22 abr 2017

Cronica de la fiesta aburrida (continuacion)

Cuando sali afuera, Camila ya estaba fumando.
- Que maleducada sos - le dije - empezas sola.
- el porro es mio - me explico. Dio un par de pitadas y me paso el cigarrillo. Di mis chupadas correspondientes y se lo devolvi. Asi estuvimos cinco minutos. Y luego cinco mas. Me sentia casi idiota parado en la vereda, sin hacer otra cosa que fumar. Se escuchaba la musica del interior de la fiesta. Mierda de Dios: alguien habia vuelto a poner musica tropical, cumbia esta vez. O bien otro macaco habia tomado la posta o bien Juliana no era tan idiota como yo pensaba.
- Vamos a caminar - le dije de improviso - Odio esta musica del carajo.
- Vamos - me secundo ella, y dejandose arrastrar del brazo me siguio por la vereda oscura. Caminamos un buen rato por las calles aledañas, casi sin mediar palabra. Por suerte el bolso de Camila tenia no solo un porro, sino un veinticinco casi entero. Casi llegando a Avenida Cabildo hicimos una parada estrategica para armar el que era el tercer cigarrillo de la noche.
- ¿y ahora? - me pregunto, con media cara en la sombra y la otra mitad iluminada por el encendedor que chasqueaba. -¿volvemos?
- No - le dije - No volvemos. Vamos.
- ¿adonde?
- a Nueva York - le dije sonriente. Mas precisamente a Manhattan. Camila sonrio, no se si captando mi ironia o sencillamente porque era imbecil y la sonrisa es la manera mas sencilla de disimular la falta de entendimiento.
- ¿mney que hay alla? - me pregunto mientras, con el cigarrillo en la boca intentaba aun que el condenado encendedor mantuviese una ereccion flamigera de algunos segundos.
- Un hotelucho muy lindo a pocas cuadras de central park que quiero que conozcas - le revele - No te hagas drama, yo pago pasajes y estadia-. Camila se saco el cigarrillo de la boca y me miro entre indignada e incredula.
- ¿me harias el grandisimo favor de ayudarme a prender esta mierda? ¿no ves que estoy hace 5 minutos con este viento?.
Reconociendo mi error, me acerce y, segun indica el manual, hice una pared antiviento con mis manos. El cigarro prendio por fin y seguimos caminando, esta vez hasta Cabildo y Juramento.
- ¿y aca? - me interrogo. Habia que continuar con el juego.
- Aca tomamos el Vuelo - le dije. y agregue - Metele con eso, que no se puede fumar a bordo.
Llegamos a Manhattan - Balvanera casi una hora despues. El resplandeciente colectivo 41, sol nocturno de la ciudad de Buenos Aires, nos dejo nada mas y nada menos que casi enfrente de la Plaza Once. Era claro que Camila no esperaba un verdadero Central Park, pero tampoco se esperaba esto. Aplico entonces una consabida cara de culo y preocupacion que yo ya le habia visto una o dos veces en alguna fiesta.
- ¿ que pasa, algun problema? - le digo, sondeandola.
- Nada, que no me gusta esta zona- me responde colgandose de mi brazo - No iras a hacer alguna idiotez, ¿no?
- Para nada - la tranquilice - Al igual que tu maridito, soy un ser completamente racional. Si vieras que hasta hice reservaciones en la suite- Pronuncie lo de "tu maridito" con un impecable tono de sorna.
- Ya veo - dijo clavando en mi un par de ojos frios. Esos ojos decian "andate al carajo", eran un andate al carajo 100%. Pero seguia colgada de mi brazo. Me gusto la contradiccion. Le pase el brazo libre por la cintura y le di un beso. Para mi sorpresa, respondio bastante bien. Que carajos, casi me olvidaba de que Fernandez era un cornudo redomado. La aprete mas contra mi y mi brazo paso de la cintura al culo. Bueno, pense, esto no esta tan mal despues de todo. Me gustaba esa pasividad imbecil que tenia, como si no le importase estar ahi, entre mi pija y el poste de luz. ¿quien sabe? Tal vez realmente no le importaba. ¿por que deberia importarle? Todo lo demas era una enorme carga de mierda, que habia que llevar por un enorme rio de orina. Yo no lo llevaba. Ella no lo llevaba, y estaba bien. Por lo que era a mi, me daba igual. Solo me arrepentia de no haberme traido conmigo una botella de algo, de lo que fuese: Sabia que en mi hotelucho no iba a conseguir ningun alcohol decente. La solte de repente y arrastrandola del brazo fui directo hacia el hotel, que en cuestion quedaba a cuadra y media de plaza once. Mientras caminabamos entre cartones y gente muriendose de hambre, la mire de reojo. Parecia intranquila.
- ¿ que pasa, en serio queres volver a la fiesta? - le pregunte sin parar de caminar.
- ¿ no es mas facil ir a tu casa? - pregunto ella.
- Odio mi casa, es un verdadero culo. Estoy ahi todos los dias, imaginate. ¿no queres mejor ir a la tuya? - Claro que era del todo imposible, asi que no hubo respuesta.
El hotelucho en cuestion era una vieja pension a la que se accedia por una escalera polvorienta. El cartel de entrada rezaba ridiculamente "hotel familiar". Un cartel mas chiquito publicitaba: "habitaciones por noche". Camila se agarro de mi brazo en una aceptable imitacion de la prostituta parisina, y subimos. Por suerte el recepcionista nocturno era practicamente un retrasado mental, por lo cual nos salteamos presentar documentos y hasta nos dimos el gusto de firmar con nombres falsos. O al menos yo si. Camila solo cambio su apellido, cosa estupidisima segun le dije, ya que Fernandez jamas visitaria un hotelucho como aquel; Aunque, pensandolo bien, quien sabe.
Nos dieron un cuarto casi en la punta del "complejo". Vale decir que las habitaciones no eran sino subdivisiones de lo que en otro tiempo debe haber sido un viejo y respetable caceron. Las paredes eran de durlock y las divisiones eran azas improvisadas. Por suerte a Camila se le habia pasado su remilgo inicial, y a mi me importaba un carajo que nos escuchasen. El porro que nos fumamos en la habitacion me habia dejado en un placentero estado de somnolencia. Tenia un blues ridiculo sonando en mi cabeza, solo en mi cabeza, y casi le habia perdido el hilo a mi supuesta venganza o victoria pirrica. De repente no me importaba porque habia llegado hasta ahi. Habia abierto una ventana, y en algun momento me habia sacado la campera y la remera y, apoyado en el marco de la ventana, me fumaba yo solo lo que quedaba del cigarrillo.
¿Y Camila? ¿donde estaba? Seguramente en el baño, o verificando la cama, o mirandome estupidamente. Tal vez habia muerto. Si, a lo mejor un paro fulminante habia terminado con su aburrimiento a prueba de balas. Hubiera sido lo mejor. Si Dios en persona se me hubiese presentado, le hubiese pedido que me la cambiase por una botella de Jack Daniels, lo juro. Pero dios no se manifesto, ni el ni ninguno de sus alcahuetes, y entonces en algun momento Camila se me acerco y comenzo a acariciarme primero la espalda, despues el cuello, y finalmente la pija, que era lo que tenia que haber hecho en primer lugar. Yo me mantuve en una inmovilidad estoica, con los ojos fijos en la calle de abajo. Abajo ocurrian cosas realmente interesantes. Dos pibes golpeaban salvajemente a un tercero. Primero a mano limpia, los tres trenzandose furiosamente, como dragones o cometas, a puñetazo limpio en la cara. No habia tecnica, no habia defensa, era fuerza bruta contra fuerza bruta. Lamentablemente no duro mucho. Los dos que peleaban en equipo, aunque bastante borrachos, derribaron en poco tiempo al solitario, no menos borracho que ellos. Cayo y se levanto casi al instante, pero no lo suficientemente rapido para evitar una puntinazo en plena cara, seguido por toda una lluvia de codazos y coscorrones, a los cuales contrataco como pudo, pero ya un gancho de izquierda de uno de los otros lo volvia a tender en el asfalto. Se levanto una o dos veces mas. Esa ultima vez quedo tendido unos segundos, segundos fatales, que alcanzaron para que los atacantes pasasen a las patadas y a los botellazos. Es increible la cantidad de daño que puede recibir un cuerpo enfurecido antes de quedar completamente hecho polvo. Este recibio bastante, incluso cuando estaba ya realmente acabado, le siguieron dando un buen rato. Claro que todo esto ocurrio rapidisimo, digamos en 5 o 7 minutos. Fue en mi conciencia donde el hecho se dilato. A pocos metros, las sirenas mudas de la policia, rojiazules, le daban a toda la situacion un aire circense, carnavalesco. Los policias fumaban o dormitaban dentro de sus moviles. No se iban a mover por dos pobres matando a un tercero. En esto pensaba cuando el porro se apago, casi consumido y ahogado por una inoportuna semilla.
Entonces me resigne a darme vuelta y ahi estaba Camila, pocas tetas, culo estandar, desnuda sobre la cama, con las cabeza sobre la almohada, las piernas un poco abiertas, mirando quien sabe que mierda en la ridicula television muda y en miniatura. La mire a los ojos y ella me miro tambien. ¿que transmitia esa mirada? No me lo pregunte mucho. No valia la pena. Probablemente no transmitia nada y, si transmitia algo, seguramente era una idiotez. Yo habia tomado y fumado lo suficiente como para calentarme con cualquier hembra del conurbano, con tal de que fuese joven y estuviera desnuda. Camila cumplia ambas consignas. Me saque el pantalon y tambien las medias, y cuando me subi a la cama note que aun tenia el calzoncillo. Mientras me lo sacaba pense que si no fuese por Fernandez y sus ridiculos calditos, seguramente me hubiese ido a dormir en ese mismo momento.
Bruscamente me monte sobre ella. Tenia el cuerpo bastante caliente, y mecanicamente me monte sobre ella y comenze a darle, primero despacio, en embestidas largas y despectivas, y luego mecanicamente, presa de un sentimiento euforico. Le estaba dando a lo perro. Los perros sabian lo que era bueno, y yo tambien. Camila no hacia nada de presion, me dejaba entrar y salir a mi gusto. Esa pasividad me volvia loco. Tenia sinceras ganas de pegarle un bife, un sendo cachetazo. y se lo di. Uno con cada mano, pero en el culo. Mientras estaba en eso, tuve una revelacion, una idea me cruzo la mente como un rayo o un dolor de muelas. Le saque la picha de un salto y, poniendole las manos en los hombros, la obligue a darse vuelta. Una vez quedo boca abajo, bueno, sencillamente hice lo mismo que venia haciendo. La monte desde atras, gran cosa. La unica diferencia era que ahora la sostenia de los pelos. Ese pelo rubio era realmente lindo, con sus bucles y todo. Era como cabalgar algun tipo de equino. Una yegua aburrida y mal alimentada, pero una yegua la fin. Una cabalgata es una cabalgata. Y mientras resoplaba, entrando y saliendo, tuve un ataque de risa, o casi. Camila ahora se movia de verdad. Era hora, algun dia tenias que salir de esa pasividad de estrellita de mar.
- ¿Sabes, sabes quien soy? - le pregunte mientras jadeaba. Camila seguia moviendose ritmicamente. Supongo que era demasiado estupida para contestar. No me importo, realmente no esperaba una respuesta.
- Soy Holden Caulfield - le dije soltando una risita. - Holden Caulfield, puta. ¿Escuchaste? ¡Hol - den - Caul - field! -. Se lo repeti varias veces, casi a los gritos. Se lo repeti hasta que no pude mas. En algun momento me desplome sobre la cama. Camila no dijo nada, quizas porque estaba mas fumada que yo. Quizas porque le importaban un carajo mis mierdas literarias. Y tenia toda la razon.
Despues de todo, no eran gran cosa.




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