Los empleados van al cine con frecuencia. Les gusta verse representados por los especimenes mejores parecidos de si mismos, luchando en tragedias o comedias en las que siempre o casi siempre se trata del amor o del odio a una sirena.
La actriz que hace el papel de sirena (casi siempre una empleada, salvo casos milagrosos de sirenas con dotes para la pantalla) es siempre la mas expuesta, pues cualquier falla en la forma de mirar o en la manera de asir la baranda de las escaleras, e incluso una dureza minima para sacarse o ponerse un guante delatan su plebeyo origen de ser que trabaja en relacion de dependencia. Estas fallas tragicomicas a lo Sybil Vane ponen de muy mal humor a los empleados mas cultos, que siempre se sientan en las primeras filas y comen pochoclos y chocolates como si en ello les fuera la vida, que entonces salen indignadisimos del cine, llevando a los tirones a sus parejas. El malhumor es pronunciado sobre todo los dias domingo, que tan nefastamente cerca estan del lunes.
Si una Sirena fuese capaz de ir al cine, es decir, de pasar de una a dos horas sentada en una butaquita como de juguete, entre pinchuda y esponjosa, llena de pequeñas migas y pedazitos pinchudos de maiz, mirando una enorme pantalla cineramica, haria la sencilla union de puntos (que en una sirena seria mas bien como reir y no como pensar) y preguntaria como es posible que el malhumor sea mas pronunciado los domingos que los martes, cuando ambos estan igual de cerca del lunes.
Luego o antes del cine, los empleados suelen tambien ir a pequeños locales mas o menos lujosos a atiborrarse de comida, rodeados de otros empleados comensales y de empleados - empleados que los atienden y les cocinan. Uno podria pensar que el empleado, salvo cuando ama o creer amar o sentir pena por el asunto de las Sirenas, hace todo lo posible por recordarse constantemente que su naturaleza.
El constante esfuerzo del empleado por convencerse de ser enteramente un empleado hace sospechar a los delfines (esos hybridos de empleada y triton o de sirena virgen y espiritu santo) que los empleados no son empleados en absoluto, pues no les parece logico que lo que es naturalmente de un modo deba estar constantemente apuntalandose para encarnar su naturaleza. La conocida frase de pindaro tiene para los delfines un sentido no literal. Los delfines intuyen oscuras intenciones de otros seres en los titanicos esfuerzos de implantar la naturaleza de empleado por todas parte, pero como estos seres no pueden ser Sirenas ni delfines, los delfines tienen que terminar por concluir, rascandose la cabeza y sintiendose vergonzosamente mas estupidos de lo que les gustaria pensar que son, que son los mismos empleados quienes conspiran entre y si y contra si mismos.
Los delfines que siguen la corriente de la psicologia analitica creen que es el Inconciente colectivo de los empleados el que conspira contra sus conciencias, en un intento por plasmar la verdadera naturaleza, que o bien seria realmente servil o bien algo diferente, del cual la condicion de empleado es algo intermedio. Otros Delfines opinan, aun dentro de la misma corriente, que es la conciencia del empleado la que, negando su inconciente, se aferra estupidamente a lo eficiente y remunerado por sobre lo indeterminado, y que la innegable atraccion por las sirenas no seria otra cosa que una proyeccion de todo lo negado sobre estos articulos de pescaderia.
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