
absurdos. Al ser el mismo un absurdo, justifica, resuelve, absuelve (“perdona”)
cualquier absurdo material o conceptual que podamos hallar en la realidad toda.
Aceptar a Dios es rechazar toda explicación posible sobre este mundo; Incluso
es negar todos los aspectos problematicos, contradictorios de este. Dios mismo
es un absurdo. Es un absurdo porque, como bien dicen los teólogos, es
conceptualmente ininteligible, absolutamente incomprensible para la razón. Es
la excusa perfecta para ahorrarse hallar cualquier explicación demostrable, la
“razón” perfecta para negarse a cualquier demostración de una causa o principio.
Ni siquiera podríamos decir que Dios es una respuesta para los espiritus
fatigados de tanto buscar respuestas, algo asi como un descanso en la escalera
del conocimiento, pues colocando a Dios como el principio, uno queda salvado
incluso de la visión problemática del mundo. Dios no supone ningún problema,
pues es incomprensible y esta, como dijo San Anselmo, mas alla de aquello que
ya no puede pensarse; Consecuentemente, el mundo como creatura, el mundo de
dios, no supone tampoco ningún problema, pues esta creado por un ser perfecto,
y aun suponiendo que nuestra idiotez o nuestra hipocresía no sean lo
suficientemente elevadas para no ver el mundo como un problema (o dicho de otro
modo, aun cuando nuestra santidad y nuestra Fe sean débiles), todo problema
encontrado en este mundo manufacturado por el dios alfarero deberá ser
lógicamente escalado al creador mismo, con lo cual caemos en un circulo vicioso
que deja al mundo en un estado inexplicable o por lo menos eternamente
inexplicado.
En la Metafisica , ciencia
occidental posterior a la religión y, en relación con esta, sin dudas un paso dado hacia delante en el
campo del pensamiento humano, Dios no se halla al principio sino al final.
Plotino, Agustin y Anselmo fueron todavía Teologos. Sus incursiones metafísicas
eran sin duda no el centro de su pensamiento, sino catedrales lógicas y
conceptuales que en el fondo eran apologías y explicaciones del principio
divino. Descartes fue el primer metafísico occidental, en el sentido propio de
la palabra. Quizas también, mucho antes, lo halla sido el gran Platon. Y en el
mismo sentido, también Aristoteles. En la Metafisica dios no aparece ya como principio,
sino como causa final. El verdadero metafísico (no el Teologo, por cierto), no
llega a Dios (o a lo Uno, al Noumeno, a la Idea ) mas que como un resultado. Dios no es ya un
supuesto: Es una explicación en todo el sentido de la palabra: Responde a un
problema. Para ser una respuesta es preciso que halla sido precedida por una
visión problemática de algún aspecto. La metafísica no supone el principio: Es
su búsqueda. La teología sencillamente supone el principio y, sin preocuparse
de ningún modo por clarificarlo o justificarlo, “explica” el mundo según ese
principio. Su explicación no es otra cosa que una descripción, sea histórica o
religiosa, del mundo real según el principio, acorde al principio, por
adecuación o contraste con el principio. Quien quiera ver la manera opuesta de
proceder no tiene mas que leer una obra de teología, como por ejemplo la Teogonia o el Viejo
Testamento, para tomar las dos grandes religiones antiguas que sin duda
conforman los cimientos espirituales de occidente, y luego compararlas con la
lectura de una obra verdaderamente metafísica, como algunos Dialogos de Platon,
el libro séptimo de la metafísica de Aristoteles o sencillamente las
Meditaciones Metafisicas de Descartes. En las obras teologicas, la explicación,
la enunciación del principio es siempre lo primero. “Antes que todas las cosas
fue el caos” o “en el principio creo dios el cielo y la tierra” es
sencillamente la formula de enunciación del principio como causa de todo lo
demás. Dios creando al mundo es la supocision de una causa trascendente como
explicación. Lo interesante de una obra teologica esta en el desenvolvimiento,
no en el principio; Esta en lo justificado, no en la justificación. Se llega al
principio directamente, sin reflexión, por “revelación divina”, por pura
invención, delirio o arrebato poetico. No se tiene piedad alguna con el resto
de la humanidad, que no es profeta, y quiere llegar a comprender por la razón
lo que algunos pocos “elegidos” dicen comprender por gracia divina. Una vez
supuesto el principio, el resto de la teología es una mera descripción, una
lectura histórica mas o menos tendenciosa y en algunos casos, pura fabulación.
En una cosmovisión en donde el principio es trascendente y revelado no hay
critica posible: Se acepta o no se acepta, se “cree” o “no se cree”. No es
ninguna coincidencia que todas las causas que la teología atribuye a los
efectos visibles (es decir a este mundo como efecto de uno o varios dioses o
motores invisibles mas o menos personales) sean siempre absolutamente
indemostrables, incomprobables e impalpalpables. No importa cuan infinitas,
omnipotentes, sabias, eternas o amorosamente benevolentes sean esas causas:
Jamas las hallaremos en sitio alguno, y es mucho mas seguro pasarse una vida
tropezando con sus molestos efectos que hallar al menos un hilo de esa causa
que los teólogos defienden.
Las
causas de la teología son siempre consecuentemente mas grandes, bellas y justas
que sus efectos. Pero, de un modo increíblemente repulsivo a toda lógica, estas
causas no se hallan jamás en la realidad y, pese a todos sus atributos divinos,
parecen desvanecerse apenas cerramos el libro o salimos del templo, tanto en
calidad de principios éticos como metafísicos.
De
hecho, cualquier idiota con un sentido del habito, de la cultura o de la
costumbre lo suficientemente acentuados, sumado a una facilidad poetica o a
algún desorden mental puede hacer teología: Basta con suponer un principio
cualquiera y luego tener la inventiva suficiente para hacerlo ver como
coincidente con algunos hechos mas o menos comprobados. Si logramos esto,
podemos decirnos teólogos, profetas, “elegidos”. La religión no es otra cosa
que las acciones reales que se derivan de la aceptación de los dogmas
teologicos. La religión ha sido siempre la respuesta hecha a medida para los
que no pueden, no quieren o no necesitan una respuesta al problema del mundo:
Les brinda una forma de manejarse sin darles ninguna respuesta. Suponen la
respuesta ultima antes de que la pregunta nazca. Matan la investigación y el
desarrollo antes de que este se manifieste.
La
metafísica en cambio comienza con la visión y el planteamiento de un problema.
De hecho, la metafísica es la respuesta nacida de la incapacidad de la razón
pura, del pensamiento especulativo, para hallar respuesta a tal o cual
quiestion. La Metafisica
es el refugio o la vuelta al absurdo, la abdicación de la razón realizado
racionalmente. Toda la metafísica pende de un hilo, pero llegamos a este hilo
buscando la solución de un problema real, utilizando razonamientos mas o menos
ciertos, pero todos comprensibles, en su gran mayoría demostrables (y por lo
tanto, refutables), todos comprensibles para el ser humano común, siempre y cuando haga uso de su razón y su sentido
común. La religión supone un absurdo eternamente absurdo como solución a este
absurdo de aquí. La metafísica en cambio, explica un absurdo por otro. El
progreso de una a otra esta en que la Metafisica tiene, por primera vez en la historia
del pensamiento, conciencia clara de la carencia de los supuestos teologicos;
Deja de suponer un principio e intenta, toscamente al principio, sutilmente
después, llegar a un principio tan o mas explicativo que el teologico,
partiendo esta vez no de lo anipotheton, de lo no hipotético, sino de lo
problemático mismo, de este mundo, para llegar asi via el pensamiento a un
principio que no pueda contradecir la realidad. Esto se nos hace patente
principalmente en Aristoteles o en los primeros libros de las Meditaciones
Metafisicas: Primero problematizo, luego pienso, y luego, mucho después,
muestro los principios que explican y exponen la solución del problema. En la
teología el mundo no es problema alguno: Dios creo, y punto. En la metafísica,
Dios es la respuesta a una visión problemática del mundo. Esa es la causa de
que la metafísica sea cien veces mas estricta y puntillosa, mas honesta, con
sus miles de incongruencias y deslices (sobre todo en esos hibridos medievales)
que la teología pura.
La
metafísica es un intento fallido pero real para dar una respuesta y, como tal,
es el inicio del “problema del mundo” en si mismo. Antes de la metafísica, se
había visto el mundo como algo dado, como un milagro, como una constante
teofanía, pero nunca como un problema, nunca como algo a resolver, nunca como
algo que requiriese una explicación en el sentido fuerte de la palabra, una
justificación. En los tiempos de la teología el sentido no necesitaba ser descubierto
o explicado, sino que solamente necesitaba ser descrito, narrado, contado.
Esta
claro que al dar como respuesta aquel viejo absurdo de Dios, la metafísica
falla en su intento. Platon, Aristoteles y también Descartes son intentos
fallidos, intentos al fin. Son intentos, los primeros intentos reales y serios
por explicar los numerosos problemas del mundo, intentos por dar un
conocimiento lo mas integral y sistematico posible acerca del mundo.
Sea
por fatiga intelectual, por contaminación del pensamiento teologico, por
impotencia natural o por un error en el método, la metafísica yerra en su
respuesta. La metafísica yerra en la respuesta pero es la primera que acierta
en la actitud y en la pregunta, la primera que problematiza la realidad, que pone
en duda la actitud dogmatica y basada en supuestos de la teología. En la
metafísica, la realidad queda deficiente o incorrectamente explicada,
inexplicada en el peor de los casos, pero nunca inexplicable, pues como la
metafísica es como método accesible a la humanidad toda, siempre esta la opción
de que nuevos pensadores vengan a corregir y a enderezar los errores de sus
predecesores. La metafísica es la superación de la teología y la madre del
pensamiento científico, asi como la ciencia es la superación de la metafísica.
Como dadora de respuestas acerca del problema del mundo asi como hoy se lo
concibe, no cabe dudas que la ciencia también será algún dia superada. Como la
metafísica llega al absurdo divino solo al final de sus argumentaciones, solo
yerra al final. la religión, al suponer el absurdo divino al comienzo de sus
elucubraciones descriptivas, yerra de cabo a rabo, pues como dice Aristoteles,
“un error pequeño se vuelve grande al final”. Y, peor aun, como la teología no
acepta discusión alguna tanto acerca de la naturaleza del supuesto como del
hecho mismo, fundamental a la teología misma, de establecer un principio de
modo apriorístico y dogmatico, no es factible de mejorar en algún aspecto. Por
esto mismo todo intento de valorar el pensamiento religioso dogmatico queda
siempre trunca, pues por mas inteligentes y practicas que sean las verdades
intermedias a las que llegan los doctores y sacerdotes de cualquier dogma,
estas estarán siempre basadas en supuestos mas amplios y difusos, todos ellos
altamente improbables en su realidad, mas improbables mientras mas difusos.
Cuando el sistema todo se basa en un absurdo que por naturaleza es imposible de
refutar, e incluso inmaculado ante cualquier intento de refutación o
problematización, entonces las conclusiones de dicho sistema serán no solo poco
fiables y poco dignas de considerar, sino que por su naturaleza estacionaria y
esteril a todo cambio merecen ser dejadas completamente de lado, tanto ellas
como sus explicaciones intermedias y por supuesto, con muchísima mas razón aun,
los principios en que se basan aquellas. Pero, mas alla de estos supuestos, lo
que se debe repudiar es el hecho mismo de suponer, de dar por supuesto, de
“creer”. Con la metafísica y aun mas con la ciencia se deja de lado a la fe como
actitud de conocimiento, como postura Gnoseologica.
Como
la metafísica intenta llegar a sus principios elevándose desde lo que
problematiza, es consecuente que los principios éticos y estéticos que se
derivan de sus argumentaciones tengan mucho mas sentido, tanto practica como
conceptualmente. No es casualidad que la mayoría de las éticas del
renunciamiento hallan sido producida por valores idealistas que siempre
comienzan apoyándose en un dogma religioso que se expresa siempre en la misma
forma lógica: Explicar algo desconocido-ahora por algo Eternamente-desconocido,
por algo que ni siquiera puede ser progresivamente aprendido en un tiempo
infinito, de algo que es eternamente igual de infinitamente alejado, de
infinitamente distinto en esencia, de infinitamente oscuro respecto de
nosotros. Las relaciones entre este Dios y el mundo que vemos todos los días
están siempre, dado la contaminación que produce relacionarse con un ser
eternamente alejado (de hecho, lógicamente tal relación es imposible, pues no
hay línea que pueda llegar a lo que esta infinitamente alejado), viciadas y
tampoco son dignas de tener en consideración. Y, por mero sentido común, si ni
la naturaleza divina ni las relaciones de causa efecto respecto al mundo pueden
ser tenidas en consideración, no debe asombrarnos que las máximas y reglas para
dirigir al mundo de aquí resulten no solo incomprensibles y contradictorias
desde el espectro teórico, sino también aberrantes, ridículas y hasta
impracticables en la práctica. Por el contrario, las éticas que nacen de
valores materialistas o “realistas” (no en el incorrecto uso de la palabra
“realista”, que se le a aplicado tanto a Aristoteles como a Platon como a
Parmenides como a Hume), los cuales son el producto de una metafísica o de una
ciencia que comienza siempre por el mundo real (y acaba en el error de la causa
divina y del idealismo o bien en el paso delante de la ciencia o de corrientes
filosóficas como la critica, el escepticismo moderado o la fenomenología), son
siempre mucho mas aplicables y comprensibles. Esto es asi por que al partir de
un problema real en el mundo real, no pueden, por mas que yerren
estrepitosamente en la solución, dejar de contemplar los aspectos mismos de la
realidad que problematizan. Esto será asi siempre y cuando la peste teologica
no vicie tanto al metafísico como para falsear la problematización misma o el
mundo sobre el cual se problematiza. Este es el caso de todo el pensamiento
medieval al menos hasta Guillermo de Occam. La metafísica Medieval, al contrario
de la griega, estaba demasiado penetrada de la visión religiosa del mundo. No
tenían esa fuerza que tenían verdaderos metafísicos como Heraclito , Platon y
Aristoteles, los cuales a pesar de tener una ferviente visión religiosa de la
realidad, podían pensar un problema haciendo aparte el fetiche divino, tanto
por amor a la verdad como por conveniencia al problema mismo. Esa separación de
la razón y la pasión o “fe” es el comienzo del pensamiento. Al no poder separar
los su herencia cultural, llena de prejuicios religiosos y dogmas inútiles, del
planteamiento de un problema o de la concepción teoríca del mundo, todos los
“metafísicos” medievales no han sido mas que metafísicos en sus medios, en sus
métodos, en sus caminos. Solo sus caminos eran metafísicos. Su punto de partida
era teologico, y entonces no era de extrañar que su punto de llegada fuese
teologico también. La cosmovisión era falsa, y de una visión falsa y dogmatica
no pueden obtenenerse, según enseña la lógica, principios falsos y sistemas
dogmaticos. No importa cuan brillantes sean en lógica esos caminos: La lógica,
como bien enseño Aristoteles, es la ciencia de trasladar la verdad, no de
hallarla. De supuestos errados no se llega sino a conclusiones erradas. Saquese
de aquí las obvias conclusiones que ya están enunciadas arriba. El Medioevo es
una época ya demasiado contaminada de idealismo, de parasitismo entre escuelas
ya en decadencia, de un elitismo y una escolástica esteril,y de una infección
religiosa de fe e idiotismo como pocas veces se ha visto (infección solo
comparable a la que se da en nuestra época actual, con toda su filotecnia y su
industrialización y hipertrofia en la comunicación y la expresión). No ha
habido en esa época ni un solo metafísico: Fue el tiempo de los teólogos híbridos
que, sin saberlo, incubaban en su celo por justificar el dogma la semilla de lo
que seria la negación radical del dogma misma. No puede hacerse metafísica
cuando el problema no se plantea en claros términos de realidad, y la teología
medieval basa sus problematicas en palabras e ideas que están como el Socrates
de Aristofanes: en las nubes. Y si bien es cierto que de entre los medievales,
muchos espiritus sabios y no menos rigidos que los mejores de entre los paganos
tenían una recta voluntad de ofrecer una solución a los problemas del mundo, lo
uniforme de su visión en lo que respecta a los dos puntos principales de la
teología (la existencia de un dios con ciertas características y el hecho de
que este conocimiento es a priori e independiente de los resultados de un
razonamiento) nos demuestra que los cimientos de su pensamientos estaban
igualmente viciados por la fe.
Solo
perseverando en la actitud problemática y tenaz de la metafísica es que
podremos desintoxicarnos de ese largo periodo de “creer”. La ciencia es apenas
el primer vástago que esa actitud a engendrado junto a la perseverancia humana
en el arte de explicar esta realidad. La ciencia ha sido, tomada objetivamente,
la primera forma de pensamiento que ha dado solo métodos asequibles a la humanidad
(pues esto ya lo hacia la metafísica también) sino también soluciones reales a
problemas concretos, con productos que son asequibles a una gran parte de la
población, teniendo además la enorme ventaja de trabajar hipotéticamente.
Esperamos maravillas de este pensamiento
en el campo de los valores, la economía y la ética, siempre y cuando no sea
esta, la mas poderosa y efectiva de las armas, poseída por ideales arcaicos y
superados (pues esto, la posesión de la metafísica por la teología, fue lo que
sucedió en el Medioevo). Esta época es aun la de la posesión de la ciencia por
la metafísica y por idealismo o, peor aun, de su posesión por la falta total de
este idealismo, por su agonia, por el ultimo suspiro del idealismo, por el
ultimo de los ideales, el cual no puede ser otro que la completa falta de
ideales como un ideal. Este ideal vacio no es otro que el materialismo vas
feroz y mas despiadado, y entonces no debe sorprendernos que actualmente veamos
la sumisión del pensamiento científico y critico a las ordenes del materialismo
despiadado, con consecuencias que no hacen sino multiplicar ese materialismo.
Vivimos un nuevo Medioevo, en donde lo
superado sigue dirigiendo a lo superador. Fueron necesarios al menos mil años
de Medioevo para que la metafísica y la razón se liberaran del yugo de la
teología. ¿Cuánto mas será necesario para que la nueva razón, la razón critica,
atea, limpia y científica se libere del
pérfido idealismo? No lo sabemos con certeza, pero esperamos ese movimiento,
movimiento que culminara con una solución no solo real y asequible a una parte
de la población, sino asequible a todos y cada uno de los seres pensantes,
respuesta que estará libre de todo idealismo y por ende de toda residuo de
religión (y por consiguiente, libre al fin de cualquier tipo de “elegidos”, de
“elite”, de privilegios).
Pensamos
que en este nuevo renacimiento el hombre podrá al fin darse una respuesta a si
mismo, podrá justificar la existencia en este mundo sin apelación alguna a un
absurdo o a una dudosa promesa, podrá vivir esa existencia sin esclavizar a
otros en el proceso. La meta es el nuevo renacimiento, y el único medio de
llegar a el es solucionando los aspectos mas problematicos de la realidad… y
solo de la realidad.
1 comentario:
La religión parte del dogma, el cual está íntimamente arraigado a la cultura y a la integridad emocional de los individuos que la forman. Es difícil doblegar la tendencia a sostener el dogma religioso. En realidad la religión sigue existiendo en todas partes, entiendo sí que ya no es la religión la que gobierna sino las corporaciones, que son frías y sin un ideal noble... Pero las masas siguen teniendo un pensamiento mágico.
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