Santos Tala
Cuando Martina no volvio a casa esa noche, Alejandra salio a buscarla. Fue e Hizo el camino desde la casa a la plaza donde supuestamente su hija le habia dicho, apenas hacia unas horas, ese mismo mediodia, que iba a ir a jugar con sus amigos. Llego a la plaza en cinco minutos, apenas algunas largas cuadras de tierra separaban la casa y la plaza. Con horror la encontro desierta. El propio horror la asusto. Estaba exagerando. Podia estar en la otra plazita, a veces iban de una a otra, pensaba mientras iba camino hacia alla y no habia tenido tiempo de tranquilizarse con esta idea cuando tambien la plazita estaba vacia. Sin Martina y sin ningun otro chico. Tenia sentido. Eran las nueve y media, casi las diez de la noche y todos los chicos del pueblo deberian estar en sus casas cenando con sus familias o a punto de. Volvio a su casa con la esperanza de encontrarla ya alli, riendose y comentando alguna diablura sobre como se habia escondido a proposito, sobre como la habia visto pasar ida y vuelta mientras se reia tapandose la boca. Las luces apagadas de la casa, la puerta cerrada tal como la habia dejado, le desvanecieron incluso esa esperanza.
Todavia tenia que revisar las casas de los demas chicos, pero la paranoia ya empezaba a ganarle. Habia algo en la soledad de la calle, algo en lo pesado del aire, que le traia oscuras premoniciones. ¿por que la habia dejado estar en la calle hasta tan tarde? ¿por que no la habia buscado antes? Pero no, se dijo mientras volvia a salir por la puerta, esta vez sin cerrarla. No, no habia que perder la cabeza. Era lo normal. Era verano y los dias eran larguisimos. Ya sin escuela, en ese periodo atemporal y extensissimo llamado "vacaciones" los chicos salian disparados despues de desayunar y volvian con los ultimos rayos de sol, algunos incluso despues. Y otros no volvian nunca mas, penso. Pero inmediatamente aparto con furia la idea. Tenia que dejarse de tonterias.
Cuando llego a la casa de Esteban, la atendieron en la puerta. Alejandra se sorprendio de que Mariela, la madre de Esteban, no la invitara a pasar. Le dijo que Esteban ya se habia acostado. Alejandra le dijo sin rodeos que estaba buscando a Martina. Mariela dijo que la esperara, que si no se habia dormido iba a ver si su hijo sabia algo. Lo dijo con desgano, casi por cortesia. ¿que iba a saber su nene de una nena que no esta, que no aparece? Volvio a los cinco minutos a decirle que no sabian nada, que cada uno habia vuelto de la plaza por su cuenta. Que Esteban se habia ido antes, y que por lo tanto siguiera buscando.
Y en cada casa que fue le dijieron lo mismo o algo parecido: que no sabian, que Martina se habia quedado en la plaza hasta el final. Que cada chico se habia ido antes, y que entonces no sabian, no la podian ayudar. En ninguna casa habia estado mas de cinco minutos, en ninguna casa le habian ofrecido un vaso de agua, en ninguna casa la habian invitado a cruzar el umbral.
Quizas fue por ese rechazo, por ese instintivo rechazo que habia sentido en sus vecinos que, cuando la vio a Emilia - la nena mas chica del grupo, de apenas 7 años, comiendo un helado sentada en la tranquera de su casa, empezo a correr y la agarro antes de que pudiera bajarse y entrar a la casa. Casi sin darse cuenta la atenazo por los hombros, ejerciendole inconcientemente una fuerza que le hizo a la pobre Emilia fruncir la boca en ese gesto tan caracteristico que precede al llanto.
- Calmate - dijo Alejandra mientras respiraba entrecortadamente, repentinamente presa de una furia que no sabia hacia quien dirigir. Ella tambien tenia que calmarse y pensar lo que iba a decir.
- Emilia - le dijo, mirandola a los ojos - Decime que le paso a Martu, decime que le paso. Porque algo paso y vos me vas a decir que, ¿no?-. Alejandra sabia que esa tactica funcionaba en los chicos. Cuando queria saber si Martina habia comido postre antes de cenar, nunca le preguntaba si habia comido o no, sino cuantas porciones. De alguna forma eso les facilitaba las cosas. Pero Emilia no decia nada.
- ¿Entonces? - Volvio a insistir - Emi, no me voy a enojar. Decime que paso. ¿donde esta Martina, fue a algun lado, la viste con alguien?
- Con una señora - dijo Emilia en un hilo de voz - Vino una señora y se la llevo. Una señora muy alta y con un vestido feo.- Alejandra sintio que los goznes que ataban al mundo a su velocidad habitual se habian roto de un estallido y que todas las cosas comenzaban a acelerarse, a girar vertiginosamente.
- ¿que vestido feo? ¿feo como?.- le insistio. Le costaba controlarse, estaba empezando a temblar.
- Un vestido blanco lleno de tierra. Yo estaba con Esteban, el tambien la vio. Tenia un sombrero muy grande tambien, uno de... - Emilia no encontraba la palabra pero hizo un gesto ampliando los brazos.
Quizo saber mas pero Emilia no sabia o no recordaba bien. Decia siempre lo mismo: una señora alta, muy alta, tan alta como alguien a caballo, con un vestido blanco muy sucio y un sombrero grande. Era una locura. No habia nadie asi en el pueblo. Nadie habia venido de afuera. No existian señoras de tres metros de altura. Volvio a la casa de Esteban pero no pudo conseguir mucho mas. El chico estaba dormido y no ya le habian dicho que no sabian nada.
Unas horas mas tarde, los mismos chicos, acompañados de sus padres, serian llamados a declarar a la comisaria. Martina no habia vuelto a casa. No estaba ni en la plaza ni en la plazita ni en las cuadras aledañas, ni en las polvorientas carreteras, ni en las lomas circundantes, ni la habian visto en los campos. Ni gendarmeria habia visto ningun coche entrar o salir del pueblo durante la tarde del domingo. No estaba. Alejandra la habia buscado por todos lados, hasta el cansancio. Sentada en el banco de la sala de espera, si es que se podia llamar sala de espera a la sala de una comisaria de pueblo donde nunca nadie esperaba nada porque nunca nada pasaba, esperaba a que llegara el primer par de padres. Los habia citado a todos, a todos y a cada uno. Por primera vez se alegro de que su marido hubiera sido policia. De otra forma, penso, jamas la habrian tomado en serio al mencionar a la señora de vestido blanco. Sin embargo, tuvo que soportar todas las preguntas tontas de rutina. No, no estaba jugando en la calle. No, no estaba con una tia o con un hermano que no tenia. No, como se iba a escapar sola si tenia nueve años, casi diez ¿adonde carajos se iba a escapar? Los padres Emilia llegaron primeros. Analia, la madre, amago un intento de saludo pero un tiron casi imperceptible por parte del marido dejo el saludo en eso, en un amague. Pasaron de largo y se encararon directamente con el oficial tras el mostrador. Tras intercambiar unas palabras que basicamente explicaban o mas bien no explicaban la desaparicion de Martina, los hicieron pasar a un cuartito al fondo del pasillo. Ahora le van a tomar declaracion a Emi, penso Alejandra. Ahora va a contar lo de la señora de sombrero... y ella misma, cansadisima, realizo el mismo gesto con los brazos, el mismo que le habia visto hacer a Emilia. El sombrero y el vestido, y se la habia llevado. ¿a los gritos? ¿con una mordaza? ¿en una camioneta? ¿como carajos se la habia llevado esa gigante en vestido de novia? O por ahi no iba a declarar nada. Iba a decir que no sabia, se iba a poner a llorar y ahi se acabaria la cosa. Alejandra intento adivinar si habia sido una cosa o la otra cuando media hora mas tarde volvieron a pasar, Emi a upa de Analia y Analia escudada por la cintura por su marido. No pudo sacar nada en limpio. No le dirigieron ni una mirada.
Mientras salian se cruzaron con Jazmin, la madre de Rosalia. Sola, sin marido. Igual que ella. La saludo y hubo algo de compasion en la mirada. Algo como "tranquila, ya va a aparecer" o quizas "son cosas que pasan". Una repeticion de lo anterior. Breve charla con el oficial de guardia y al cuartito del fondo. ¿cosas que pasan? No, esas cosas no pasaban, no podian estar pasando. Pero pasaban, estaban pasando. Tenia que dejar la negacion. A veces pasaban cosas que no pasaban siempre, cosas que no debian pasar nunca pero pasaban de todos modos. Recordo que cuando ella recien comenzaba a salir con Matias... ¿no habia tambien desaparecido un chico? Creyo recordar que si, pero habia sido hace tanto tiempo... y cuando era chica... ¿no habia tambien desaparecido un compañerito de la escuela? ¿o se habia mudado?
No Salgas a la siesta que te va a llevar la solapa. La frase armada le sono en la cabeza con la inconfundible voz de su propia madre. El tono exacto admonicion, mezcla de chiste y amenaza, propia de un tiempo en que la siesta era algo sagrado que habia que respetar. (los padres de otra nena que no recordaba como se llamaba pero que la madre atendia en la merceria y el padre era un borracho entraron saludaron y pasaron al cuartito) ¿por que habia recordado a su madre justo en ese momento? ¿y por que esa admonicion estupida? Cuentos de pueblo, supersticiones que volvian. Tonterias como la llorona y la luz mala, explicaciones para lo inexplicable, malas explicaciones pero tambien buenas, tambien buenas porque echarle la culpa al duende de la siesta te salvaba de dar explicaciones cuando tu nena de 14 años desaparecia por dos dias y volvia al tercero haciendose o siendo una estupida y seis meses despues una barriga inexplicable, inexplicable porque la nena no tenia novio nunca habia tenido y entonces el duende de la siesta, la luz mala, mandinga o la solapa. Lo que habia detras era mucho mas horrible. No queria ni pensar lo que habia detras de los cuentos. Algo muchisimo peor, algo que no queria imaginar pero la imaginacion se le iba por todos los rincones, repasaba cada calle, peinaba cada esquina, cada arbol, cada pulgada cuadrada de tierra polvorienta, requisaba piedra sobre piedra cada puta casa de ese pueblo de mierda, de esa provincia de porqueria, de ese mundo asqueroso hasta encontrar a su hija, hasta encontrarla aunque tuviera que prender fuego todo lo demas. Los padres de Esteban habian llegado o mas bien se estaban Yendo. Esteban, Rosita, Elias, Mateo, Maira. Todos los nenes pero sobre todo las nenas empezaban a tener una misma cara. Una cara que era la ausencia de la cara que buscaba.
El algun momento de la mañana alguien le acerco un cafe. Le dio dos sorbitos y lo apoyo en el piso. Se paro, camino unos pasos y volvio a sentarse. Como una automata, penso. Hecha de automatismos inutiles, penso. Automatismos, hacer cafe. Hacer la cama, apagar la tele que Martina dejo como siempre encendida. Todas conductas inservibles para situaciones asi. Se le acerco un oficial para decirle que ya habian declarado todos las familias correspondientes a los chicos que habian andado esa tarde por la plaza, y algunos que no habian andado tambien. Se habia corrido la voz. Varios padres de esos chicos que no habian estado se habian acercado a saludarla, habian intentado charlar con ella, aportar hipotesis o tranquilizadoras posibilidades. ¿lo habian hecho? eso queria creer. Su cabeza habia estado patrullando el pueblo toda la noche. No podia dejar de hacerlo. No podia pensar en otra cosa. No podia parar.
- Ya tomamos todas las declaraciones -. Volvio a decir el oficial. - Puede irse a su casa señora, aca no queda nada por hacer.- ¿nada por hacer? Alejandra lo miro confundida. Quiso gritarle que estaba todo por hacer, que si podia estar ahi alcanzando un cafe tambien podia estar buscando a su hija, pero se contuvo. Sabia que ya hecha la denuncia ahora tenia que dejar que los policias hagan lo suyo. Que no era mucho, por cierto. Que comparado con lo que ella necesitaba, no era nada. Si, estaba hecha la denuncia. ¿eso le servia de algo? Si, en ese momento o dentro de diez minutos o hace media hora alguien habria hecho una llamada o un par de clics y se habrian activado los protocolos de actuacion para niños desaparecidos del Ministerio Nacional. Si, se habria dado aviso a todos los organismos Pertinentes, Policia de Caminos, Gendarmeria, Prefectura, Policia provincial, Migraciones, Interpol, el putisimo FBI quizas y tambien por que no a los Avengers o a algun grupo de superheroes que de todos modos no hacian casi nunca un carajo cada uno por separado y todos juntos porque ¿cuantos nenes volvian a aparecer? Alejandra se levanto y comenzo el automatismo de volver a su casa.
¿cuantos chicos volvian a aparecer? No tenia ese dato, nunca le habia interesado. ¿realmente habia desaparecido esa nena cuando ella era adolescente? ¿realmente se habia mudado su compañerito de primaria? Algo borroso le impedia recordarlo. En otro momento tal despiste la hubiera extrañado pero ahora una niebla le borroneaba absolutamente todo lo que no fuera lo inmediato y la atencion solo se fijaba en su celular y en el telefono de linea, a la espera de noticias que no queria pensar pero pensaba no llegarian ese dia. ¿que hacer, que hacer? ¿salir a pegar carteles? No tenia sentido. Mas bien era una estupidez. Todas las familias conocian a Martina y en el pueblo no habia mas que familias. Y si lo viera alguien sospechoso, seria justamente el que no acudiria. ¿Que haria, que haria de ahi en adelante? ¿que haria con todo el tiempo que ya se le venia encima? ¿mañana, pasado mañana, el resto de su vida? En algun momento se quedo dormida. Soño que se hundia en un pantano. Pataleaba y manoteaba intentando aferrarse a algo: una liana, una raiz. Algo. La respuesta le vino con el grito que ahogo cuando se desperto. De un salto se puso de pie y corrio escaleras arriba. Sin ver nada comenzo a abrir cajones. Uno y luego otro, tirando todo por el piso hasta encontrar lo que buscaba. Y lo que buscaba era una llave. Una llave que su marido solia tener y que era muy probable siguiera en alguno de los cajones que antes eran de el. Y efectivamente la llave de repuesto para la entrada trasera de la comisaria, entrada que se usaba para los dias francos o para cuando alguien se olvidaba algo, o para ciertos encuentros que su marido le contaba tenian oficales que estaban solteros y con mucho tiempo en comun para matar. Miro su reloj y constato que eran las dos de la mañana. Habia dormido un buen trecho. No sabia si por los nervios o como una prevision de su cuerpo. No sabia cuando seria la proxima vez que podria volver a dormir. Se cambio la remera lila que habia llevado los ultimos dos dias por una gris mas discreta y salio hacia la comisaria.
La calle que daba a la parte trasera de la comisaria (Que ocupaba media manzana o poco menos) estaba cobijada por una serie de alamos que daban sombra y que los oficiales aprovechaban para estacionar sus coches. A la sombra de estos arboles Alejandra avanzo pegada a la pared. No le importaba si la atrapaban intentando entrar. Podia decir que se olvido algo, y no estaria mintiendo. Podia decir no decir nada y empezar a gritar, a simular o realmente a sufrir una crisis nerviosa para lo cual no le faltaba mucho, quizas nada. No habia muchos policias en el pueblo, y en esa epoca varios se trasladaban por el verano a los partidos de la costa para hacer horas extras en algun sitio donde realmente los necesitaran, aunque no fuese mas que para cuidar que los adolescentes no se mataran entre si a la salida de los boliches. La noche anterior los habia tenido ocupados a todos y no seria raro que no hubiese nadie, quizas solo un desdichado oficial de guardia que sin dudas estaria durmiendo y, de estarlo, estaria haciendolo en el baño o en la mera recepcion, total cualquiera que llegara entenderia y lo despertaria sin problemas. Asi era el pueblo, penso, mientras comprobo que en todos esos años nadie se habia molestado en cambiar la cerradura, que abrio sin hacer ruido. Tampoco habia cambiado la disposicion de los cuartos. Si habia cambiado, noto algo preocupada, la tecnologia. La vieja maquina de escribir en la cual habia prestado declaracion la unica vez que habia entrado a la comisaria hacia mas de veinte años habia sido reemplazada por una computadora. Le parecio increible que la clave para loguearse estuviera pegada en una etiqueta en la base del equipo. La rotacion, penso. La rotacion y el pueblo, mala combinacion o mas bien buena combinacion, ahora solo habia que buscar las declaraciones. Necesitaba saber. Saber algo. Lo que fuera que hubieran contado Emilia y el resto de los chicos. Esteban, cualquiera de ellos, o sus padres. Le llevo un rato, pero no demasiado, encontrar los archivos que buscaba. ¿estarian ya rastrillando la zona los gendarmes? ¿estaria alguien revisando camaras de seguridad? ¿entrevistando posibles testigos? ¿habria alguien trabajando como trabajaba ella a esas horas de la noche?
Se freno a mitad de declaracion. Algo debia de estar mal. Pero no. Es decir, si y no. La declaracion de Rosita era la declaracion de Rosita y no otra cosa, pero ahi decia que a Martina se la habia llevado al vuelo un pajaro enorme, un halcon o un aguilucho dijo esa nena que tantas veces habia tomado la chocolatada en su cocina. No podia ser que mintiera, pero tampoco podia ser que dijiera la verdad.
¿Y Elias? Al parecer, el sospechoso era un viejo achacoso, barbudo, vestido de puro andrajo, con una bolsa de ropavejero. Habia metido a Martina dentro de la bolsa y todos habian salido corriendo. ¿habia mencionado algo Rosita de que salieron corriendo? No. Pero tampoco lo negaba. ¿Y Emilia? Se la habia llevado una señora alta muy alta, la habia cargado sobre los hombros y habia pegado dos saltos hasta desaparecer en en los campos.
El resto dijo no haber visto nada, o al menos la mayoria. Maira dijo - pero Maira tenia 14 para quince y quien dice que no estaba inventando - que ella habia visto un duende de piel amarilla, de un color intenso como el bronce, ese que le decian que andaba buscando nenes a la hora de la siesta.
¿la hora de la siesta? No salgas a la hora de la siesta. Nuevamente la voz de su madre. ¿por que, por que no iba a salir? Intento recordarlo. Porque te lleva la solapa. La solapa, la pesadilla de la siesta. ¿como era? ¿se la habia descrito su madre? No tenia la menor idea. Era una estupidez. Esteban, Rosita, Elias, Mateo, Maira. Cada uno habia dicho cualquier cosa. No tenia sentido. No tenia sentido, si, pero algo se habia llevado a Martina despues de la hora de la siesta. Tras los pasos de un duende, o en las garras de un ave de rapiña, o en los brazos de una monstruosa novia gigante, o bajo el vestido negro de un cadaver, o dentro de la bolsa del ropavejero o en una bolsa de consorcio o ya hundida en una zanja con una mano apenas sobresaliendo fuera del nivel del agua o amordazada en el baul de un auto que a esas alturas podia estar en Cordoba en Buenos Aires en Chile en China en Jupiter o estacionado a dos cuadras de ahi mismo, muy cerca de un sotano donde... - tenia que parar de pensar asi, pero ya era demasiado tarde - o en un pozo, enterrada entre todos los chicos tras un accidente, o tal vez algo mas que un accidente, algo que hubieran confesado solo a sus padres, padres antes tan solicitos y amables pero ahora esquivos, o entre los matorrales adonde habia sido arrastrada por algo que ahora le parecia escuchar en el silencio de la noche, algo que cantaba como un pajaro, que arrullaba como una paloma, que parecia burlarse de ella y de su proxima locura. Alejandra odio aquel canto pero deseo que continuase, que aquel susurro dentro o fuera de su cabeza durase todo lo posible, que no la dejase de vuelta sola con sus pensamientos, con sus ideas, con las imagenes que ya se le venian encima para ya no volver a dejarla nunca.
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