26 jun 2019

Neutro

Me encanta el color gris. Todos mis amigos y familiares lo saben. Es mas que un gusto estetico o una preferencia. Es una cromatofilia. Podria definirla como una preferencia totalmente irracional por esa magica mezcla de blanco y negro, por esa hermosa monotonía del tono, por esa aura aristocratica  contenida en el arco cromatico entre la nulidad y la plenitud.

Por extension, tengo un amor incondicional por todas las cosas grises: Cementerios, nichos, carreteras, el microcentro porteño, dias nublados y lluviosos, fotografias y peliculas antiguas. Tambien amo el humo y las cenizas, las nubles bajas y opresivas, y por supuesto la niebla. Todos mis trajes son grises, y tambien mis medias en su gran parte (tengo ademas negras y verde oscuras). Incluso tengo guantes grises. Como es dificil encontrar pintura gris para interiores, pinto las paredes de blanco y ilumino todo poco y mal. Si de mi dependiera la elección, habría creado el mundo en pura escala de grises. No veo la hora de llegar a viejo (me caen bien los ancianos) para poder lucir una hermosa y plateada cabellera. Jamas pinto las cosas de plomo y amo las relucientes superficies del acero.

Siempre tuve la esperanza de que, en el futuro, alguna tecnologia ocular u operacion medica me permitiese esto ultimo. Dicen que los perros y gatos ven en blanco y negro (horrorosa expresion, cuando puede decirse "en gris"). Si es asi, los envidio terriblemente. Es sin duda la mejor manera de ver. ¿Para que sirven, despues de todo, los colores? ¿para que todo ese verde y amarillo y rojo y violeta y los demás miembros de esa familia de molestos pacotilleros? ¡Yo acabaria con todos los colores!

Cuando le dije esto a alguien, me contesto que tambien deberia entonces eliminar el gris. ¡Pobre idiota, que supone que el gris es un color! Pues no. No lo es en absoluto. De hecho, si dividiesemos la realidad en las categorias metafisicas de sustancia y accidente, entonces todos los colores quedarian, naturalmente y siguiendo a Aristoteles, del lado de los accidentes. Pero el gris quedaria del lado de la substancia porque, en el fondo, verdaderamente, todas las cosas son grises en si mismas. Ver gris la verde lagartija. Ver gris el rojizo atardecer, ver gris el llameante fuego. ¡que no daria yo por esa vision de la verdad! El mundo de las ideas es monocromatico.

Como abogado del diablo, tengo que protestar contra las horribles asociaciones que normalmente se asocian con los gris: tristeza, aburrimiento, falta de sentido, nihilismo (mi ex psicologo me dijo una vez que mi cromatofilia era seguramente algun tipo de necrofilia sublimada y yo, como es natural, lo mande a volar), mediania, indecision, amoralidad, todas las facetas de la melancolia.

Ante esto, puedo y debo efectuar una poderosa defensa. Para empezar, gris es la materia del cerebro, organo del pensamiento y la razon. La expresion "materia gris" revela, quizas como ninguna otra, la naturaleza sustancial del gris. El gris es la forma visible de la sobriedad, de la templanza, de la epicurea sabiduria. Es la sabia aceptacion de la mortalidad y el esceptico rechazo a los papelitos de colores de la metafisica y la religion. Es el simbolo del progreso de la razon, cuyo simbolo mas palpable y patente es la maquina, reina de nuestro siglo. Grises son los animales mas grandes y sabios: El elefante sobre la tierra, la ballena bajo el mar. Gris es la soledad y la reflexion que inevitablemente, tarde o temprano, viene con ella. Gris es la noble plata de cascos y armaduras, y tambien grises son las joyas de los druidas. ¿Acaso no es gris la piedra que, apilada sobre su hermana, constituye el monumento que sobrevive a las miseras vidas de sus constructores? ¿Acaso no eran grises las columnas de Xanadu y los muros de Constantinopla? El objeto de contremplacion mas viejo del mundo, la Luna, tiene de gris pintada su heraldica figura. Gris es la apatia por todas las vanidades terrenales y celestiales. Si la realidad tuviese una percha sobre la que se monta, esta percha seria gris.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, es obvio que me enamorase instantaneamente de la chica de los ojos grises. Naturalmente, fue amor a primera vista. Una vez lei, no recuerdo donde, que cuando nacen, todos los crios tienen los ojos grises. Esto, que sin duda se fundamenta en una serie de complicadas y aburridas explicaciones cientificas, tiene para mi una explicacion metafisica mucho mas simple: nacen con ojos grises porque todavia no estan corrompidos por el mundo terrenal.
La chica de ojos grises, entonces, se mantenia impoluta, pura como una santa. Sus lunas en miniaturas eran de un gris plata del mas puro tono. No tenian ni asomo de esos reflejos pardos o marrones que estropean tantos ojos. El suyo era un gris puro, sustancial y profundo, sin el minimo asomo de mixtura. Mirarlos brindaban el enorme placer de sentir con la mano un cuerpo perfectamente esferico y pulido, o de ver un lago en perfecta calma. También el sentimiento de satisfaccion de contemplar una pared perfectamente pintada o de ver dos cuerpos en perfecto alineamiento. Era algo magico, magnetico, enloquecedor.

Por supuesto, lo del amor a primera vista fue solo en una direccion. De la mia a la suya. Ella, que seguramente veia el mundo a traves de sus ojos de ceniza, no podia ver en mi mas que a otro ser perfectamente monocromatico. Indeciblemente bello pero, desgraciadamente para mi, en nada diferente a todos los demas. Me costo un tiempo entenderlo, pero ahora se que si nunca me amo verdaderamente, fue porque el amor era casi imposible para ella. Si yo viese todo en gris, tampoco podria dedicarme exclusivamente a nada en particular.

Pese a esto, conseguimos salir un tiempo. Fue luego de ser su admirador por meses, por años enteros. Mi insistencia, mi cortejo sin fin, dio sus frutos el mas nublado y neblinoso de los dias de invierno. Recuerdo nuestro unico invierno como si fuese la primavera de mi vida (por lo general todos mis inviernos son mis primaveras). Recorrimos las calles de Londres y Buenos Aires. Tuvimos paseos bajo la luna y sobre la nieve. Nuestra felicidad era la mas inmensa de las monotonias. Confieso que soñe que llegariamos a viejos. Entonces podria ver, junto al lago de sus ojos, un hermoso valle plateado. Hubiera sido perfecto, mas no lo fue.

Se termino un dia horrendo de verano, con un inmenso sol anaranjado y un cielo de un azul infinito. Ella se iba. Viajaba al Norte, en busqueda de otros horizontes, de otros colores, de otros lenguajes. Yo me quedaba aqui, en Buenos Aires, entre los edificios y los faroles. Nunca he podido salir de la ciudad, abandonar el cemento y el asfalto, y los cielos encapotados de la ciudad, su aura increiblemente gris, seria imposible para mi. Senti enormemente su partida, la cual por mucho tiempo considere una traición, una deserción. Ella me lo dijo, me lo habia dicho: este ambiente la sofocaba, la petrificaba. Necesitaba vida, color, movimiento. Color. Uso expresamente esa palabra. Una parte de mi la supo irremediablemente perdida, y mientras que la otra la imaginaba todavia entre la niebla, la otra la sabia bajo el sol en un verde prado, probablemente con los ojos de un tono verdoso amarillento. Y hasta aqui puedo seguirla con mi torturada imaginacion, la cual nunca se atreve a ir mas alla.

Desde ese día estoy solo. No he vuelto a encontrarme con otra chica de ojos grises y, pensándolo bien,  es muy dificil que vuelva a tener tanta suerte. Después de todo, solo el 3% de la población mundial tiene ojos grises.

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