Normalmente el subte esta lleno de personas. Uno ve simultaneamente decenas, cientos de caras, de codos, de torsos empujandose, de piernas haciendo fuerza, de bocas quejandose, de culos tirandose pedos, de ojos esquivandose o cerrandose, buscando una inmanencia que mucho me temo tambien esta bastante alienada, es decir, bastante llena de otros.
Tambien hay carteles publicitarios, guardias de seguridad, empleados de metrovias, bocinas, puestos de chipa, perros y humanos durmiendo en cada recodo, entre frazadas y colchones destripados.
Pero tambien hay dias, dias en que uno esta demasiado cansado o fatigado para levantar la cabeza, cuando el peso del mundo se torna aplastante o su superficie demasiado atrayente, dias en que el colgante pesa cincuenta kilos o uno anda necesitado de plata y, como es natural, la busca en el suelo, a ver si todavia a alguien se le cae algun billete de cien pesos, o un cheque, o un diamante o un yacimiento de petroleo del bolsillo.
En esos dias, en el subte solo hay zapatos. Creanme, solo zapatos. O al menos es lo que yo veo. Es curiosisimo. Una multitud sincronizada de zapatos y zapatillas, de botas y sandalias, de borcegos y mocacines, izquierdos y derechos, marchando desordenadamente o a paso militar, redoblando, pisandose ferozmente, verdaderos cardumenes de calzado.
Si uno los mira bien, tienen algo de hormigas, algo de cerdos, algo de termitas. Uno mira el suelo casi con lastima. Hay que pensar que el suelo del subte, si bien es mugroso y sin ningun atractivo, soporta estoicamente, cual si fuese durisimo basalto o noble marmol, las pisadas de miles de millones de zapatos, que a cada momento se empujan y se odian, que compiten descarnadamente, ley del mas apto, por cualquier miguita que cae al piso, por cualquier pochoclo que tira algun nene descuidado, y ni hablar si lo que cae es un caramelo o un pedazo de medialuna, porque entonces vemos formarse un estremecedor pogo de calzado, una intensa aglomeracion de pisotones, puntapies, planchas y patadas de toda indole. Los zapatos de charol, duros y hambrientos, tienen siempre la ventaja, pues soportan los mordiscones de las sandalias y los estiletazos de las botas luis XV mucho mejor que cualquier otra especie. Las sandalias en cambio, debiles pero rapidas, tienen la ventaja en las carreras largas, como los pajaritos respecto a las palomas.
Viendo todo esto, uno se asombra ante la falta de atencion por parte de la Biologia o la Antropologia. Es necesario una zoologia, una botanica del calzado. Estudiar sus costumbres y su entorno, su comportamiento en materia de apareamiento, sus migraciones, sus cruzas extrañas (en efecto, vi una vez una bota que termiaba en sandalia). Tengo la esperanza de que tanto el campo de las humanidades como el de las ciencias naturales llegaran un dia a teorizar este mundo maravilloso, antes o despues de estudiar otros campos oscuros como Marte o la fosa de las marianas.
Algo que hago en esos dias es intentar imaginar o mas bien, deducir, la fisionomia del dueño del calzado por el calzado mismo. A primera vista parece dificil, pero con algo de vanagloria puedo decir que soy un experto en ello. Tomo por ejemplo un bar de botas marrones, algo gastadas, con unos flecos de gamuza que nacen de la terminacion a media pantorrilla. Uno mira primero la forma que tienen de moverse, el tempo, el compas, el leve vaiven, la presion que ejercen sobre el suelo, y entonces ya sabe si quien las usa es mujer, travesti o dudoso vaquero. Sabe tambien, si es mujer (como era el caso) cuanto pesa y cuanto mide (la operacion es similar a la de reconstruir a un dinosaurio por su huella), si va a apurada o si tiene tiempo, esta enfadada o aburrida o sola o todo lo contrario, feliz, divertida y acompañada. Luego, si uno quiere un mapa mas detallado, se presta atencion a el relleno de la manga. Por las casi imperceptibles curvaturas de la manga (casi imperceptibles para un profano, claro esta, pero un libro abierto para quien sabe mirar) se puede recrear el molde exacto de la pantorrilla, con medias y todo, o sin ellas si no las lleva. Teniendo las pantorrillas, el resto es facil. La imaginacion es maravillosamente deductiva, deductivamente cartesiana. Denle una parte, un par de axiomas-pantorrilas, y llega hasta las conclusiones -coronilla. Porque tal o cual tipo de pantorrillas se cierran siempre, matematicamente, en tales o cuales pero muy precisas rodillas, que segun el clima llevan pantalones o polleras, minifaldas o nada de nada. Y si se sabe la formula, formula que se parece a las de la fisica, se puede calcular muy bien la forma de los muslos, su curvatura y su forma, si estan bien rellenos o si son huesudos. Al culo llegamos aun mas facilmente, casi por intuicion intelectual. Es maravilloso poder hacer esto sin levantar la vista del suelo. La imagen mental del par de piernas caminando produce, poco a poco, la cintura. Ahora el proceso opera solo, como un sueño o como los arrebatos matematicos o los estados avanzados de ebriedad. Es cosa de concentrarse en la imagen y no perder el hilo, y entonces alguna parte del cerebro no conciente o automatica va produciendo al resto de la mujer sin esfuerzo alguno. El torax se sigue de la cadera como uniendo puntos, como dibujando constelaciones. Al torso le nacen entonces, segun su forma, brazos, tetas, clavicula y cuello. Y aqui se detiene el proceso. La figura, el cuerpo, camina ahora sensual o pesado, con paso estudiado o con total desparpajo, pero siempre sin cabeza. Deducir la cabeza es solo para unos pocos elegidos entre los que, por fortuna, yo me encuentro. Explicar el proceso es imposible para mi. Solo puedo asegurarles que llegarse, se llega. En el caso que les cuento, la cabeza era larga y bien formada, con el pelo un poco corto para mi gusto y de un castaño del color de la miel estacionada. La tez era de un rosado palido, con leves inclinaciones hacia un marron propio del cafe con demasiada leche. Llenaba a mi gusto las condiciones de una cara bella. Pero esto es muy subjetivo, subjetivisimo. A mi me gustan las mujeres de boca chiquita pero filosa, de sonrisa cinica, de pomulos mongolicos, y esta los tenia. De todos modos son detalles secundarios. Lo verdaderamente importante son siempre los ojos. Toda mujer bella tiene tiene que tener los ojos desproporcionadamente grandes, tiene que tener ojos que le adelgacen la cara, que le adelgacen el cuerpo, que adelgacen la sustancia que la rodea y, ¿por que no? el mundo entero tambien.
Estas botas contenian un ejemplar exepcional, de unos ojos que oscurecian al vagon entero en la penumbra. Cuando uno ve unos ojos asi montados en una cara, el cuerpo entero cobra una expresion de fragilidad asombrosa, se vuelve quebradizo, fantasmal. Uno se pregunta: ¿como puede una cara tenue, un cuerpo tan flaco sostener tamaños ojos? Porque cuando los ojos son asi, inmensos y afiebrados, tan largos que parecen extenderse mas alla de las mejillas, por fuera de la cara misma, y con unas pupilas tan grandes que parecen mas bien de marmol o esmeralda (en este caso parecian de corteza de arbol petrificado), y no de esa sustancia acuosa de la que se conforman los ojos comunes, entonces uno tiene la sensacion de que aquella pobre chica lleva sobre la nariz una mochila enorme, algo pesadisimo: un translatlantico, una montaña, Jupiter.
Siempre es asi con cada calzado. Es mas dificil deducir una figura de un solo zapato o de una sola bota, y mas facil si uno localiza, entre toda la manada, al par correspondiente. Entonces es mas facil. Lo dificil, claro esta, es localizar al par.
Curioso es, a todas luces, lo que vi ayer. Estaba yo como siempre observando la confusa marejada de zapatos, botas, mocasines, botitas, chatitas, ojotas, sandalias, borcegos y zapatillas de las mas diversas marcas y formas cuando, entre todo ese cuero, cuerina, gamuza, plastico, tela y cordones vi algo insolito: un par de pies descalzos. Fue tal la sopresa que no pude evitar levantar la vista, buscando al dueño o a la dueña de esos pies. Por desgracia fui demasiado lento, y ya era tarde. Los pies y su dueño se habian perdido entre la multitud.
1 comentario:
Nunca he desarrollado tal habilidad, asumo que viajo poco en hora pico, viajo poco al centro más bien, y que suelo dispersarme en otras cosas... Pero he desarrollado la habilidad de identificar películas mierdosas a los pocos segundos de verlas.
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