4 ene 2018

"¿Acaso no son el verde y el amarillo cada uno de los colores opuestos de la muerte, el verde para la resurrecion y el amarillo para la descomposicion y la decadencia?"

Carta de Antonin Artaud a Jean Paulhan


Sos inmaduro, dijiste. ¡sos muy inmaduro!, eso dijiste. Eso o algo asi.
Y si. Es cierto. Soy muy inmaduro. Irresponsable, egoista... ¿inconciente? 
No, inconciente no. Pero egoista, irresponsable, si. Claro que si. 
Tenes razon, te dije. ¿que otra cosa podia decirte? ¿que querias que te conteste? ¿que no, que soy bastante maduro, bastante seguro de mi mismo y de los demas, bastante conciente de la realidad en que vivo, y que vos estas muy equivocada, completamente equivocada, que la inmadura sos vos?
No puedo contestarte asi, perdoname. No seria justo. Y no seria justo porque tenes toda la razon: la tuya y, ya que estamos, la mia tambien, cuando me tratas de inmaduro, de adolescente, casi de pelotudo. Y tenes razon, tenes tanta razon... lo pense en ese momento y lo pienso ahora mismo. Y ahora tambien pienso en como lo pense y en como las palabras salieron de mi boca casi como una confirmacion inutil de tu verdad, como cuando una gota y luego otra nos cae en la cara y pese a todo extendemos estupidamente la palma de la mano para constatar la lluvia que ya nos ahoga, que ya nos ciega. O como el segundo beso, siempre o mas pausado o mas fuerte, siempre mas inseguro o mas seguro que el primero, nunca igual pero siempre un tanteo que busca confirmar o rebatir lo que ya se prueba o se refuta de modo absoluto con el beso original. 
Y cuando te dije "tenes razon, SOY bastante inmaduro", tu mirada y el gesto de tu cara y el gesto de tus hombros y de tus manos fue justamente la confirmacion de lo que ambos creiamos, y fue algo asi como desesperanza de tu parte, como el subito cansancio que nos acomete cuando nos damos cuenta que la palabra o el acto es inutil, que de todas maneras se acerca la muerte o la noche, el dia o el nacimiento, de que el tiempo corre y las epocas cambian o que por el contrario todo sigue increiblemente igual: las paredes, el ocaso, esa calle, una casa. 
Y tu boca se abrio una vez mas o hizo al menos el gesto de abrirse, maravillosamente al mismo tiempo que tu brazo, hermoso latigo blanco de Leucotea, insinuaba un espasmo que (creo yo) estaba destinado a transmutarse en la afilada saeta de una mano acusadora, finamente pulida en el magico dedo indice apuntando, gesto magico desde ya mucho antes del Platon de Rafael. El cazador dirige la piedra con un grito. En el acto de señalar y en el acto magico del fonema, de la voz humana, esta el secreto del primer hechizo, del primer encantamiento humano en el tiempo primitivo. Un grito, un grito que luego sera fonema, palabra magica, acompañado de un gesto, preferentemente de un gesto de la mano, especialmente efectivo si el gesto es de un dedo, singularmente poderoso si ese dedo es el indice, el dedo que señala, que indica. El hechizo es amarrar, tal vez por vez primera en la historia del universo, un ente con una palabra. El dedo y la voz dicen: ¡eso es esto! ¡aquello es esto otro! Eso, aquello, es lo otro, lo indefinible, el tenebroso e informe mundo que esta un abismo mas alla de nuestra subjetividad, es decir de Dios o de al menos del dios de Berkeley. A eso otro, lo informe, la materia terrosa y feroz, lo sagrado por excelencia, solamente se lo puede indicar. Nunca se lo puede decir. Los gestos nacen originalmente como cachorros del espanto sublime o del espanto terrible. Las categorias, los predicados, son las sabanas con las cuales nos tapamos de estos monstruos. El indicar, el señalar, es echarle a las cosas el lazo magico. Es atraparlas, es dominarlas, es comprenderlas, es manipularlas. La magia negra de las matematicas estaba implicita en la primera definicion del mundo.
Vos ya me habias atrapado en el terrible conjunto de los seres inmaduros, de los entes incompletos y/o fallidos. Tus ojos habian sido indices mas puntiagudos y acusadores que cualquier mano boticelliana, mas filosos que cuaquier cuchilla, mas duros que la maza de Carolus Martellus.
 Y tu boca se abria, y tu brazo comenzaba a trazar en torno mio una nueva y seguramente mas terrible mutilacion.
Pero te detuviste. Tu brazo volvio a caer inerte y tus labios y dientes se quedaron en el gesto, inmediatamente retraido.. Supe entonces que fuese cual fuese el pensamiento que hubiese habido, otro mas malvado o mas benevolente lo había arrollado, lo habia apuñalado antes de que diga su verdad.
Tambien la sonrisa que me subia por la garganta habia sido estrangulada o al menos retenida por un tiron de orejas. ¿era que estudiaba tu rostro? ¿era que veia que estudiabas el mio? ¿era mi mirada, algo vacia, liviana, que caia en pendiente como el chorro de una fuente, hacia las lineas que el esternon te dibujaba en el cuello?
Supongo que no fue otra cosa que futilidad. Nada mas que aburrimiento: la mas insoportable de las vestiduras del tiempo. 
Ambos estamos, estabamos (y estaremos) demasiado hartos. Supongo que que no valia la pena. Que intuiste que yo nunca voy a entender. Entender que, no lo sabes. No tenes ni la menor idea pero claramente comprendes que yo no comprendo, que jamas cedere a comprender. Que voy a seguir siempre asi, preocupandome por los asuntos de mi reino encantado, intentando siempre no comprometerme con ninguna de las causas reconocidas y santificadas como importantes y por lo tanto propias de la gente que habitan el mundo que vos consideras adulto, maduro, responsable, etcétera. 
Hicistes bien en no decir mas nada. Mi mano izquierda ocultaba, como siempre, todo un poker de juegos de palabras , de bisbiseos y gorgorismos, listos a despedazar tu supuesta logica, hija chueca y bizca de tu sentido comun, tan comun y credulo que casi da pena el pobrecito. 
Ademas, realmente, en el mas real sentido de la realidad, creo que tenes razon en decir que soy inmaduro. 
Ahora ya me das la espalda. Ese vestido verde hada es precioso. Hay que verte caminar, al menos los primeros metros, sostener el simulacro de seriedad, aguantarme un poco mas las ganas de esta risa que ya es como minimo una sonrisa, una sonrisa algo cinica y que tiene un poco del gesto de la hiena y otro poco del gesto del conejo. Una sonrisa como Perez Reverte le adjudicaba a Corso. Pero es que hay que entender lo que un tipo tan inmaduro como yo puede pensar al ver esas pantorrillas y ese culo articularse dentro de una tela verde como un Mayate, especie de iracunda Juno, hace falta ser inmduro para quererte, para querer a cualquiera. 
Hace falta ser inmaduro para sacar de tu vestido y de tus piernas la imagen de dos Cotinis Mutabilis copulando sobre una hoja de Potus. Siempre hace falta un irreductible atomo de verde inmadurez para poder amar. Vos no entendes que mi tozudez, mi irrecuperable egoismo, mi agilidad felina para salirme siempre por las diagonales de las situaciones demasiado cuadradas, es solo un juego. Es el juego de un niño y el niño que juega es siempre el mismo.
¿Como voy, de otra manera, a caminar por la calle esperando que pase algo o alguien? ¿como haria de otra forma para nunca esperar llegar al sitio adonde me dirijo? ¿De que otra forma podria amar mas el viaje que el destino? ¿Con que otro combustible, si no es con la inmadurez, con el juego del niño, podria mantener viva la llama de la imaginación? 
Inmadurez es juventud. Todo joven es inmaduro. 
La inmadurez es rebeldia y la rebeldia inmadurez: asi lo dicta el viejo juez con su voz de carton y polvo, apelmazado sobre su pulgosa poltrona, señalando con su dedo decrepito. La juventud no es otra cosa que no aceptar el mundo tal como es. Comete un grosero error quien asocia esta juventud a una determinada edad biologica o a cualquier fase del desarrollo del cuerpo material: No tiene nada que ver con esto. La juventud, como bien saben los sabios, sean cristianos o paganos, es eterna. Es decir: deberia serlo. Me refiero con esto a que la juventud es el estado natural del alma humana. La juventud como facultad es precisamente el deseo de querer transformar el mundo. Y querer transformarlo, ¿que es sino no aceptarlo tal como es? ¿y acaso la inmadurez, segun vos, no es precisamente la equivocada obstinacion de seguir o de querer seguir manteniendo esa idea y ese deseo a una edad en la que (corregime si me equivoco) la experiencia (esa vieja maestra, ese viejo peine para calvos) ya nos deberia haber demostrado que el mundo siempre se sale con la suya?
Claro que es así. Y es la contradiccion que tristemente descubro entre la flor verde de tu cuerpo-vestido-verde-Mayate y lo amarillo de tus palabras y tus ideas la que me golpea con esta inesperada tristeza. Porque me doy cuenta de que ya no te quiero o de que nunca te quise o de que aun te quiero cuando ya no puedo o no quiero quererte. Y entonces también yo ahora reduzco a un gesto
lo que iba a ser una carrera en torno tuyo.  
Lamentablemente sos demasiado madura. Demasiado amarilla, demasiado podrida. Toda tu logica no te revela que a un ser que ha madurado por completo no le queda otra cosa que comenzar a pudrirse. Lo amarillo empieza a tender a lo negro. La tersa carne a volverse blanda pulpa, luego violacia putrefaccion, para terminar en las horripilantes telas de araña que los bacilos y las bacterias le tejen a los muertos.
¡Tan joven y ya pudriendote! ¿de que manera vas a vivir, siempre previsora y responsable, los 50 o los 60 años de continuo pudrirte que aun te quedan? ¿cuando fue, como fue, por que fue renunciaste( oh, tan rapido, tan lastimosamente facil) a tus estatuas y a tus poemas, a tus alondras y tus praderas? ¿hay acaso objeto tan valioso por el cual le truequemos a la muerte la llave con la que la que esta puede entrar a nuestra vida aun demasiado temprano?
¡contengan siempre en sus almas, queridos tritones, el dorado candado de esa puerta!
¡mantengan siempre en sus pechos, queridas sirenas, un irreductible atomo de perenne verdor!
Y que la muerte nos encuentre aun en pleno viaje y en plena busqueda, con la ligera ingenuidad por escudo y la bella libertad por cayado,  y nunca esperandola entre los cables y aparatos medicos que son el mas vil sometimiento a la grosera geometria industrial.





1 comentario:

Jora dijo...

Aspecto importante, para un ser inmaduro como nosotros, que cualquier persona con la que queramos vincularnos también sea inmadura. Sino es todo un fracaso, por donde los otros ven madurez nosotros vemos putrefacción.
Aunque, yo me apropio de la definición, por que para mí la madurez no es vestirse de traje y procurar llegar temprano al trabajo. Ser economicamente solvente... ¡Valganme las divinidades!
Para mi la madurez es conocerse y aceptarse, y a la vez tener conciencia del mundo en el que se vive (un mundo moribundo muchas veces, al menos en el negro corazón de las ciudades) Para m la madurez es reconocer las prioridades espirituales de uno mismo y jugarse por ellas. Para mucha gente encerrada en la rutina y en las formas, nuestras prioridades son inmaduras, me la suda.