17 feb 2017

A la caza del Batko

"Pero no podemos morir todos; Somos muchos. Nosotros somos la Humanidad. Por consiguiente venceremos"

Las tropas habían tomado la Polie. Polie era solo una mas de las aldeas que cubrian la vasta llanura de pastos verdes y de negra tierra que componian el pais de los caballos. El pais no era otra cosa que estas aldeas esparcidas a lo largo de un gran territorio, compartiendo un idioma, unas practicas mas o menos parecidas de casa a casa, y un comercio que era tan antiguo como el mas viejo de los libros o como la memoria del mas anciano de los ancianos.
Las tropas eran, por supuesto, los Magiares. De uniforme gris verdoso, diestros en el uso de la lanza, el machete y el fusil, habian entrado al pais de los pastos desde el oeste, e invadido region tras region.  Una vez que tomaban una aldea, procedian a saquearla sistematicamente. Vagones y vagones de granos, ganado, metales y de cualquier valor partian diariamente del pais de los pastos a las principales ciudades Magiares. Cualquier campesino que se resistiera a las requisas era asesinado en el acto por los soldados magiares.
Las alianzas de los campesinos habian fracasado. Sus vecinos cercanos habian preferido traicionarlos. Su principal aliado, la gran nacion conocida como "la fabrica de acero", habia retirado sus tropas al comienzo de la invasion magyar, por lo cual esta se desarrollo sin problemas, o casi sin problemas. Solamente el Batko les suponia el dolor de cabeza.
Batko habia surgido de la nada, como un fantasma. Se lo suponia un campesino, o al menos todos los campesinos del pais de los pastos lo tenian, en sus propias palabras, como "uno de los suyos". Si algun incauto, enemigo o no, o algun espia magyar o extranjero le preguntaba a algun campesino de aldea como era el Batko, entonces el campesino o contestaba o no contestaba. Si no contestaba, era mejor marcharse inmediatamente, o al menos no repetir la pregunta. Preguntar repetidamente por el Batko a una misma persona, o preguntar a varias personas en la misma posada, taberna o Itsba, era atraerse las sospechas de la aldea entera, y correr el riesgo de ser molido a palos o, peor aun, pasado por sable. Por el Batko no se preguntaba: todo buen campesino sabia siempre que hacia Batko y donde estaba. Y el que no lo sabia, tenia plena confianza, como si lo supiese.
Si contestaba, la respuesta era siempre la misma.

- Batko es de los nuestros- decia el campesino, y luego inflaba el pecho de orgullo o empinaba el codo o daba un golpe sobre la mesa de madera, y conversacion terminada. Ningun Magiar se atrevia a indagar por Batko en un territorio que no estuviera estrictamente ocupado. E incluso en los territorios recientemente ocupados y bajo el control del ejercito Magiar, los oficiales y los soldados debian andar con tiento por las calles. Ser un invasor y andar solo por las calles oscuras de una aldea luego del atardecer era arriesgarse a recibir una puñalada por la espalda, a ser blanco de una bala que salia del mas oscuro rincon o a ser directamente sableado por una patrulla clandestina. Esto ocurria muy a menudo, por no decir todos los dias. Claro esta que las represalias no tardaban en llegar, y por cada oficial o soldado magiar muerto, caian 30 o 40 campesinos, inocentes o no, sospechados de haber participado en el atentado. La mayoria eran torturados durante varios dias y, confesaran o no, pasador por sable o ahorcados o descuartizados o, en el mejor de los casos, fusilados. Estas razias no hacian distincion. Cualquier sospechoso era aniquilado, fuese hombre, mujer, niño o anciano.
Los magiares apostaban, con este procedimiento, a gobernar mediante el terror, y asi acallar el indomable espiritu de resistencia de los campesinos del pais de los pastos. La existencia del Batko era la prueba mas clara del fracaso estrategico de estas practicas. Cada atrocidad del ejercito magiar redoblaba los esfuerzos de los rebeldes. Las simples venganzas personales se conviertieron, de un dia para el otro, en golpes organizados. En esta primera epoca, el Batko no era ni siquiera sospechado por las autoridades invasoras, pero ya los campesinos sabian que alguien tenia que estar detras de las operaciones. Fue justamente en la region de Ekaterinoslav donde los asesinatos y saqueos a las autoridades magiares pasaron de un simple vandalismo a las claras tendencias guerrilleras que luego conformarian la terrible e invencible guerrilla que Batko comandaba: el llamado ejercito negro.
Si uno no era un campesino, era dificil saber algo de Batko. Se lo suponia campesino, se lo suponia oriundo del pais de los pastos, probablemente de la region de Ekaterinoslav, y habia rumores que lo hacian proceder de la aldea de Polie. Se lo suponia hombre maduro, de experiencia militar, probablemente ex conscripto o combatiente de la primera guerra. Otros decian que era domador de caballos, otros mas herrero, algunos pocos obrero metalurgico. La gran mayoria estaba de acuerdo en que era Anarquista. Pero el problema era ese: se lo suponia. Siempre se lo suponia esto o aquello, aqui o alla, al este o al oeste, cerca o lejos, fugado del pais o a media hora de la capital, cercado por las tropas enemigas o comandando un enorme ejercito, herido en batalla o milagrosamente ileso, muerto o mas vivo que nunca.
Y entre todas las suposiciones, la leyenda de Batko crecia y crecia. Un dia asaltaba una guarnicion y robaba 200 fusiles. Al dia siguiente estaba a 100 verstas, en una aldea distinta, asesinando a un oficial que habia fusilado campesinos. En un mismo dia podia golpear en 3 o 4 aldeas distintas. Desarticulaba un convoy, robaba mercaderia, atacaba destacamentos, fusilaba a los enemigos del pueblo, incendiaba iglesias junto con sus capellanes, demolia prisiones. Para el pueblo, Batko era invencible. Todo campesino que sufria por la invasion, que amaba la vida libre del pais de los pastos y odiaba al magiar asqueroso y saqueador, era un potencial aliado de Batko, y tarde o temprano terminaba ingresando en las filas de la guerrilla como combatiente, espia o ayudante.
El apoyo popular era, ademas del sable y del caballo, el arma predilecta del ejercito negro. Con el apoyo de las aldeas, los guerrilleros de Batko podian aparecer y desaparecer, burlar celadas, recorrer distancias imposibles para un ejercito regular (pues siempre tenian, en cada aldea, secretas postas de caballos listos para partir). Alimentados por la sangre y el espiritu rebelde del campesinado todo, la guerrilla pronto se convirtio en un verdadero ejercito, llegando a controlar temporalmente aldeas y hasta regiones enteras. Fue ante esta situacion que el General Kolchak, principal estratega de los magiares, arribo a la region para aplastar de una vez y para siempre la insurrecion de Batko.
Las medidas que tomo fueron las que dicta cualquier manual, y el mismo von Clausewitz no hubiera hecho otra cosa: redoblo las guardas, puso un precio altisimo a la cabeza de Batko y a cualquier informacion sobre el, inundo las aldeas de espias, y estrecho aun mas el circulo de hierro y fuego sobre las aldeas rebeldes. Cualquier sospecha, por ridicula que fuera, de apoyo a las guerrillas traia como resultado la destruccion de la aldea entera, el fusilamiento inmediato de todos y cada uno de sus habitantes, y la quema hasta las cenizas de cada itsba. En el fondo, Kolchak no hizo sino llevar hasta las ultimas consecuencias la tactica magiar del gobierno por el miedo. Pensaba que, sometidos a tales condiciones, los campesinos traicionarian a Batko tarde o temprano.
Siguiendo esos rumores que decian que Batko era oriundo de Polie, Kolchak penetro en Ekaterinoslav a sangre y fuego. Fusilando campesinos y ganado e incendiando aldeas, llego a Polie en dos semanas, rodeado por un imponente ejercito de caballeria y por dos divisiones de mortero. Se instalo en la iglesia frente a la plaza principal, y se dedico, en los dias siguientes, a emborracharse y a requisar casa por casa, robando todo lo de valor y arrestando a todo el que pudiese tener alguna conexion.
Al cabo de una semana, y luego de haber fusilado a mas de 50 campesinos de Polie (Kolchak mandaba a reunir a todo el pueblo para que vieran los fusilamientos) Kolchak no tenia ni una sola pista del paradero o de los planes del Batko. Esto lo irritaba. ¿era posible que esos campesinos idiotas se dejasen fusilar hasta el ultimo para proteger a un solo hombre? ¿que era un solo hombre? Kolchak lo sabia bien: las guerras se ganaban con divisiones enteras, con superioridad numerica y con mejores armas que el enemigo. Un solo hombre, por audaz que fuera, no podia torcer la suerte de una guerra. Asi y todo, le molestaba haber gastado tiempo y recursos en atrapar a un miserable campesino de ese pais de brutos, haber gastado balas y aun asi no tener la mas minima pista de Batko. No habia de otra, pensaba Kolchak, si era necesario iba a fusilar hasta al ultimo de los campesinos de Polie, de toda la maldita region de Ekaterinoslav si era necesario, pero se iba a acabar la molesta leyenda de Batko. Naceria una nueva leyenda: la suya, la de Kolchak el implacable, Kolchak el tenaz, Kolchak el pacificador...
Y Mientras Kolchak, rodeado de estado mayor y de sus soldados, se paladeaba pensando el mejor epiteto con el que se referirian a su persona (¡y ay del que no lo hiciese!), Batko se acercaba, tal vez se acercase peligrosamente. Kolchak sintio una sombra a sus espaldas e instintivamente se llevo la mano al cinturon, donde colgaban su sable y su revolver. Se detuvo. Ridiculo. ¿miedo, el? Era Imposible, im - po - si - ble que Batko, si es que aun estaba vivo, si es que no habia sido ya fusilado, estuviese no digamos ya en la misma aldea, sino en un radio de 300 verstas de Polie. Estarlo era un suicidio, penso Kolchak, y entonces se tranquilizo. Si, por supuesto. La humareda de las piras humanas disuaden hasta a los temerarios, incluso a los tontos. Kolchak "el tigre", si, "el tigre" sonaba bastante bien...
Al mediodia del dia siguiente, Kolchak cabalgaba con 200 jinetes a la aldea de Tchak, a 25 verstas de Polie. Estaba de mal humor y tenia resaca. Se habia dormido vestido sobre la mesa. Uno de sus soldados lo desperto a los gritos. ¿que sucedia? Batko habia atacado la guarnicion de Tchak, habia sableado a los oficiales, desarmado a los soldados rendidos y robado todos los caballos. Al oir la noticia, Kolchak salto a su caballo y, rabioso como un perro, partio con los jinetes para Tchak. ¿quien habia dado la alarma? Un soldado que escapo a tiempo. ¿alguien vio a Batko? No, pero se escucho su nombre entre los guerrilleros. ¿Era posible? ¡Maldito, maldito mujik apestoso! - pensaba Kolchak. - ¿acaso queria tomarle el pelo, tomarle el pelo a el? ¿saquear una aldea a 25 verstas de donde se encontraba su ejercito? Era un claro desafio de Batko hacia el. Ah, pero no se saldria con la suya. Tenia consigo lo mejor de su caballeria... solo lamentaba no haber tenido tiempo de despertar y hacer marchar a su imponente ejercito. 5000 lanzas, nadie salvo un estupido atacaria con un puñado de jinetes cerca de un ejercito tan grande. Batko era un idiota, Kolchak estaba seguro de eso: un campesino idiota y muy valiente, que para fin del dia estaria clavado en una picota.
Kolchak y sus jinetes llegaron a Tchek para el mediodia. En el momento mismo en que traspasaban las fronteras de la aldea, se oyo una descarga de fusileria. Los disparon venian de la plaza.
- ¡Carguen! - ordeno Kolchak con voz de trueno. Los 200 jinetes desenvainaron sus sables y cargaron hacia la plaza.
Cuando llegaron a la plaza, se encontraron con un bonito cuadro. Un grupo de 20 soldados magiares limpiaban los caños de sus fusiles. En el suelo, junto a un paredon, habia 10 cadaveres. Todos usaban uniforme negro. Tenian los ojos vendados y las bocas amordazadas. Kolchak dio a sus jinetes la voz de alto y envaino su sable. En dos saltos habia bajado de su caballo y ya se entrevistaba con el que parecia de mayor rango entre los soldados magiares.
- ¿quien eres? - lo imputo el soldado.
- Hablas con el general Kolchak, imbecil - le respondio Kolchak - debes ser un mujik asqueroso, hijo de otro mujik asqueroso para no reconocer a un oficial de mayor rango-. Al oir estas palabras, el soldado palidecio y se quito la gorra.
- Ya, ya, firme - dijo satisfecho Kolchak al ver la actitud sumisa del soldado. - Te perdono la impertinencia, eres un estúpido, pero aun eres joven. ¿quien es tu general?
- Veltnikov, señor. - respondio el soldado - por un descuido nos separamos de la retaguardia de nuestra division.
- Veltnikov, Veltnikov... - reflexiono Kolchak, ¿no era acaso el imbecil que habia perdido justamente la region que el acababa de reconquistar? Claro que era. Ni siquiera podia mantener ordenada una columna de su propio ejercito. Era inaceptable. Kolchak decidio que mandaria a fusilar a Veltnikov apenas lo viera. - ¿hacia donde se dirige Veltnikov, y que hacen ustedes aqui?
- Veltnikov marcha a Odessa con 2 divisiones, las sobrevivientes de una emboscada de Batko en el Dniper. - respondio el soldado
- ¿cuando? - rugio Kolchak
- hace dos dias - respondio tembloroso el soldado.
- ¿y que mas?
- Nos rezagamos de la division, e intentabamos alcanzarles cuando oimos disparos desde Tchak. Marchamos 3 verstas hasta aqui, y cuando llegamos encontramos a estos - y aqui el soldado señalo a los guerrilleros muertos - intentando escapar con dos cajas de municiones. Al verse superados en numero, se rindieron como los perros que son, esperando clemencia.  Y por supuesto que la tuvieron - continuo el soldado - ¡clemencia y plomo para ellos!
- Bien hecho - aprobo Kolchak - la unica piedad que esos perros merecen es la del sable y la del plomo.
- Sin embargo - continuo el soldado - vimos un grupo algo mas grande escapar y dirigirse al este.
- ¡pedazo de animal! - estallo Kolchak - ¿y tan tranquilo me lo cuentas? ¡por que estan aqui en vez de persiguiendo a esos perros!
- Pero mi señor, estabamos a punto de partir cuando usted llego. Se imaginara que no podiamos partir llevando prisioneros si queriamos alcanzarlos, y entonces...
- Reune a tus compañeros, ya mismo marcharemos tras ellos. - le ordeno Kolchak ¿hacia donde huian?
- Al este, presumo que intentaran perderse en los barrancos. La zona tiene numerosos desfiladeros. - respondio el soldado.
- Lo mismo los cazaremos. Reune a tus tropas ya mismo. - dijo Kolchak
- a la orden - dijo el soldado, y pronto fue y reunio a sus compañeros. En 5 minutos estaban ensillados los caballos y listos a marchar.
Kolchak dio la orden y los ahora 220 jinetes salieron de Tchak en direccion a la zona de los barrancos. Habia, como dijo el soldado, numerosos desfiladeros. No era una zona ideal para la caballeria, pero Kolchak sabia que un pequeño grupo de guerrilleros, que probablemente cargaban con heridos, no se atreveria a atacar a 220 jinetes bien armados. Probablemente buscarian huir a alguna aldea o esconderse hasta nuevo aviso. Pero todo les seria inutil. Kolchak se reconocia a si mismo como un excelente rastreador, y no se equivocaba. A las 3 verstas de marcha encontro una clara señal: 15 o 20 jinetas habian pasado por ahi hace casi nada. Kolchak sonrio. Por primera vez tenia un rastro. Lo demas seria sencillo. Atrapar a los guerrilleros, y cortarles un dedo a la vez hasta que delataran el paradero de Batko o de algun cabecilla, y repetir el procedimiento hasta desmantelar todo el ejercito negro.
En estas cosas pensaba Kolchak mientras seguia el rastro de los jinetes. Tal vez fue la emocion de seguir un rastro solido, pero no parecio darse cuenta cuando entraron en una pequeña quebrada. En su centro corria un arroyuelo muy pequeño, y las paredes se cerraban y elevaban en una marcada V.
Uno de los jinetes se desprendio del grupo y se acerco a Kolchak. Era el soldado con el que habia hablado en Tchak.
- ¡Señor! - gimio el soldado mientras galopaba cabeza a cabeza con Kolchak - ¡nos adentramos en la quebrada!
- ¡muy bien se yo donde nos adentramos, perro! - clamo Kolchak, severamente irritado por la impertinencia del soldado.
- ¡Señor, es peligroso! ¡podriamos ser blanco de tiradores!
Era el colmo. Kolchak no iba a soportar lecciones de estrategia por parte de un mujik hijo de mujik apestoso. Llevandose la mano al sable, le grito al solado - ¡vuelve inmediatamaente a tu puesto, una palabra mas y te decapito yo mismo, so cobarde!
el soldado retrocedio para unirse al grupo, y Kolchak lo siguio con la vista. "Mujik apestoso", murmuro para si. Estuvo a punto de murmurar algo mas, pero una lluvia de estruendos, que no podian ser otra cosa que descargas de fusil, obligaron al instante a pegar el cuerpo a su caballo. Kolchak miro hacia atras: al menos diez de sus jinetes habian caido a tierra. Varios caballos vacios continuaban corriendo al lado de los desprevenidos jinetes. Kolchak grito la orden de doblar la marcha, pero el estruendo de una nueva descarga tapo su voz. Kolchak sintio que lo llamaban. Era el mismo soldado.
- ¡Señor! - dijo el soldado - ¡aun no es tarde, regresemos!-. Kolchak miro irritado al soldado mientras las balas seguian cayendo sobre ellos desde lo alto de la cañada. Sabia que el soldado tenia razon, pero no obstante estaban ya en la cañada. Volver o seguir era lo mismo. Quizas los rebeldes estuvieran esperandolos del otro lado. ¡Aun mejor si lo estaban! Nunca, nunca lo verian huir como un conejo asustado. No. El, Kolchak, "el tigre", saldria a su encuentro. ¡y ya verian esos cobardes si frente a frente a un tigre se lo doma facil!
- ¡Adelante, todos a mi! - grito Kolchak
- ¡señor! - imploro el soldado
- ¡adelante, adelante, carguen, atravesaremos la quebrada! - volvio a bramar Kolchak
Pero la quebrada era mas larga de lo que Kolchak habia pensado. Ofuscado como estaba en las pisadas de los caballos, comprendio demasiado tarde que el numero de guerrilleros apostados en lo alto y a lo largo de la cañada era mas que considerable. Habian caido, simple y llanamente, en una emboscada de los guerrilleros. Cuando Kolchak volvio a mirar hacia atras, cerca estuvo de caerse del caballo: de sus 220 jinetes, quedaban a lo sumo 50. Con Fastidio, Kolchak noto que el soldado impertinente todavia estaba entre ellos, todavia vivo. Y no solo el, tambien casi todo su grupo. Kolchak comprendio porque: se habian pegado lo mas posible a el, a la vez que se habian pegado al muro izquierdo de la cañada. Kolchak se habia dado cuenta durante el cruce que la mayoria de los disparos venian del ado izquerdo, y casi sin darse cuenta, nstintivamente, el tambien se habia pegado al muro izquierdo. Tal vez por eso seguia vivo. Kolchak estaba orgulloso de si mismo, de ese instinto, de su innegable genio militar. "A un tigre no se lo caza facil, guerrilleros de pacotilla", penso, e incluso tuvo el valor suficiente para ondear su sable. Ya casi salian de la cañada.
- ¡todos los magiares a mi! - ordeno Kolchak - ¡salimos de la cañada!
Fieles a sus ordenes, los jinetes intentaron alcanzarlo, pero una nueva descarga, mas numerosa que las anteriores (se ve que apostaron muchos hombres al final, llego a pensar Kolchak) derribo a los 20 jinetes que cerraban la columna.
Enloquecido y con sable en mano, Kolchak salio primero de la cañada. Era demasiado, increible la insolencia de esos perros. Volveria a Polie, reuniria su ejercito todo, las 5000 lanzas, hasta la ultima de ellas, incluso solicitaria divisiones de morteros, de cañones, quemaria Ekaterinoslav hasta sus cenizas, derrumbaria hasta la ultima piedra del pais de los pastos, mataria a todos los hombres, mandaria a todas las mujeres de prostitutas a las capitales magiares, y al Batko, al batko lo desollaria vivo, para empezar.
Kolchak esperaba encontrarse de frente con los guerrilleros. Era lo que marcaba el manual. Una emboscada tan bien apostada tendria que tener, al final de la quebrada, a un grupo de choque para cerrarles el paso. Pero no. Absolutamente nada. Solamente el camino y la polvareda de los caballos. Agito el sable en el aire y lanzo maldiciones y juramentos. Desde lo alto de la cañada, en vez de disparos, se escucharon francas risotadas.
- ¡Cobardes! - exclamo Kolchak - ¡Sucios y rastreros mujiks! ¡carguen de frente si son hombres!
Entonces se oyeron ruidos dentro de la cañada, ruidos de sables y algunos disparos de fusil y de revolver. Kolchak se lanzo nuevamente en la quebrada. ¿acaso habian atacado por el lado opuesto? ¡terrible seria si se quedaba sin ningun jinete! Con algo de alivio, Kolchak vio a una veintena de jinetes que cubiertos de polvo cabalgaban hacia el.
- ¡el enemigo nos ataca de atras! - exclamo uno de los jinetes. Incredulo, Kolchak detuvo su caballo. ¿acaso sus magiares huian de los guerrilleros?
- ¡Carguen, carguen, quien se retire sera fusilado por alta traicion! - llego a gritar Kolchak.
Lo que paso a continuacion ocurrio como un relampago. Ante la total incredulidad de Kolchak, al pasarle al lado, uno de sus propios jinetes, le asesto un brutal golpe en la cabeza con un sable envainado. Kolchak no tuvo tiempo de reaccionar. Confundido por el terrible impacto, recibio desde algun sitio dos o tres golpes identicos, uno en la nuca, otros dos en las costillas. Lo ultimo que sintio fue que un jinete cargaba con su caballo contra su costado. Veterano como era, identifico al instante la conocida sensacion de salir despedido de su caballo. Solo pudo atinar a cubrirse la cabeza con las manos, y luego cayo a tierra.
Cuando recobro el conocimiento (¿unos segundos, unos minutos mas tarde?) estaba aun en el suelo, boca abajo. Quiso incorporarse, pero un terrible dolor en el brazo derecho denuncio una fractura a la altura del codo. Las piernas y el vientre le dolian horriblemente, y le costaba respirar. Probablemente la caida le habia fracturado tambien algunas costillas. Sentia el gusto a su propia sangre, mezclado con la tierra del pais de los vientos. Carraspeando y maldiciendo, solo pudo girar sobre si mismo para ponerse boca arriba. Levantarse quedaba fuera de cuestion.
Desde la posicion en la que estaba, miro a su alrededor y lo comprendio todo. Estaba solo. ¡sus propios soldados lo habian traicionado! ¡lo habian derribado y abandonado! Querian asi entregarlo como sacrificio a los guerrilleros, y ganar tiempo para huir ellos. Rabioso por esta revelacion, Kolchak hizo un esfuerzo humano por levantarse. Fue inutil: Solo consiguio gritar de dolor y escupir sangre y tierra. Maldita la tierra que pisaba - pensaba Kolchak - ¡malditos traidores, verguenza de los Magiares! No podia, no podia ser que el gran Kolchak, el terrible, el tigre, el azote de cien naciones, terminara sus dias fruto de una traicion tal vil, que terminara sableado gracias a la traicion de un puñado de cobardes. Pero no seria el fin y... y si lo fuese, entonces la historia lo absolveria, pues seria un heroe. En cada plaza magiar habria un monumento del gran Kolchak, del valeroso Kolchak, tragicamente muerto en batalla, sacrificandose a si mismo para el bien de sus tropas, por la gloria de su nacion... ¡maldito, maldito cerdo, Veltnikov, traidor asqueroso! Ya veria, ya veria como lo fusilaria. Cuando saliera de esto, ¡lo fusilaria el mismo, con sus propias manos!
Las maldiciones de Koltchak fueron interrumpidas por el ruido de caballos acercandose. Era el fin. No tenia modo de escapar de los guerrilleros. Ahora seria muerto por un puñado de mujiks, de don nadies, de imbeciles que lo sablearian solo por el color de su uniforme, que ni siquiera comprenderian la gloria de estar matando al mas grande general de sus enemigos. Kolchak quiso poner fin el mismo a su situacion, y solo entonces se dio cuenta que estaba desarmado. Su fusil, su pistola, su sable y hasta su cuchillo habian desaparecido. ¡tal era el grado de infamia de esos traidores!
La partida de jinetes llego hasta el y, para sorpresa de Kolchak, no eran los guerrilleros, sino los jinetes magiares de Tchek, exactamente los 20 jinetes, comandados por el soldado impertinente, quienes venian a su encuentro. El soldado dio la orden de alto, y se justo enfrente de Kolchak. El resto de los jinetes estaba un poco mas atras. El soldado miraba a Kolchak con expresion divertida, como quien mira a un niño que acaba de darse un golpe.
- Señor, parece que no puede levantarse. Permitame ayudarlo - dijo el solado, sonriendo y sin hacer ningun movimiento. Kolchak comprendio la burla y se sintio poseso de ira.
- ¡Perro, Mujik apestoso, hijo de un perro y una puta! ¡perro, traidor, sicario de Veltnikov! ¡Te ordeno por el sagrado deber que como Magiar tienes, a que bajes de tu caballo y me saques de aqui!
- Pero señor, si eso mismo estaba por hacer - dijo el campesino, palideciendo de repente. Kolchak noto que el soldado temblaba de la cabeza a los pies. ¿podia ser que se hubiese arrepentido de su traicion y salvandole buscase su perdon? ¿que otra cosa podia querer, volviendo a buscarlo? Pero no habria manera. Primero saldrian de alli y, una vez tuviese el mando de su ejercito, lo mandaria a decapitar.
- ¡Basta! ¡baja de tu mula de una vez y dile a tus perros que me asistan! - ordeno Kolchak con voz glacial.
- Pense que el señor general tendria la decencia de levantarse solo de ese charco asqueroso - dijo una voz fuerte y clara, desde el grupo de jinetes. Era una voz joven, tipicamente campesina. Una oleada de risas aprobo la chantada. Las risas eran francas y fuertes, no habia nada de militar en ellas.
- ¡imbeciles! ¡retardados, imbeciles y mas que imbeciles! - trono Kolchak - ¿pueden ser tan brutos que no se den cuenta lo desesperado de nuestra situacion? ¡no hay tiempo para bromas! ¡los guerrilleros saldran de esa cañada de un momento a otro! Es necesario...
- Nunca jamas pense que el gran Kolchak, que el tigre Kolchak, el imperturbable y demas, tuviese miedo de un grupo de, ¿que eran? ah si, de un grupo de guerrilleros mujiks brutos y apestosos - dijo el soldado, todavia sonriente, mientras con toda tranquilidad bajaba del caballo. Nuevamente una carcajada unanime de los jinetes vittoreo la gracia del soldado, y este camino hasta colocarse, brazos en jarra, justo al lado de Kolchak, que lo miraba temblando de rabia.
- Si te atreves... - tartamudeo Kolchak - si te atreves a burlarte de mi... ¡no habra perdon para ti! ¡muerto, estas muerto, gusano! ¡te mataran los guerrilleros aqui o te hare fusilar yo si te salvas! - y dirigiendose a los jinetes, exclamo - ¡veinte mil rublos a quien mate a este gusano, veinte mil rublos y el puesto de comandante! ¡magiares, sirvan a su patria!
Las heroicas proclamas de Kolchak obtuvieron un hurra esperanzador, seguido de un estallido enorme de risas y carcajadas. Uno de los jinetes estuvo a punto de caerse de su caballo de tanto reir. Palido, Kolchak no entendia la mentalidad de aquellos compatriotas suyos. El soldado dejo de reirse y, adoptando de repente una expresion seria y resuelta, dio un par de palmadas energicas.
- Bien, bien. Basta. Hemos llegado al final de nuesta aventura, querido general Kolchak. Lamentablemente no podra usted ver lo que sigue.
- De modo que van a dejarme como carne para las hienas del ejercito negro - dijo Kolchak
- Hienas son los Magiares, que sangran dia a dia los granos y los bueyes de este suelo - dijo el soldado.
- ¿que dices? ¿no es solo a mi, sino tambien a Veltnikov a quien traicionas? ¿desertas de tu patria, canalla? - dijo Kolchak
- Veltnikov paso por sable ayer al caer la noche - dijo el soldado como quien cuenta un chiste. - Usted lo subestima, Kolchak. No era mal soldado. De hecho, comprendio la situacion mucho mas rapido que usted, que pese a su fama, es bastante estupido, dejeme que se lo diga.
- ¿que dices, canalla? Jamas podria haber previsto una traicion de...
Kolchak se detuvo en seco. Algo en la mirada hilarante del soldado le transmitio la verdad. En completo silencio, el soldado desenfundo su pistola y la apunto a Kolchak.
- Veltnikov paso por sable pero tu, dado tu brutalidad para con los campesinos, y tu estupidez para con tus tropas, no mereces ni siquiera eso.
Por primera vez, Kolchak miro al soldado a los ojos. Eran ojos terribles, con pupilas negras de una profundidad insondable. Eran ojos de alguien dispuesto a todo, a las ultimas consecuencias.
- ¿quien eres? - llego a preguntar Kolchak
- Batko - respondio el guerrillero, y abrio fuego.