1 may 2017

Alraune

Paulo vio a Alraune en algun dia indeterminado. El dia formaba parte de la interminables succesion de inutiles instantes de los cuales se compone todo.
La vio en lo mas recondito del bosque, oculta entre frondosos arboles, esquiva a todas las miradas de viajeros ocasionales. Ahi Paulo la vio, sumergida entre las sombras.
Supo al instante, nada mas mirarla, que tenia que ser suya.
Sin hacer ruido, pisando con cautela, Paulo se acerco. Mas cuando se hallaba mas bien cerca, su instinto lo detuvo. ¡cosa curiosa! Alraune olia a carne muerta. Algo que olia asi no puede tocarse directamente, penso Paulo. Y tenia razon.
Fue ahi que Alraune vio a Paulo, y le revelo su nombre. Conocer el nombre de Alraune le otorgaba a Paulo cierto poder sobre ella, mas no el suficiente como para tocarla.
Alraune, se dio cuenta Paulo, tenia fuertes raices en aquel bosque sombrio. No seria tarea facil. Por el momento, tenia que retirarse. Algo le decia que, siempre y cuando no olvidara su nombre, volveria a encontrarla pasase lo que pasase.
Y Efectivamente, Paulo volvio muchas veces al bosque. Y rondando entre su rincones mas oscuros, hallo a Alraune muchas veces.
En una de ellas, Alraune se le mostro tal cual era. Su cuerpo era muy oscuro, mas negro que las aguas de los pantanos. Sus ojos eran violaceos. Sus piernas, blancas y largas como las del cisne. Una flor blanca y otra flor purpura coronaban su diadema.
En cada nueva visita, Paulo preguntaba: ¿puedo llevarte conmigo?
Y en cada nueva visita, Alraune le aseguraba, meneando la cabeza: Si me tocas morirás.
Entonces Paulo se marchaba. Mas apenas llegaba al pueblo, su espiritu volvia siempre hacia las flores y los ojos de la misteriosa residente del bosque.
Mas un dia Paulo se demoro en la taberna, y alli se entretuvo hasta entrada la noche.
Y cuando hacia ya tiempo que la luna brillaba en lo alto, Paulo salio para el bosque.
Como un furtivo cazador se interno entre los arboles, sigiloso su paso, aguda su mirada, tenaz en su emprendimiento. Camino y camino entre los nudosos arboles, hasta que la vio: Bajo una enorme raiz de sicomoro yacia recostada la bella Alraune.
Paulo penso que, si por alguna ventura, llegase a poseerla, se le revelarian todos los secretos.
Entonces contuvo la respiracion y avanzo de puntillas.
El oscuro cuerpo de Alraune era blanco como la sal a la luz de la luna. Cediendo a un subito impulso, Paulo la tomo del brazo y, haciendo acopio de todas sus fuerzas, dio un horrible tiron, arrancando a Alraune de la tierra que la aprisionaba. Y Alraune grito.
Fue un solo grito, un unico alarido. Agudo y potente, rajo los arboles e hirio a la noche misma.
Naturalmente, Paulo cayo fulminado apenas oirlo. Sus cabellos, antaño del color del trigo, se tornaron blancos. Tan grande y tan terrible fue su terror, que su cara no llego a expresarlo. Su ultima expresion fue la del segundo anterior, mezcla de osadia con felicidad.
Para cuando el sol ilumino la escena, Alraune tambien estaba muerta.

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