12 sept 2018

El juego

Dios decidió que muy pocos podrían salvarse. El cielo, la fastuosa mansion campestre rodeada de hermosos valles y majestuosas quebradas, era como se sabe un lugar de cupo limitado. Dios era un Dios de amor, y como tambien se sabe, no hay nada mas selectivo que el amor. Imaginense el amor de un Dios. De modo que Dios solo queria a su lado a los mejores. Decreto entonces que los mejores serian aquellos que lo amasen no solo por sus palabras, sino por sus actos. Era lo justo. Con esta idea en mente escribió un libro.
Ahora sus creaciones no tenian excusa. Tenian un canon, un manual de instrucciones. Usando este canon, Dios comenzo a seleccionar a sus coinquilinos a medida que sus bichos pasaban a mejor vida.
Casi un mileno mas tarde, una de sus criaturas, Aristocles el barbudo, tambien escribio libros. Es un secreto a voces que Dios es bastante egocentrico, y que de entre todas las producciones humanas solo leia los libros que de algún modo u otro hablaban de el. Por eso, del hijo de Ariston solo leyo un libro.
Este libro hablaba sobre el ambito de lo sagrado, y ahi el autor se hacia la siguiente pregunta: ¿es lo sagrado sagrado porque es sagrado o es lo sagrado sagrado solo porque dios lo quiere? Dios recogio el guante y reflexiono; y Entonces se dio cuenta de un hecho paradojico. Los seres que sabian de su existencia y decian amarlo, ¿no lo amarian solamente para salvarse? o mejor dicho, si hacian sus obras mas para salvarse que para ser buenos, ¿realmente lo amaban? ¿Podia ser que su criterio no fuese lo suficientemente exhaustivo, lo suficientemente bueno? Dios lo penso un tiempo y concluyo que hasta la mas devota de sus criaturas le estaba haciendo trampa. Sintio una honrada gratitud con Aristocles y como regalo decidio enviarle un excelente discipulo que, a su vez, formaria a un gran conquistador que le daria su merecido a oriente medio. Asi lo elucubro la mente divina. Le puso tres sellos al dictamen y lo envio a produccion. Amen.
Pero aun le quedaba el problema del criterio. Para empeorar las cosas, en el interin una serie de seguidores suyos, encabezados por un nazareno mitad loco mitad genio, habian escrito un horrendo fan-fiction que deformaba en gran parte la forma y el contenido de su primer libro. Y para colmo la estupida humanidad habia tomado este mamarracho como si lo hubiese escrito el mismo... ¡y hasta lo habian compaginado todo en un solo libro! ¡era horrendo! El creador estaba harto. Era hora de tomar cartas en el asunto. Primero, mandar a la hoguera o a la cruz o a los leones a esos molestos falsificadores no circuncidados. Segundo, desalojar de la mansion celestial a todos los anteriormente seleccionados. Meteria sus almas en frascos hasta encontrar como volver a evaluarlas. De cualquier modo, nada se corregiria realmente hasta no hallar algun criterio efectivo para conocer la bondad en el corazon de las personas. Busco en los libros de los grandes filosofos, desde Kant a Vattimo, pero nada lo convencia.
Como suele ocurrir en estos casos, su mente divina encontró la solución por osmosis, casi sin buscarla. El problema, ahora lo veia, estaba en que los seres humanos sabian demasiado de las leyes divinas. Mientras mas supiesen como era la cosa, mas formas encontrarían de hacer trampa. Si sabian que habia un cielo y un infierno, y que podian salvarse, entonces el miedo al infierno superaria el amor al paraiso. Nadie lo amaria libremente mientras no amarlo significase el sufrimiento eterno. Los únicos capaces de ser buenos, penso Dios, eran los inocentes.
Decidio que solo los ignorantes entrarian en el reino de los cielos, y entonces penso en el juego.
La regla principal era capciosa: solo gana quien no sabe que esta ganando.
La segunda regla era sencilla: solo va ganando quien no sabe que esta jugando.
La tercera regla era aun mas simple: todos estan jugando, lo sepan o no lo sepan.
La cuarta era bastante cruel: Quien se da cuenta de que esta jugando, pierde automaticamente.
La quinta regla era que no habia mas reglas mas alla de las primeras cuatro. Dios penso que, dada la incontenible pasion humana por trampear sus directivas con agregados o supresiones, esta quinta regla era la mas pragmatica de las cinco.
Los animales y las plantas estaban salvados. Tambien los insectos y los angeles. Todos los bebes y los niños menores de dos años, salvados.
Dios le mando la revelacion simultaneamente a todos los grandes cientificos y catedraticos del mundo. Tambien se la envio a los ricos y a los poderosos. Lo paradojico es que al enviarla, los estaba enviando directamente al infierno.
Los sabios, los ricos y los poderosos se encontraron en un horrible dilema. Sabian la revelacion, sabian del juego. Por ende, sabian que jugaban. Por ende, habian perdido. Iban derecho al infierno. Estaban furiosos con Dios. ¿pero y el resto? Las grandes masas estaban ignorantes del juego. Jugaban pero no lo sabian. Es decir, que segun las reglas, estaban ganando.
Envidiosos y amargados, usaron todo su poder para promocionar "el juego". "Estas jugando", decian por todos lados. Montaron la campaña de marketing mas grande de la historia. "Estas jugando", "¿sabias que estas jugando ahora mismo?", "todos jugamos el juego" y mil mensajes similares empezaron a difundirse en las radios y televisores. Enormes carteleras anunciaban que eras participante. "Estas jugando, ¡perdiste!". El mensaje se enviava masivamente por correo electronico, e innumerables paginas sobre un juego misterioso comenzaron a aparecer en la web. Cada vez mas gente era consciente del misterioso juego, por mas de que absolutamente nadie, salvo los ricos y poderosos, supiese en concreto de que se trataba.
- Estamos jugando, estamos jugando - se decian entre si las personas, codeandose entre risas.
- ¿pero jugando a que? - preguntaba alguno
- No importa, ya lo sabremos tarde o temprano - declaraba otro, sin saber que tenebrosamente tenia razon.
- Ya no saben que inventar para vendernos algo - decretaba un tercero, esceptico a las movidas marketineras del capitalismo.
Y asi fue como las localidades del infierno se fueron llenando de forma exponencial, tanto que Dios tenia que agrandar las medidas del hades todos los dias. El nuevo truco funcionaba bien.
Clarisimo esta, querido lector, que vos tambien estas jugando. Y no es que sea envidioso, pero si me voy a ir al infierno, mejor que sea acompañado.

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