17 oct 2019

Viaje

Día lluvioso. Esperaba el colectivo en una larga cola que me parecía infinita. ¿acaso había hecho otra cosa que esperar el colectivo? Me parecía que no; Me parecía, en ese momento, que llevaba esperando el colectivo toda mi perra vida.
Pensaba esto y, de repente, el colectivo apareció. Sin dudas, la lógica del sueño. Apenas un segundo antes, estaba seguro que debería esperar el colectivo en esa prisión de lluvia y viento por el resto de mis días y, en cambio, apenas un segundo después, la cola se movía lenta pero sin cesar hacia la puerta del coche.
Cuando estuve a punto de subir, vi el cartel que indicaba el ramal. Era un cartelito cuadrado, ubicado a la izquierda del vidrio delantero del vehículo. Sobre un fondo amarillo, decía en grandes letras rojas:

 San Miguel
Por Av. Campos
Hasta C. Paz

Cuando leí el cartel, algo cedio dentro mio. Un peso. San Miguel, Campos, Paz. Clavado en el sitio, me mantuve mirando el cartel mientras sentia que dentro mio nadaba un cardumen. El cardumen iba y venia, virando bruscamente a la izquierda y a la derecha en un mar azul oscuro. Yo sentia que de un momento a otro el cardumen tomaria una forma clara y precisa que me revelaria el secreto pero, justo cuando estaba por succeder, recibi un pequeño empujon a mis espaldas: Estaba interrumpiendo el flujo de la fila. Mire a mis espaldas y la sensacion de estar soñando volvio con mas fuerza. Una fila que se perdia entre la niebla esperaba detras mio. Tenia que elegir entre subirme o hacerme a un lado. Elegir subir.

San Miguel, Av. Campos, C. Paz. ¿que habia en todo aquello? Sin duda que percibia algo como una figura, cierta conexion insidiosa, una historia que nacia o terminaba, cierto recorrido narrativo que estaba enunciado en aquellas palabras: Miguel, Campos, Paz.

Ya sentado, y despues de atravesar innumerables avenidas (ya estabamos fuera de la ciudad, en un area rural, y la ruta del ramal parecia no tener fin) comprendi de que se trataba. Miguel, Campos, Paz. Ahora se me antojaba clarisimo: Miguel, campos, Paz.

Miguel. ¿Quien era? ¿acaso podía ser otro que aquel que los árabes conocieron como Mikaiyah, y cuyo nombre significa, sea en el idioma que sea, ¿quien como dios?. San Miguel Arcangel, comandante supremo de los ejercitos celestiales segun las tres grandes religiones occidentales. Miguel, el guerrero celestial, la mayor inteligencia militar creada por dios. Mientras atravesabamos callejuelas encharcadas podia ver la figura del arcangel, vistiendo una armadura romana, irguiendose sobre sus poderosas alas de aguila, armado con la lanza en la diestra y la espada llameante en la siniestra, arrojando al abismo a Lucifer y a sus setenta y siete legiones. Sin duda influido por Milton, me representaba, transportado, a millares de angeles, a un verdadero enjambre de querubines, arcangeles y serafines, peleando contra unas pocas legiones de angeles que, si bien muy poderosos, eran forzados a retroceder en un espacio infinito.

Campos. Miguel, campos. ¿que campos? La imagineria Miltoniana me devolvio la respuesta con una logica similar a la que nos lleva a pensar que dos mas dos son cuatro, porque los campos no podian ser otros que los Campos Eliseos, la paradisiaca pradera celestial guardada por el rayo en donde reina el Astro. La imagen, tan clara y nitida como en un grabado del siglo XVII, parecia confirmada por las verdes praderas por las que ahora avanzabamos en linea recta. En algun momento - no tenia idea cuando, pues pensando estas cosas habia perdido la nocion del tiempo de una forma pasmosa - habiamos abandonado la desagradable zona rural para pasar a un paraje de campo abierto. El cielo se habia despejado y, aunque todavia se divisaban nubarrones grises aqui y alla, estas eran atravesadas por calidos rayos de sol.

Campos, los campos eliseos. ¿acaso no era de alli de donde habian expulsado al dragon? Solo los justos podian llegar a el, solo los virtuosos podian permanecer. Aquella limpieza y aquella guerra, ¿no habian contribuido a hacer paraiso al paraiso? Porque, pense, un paraiso solamente es paraiso si se lo mantiene constantemente libre de los infiernos que sin parar surgen en el.

Y despues, al final, Paz. Pax, Ataraxia, Sofrosine; Es decir, cese de la guerra, final del juego, alto al fuego. Acuerdo querido o impuesto para acabar con aquel estado, el fuego, el mar, el cardumen, la tension entre fuerzas que Heraclito concebia como el estado propio de la vida. Pero la paz solo podia lograrse si se llevaba la guerra hasta el final, si se extinguia una de los polos en contraste. Solo si se expulsa al dragon podemos hablar de paraiso.

¿adonde estabamos? ¿acaso podia ver algo? ¿que habia sido del colectivo, que habia sido del cardumen? No podia distinguir nada, ni luz ni oscuridad, ni sentir lo que hasta hacia poco - ¿pero cuanto, segundos, dias, siglos? - estaba seguro que habia sido mi propio cuerpo.

¿Soñaba? ¿acaso era este resplandor ambarino que yo era o en el que estaba alguna especie de sueño? ¿seguia entonces, roncando, en el colectivo? ¿ o antes habia soñado el colectivo y el cartel y los rios y la pradera, y ahora estaba despertando o ya habia despertado del todo?

Poco a poco, sin colores, sin sonidos, sin arriba ni abajo, y siquiera sin moverme, comence a tener la sensacion de estar acelerando - pero no era un movimiento externo sino interno, como una llama que se quema - a una velocidad cosmica, terrible, vertiginosa. San Miguel, Campos, Paz. Supe que en ese mismo momento todo habria de definirse y, entonces, pensé en una cuarta palabra.

Luana. ¿Luana? Si, Luana. Luana o algo parecido. Bien podría haber sido Luciana o Lucia Ana o ¿por que no? Ana o Lana o Luna o Lina o ninguno de aquellos nombres, pero si - sin dudas - una chica de pelo corto y negro con la cual yo habia saltado.

¿saltado? ¿a donde? ¿a donde fue que saltamos, y para que? Ridiculo querer preguntarmelo cuando ya sabia la respuesta. Habiamos saltado, juntos, para caer. Habia sido el salto y como una alarma silenciosa sonando en todo el cuerpo, y luego algo asi como un borron y algo parecido - pero no igual - a esta sensacion de estar viajando cada vez mas rapido, mas rapido, mas rapido. Luana y ahora soy una luz, una mancha, un borron, una linea que es tan solo esta conciencia, este hilo que dice Luana, que dice Salto, que dice Muerte y que dice Para que.

Habiamos saltado. O al menos yo lo habia hecho. ¿lo habia hecho ella? Creia que si, pero no habia forma de saberlo. Yo estaba ahi, entonces habia saltado. ¿pero ella? Me gustaria poder mirar alrededor, poder explorar mis costados (si los tuviera) para distraerme con la posibilidad encontrarla aqui o alla.

Pero no; Se que miento. Miguel, Campos, Pax. Luana no existe. Jamas existio y... aunque haya existido, no existe ahora. Mi viaje continua y se que cuando salga - porque saldre tarde o temprano de este tunel de nada, de este huevo ambar en donde soy y estoy y me retuerzo para nacer - vere el paraiso o vere al dragon.

1 comentario:

Jora dijo...

Vengo a traer luz a tu oscuridad…

“Luana” es el nombre de la hija de Ester, es la que en muchas ocasiones, o al menos en “nuestros años dorados”, nos entregaba y o cobraba los sanguches. Luana podría ser a Ester como Perséfone a Démeter, pero con sanguches de milanesa en lugar de primavera, o “cual primavera”.
Nuestros años dorados y la primavera, un paraíso en esta tierra, cristalizados en sanguches de milanesa y Luana como una ninfa o divinidad dadora de la ambrosía. Por que respetamos la gracia de las “divinidades reinas”, pero preferimos interactuar con las “divinidades ninfas”.
En resumen, no hay paraísos sin sanguches de milanesa, y si son de Ester, y si son dispensados por Luana, mejor!