20 abr 2017

Cronica de la fiesta aburrida

 Esta fiesta es un bodrio, pense. Me arrepiento de venir. Y era verdad, me arrepentia, mierda que me arrepentia. ¿alguna vez hacen cosas queriendo no hacerlas? Pero que pregunta estupida, olvidenla. Claro que las hacen. Todos las hacemos. Levantarnos temprano, tomar un colectivo lleno que no queremos tomar para ir a un sitio al que no queremos ir para ver gente que, mierda, que nos parta un rayo si queremos verla. O escuchar una larga y aburrida conversacion solo por esa idiotez que se llama educacion. O tener que sonreir cuando bien querriamos... bueno, toda una lista de cosas que ya se imaginan. Un medio para un fin. Pero no. No me refiero a ese tipo de cosas.
¿alguna vez hicieron alguna cosa contra su propia voluntad, pudiendo no hacerla?  Hace unos dias, por ejemplo, estaba bamboleandome en una silla, y todavia quedaba un pedazo de pizza sobre la grasosa caja de carton. Yo estaba que reventaba, me habia comido casi una pizza entera, solo por aburrimiento. Sentia el estomago como una letrina llena de pizza, sentia en la garganta que no queria ver u oler una pizza de vuelta en mi puta vida, y sin embargo tenia la estupida tentacion de comerme el ultimo pedazo. Y me lo comi.
Otro ejemplo: uno esta en su casa haciendo lo suyo, leyendo un libro de mitologia escandinava,  o viendo una maraton de cine checo, o escuchando una pila de discos, o sencillamente meneandosela, y de repente suena el telefono o llega un mensaje. ¡maldito sea dios! Puede ser cualquier cosa: un familiar molesto que quiere venir a incomodarte, una aburrida pelicula en un cine asqueroso, una ridicula salida al aire libre o, como fue en mi caso, una porqueria de fiesta en la casa de algun idiota.
Claro, uno no tiene ni la mas minima voluntad de ir. Pero por alguna razon, por algun oculto resorte de la perversidad (y creo que Edgar Poe le dedico un cuento), uno acepta.
- Si, esta bien. ¿a que hora? Ok, a esa hora entonces. - dice uno. Y uno se maldice y se remaldice en el instante mismo en que acepta. Y mientras la conversacion continúa, una voz que no es la voz que habla por el telefono empieza a decirnos lo hijo de puta que somos, que somos sencillamente retrasados mentales, y luego comienza a hacer un malicioso repertorio de la succesion de horrorosos eventos que se succederan esa noche, de la cantidad de imbecilidades acusticas, visuales y escultoricas que tendremos que tolerar, de lo aburrido del viaje de ida y de vuelta, de la pomposa lista de posibles y aborrecibles invitados, para terminar ordenadamente con una nueva automandada al quinto carajo, amen. ¿por que? - nos preguntamos luego, mas tarde, tal vez en la misma fiesta - ¿por que carajo hacemos tan seguido cosas que no queremos hacer?.
¿ustedes no se lo preguntan? Sentado en un sillon, pretendiendo interesarme en una insoportable charla sobre chicas, yo me lo preguntaba. Me lo he preguntado siempre, casi durante toda mi vida y, en fin, no quiero aburrirlos con mas anecdotas o con la historia de mi vida asi que, resumiendo, soy un misantropo o, mejor dicho, casi un misantropo. No es tanto ser un misantropo lo que me pierde, sino no ser un misantropo completo, puro y duro. Porque un misantropo dice NO, y a tomar por culo.
Yo, en cambio, misantropo a medias o simplemente imbecil, tenia que estar sentado en ese silloncito de cuero, con un vaso de vodka en la mano (no, maricones, no quiero ponerle jugo de naranja, ya pueden irse a la mierda con su jugo de naranja), pretendiendo maravillarme de que esa chica le hubiese chupado la pija a mi interlocutor, en su coche, a la salida de noseque condenado boliche de la costanera norte. Si, un aplauso para el. Me pararia y lo aplaudiria de pie, si tuviese ganas de pararme.
Luego otro interrumpia para hacer gala de sus propias hazañas con una compañera de trabajo, una rubia tan tetona como putona, segun pude entender. Claro que habian ido a un hotel en el horario de almuerzo, y claro que la rubia cojia de una manera espectacular, como una estrella porno. Escucharlos era de algun modo como escuchar a Homero. Todos y todas eran semidioses, todo el mundo era osado, todo el mundo era feliz, los guerreros salian siempre victoriosos, Belerofonte siempre mataba al dragon y Ariadna hacia un trio salvaje con Teseo y Dionisos.
Si si, todo era maravilloso. ¿y entonces porque estabamos ahi, en aquella fiesta horrible, escuchando musica horrible, tomando un vodka horrible, rodeado de putas frigidas y de imbeciles con pija? Bueno, yo al menos lo sabia: porque soy un imbecil, lo dije mas arriba. ¿y Ellos? era un misterio.
¿eh, que? ¿Que cuente algo yo? No no, yo paso - dije - Yo no tengo nada para contar muchachos. ¿Que por que nunca cuento nada? Bueno, tal vez porque no me gusta esta competencia del tamaño de nuestras porongas psicologicas, pense.
- Me divierte mas escucharlos a ustedes - menti con una sonrisa barata. No hizo falta mas. Ya un tercero y luego un cuarto intervinieron para narrar sus Illiadas y sus Odiseas. Les encantaba hablar, y mientras yo miraba el reloj pared por enesima vez, deseando al menos estar lo suficientemente ebrio como para que no me importase nada, Bruno, un imbecil que se pasa la vida prostituyendose en publicidad por un alto precio, nos contaba como el pasado verano se encamo con dos dominicanas en New York, en un hotelcito a dos cuadras del Central Park. La escena era memorable, tragicomica. Bruno en sus caros zapatos, pantalones de corderoy, camisa de franela y camperon color crema, completando una bufanda blanca, un metro noventa de rubicunda masa corporal trabajada en los gimnasios chetos de barrio Norte. Las dominicanas que venian del brazo, altas y fornidas como amazonas, con sus enormes culos enfundados en unos jeans a punto de estallar, con sus enormes tetas dentro de las blusas, una con un abrigo corto de piel, la otra en un sobretodo largo color cafe. Una escena similar podia verla cualquiera que se dignara a caminar por la plaza miserere caida la tarde. Pero no era la plaza Miserere, era Central Park, no era Balvanera sino Manhattan, y entonces Bruno el macho argentino no podia no intentar la conquista. Algo parecido le paso al celebre personaje de Benesdra. Entonces Bruno intento y Bruno consiguio, tal vez con demasiada facilidad, llevarselas a ambas a un hotelcito que cobraba por horas.
Bruno no quiso dar muchos detalles de la orgia en cuestion. A mi me importaba un carajo, pero los demas parecian decepcionados por ese mutismo contra natura.
- Dale Bruno, conta - decia uno.
- No te hagas rogar, hijo de puta - decia otro
- Dale, me imagino que no habras tenido problemas ¿no? - pinchaba un tercero.
El rumor daba vueltas desde los tiempos de la secundaria, desde una vez en que cierta pendeja se habia acostado con Bruno una vez para luego no darle mas ni la hora. Luego la amiga de una amiga de esta chica le habia contado a alguien que esa primera noche habia tenido la culpa de todo, y no habia dado mas detalles o si los dio se ve que me importaron demasiado poco como para recordarlos ahora. Bruno no podia dejar pasar esa chicana (porque sabia del rumor tanto como nosotros) y entonces a cuenta gotas comenzo a dar detalles, todos estereotipados, hasta que con alivio paso a contarnos que la sorpresa vino cuando, al terminar, las dominicanas le exigieron nada mas y nada menos que 200 dolares. Risas generalizadas o casi generalizadas. Luego la negativa de Bruno (pues si el Argentino puede elegir no pagar, nunca paga) y la segunda sorpresa, en la puerta de salida, materializada en un enorme mastin dominicano de casi dos metros, que nada sonriente exigio terminantemente los doscientos dolares por favor, caballero, usted sabe, ya estuvo con las chicas y las cosas se pueden poner complicadas si usted no me paga, muchas gracias y hasta pronto.
La ultima parte de la historia la escuche desde lejos, porque como se imaginaran yo me habia levantado del silloncito a la mitad de la historia, cuando todavia Bruno charlaba con las dominicanas en el parque .Bruno era un precoz pitocorto, y yo preferia que me cague una cabra antes que escuchar de vuelta una de sus interminables historias. Por lo demas, necesitaba tres cosas: Mear, Mas Vodka y de algun modo cambiar esa horrible cacofonia tropical. Mear fue facil, la casa tenia dos baños. El de arriba se usaba para manoseos y penetraciones, y el de abajo para lo de siempre. Mas Vodka fue facil. La mayoria de los maricones tomaba cerveza o vino, y encontre una Botella de Smirnoff casi sin tocar. El asunto de la musica me costo un poco mas. Hector dirigia la batuta en ese momento. Hector, un colombiano bajito y con cara de comechingon tropical, que habia llegado de Barranquilla hace tres meses, supuestamente a estudiar musica. Digo supuestamente porque en realidad lo unico que habia estudiado eran las conchitas de nuestras amigas argentinas. Aunque tambien habia estudiado nuestras bodegas. Nadie sabia exactamente que instrumento era el que tocaba. Tal vez nunca lo sabriamos. Como el leitmotiv de Hector parecia ser el de seguir siempre el norte de su pija, la estrategia para detener ese maremoto de salsa y merengue era marcarle a esa poronga un nuevo objetivo. Y el objetivo estaba por suerte en la mesita de al lado. Juliana, 20 años, estudiante de teatro o alguna mierda por el estilo, tambien Colombiana.
- Hector compadre, como va esa musica - le digo.
- Aqui - me dice el imbecil, por unica respuesta.
- Sabes, recien hace un rato Juliana me anduvo preguntando acerca de ti - le cuento como al pasar.
- mira tu - me responde el macaco - ¿y que le has dicho?
- que tenes la poronga del tamaño del obelisco - le contesto, poniendo una cara seria. El animal me mira y luego estalla en una risa grotesca, como de perro.
- Y bueno - dice - ahora ya me has hecho una fama. Cuidame un poco la musica, que voy a sacarla de errores.
- Ve sin cuidado - lo tranquilizo, y el comechingon sale disparado hacia su blanco, como si su miembro fuese un enorme dardo o un cohete teledirigido. Si realmente ese misil tenia el tamaño del obelisco, pobrecita de Juliana. En fin, la treta habia sido un exito y ahora mis oidos podian disfrutar de los grandes exitos de Jimmy Hendrix. Y estaba pensando que si cambiase el vodka infernal por un Whisky la fiesta podria tornarse casi humanamente tolerable, cuando el conocido olor a porro me saco de mis cavilaciones.
¿quen fumaba? Si tan solo no fuera algun tarado podria acercarme a pedir una pitada. Di dos sendas olfateadas y triangule con velocidad del rayo que el origen venia de la habitacion de al lado. Era una lastima dejar sola la computadora ahora que habia consegido algo de musica decente, pero la fisiologia tiene un poder asombroso, asi que decidi arriesgarme. Fui hasta el marco de la puerta y entonces vi que Camila era la que fumaba. Estaba sentada en una otomana (si, el dueño de casa tenia una otomana) charlando con otra chica, y entre sus dedos sostenia un bien nutrido porro.
"Perfecto" me dije, y como quien no quiere la cosa fui a saludarla. Camila era la chica de Fernandez. Yo la conocia desde hacia un tiempo y nos llevabamos no demasiado mal. De hecho, era una de las pocas personas en esa fiesta del culo con la que yo podia charlar media hora sin sentir ganas de pegarme un tiro o de pegarselo al otro.
- Camila, no sabia que venias - le dije sentandome en el suelo.
- ¿no lo vistes a Fran? - me pregunto, pasandome el porro. Buena chica, pense. Asi si.
- No, seguro me lo cruce y no lo vi - Menti. Fran era Francisco, Francisco Fernandez. Lo habia visto apenas llegado, y habia evitado cruzarmelo deliberadamente, porque fran era el chupapollas mas grande de toda la fiesta, un empleaducho lamebotas de tiempo completo. Supuestamente era "diseñador grafico", pero lo que era en realidad era un pelotudo diseñador de inmundos cartelitos del culo para vender Caldos y Sopas Knorr. Y como gastandole una broma al mundo entero, su maximo orgullo era justamente ese: trabajar para una "prestigiosa multinacional". Llevaba como trofeos los llaveritos, relojes, mochilas, luncheras, pendrives y demas paparruchadas que la empresa le regalaba, como si fuese, no se, un cruzado llevando la santa cruz. Fran amaba vestir con su ropa de oficina, y si uno iba un domingo a tocarle timbre, podia ser recibido en pantalon de vestir y camisa, un domingo...
De mas era decir que tambien en aquella fiesta estaba de zapatos y camisa, como si todo fuese una reunion empresarial, Fran estaba a dos cuartos de distancia, sosteniendo con una mano el iphone y con la otra un campari o alguna otra mariconada.
- No, no lo vi - volvi a decir, mas para mi que para Camila.
- Bueno - me dijo ella, sin interes. - Pasame. - agrego, y extendio la mano. Le devolvi el porro y me puse a seguir la charla entre las dos chicas. No recuerdo como se llamaba la otra imbecil, una morocha bajita pero nada fea, con facciones lobunas e inteligentes. Cada tanto me miraba de costado y hacia una expresion casi imperceptible, la muy puta. ¿que carajos queria decir esa expresion? No tenia ni idea, pero por alguna razon pensaba que nada bueno. En fin, que se fuese al carajo con sus expresiones y su chachara, mejor seria si se fuese a hacer cojer a otro lado y me dejase un rato solo con Camila que, por otro lado, tampoco estaba nada mal.
No, nada mal del todo. No es que fuese una belleza. De hecho, bien mirada, no era realmente linda. Flacucha y rubia, ojos marrones, ni siquiera verdes para llenar la fantasia aria - elfica. Pocas tetas, culo estandar. Tenia linda boca y el pelo terminaba en bucles. Eran los unicos rasgos de belleza que mi examen revelaba. No estaba bien, pero tampoco mal. Bien mirado, habia al menos tres cosas mas que tenia a favor: un porro en la mano, una actitud desganada o de fastidio, cosa que siempre me atraia en una mujer, y algo mas, importante: estaba sola, porque como si existiese un dios la morocha lobuna se levanto para ir a buscar quien sabe que o a quien.
A Camila no le caian bien la mayoria de los imbeciles de la fiesta. En eso eramos parecidos. Decididamente no le caian bien la mayoria de los amigos de Fernandez, tal vez porque eran una parva de imbeciles vulgares y pretenciosos, como el mismo Fernandez. ¿por que le caian tan mal estos tipos pero seguia en pareja con un tipo que en nada se distinguia de aquellos? Profundo misterio. O no tanto. Tal vez porque Camila podia ser desganada y aburrida, porque podia no ser brillante, pero tampoco era tonta. Tal vez porque Fernandez, imbecil y cuadrado como era, cobraba sus buenos 30 mil pesos mensuales, pagaba el departamento y los gastos, vacacionaba en el exterior y viajaba varias veces por año. Oh no, Camila no era ninguna caida del catre. Pensandolo bien, tal vez fuese el ser mas inteligente de la fiesta. Como yo y como todos, odiaba trabajar. Odiaba levantarse temprano, comer alguna porqueria y odiaba sobre todo a la gente amontonada. Desde el punto de vista estrategico, Camila había elegido hacer una sola cosa aburrida: Acostarse con un pelmazo una o a lo sumo dos veces por semana. Ese pelmazo trabajaba casi todo el dia, y no tenia que verle la cara mas que los fines de semana. A cambio de ese pequeño sacrificio, Camila tenia todo el dia para lo que fuese que le gustase hacer. Mientras la miraba pensé esto, y casi tuve ganas de felicitarla.
Volviendo a la fiesta, supongo que a los amigos de Fernandez tampoco les gustaba Camila. A "Fran" esto no le importaba y por ello en las fiestas, cuando se separaban, Camila terminaba siempre asi, charlando con alguna estupida de turno, en un rinconcito, fumando. Era casi fatal que en algun momento terminasemos los dos en un rincon. Y de seguro nadie iba a venir a romper las pelotas, acostumbrados como estaban a que desaparezcamos de las charlas.
Mientras charlabamos quien sabe de que cosa, yo pensaba que habia algo mas, algun otro atractivo oculto que me hacia permanecer escuchando a esa escoba con patas, algo que me mantenia clavado en esa charla insustancial, cuando de repente me di cuenta de lo que era: Yo le gustaba. Si, claramente que le gustaba. Ella no me gustaba para nada, pero era la novia de Fernandez, y eso era algo. Fernandez era, no hace falta decirlo, un cornudo redomado. Es logico y hasta necesario que alguien que dedica su vida a imaginar como vender cubitos y procesados para sopas incube una potencial y casi infinita cornamenta. Casi que se lo tenia merecido, era justo. Camila no era santa de mi devocion, y a ciencia cierta era una idiota, pero nadie se merece estar confinado a la sexualidad de un vendedor de calditos. ¿quien podia culparla? Pensar en la cara de Fernandez el dia que se enterase o en un cartel de sopas instantaneas fue suficiente para determinarme: esa noche me iba a cojer a Camila, oh si. Me la iba a cojer como el imbecil de Bruno a sus dominicanas: en un hotelucho barato, no de Manhattan, no; De Balvanera. Iba a ser en un hotelucho de balvanera o no iba a ser. Y despues, en la proxima fiesta, cuando Martin o Esteban o el mismisimo Bruno o, quieran los dioses, Fran, me insten a que cuente algo, voy a poder narrarles como yo, Sebastian - Belerofonte, arremeti por culo a una rubiecita, algo flacucha si, pero fiera como un electron, que conoci una noche en una fiesta aburridisima.
- Tengo otro porro en el bolso - dijo Camila.
- Bien - respondi.
- ¿me acompañas a fumar afuera? - me pregunto, y sin esperar respuesta agarro la cartera y salio hacia la puerta. Levante la cabeza y ubique a Fernandez. Estaba en la otra habitacion, de espaldas a nosotros. Llevaba una conversacion, no me imagino de que, pero era muy divertida, pues el grupito reia. Seguro que no era sobre cubitos saborizantes.

3 comentarios:

Jora dijo...

El gancho del texto al compartirlo debería ser "dejaré esto por algún lugar de Palermo Hollywood..."

Para mi el final está bien así, aunque confía en tu buen gusto para hacer una segunda parte. Yo plantearía que la segunda parte pueda ser leída independientemente de la primera, pero es solo una idea.

Claro, encuentro varios paralelismos en cuanto a la actitud en las fiestas que para uno son aburridas, que probablemente para mayorías no lo sean. Me cuesta pensar que los pibes gran cogedores se aburren en esas fiestas...
Veo el relato como una gran referencia a las hipocresías al construír una imagen heróica de uno mismo, y darle tanto valor. ¿Qué necesidad de andar contando tales aventuras, sean o no verdaderas? Uno puede contar muchas aventuras, cosas graciosas, pero la clave está en seleccionar las aventuras, o la forma de contarlas, para que uno sea el héroe, el langa, el piola.

Esa Camila no es mi tipo pero la verdad que parece estimulante en contribuír a la cornamenta de un vendedor de cubitos saborizados para sopas.

Pero el relato empieza con la tendencia a hacer lo que no nos interesa. ¿A qué respondemos cuando lo hacemos? Puede ser la idea de lo socialmente correcto, o algún remordimiento medio extraño. ¿Será posible que obre una tendencia mazoquista que busca el placer en, o después de la agonía? ¿Tiene relación con la necesidad que a veces se tiene de ver y oler la mierda del centro de Once a la madrugada? Esto claramente no es una metáfora, ja!

También creo que hay una relación entre los relatos y la escapada con Camila. Mientras que los muchachos se quedan en la fiesta fanfarroneando de aventuras dudosas o sobreactuadas, el "héroe" se dirige a materializar una aventura con una mina que de alguna forma es la novia de todos los que están adentro. Entonces me quedo pensando en el inicio y el fin del relato. Empieza hablando de lo que se hace sin deseo de hacerlo. ¿El final también es una liberación o contraataque de la "mala decisión" o es otra acción más que se hace sin querer hacerla?

Sebastian P. dijo...

Digamos que Camila es de lo menos aburrida en la fiesta, pero solo porque se dedica a tener aventuras que no cuenta, en vez de a contar aventuras que no tiene. Aunque dudo que ella las vea como "aventuras", porque "aventuras" implica ya ese aire de narrativa. Lo interesante es que ambos huyen de la fiesta porque no quieren estar ahi.
Creo que la metafora de la historia, si tiene una, es que hacemos cosas que no queremos hacer para salir de lugares o situaciones en las que no queremos estar. El texto abre con esa pregunta, como vos decis, y termina con esa respuesta. El prota dice en reiteradas ocasiones que no tiene interes real en Camila, y obra mas movido por una repugnancia de la situacion que por otra cosa.
Creo que la accion del final es una accion que se realiza sin querer... sin querer pero queriendo, je. Esa es la otra cosa sobre la que va el texto, ese "masoquismo" del que hablas, que mas que masoquismo es la complejidad del ser humano, o la lucha del ideal contra la realidad.
A su vez, el prota, al escaparse con una mina mediopelo, demuestra o prueba la verdadera naturaleza de esas "aventuras", pero sin su ficcionalizacion. A eso apunta la segunda parte del texto, creo...

Sebastian P. dijo...

PD: Siguiendo con las fiestas, desarrolle la etica contraria en un poemilla mediopelo:

http://alsosprachsebastian.blogspot.com.ar/2017/04/mistica-para-fiestas.html