4 mar 2013

Luciana sola

No se por que sali a caminar. Supongo que son esas cosas que no se explican. Uno esta echado en el catre, entre el silencio y un esfuerzo por encontrar una relacion entre el sentido de la vida y ciertos cuentos de autores nacionales, cuando pasa algo, lo que sea (puede ser un estruendo a lo lejos, o el zumbido de algun grillo contra la ventana), y entonces es la decision estupidamente ya tomada. Un suspiro, ponerse la raida campera de jean, y salir a caminar.
Supongo que por ahi fue algun oscuro presentimiento, algo como una inquietud que llevamos adentro por un tiempo indefinido y de repente estalla. Pienso que en algun estrato de mi mismo, pensaba que algo tenia que succederme.
Mi barrio es aburrido. Asquerosamente fabril, no tiene hermosos paseos o atractivos culturales. Para colmo del aburrimiento, no soy de esas candorosas personas que desarrollan amistades por locacion espacial o temporal; Amistades o relaciones por rutina o repeticion. De modo que en mi barrio soy, si bien no desconocido, si distante y como desencajado. Pocas veces corro el riesgo de toparme con alguien que merezca algo mas que un saludo o un movimiento de cabeza, asi que por lo general mis paseos no se interrumpen con charlas o desviaciones.
Cuando soy catapultado por el impulso hacia la calle, no cometo la estupidez de imponerme un destino forzado, sino que dejo que la irracionalidad misma guie mis pasos, como si esta irracionalidad fuese la caprichosa  diosa del Azar. Quizas lo sea, y por eso mismo noto como una groseria en querer encauzar racionalmente mis paseos hacia tal o cual sitio.
La tarde estaba soleada y gris, y en el deseo de soledad y silencio tome Hipolito Vieytes, confiado en que doce largas cuadras de fabricas abandonadas me proporcionarian la sensacion que el desierto les daba a los misticos. En mi remota infancia habia recorrido innumerables veces esa recta, y mientras caminaba se me ocurrio la curiosa idea de que asi como podemos recorrer varias veces (mas bien, "volver a pasar por") el mismo espacio, quizas tambien pudiesemos volver a pasar por el mismo tiempo. Asi, yo volvia a pasar por la misma vereda que habia recorrido a mis quince años y a mis diez años. El espacio geografico, salvando los detalles que modifican una vereda a traves de los años (un perro nuevo, un nuevo cesto de basura, una casa demolida o levantada, un nuevo negocio, alguna pared de otro color) era siempre el mismo. Del mismo modo, pensaba, podria tambien volverse a pasar por el tiempo en el que estuve en mis quince o en mis diez años, siempre y cuando se cometiera la dulce torpeza de pensar el tiempo en terminos de espacio. Pese a lo ridiculo de esto constate con satisfaccion que debia estar tocando, si bien incorrectamente, algun hilo de esas verdades que no podemos reducir a la razon; Pues varias veces habia sentido un cierto retornar a estados emocionales y psicologicos que reconocia como de mi infancia o mi adolescencia, y esto no siempre estaba asociado a desplazamientos espaciales hacia sitios que me recordaran la niñez o la adolescencia. En base a estos retornos habia elaborado una teoria acerca de la multiplicidad paralela del Yo (es decir, una teoria que postulaba la inexistencia de un yo y que abogaba por una multiplicidad de estados psicologicos paralelos, de yoes). Entendia que en realidad yo no era para nada un todo que evolucionaba, sino que dentro de mi habia estados psicologicos intactos, algo como impresiones fotograficas o burbujas aisladas, y cada cual contenia toda una configuracion de sentidos hacia las cosas y las personas, como si hubiese memorias intactas de mi manera completa de ver el mundo a los 15 o a los 10 años. Me ocurrian, si bien no de modo normal y muy de vez en cuando, desplazamientos hacia estos sitios, y entonces era nuevamente sentir el odio por tal o cual sujeto que detestaba en quinto grado, o cierto interes por tal o cual tema que me habia provocado insomnio a los trece. Si esto era asi, debia ser por que algo en mi podia retornar a ese tiempo (no puedo explicar en este relato mi concepcion general del tiempo, asi como no puedo explicarla en ningun relato y agustinianamente debo reconocer que con mucho esfuerzo puedo explicarmela a mi mismo), el cual permanecia intacto en mi mismo o en algun sitio que me era accesible.
Estaba perdido en estos galimatias cuando la vi en el cruze con la Avenida Laprida. La reconoci de lejos, cosa extraña en un tipo que suele mirarse las suelas de los zapatos mientras camina. Ahora que lo relato, creo que si la vi antes de llegar a la esquina fue por haber estado esperando verla. Crei tener la sensacion de una repeticion, de nuevamente los 13 años, una calle polvorienta y noches infinitamente despejadas, calurosas y largas. Efectivamente la imagen de Luciana habia pasado por mi cabeza un par de cuadras antes, y el estarla viendo se me aparecia como una siniestra confirmacion de algo tan misterioso como mi razon de salir a caminar sin motivo alguno o de retornar solo temporalmente al pasado.
Pero ahi estaba, ofrenciendo un perfil distraido que miraba hacia una vidriera (creo recordar que por ese entonces habia una carniceria en la esquina de Vieytes y Laprida, pero no es del todo seguro). No se me ocurrio en el momento indagar mentalmente la razon de que estuviese parada en la esquina de un negocio sin ninguna bolsa. Extrañamente, la idea de que esperase a alguien tampoco cruzo por mi mente. Tuve el perverso deseo de detenerme, de tomar una foto, de no seguir avanzando hacia su encuentro. Por que entonces iba a ser el saludo, la vuelta al presente, a las preguntas por Leo y "pero que grande que esta la nena". Una trinidad, hacia años que el calificativo de  individuo habia cedido para darle lugar a la trinidad: Lucia, Leonardo y la nena formaban en mi percepcion un elemento indivisible, misteriosa concepcion una y trina a la vez. Creo entonces que la extrañeza que me produjo verla asi, rubia y ajena y perdida en la contemplacion de la vidriera, no vino solamente de que hacia unas cuadras su imagen habia pasado por mi cabeza junto con la de las sierras y la felicidad de la noche, sino tambien de verla sola, sin Leonardo y la nena, fuera de la trinidad aburridamente habitual, de verla parada y sola y no sentada en la piezita que ellos alquilaban en Torcuato.
Verla sola y tan lejos era una sensacion nueva. Luciana sola, de pie, sin la nena y sin Leonardo, un cielo caprichosamente gris, yo avanzando. Un cuadro extraño y una sensacion de novedad que no terminaba de cerrar, que era un puente hacia algo mas, hacia atras. Pero no. No era para nada una sensacion de lo nuevo, sino una sensacion de lo antiguo, del retorno de lo antiguo. Se puede escapar del sentimiento de lo presente tanto por la via de lo nuevo como por el retorno de lo antiguo. Recuerdo que pense en Nietzsche, en el enano cojitranco, en el porton y en los dos caminos que en su infinita rectitud se tornaban curvos en algun momento de la eternidad.
Luciana sola era una confirmacion, algo como un guiño del azar. Pero antes que nada era un retorno del pasado, una ruptura de la estructura burguesa, un recuperar el sentimiento de ver a Luciana como un individuo y no como madre, como parte de una familia o sencillamente como la mujer de un amigo. Senti entonces que yo habia (hace siglos, milenios) ya visto y sentido a Luciana con esa curiosidad con la cual sentimos a todos los entes individuales y separados de nosotros mismos. ¿pero cuando, cuando la habia visto tambien asi, tan rubia y alta, Boticellianamente alta y desgreñida en una noche infinitamente despejada y calurosa de sierras y estrellas?.
Es muy interesante como caben dias y dias enteros en la fraccion de minuto que tardamos en caminar 10 metros. En esos pasos que daba hacia Luciana recorde que la ultima vez que la habia visto sola habia sido hacia casi diez años, en el pueblo de Balcarce, en esa epoca prehistorica que esta entre la niñez y la adolescencia. A la imagen de la Luciana actual, esbelta y de pelo suelto y alisado, blue jeans y blusa blanca, se superpuso una imagen que emergia desde la profundidad del aquel tiempo azul y negro: Era entonces de noche, y unos farolitos ridiculos alumbraban un alambre entre dos ranchos de adobe. Habia estufas de querosene y un olor a asados y vino tinto. La Luciana de aquel entonces tenia 12 o13 años, y se apoyaba distraidamente en un poste de alumbrado. Un vestido floreado y el pelo ahi tambien tan suelto y rubio (aunque de un tono mas oscuro). Fue curioso que aquella noche fuese tambien verla tan de perfil y tan perdida, y sentir algo como un todo-nuevo (en ese entonces un verdaderamente todo-nuevo, sin ningun recordar). Luciana, mujer al fin, notaba cierta invasion ocular y dandose la vuelta me devolvia la mirada (en ese entonces desconfiada, ahora con esa falsa sorpresa que se usa cuando se encuentran por la calle amigos o conocidos). No puedo evitar sonreir cuando me pezcan en alguna contemplacion de ese tipo.
- Hola.
- ¡Sebas! ¿que haces che?
- Nada, iba al supermercado a comprar unas cosas - Menti.
- Ahhh.
- ¿Y vos que haces por aca che, venis a comprar milanesas?. Risas estupidas. Me sorprende la capacidad de algunas mujeres para reirse de lo indeciblemente estupido.
- No, en realidad vine a dar un paseo. Estaba muy aburrida en casa -. Al parecer, Luciana era o mas honesta o mejor mentirosa que yo. Se intercalaron entonces en la charla las preguntas de rutina, observaciones sobre tal o cual noticia, comentarios acerca de un corte de pelo, la comedia del mundo de los domingos por la tarde, falsa sensacion de urbanidad, y entonces senti algo incomodo y fuera de lugar. Me di cuenta que a Luciana la estaba viendo de otro modo, no como parte del ya archisabido bloque, funcion de tal o querida de tal o cual, sino como a la que me habia estupidizado durante esas semanas calurosas de sierras y zaguanes. La atraccion de su insuprimible acento campechano, de la franqueza de gestos, palabras y expresiones (ya disminuida por los años y por la perniciosa influencia de la ciudad) y sobre todo la idea de que pertenecia (palabra que tristemente debo cambiar por "pertenecio") a un mundo mas puro e inocente, anterior a la mediocridad de toda Metropoli, me volvieron en una oleada que no pudo ser sentida mas que con sorpresa y cierta culpa, cierto sentimiento de estar siendo un Judas. Psicologico, puramente interior, pero un Judas al fin.
- ¿Y Leo como anda? Que raro vos por aca, y sola che-. Senti entonces, con un poco de sorpresa y de desagrado, que habia una mirada distinta en los ojos de Luciana. Cierta cosa punzante y relajada a la vez. Una mirada con intencion. Estupidamente me puse en guardia.
- Leo.. no se, ultimamente sale mucho. Hoy a la mañana fue a un asado con la gente de la oficina. Y como la nena esta en Balcarce, te imaginaras que yo aca sola me aburro como un hongo.
- ¿en Balcarce?
- Si, ¿te acordas de mi hermano Ruben? Bueno, Flora, la mujer, parece que esta enamorada de los hijos ajenos, y como mi hermano tiene debilidad por la nena y se llevan tan bien, siempre me decia de mandarla algun fin de semana para alla, "para conocer el lado materno de la familia", asi que ahora esta alla hasta pasado mañana.
- Ahhh, que lindo las sierras... Hace tanto que no voy para alla...
- Si... que lindo, ¿te acordas la feria de la plaza San Martin?-. Note entonces cierta neblina en sus ojos, cierto recuerdo de faroles de gas, de noches indeciblemente largas, de una forma de sentir el mundo en donde eramos niños y el tiempo estaba abolido.
- Como no me voy a acordar... Parece mentira que el tiempo pasa asi che.
- Pero vos siempre igual.
- Vos en cambio, cambiastes los vestidos de flores por los blue jeans.- Acote con un matiz de sarcasmo. Luciana me sonrio divertida.
- ¿y que queres? ¿que ande de huaraches y vestido en Buenos Aires? Se van a pensar que sigo siendo una pajuerana nene -.
- Seguis siendo una pajuerana - respondi sonriendo. Senti entonces que algo nos acercaba como en ese entonces, que compartiamos algun secreto del mundo o del tiempo, que nos seguiamos mirando a la luz de las lamparitas del alambre, bajo la noche de verano y las estufas de gas, que esa esquina y diez años y Buenos Aires y todas las obligaciones eran como mascaras que justificaban el paso del tiempo, que todo seguia siendo tener trece años y estar en las sierras de Balcarce. Entonces senti nuevamente como un punzon en los ojos de Luciana. Ladeaba un poco la cabeza y me miraba como si fuese desde arriba. Tenia algo de serpiente y algo de leona. Nuevamente senti un deseo de agazaparme, de replegarme de sus ojos.
- Al menos alla me aburria menos. - dijo -  Tenia amigos, mas tiempo libre. Aca, cuando no es cuidar a la nena, me aburro. Ultimamente me aburro muchisimo, ¿sabes?.
 - ¿Pero y Leo?.- Por alguna razon (o tal vez fue por una suma de impresiones que varias conversaciones con Leonardo me habian venido dando) mi pregunta me sono como a una objeccion a la vez que una estupidez.
- Leo trabaja todo el dia - dijo mirandome como a traves de los parpados - y yo estoy cada dia mas sola y mas aburrida-. Me miro un segundo con ese movimiento casi imperceptible que usamos cuando medimos a alguien o cuando queremos hacernos algun pantallazo o nocion general. Con una sonrisa me pregunto si todavia iba a ir al supermercado. Tuve la sensación de que la sonrisa algo burlona delataba la falsedad de mi mentira inicial.
- Si. Aunque en realidad fue una escusa para salir a ver un rato el sol - respondi apresuradamente. -Cuando no hay nada mejor que hacer, al menos aprovecho para llenar la heladera.
- Que lastima che - me dijo con un tono falsamente afectado - hace tanto que no hablamos, que si no ibas al supermercado te iba a decir de ir a tu casa a tomar unos mates. Ahora que dijistes lo de las sierras, me acorde que hace mucho que no hablamos como antes. - Tuve entonces un momento de incertidumbre: Tomar mates en mi casa con un amigo o amiga (no habia diferencia, pero por otro lado la diferencia con Luciana sola era enorme) no tenia, en apariencia, ningun sentido oculto. Pero por otro lado estaba Luciana ladeada, mirandome como una chiquilina, divertidamente sonriente, con algo como una pregunta (¿o una respuesta?) en los ojos. Si, no era nada raro, pero en los años que hacia que estaba en Buenos Aires, nunca habia aparecido por mi casa para tomar mates. Claro que tampoco nunca habia aparecido sola en la esquina de Laprida y Vieytes, y nunca me habia dicho, con una sonrisa ambigua, que Leonardo no estaba nunca y que se sentia aburrida y sola. Ademas, estaba ese sentimiento de amenaza, de algo agazapado: Una intencion. Pero, ¿que intencion seria? Si, definitivamente, en todos esos años Luciana habia sido solo una parte del tripode; Habia estado felizmente desligada de su incomoda individualidad, para ser siempre parte de una cena, parte de una casa, madre de la nena y mujer de Leonardo. Las formas (ahora las volvia a ver) se habian perdido en un fondo burgues y como de stablishment. Y en ese bloque, Luciana jamas habia llamado, jamas habia intentado una conversacion que saliese fuera de los comentarios acerca del clima o del trabajo, meras preguntas de rutinas. De hecho, nunca la habia visto fuera de esa casa, fuera de la compania de Leonardo o sin la nena en los brazos. ¿por que, por que ahora esas ganas de hablar, de tomar mates, de estar sola y aburrida y seguramente en mi casa, tomando mates?
- Y veni. Al supermercado puedo ir cualquier dia. A vos anda a saber cuando te vuelvo a encontrar... - Y estuve estupidamente a punto de agregar "sola aca", pero reprimi esas palabras con una sonrisa. ¿A tomar unos mates? Tamaña estupidez. ¿desde cuando Luciana tomaba mates? Lo recorde entonces, y entonces no pude reprimir una nueva sonrisa. Alla en Balcarce, la "niña Luciana" era el unico bicho raro de la familia que no tomaba mates.
- ¿seguro que no tenes nada que hacer? No te quiero molestar, pero con el aburrimiento que tengo, se me va a hacer tan larga la tarde, toda la tarde sola en casa. - Y nuevamente una sonrisa que parecia ocultar una risilla reprimida, una manera de mirar como de pajaro, como de serpiente. Lo obvio, que por increible no dejaba de ser obvio, entonces se me hizo claro. Habiamos estado (¿pero por cuanto, desde cuando?) representando una comedia. ¿Entonces ella, ella realmente queria liarse conmigo, asi como asi?. Quise alegar un pretexto, por idiota que fuese, pero no se me ocurrio nada que pudiese dar marcha atras con mi asentimiento inicial. Por otro lado, nada se habia dicho y podia ser que todo fuese solo una de mis estupidas especulaciones. Y aun asi la certeza, la certeza casi instintiva de que no podia ser que solamente fuese tomar unos mates.
- Pero no, ¿que voy a hacer un domingo a la tarde? Los estudiantes como yo generalmente nos dedicamos a leer, pero eso tambien puedo hacerlo mas tarde, despues de que te vallas.
- ¿Seguro? Ni siquiera llegamos y ya me estas echando. Sos terrible che .- y luego de realizar el gesto de colocar la lengua divertidamente entre los dientes (gesto que le conocía desde la otra época , agrego - No se si soy tan divertida como los libros.
- No se si mas divertida...
- ¿entonces, mas que?
- Mas pesada, naba.
- ¿entonces vamos? . - No habia dudas, las reiteradas preguntas, las sonrisas, incluso el tono mismo, entre seductor e incredulo, no extento de cierta perversion, de cierta conciencia de sus palabras y de mis reacciones, confirmaban silenciosa e improbablemente mis conjeturas. ¿Donde, cuando habia aprendido Luciana, la Luciana de antaño, de vestidos largos y camisas a cuadros, los ardides y las artes de la insinuacion? Pense tristemente que unos años en esta ciudad servian para destruir hasta la mas sencilla de las inocencias. Pese a este sentimiento de amargura, me sorprendi a mi mismo no sintiendo ningun asco real (no puedo ser tan hipocrita como para contar el impedimento Moral que Leonardo representaba como un impedimento real) por la intencion que seguramente habia en lo que al parecer inocentemente ibamos a hacer.
- Pero si che, ya te dije que si. ¿la señorita pajuerana necesita una invitacion por carta para tomar unos mates? - le respondi con un tono levemente ironico. Ella no parecio (o tal vez fue todo lo contrario) comprender y fingiendo una falsa sorpresa me dijo - Bueno, te preguntaba por las dudas.
La charla camino a mi casa fue casi una confirmacion de mis supocisiones. Luciana no habia perdido la costumbre (o acaso la habia perdido y entonces si, entonces era eso) adquirida sus pagos, de tomar por el brazo a su acompañante, y no obstante a mi me parecio que se dejaba estar indecentemente contra mi. En silencio estaba agradecido de mi anonimato en el barrio. La conversacion fue entrecortada y trivial, rayando con el aburrimiento, lo cual me demostro que o bien no teniamos nada de que hablar (producto sin duda de varios años de una "amistad" solo llevada adelante por las convenciones y las normas sociales) o que Luciana no tenia interes en enfrascarse en una Charla conmigo. Casi llegando a la puerta, tuve una idea.
- Lu, me parece que no tengo yerba para el mate. Sigamos hasta el almacen de aca a una cuadra asi compramos. - Luciana alzo las cejas y sonriendome como si fuese un crio dijo - No importa la yerba, entremos y vemos que tenes. - La imagen de Judas acudio nuevamente. Es increible lo arraigadas que estan las maximas morales, incluso cuando uno se cree un espiritu libre. "Habiendo tantas mujeres en la calle y en la vida, vos te venis a meter con la de un amigo". "¿meterme, pero si solo vamos a tomar unos mates?", "Dale, dale, eso..." "Meterte con la unica mujer de tu amigo, ¿a vos te parece?" Se me ocurrio entonces que todas las mujeres son la unica de alguien, y que eso nunca las detiene a la hora de revolcarse con otro, identico caso se da con mis camaradas masculinos. Coloque la llave en la cerradura, y antes de dar la segunda vuelta me detuve.
- Luciana, ¿Leo sabe que vos estas... tan aburrida?
- No se. Tendria que saber, pero hace tanto que esta tan ocupado... Vos en cambio siempre tenes tiempo para los amigos y las amigas. ¿que te pasa, no pensas abrir?
Estaba en un extraña encrucijada: Sin dudas me atraia la idea de acostarme con Luciana, de desterrar por fin a aquel fantasma que cada tanto retornaba desde el paraiso azul y nocturna de las sierras, y por el otro lado me molestaba el sentimiento de ser un canalla (y tambien me molestaba el que me molestara ese impedimento moral, que tanto me habia cansado de ridiculizar en reuniones y bares), de traicionar a un amigo sin necesidad, pudiendo evitarlo. Controversia fundamental de la razon contra la pasion, del deseo contra el deber, resuelta por el recuerdo del aire puro de Balcarce, de una charla de dos nenes hasta la madrugada, del cielo amaneciendo celeste y palido, y por una mirada de reojo a la Luciana de ahora, con su blusa blanca bajo los senos y su pelo tan rubio y suelto, con esos ojos como de serpiente emplumada.
Di la segunda vuelta de llave y entramos.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

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Ok, tendría que haber leído la publicación hace rato. Me lo digo a mi y no a vos, jaja!

El relato me pareció una maravilla. Muy real. Estoy seguro que está construido con fragmentos vividos, eso o sos un maldito buen escritor...
Ironicamente, Luciana me recuerda mucho a una mina que conocí por un breve periodo de tiempo. Ella tenía costumbres parecidas y no resistí imaginarme a Luciana como a esa mina, aunque quien yo recuerdo era muy morocha. Podría tomar otras partes del relato y hacer una reconstrucción de sensaciones personales. Quizás vos no seas tan buen escritor y yo sea buen fantaseador, jajajaja! O ambos, para ser diplomático.

PD: Fucking algorithms with spam!

Jora dijo...

Seria genial que lo hagas, la reconstruccion del relato, digo. Desde este momento la estoy esperando entonces. No se si soy buen escritor, pero seguramente vos sos un buen lector, ya que hicistes exactamente lo que esperaba de un lector atento y comprometido... el resto de persona que se leyeron esto, no pudieron realizar el proceso creativo o re-creacion a la que el texto invitaba. Precisamente el sentido practico que buscaba con este texto era la de invitar al lector a eso que bien definistes como una recreacion con motivos personales. Y si, efectivamente, este texto esta construido con "fragmentos vividos" (aunque depende de donde pongas el acento en "vividos", el sentido cambiaria, pero en este caso ambos son validos). De todas maneras, he realizado algunos cambios, transpocisiones de nombres y lugares, esos cambios que nos permiten refugiarnos un poco en la ficcion y contar como siendo otros... en fin, el proceso creativo.