Nos contamos cosas del pasado para desembarazarnos de el. Nos desembarazamos del pasado para escaparnos del futuro, porque el futuro, sea lo que sea, no puede ser mejor que esto.
Con soltura y desenfado nos soltamos palabras, y aunque para soltar yo preferia que soltemos prendas, ella no se da o no quiere darse por enterada, y sigue bisbiseando ininterrumpidamente sobre el sistema educativo frances, sobre Hollande le flan, sobre las fiestas de San Juan de Luz o sobre como alguna vez le salvo la vida a una esquiadora idiota.
Yo, claro esta, la escucho lo mejor que puedo, distraido tanto por el acento de berenjena tan tipico de los franceses como por su hilarante y constante confusion del verbo ser ("yo estoy francesa", "cuando yo estaba niña", "tu estas bueno", y aquel poema de Benedetti). Y tambien distraido, last but not least, por su cara de huron con rulos, por sus ojos de lemur.
que reflejan el lago
que refleja el cielo
que refleja sus ojos
que reflejan el cielo
que refleja el lago
La conversacion, esta misma, a orillas del lago Futalaufquen, con la francesita de ojos de Lemur, tan europea y tan coya, mezcla de Tolousse y Cuzco, se repitio y se repetira infinitas veces, dice Nietzsche. Platon no decia otra cosa en su Heikaidemeia.
El mensaje de fondo es claro y simple: dice que no hay que arrepentirse de nada, ni hacer ni dejar de hacer, pues como se haga o como no se haga, asi quedara hecho o sin hacer, eternamente.
Entonces esto es como el arquetipo de conversacion que siempre estaremos teniendo, y yo estare siempre tan cerca y tan lejos, ella siempre tan blanca y tan quemada, yo siempre tan presente y tan ausente, los arboles siempre de pie, cada luz y cada sombra emergeran identicas, y ambos siempre estaremos de paso y viajando.
¿alcanzaremos entonces, a fuerza de palabras o de actos, esa anhelada trascendencia?
Agachamos la cabeza y la guadaña de Cronos silba sobre nosotros.
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