2 jul 2019

Almuerzo

Unicenter. Patio de comidas. Carteles con comida por todos lados. Un plato, un precio. Y se repite. Yo estoy sentado en una de las mesas. Son todas iguales, las mesas. Se repiten, se clonan hacia la izquierda y hacia la derecha, hacia atras y hacia adelante.
El sistema es industrial, por un lado. Comercial por el otro. Industrial en la produccion de la comida. Cadenas de montaje. El platillo producto, construido en ultima instancia por un ingeniero industrial. El acto de comer, que bien podria ser una ceremonia (pues es el acto de alimentar el propio cuerpo), transformado en un acto de consumo.
Comer es una compra. Solo una compra mas. Equiparable la hamburguesa o la milanesa con la bolsa de Musimndo o Falabella. Mi plato esta cuadriculado. Se que han pesado la milanesa. Se que las papas deben estar contadas, precisamente contadas. El packaaging. La bolsita de las papas, el vasito de plastico, las servilletas, los blisters de salsas o los sobresitos de sal. Todo tiene que estar calculado. El costo unitario de cada articulo. Sumado. Todo esta en planillas. Tambien el hambre que puedo llegar a tener, el justo medio entre lo satisfactorio y lo redituable. 
Que las mesas sean tan incomodas, tambien. Cada compra tiene un tiempo de uso. Muchas gracias por su compra, vuelva pronto. Si, vuelva pronto. Pero tambien vayase, no se quede demasiado. Porque hay otros que quieren comprar, es decir, comer. 
Y tambien la musica. Repite hasta el cansancio una sosa frase en ingles que por mas que me esfuerzo no puedo entender, no puedo identificar. Hay algo malefico en lo borroso de la voz, en lo incomprensible del mensaje. Tambien en la melodia. Pop, superficial, vacía de contenido, ideal para el consumidor activo, flexible, descolocado. Zombificado.
Miro una mesa cualquiera. Una chica joven come una ensalada. No se si es tan joven. En realidad debe tener mi edad, unos treinta y tantos. Come sin mirar la comida. Despacio pero casi mecanicamente. Tiene la vista fija en el celular. El celular en la mano derecha, el tenedor de plastico en la izquierda. Justo adelante de ella tiene un bebe en un cochecito.
El bebe debe tener seis meses. Mira la nada como solamente un bebe puede hacerlo. Un crio es casi un alien. Estira las manos y los brazos hacia adelante, como si quisiera atrapar algo, un pulpo, un pajaro submarino. Tiene la cara muy roja y muy rechoncha. Parece que estuviese ahogando con un carozo de ciruela. O con una papa. Creo que me preocupa un poco.
La madre, la chica joven, ni siquiera lo mira. Come su ensalada, mira su celular, que tiene casi el tamaño de su mano. Aprieta las pequeñas teclas con precisión mientras su bebe se ahoga con la papa o con el carozo de ciruela.
Pero no se ahoga, en realidad. Hace un esfuerzo. agarrota las manos, mueve los deditos, estira los brazos. Intento ver que mira. Que quiere, que necesita. Pero me es imposible. No hay nada ahi donde mira. De hecho es casi seguro que no este mirando a ningun lado en particular. Quizas ni siquiera mire algo. Alguna vez lei que los bebes, hasta cierta edad, no pueden enfocar. Indefectiblemente pienso en los sapos, en los camaleones, en las mariposas. Percepciones caoticas, distorsionadas, monstruosas. Un horrible revolear los ojos. Ojos como manos. Me lo imagino como hundido en un terror negro e infinito, intentando aferrar algo, preso de una locura de la que solo podra huir. Como estar constantemente ebrio, como estar constantemente en acido, continuamente ido.
Intento comprender que piensa. ¿soy estupido? es obvio que no piensa, que lo que hace no es pensar. Mi pobre imaginacion solo puede construir ideas estrafalarias: que quizas este viendo otra dimension, que esos movimientos abren un portal, que esta jalando hilos invisibles que generan terremotos en Japon. Piense lo que piense siempre seria pensar. Seria armar ideas, pintar cuadros, enhebrar palabras. Lo que el hace, su esfuerzo, es diferente, es de otro orden.
Tal vez solo este cagando.
Entonces la madre, sin dejar de mirar su celular, hace algo absolutamente increible. Toma una rodaja de limon de su ensalada y se la deja con delicadeza en las manos al bebe. Inmediatamente el coso se lleva el limon a la boca y empieza a chuparlo. Se lo mete casi entero en la boca. No tiene dientes. Me da la impresion de ser alguna especie de oruga. Es increible la fruicion con la que chupa el limon. Esta completamente enfocado a eso. Me doy cuenta de que tiene los cinco sentidos en el limon. El mundo dejo de existir para el. O ella. No lo se. Ahora solo esta el limon. Que maravilla, que capacidad sobre o sub humana para abstraerse (o concentrarse) asi, gratuitamente.
Se me ocurre que en cualquier momento va a comerselo, que va a tragarse el pedazo de limon entero. ¿que haria la madre si se lo traga? ¿se asombraria, se espantaria del ese pequeño monstruo? 
Proablemente le daria otra rodaja y seguiria con lo suyo.

2 comentarios:

Jora dijo...

Ya lo había leído cuando lo publicaste pero no contesté. Es que está tan en bandeja para la típica crítica que haríamos a McDonllas y su estudio de mercado. Vos me habías dicho que me fije en el diseño, forma y colores del mobiliario de los comederos humanos, que mientras hay lugares que invitan a quedarse (y consumir) están estos otros que invitan a consumir a irte. Por que claro, tienen la venta asegurada sea por la marca o como dirían los inmobiliarios de los Simuladores (en el capítulo del shoping, al inicio) “tienen un colectivo de clientes e rehén”.

Comenzar anonimo dijo...

Claro. La historia nace un poco de la sensacion que tengo a veces de que por detras de la aparente simplicidad de algunas cosas, como comer, hay un complicado diseño industrial que tiene todo cuidadosamente medido y pesado. A eso le sume la anecdota, 100% real, del bebe alien comiendo una rodaja de limon. Me parecio que el ensimismamiento del bebe contrastaba de algun modo con la alienacion tan propia de esos lugares.