El Sueño

Soño que tomaba un tren que estaba completamente vacio. Iba por un paraje de campo, silencioso. El tren tenia asientos de cuero verde y los apoyabrazos eran de una madera vieja y humeda, y esto era importante por alguna razon que escapaba a posteriores explicaciones. Luego se dio cuenta de que no iba solo, pues habia como constantemente detras de el, a su derecha a veces o a su izquierda otras, algo asi como una presencia que no se llegaba a definir, y a veces era un hombre, otras veces era un perro.
Cuando el tren por fin llego a la estacion (que era tanto la vieja estacion de Mar del Plata como la de Lujan o Los Pozos), la presencia protaica se materializo en la forma final de un fox terrier de un marron indefinible. Y entonces fue obvio que la chica rubia habia estado durante todo el viaje, porque el pasado se reescribia con un facilidad que no es permitida del otro lado, del lado de la realidad diurna.
Entonces tenian que buscar, el, el perro y la chica. Tenian que buscar, eso era seguro y no por nada el habia dicho alguna vez en un bar (¿pero en que bar, y a quien le habia dicho?) que estaba determinado bajo el signo de la busqueda, que su elemento favorito era el viento, y que su arcano determinante era "los dos caminos". Habia que buscar, y al aceptar el destino ineludible de la busqueda, supo que necesariamente habia que buscar un colegio o una universidad, que era de tipo ingles, como York o Cambridge, con un edificio que tenia que parecerse sin duda a las descripciones que Rowling hacia de Hogwarts, tan mezcla de castillo medieval y casa de campo inglesa, lo cual era extraño teniendo en cuenta que por que tenia que haber una escuela asi en Los Pozos o en Lujan cuando el jamas habia leido una pagina de Rowling.
Se encaminaron entonces los tres a traves de la Catedral, lo cual confirmo que era sin dudas Lujan, salvo que los Pozos, adonde jamas habia ido, tuviese tambien Basilisca propia. Al salir por una de las naves a lo que penso era un patio interno, se encontro con que habia un pequeño sendero de piedras calizas que llevaba a una barranca, por la cual bajaron sin problemas y entonces se hallaron en un antiguo parque de diversiones, abandonado o casi en ruinas, y si era sin dudas Lujan entonces la idea de Los Pozos no podia tener un significado geografico, lo cual probaba quizas que el sentido de la expresion era mas bien metaforico, dato que no convenia dejar de tener en cuenta para los oscuros y frustrantes analisis posteriores.
Caminando mas alla del parque habia uno o varios rios, y bordeando uno de ellos se internaron en una campiña de barrancas, descanzos y puentezuelos de troncos de madera. Subieron entonces por una escarpada pendiente de hierba, y desde alli podia verse, no muy lejos, sobre el caudaloso Parana (¿o era el Rio Lujan) un solido puente colgante, hecho no de dudosas maderas, sino de confiables vigas de acero remachado. Al otro lado del puente se veia, pese al descenso del terreno y los arboles altos, la institucion que estaban buscando.
En ese momento, vacilo. Habia algo de Julio Cesar y el cruze del Rubicon en ese puente y ese rio y los picos de las torres asomando por sobre las copas de los arboles. Cierta sensacion de no retorno, de cambio que operaba en uno o en el mundo con cada paso dado en el puente, y para mayor incertidumbre, constato la desaparicion del perro (¿habria cruzado solo?).
Fue entonces que la chica rubia, que ahora podia definirse con otros epitetos como "de ojos celestes" y "de pelo ensortijado", que en ese momento vestia un saco de un verde ridiculo, comenzo a cruzar el puente con naturalidad y a hacer calmadas señales para que la siguiese. No podia ser que tanto el perro como la chica estuviesen equivocados, y ademas no era tampoco cosa de acobardarse por sutilezas metafisicas estando tan cerca de encontrar (aunque el era siempre un buscador, y no recordaba si su arcano era los dos caminos al derecho o dada vuelta).
Cuando quizo cruzar el puente, noto que ya casi estaba del otro lado, y realizo una nota mental de como la voluntad parece ser solo un efecto de alguna causa inconciente. Casi no tuvo tiempo de poner los pies en tierra, pues rapidamente fueron acosados, perseguidos y casi linchados por los estudiantes del establecimiento, todos ellos adolescentes de uniforme azul con escuditos dorados y plateados, de diferentes edades y perfectamente salidos de (efectivamente) una novela de Rowling (a la que jamas habia leido) o de cualquier mala novela de fantasia inglesa en donde los adolescentes van a campus medievales y las chicas son rubias o pelirrojas, y todos o por lo menos algunos son magos o sombras.
Logicamente, el puente habia desaparecido y entonces la huida (ahora el perro era nuevamente solo una sensacion de una tercera persona que los acompañaba) no podia ser un retorno. Tuvo la sensacion de estar en un pais extranjero, de un "no - nada como antes - Alea jacta est", pero de ningun modo un terror real, mas como un apremio, como un estar apurado y esos malditos adolescentes pedantes con sus zapatos y sus medias tan blancas. No quedaba otra opcion que escapar hacia la arboleda que se erigia a la izquierda, pues (supo entonces) que estaban en un islote o en un sistema de islas, y que los rios los cercaban por todas partes a menos que pudiesen hallar un puente hacia otra isla, para volver nuevamente al campo y de ahi al parque y de ahi a la catedral y de ahi a la estacion  y de ahi al viaje en tren y de ahi directamente a la hipostasis del mareo y los reflejos musculares, para terminar nuevamente en la cama o en una fria vereda en donde llueve, llueve, llueve.
Hubo entonces una oleada de recuerdos, como un paneo general del paisaje del campus: el edificio, hermoso e imponente, los caminos, una capilla edificada a la derecha del campus, una plaza con juegos, siluetas que entraban y salian con bolsos y faldas tableadas.
Se hallaron entonces en otra isla, desde donde se veia, a unos 300 metros, la arboleda por la que seguramente debian haber escapado, y detras de ella las torres de la universidad, protegida por hordas de adolescentes peligrosamente celosos e histericos de lo que fuese que alli se aprendia, si es que se aprendia algo. Mirando alrededor, se veia que estaban como en un recreo o espacio para sencillamente no hacer nada. Habia varias mesas de madera exparcidas muy separadamente, y habia como la sensacion de un castillo o algo conquistado, esos hilos de sueños o vidas pasadas que nos dicen que algo se hizo o que algo hay que terminar de hacer.
Fue entonces que vio, redonda y bajita, a la mesa de piedra. Mesa que, supo en ese instante, tenia escrita o tallada encima de ella una palabra, y que esa palabra era o el sagrado nombre de Dios, o la llave misma de todos los mandalas, o la sintesis misma del sentido del universo, suma de todos los nombres de todos los dioses, y que era tambien como un boton que lo catapultaria al conocimiento absoluto, al fin de la busqueda, que bien podia ser o no el fin de la vida. Y tambien sabia (pues ahora recordaba que en los otros sueños o las otras vidas, todos los castillos se habian conquistado solo con el objetivo de conocer el medio por el cual podia activarse la mesa de piedra) que solo habia que pararse encima de la mesa, extender un dedo hacia el cielo de blancas nubes y decir o pensar en voz alta la palabra. Y la mesa se llamaba "el ombligo del mundo", y era todo muy Borgeanamente y muy el Apocalipsis de San Juan, algo que estaba histerica, neuroticamente oculto y escrito desde la creacion del universo mismo, una entrada predeterminada al saber total, a la biblioteca, un aleph metafisico total en la forma de una mesa de piedra, perdida e ignorada en uno de los casi infinitos recreos de peregrinos en alguna parte de la ribera de Lujan.
Y por supuesto, pese al desconcierto de la chica rubia, subiose a la mesa de piedra y, alzando un dedo al aire, pronuncio energicamente y con aires masonicos la palabra sagrada, e instantaneamente todo desaparecio, el recreo, la universidad, la chica rubia, el perro, el olor a lluvia, y todo lo que el era fue transportado a alguna parte del universo, y conocio el universo infinito en toda su extension, y la por la voz de dios o de la suma de todos los dioses, autoridad innegable de la verdad revelada, le fueron contadas todas las verdades metafisicas, una por una y tambien todas juntas en una brillante sentencia que por supuesto no eran palabras sino algo como un sentimiento que lo abarcaba y comprendia indudablemente todo, y ante el cual lo uno de Plotino o el motor Aristotelico eran toscos juguetes de madera.
Esta etapa de aprendizaje duro apenas unos segundos o la eternidad entera, fuese cual fuese el caso, en un momento llego a su fin, y con ella termino tambien el conocimiento todo de estas verdades, y entonces el soñante fue devuelto a un valle desierto, sin ningun arbol o roca, en donde solamente habia una manzana.
Esta manzana se hallaba sencillamente sobre el pasto, y solo pasto y cielo habia hasta donde alcanzaba la vista. Tuvo entonces un sentimiento de estar en la cuerda floja, y como cuando al levantarnos sentimos que todo el conocimiento onirico comienza a desaparecer con el sonido del despertador o la luz del sol en los ojos, asi sintio que el absoluto alcanzado hacia apenas unos segundos comenzaba a desintegrarse, e inmerso en esta sensacion, habiase olvidado de elaborar cualquier palabra, cualquier pensamiento.
Noto entonces la manzana sobre el pasto, y solo por un segundo, tan solo por un segundo, intuyo que esa manzana era, de algun modo incomprensible pero pasmosamente indudable, "los dos caminos". Miro entonces la manzana, e inmediatamente, casi sin darse cuenta, penso que era extraño que no hubiese cerca un manzano. Entonces sintio como si una llave girase a la vez en todas las cerraduras del universo, y en el metalico click sintio que una de las dos vias, que uno de los dos caminos se cerraba de una vez y para siempre.